Kaileen Van Goh ~ 1750 - 1800 ~ [Privado]

La luna apenas podía iluminar parte de mi rostro, mi cuerpo estaba completamente escondido en aquel carruaje que había aceptado darme un largo paseo por la ciudad. Había estado teniendo varias escapadas noches anteriores. Siempre buscaba lo mismo un poco de paz y sin embargo no la encontraba, fuera el lugar que fuera. Había aprendido que mi sangre resultaba un poco más atractiva de lo que pensaba pues las criaturas de la noche seguían mi rastro hasta toparse frente a mi queriendo beber un poco de mi cuerpo, en más de una ocasión estuve a punto de ceder, otras cuantas estuve a punto de ser obligada, sin embargo había salido ilesa de cada noche, volviendo a dormir a la cama solitaria que me aguardaba en la casa de la noche, volviendo a esa rutina donde limpiaba y alimentaba a hombres que estaban dispuestos a morir por sus ideales, por luchar contra un París, una ciudad que se estaba viniendo abajo por las ambiciones de un tirano.

Hoy era la noche, yo lo sabía, era la noche donde podría recibir un abrazo sincero, donde alguien escucharía mis plegarias a la luna, donde me podría dar cuenta que no estaría sola que también así como yo habían almas buenas en este mundo. Levanté el rostro observando la luna. Estaba completamente llena. ¿Cómo lo estaría pasando mi amigo el conde en la bastilla esa noche? ¿Tendría problemas con su condición? ¿Lo descubrirían? Ultimamente tenía tantas preguntas dentro de mi, tantas que necesitaba que me aclararán que me resolvieran pues estaba volviéndome loca con tantas incógnitas dentro de mi ser. Le daba las gracias a esa hermosa luna por dejarnos ver la noche con su manto platero. Todo estaba totalmente vació en aquel lugar, bueno sin contar el hecho de poder ver algunos marinos que tomaban sus morrales y caminaban rumbo a las casas de las afueras de la ciudad. Cuando vi que el último se perdía en la negrura del camino y la noche abrí la puerta del carruaje para bajarme de un brinco, el chofer me sonrió, al menos era una de las pocas personas que me dejaba ser como yo quería, que no me juzgaba y que en muchas ocasiones incluso era el cómplice de mis escapes.

Camine con cuidado sintiendo como los zapatos se comenzaban a hundir en la arena, me agache para quitármelo y se los arroje al chofer sin dejar de sonreír, este negó con la cabeza sin apartar su sonrisa del rostro y entonces seguía avanzando, necesitaba dar una caminata, distraerme, y daba las gracias de poder estar vigilada por un amigo que no solo era un chofer, también era un guerrero infiltrado. El tiempo podía pasar rápido o no sin embargo no importaba pues estaba gozando de la tranquilidad de la noche. Observe el pequeño muelle del puerto y corrí un pequeño tramo para caminar por ahí. Debido a mi falta de calzado los pasos que daba no eran precisamente estruendosos pero la vieja madera del muelle hacía que un sonido marcara que estaba cerca del lugar. Un silueta, un hermoso cabello negro y largo llamaron mi atención. Primero tuve miedo de encontrarme con otra criatura de la noche y no poder salir de el aprieto, sin embargo cuando su mirada topo con la mía me pude dar cuenta que sus labios tenían ese color rosáceo que nosotros los humanos llegamos a tener de diferente a las demás criaturas. - ¿Acabo de interrumpir su tranquilidad? - Me ruboricé ligeramente sonriendo al caballero que se encontraba sentado en el lugar.

Me acerque lentamente hasta él, observando con cierta curiosidad lo que tenía en la mano y entonces sonreír como esas niñas chiquitas que acaban de encontrar un tesoro de los cuentos de pirata. - ¿Usted va a arrojar la botella o se la ha encontrado caballero? - Mi mirada pasaba de la botella al joven, del joven a la botella. Estaba cerca de un desconocido y por primera vez puedo decir, puedo reconocer que no tenia miedo, mi corazón estaba tranquilo, mis sentidos me pedían que me quedará en el lugar que así como lo había imaginado así estaban pasando las cosas, todo tranquilo, todo bien, hoy era el día de la diferencia donde las desgracias no llegaban a apoderarse de mi vida, donde el reinado del bien y la paz aun vivía en nuestros corazones, en nuestro entorno.

Amabilidad sincera era lo que faltaba en las personas. Pocos eran los ojos que reflejaban ese tipo de cosas. Incluso puedo atreverme a decir que contadas son las personas, junto con el que tengo enfrente que pueden transmitir ese sentimiento. No lo pensé demasiado, si con vampiros había compartido asiento, entonces con un dulce caballero era obvio que podía. Sonreí ampliamente, jalé un poco las faldas de mi vestido para que no se mojara con el agua del mar en aquel muelle, y no es que me molestará estar mojada, o completamente empapada, pero el vestido lleno de agua podría ser un gran problema, pues el peso dificultaría mi andar, y no quería tener inconvenientes al ver a la casa de la noche. Presté atención a sus manos, también a la botella que tenía en ellas. Me quede pensativa por unos momentos. Si la botella había llegado hasta ese momento a nosotros sería interesante buscarle un significado a las cosas, al porque había llegado a las manos del caballero, al porque yo había llegado a é,l y por supuesto al porque debían leerla juntos. Siempre he pensado que las cosas suceden por algo, no por casualidades, más bien porque nosotros lo deseábamos y el destino se encargaba también de que experimentáramos todo aquello que nos era necesario para poder salir de las cosas malas que teníamos de la vida o para aspirar a más.

Escuché con atención las palabras que fueron escritas con bastante fuerza, se podía notar por el color de la tinta, y claro porque las formas casi rompían o traspasaban el papel. No pude evitar sonreír en un principio por la forma un poco dramática en la que mi acompañante leía, pero conforme pasaba la lectura pude sentir una especie de hueco dentro de pecho ¿A qué se debía? muy fácil. Sacrificios por amor. Siempre me consideré una chica bastante soñadora, de esas que creía en el amor de los cuentos que mi madre me contaba cuando era pequeña, lo cierto era que conforme iba creciendo todos esos cuentos fueron dejando de surgir efecto en mi, me parecían completamente falsos, no existían príncipes, solo caballeros que te aman a su manera. Pero existimos quienes hacemos tonterías por amor. El ejemplo más grande soy yo. Había salido de un gran encierro de la casa de mis padres, había encontrado la libertad al escapar, y ahora me había aferrado a un amor que a penas podía recordar su nombre pues siempre estaba fuera de la casa, y las sabanas a penas llegaban a sentir su calor cuando dormía a mi lado.

Miré los ojos del joven que estaba a mi lado - ¿El amor es así? Es decir ¿Tienes que llegar a sufrir tanto? ¿A sacrificar tanto? Cuando amas no haces esas cosas ¿verdad? - Una especie de desesperación recorrió mi cuerpo, no entendía bien porque, quizás la historia plasmada me había hecho darme cuenta que estaba demasiado mal con lo que hacía - Antes pensaba que podíamos vivir como las princesas de los cuentos de hada, pero veo que eso es demasiado falso… Quisiera poder entender porque el amor es tanto sufrimiento - Amor, amor, amor. El tema universal que todos hablan, que todos quieren, que todos desean y que pocos tienen el privilegio de conseguir. Separé mi mirada de la suya para contemplar algunas pequeñas olas que se formaban, el tiempo estaba bastante bien, como hace mucho tiempo no estaba. Suspiré notoriamente, aquello me había hecho pensar demasiado - ¿Usted esta enamorado? - Me atreví a preguntar como si de algo muy malo se tratase aunque en realidad no lo fuera. Estiré mi mano con cuidado para tomar el pedazo de papel y atraerlo - ¿cree que sea una broma? - Pregunté con cierto tono inocente, en ocasiones es mejor seguir creyendo en cosas como esas, los príncipes de los cuentos de hada, ellos te impulsan a soñar, a luchar. O bueno al menos yo lo veía de esa manera.

Una pequeña arma de doble filo, eso es el amor. Pocos son aquellos los afortunados que tienen la oportunidad de conocerlo. Los celos ¿Son amor? No, no lo son, no tienen ni una pequeña pizca de amor, o bueno quizás si aquellos amantes saben controlarlos por el bien de las situaciones, deben amar. Podemos ser sinceros, cada quien tiene una interpretación diferente sobre el amor, hay quienes creen que amar a alguien es pasar la mayor parte del tiempo a su lado complaciendo sus caprichosos, otros solo poder tener un acto carnal. Creo que las complicaciones empiezan cuando la pareja no te da el amor que tenías planeado recibir, el que planeabas tener. Todas estás complicaciones me hacían pensar tanto. No quería terminar encerrada en una torre, tampoco que se me cuidará demasiado por ser una simple y frágil humana. Quizás muchas cosas que tenía en mi vida, muchos ciclos era momento de cerrarlos.

Mis pies se estaban mojando en la poca cantidad de agua que corría hasta aquel puerto. Se sentía tan bien que no quería dejar de sentir tales sensaciones. Volteé a ver a mi acompañante. Su confesión no la tomé para nada a mal, al contrario, la preferencia de genero era de cada quien, pero en estos tiempos aquellos que rebelan ese tipo de detalles pueden ser llevados incluso a la horca. Y entonces otro cuestionamiento se me vino encima. ¿No es que nuestro País gozaba de demasiada libertad, de demasiadas facilidades para aquellos que habitan aquí. Entonces ¿Por qué no se permite dejar que la naturaleza humana este en su máximo esplendor? Es decir, si un hombre quiere tomar la mano del otro, ¿por qué no se puede? ¿Quién invento las reglas, las limitaciones, las restricciones de esta manera? Sin embargo, aun a sabiendas que la sociedad negaba esto, me sentí feliz. ¿Por qué? Me encantaba ver la manera en que hablaba de él, pues se denotaba en sus ojos el amor hacía su amado. - Yo… ¿Cómo saber que te aman? - Carraspee de manera inocente. Solté un suspiro y tomé valor para poder soltar algo que con nadie más había hablado - Estoy enamorada, pero es algo extraño Sabe? Resulta que esa persona es bastante liberal, me ha pedido tiempo, seis meses para que ambos podamos hacer lo que queramos y estar con quien sea, y pasando ese tiempo se comprometerá conmigo, pero se mete con otras mujeres en ese tiempo… ¿No me ama verdad? - Lo mire casi sintiendo como los ojos empezaban a mostrar una pequeña capa de cristal, que se contenían a salir en forma de lagrima.

Volví a bajar la mirada, mi rostro se reflejo en esa turbulenta corriente de agua, se veía distorsionado por las olas, sin embargo aun con todo y ese movimiento se podía ver la tristeza de mis expresiones. - El amor no hace eso ¿verdad? - Pregunté muy suavecito, ni siquiera sabía si había el joven podido escucharme, En realidad la pregunta había sido más para mi que para él, me estaban cayendo tantos 20's encima que todo se estaba acomodando, quizás no existiría ningún compromiso de por medio, quizás era mejor dejar a un lado las esperanzas, no podemos vivir esperanzados en algo que no sabemos pasará, o que quizás si pero puede ser más lastimoso que el alejarse por las buenas. Recogí mis pies para poder ponerme de pie. Me quede a su lado viendo el mar, el reflejo de la luna - Una pequeña botella puede enseñar tanto - Sonreí con completa amargura, pero al menos mi sonrisa quería salir con total sinceridad para él.

Nunca antes había hecho algo así. No es que sea algo malo, pero daba la situación en la que estoy viviendo las cosas podían ser peores. ¿Qué pasaría si me topaba con un guarda del castillo? Se dice que muchos de ellos están vestidos de forma civil, intentando toparse con personas como yo, personas que estamos metidos en embrollos como los de la revolución. ¿Cómo sería mi vida sin haber aceptado esa oferta? No lo sabía en realidad, quizás mucho menos dramática, mucho menos caótica o peligrosa, en ocasiones me alegra haber entrado, poder conocer a tantas personas, ser útil en la vida de los demás, ser útil en una nación, sin embargo extrañaba mi libertad, mi burbuja de cuantos de hadas. Para que me engañaba, tenía que cuidarme. Con un desconocido escuchando mis tormentos no es que me este cuidando demasiado, de hecho eso comprueba mi falta de interés en mi persona. ¿En que momento había perdido la esperanza? Eso no era amor propio, y sino me amaba a mi, entonces no tenía permitido amar a nadie más ¿No es así?

Bien dicen que aquellos que no te conocen, que no están ni de un lado ni de otro, que no conocen en realidad toda la situación son aquellos que te van a dar los mejores consejos. Desde que conozco a Milo había sabido como era, con esa galantería, con ese traje perfectamente colocado, siempre impecable, con una sonrisa que hace caer a cualquiera, más de una señorita ha querido estar cerca de él, mientras estoy a su lado me respeta, me cuida, y me hace sentir única, hermosa y especial, pero cuando no estoy aprovecha ese porte no solo para sacar provecho en sus beneficios, también en sus pasiones y deseos.

Tomé una gran bocana de aire para poder hablar con tranquilidad - Si las cosas fueran tan fácil, te apuesto lo que quieras a que no me estaría lamentando aquí, no quiero parecer patética por mis maneras de ser, por las cosas que le digo, la verdad es que estoy confundida. - Hice una pequeña pausa - Apenas unos meses atrás yo seguía encerrada en un mundo diferente, en una burbuja de cristal y cuentos de hada, donde si se podía encontrar al hombre indicado, donde el amor si existía, y las familias se pueden formar, pero no quería que me impusieran muchas cosas, no quería que me dijeran con quien estar y escape, pero el escapar no se si haya sido lo correcto, creo que fue la peor de las decisiones, ahora veo las cosas más claras, muchos ni siquiera tienen la fortuna de ser queridos, la gente es indiferente a los demás, es indiferente a la pobreza y el hambre de los otros, esto es demasiado para mi, no quiero que mis hijos crezcan de esa manera, ni siquiera sé si tengo a una pareja predestinada, esto me supera demasiado - Tomé de nuevo otra bocana de aire para relajarme. ¿Acaso él podría entender mis palabras?

Miré al cielo, luego e nuevo hacía él. - ¿Cómo era tú vida de pequeño? ¿Qué es lo que querías hacer? ¿Qué te hacía feliz? ¿Puedes contarme? - Lo miré con aquella sonrisa amplia en el rostro, quizás me estaba quejando demasiado de este mundo, todos merecemos una segunda oportunidad, incluso aquellos gobernantes despistados, incluso el peor de los criminales ¿No es así? La base para que una persona sea buena es el cariño y la educación dada ¿Me equivoco? Quizás saber un poco de su pasado podría decirme un poco más de como era.