• París, año 1800.

por **Malkea Ruokh** Mar Mayo 01, 2012 4:53 am

París,
año 1800.

París; cuando escuchamos este nombre todo el mundo piensa en la ciudad de las luces y el amor, en los grandes monumentos y en una metrópolis sembrada de amplios bulevares y de una arquitectura característica, fruto de la uniformidad y el buen gusto. Sin embargo, la ciudad que conocemos hoy en día no es sino el fruto de la profunda remodelación que vivió en la segunda mitad del siglo XIX, cuando Napoleón III encargó a Haussmann la restructuración de la misma para evitar todas aquellas cuestiones que la caracterizaban, no precisamente las de una capital que clamaba ser el centro del mundo. Este artículo pretende acercar la capital de Francia como era en la época del foro a sus usuarios. Si alguien tiene alguna información más al respecto, le agradecería si la compartiera con nosotros para que aprendamos más.

• Breve historia
La zona de París ha sido poblada desde el IV milenio a.C., pero su fundación se establece acerca del 250 a.C. por los "parisii" o parisios, un pueblo celta que fortificaría la isla de la Cité. Recientes descubrimientos sugieren que se concentró principalmente en el actual Nanterre. Sea como fuere, en el 52 a.C. los romanos fundaron Lutetia, expandiéndola a ambos orillas del río, principalmente en el margen izquierdo (sur), aunque posteriormente, la ciudad se concentraría en la orilla opuesta. Aún se conservan restos de aquella época, aunque Lutecia no fuera más que un enclave fronterizo.

En los últimos tiempos del Imperio, París, como se conoció a partir del siglo III, fue atacada varias veces por los pueblos bárbaros y pocos años antes de la caída de Roma, Childerico I, rey de los francos salios, la conquistó. Su hijo, Clodoveo I, la convirtió en su capital.

Tras el lapso de dos siglos en los que Aquisgrán fue el centro del Imperio carolingio y en los que la ciudad se vio asediada en varias ocasiones por los vikingos, Hugo Capeto fue elegido rey de lo que ya se conocería como Francia, fundando una de las dinastías con más repercusión en la nobleza europea. A partir de entonces, París comenzó a recuperarse, coincidiendo con la Baja Edad Media y el surgimiento de la burguesía, siendo el centro político, cultural y comercial del país. Durante los capetos se inició la construcción de la Catedral de Notre-Damey Felipe Augusto amuralló la ciudad, pavimentó algunas calles, construyó el mercado de Les Halles e inició el Louvre.

El siglo XIV sería un periodo turbulento para Europa en general y para Francia y París en particular. Si bien la peste negra hiciera estragos en todo el continente, el país galo se vería inmerso en la Guerra de los Cien Años. La defensa de París se vería reforzada por otra muralla y por la Bastilla de San Antonio, que se convertiría para muchos en símbolo de la autoridad real, aunque la nueva dinastía reinante, los Valois, preferirían residir en los châteaux del Loira. Pese a todo, Francisco I demolió y reconstruyó el Louvre en estilo renacentista, y Catalina de Médicis completó el complejo con el Palacio de las Tullerías.

La expansión del protestantismo y las guerras de religión también afectaron a París, capital de uno de los paladines de la Iglesia católica. Tanto es así que el 23 de Agosto de 1572 comenzó lo que se conoce como la Matanza de San Bartolomé, en la que murieron tan sólo en París alrededor de 2.000 hugonotes asesinados. Años después, París sería asediada y conquistada por la Liga Católica y Enrique IV terminaría convirtiéndose al catolicismo, por lo que se le atribuye la conocida frase “París bien vale una misa”. Él sería el primer monarca borbón y convirtió la capital en su principal residencia, por lo que inició una serie de mejoras, como las construcciones de la Plaza de los Vosgos, el Pont Neuf o el Hospital de San Luis. Su esposa, María de Médicis, ordenó la construcción del Palacio de Luxemburgo, mientras el cardenal Richelieu comenzaba el Palacio Real y reconstruía la Sorbona, uno de los colegios de la centenaria universidad de París.

Luis XIV decidió alejar la corte de París, debido a las pésimas condiciones de la ciudad y a las intrigas del lugar, iniciando la construcción del opulento Versalles. Sin embargo, el rey no terminó de dar la espalda a la capital, derribando las murallas, que se encontraban en mal y estado y estrangulaban a una urbe extremadamente poblada que llegaba a alcanzar casi los 100.000 habitantes por kilómetro cuadrado. En su lugar delineó caminos con árboles el origen de los famosos bulevares. Pese a que Luis XIV considerara que París ya era suficientemente segura como para no necesitarlas, unas nuevas murallas se erigieron a finales del siglo XVIII, en un radio mayor que el anterior.

• La vida en la ciudad
Aunque muchos consideraran a París como la mejor ciudad de Europa, lo cierto era que ésta presentaba un aspecto deplorable. Teniendo ente 500.000 y 600.000 habitantes, era la segunda por población, tras Londres y delante de Estambul, y la Ilustración la había asegurado como el centro intelectual de Europa. Sin embargo, la calidad de vida allí no era precisamente un motivo de alarde.

Si bien es cierto que la expansión que supuso la ampliación del recinto amurallado ayudó a rebajar la concentración de gente, que había llegado a ser alarmante, la sobrepoblación seguía ocasionando serios problemas al día a día, algunos que venían siendo arrastrados desde hacía siglos.

Uno de los más importantes era la escasez del agua. Durante el verano, el Sena casi se secaba (el que hoy en día esto no ocurra es fruto de obras hidráulicas del siglo XIX) y el abastecimiento era insuficiente. Ni siquiera los acueductos subterráneos que nutrían las fuentes, construidos en el medievo, eran suficientes, teniendo que conformarse con una media de un litro de agua al día para cumplir sus necesidades. Además, incluso esa agua era insalubre, pues el río estaba contaminado con los desperdicios de las industrias y los mataderos, y el agua subterránea quedaba intoxicada con las filtraciones de los deshechos en las calles y, hasta finales del XVIII, de los cadáveres de los cementerios.

París no contaba con un sistema de agua corriente, por lo que los ciudadanos usaban las propias calles para hacer sus necesidades, algo que se plasmaba en el nombre de algunas como la ”Rue Merdière “ o el ”Passage Merdeux”. Además, como no había un sistema de recogida de basuras, éstas se acumulaban en el lugar, siendo insoportable el hedor, en especial en verano, y creando el contexto perfecto para ser el foco de muchas de las enfermedades que sufría la población por la insalubridad. La esperanza de las clases medias no superaba los cuarenta años.

La miseria en la que vivía la población queda plasmada en el buen número de mendigos que vivían sin recursos o en la picaresca de los ciudadanos, como algunas mujeres, que se ataban un cojín al vientre para intentar que los transeúntes se compadecieran de ellas. Las prostitutas operaban en determinadas calles de la ciudad, las cuales tenían que portar una cinta en la manga derecha y un sombrero en punta. Algunos de estos miembros de los estratos más bajos de la sociedad se concentraban en la conocida como Corte de los Milagros, la cual se intentó desmantelar en varias ocasiones.

En cuanto a la estructura de la ciudad, el número de calles anchas se podía contar con los dedos de la mano, siendo en su gran mayoría un laberinto de callejones estrechos y retorcidos. Las calles solían medir unos cuatro metros de anchura, espacio reducido por el reguero de inmundicia que circulaba en el centro, una especie de cloacas que desembocaban en el Sena. [MAPA EN DETALLE DE LA ÎLE DE LA CITÉ. Se puede apreciar lo conglomerado de las calles] París no era una ciudad moderna, sino más bien una medieval y sus viviendas presentaban esas características, teniendo una planta baja de piedra y dos o tres, encima, de adobe y madera, muchas veces siendo estructuras voladizas, que cubrían de la lluvia, pero dificultaban el paso de luz. Los atascos eran muy frecuentes, así como los accidentes, ya que los carros solían chocar a menudo, y transitar por la noche resultaba una verdadera temeridad. Sin embargo, había ciertas normas que los edificios debían cumplir. La altura máxima de las fachadas dependía de la anchura de la calle, siendo entre 11,7 y 17,55 metros, y los áticos no podían tener una inclinación mayor a 45º. Además, la madera debía ser cubierta con mortero y cal, medida que se derivó del Gran Incendio de Londres.

Administrativamente, París estaba dividido en veinte barrios (quartiers en francés)[MAPA DE LOS BARRIOS DE PARÍS]. En la orilla izquierda (sur) se encontraban los barrios de Saint-Germain-des-Près, de Luxemburgo, de Saint-André-des-Arts, de Saint-Benoît y de la plaza Maubert. El barrio de la Ciudad (de la Cité) ocupaba las islas del Sena. Por último, en el norte, donde se concentraba el 80% de la población, se encontraban los barrios del Palacio Real, de Montmartre (aunque lo que hoy se conoce como tal era una localidad separada), de Saint-Denis, de Saint-Eustache, del Louvre, de les Halles, de Sainte-Opportune, de Saint-Jacques-de-la-Boucherie, de Saint-Martin, de Sainte-Avoye, de la Grève, de Saint-Antoine, de Saint-Paul y el de Saint-Antoine.

Bajo la ciudad se extendía un gran entramado de túneles, antiguas canteras que sirvieron para levantar muchos de los edificios en la superficie. A partir de 1786, se decretó que los cementerios del centro de la ciudad debían de ser vaciados, por ser foco de infecciones y por lo saturado de ellos. El destino de estos cuerpos fue, precisamente, esas galerías subterráneas que pasarían a denominarse como catacumbas. El proceso, que se realizó de noche, movió durante quince meses un total de seis millones de cadáveres, siendo el final de cementerios tan famosos como el de los Santos Inocentes, el más grande hasta ese momento.

• Mapas

• Plano de París de 1800.
• Plano de París de 1787, antes de la Revolución.
• Plano de los alrededores de París.
• Plano de París en perspectiva de la primera mitad del siglo XVIII.

• París antes de Haussmann

• Imagen I
• Imagen II
• Imagen III
• Imagen IV
• Imagen V
• Imagen VI
• Imagen VII
• Imagen VIII
• Imagen IX
• Imagen X
• Imagen XI
• Imagen XII
• Imagen XIII