"no mentiré ante mi gran señor" (libre)

Caminaba a las altas horas por el mercado por que sabía que se podrían encontrar telas de excelente calidad a muy buen precio en el ya cerrado comercio de textiles. Seguramente, y lo sabia a ciencia cierta, eran robadas, seguramente alguna muchacha que trabajara en alguna casa noble las tomaria para venderlas y sacarse un buen dinero extra.

Caminaba con alerta, y discrección, sabe muy bien manejarse por estos lugares y sabe que llevar botas es mejor que tacones... Zapatos de hombre para que las pisadas fueran confundidas por las de algun varón. Una capa que le cubria su melena peliroja recogida y con la mano, envuelta en guantes puesta en el cinto que llevaba decorando el corsé. Siempre la mano puesta en un cuchillo que llevaba cuando salía a estas horas... Nunca se sabe y es mejor no saber.

Miraba siempre antes de girar una esquina y era prudente, afortunadamente conocía a algunos de los que vivían sobre los comercios ahora de otra índole. Sus pasos eran casi un susurro entre las baldosas del suelo, respiraba profundamente pero con cuidado... Las calles de Paris en la noche son peligrosas o no... Según se mire y... A quien...

Se sobresaltó un poco cuando vió un chico doblar la esquina corriendo, haciendo ruido con sus botas y parecía que alegre "Este muchacho no es el hijo del zapatero?" se preguntó a sí misma intentando hacer memoria. Se paró a su espalda viéndole correr por la calle intentando recordar si era él o, sus ojos y la noche la habían engañado.

"Mathew...Matt.." mencionaba nombres con M en su memoria, sabía que su nombre le recordaría quien era. Uno de los chicos a los que daba clases cuando disponía de tiempo. No pedía paga alguna, sólo que cuando pudieran acudir y, ella disponía de tiempo, simplemente asistieran y tratasen de estudiar un poco para al menos, saber leer y escribir.

Se quedó pensativa por unos instantes y volvió en sí en apenas unos segundos, cuando sus botas le recordaron a sus pies que estaba quieta en medio de una calle viendo correr a un chiquillo que ya había desaparecido. Volvió a tomar un poco de aire para volver a girarse y seguir su camino. Miró a su alreddor viendo los paseantes no voluntarios de este barrio.... "Toujours sera comme ça" se dijo para sí, negando con la cabeza hasta que se volvió a quedar parada... "Dios! Olvidé quitarme el perfume al llegar a casa!" Exclamó en sus pensamientos abriendo los ojos como platos.

Odiaba salir por estas zonas, a la calle, en general con perfume, el perfume era solo para trabajar o acudir a alguna fiesta a las que núnca asistía... Salir a la calle con este perfume era como una señal de estupidéz, pues las damas de esta zona no suelen ponerse este tipo de perfume dulce como el azahar habitualmente... A menos claro... Que fuera robado y ofrecido como regalo o intercambio...

Negué con la cabeza casi riendome para mis adentros por la tontería "No pasará nada, conoces a muchos de los de por aqui y la casa de la costurera no está lejos" me decía a mi misma intentando animarme, Dios sabe que no me gusta andar por estas zonas de noche y sola...

Giré la esquina aún perdida en mis pensamientos y me paré frente a un comercio ya cerrado, oficialmente y que, en su interior podría encontrar telas de buena calidad a buen precio. Me dispuse a llamar como se esperaba que lo hiciera un cliente de estas horas, pero exclamé en alto sin darme cuenta "¡Marc!" y sin quererlo salió de mi una risa, estaba alegre por que conseguí recordar el nombre de aquél joven pillo.

"Que bonito perfume tiene "monsieur"" Sentí en mi oido su voz, haciendome cortar de golpe la risa y dejando mi rostro helado como si hubiera visto un fantasma. Petrificada, sólo mi corazón tomó vida propia batiéndose tras el susto como si fuera una carrera.

Y noté como su mirada se clavaba en mi fíjimente. No quise girar mi vista hacia él, no quise moverme del lugar, sólo quería entrar y tomé todo el aire que pude, tragué saliva y, bajando la cabeza, cuidando de que no se me viera el rostro, giré rápidamente la cabeza dejando que sólo se viera en mí el desconcierto ante aquél susurro, pero aparté rápida la mirada y toque tres veces la puerta mientras respiraba rápido intentando calmar el susto.

Siempre es ella quien abre, nadie más, es como si sus siete hijos no existiean y siempre sonriente y burdamente cortés "Salut ma , mon cherie!" Dijo exclamandose al verme... Siempre tan exajerada la mujer. "Entra no te quedes ahí que pareces un fantasma" me dijo afreciéndome entrar en su casa, como siempre bien arreglada y con las "nuevas adquisiciones" encima de la mesa, preparadas para ser cortadas en retales y otros.

"Vengo a ver si tenéis un poco de terciopelo a buen precio Margaret" dije quitándome la capucha "Ese maldito vestido se me está quemando todo mi tiempo y mi paciencia" dije mientras miraba la nueva mercancía y sonriéndola con una mirada complice, pues era exquisita.
"Tengo lo mejor de lo mejor ya lo sabes" Me dijo sonriente y sin parar de frotarse las manos con ánsias.
La conocía muy bien, un buen negocio era un buen negocio. "Me ha llegado esta misma tarde un vestido, ya sabes, un faldón traido directamente del centro de París".Me sonrió y yo le sonreí cómplice. Le gustaba hacerse la importante, un precio a pagar por las telas que, no me importaba pagar.
"Terciopelo azul Margaret, necesitaré al menos 8 metros sólo para hacer la parte de arriba del faldón" Ella me miró sorprendida "Es el mismo vestido que te encargaron en Septiembre, querida?" me preguntó curiosa "Sí, lo es, espero terminarlo antes de que empiece el verdadero invierno o tendré que volver aqui a comprarte más telas de abrigo" Dije tajante y tcando esas maravillosas telas que reposaban aún sin cortar sobre la mesa de trabajo de Margaret.

Ella rió y sacó de un armario una botella opaca que, al abrirla, dejó salir un claro olor a alcohol "Ya se que no bebes, pero permiteme que yo si brinde por tu vestido" Rió y se sirvió una copa que no tardó ni un segundo en terminarse, repitiendo la operación hasta dos veces seguidas, luego se acercó a mi y mirandome fijamente pero con los brazos puestos en jarras me dijo "Tengo lo que buscáis, como siempre" y me dio la espalda durante unos minutos.

No conocía la parte de atrás, era una especie de taller o algo que núnca quise conocer, asi que me deleité con esas finas texturas e imaginé a juego con el faldón unas mangas de fina seda de color azul intenso, quizá más claro que el del terciopelo... "Sí... le vendría muy bien" mustié dejandome seducir por el tacto de las telas.
"Aquí tengo lo que buscas... De primera calidad, como siempre" dijo sonriendo y guíñándome un ojo. No mentía, los vestidos que luego cortaba eran robados por algunas sirvientas en las mejores casas de Paris, siempre tenía buen material con el que trabajar.

En sus manos traía exactamente lo que le había pedido y toqué la tela para asegurarme de que estuviera bien tratada y con la suavidad que buscaba. La cogí y la extendí sobre la mesa de trabajo, encima del resto de las telas y cogí el metro de madera y comencé a medirla con sumo cuidado. Cuando terminé me giré hacia ella, que estaba detrás de mi rígida como una roca, frotándose las manos y con una sonrisa en la cara "Y bien?" me dijo sabiendo que acabaría comprándola.

Sonreí y dejé el metro sobre la mesa mientras le respondía, como si no me importara "¿Cuánto me vas a pedir Margaret?". Ella rió complacida, era nuestro juego. "No más de lo que sabes que vale, querida" sonrió como una urraca sonríe al ver su botín.
Me acerqué a ella y le puse en las manos un saquito que extraje de mi cinto y susurrandole al oido el contenido. Como buena comerciante se mantuvo firme, pero sonrió. Mientras me daba la vuelta para plegar la tela ella me dijo muy cortésmente "Siempre es agradable hacer negocios contigo" Yo seguí plegando la tela con sumo cuidado y la envolví en papel cartón, haciendo un paquete que cerré con una cuerda. Ella sabía que una vez que adquiría una tela, no me gustaba que nadie más que yo la tocara.
Me giré y tomé mi capa y me envolví en ella como solía hacer, me despedí de Margaret como siempre hacíamos "Espero, Margaret no tener que ver uno de mis vestidos aqui" ella ya sabía la respuesta de memoria "Si los encuentras aqui es que sin duda alguna son los mejores" dijo levantando el labio superior a modo de media sonrisa.

Salí de la casa sonriéndole la respuesta, con el paquete entre mis manos, distraída, con el ir y venir de la gente, giré mi cabeza hacia el otro aldo de la calle y vi a un grupo de gente mirando atentos algo que parecía ser grave pues los gendarmes estaban allí. Noté el viento en mi pelo y me dí cuenta de que no me coloqué la capa sobre la cabeza y, en un gesto rápido me la coloqué intentando no hacer caer el paquete. Con cuidado me encaminé hacia adelante por la calle con mi preciado paquete entre las manos sin dejar de caminar entre la multitud intentando pasar desapercibida, aunque tuve que recogerme el maldito mechón de pelo pelirojo que nunca se quedaba recogido en su sitio, mientras intentaba que no se me viera el rostro.

Me quedé un poco pensativa viendo como pasaban de un lado a otro los paseantes, curiosos y pillos pero con la mirada puesta en el suelo y la mente en mi casa. Vi a un hombre con un libro en la mano y me llamó la atención, no era normal encontrar lectores nocturnos por las calles y menos en esta zona... Le miré, curiosa, intentando de soslayo ver lo que decía el título del libro, pero seguí adelante en mi camino, pensativa intentanto adivinarlo.