AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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El gran teatro del mundo [Libre] ACTIVO
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El gran teatro del mundo [Libre] ACTIVO
¡Cuantas veces, presa de la superficie y de la hechicería, me siento hombre. Entonces convivo con alegría y existo con claridad. Floto. Y me resulta agradable recibir un diezmo y volver a casa. Siento el tiempo sin verlo y hay algo orgánico que no sabría definir y que me agrada. Si medito, no pienso. En días así me gustan mucho los jardínes públicos.
No sé que cosa extraña y pobre existe en la sustancia íntima de los jardines de la ciudad, que sólo puedo llegar a sentir bien cuando no me percibo bien a mi mismo. Un jardín público es un resumen de la civilización - una modificación anónima de la naturaleza. Las plantas estan ahí, pero hay calles - lo que se dice calles. Crecen árboles pero hay bancos a su sombra. El trazado del terreno que mira hacia los cuatro lados de la ciudad, en un epsacio más abierto y sólo allí, los bancos son mas grandes y casi siempre hay gente en ellos.
No odio la regularidad de las flores en los canteros. Odio, en cambio el empleo público de las flores. Si los canteros estuviesen en parques cerrados, si los árboles creciesen en rincones feudales, si en los bancos no hubiese nadie tendría con que consolarme en la contemplación inútil del jardín. Así como son en la ciudad, ordenados pero útiles; los jardines públicos son para mi como jaulas, en las que las espontaneidades coloridas de los árboles y de las flores carecen de espacio, hay lugar apenas para no moverse de donde están. Belleza, sin la vida que le corresponde.
Pero hace días que este paisaje que me pertenece y en el que entro como uno mas del elenco en una tragicomedia. En los días en que me siento así, estoy errado, pero al menos de cierto modo soy mas feliz. - Si me distraigo llego a creer que realmente tengo hogar a dónde volver - Si me olvido, soy normal, tengo propósitos, cepillo mi traje y me leo todo el periódico.
Pero la ilusión no dura mucho, tanto por el hecho en sí de que no dura, como por que llega la noche. Y el color de las flores, la sombra de los árboles, el trazado de las calles y canteros, todo se diluye y se repliega. Por sobre mi corazón de reptíl y por sobre el hecho de sentirme hombre, se me abre de repente, como si la luz del día fuese un telón de teatro que se descorriese para mí, el gran escenario de las estrellas. Y entonces mis ojos se olvidan de la platea amorfa y aguardo los primeros actores con una expectación de niño en el circo.
- Soy un liberto y estoy perdido.
(*Siente, arde en fiebre fría.)
Soy yo.
No sé que cosa extraña y pobre existe en la sustancia íntima de los jardines de la ciudad, que sólo puedo llegar a sentir bien cuando no me percibo bien a mi mismo. Un jardín público es un resumen de la civilización - una modificación anónima de la naturaleza. Las plantas estan ahí, pero hay calles - lo que se dice calles. Crecen árboles pero hay bancos a su sombra. El trazado del terreno que mira hacia los cuatro lados de la ciudad, en un epsacio más abierto y sólo allí, los bancos son mas grandes y casi siempre hay gente en ellos.
No odio la regularidad de las flores en los canteros. Odio, en cambio el empleo público de las flores. Si los canteros estuviesen en parques cerrados, si los árboles creciesen en rincones feudales, si en los bancos no hubiese nadie tendría con que consolarme en la contemplación inútil del jardín. Así como son en la ciudad, ordenados pero útiles; los jardines públicos son para mi como jaulas, en las que las espontaneidades coloridas de los árboles y de las flores carecen de espacio, hay lugar apenas para no moverse de donde están. Belleza, sin la vida que le corresponde.
Pero hace días que este paisaje que me pertenece y en el que entro como uno mas del elenco en una tragicomedia. En los días en que me siento así, estoy errado, pero al menos de cierto modo soy mas feliz. - Si me distraigo llego a creer que realmente tengo hogar a dónde volver - Si me olvido, soy normal, tengo propósitos, cepillo mi traje y me leo todo el periódico.
Pero la ilusión no dura mucho, tanto por el hecho en sí de que no dura, como por que llega la noche. Y el color de las flores, la sombra de los árboles, el trazado de las calles y canteros, todo se diluye y se repliega. Por sobre mi corazón de reptíl y por sobre el hecho de sentirme hombre, se me abre de repente, como si la luz del día fuese un telón de teatro que se descorriese para mí, el gran escenario de las estrellas. Y entonces mis ojos se olvidan de la platea amorfa y aguardo los primeros actores con una expectación de niño en el circo.
- Soy un liberto y estoy perdido.
(*Siente, arde en fiebre fría.)
Soy yo.
Última edición por Reverend el Lun Dic 20, 2010 4:34 am, editado 1 vez
Reverend- Cambiante Clase Media
- Mensajes : 125
Fecha de inscripción : 31/10/2010
Re: El gran teatro del mundo [Libre] ACTIVO
Sus pies descalzos le habían llevado a aquel lugar en que las flores se pintaban unas a otras con hábiles brochazos, los arboles crecían lejanos, espaciados solo con el fin de brindar sombra y armonía a lo que a sus pies crecia, no sabia si en aquel lugar las flores fuesen mas felices o no, jactándose de su colorido y belleza con las personas que por ahí cruzaban, meciéndose a la orden del viento, despidiendo mil aromas que se mezclaban en uno solo, el aroma de los jardines, se preguntaba si las flores eran felices de aquel modo, siendo examinadas por ojos no conocedores de la verdad, si la alegría se saltaba de sus raíces cuando un extraño se detenía a examinarlas y olerlas ¿Qué seria ser arrancado por su belleza? ¿les gustaría o no?
Se hinco frente a una grupo de rosas con una belleza inusual ¿se jactarían en aquellos minutos de ser observadas por sus ojos ante las demás flores? ¿o estarían riendo todas, criticándole? Su mirada se desvió entonces al suelo sonriendo de una forma amplia y cálida, de aquellas que parecían ser un lejano destello del astro rey, con la calidez para derretir el cumulo de hielo mas grande del mundo. Tulipanes se hacían llamaras aquellas según su abuela le habia dicho, a la lejanía estaban los lirios, los claveles y las orquídeas, el lugar parecía un cuadro, todo acomodado por simetría y estética ¿serian felices ahí las flores?
Un hombre a su lado se hinco y corto una flor, casi le pareció poder escuchar el grito mudo de horror que despedía la pobrecilla al ser cortada de sus cimientos, una flor no podia vivir mucho después de ser alejada de sus iguales o de su raíz, en agua quizás soportaban algunos días de agonía y miradas cariñosas de las personas, al final si no estaba en el suelo perecían al pasar los días. Su mirada dispar se fijo en aquel hombre con seriedad –no deberías hacer eso- aseguro en voz baja recibiendo una mirada despectiva, cordialidad de la alta sociedad de Paris.
-ni siquiera deberías estar aquí chiquillo, ¿no ves que tu sola presencia arruina la belleza del lugar?- József sonrió de medio lado ignorando las palabras del señor, porque era demasiado inocente para poder llegar a ser herido ¿Qué no era la belleza un don de todo ser viviente? ¿Quién era aquel hombre para decidir quien lo era y quien no? –debería haberle pedido permiso antes- aseguro en voz baja siendo aquello lo que el hacia, porque las flores y hojas eran necesarias para ciertas pociones y conjuros .
El hombre rio estrepitosamente dejando caer la flor a pies del muchacho aplastándola después para seguir con su camino pavoneándose con un andar inusual, como lo haría un pavo real macho para llamar la atención de su pareja. Se inclino sobre la flor tomándola entre sus manos, con los pétalos negros y doblados, con las marcas de la suelas de los zapatos en su dulce anatomía, suspiro tristemente llevándola al tallo del cual habia sido arrancada, unió la flor en su mano con el resto de la que seguía en el suelo y murmuro ciertas palabras que unieron la flor de nuevo, alejando su muerte para unos días mas –deberías hacer crecer tus espinas- aseguro en voz baja levantándose, sacudiéndose las manos contra el suéter del cual se había hecho en los últimos días y no precisamente por comprarlo, el hurto era el arte que el trabajaba no por necesidad sino por placer.
{si en algo interumpo me avisas y edito}
Se hinco frente a una grupo de rosas con una belleza inusual ¿se jactarían en aquellos minutos de ser observadas por sus ojos ante las demás flores? ¿o estarían riendo todas, criticándole? Su mirada se desvió entonces al suelo sonriendo de una forma amplia y cálida, de aquellas que parecían ser un lejano destello del astro rey, con la calidez para derretir el cumulo de hielo mas grande del mundo. Tulipanes se hacían llamaras aquellas según su abuela le habia dicho, a la lejanía estaban los lirios, los claveles y las orquídeas, el lugar parecía un cuadro, todo acomodado por simetría y estética ¿serian felices ahí las flores?
Un hombre a su lado se hinco y corto una flor, casi le pareció poder escuchar el grito mudo de horror que despedía la pobrecilla al ser cortada de sus cimientos, una flor no podia vivir mucho después de ser alejada de sus iguales o de su raíz, en agua quizás soportaban algunos días de agonía y miradas cariñosas de las personas, al final si no estaba en el suelo perecían al pasar los días. Su mirada dispar se fijo en aquel hombre con seriedad –no deberías hacer eso- aseguro en voz baja recibiendo una mirada despectiva, cordialidad de la alta sociedad de Paris.
-ni siquiera deberías estar aquí chiquillo, ¿no ves que tu sola presencia arruina la belleza del lugar?- József sonrió de medio lado ignorando las palabras del señor, porque era demasiado inocente para poder llegar a ser herido ¿Qué no era la belleza un don de todo ser viviente? ¿Quién era aquel hombre para decidir quien lo era y quien no? –debería haberle pedido permiso antes- aseguro en voz baja siendo aquello lo que el hacia, porque las flores y hojas eran necesarias para ciertas pociones y conjuros .
El hombre rio estrepitosamente dejando caer la flor a pies del muchacho aplastándola después para seguir con su camino pavoneándose con un andar inusual, como lo haría un pavo real macho para llamar la atención de su pareja. Se inclino sobre la flor tomándola entre sus manos, con los pétalos negros y doblados, con las marcas de la suelas de los zapatos en su dulce anatomía, suspiro tristemente llevándola al tallo del cual habia sido arrancada, unió la flor en su mano con el resto de la que seguía en el suelo y murmuro ciertas palabras que unieron la flor de nuevo, alejando su muerte para unos días mas –deberías hacer crecer tus espinas- aseguro en voz baja levantándose, sacudiéndose las manos contra el suéter del cual se había hecho en los últimos días y no precisamente por comprarlo, el hurto era el arte que el trabajaba no por necesidad sino por placer.
{si en algo interumpo me avisas y edito}
József Bároti- Mensajes : 159
Fecha de inscripción : 17/09/2010
Re: El gran teatro del mundo [Libre] ACTIVO
Off: Por el contrario, gracias por irrumpir ^^
El olfato es una vista extraña, evoca pasajes sentimentales mediante un súbito dibujo del inconsciente. Me ha parecido percibir el perfume de un humano, y otro cuerpo se levanta de inmediato en mi memoria desde un pueblo determinado y todo un tropel de fantasmas emerge, venidos del tiempo que se nos murió. El dueño de aquel aroma tiene un aura especial, o tal vez fue la intensidad de la misma la que me llevó a percibir su olor y no viceversa. Sea lo que fuere, puedo sentir un aura parecida a la de Pastor que me arrastra por las calzadas simétricas. En la orilla de un camino bordeado por arbustos veo postrado hacia la tierra el grácil cuerpo cubierto del perfume evocado por mi memoria. A ella suplico que guarde el rostro que voltea a izquierda y derecha mientras se incorpora.
Mas el rostro joven apenas esculpido por el cincel del tiempo y la ropa liviana con una pinta de bohemio, que lleva no son las de un sacerdote. No me he de apresurar en nombrar a este joven que ahora llama mi atención, pues aunque parece humano, ese halo que le rodea solo lo llevan quienes han crecido en el espiritu. Quienes por cierto son bien pocos. [La mayoría, cuando no la totalidad de los hombres vive una vida mezquina, mezquina en todas sus alegrías y padecimientos, salvo en aquellos que se fundamentan en la muerte por que en ellos colabora el Misterio] Ahora disminuye su intensidad el aura que le rodeaba, y de nuevo pareciera uno mas entre los hombres.
Mientras voy acercándome oigo filtrados los ruidos que ascienden, fluidos y dispersos, como olas que se deslizan entreveradas al acaso y por fuera, como si viniesen de otro mundo gritos de vendedores. Mercantes de lo natural, como hortalizas y de lo social; como cautelas. También se escucha el rodar de ruedas, carretas y carros rápidos en la lejanía; el silbido del chico, la carcajada venida de un piso alto. Subidas, bajadas, silencios de lo variado. Algunos pasos; principios, medios y fines de voces... y todo eso existe para mí que duerno al pensarlo, como una piedra en la hierba de este enorme Jardín. Mientras mis sentidos alargan sus invisibles brazos...
Asechando.
El olfato es una vista extraña, evoca pasajes sentimentales mediante un súbito dibujo del inconsciente. Me ha parecido percibir el perfume de un humano, y otro cuerpo se levanta de inmediato en mi memoria desde un pueblo determinado y todo un tropel de fantasmas emerge, venidos del tiempo que se nos murió. El dueño de aquel aroma tiene un aura especial, o tal vez fue la intensidad de la misma la que me llevó a percibir su olor y no viceversa. Sea lo que fuere, puedo sentir un aura parecida a la de Pastor que me arrastra por las calzadas simétricas. En la orilla de un camino bordeado por arbustos veo postrado hacia la tierra el grácil cuerpo cubierto del perfume evocado por mi memoria. A ella suplico que guarde el rostro que voltea a izquierda y derecha mientras se incorpora.
Mas el rostro joven apenas esculpido por el cincel del tiempo y la ropa liviana con una pinta de bohemio, que lleva no son las de un sacerdote. No me he de apresurar en nombrar a este joven que ahora llama mi atención, pues aunque parece humano, ese halo que le rodea solo lo llevan quienes han crecido en el espiritu. Quienes por cierto son bien pocos. [La mayoría, cuando no la totalidad de los hombres vive una vida mezquina, mezquina en todas sus alegrías y padecimientos, salvo en aquellos que se fundamentan en la muerte por que en ellos colabora el Misterio] Ahora disminuye su intensidad el aura que le rodeaba, y de nuevo pareciera uno mas entre los hombres.
Mientras voy acercándome oigo filtrados los ruidos que ascienden, fluidos y dispersos, como olas que se deslizan entreveradas al acaso y por fuera, como si viniesen de otro mundo gritos de vendedores. Mercantes de lo natural, como hortalizas y de lo social; como cautelas. También se escucha el rodar de ruedas, carretas y carros rápidos en la lejanía; el silbido del chico, la carcajada venida de un piso alto. Subidas, bajadas, silencios de lo variado. Algunos pasos; principios, medios y fines de voces... y todo eso existe para mí que duerno al pensarlo, como una piedra en la hierba de este enorme Jardín. Mientras mis sentidos alargan sus invisibles brazos...
Asechando.
Reverend- Cambiante Clase Media
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Fecha de inscripción : 31/10/2010
Re: El gran teatro del mundo [Libre] ACTIVO
Su mirada se perdió en aquel pintoresco lugar un sitio no tan bello como el mismo bosque l la laguna y mas sin embargo apelmazando en su interior la belleza artificial de las cosas, porque el color de las flores estaba estipulado el hombre habia decidido la mejor combinación y la habia hecho crecer para deleite de otros ojos como los del hombre que habia arrebatado la vida a la florecilla mientras esta gritaba o se jactaba de su inusual belleza ¿Por qué ella entre tantas? Todas tan parecidas y sin embargo a ella la habían elegido por sobre la demás ¿Qué debía pensar una flor al respecto? Que era más bella sin lugar a dudas.
Observo a todos lados sintiendo lo que nadie podía sentir, avanzo algunos pasos sintiendo la gravilla bajo sus pies encajarse en sus carne sin herir porque sus pies habían perdido parte de su delicadeza para poder andar sin ser herido, sin que las piedrecillas pudieran impedir su andar constante y alegre, porque de su rostro la sonrisa no se desvanecía aquella con que habia nació y suponía moriría en su rostro. Aquella curvatura que crispaba sus labios en un gesto infantil.
-¿quieres jugar a las escondidas?- cuestiono al fin en voz alta, porque no sabiendo donde se encontraba no había error de que estaba rondando el lugar, se detuvo observando un distante árbol, el otoño los hacia cambiar de color sus hojas se esparcían sobre el suelo crujiendo, volando con ayuda del suave viento que azotaba ya la faz de la tierra, el viento hacia bailar sus crespos cabellos como un matorral, extendió las manos girando en derredor -¿vas a salir o quieres que te busque?- le cuestiono y muy por el contrario una sonrisa amplia dejo ver su dentadura, la mayoría de las personas hubieran enarcado una ceja y exigido a dicho ser mostrarse el podia jugar, si aquella persona quería hacerlo.
Cerro los parpados cubriendo su rostro con sus manos –uno…- murmuro callando, porque…¿Qué seguía después del uno?
Observo a todos lados sintiendo lo que nadie podía sentir, avanzo algunos pasos sintiendo la gravilla bajo sus pies encajarse en sus carne sin herir porque sus pies habían perdido parte de su delicadeza para poder andar sin ser herido, sin que las piedrecillas pudieran impedir su andar constante y alegre, porque de su rostro la sonrisa no se desvanecía aquella con que habia nació y suponía moriría en su rostro. Aquella curvatura que crispaba sus labios en un gesto infantil.
-¿quieres jugar a las escondidas?- cuestiono al fin en voz alta, porque no sabiendo donde se encontraba no había error de que estaba rondando el lugar, se detuvo observando un distante árbol, el otoño los hacia cambiar de color sus hojas se esparcían sobre el suelo crujiendo, volando con ayuda del suave viento que azotaba ya la faz de la tierra, el viento hacia bailar sus crespos cabellos como un matorral, extendió las manos girando en derredor -¿vas a salir o quieres que te busque?- le cuestiono y muy por el contrario una sonrisa amplia dejo ver su dentadura, la mayoría de las personas hubieran enarcado una ceja y exigido a dicho ser mostrarse el podia jugar, si aquella persona quería hacerlo.
Cerro los parpados cubriendo su rostro con sus manos –uno…- murmuro callando, porque…¿Qué seguía después del uno?
József Bároti- Mensajes : 159
Fecha de inscripción : 17/09/2010
Re: El gran teatro del mundo [Libre] ACTIVO
He mirado alrededor para tratando de percibir con quien habla aquel niño con espíritu de monje, ¿con quién juega?... Queda muy poca gente en el jardín a esta hora, y ninguno acude a su llamado - Dos - ha dicho… y mis ojos le miran con avidéz mientras me acerco. ¿Me habla a mi? Quizás ha podido percibirme como yo a él.
Es un muchacho que andaba preso en libertad por la ciudad. Pero el modo como miraba a las personas, y la manera en que observaba las floridas calles, y la manera en que se interesaba por las cosas, es la de quien mira el reverso de las hojas, la de quien baja los ojos por la senda donde va andando.
(*Tenía él aquella gran tristeza, que nunca se dijo que tenía, pero andaba por la ciudad como quién anda por el campo. Triste, como aplastar flores en libros y poner flores en jarros…)
Se acercó dudando de sus propias palabras, pues hace meses que no habla con ningún ser humano… alegre de que el primero con quien se topase fuese aquel místico campesino.
- Buenas… noches.
Sólo la casualidad puede aparecer ante nosotros como un mensaje. Lo que ocurre necesariamente, lo esperado, lo que se repite todos los días es mudo. Sólo la casualidad nos habla. Y una curiosidad creciente nace de contemplar esa energía que de él emana. Sopesándola en toda su intensidad me doy cuenta que en nada se parece a la tranquila melancólica escencia del Reverendo Heet… ¿quien eres?
Es un muchacho que andaba preso en libertad por la ciudad. Pero el modo como miraba a las personas, y la manera en que observaba las floridas calles, y la manera en que se interesaba por las cosas, es la de quien mira el reverso de las hojas, la de quien baja los ojos por la senda donde va andando.
(*Tenía él aquella gran tristeza, que nunca se dijo que tenía, pero andaba por la ciudad como quién anda por el campo. Triste, como aplastar flores en libros y poner flores en jarros…)
Se acercó dudando de sus propias palabras, pues hace meses que no habla con ningún ser humano… alegre de que el primero con quien se topase fuese aquel místico campesino.
- Buenas… noches.
Sólo la casualidad puede aparecer ante nosotros como un mensaje. Lo que ocurre necesariamente, lo esperado, lo que se repite todos los días es mudo. Sólo la casualidad nos habla. Y una curiosidad creciente nace de contemplar esa energía que de él emana. Sopesándola en toda su intensidad me doy cuenta que en nada se parece a la tranquila melancólica escencia del Reverendo Heet… ¿quien eres?
Reverend- Cambiante Clase Media
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Fecha de inscripción : 31/10/2010
Re: El gran teatro del mundo [Libre] ACTIVO
Abrió los parpados cuando aquella voz le saludo sin un previo aviso, resonó en sus tímpanos con el sonido de un saludo, viro el rostro hacia donde el hombre se encontraba para observar el rostro de quien antes se había escondido entre la obscuridad instantes atrás, resguardado por un manto de invisibilidad que no lo traicionaría por lo menos no hasta la salida del astro rey, su mirada dispar se poso sobre la del hombre sonriendo de medio lado al parecer había estado en lo correcto al sentir aquella otra presencia en el lugar.
-hola…- se limito a saludar sonriendo de medio lado, aquel hombre tenia algo de diferente aunque no podía asegurar que era ¿seria acaso que se habia escondido en la obscuridad? No, le observo con curiosidad intentando descubrir que era.
Extendió su mano hacia el sin perder aquella alegría tangible en el rostro, aquella sonrisa pintoresca y cálida que tanto le caracterizaba la que parecía no poder abandonarlo más de algunos minutos porque la tristeza no embargaba su ser sino un color chillante, un amarillo alegre y un azul resplandeciente.
-soy József- se presento o presento su nombre porque decir quien era iba mucho mas alla de pronunciar unas cuantas silabas juntas la esencia iba mas alla de todo eso que debía decir ¿era era un joven, brujo, gitanos, que estaba aprendiendo a escribir y leer? Debia aprender a no abrir tanto la boca con desconocidos aunque parecía ir aquello en contra de su ser -¿cómo te llamas?- le cuestiono con tranquilidad sintiendo el aroma de las flores impregnando ambos cuerpos.
-hola…- se limito a saludar sonriendo de medio lado, aquel hombre tenia algo de diferente aunque no podía asegurar que era ¿seria acaso que se habia escondido en la obscuridad? No, le observo con curiosidad intentando descubrir que era.
Extendió su mano hacia el sin perder aquella alegría tangible en el rostro, aquella sonrisa pintoresca y cálida que tanto le caracterizaba la que parecía no poder abandonarlo más de algunos minutos porque la tristeza no embargaba su ser sino un color chillante, un amarillo alegre y un azul resplandeciente.
-soy József- se presento o presento su nombre porque decir quien era iba mucho mas alla de pronunciar unas cuantas silabas juntas la esencia iba mas alla de todo eso que debía decir ¿era era un joven, brujo, gitanos, que estaba aprendiendo a escribir y leer? Debia aprender a no abrir tanto la boca con desconocidos aunque parecía ir aquello en contra de su ser -¿cómo te llamas?- le cuestiono con tranquilidad sintiendo el aroma de las flores impregnando ambos cuerpos.
József Bároti- Mensajes : 159
Fecha de inscripción : 17/09/2010
Re: El gran teatro del mundo [Libre] ACTIVO
Una ilusión de amparo total, sin condiciones, me atenaza la sangre como una serpiente, condendada de estremecimientos oscuros. La bestia en mí, arrastrada por la luz de la luna que con su magnetismo hace girar mareas dentro de mi se acerca al muchacho en un movimiento que sigue el compás de la locura. El jardín se ha sumido en un gran sueño, todo por salir a caminar a la deriva por el puro placer de hacer camino.
Me ha preguntado mi nombre, con una voz vibrante. Asciendo por ella sintiendo una urgencia inaplazable, que intuyo de antemano sin destino. Me voy ramificando como un bosque de montaña elegido por el dios de las tormentas. Una fiebre de luz, intensamente perfumada y honda, me desliga del mundo; me arroja fuera de mi cuerpo repitiendo un desgarro inevitable que sufre y quiere un nacimiento eterno.
Jozef... el digno. Era un nombre bueno, entre los hombres uno en quien confiar, al menos asi lo enseña el buen libro, y aunque la bondad en los hombres es cosa harto relativa; la escencia de este muchacho es apacible como una mañana a la que no enturbian las nubes cargadas de segundas intenciones. Al verle de cerca me da la impresión de que una de las estatuas de querubines ha encarnado sólo para bajar de su pedestal. ¡Un enviado divino! La fría entraña pulsa con energía ante lo que parece el rasgo al fin de una señal.
- Es un placer conocerle Jozef, me llaman H
(*le extiende la mano. La luna por un breve instante les ilumina entre las densas nubes)
Me ha preguntado mi nombre, con una voz vibrante. Asciendo por ella sintiendo una urgencia inaplazable, que intuyo de antemano sin destino. Me voy ramificando como un bosque de montaña elegido por el dios de las tormentas. Una fiebre de luz, intensamente perfumada y honda, me desliga del mundo; me arroja fuera de mi cuerpo repitiendo un desgarro inevitable que sufre y quiere un nacimiento eterno.
Jozef... el digno. Era un nombre bueno, entre los hombres uno en quien confiar, al menos asi lo enseña el buen libro, y aunque la bondad en los hombres es cosa harto relativa; la escencia de este muchacho es apacible como una mañana a la que no enturbian las nubes cargadas de segundas intenciones. Al verle de cerca me da la impresión de que una de las estatuas de querubines ha encarnado sólo para bajar de su pedestal. ¡Un enviado divino! La fría entraña pulsa con energía ante lo que parece el rasgo al fin de una señal.
- Es un placer conocerle Jozef, me llaman H
(*le extiende la mano. La luna por un breve instante les ilumina entre las densas nubes)
Reverend- Cambiante Clase Media
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Fecha de inscripción : 31/10/2010
Re: El gran teatro del mundo [Libre] ACTIVO
Rio por lo bajo ladeando el rostro de un lado a otro intentando adivinar la pronunciación de aquello ¿H y ya? –que lindo nombre- asevero con calma asintiendo energéticamente, no tenia demasiados conocimientos sobre la escritura y la lectura pero le parecía que h iba en hormiga y no sonaba, abrió los labios sin pronunciar sonido alguno, llamando al extraño por su nombre, h, el no pronunciado.
Tomo su mano sacudiéndola con suavidad había visto que así se saludaban las personas por la calle aunque el mismo solía agitar la mano vertiginosamente o plantar sus labios sobre la mejilla ajena aunque había comprendido también que aquello no era un gesto bien visto era todas las personas y lo que menos deseaba era causarle mayores inconvenientes a quien recién conocía y por nombre llevaba un inaudible sonido, abrió nuevamente los labios emitiendo una sorda exhalación que por nombre llevaba H.
-¿has venido a ver a las flores?- le cuestiono con calma desviando la mirada en derredor, las pintorescas plantas parecían atentas a su conversación, el viento meciéndolas en torno a aquellos dos cuerpo que al centro se alzaban como colosos de carne y hueso –yo creo que les gusta que las vean…quizas estén mejor aquí siendo observadas que en un campo sin nadie que les diga lo bellas que son- indico en voz baja no sabiendo si aquel hombre se interesaba o no en esos temas como el anterior que habia encontrado, pisar una indefensa florecilla no debía ser una acción de la cual sentirse orgulloso sino mejor, esconderse bajo una roca.
-¿Qué opinas tu?- le cuestiono dejándose de las formalidades del usted que jamás le fueron impartidas como materia, el respeto existía aun cuando no se mencionaba.
Tomo su mano sacudiéndola con suavidad había visto que así se saludaban las personas por la calle aunque el mismo solía agitar la mano vertiginosamente o plantar sus labios sobre la mejilla ajena aunque había comprendido también que aquello no era un gesto bien visto era todas las personas y lo que menos deseaba era causarle mayores inconvenientes a quien recién conocía y por nombre llevaba un inaudible sonido, abrió nuevamente los labios emitiendo una sorda exhalación que por nombre llevaba H.
-¿has venido a ver a las flores?- le cuestiono con calma desviando la mirada en derredor, las pintorescas plantas parecían atentas a su conversación, el viento meciéndolas en torno a aquellos dos cuerpo que al centro se alzaban como colosos de carne y hueso –yo creo que les gusta que las vean…quizas estén mejor aquí siendo observadas que en un campo sin nadie que les diga lo bellas que son- indico en voz baja no sabiendo si aquel hombre se interesaba o no en esos temas como el anterior que habia encontrado, pisar una indefensa florecilla no debía ser una acción de la cual sentirse orgulloso sino mejor, esconderse bajo una roca.
-¿Qué opinas tu?- le cuestiono dejándose de las formalidades del usted que jamás le fueron impartidas como materia, el respeto existía aun cuando no se mencionaba.
József Bároti- Mensajes : 159
Fecha de inscripción : 17/09/2010
Re: El gran teatro del mundo [Libre] ACTIVO
Es un pensamiento extraño para mi. Nunca me he preguntado si las flores sienten... no me pierdo llamandolas hermanas mías. Pero me gustan por que son flores. Por que no guardan conmigo parentezco alguno.
No sabría decirle Jozef... gozaba de este jardín sin mirarlo. Yo gozo de las flores estando con ellas, inconscientemente.
A veces desearía verlas, sólo verlas. Verlas hasta no poder pensar en ellas, verlas sin tiempo ni espacio....Si acaso tengo una noción de su perfume en mis ideas mas apagadas.
Cuando miro no gozo, veo.
Ahora miraba el rostro de aquel muchacho, dejando que la silueta de su perfil entre en los ojos como el aroma de la tierra olorosa e irregular que goza con el olfato distentendido por toda la piel. Algo de los ruidos indistintos de las cosas que existen y sólo una sombra encarnada de luz me carga levemente las órbitas. Apenas un resto de vida oye...
Hoy por la mañana salí muy temprano por haber despertado mas temprano aún y no tener nada que hacer. No sabía que camino tomar pero el viento soplaba fuerte, barría hacia un lado, y seguí el camino hacia donde el viento me soplaba por la espalda... Asi ha sido siempre mi vida y asi quiero que pueda ser siempre. Voy donde el viento me lleva... sin detenerme mucho tiempo en un lugar.
Miré a Jozef a los ojos y noté su mirada perdida en algun pensamiento fugitivo, ¡Que feliz debe ser quien puede pensar en la infelicidad de los demas! Bien me acuerdo, he visto todo: flor, fuente, surco pasmarse bajo su ojo, como un corazón que palpitase...
¿Le place acompañarme? Soy nuevo en la ciudad...
(* La noche inexorable establece su imperio negro y húmedo. Murmurante.)
No sabría decirle Jozef... gozaba de este jardín sin mirarlo. Yo gozo de las flores estando con ellas, inconscientemente.
A veces desearía verlas, sólo verlas. Verlas hasta no poder pensar en ellas, verlas sin tiempo ni espacio....Si acaso tengo una noción de su perfume en mis ideas mas apagadas.
Cuando miro no gozo, veo.
Ahora miraba el rostro de aquel muchacho, dejando que la silueta de su perfil entre en los ojos como el aroma de la tierra olorosa e irregular que goza con el olfato distentendido por toda la piel. Algo de los ruidos indistintos de las cosas que existen y sólo una sombra encarnada de luz me carga levemente las órbitas. Apenas un resto de vida oye...
Hoy por la mañana salí muy temprano por haber despertado mas temprano aún y no tener nada que hacer. No sabía que camino tomar pero el viento soplaba fuerte, barría hacia un lado, y seguí el camino hacia donde el viento me soplaba por la espalda... Asi ha sido siempre mi vida y asi quiero que pueda ser siempre. Voy donde el viento me lleva... sin detenerme mucho tiempo en un lugar.
Miré a Jozef a los ojos y noté su mirada perdida en algun pensamiento fugitivo, ¡Que feliz debe ser quien puede pensar en la infelicidad de los demas! Bien me acuerdo, he visto todo: flor, fuente, surco pasmarse bajo su ojo, como un corazón que palpitase...
¿Le place acompañarme? Soy nuevo en la ciudad...
(* La noche inexorable establece su imperio negro y húmedo. Murmurante.)
Reverend- Cambiante Clase Media
- Mensajes : 125
Fecha de inscripción : 31/10/2010
Re: El gran teatro del mundo [Libre] ACTIVO
Ha entrado al jardín... su olfato trata de averiguar... intuir la presencia del cambiaformas que cuyo pulso de nuevo se ha apagado. Llena de frustración corre por los pasillos, escapando una y otra vez del guarda que le pilló al entrar y le persigue entre los arbustos donde Basenji se oculta y de nuevo alza su olfato al aire. Hasta aqui la trajo el remanente de ese pulso que vino siguiendo. Fue como un destello... a veces, la de piel de ébano cree que siente, aun la vibración mas es solo un fantasma de su imaginación lo que pasa sobre su piel.
Lo ha perdido de nuevo. Busca, busca...
¿A donde se ha ido?
Camina entre la maleza perdiéndose entre miles de aromas, sus ojos acechan entre las sombras a los últimos humanos que quedan en el parque... finalmente se acerca a dos de ellos, pues sansible a las auras, percibe en uno de ellos una energía sobrenatural desconocída, rodeándole...
Lo ha perdido de nuevo. Busca, busca...
¿A donde se ha ido?
Camina entre la maleza perdiéndose entre miles de aromas, sus ojos acechan entre las sombras a los últimos humanos que quedan en el parque... finalmente se acerca a dos de ellos, pues sansible a las auras, percibe en uno de ellos una energía sobrenatural desconocída, rodeándole...
Iemanyá Basenji- Cambiante Clase Baja
- Mensajes : 87
Fecha de inscripción : 04/10/2010
Re: El gran teatro del mundo [Libre] ACTIVO
Otro cambiaformas... siento su energía. Con brusquedad me disculpo con aquel personaje tratando de no parecer descortés. En verdad me duele tener que dejar tan pronto la compañía pero no puedo dejarme encontrar por ellos. No aún.
Las sombras no me ofrecen seguridad alguna, pues siento la presencia de aquel ser acercándose a gran velocidad. ¡Es mi corazón el que me ha delatado! Algo en Józef despertó mi energía, descubiendome ante el olfato de esta perra infernal que me persigue. Su poder es ardíente como el fuego, en su furor me quema la cercanía, pero no tengo a donde escapar. Consigo encaramarme a una pared con ayuda de las fuertes raíces de una enredadera, ahí entre el silencio respiro profundo y trato de ocultarme de nuevo, fundiéndome con la roca. Otros seres vienen. Huelen parecido a la perra negra
Entre los tres recorren de un lado a otro el lugar donde la perra negra perdió el rastro. Permanecí en silencio hasta que desistieron de buscar. ¡Demasiado cerca esta vez! No entiendo por que pero mi instinto me dice que mantenga distancia de ellos... demasiadas sensaciones revueltas en el interior. ¡Recuerdos y voces! Mas habrá un día para revelarme ante ellos.
- El día vendrá.
Las sombras no me ofrecen seguridad alguna, pues siento la presencia de aquel ser acercándose a gran velocidad. ¡Es mi corazón el que me ha delatado! Algo en Józef despertó mi energía, descubiendome ante el olfato de esta perra infernal que me persigue. Su poder es ardíente como el fuego, en su furor me quema la cercanía, pero no tengo a donde escapar. Consigo encaramarme a una pared con ayuda de las fuertes raíces de una enredadera, ahí entre el silencio respiro profundo y trato de ocultarme de nuevo, fundiéndome con la roca. Otros seres vienen. Huelen parecido a la perra negra
Entre los tres recorren de un lado a otro el lugar donde la perra negra perdió el rastro. Permanecí en silencio hasta que desistieron de buscar. ¡Demasiado cerca esta vez! No entiendo por que pero mi instinto me dice que mantenga distancia de ellos... demasiadas sensaciones revueltas en el interior. ¡Recuerdos y voces! Mas habrá un día para revelarme ante ellos.
- El día vendrá.
Reverend- Cambiante Clase Media
- Mensajes : 125
Fecha de inscripción : 31/10/2010
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