Perdido. [Libre]

por **Armand Blau** Mar Nov 29, 2011 1:09 pm

Entre vueltas y vueltas, se encontró en un callejón, sin duda alguna estaba perdido. Corría una leve brisa que le movía apenas el cabello, oía algunos ruidos de los cuales no podía distinguir ninguno. Suspiró mientras continuó caminando, intentando divisar algo a lo lejos del callejón. Alguna luz, algo. El crujido de sus pies contra la tierra del suelo, era el único sonido cercano que podía escuchar y estar seguro de que eran sus pies y no los de otra persona, además de algún gato husmeando o algún animal que esté cerca.
Guardó sus manos en los bolsillos, encorvándose levemente para continuar caminando, acelerando levemente el paso ya que le disgustaba estar perdido.
Luego de un rato caminando, el callejón parecía hacerse más pequeño, bufó, notando que su aliento salía en forma de nubes blancas. Lo cual le mostró cuan frío estaba.
Se limitó a continuar caminando sin rumbo alguno por aquella larga calle oscura. Pensando en cosas sin sentido o simplemente tarareando algún soneto que haya escuchado o compuesto él mismo en el piano.

por **Aurelia Sila** Mar Nov 29, 2011 2:11 pm

Sabía que algunos, los menos sanguinarios quizá, compartían con ella el gusto por alimentarse de seres insignificantes cuya presencia nadie echaría en falta o también de malhechores, por eso casi siempre terminaba cazando en lugares por los cuales la gente sensata prefería evitar pasar. Esos sucios y lóbregos callejones ahora lucían vacíos y ella decidió emprender el regreso de forma discreta, moviéndose rápido por los tejados para volver a casa a tiempo para cambiarse de atuendo y quizá asistir a algún espectáculo. La noche todavía era joven. Podía escuchar los ruidos provenientes de las casas, pero aquello escapaba a los oídos mortales, por lo que cualquiera hubiera dicho que allí reinaba el más profundo silencio. Se agazapó al borde de un tejado disponiéndose a saltar a otro más alto, cuando escuchó unos pasos acercándose. Aguzó los sentidos... percibió un aroma dulce, el delicioso y penetrante perfume de un merodeador nocturno (como ella) de apenas un siglo y medio,cuando mucho. Descendió frente a él y le sonrió. -¿Está perdido, monsieur?

por **Armand Blau** Mar Nov 29, 2011 2:56 pm

Había escuchado unos tejados rechinando, como si alguien hubiera caminado por ellos, aunque no le dio importancia y siguió buscando su camino. Pensaba de a ratos en cosas como bebidas que le gustaría tomar en ese momento, algún tipo de vino diferente a los que solía tomar, dándose cuenta de que tenía un poco de sed y hacia tiempo no bebía de alguien. Suspiró levemente, cerrando un poco los ojos cuando escuchó a alguien caer justo en frente de sí, dio un paso hacia atrás a la defensiva, no podía ver mucho pero pudo percibir que era una mujer por su voz cuando ésta le habló, había sonado como alguien mayor que él quizás, o una persona bastante madura. Pero no se podría a juzgar a una señorita por su voz así que sonrió levemente, mirando hacia aquella persona disfrazada de oscuridad. Supuso que era de su tipo, es decir... un vampiro. No creía que las damas de aquel entonces estuvieran cayendo del cielo solas en medio de un callejón oscuro. Nunca se había topado con nadie por estos alrededores, aunque bueno... Tampoco nunca se había perdido o tenido que depender de alguien para poder volver a encontrar su rumbo.
Hizo una leve reverencia a la dama, agachándose levemente.

-Me avergüenzo de mi mismo al tener que decirlo, pero sí mi lady, estoy perdido. -contestó mientras volvía a esbozar una leve sonrisa.

por **Aurelia Sila** Miér Nov 30, 2011 12:27 am

Su repentina aparición había asustado un poco al joven (apenas un par de años menor que ella al morir, pensó), pero enseguida se había repuesto. Le pareció bastante apuesto y lo miró con más atención. En verdad lo turbaba estar perdido, pero se mostró muy cortés a pesar de ello. Enseguida le simpatizó por ese detalle.

-¡Oh, no se avergüence, monsieur, París es una ciudad endemoniadamente complicada! Toma tiempo acostumbrarse, especialmente a estas callejuelas que parecen todas iguales.

Se sacudió las mangas de la levita color pardo. En los últimos años le había fascinado la ropa masculina por la comodidad que le proporcionaba al desplazarse para cazar, y pensar que había pasado tanto tiempo complicándose con los largos envoltorios de tela mientras trepaba por los tejados o trataba de pasar desapercibida en las sombras. Sin embargo, no las usaba tanto con el fin de despistar sobre su verdadera identidad, cualquiera que la mirara en serio no podía evitar notar la protuberancia de sus pechos bajo la camisa de seda y la levita... y cuando se movía sin ocultarse, es decir, paseando o para asistir al teatro y a fiestas, no dudaba de engalanarse con sus finísimos vestidos y lucir algunas joyas, su feminidad era algo de lo que no se desharía nunca. Miró al joven a los ojos y continuó: - Soy Aurelia. Y si no le incomoda, puedo guiarlo fuera de este laberinto, si es que no quiere buscar alimento por aquí - le dijo con cierto tono juguetón, al advertir en la acentuada palidez de sus mejillas que esa noche no había probado bocado aún -, puede que usted prefiera otro tipo de "platillo".

por **Armand Blau** Miér Nov 30, 2011 11:18 am

Rió levemente por el primer comentario. Aquella mujer le agradaba a pesar de que acababa de conocerla, además se había portado muy amable con él al momento de guiarlo en el camino a las calles parisinas nuevamente. Era prácticamente nuevo en aquel lugar y no tenía mucha idea ni de que camino tomar para llegar hasta su casa siquiera. En algo tenía razón, París era una ciudad literalmente endemoniada, repleta de vampiros y criaturas a las cuales no había visto antes también, criaturas las cuales los humanos normales y con creencias diferentes solían llamar demonios. Frunció levemente el ceño cuando esta idea se pasó por su cabeza, él se consideraba lo suficientemente "bueno" como para ser un demonio.

Observó como se acomodaba la ropa, llevaba un atuendo parecido al suyo, pero de diferente color y proporción. Al parecer era por una cuestión de comodidad, lo cual entendía perfectamente, ya que él no se veía dentro de uno de aquellos enormes y frondosos vestidos que usaban las señoritas en aquel entonces. Es más, siempre creyó que pesaban demasiado por eso admiraba a las mujeres en parte por tenes que vestir aquello.
De todas formas, aún vistiendo ropas masculinas, aquella mujer parecía muy femenina y atractiva a sus ojos.

Hizo una reverencia al escuchar su nombre, el cual era muy bonito. Se agachó levemente, poniendo su brazo sobre su abdomen para luego volver a incorporarse sonriendo.

-Un placer conocerla, Aurelia. Mi nombre es Armand. -sonrió, mirándola a los ojos, los cuales parecía algo brillantes y... ¿sedientos? No estaba seguro. Luego de una pequeña pausa, continuó hablando. Había tomado aquello del platillo diferente como una pequeña indirecta a cazar con ella, por lo que notó un pequeño y muy leve rubor en sus mejillas.

-Es un honor para mi que usted me guíe, pero si lo desea, también puedo acompañarla en busca de aquel platillo al que se refiere, ya que últimamente son los únicos a los que suelo acudir para saciar mi sed.

por **Aurelia Sila** Miér Nov 30, 2011 10:44 pm

-Armand, el placer es todo mío y me disculpo por la brusquedad de mi aparición, pero no pude evitarlo, y quizá haya sido mejor que sólo se topara conmigo en lugar de otros menos ...pacíficos... no se imagina la cantidad de "hermanos" que andan vagando en las sombras como nosotros.

A pesar de que ya había asesinado a un pobre mendigo, su apetito esa noche todavía no estaba saciado y ante la oferta de Armand sobre acompañarla, sonrió. Rara vez cazaba en compañía, es más, hacía tantos años ya, que no pudo recordar alguna ocasión precisa; por lo que aceptó encantada. Lo tomó del brazo y caminaron juntos, como viejos amigos. Era tan cortés: todo un caballero del mundo civilizado... pero no de París, su acento denotaba que era alemán. Notó que hasta el momento no había socializado con ningún parisino de ninguna clase más que para lo estrictamente necesario: operaciones financieras, búsquedas mundanas de casa o transporte, tal vez seguía sintiéndose extranjera (¡a estas alturas!) y por eso se sentía más cómoda en compañía de otros fuereños, pero enseguida dejó de pensar en banalidades.

Se preguntó qué clase de mortal preferiría él. - Dime, ¿tienes alguna preferencia especial en cuanto a dieta? ¿Doncellas, ancianos, asesinos, prostitutas...? Ella prefería siempre algo que no llamara demasiado la atención (era una especie de código moral: mata, sí, pero no a quien no lo merece), nada de gente pudiera ser echada de menos; pero de vez en cuando cedía ante la tentación de probar frescura de alguna joven sirvienta sin familia. -¿Qué debemos buscar, Armand?

por **Armand Blau** Jue Dic 01, 2011 12:05 pm

Se sorprendió por la cortesía de aquella mujer, escuchándola atentamente, al parecer había una cantidad de los de su especie que no eran bastante amigables. No entendía mucho la idea de matar a las personas, personas que una vez ellos también habían sido. Aunque todo se limitaba a una sola palabra: supervivencia. Chasqueó los dientes, un sonido apenas audible salió.

Se quedó notablemente sorprendido cuando lo tomó del brazo, haciéndolo poner un poco nervioso ya que no estaba acostumbrado a ser tratado con tanta confianza, pero de cierta manera estaban unidos por la especie, los vampiros. Aunque en cierta forma le agrada contar con su compañía, a pesar de haberla conocido hacía unos pocos minutos, ya le caía lo suficientemente bien para que dejara guiarse e incluso ir a cazar juntos, lo cual no había hecho nunca y se consideraba un novato por ello. Nunca había cazado en compañía y hasta se podría decir que nunca había cazado, generalmente sus presas había sido prostitutas, las cuales se dejaban al estar sumergidas dentro del territorio del placer. Quizás sea hora de probar algo diferente.

-Cualquier tipo está bien, a decir verdad, mis únicas presas han sido prostitutas, no entiendo como es que ellas no oponen resistencia a tal acoso. Esta noche beberé del tipo que quieras -dijo con una leve sonrisa en el rostro.

por **Aurelia Sila** Vie Dic 02, 2011 12:28 am

Él accedió a cazar en compañía, era totalmente delicioso. Apretó ligeramente su brazo, en un gesto de entusiasmo casi pueril, pero volvió a su seriedad en un instante. Hasta ese momento casi no había notado el frío de la noche, pero el vaho que veía salir de la boca de los humanos lo hacía evidente ahora e incluso Armand parecía sentirlo más que ella. Lástima que de su cuerpo no emanara calidez alguna, hubiera sido lindo transmitírsela aunque fuera un poco. Pensó en la idea de alimentarse con prostitutas, le resultó curioso.

-Encuentro razones obvias para que esas mujeres no se te resistan, además de los dones sobrenaturales- dijo, mirándolo de arriba a abajo con cierta picardía. En verdad que le había gustado ese encuentro fortuito.

A medida que caminaban, ella ponía atención a alguna fragancia que llamara especialmente su atención o algún rostro bello y solitario, pero en especial a algún indicio de esos que suelen enviar inconcientemente los mortales que buscan morir...y claro, tenía que ser considerada con su nuevo amigo (¿querría él ser su amigo en verdad?) y buscar también alguna opción decente para ofrecérsela como obsequio de buena voluntad. Rió por lo bajo ante esa idea y sin pensarlo mucho le preguntó: - Armand, ¿serías mi amigo? Hace tanto que estoy demasiado sola... Supo de inmediato que su voz había sonado demasiado melancólica. Justo en ese momento vio las que podrían ser las víctimas perfectas y se las mostró con un gesto disimulado: un par de muchachos que a todas luces parecían unos ladronzuelos que acechaban camuflándose entre la multitud.

por **Armand Blau** Vie Dic 02, 2011 1:25 am

Al continuar caminando, sintió como le apretaba ligeramente el brazo, lo que le hizo dejar salir una leve sonrisa, percatándose del entusiasmo de la mujer. Le agradaba de verdad, era realmente el tipo de personalidad que le agradaba que tuvieran las mujeres que frecuentaba, aunque obviamente, no eran todas iguales. Le recordó en parte a su ex-esposa, pero rápidamente se deshizo de aquellos pensamientos al ver que una nube negra llamada pasado se asomaba justo para lloverle melancolía encima.
Escuchó aquella especie de alago, echándose a reír disimuladamente.

-Dejemos esas razones para después... -dijo entre risas.

No creía que las mujeres lo consideraran realmente atractivo, las prostitutas, bueno ellas ganaban dinero, y bueno... su esposa fue por matrimonio arreglado. Se dio cuenta que no había tenido más parejas y un sentimiento extraño acaparó su cuerpo. Se deshizo de él con facilidad, nada arruinaría este momento que para él, sin dudas sería una nueva experiencia. Escuchó la voz de la chica, algo melancólica. Preguntaba si no sería su amigo, lo cual, hasta ahora marchaba demasiado bien.

-¡Claro que sería tu amigo! -contestó con cierto tono de entusiasmo en la voz.

Inmediatamente se vio envuelto en una situación, en la que ella le mostraba cuales serían sus víctimas esta noche y estaba seguro que no serían las primeras víctimas del duo, ya que si pensaban entablar una amistad tendrían más momentos como este. Asintió con la cabeza, esperando a continuación el movimiento que haría la dama.

por **Aurelia Sila** Vie Dic 02, 2011 11:33 pm

Él esperó por alguna indicación suya, se dejaba guiar dócilmente. Ella se acercó elegantemente a donde se encontraban los chicos, con ese aire felino que siempre tenía al cazar; pretendía atraerlos valiéndose de su codicia, dejándoles en la mente una idea fija sobre robar precisamente a ese par de paseantes que eran Armand y ella para luego darle la vuelta a la situación. Le susurró su plan a su compañero y caminaron fingiendo distracción.

La trampa funcionó y los jóvenes emprendieron la marcha tras ellos con voracidad, imaginándose el festín y la borrachera que se darían tras desfalcar a "ese par de tontos". Aurelia oyó claramente la charla de sus perseguidores y se rió un poco, se sintió ligeramente cruel y le volvió a hablar en un susurró: - Siempre he creído que somos cazadores muy similares a los gatos, ellos también ostentan un poco de crueldad al jugar con sus presas antes de devorarlas... a veces me siento un poco culpable por eso (por ser cruel) pero debo admitir que también tiene su lado divertido.

Entonces lo instó a que siguieran caminando, debían hallar un paraje desolado, donde poder cenar tranquilamente, por que vaya que se le estaba abriendo el apetito.

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