Un baile en el que haces de todo, menos bailar

por **Elian E. Brennan** Lun Dic 05, 2011 5:09 pm

Las luces encendidas en su totalidad, aquellas destellantes que le quitaban completo misticismo y profundidad a la sinuosa oscuridad de la noche situada sobre París, una noche que de silenciosa tampoco poseía mucho, en especial en los alrededores y el interior del Palacio Royal, centro abierto para ser el lugar a concurrir bailes, fiestas y celebraciones, estaba siendo usando para eso mismo. La música estaba aun nivel justo para deber alzar sólo un poco el volumen de voz de lo acostumbrado para entablar conversación, la pista de baile albergaba variados números de parejas que de manera grácil se mecían y amoldaban a su compañero al son del vals, la tonada que oía. Las mujeres, con las más elegantes y finas sedas echas vestido portaban, una gama de colores aunque predominaban los fríos a tono con la estación del año, telas que creaban ese mágico danzar al los cuerpos que las vestían siquiera caminar, demostrándose el aire de elegancia en cada noble que se asomara. Los hombres no eran la excepción, siendo aunque poca la variedad, no desteñían en su porte de sociedad y se hallaban empastados en riquezas de la cabeza a los pies, con esas risas suaves que compartían con las damas, solteras o con sus esposas, y a eso sumarle en chinar de las copas del vino más dulzante existente, lo mejor de lo mejor, el ambiente era por decirlo perfecto, animado, dentro de lo que un baile de celebración de cumpleaños puede ser.

No obstante, ese ambiente no era el preferido para Elian, quien se hallaba allí sólo porque la festejada resultaba ser su pariente, lejano aparentemente al nunca haber siquiera oído su nombre, pero pariente al fin y al cabo, un compromiso más por obligación era su presencia, rechazando a cuanta bella dama se acercaba para pedirle una pieza de baile, como también rehuía las pláticas con los caballeros pues tenía claro que el tema sería el mismo. "¿Por qué aun no buscas consolidad una familia?" Estaba hasta la coronilla de recibir esa duda de cuanta persona se topase frente a él con al excusa de compartir una copa, siendo imposible para Elian describir su frustración y el porqué de su negativa en buscar prometida. Maldecía todo, maldecía las sonrisas de ironía que recibía, maldecía las pláticas que salían de su nivel adecuado para no interrumpir al resto, maldecía la música que tronaba sin piedad en sus oídos, y por sobre todo, maldecía a su madre por haberle convencido de asistir en solitario a una fiesta como tal. No estaba en su salsa, vulgarmente dicho.

Esas incomodidades fueron las que llevaron a Elian a poco a poco alejarse del ambiente fiestero, con una sutileza tal que su ausencia no fue notada por nadie, ¿O será que realmente nadie le tomaba atención más que para preguntar de su falta de conquistas? Porque admitámoslo, un joven apuesto, inteligente, adinerado, sociable, simpático y caritativo, ¿Y sin prometida? Era una combinación que hace curiosear a cualquiera. Pero a Elian la curiosidad de las personas le importaba tanto como a su padre su deseo de libertad. Salió de hermosamente decorado salón y llegó a pasillos que principalmente eran recorridos a esa hora por los trabajadores del recinto, los veía con cuidado ir de un lugar a otro, con bandejas hasta rebalsar de copas vacías que salían nuevamente envinadas, mismo caso con los aperitivos que por su parte no había probado demasiado, pero sabían eran deliciosos en demasía. Lo mejor era buscar la salida, pero al mismo tiempo estaba inseguro. Su cochero no estaría listo hasta la hora que su padre le había ordenado, una hora de aproximación cuando la fiesta acabase, asegurado hasta el final que su "hijo" entrara más en sociedad. Viéndolo así, éste baile parecía más una cárcel para el joven que nada más.

Su segunda opción entonces fue simplemente recorrer, recorrer el lugar lejos de la algarabía para matar el tiempo, después de todo y siendo sincero, no conocía exactamente en su totalidad el bello palacio, y tan afanado que es su ser a la arquitectura es que le latió el admirar tan hermoso lugar, acceso que seguramente otras personas no poseían y él se tomaba el privilegio de tomar. Pero como todo desconocedor, se cometer errores, como el de extraviarse varias veces. En su recorrido se llegó a cruzar con la "linea de acción", ese pasillo por el que pasan raudo toda la servidumbre con un protocolo que seguir, algo que él obviamente desconocía y que, por andar de despistado, chocó de lleno con una persona al momento en el que ambos doblaban por la misma esquina en sentidos opuestos. El sonido de una bandeja caer junto al de ambos cuerpos se oyó, la fina alfombra de color marrón ahora era teñida por el morado del vino derramado y que se expandía con lentitud sin piedad alguna.- Eso tuvo que doler.. -murmuró en un pensamiento bajo, se había impactado de sentón y ahora se tocaba la espalda baja para medir los daños, fue hasta entonces que vio a la chica que había resultado, quizás, más afectada, aun en el suelo.- ¡Oye! ¿Te encuentras bien? -su profunda pero aun así algo aguda voz se escuchó, una voz que puede parecer de un hombre que cambia la voz al entrar en su madurez, su cuerpo se levantó rápidamente de su lugar y se acercó a la joven quizás menor que él, mientras que mentalmente preparaba una disculpa por tal torpeza de su parte. Lentamente comenzaba a creer que no fue una idea el haber asistido a esa fiesta.

por **Alexyandra Saint-Cyr** Lun Dic 05, 2011 8:23 pm

Me levante tras la caida, aún pensando qué había ocurrido para que la bandeja con las copas, el vino yo, nos cayéramos, miré el resultado...

Miré cada centímetro de mi delantal abriendo aún más los ojos y haciéndome tragar el aire para no incurrir en un ataque de ira que, aumentaba a la par que mi mirada recorría el delantal hacia el suelo, mis piés, la moqueta.... Estaba entre furiosa y confusa cuando escuché una voz juvenil preguntarme si estaba bien... Fui recorriendo el suelo hasta llegar a sus zapatos y fui subiendo la mirada poco a poco hasta que llegué a su rostro...

Sabía que no debía descontrolarme ante aquél joven imberbe bien vestido pues era de condición noble y eso... Aún la hacía enfadar aún más. Volví a agacharme a recoger los restos y colocarlos en la bandeja para poder tirarlos luego. Le ignoraba, si le respondía ahora sería con una bofetada, estaba realmente enfadada "Se nota que este no sabe lo que cuesta quitar el vino de una moqueta" pensaba mientras recogía la botella que puse en la bandeja y tomaba aire "Disculpeme, monsieur,estoy bien, pero creo que la fiesta se encuentra en la otra dirección" dije en un tono seco mientras recogía los restos de los cristales, sin mirarle pues denotaría el enfado seguíendo en mis pensamientos sin saber que hablaba en voz alta "y ahora si el ama se entera se enfadará y me lo descontará del sueldo" decía mientras colocaba como si fuera un paño mi delantal sobre la mancha de vino de la alfombra...

Pero soy como soy y no puedo negarme a mi verdadera naturaleza, así que sin mirarle le respondí en un tono muy seco y muy serio "Monsieur, vuelva a la fiesta, por aquí ya se ha divertido bastante, ahora márchese" mi tono era arrogante cuando giré y alcé la mirada directamente a sus ojos "¿O es que es usted de esos a los que le divierte ver como el servicio limpia sus faltas de etiqueta?" matuve la miarada inquisitiva mientras notaba en mi mano la humedad del vino traspadando la tela del delantal.

Eso fue lo que me dió la señal para no seguir mirándole y, quizá, guardar la compostura que había perdido. Inspiré aire lo más fuerte que pude para no continuar hablandole en el tono que estaba empleando, y tomé la bandeja pensando que "Los imberbes son los peores, se creen que son los Reyes del mundo, vienen al servicio para ganarse nuestra confianza y luego te apuñalan por la espalda"

Soy un libro abierto, mi rostro y mis gestos, mi tono, todo reflejaba el enfado y lo poco que me importaba ser descortés con el joven. Cuando la bandeja estuvo llena me alcé dejando caer sobre el vestido el delantal completamente manchado con el tono burdeos característico del vino.

Spoiler:

Ahora mi ropa y mis manos apestaban como si fuera una borracha cualquiera y me daba dolor de cabeza cuando inspiraba fuertemente.

Miré a mi alrededor por si alguien más había visto la escena "Da igual, la culpa será totalmente mia" pensaba, con la bandeja en mis manos e incómoda por la presencia de este chico en la zona del servicio.

Un baile en el que haces de todo, menos bailar

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