||Un ladrón puede perder todo, menos el corazón|| - Summer J. Abadie

por **Aldebaran Ballester** Sáb Jul 06, 2013 2:17 am

-¡¡ALEJATE DE MI!!- Agitada y terrorífica es la voz de un sujeto que corre cual rayo por los callejones oscuros de París; la luna que se cuela majestuosamente con su cortina platinada despide distintas sombras que se plasman emergentes como laberintos por el marco escénico, donde el tropiezo de aquel ente es inevitable por su nerviosismo y una caja de madera que en su camino se atraviesa -¿Por qué corres?- Una voz grave y clara, con un dejo de sarcasmo se apodera del protagonismo –No es como que vaya a devorarte… Quizás- una risa cínica se adjunta a los vocablos de quien solo se puede apreciar como una sombra de alta estatura, sus ropajes negros que se mantienen bajo las tinieblas hacen que la escena fluya como si se tratase de una tragedia del mismo Maquiavelo -¡Te lo suplico! No me hagas daño… No me mates, prometo… prometo que devolveré el dinero… ¡Pero no me mates, por favor!- suplica arrodillado un bandido con ropajes de clase baja, solo harapos –Oh, pero si el devolver lo que le robaste a esa pobre familia no es una opción… Desgraciado- enfatizando con enfado su última palabra.

Las leyendas que últimamente circulan por el país de Francia son realmente escalofriantes. Criaturas que beben la sangre de los inocentes, inclusive, se habla de hermosas mujeres que hipnotizan como sirenas a aquellos desprotegidos varones, que caen en sus redes y sucumben ante los colmillos de, quienes se dice, son los ángeles caídos del mismo Satanás -¡BASTA POR FAVOR!- se rompe el grito del sujeto, quien retoma el foco de atención, arrojando la bolsa de monedas a aquella silueta en una pared, esto en contra sombra debido a la luz del astro lunar –Muchas gracias- dice aun con cinismo el supuesto héroe –Ahora lárgate, vive una vida honrada o si no… Seré yo quien venga por tu cabeza- sentencia con dureza quien habla con un acento español, haciendo lujo de un conocimiento perfecto de la psicología humana para infringir miedo, usándolo a su favor y esta ocasión no es una excepción pues solo basta el paso de un instante para tener la anatomía del bandido lloriqueando y corriendo despavorido por aquellos callejones.

-Jum… Eso fue sencillo-

por **Summer J. Abadie** Sáb Jul 06, 2013 5:21 pm

Querido diario,
Esta tarde decidí comenzar a llevar apuntes de lo que pasa en mi vida. Suena tonto, escribir como una pequeña en un diario íntimo. Suena incluso más tonto al pensar que pronto agotaré este libro, un segundo y un tercero. Podría llenar una biblioteca entera de diarios íntimos en un par de centenarios. Además, se que con mi poca constancia dejaré de escribir en cuestión de meses o incluso menos. Entonces, ¿por qué escribo si se que no tiene sentido? Creo que la respuesta está en que si vivo un momento más en soledad me volveré loca. Oficialmente psiquiátrica.
Esta mañana, cuando me disponía a acostarme a dormir, encontré a las mucamas hablando en tono sospechoso. Creo que están a punto de descubrir lo que soy. Tendré que deshacerme de todo el servicio, puesto que si las mato a ellas dos los demás sospecharán. Es una verdadera molestia, por más que se convierta en un festín… De todos modos, hay algo seguro: no dormiré más en mi habitación. No quiero despertar un día y que hayan quitado las cortinas para dejarme arder. El sótano se me antoja muy acogedor ahora…

-¡Aléjate de mi!- el grito desesperado llegó a sus oídos a pesar de que debía estar a más de una cuadra de distancia. Cerró el diario y bajó del techo sobre el que se encontraba, maldiciendo sus sentidos vampíricos. Si había algo de acción disfrutaría de un buen espectáculo y, con suerte, se llevaría una víctima extra sin necesidad de mover un dedo. Lo gracioso es que si el grito hubiera sido de una mujer, la reacción habría sido otra. No se consideraba feminista, pero el grito desesperado de una mujer por la noche era como un cartel llamativo imposible de ignorar.
La oscuridad y la niebla de esa noche la ayudaron a moverse sigilosa hasta el callejón del disturbio. Dos hombres se encontraban allí; uno mal vestido y otro usando solo negro, como un ángel malvado. La escena era digna de contemplar. Al principio pensó que la figura de negro hostigaba al otro pobre hombre y se quedó indignada, recordando sus momentos de extrema pobreza, esos que había decidido enterrar y ocultar del mundo. Luego se dio cuenta de que el hombre de negro en realidad llevaba el papel contrario, el de justiciero. Un justiciero extraño de esos que ella pensaba que en Francia no existían.
Aún así no pudo evitar compadecerse del ladrón atemorizado. ¿Qué no habría dado ella por robar unas cuantas monedas de oro cuando era humana? La vida. Esas monedas podrían haber comprado muchos panes en la época de la peor miseria francesa.
Sacó sus guantes de su bolsito color perla, el cual llevaba atravesado en el pecho, y se los puso con parsimonia mientras avanzaba hacia el hombre de espaldas. Llevaba un vestido mucho más ligero de lo normal para que no le impidiera correr a alguien o de alguien en caso de ser necesario. Se le pegaba más al cuerpo de lo que le gustaba para la noche, pero para atraer víctimas le venía como anillo al dedo. Héroe o no, ese hombre parecía bastante mortal y sabroso.-Ese pobre hombre no tiene la culpa de lo que la vida lo ha llevado a hacer. Supongo que después de tanto asustarlo devolverá ese dinero a sus dueños, ¿o me equivoco?

por **Aldebaran Ballester** Lun Jul 08, 2013 3:25 am

Los aires que se pasean por los callejones de París llevan consigo distintas cortinillas de polvo que materializan la imagen de remolinillos que se cuelan por los pies del ladrón, su fisionomía alta y aun cubierta por las sombras logran apreciar como lo que pareciese ser su rostro se dirige hacia el lugar donde provienen los vocablos femeninos –Lo siento, guapa, pero creo que no observaste bien…- una risa callada y varonil sucede al mismo tiempo que su mano presume una bolsa de dinero –Él ya devolvió lo que robó, así que mi labor ha terminado y llevaré esto a donde pertenece-

El paso de los segundos solo puede ser igualado a los mantos platinados que transportan las diferentes sombras del lugar a proteger al humano, quien se dedica a observar de reojo y por encima de su hombro a la mujer; una belleza única, una voz de hipnosis, inclusive, un cuerpo tan perfecto y esbelto que pueden significar la debilidad para cualquier hidalgo que se atreviese a colocar sus ojos en ella –Me gustaría convertirte en mi víctima y robarte, pero eres demasiado hermosa como para atreverme siquiera a tocarte-

Una carcajada en eco se expande por el lugar, el cinismo de este personaje es tan único que evidentemente es algo nato de él; dos pasos son necesarios solamente, para que el hijo de España gire sobre su propio eje, quedando frente a frente a aquel ejemplo de magnificencia femenina, revelando un traje de gala totalmente negro que se cubre graciosamente por una larga capa que cae desde sus hombros hasta sus talones, sus manos cubiertas por guantes blancos y su cabellera larga y suelta crean una fotografía de la leyenda urbana francesa –Perdona mis modales, debo presentarme, soy…- sugiere con una sonrisa ladina que a penas y se puede notar, su acento que es claramente extranjero plasma la unificación de la ironía en cada dialogo que brinda. Sus ojos marrones que se clavan como estacas en la dama son cubiertos por un antifaz azabache y así, se termina de conjugar la presencia del héroe nocturno, aquel que roba a los ricos para dar a los pobres, se trata de…

-El caballero de la noche, El Ladrón Rosa Negra-

por **Summer J. Abadie** Dom Jul 14, 2013 10:06 pm

El acento de la figura de negro era tan extranjero como seductor. No necesitaba viajar por el mundo para saber que no era francés, le alcanzaba con haber estado en unos cuantos lugares dentro de Francia, como Marsella, para saber que cualquier francés distaba de esa forma de hablar. Y ojalá supiera de donde era. Claro, eso le daba la pauta de que estaba en lo cierto. En Francia ese tipo de héroes no existían. ¿Sabría su sangre tan bien como sonaba su voz? Solo quedaba probar, aunque sería entretenido intentar llegar hasta sus venas... o eso quería pensar. -Mis disculpas-hizo una pequeña reverencia, agarrando las puntas de su falda. -No suelo encontrarme con gente dispuesta a devolver dinero a familias pobres en los callejones bajo el cielo nocturno.

El caballero la miró sobre su hombro y la chica pudo observar su mandíbula firme y su piel algo tostada. Casi juraría que tenía una tonalidad dorada. "Todo un poeta", notó al escucharlo. La poesía a Summer no se le daba. Le gustaba leer y mucho para mejorar su lectura y su vocabulario, que ya eran más avanzados y fluidos que cuando había comenzado su pequeño entrenamiento personal. Sin embargo, los versos no eran algo que ella entendiera o disfrutara. Le iba más entender novelas. Lástima que endulzarla con palabras no lo salvarían al final de la noche. El dinero terminaría en las bóvedas de la vampireza, el hombre terminaría enterrado bajo el ataúd de un desconocido en el cementerio y Summer volvería allí, quizás no mañana para no despertar sospechas, pero todo volvería a funcionar del mismo modo y en la misma aburrida rutina.

Observó cada detalle de ese personaje nocturno tan peculiar cuando se giró a verla. Se había nombrado "Ladrón Rosa Negra", como si esperara algún tipo de reconocimiento en la chica. El apodo era curioso, tenía que admitirlo. Pero dentro de las paredes de piedra de su pequeño castillo, aislada de la sociedad francesa por culpa de la maldición del vampirismo, poca información actual recibía. Ocasionalmente se enteraba de algunas cosas, cuando algún vampiro amigo la visitaba una vez cada mucho tiempo o cuando escuchaba los chimes en boca de algún hombre borracho por la noche. Si no hubiera presenciado por sí misma la escena anterior, probablemente se habría reído en la cara del "caballero de la noche".

-Con que ladrón...-se acercó a él al paso al que un tigre se acercaría a su víctima. Sus movimientos eran delicados, pero cautelosos. Llegaba el único momento del día que le traía algo de diversión y placer a su miserable vida; jugar con la víctima. -¿No se supone que sea un inmoral, una rata? ¿Devolverá el dinero y se hace llamar ladrón? Eso es digno de un héroe... -llegó hasta él y se plantó delante a menos de medio metro, tan cerca que podía oler su exquisito aroma-no de una rata, señor.

por **Aldebaran Ballester** Lun Jul 15, 2013 3:42 pm

Oh! la tentación, es algo a lo que ni siquiera los inmortales están exentos, es una delicia que por igual ataca, sin importar la clase social o inclusive la raza. Son esos ojos azules los que le embriagan de misterio, un rostro que pareciese ser trazado por la mano del creador y sin duda una voz que instantáneamente debate dentro del español si es siquiera posible que tanta perfección existiese ¿Qué más puede hacer? Él es el retorcido que usa un antifaz por la noche y aun así le cuesta creer en que una Diosa yace frente a sus ojos, una Diosa que sin siquiera saberlo se ha metido en la mente del caballero nocturno.

-Por favor, las ratas merecen respeto… No les compare con este humilde personaje- un comentario lleno de ironía sale de su boca para instantáneamente percatarse de cómo la mujer se le acerca cual depredador y aun así este inconsciente no hace más que admirarla –No soy el héroe, debo decir que no pertenezco a ese bando… No soy el chico bueno, soy el villano, soy el malo- aclara mientras ya logra observarla con detenimiento, admirando con sus pupilas cada rincón de aquel blanquecino rostro ¿Qué le sucede al hijo prodigio de España? ¿Qué es lo que pasa que no puede reaccionar ante tal ejemplo de hermosura?

El paso del viento alza súbitas cortinillas de polvo que se manifiestan llevando y trayendo la capa del nocturno quien sencillamente dirige su mano diestra a sus ropajes para sacar un detalle de largo tallo con un par de espinas no peligrosas, su color es negro como la noche y sus pétalos que delicadamente yacen abiertos hacen tributo a su apodo –Para usted, mi dama sin nombre- hace un mal chiste con su humor ácido, tratando de presentar el regalo que siempre ha de dejar cuando roba algo y aunque el trata de evitarlo… Esta no será la excepción, debe atracar lo que ya en su mente se cosecha y le permite mantener alerta cada uno de sus desarrollados sentidos.

por **Summer J. Abadie** Vie Jul 19, 2013 10:51 pm

La vampiresa sonrió internamente ante su tono sarcástico. Su objetivo había sido separarlo de las ratas desde un principio. Allí se iba a la basura su argumento de que él no era un "ladrón" de los comunes, que dormían en viviendas precarias donde el frío del invierno hacía su impacto y que no solo robaban dinero sino que panes, frutas, verduras, harina y cualquier cosa que aliviara el vacío en sus estómagos o los de sus familiares. Pero él mismo prefería llamarse rata antes de ser el héroe… o bien no necesitaba su ayuda para ponerse en ridículo o era increíblemente orgulloso o lo que decía era verdad y era un hombre al cual tenerle cuidado. Quizás más de una opción a la vez. No tenía otra que seguirle el juego y cuidarse por prevención.
Así que lo que tenía en frente era un anti-héroe; un villano que robaba el dinero a los ladrones para devolvérselo a las familias que habían sido robadas. A no ser que la familia robada fuera la suya propia, le costaba entender como en aquel mundo, tan infestado de pobreza y carente de valores, el anti-héroe fuera aquél que hacía de voluntario a una buena causa… a su manera. Sin dudas sería el villano para aquellos que recurrían al crimen. Si tenía máscara y capa negra, como un justiciero de los libros que estaba aprendiendo a leer, solo podía significar que esto era algo usual para él. Y si así era, ¿cuántos enemigos podía tener ese “buen” hombre frente a ella? –Permítame decirle que es el primer villano que conozco con tanta humildad y generosidad como para devolver el dinero.
Summer sabía que tenía toda la atención del pobre hombre muerto. Porque no era más que eso, un hombre muerto, y no podía dejarse seducir. Irónico, porque ella misma salía con muertos seguido. Era irónico como ella estaba muerta y tenía un futuro, pero él estaba vivo y la muerte no le daría el don de caminar entre los vivos. Se le erizó la piel, sin embargo, cuando el muerto la tomó por sorpresa y metió la mano en sus ropajes para sacar una rosa negra. Así que era literal… Nunca había visto algo así antes. Quedaría como una bonita decoración sobre el lustroso piano en su casa. Incluso podía poner varias rojas junto a su cama. Ahora que lo pensaba, las rosas eran sus flores favoritas. –Muchas gracias–sonrió de lado, tomando la rosa en sus manos con el cuidado de no pincharse. La guardaría de recuerdo.
-Juliette. Esta dama se llama Juliette-mintió con naturalidad. Mejor darle su segundo nombre. No era garantía alguna pero se sentía más tranquilo sin revelar su verdadero nombre. Mujeres de nombre Juliette abundaban y de apellido Abadie también. Sin embargo, nunca había conocido a ninguna Summer y eso la volvía un blanco fácil. Dio un paso más hacia él, aún con la sonrisa coqueta en su rostro. Era un contraste digno de ver el del humor ácido, repleto de sarcasmos e ironías, del ladrón y las sonrisas y tonos dulces y suaves de la vampiresa. -¿Debería sentirme especial por esta rosa?-preguntó inocentemente, mientras su mano juguetona subía y hacía rozar con suavidad los pétalos de la rosa negra contra la mandíbula del guapo extranjero.

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