Awake (Yude)

Su vida continuaba dando tanteos en la oscuridad, en su cabeza, en toda la sarta de ideas, eso era, hace unas noches se había casado a la fuerza con Alexis un hombre del cual no confiaba, nunca se había visto, y aun seguía la búsqueda de su hermana, la búsqueda se su propia identidad, ‘la loca’… ese apodo le iba bien, no solo porque su madre cayo en un limbo cuyas malicias eran tan retorcidas como ninguna, sino porque el amor le había contaminado el alma y corazón, Yude no quería amar, no quería tener afecto por alguien como su aparente esposo, miro la sortija en su mano, con ganas de derramar lagrimas pero su gélido y tranquilo rostro no se lo permitió, siguió caminando por las calles parisinas.

Perdiéndose en medio de la nieve con el vestido blanco de telas finas, dejando que le arrastraran haciéndole honor a su apodo ‘la mujer de la nieve’, sus rubios cabellos le caían sobre el rostro y de pronto, ahí en la puerta del cementerio tuvo un recuerdo, un viejo recuerdo de la vieja Yude pisoteando la tumba de su padre, mientras una chica le llamaba la atención, una pequeña con la que tuvo conexión inmediata, ¿Visitaría ella a su padre?, ¿lo perdonaría acaso?, ¡No!, nunca, la vendió con un hombre al cual jamás conocerá y amara, la vendió por una puta con la que se acostó una noche y ya, mientras ella toda su vida serviría a ese hombre.

“El suicidio es la carta a una muerte lejana”, eso cruzo por su mente mientras se adentro a ese tétrico lugar, sin nada más, admirando las lapidas y por si fuera poco acariciando cada una de ellas, con suavidad, con detenimiento, como si fueran personas a las cuales le leía las facciones con su tacto, observo la de su padre, putrefacta y triste, no derramo lagrimas, siguió adelante, no le interesaba ese tipo, tampoco le guardaba rencor, quizá, solo un dejo de rabia.

El característico aroma de Yude a invierno le permitió viajar entre los recuerdos, memorias y frases que se escribían solidas en las rocas, ladeo el rostro al encontrar otra alma ahí, se acercó silenciosa como de costumbre, bajando la mirada de esos claros ojos azules, no quería interrumpir, parecía atento, quizá hablaba con aquella persona que descansaba en aquel recinto oscuro, que hermoso bosquejo, que aun de muertos sean capaz de recordarnos.

Se quedo absorta en la imagen proyectada, el viento trajo hasta ella el olor a rosas que aquel chico emanaba, cerro los ojos dejándose llevar por las fragancias, la tierra húmeda, los cuerpos hechos tierra, los gusanos devorando, y alguien recordando en medio del frío, fue como una voz tranquila la del viento que acompasaba el momento de calma.

Se preguntaba, si debía, si acaso podría acercarse, pero quizá una charla estaría interrumpiendo, dejo que ropas y cabello se los llevara el viento mirándose uno a otro atentamente, Yude respondió con una reverencia, casi como un seco saludo saliera de sus labios, haciendo que todo se tintara azul cuando el sol despide sus rayos en saludo a la luna.

Hablar con los muertos, platicarles a su alma lo bien o lo mal que la pasas aun cuando sigues “viviendo”, Yude no podía hacer eso, estaba sola, bueno no tanto, no ahora, pero lo parecía, observo la sortija de sus dedos, había visto a ese caballero hacerlo, se le veía un rostro demasiado llamativo, era pálido y hermoso, cuando escucho sus palabras y a el sonido de las muertas hojas sobre camposanto, fue cuando salió del trance, podría ¿Alexis comprender a Yude, como la persona a la que le rezaba aquel caballero de rubios cabellos parecidos a los de ella?, sin querer hizo otra reverencia, le gustaba el tono de voz varonil que aquellas palabras dejaron sobre sus pensamientos resonando, ella no traía flores, solo desdicha, amargura, tristeza y vacío en su alma, solo eso podía brindarle a los muertos, o al menos a su padre, tuvo un poco de curiosidad, estaba bastante lejos para escuchar la conversación ajena, pero solo el marco hermoso e invernal se quedo grabado en ella.

Se adelanto unos cuantos pasos firmes pero lentos, a donde el caballero, le observo, el aura de él tenia algo de calma, algo parecido a ella, quizá no tanto pero si algo, - Buenas tardes, Monsieur – dejo que el viento llevara a los oídos de aquel su peculiar y femenina voz, sin querer se acercó más de lo debido, como si fueran viejos conocidos tomándose la confianza suficiente para poder tomarle la mano y ver las líneas trazadas, su maestro le dejaba una enseñanza que el futuro, el pasado habla de nosotros cuando trabajamos y eso se reflejaba en las líneas que conformaban la graciosa letra en nosotros. – Su tristeza es tan magnética, como el invierno a mi persona – murmuro, viéndole directamente a los ojos, el viento comenzó a soplar, él, ese ser olía a rosas, mientras ella a ciruelas blancas, que hermosa combinación para las fosas nasales, un cristalino reflejo traían tan bellos ojos azules, quiso borrarlos, quiso ver como de hermosas se observaban las lagrimas sobre la piel de aquel ser, si le preguntaban, ella no lloraba, no, nunca lo hizo, ni por su padre quien muro a manos de su madre, ni por ella que ahora cruzaba un mal momento, la habían vendido a un señor, cuyo rol era marido, y dueño de la gitana – Sus cristalinos ojos azules parecen un sueño, un firmamento que se opaca por las nubes que traen la nieve a esta ciudad, no deje que eso pase – soltó su mano y acaricio su mejilla – Debería dejar que sonrían por esas dos personas que aun ama - Sin querer había echado un vistazo. – Discúlpeme, no se lo que digo – era la persona menos indicada, ¿Cómo alguien cuya personalidad parca y sosegada podía hablar de felicidad?, ¡¿Cómo maldita sea, se atrevía a hacerlo?, ella quien cruzaba tristezas, soledad, oscuridad, ¿Cómo se atrevía a decir aquello?, se regaño a si misma, pero no reflejo nada en su rostro como costumbre – Yude Adonay – dejo que su nombre escapara, así ligero, si aquel ser la tachaba de loca, no sería él primero, estaba acostumbrada, pero no tenia la culpa, gustaba de un lenguaje ambiguo y seco. Y que mejor que ser ella un muerto más en camposanto.

Por un momento se exalto, las cosas que hacía Yude eran bastante raras, su maestro le decía que no podría ir por el mundo tocando los rostros ajenos, pero ella era como una persona ciega, que necesitaba reconocer el aura, la percepción de la personalidad y determinar las imaginarias líneas que conformaban las facciones, retrocedió un poco, a decir verdad un par de pasos, ¿y si el hombre le empezaba a gritar?, nunca debió salir, debería estar en casa hasta que la enfermedad que llevaba y la tristeza que sentía se calmaran, porque estas le orillaban al borde de la locura, pero no pudo contenerse, estaba ansiosa, puesto que percibía algo, algo no humano, algo muy raro que jamás había sentido, con los ‘suyos’ era natural, pero con personas como su marido, como otros no, de hecho, tenia el aura de ese felino que encontró en el bosque. Pensó en huir, o caminar rápido, pero la mirada le acorralaba dejándola inmutada en ese lugar, nunca mostro el desespero, o el nerviosismo, porque obligaba a su cuerpo a permanecer fuerte como la tormenta.- A decir verdad, usted Monsieur Bouquet me transmite más que tristeza - ¿Cómo le iba a decir que sentía cosas raras, auras extrañas y algo que le inquietaba de sobre manera?, guardo la compostura con sus palabras, observo al joven.

Enamoramiento, sueños, tristeza y un dejo de soledad y sosiego, incluso más, aquel hombre le transmitía parte de eso, pero quizá el clima lo había puesto melancólico, hablo de añorar algo ¿Feliz?, bueno ante eso echo una carcajada para sus adentros, no es que se estuviera burlando, pero si contemplado lo que los demás deseaban, lo que ella jamás podría alcanzar ni en brazos de Alexis, ni porque este le musitara cuanto le amaba o cuanto le atraía cada día, era algo de naturaleza – No es malo, añorar, no cuando emanas tristeza y en vacío caes para alcanzar un poco de felicidad, pero como he dicho usted, al menos puede hacerlo, puede lograrlo, no es un iluso, ni un soñador, es un humano añorando el más grande tesoro que nos dejo Dios – no era devota a eso, pero lo poco que escucho del todo poderoso, al felicidad era lo que se nos había negado cuando Eva cogió ese fruto en sus manos y desterrados junto a Adam cómplice y amor, fueron a tierras para trabajar juntos en una familia, en regresar a la felicidad que alguna vez perdieron en el sendero del pecado y curiosidad.

Había evadido la última pregunta con la mirada, pero no podía mentir, que mejor si le decía que era una loca, soltar todo de un sopetón estaría mejor – Adivinación del futuro, o como colegialmente es conocido, la lectura de la mano – musito suavecito mirando la suya que era tan borrosa ante sus ojos – perdone las confianzas, simplemente me deje llevar por su mirada, tristeza y soledad, pero veo que no lo es, amor, felicidad, un hermoso futuro con adversidades que requerirán más esfuerzos vendrán… - Le observo firmemente dándose un chapuzón en las aguas de esos iris – No se deje arrastrar por la tristeza o terminara peor que yo… - fue divertido que con esfuerzos dibujo una pequeña línea producto de la risa contenida…

Al parecer la tranquilidad sosegada de ese rostro precioso quedo descartada por primera vez, porque las palabras de aquel caballero eran un trastorno para Yude, recordó o al menos se evocaron imágenes de su familia, del mismo Alexis, y una pregunta a la cual jamás le tuvo respuestas, la gitana pudo ser violada, maltratada, privada de libertad, pero jamás feliz, lo que decía ella no tenia derecho a ponerlo en su boca pero era irónico ¿cierto?, siendo su trabajo, siendo quien la conformaba, bajo la mirada por instantes, quiso derramar lagrimas pero luchaba internamente por no hacerlo, es que esas palabras tan bellas le había cautivado a más no poder, inclusive al tocar esa bella piel que no se comparaba con nada, con ninguna textura, ese hombre no podía estar triste, no según las líneas marcadas en sus manos, era imposible, suspiro sintiendo el alivio pero el aire golpearle los pulmones lastimando a su paso las fosas nasales, todos en el mundo tenían pecados, secretos y un oscuro pasado, con la persona que llamaba ‘su señor’ pasaba lo mismo, le dolía todo, pero de pronto todo se empezaba a disipar creyendo quizá en la palabra de alguien que obraba mal. –Usted recita hermosas palabras – musito, hubiese agregado más pero no quiso ser grosera. –Cuando se pudre todo, cuando los sentimientos se van desprendiendo de ese peculiar aroma, hasta convertirse en hedor, cuando estos se van secando y haciendo polvo para viajar con él viento, cuando la oscuridad nos invade en un laberinto sin salida, entonces, entonces, hemos tocado un fondo… -miro al cielo y a los orbes azules de esa persona frente a ella – Solo con ayuda con demasiado valor uno podría salir y sembrar las semillas que nos hacen sentir vivos, cuando ha alguien a su lado, entonces el peso de su cruz es más ligero… porque ahora son un solo ser más fuerte… -las cosas que decía ella, eran esas mismas que deseaba, esas que quizá nunca se cumplirían.

Es cierto, estar casada, pero sin vida no era lo que quería, sueños y deseos con alas rotas, ¿pero de que hablaba?, claro, todos lo éramos, y entonces recordó algo, una frase ante sus palabras, no es que deseara contradecirlas, pero ella mima las musitaba cuando soportaba desplantes de su actual marido, incluso cuando alguien le coqueteaba o cuando deseaba simplemente desaparecer en los brazos de alguien quien si valiera la pena, pero entonces no lo había, sin embargo el hombre frente suyo tenía quien produjera esa sensación de cosquilleo por todo el cuerpo, lo veía en la mirada, como repetía, no solo le había encontrado tristezas, sino dos hermosas joyas a las que no se les pone valor alguno. - Sé que no puedo volar, pero hay alguien que me hace sentir que lo puedo hacer, y esa persona eres tú….- recito citando la frase – Eso, eso debería repetirse para alcanzar lo que desea, porque sin la fortaleza de su cintra parte no podría llegar.- sus murmullos eran casi audibles, recordó cada enseñanza de su maestro, cada palabra de su nana, aquella mujer mulata que fue su madre y ahora tenía prohibido visitar, la extrañaba cada día, a cada hora, era ella quien cuidaba de la pequeña Yude, pero ahora estaba sola.

Las manos eran un increíble camino que recorría el ser humano, una experiencia única, para la adivinación, para ver los secretos de cada persona, sin embargo no solo para eso, era la puerta a muchas cosas como la felicidad, la desgracia – Es algo que aprendí de muy niña, ahora aprendo un poco más… Quizá no soy como las demás gitanas pero hago mi esfuerzo – añadió con tranquilidad, orgullosa de haber podido ver con claridad en ese ser. Sus palabras eran un poco erronas, la gitana no podía ver más allá de eso, continuo con el juego para contradecirle. –Digamos que no todo es lo que aparenta – musito y comenzó a caminar con la esperanza de que dicho caballero le siguiera - ¿Cómo vivir, si estoy muerta y como saber si soy buena cuando he asesinado a más de uno?

Toda su vida sola, los momentos más felices, Yude terminaba por amargarlos, de alguna manera siempre terminaba así, incluso ahora, que toda su tristeza se proyectaba en su rostro, deseaba echarse a llorar como jamás lo había hecho, pero de alguna manera no tenia que detonara aquel sentimiento, observo al caballero una y otra vez sin dejar la mirada aun lado, cada palabra que decía era reconfortante, pero aun no lograba penetrar en el lama de la gitana, no a ella no podía reconfortarle nada, era como una marioneta viviendo, que se dejaba llevar por quien sea, a donde sea, no le importaba a veces, todas sus desgracias, y aun así aunque dijera odiar tarde o temprano perdonaba hasta los que le arrebataron, la libertad, la vida, la intimidad, a aquellos que la trataron como una vil cortesana o como una sirvienta, no era más que un decorativo parisino sin emociones, un estorbo desde que vino al mundo.

Su madre gritándole y echándole la culpa por las desgracias que vivían, no es que viera lo negativo en las cosas, es que lo negativo siempre venia cuando ella por fin podría aventurarse a vivir, quería decirle muchas cosas a ese hombre, que parecía quizá entenderla, pero no podría, de sus labios no salía nada, “los sentimientos no se van” , claro que no, Yude aun tenia ese dolor a pesar de aquellos episodios tristes – Comprendo sus palabras, creo que tiene razón, todo esta ahí… todo…- murmuro bajando la mirada, como deseaba ver sus lagrimas empaparle el rostro, gritar, huir y perdonar al mismo tiempo. Y la otra pregunta, vaya, pregunta, ¿Yude tienes a alguien?, se pregunto internamente, negando con la cabeza, - No tengo a nadie, estoy sola, completamente sola – Ah, si, eso era cierto, la gitana no tenia padres, nunca tuvo hermanos, nunca tuvo a nadie, ahora estaba vacía y podrida del ángulo por donde se viera. – Gracias por la oferta – el murmullo de su voz no definía si la rechazaba o aceptaba. Solo dio las gracias por aquello.

Se quedo en silencio, pero avanzo junto al hombre, de alguna manera quería seguir escuchándolo, y sus palabras mecían a la joven entre un mar de sentimientos que no había tocado, a los cuales admiraba de lejos, ojala tuviese la fortaleza para hacer algo, para crear algo a parte de atraer a la gente incorrecta – Envido la libertad de sus palabras, del brillo de aquel sentimiento llamado amor que posee, quizá mis palabras suenen groseras, pero es así como puedo sentirme, - Decía aquello para calmar sus propias dudas, nadie podría responderle ¿Qué es el amor, o qué sentiente ser amado, al menos por uno de tus padres, antes que por la persona que darías todo?, seguro que si formulaba la estúpida pregunta la respuesta era la que se temía. – Pero esos actos, viles, salvajes, hieren y marcan a quien los sufre…Y a veces el dolor se apodera de uno para siempre.- camino casi detrás de él como costumbre ante cualquier hombre, sin dejar de contemplar su espalda.

Lamento el retraso.

‘La calidez de las palabras que expresa Louis son más fuertes que el mismo fuego que puede calentar un cuerpo’ Fue el pensamiento de la gitana, al escucharle sin interrumpir, solo escuchando y tomando en cuenta cada una de sus palabras, pero era ella la necia la terca, siempre sumida en esos extraños y locos pesares, siempre en una fúnebre soledad, en un terrible sufrimiento que no terminaría de arrancar ni con lagrimas, ni con nada, desde que fue concebida, desde ese momento Yude quizá estaba destinada a mucho y eso apenas era el inicio, no quiso contradecir al caballero, porque una seria de mala educación y dos ambos no se conocían tanto, como para que ella desmintiera todo aquello y sin embargo atrapo su tacto cálido y lleno de vida en el suyo que parecía cadavérico, llevándole a otro sendero, su mano temblaba al tomar la iniciativa, pero era hora de actuar de agarrar esa oferta que le había llegado y creía poder rechazar. –Louis –Murmuro con la familiaridad que él se había dirigido, le llevo donde una pequeña banca, entre esa camino donde apenas se vislumbraban unas cálidas luces.

Las lágrimas no tardaron en llegar cuando tomo asiento a su lado y soltó su mano, obligando a que ella bajara la mirada y algunos mechones le cubrieran, sollozo tratando de calmar el nerviosismo – No sé, quisiera creer en todo lo que me dice, pero me resulta imposible –Su mirada fue cristalina, por las lagrimas que se agolpaban y en ellas el reflejo del hermoso hombre creían, era hermosa esa imagen. –Desde niña, mi madre enloqueció, porque mi padre al saber que estaba embarazada de mí la rechazaba, ella moría de amor por dentro y cuando nací desquito su odio y rabia, culpándome de ello, sabiendo que yo no tenia la culpa, mi padre tuvo otra familia, me dejo con ella, y una noche, lo mato, ella esta en el psiquiátrico y él en una tumba…-Respiro enjugando sus lagrimas incluso su voz era clara, pero se proyectaba con un dolor terrible, desgarrador –Pensé que después de ese sufrimiento, de no conocer el amor de mamá y papá, podría ser libre y empezar a vivir, pero mi padre me vendió por un mísero trozo de tierra que su otra esposa disfruta, estoy casada con un hombre al cual no conozco –Le tomo de nuevo la mano, para sentir que podría reconfortarse.

Imposible, apenas podía seguir contándole a un extraño su vida, un extraño que era parte de ello – Trato de quererle de amarlo, porque no ha sido tan malo, pero esta en pasos extraños, no se quien es en verdad, pero es la única persona que podía salvarme, vivo modestamente y de nuevo creí que todo iría bien. Y lo fue cuando me enteré que iba a ser madre. –Lo que iba a decir, lo siguiente rasgaría toda su fortaleza, podría desmoronarla en ese momento, así que no sabía como decirlo, como expresarlo, pero no lo había hablado con nadie, nada más que con esa persona que guardaba en su corazón y locos pero extraños sentimientos, aunque era cierto un hombro amigo siempre faltaba y más en situaciones de esa índole. – Vine una noche a darle las gracias a mi padre, porque a pesar de venderme, estaba feliz, las cosas parecían cambiar, hasta que uno de esos seres se puso en mi camino al salir de este mismo camposanto, tomándome a la fuerza, ultrajando mi cuerpo como se le dio la gana, propinándome golpes, diciendo que era de él, que solo necesitaba el placer de una mujer, las estocadas sobre mi cuerpo, mataron al niño que esperaba, -Apretó los puños, olvidándose que era la mano de Louis la que agarraba, olvidándose de todo y evocando cada imagen en su mente, esa noche cruel, justo a unos metros de donde ellos estaban, sin dudarlo se abrazó de él porque sentía que no podría más, que sino era un amigo, o alguien, no podría mantenerse del todo de pie. –Nunca voy a perdonar algo así, que me haya violado puedo vivir con ello, pero matar lo que anhelaba, eso nunca, no a seres así. Y quisiera de verdad creer que no estoy sola, pero no puedo evitarlo ¿podría usted vivir con eso?, después de que he visto tiene a dos personas especiales, ¿Perdonaría que alguien matara su ilusión y producto de toda su felicidad?

La gitana estaba destrozada, nadie nunca entendería que era perder tanto en una noche, su dignidad, su mayor anhelo, algo que deseaba, y aun así cada noche lloraba a escondidas, porque los ojos de aquel ser en pesadillas recordaba, porque no había dolor más grande que el de una madre perder a su hijo. Cosa que un hombre por más apoyo que le de, no comprendería…Sentirse vacía y perderlo todo en un parpadeo era posible

(Espero no haberme pasado u_u y felicidades por tu premio.)

Bajo el limbo que se encontraba pudo sentir cada una de esas palabras, cada dejo de dolor y cada palabra de confort de parte de aquel caballero, sí, la tachaban de loca pero la locura se genero con el dolor que sentía no dijo palabras por un buen rato, no es que no quisiera es que asimilar y volver a lo mismo era demasiado fuerte para ella, era tan desastroso saber que lo único que podría hacerle feliz, donde podía demostrar que es una mujer fuerte como las que le rodeaban se había esfumado de la nada, suspiro por el llanto que en ese momento dejaba su respiración en una dificultad, se aferro a las ropas ajenas en ese abrazo sin saber si las lágrimas humedecían la camisa de aquel hombre que se mostraba demasiado fiel a sus principios y valores, no desconfiaba de él, de haberlo hecho habría huido, pero venir al lugar de los hechos era la manera de reconciliarse con aquel miedo a la oscuridad un miedo que se genero aquella noche donde el arrebato por su amor termino, la paso muy mal, demasiado junto a la persona que ahora era su esposo, él siempre le decía que era su soporte por eso no le permitía verla así de mal, pero no tenia con quien desatar la furia, las lagrimas y tristezas de esos días, aquellos mismos que estuvo en una locura total – Quisiera ir despacio, irlo amando pero a veces el tiempo obliga y es cuando me veo acorralada, quiero detener las manecillas del dolor solo para admirarle, es que se aleja cuando ve una muestra de cariño y no se si es por como es o porque realmente no me quiere, no se si el amor es un constante hueco que sentimos en el corazón que se llena y vacía con la presencia y ausencia de esa persona o es solo un pobre sustituto de la lastima hacia nosotros mismo al no querer ser amigos de la soledad –No sabía exactamente de que hablaba las palabras le llegaron así porque que si y las había expresado sin razonar, solo esperaba que su interlocutor las sintiera como ella.

Bien dicen que puedes confiarle la vida entera a un extraño, pues esta era su oportunidad de hacerlo, es que se sentía tan sola, en casa sin él, sin nadie solo esperando a que volviera de esos asuntos que ella no comprendía, se estaba alejando después de los sucesos y solo quería sentir el calor de esa persona con la que dormía cuando podían, de aquel hombre que aseguraba estaba enamorado de ella, pero no le era posible, sin embargo encontró el Louis algo que nadie podría brindarle una sinceridad enorme, esas palabras retumbaron en su interior, la sed de sangre con la que se expresaba el caballero estaba no muy lejos de la que Yude sentía cada noche, vivir todos los días con lo mismo, en soledad, sin esas personas y no tener en que distraerse, ni siquiera un trabajo o alguien que le hiciera olvidar por completo – La noche había llegado y no recuerdo más, pensé que estaba muerta, entonces vislumbre a las personas que me observaban con lastima, aquel medico había dicho que era suerte… No entendía que pasaba, el dolor me encerró en una locura temporal en la que creí que nada de eso pasaba me fui desmoronando en una falsa esfera de felicidad, fue un shock de lo más enorme, estoy viva, respiro, camino y considero que aun estoy bien, quizá un poco perdida pero… No puedo –Trato de limpiar esas lagrimas, era fuerte y para su corta vida asimilar tanto en tampoco tiempo lo era más – Cierro los ojos cada noche con el temor de que ese maldito regrese a buscarme, duele más cuando uno esta solo, no puedo dormir, debo forzarme a estar despierta y él no esta, siempre esta ausente y no hay nadie más con quien pueda acudir, es así de doloroso, a veces quisiera escapar y refugiarme con cualquier persona con tal de sentir paz, de poder perdonar aquello que siento, sé que podré más adelante hacerme de una vida y una familia pero por ahora el miedo lo destruye todo y el dolor es aun peor no quiero que me envenene – tomo las manos de Louis y las puso sobre su rostro extrañaba esos actos, esas pequeñas caricias, y cerro los ojos inundándose de la amabilidad que poseía – Gracias Louis, gracias por estar aquí en este camino que esta lleno de espinas, sangre y dolor, eres como una pequeña luz que trae esperanzas y sé que tu deseo es grande, que la sed que sientes con mi dolor es de la más sincera pero al menos me has ayudado a ahuyentar el miedo por este instante…-Dejo las manos de él sobre su rostro y sostuvo el ajeno entre sus finos dedos, limpiando las lagrimas, ese tipo de personas eran las indicadas, quisiera desvanecerse como esas lagrimas y no sentir jamás dolor o lastima por si misma, quisiera muchas cosas pero lo mejor es haber obtenido ese obsequio.

La sinceridad de una persona que llora por ti, quien comparte tu dolor sin tener nada que ver, entonces sabrás que ese extraño ya no es más que parte de la esperanza que esperas todos los días, aunque Louis no se diera cuenta ella estaba segura que él hacía grandes cambios en las personas que aquellos actos y arrebatos mínimos de consejos y lagrimas hacían que él fuera un ser amado a pesar del dolor que antes atravesó, merecía ser amado como todos, pero él lo hacía de una manera tan natural con una sinceridad que no siempre se ve en las personas, eso era lo que tenía ese caballero y seguro aquellas personas que guardaba en su ser eran la recompensa que el destino le dio por ser tan buen amigo y vendrían más con el paso del tiempo, no podía más que expresar un gracias, sus labios limpiaron los parpados de Louis con esa delicadeza, esas lagrimas amargas debían borrarse de un rostro tan bello y sincero.