Hasta el Carmin mas Ligero es Rojo [Ethan]

Como las hojas de los arboles caen en otoño, asi cae la vida en el planeta y en Francia, año tras año morían convirtiendose en fertilizante para los campos que pertenecían ficticiamente al solitario y afligido cementerio. Allí la roca y la vegetación pronunciaban las últimas palabras, se llevaban los últimos claveles y unas cuantas rosas, ah... y se nutrian de lagrimas y esperanzas arrancadas irónicamente de los que aún vivían. Despúes de unos siglos esto ya era común para el vampiro que vigiliba desde su torre como tarde tras tarde, mientras se preparaba para salir de aquel lugar, venian varias voces clamando al cielo por sus seres queridos. Pero esta noche, era para él, el último de sus amigos, el más fiel de sus aliados había dejado el terrenal mundo abandonando a Ethan a su suerte, sin él ... ¿sin él?, ¿quién lo iba a proteger políticamente?, ¿ quién le iba indicar cada nueva misión?... peor aún, ¿quién iba a compreder su estricto codigo y lo escucharía en las tortuosas noches en la que la melancolía y nostalgía acongojaban al ya viejo vampiro?, preguntas como estas rondaban la cabeza de Ethan mientras veía como un montón de tierra y una tumba guardaban los últimos rastros terrenales de su amigo caído.

Ahora la situación se complicaba, nunca había aprendido a matar solo, siempre tenía una guía, pero con su muerte, aquel viejo compañero lo dejaba en una gran desventaja tanto política como social, y con la creciente burocracía, Ethan debería conseguir aliados nuevamente que lo acompañaran por varias lunas más de su eterna existencia. Tras unos años de intensa busqueda varios nombres de principes y reyes habían sido eliminados y ahora solo quedaban algunos cuantos burgueses, y un par de aristocratas pertenecientes a la familia real. Entre todos estos había uno que le habia significado gran empatía, uno que sobresalía entre los demás, Persefone Loud, ¿ El nombre de una diosa? . Ethan fanático del espionaje y ahora un especialista en la investigación se había encargado de vigilarla desde hacía unos meses, siempre de lejos, tratando de no interferir con su vida y mucho menos de que ella lo descubriese merodeando entre sus cosas.

Sin embargo, aquella noche Ethan la siguió al teatro, no era tan díficil con el vestido blanco que llevaba, mucho menos podia confudir aquel hermoso rostro característico de ella, la noche pasaba y con gran dificultad se las arreglo para espiarla dentro del teatro , aquella locación casi vacia en la mayoría de los cuartos podia delatarlo facilmente, pero confiando en sus intintos la siguió hasta los camerinos. Varios minutos allí le hicierón aburrirse y decidió observarla por donde pudo, sin saberlo, el vampiro veía como aquella bella dama se cambiaba de ropa y como hombre, no pudo hacer más que seguir contemplando el hermoso cuerpo de la mujer, sus ligeras curvas y su fino porte, el vampiro había quedado sin plabras y habia sido embelesado por su objetivo. Sin pensarlo, decidió que aquella era la noche en que se conocerían, no sabía aún como sería aquella dama o si sería una buena aliada mas su corazón le pedía romper el silencio entre los dos, le pedía arrebatarle al tiempo unos cuantos segundos con ella, le pedía que aquella mujer entrara en su vida y que el destino decidiera lo que sucedería. Así que sin armas, ni estrategias, sin tan solo una conversación ensayada se lanzó entre la muchedumbre de bruocratas y haciendole una reverencia le ofreció una rosa.

- Bella noche Maidmosielle, y ud la ha opacado- dijo entregandole la rosa y tomando su mano para besarla delicadamente.- Mi nombre es Ethan Bersi y prometo que será un placer el conocernos...

Una rosa... tal detalle distinguía al vampiro, que siglo tras siglo, se detenía a observar las cosas más bellas que habían en aquel mundo, tratando en vano de sobrellevar su condición. Y era así como una rosa, con su elegancia y hermosura, dibujan para Ethan la figura de una dama, simbolizaban la flor de la pasión que crecía en cada corazón de una mujer y definian la delicada línea entre un amor o una desilusión. El suave tacto de la princesa, su tersa y fina piel, despertaban en el vampiro un pequeño escalofrío que recorrió su cuerpo; Ethan la miró a los ojos y escucho sus palabras atentamente, aunque no puedo negar que cada vez se perdía más y más en aquella mujer, y como un niño pequeño sonreía sin saber la razón. Se acerco un poco, no mucho por temor de faltarle el respeto en público a una aristócrata y susurro- Tiene razón, yo se quien es usted, pero... usted no sabe quien soy yo- Se alejo un paso y tomo con su mano derecha la mano de ella entralazando sus dedos entre los de ella.

Los movimientos de Ethan eran lentos y delicados, no queria llamar la atención pues al final, era un hombre de gustos simples y de una vida discreta que en definitiva no necesitaba un escándalo público, ni menos ser reconocido en las calles Parísinas. El vampiro aprovechaba cada segundo con la dama para observar poco a poco a las personas a su alrededor, hasta que un aroma se colo entre la multitud, un aroma sobrenatural... lo cual significaría problemas, por lo que el vampiro debía actuar de manera rápida antes de que aquel ser se acercara y sus energías chocaran en una batalla sin fin. Aquellos eran los cambios que disgustaban al vampiro, como todo podía ser diferente en tan solo un segundo se preguntaba mientras seguía mirando fijamente los ojos de la princesa y con un pequeño movimiento capturaba la otra mano de ella, para intentar sacarla de alli y que la conversación no tuviera fin.

Ethan se acerco a la princesa y beso su mejilla antes de colocar su rostro junto al suyo - Princesa Persefone, mi bella dama, si, es verdad que la conosco y ambos sabemos que tanto usted como yo diferimos de este común mundo y somos extraños a los ojos de los presentes- le susurro, pero sin poder hacer la petición se alejo soltando sus manos y la observo a ella, guardando silencio un segundo - Sé que es díficil para usted confiar en mi..., pero le pido que me acompañe afuera, donde estemos más solos, sin tanta gente a nuestro alrededor. Debo hablar con usted sobre algo- dijo con un tono más serio y tomando con su mano el antebrazo de la joven princesa, intento alejarse junto a ella.

La dama había aceptado, al menos eso parecía aunque lucía un poco confundida, sin embargo el vampiro no podía darle el lujo de esperar a que ella estuviera segura, pues el tiempo pasaba rápido y... él solo tenía unas horas antes de volver a sus asuntos, que aunque no más importantes, debía atenderlos. Un par de minutos tomo abandorar a la multitud que con ojos curiosos vigilaban los movimientos de la princesa y, por ende tambien los de Ethan que no podía pasar desapercibido, despues de todo, robarse una princesa costaría un poco de atención. Al llegar, se pudo ver como la luna iluminaba con un haz las flores del jardín, dando un romántico toque al ambiente. ¿Qué debía hacer?, se preguntaba mientras notaba como su brazo chocaba contra el torso de la bella princesa; su emnte se perdía un poco para dar paso a los instintos, y al mismo tiempo para dejar que su corazón latiera cada vez más rápido. El vampiro no podía negar que se sentía como un adolescente en su primera cita....

El problema ahora era que la dama aún no sabía sus intenciones, bueno... como las iba a conocer si el mismo vampiro estaba tan confuso entre el deber y el corazón que no podía sino mantener su mente en blanco, tratando inutilmente de evitar una batalla entre lo que sentía y la lógica. El frío de la noche dejaba jugar a una gélida brisa que se colaba entre ambos cuerpos y daba unos pequeños choques eléctricos, escalofríos que viajaban por el cuerpo del vampiro y le hacían temer aún más a la inevitable pregunta. Depronto la dama solto suave y lentamente el agarre del vampiro, el no queria dejarla ir, queria tenerla cerca suyo... pero que más podía pedir si ya la había alejado de todos y ahora en aquel jardín ella reclamaba la razón para tal petición. Ethan la miro a los ojos mientras escuchaba atento cada sílaba que salía de su boca, cada palabra que pronunciaban sus labios. El vampiro estaba un poco confundido, pero sabía que tenía que dar una respuesta rápida a Persefone si no queria perderla y hacer que se fuera otra vez con aquellas personas. Se acerco a ella y tomo una de sus manos, atrapandola suavemente entre las suyas y acariciandola, pero aún seguía sin pronunciar una sola palabra, apun no había tomado una desición y en aquel momento mientras la miraba fijamente, esperaba con fortuna que sus ojos respondieran a la dama, lo que ella esperaba escuchar.

Suspiro y se agacho para tomar una bella flor, sus colores violáceos contrastaban perfectamente con el cabello de Persefone, por lo cual con un lígero y rapido movimiento la coloco detras de su oreja, se lamio su labio inferior, intentando que saliera de el alguna sílaba pero no lo consiguío. En aquel momento decidió que aquel interés debía ser sincero, no podia mentirle y menos ocultarle aquello que deseaba y mucho menos aquello que sentía. Se alejo un paso y mirando la luna tomo valor.
-Mi princesa, he de serle sincero, he venido a usted por un ínteres político, por una amistad... pero debo confesarle que desde la primera vez que la vi, mi corazón la guardo en la más profunda de sus caras y desde ese momento, mi mente se obsesiona con la idea de ser su caballero.- exclamo en tono bajo y mirandola a los ojos- Sé que esto es raro, y no quiero asustarla; sólo planeo un momento más íntimo con usted, en donde podamos conocernos, en donde podamos ser nosotros mismos,fuera de tanta opulencia y hipocresía- tomo sus manos sin apartar su mirada- Quiero ser para usted su amigo, su confidente y si llegado el caso he de entrar en vuestro corazón como vos has entrado en el mio, ser su amante y vivir con usted sus sueños, disfrutando cada segundo de nuestras vidas...

Si la luna pudiera ver, envidiaría ese momento, si las flores pudieran sentir, querrian ser tan bellas como la princesa...

A veces hay en la vida momentos en los que solo una mirada pueden dictar lo que sucedera en el futuro, y otros en los que dos corazones destinados a estar juntos se encuentran cara a cara y... solamente por esos momentos es que vale la pena vivir la vida. La noche cubria cada vez más debilmente la escena y su haz de luz cada vez mas claro reposaba sobre el rubio cabello de la princesa que la veía, Ethan pensativo escuchaba atentamente las palabras de la dama mientras que sus ojos se posaban en aquellos labios, labios tal vez prohibidos para él, pero que sin pensarlo dos veces se había decidido a conquistar. Los ojos azules de la princesa se perdían para Ethan, y él solo buscaba encontrarlos súbitamente, para saber si con tanto amor era susceptible a perdese en ellos, queria saber si al acariciarla sentiría que tocaría el cielo, pero lo que más deseaba era sellar aquel trato, que en palabras y miradas se había jurado... aquel destino de amor que desde hace miles de años se habia escrito para ellos dos.

El vampiro se acerco a la princesa y con delicadeza movio con sus dedos uno de sus cabellos detras de su oreja y timidamente se lanzó dandole un beso en la mejilla, sonrio un poco despues de su osada acción y con una voz algo quebrada susurro - Nunca te haría daño, para mi eres el significado de estar vivo- Esta era una clara ironía de la vida, el vampiro que siempre había odiado su muerte, aquel que detestaba su naturaleza y el no poder llevar una vida normal, ahora se sentía vivo, y para que negarla hasta estaba algo feliz. Los brazos de Ethan pronto rodearon a la princesa calurosamente en un abrazo, cerrando su cintura y acercandola a el, su cabeza se poso en su hombro y suspiro tranquilamente, ella le había pedido un abrazo, y aunque tal vez eso no fuese lo correcto, el vampiro tambien necesitaba un abrazo, además... no todos los días se puede abrazar a una futura reina, pensaba para sí mientras descansaba tranquilamente apoyado en su hombro.

Para Ethan ese momento significaba más que una conversación o una auditoria con ella, y eran mucho más placenteros que cualquier negocio, incluso los suyos que siempre traían muerte dentro de sus invitaciones...pero al mismo tiempo no podia olvidar la verdadera razón de lo que lo llevo hasta allí. El pobre vampiro se encontraba dentro de una encrucijada en su vida, pero la confusión no duraria mucho tiempo y separandose un poco rozó sus labios con los de la princesa y le robo un beso, concluyendo de esta manera cualquier duda que hubiese en él o en Persefone.