AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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Las situaciones se complican
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Las situaciones se complican
Recuerdo del primer mensaje :
Pasaron bastantes cosas desde la última que vez que vi a Ash. Aquella noche en la que salí de su casa sin apenas despedirme y mirar atrás, decidí no volver a casa en lo que quedaba de día, por lo que simplemente anduve por las calles oscuras a sabiendas de que estaba adentrándome en la boca del lobo – y nunca jamás mejor dicho- si tan siquiera rumbo fijo. Pensaba mientras caminaba en las ultimas palabras que aquel hombre que tan misterioso se me hacia me había dedicado antes de salir descortésmente de su hogar. Era cierto, yo era un persona lo suficientemente despierta y atrevida para hacer lo que quisiese, pero supongo que no llegaría a comprender la profundidad del asunto. Se trataba de Frederick, mi hermano, y aunque tuviese tan mal presencia al aparecer seguía siéndolo, y aunque quisiese que pagase a sus fulanas, seguía siéndolo. Una persona cualquiera tenía todo el derecho a rechazarle, pero yo no, y por mucho que me doliese, debía ayudarle.
Por ello, a la mañana siguiente ya me encontraba en mi casa acompañada de tres de mis hermanos, los cuales no hicieron mas que incentivarme a aceptar el compromiso, y me resultó extraño, pues el mas pequeño, Ian, nunca había sido de tal mentalidad y jamás hubiese me suplicado que hiciese algo que no era de mi agrado en absoluto, además, parecía triste, pero es algo que deje pasar. Tras una hora de terapia social y consejos sobre la vida, llego al hogar una visita bastante esperada. Tenia tanto sueño y tanta confusión en la cabeza por las palabras de todos que apenas reaccioné a aquel sonido causado por un choque de manos con puerta. Mi hermano mediano, John, se encargó de abrir la puerta y recibir con gusto al que se suponía que era Lord Becket. Como decirlo… la palabra Lord, me inspiraba desde que había conocido a Ash a pensar en una persona decidida, con cara seria, aspecto rico y ambicioso, pero sobretodo a pensar en un hombre alto y… no, Becket no era así. Diría que media un metro y medio de altura y que por mas que le mirase, no estaba, pues no encontraba presencia alguna en el. -Keira, te presento a Lord Beckett. Ha viajado desde muy lejos para encontrarte y esta dispuesto a hacerte feliz- Dijo Frederick, que se había aproximado rápidamente a mi pretendiente. El hombre bajo se acerco rápidamente hacia mi y se arrodillo tomándome la mano, lo cual hizo que me inclinase hacia delante para no caer por la diferencia de estatura –Mi querida Keira, no sabéis cuanto me complace veros, sois tan bella…mas de lo que imaginaba. Permitidme que os invite a dar un paseo, tenemos tantas cosas de la que hablar… No sintáis vergüenza por favor, haré que os sintáis segura a mi vera- Increíble, ya no solo no tenia presencia física, sino que al hablar tampoco se hacia de prestar atención, simplemente sus palabras sonaban huecas en mi mente y estaba segura de que no era la única a la que le causaba esa sensación.
Al aceptar aquella petición no tuve más remedio que someterme a casi medio día entero de palabrerías propias de un Lord. Se limitaba a relatarme su vida desde el día en que nación, lo rico que era, todo lo que poseía, su forma de gobernar a la gente… y todo a la vez que intentaba en vano volver a tomarme de la mano, ni loca iba a volver a dársela. A la mayoría de sus palabras no preste atención, no me importaba lo grande que fuese su bañera ni lo cómodo que fuese su sillón. Yo solo pensaba en excusas, excusas para evitarlo todo, en la libertad y en la hermana de Ash, pues cuando supe el hecho, me entristecí al pensar que quizá aquel hombre había estado pasando las mismas penurias que yo, y es que estaba convencida que tanta riqueza no podía dar felicidad si esta no se comparte. Fue algo en lo que no pude evitar pensar durante un buen rato, incluso cuando nos sentamos a reposar en un banco de una de las mas grandes plazas de Paris seguía pensando en esa vida tan misteriosa de Ash, pues que no tuviese esposa no significaba que no la hubiese tenido, o que estuviese enamorado de alguien…o al menos que tuviese perro. ¿Y si le gustaba la soledad? No, no podía ser, por que si no ¿Por qué se relacionaba con una persona de tan baja clase como yo? ¿Por qué? ¿Por qué? Deje de pensar en todo aquello cuando noté que algo se posaba sobre mi mano, y es que aquel hombre de tan poca presencia estaba colocando un gran anillo plateado sobre mi dedo, el cual portaba lo que parecía ser un diamante justo en el centro –Mi querida Keira, tomad esto como muestra de mi amor y nuestro compromiso hasta la semana que viene- dijo el hombre -¿Hasta la semana que viene?-pregunté extrañada imaginándome lo peor- Por supuesto querida, he hablado con los cargos de la iglesia mas próxima y están dispuestos a contraernos en matrimonio la semana que viene- Aquellas palabras consiguieron desmoralizarme durante el resto de la tarde en la que, como no, aquel hombre seguía contándome su vida.
Al anochecer, Becket decidió acompañarme hasta mi hogar como muestra de caballerosidad y no por preocupación a lo que me pudiese suceder, vaya hombre.
-Keira… a llegado a mis oídos que os encontráis con un hombre de alta clase bastantes veces en la noche ¿No es así?-
-Si, así es, se trata de un buen amigo mío. Espero que no os moleste –dije en un tono totalmente forzado e irónico
-Pues si que me molesta, y bastante. Veréis querida, no es el hecho de que os encontréis con otro hombre a altas horas de la noche el que verdaderamente me molesta, sino el problema de que os pueda suceder-
-El Sr. Ravnos es una persona en la que se puede confiar, no os preocupéis. Es mas, es el quien me ha salvado varia veces de sufrir un accidente que podría haberme costado mas que la perdida de la vida-
-No me entendéis, más de medio Paris sabe que el alto general se encuentra a escondidas con una mediocre, o para algunos fulana, a altas horas de la noche. A el no le van a hacer nada, por supuesto, pero a vos si que pueden. Me refiero a que ya hay rumores de que sois una gitana que solo busca dinero, o una bruja que con hechizos intenta hacerse con el y su vida. No me seria de extrañar que una noche os apedreen como a un animal para intentar salvar la pobre vida del general. Keira, os prohíbo que os volváis a ver con el, no quiero que el pueblo os queme en la hoguera como se hacia con las brujas. Por nuestro destino no os preocupéis, nos iremos de Paris cuando la boda termine, y para cuando lleguéis a mi hogar pareceréis toda una señorita… -hizo una pausa y yo por mi cuenta empezaba a marearme por la situación- ¿Queréis que vayamos a un sitio mas tranquilo? Tu y yo solos…claro, para charlar…-
-No, no, no. Me siento mareada… y es mejor que vaya a trabajar. He faltado ya varias veces a la taberna- No estaba dispuesta a quedarme mas tiempo junto a ese hombre, solo tenia ganas de estar sola para reflexionar y pensar que hacer a partir de ahora
-He cancelado vuestro contrato, el Sr Biggs no ha puesto ninguna queja…-
-Pues…pues voy a ¡Confesarme! No quisiera ir impura a nuestro compromiso, ya sabéis, quiero aparecer como nueva, como sin usar- No se lo que estaría imaginando aquel hombre, pero el caso es que no puso oposición y me dejo ir.
Aunque faltaba poco camino para llegar a casa, decidí dar media vuelta y dirigirme hacia otro lugar. Una vez mas estaba sin rumbo fijo, sin saber por que andaba sin parar pero tras recordar todo lo contado por Lord Becket sabía a quien quería ver al menos. Me paré en seco en una de las calles que se encontraba alejada del centro de la ciudad y comencé a pensar donde podría encontrar a Ash, cierto era que halla donde iba el estaba, pero no sabría con certeza hacia donde dirigirme. Sin pensarlo dos veces, tomé una calle que llevaba hacia los bosques. Esta vez me daba igual si me encontraba a unos violadores, un lobo gigante o un hermano empedernido, al menos todo eso haría que desconectase de esta situación de vida y quizá con suerte me alejasen de Lord Becket.
Sin más miedo que a una ceremonia, me adentré en el bosque esperando que Ash apareciese en algún lugar. Tras unos minutos caminando entre arboles, me percaté de que me estaba perdiendo yo sola, por ello, decidí pararme y reposar la espalda en un árbol esperando un nuevo milagro. ¿Era cierto que me apedrearían si seguía encontrándome con Ash? ¡Y si le hacían algo a el? No me lo perdonaría…quizá lo mejor seria casarse…
Pasaron bastantes cosas desde la última que vez que vi a Ash. Aquella noche en la que salí de su casa sin apenas despedirme y mirar atrás, decidí no volver a casa en lo que quedaba de día, por lo que simplemente anduve por las calles oscuras a sabiendas de que estaba adentrándome en la boca del lobo – y nunca jamás mejor dicho- si tan siquiera rumbo fijo. Pensaba mientras caminaba en las ultimas palabras que aquel hombre que tan misterioso se me hacia me había dedicado antes de salir descortésmente de su hogar. Era cierto, yo era un persona lo suficientemente despierta y atrevida para hacer lo que quisiese, pero supongo que no llegaría a comprender la profundidad del asunto. Se trataba de Frederick, mi hermano, y aunque tuviese tan mal presencia al aparecer seguía siéndolo, y aunque quisiese que pagase a sus fulanas, seguía siéndolo. Una persona cualquiera tenía todo el derecho a rechazarle, pero yo no, y por mucho que me doliese, debía ayudarle.
Por ello, a la mañana siguiente ya me encontraba en mi casa acompañada de tres de mis hermanos, los cuales no hicieron mas que incentivarme a aceptar el compromiso, y me resultó extraño, pues el mas pequeño, Ian, nunca había sido de tal mentalidad y jamás hubiese me suplicado que hiciese algo que no era de mi agrado en absoluto, además, parecía triste, pero es algo que deje pasar. Tras una hora de terapia social y consejos sobre la vida, llego al hogar una visita bastante esperada. Tenia tanto sueño y tanta confusión en la cabeza por las palabras de todos que apenas reaccioné a aquel sonido causado por un choque de manos con puerta. Mi hermano mediano, John, se encargó de abrir la puerta y recibir con gusto al que se suponía que era Lord Becket. Como decirlo… la palabra Lord, me inspiraba desde que había conocido a Ash a pensar en una persona decidida, con cara seria, aspecto rico y ambicioso, pero sobretodo a pensar en un hombre alto y… no, Becket no era así. Diría que media un metro y medio de altura y que por mas que le mirase, no estaba, pues no encontraba presencia alguna en el. -Keira, te presento a Lord Beckett. Ha viajado desde muy lejos para encontrarte y esta dispuesto a hacerte feliz- Dijo Frederick, que se había aproximado rápidamente a mi pretendiente. El hombre bajo se acerco rápidamente hacia mi y se arrodillo tomándome la mano, lo cual hizo que me inclinase hacia delante para no caer por la diferencia de estatura –Mi querida Keira, no sabéis cuanto me complace veros, sois tan bella…mas de lo que imaginaba. Permitidme que os invite a dar un paseo, tenemos tantas cosas de la que hablar… No sintáis vergüenza por favor, haré que os sintáis segura a mi vera- Increíble, ya no solo no tenia presencia física, sino que al hablar tampoco se hacia de prestar atención, simplemente sus palabras sonaban huecas en mi mente y estaba segura de que no era la única a la que le causaba esa sensación.
Al aceptar aquella petición no tuve más remedio que someterme a casi medio día entero de palabrerías propias de un Lord. Se limitaba a relatarme su vida desde el día en que nación, lo rico que era, todo lo que poseía, su forma de gobernar a la gente… y todo a la vez que intentaba en vano volver a tomarme de la mano, ni loca iba a volver a dársela. A la mayoría de sus palabras no preste atención, no me importaba lo grande que fuese su bañera ni lo cómodo que fuese su sillón. Yo solo pensaba en excusas, excusas para evitarlo todo, en la libertad y en la hermana de Ash, pues cuando supe el hecho, me entristecí al pensar que quizá aquel hombre había estado pasando las mismas penurias que yo, y es que estaba convencida que tanta riqueza no podía dar felicidad si esta no se comparte. Fue algo en lo que no pude evitar pensar durante un buen rato, incluso cuando nos sentamos a reposar en un banco de una de las mas grandes plazas de Paris seguía pensando en esa vida tan misteriosa de Ash, pues que no tuviese esposa no significaba que no la hubiese tenido, o que estuviese enamorado de alguien…o al menos que tuviese perro. ¿Y si le gustaba la soledad? No, no podía ser, por que si no ¿Por qué se relacionaba con una persona de tan baja clase como yo? ¿Por qué? ¿Por qué? Deje de pensar en todo aquello cuando noté que algo se posaba sobre mi mano, y es que aquel hombre de tan poca presencia estaba colocando un gran anillo plateado sobre mi dedo, el cual portaba lo que parecía ser un diamante justo en el centro –Mi querida Keira, tomad esto como muestra de mi amor y nuestro compromiso hasta la semana que viene- dijo el hombre -¿Hasta la semana que viene?-pregunté extrañada imaginándome lo peor- Por supuesto querida, he hablado con los cargos de la iglesia mas próxima y están dispuestos a contraernos en matrimonio la semana que viene- Aquellas palabras consiguieron desmoralizarme durante el resto de la tarde en la que, como no, aquel hombre seguía contándome su vida.
Al anochecer, Becket decidió acompañarme hasta mi hogar como muestra de caballerosidad y no por preocupación a lo que me pudiese suceder, vaya hombre.
-Keira… a llegado a mis oídos que os encontráis con un hombre de alta clase bastantes veces en la noche ¿No es así?-
-Si, así es, se trata de un buen amigo mío. Espero que no os moleste –dije en un tono totalmente forzado e irónico
-Pues si que me molesta, y bastante. Veréis querida, no es el hecho de que os encontréis con otro hombre a altas horas de la noche el que verdaderamente me molesta, sino el problema de que os pueda suceder-
-El Sr. Ravnos es una persona en la que se puede confiar, no os preocupéis. Es mas, es el quien me ha salvado varia veces de sufrir un accidente que podría haberme costado mas que la perdida de la vida-
-No me entendéis, más de medio Paris sabe que el alto general se encuentra a escondidas con una mediocre, o para algunos fulana, a altas horas de la noche. A el no le van a hacer nada, por supuesto, pero a vos si que pueden. Me refiero a que ya hay rumores de que sois una gitana que solo busca dinero, o una bruja que con hechizos intenta hacerse con el y su vida. No me seria de extrañar que una noche os apedreen como a un animal para intentar salvar la pobre vida del general. Keira, os prohíbo que os volváis a ver con el, no quiero que el pueblo os queme en la hoguera como se hacia con las brujas. Por nuestro destino no os preocupéis, nos iremos de Paris cuando la boda termine, y para cuando lleguéis a mi hogar pareceréis toda una señorita… -hizo una pausa y yo por mi cuenta empezaba a marearme por la situación- ¿Queréis que vayamos a un sitio mas tranquilo? Tu y yo solos…claro, para charlar…-
-No, no, no. Me siento mareada… y es mejor que vaya a trabajar. He faltado ya varias veces a la taberna- No estaba dispuesta a quedarme mas tiempo junto a ese hombre, solo tenia ganas de estar sola para reflexionar y pensar que hacer a partir de ahora
-He cancelado vuestro contrato, el Sr Biggs no ha puesto ninguna queja…-
-Pues…pues voy a ¡Confesarme! No quisiera ir impura a nuestro compromiso, ya sabéis, quiero aparecer como nueva, como sin usar- No se lo que estaría imaginando aquel hombre, pero el caso es que no puso oposición y me dejo ir.
Aunque faltaba poco camino para llegar a casa, decidí dar media vuelta y dirigirme hacia otro lugar. Una vez mas estaba sin rumbo fijo, sin saber por que andaba sin parar pero tras recordar todo lo contado por Lord Becket sabía a quien quería ver al menos. Me paré en seco en una de las calles que se encontraba alejada del centro de la ciudad y comencé a pensar donde podría encontrar a Ash, cierto era que halla donde iba el estaba, pero no sabría con certeza hacia donde dirigirme. Sin pensarlo dos veces, tomé una calle que llevaba hacia los bosques. Esta vez me daba igual si me encontraba a unos violadores, un lobo gigante o un hermano empedernido, al menos todo eso haría que desconectase de esta situación de vida y quizá con suerte me alejasen de Lord Becket.
Sin más miedo que a una ceremonia, me adentré en el bosque esperando que Ash apareciese en algún lugar. Tras unos minutos caminando entre arboles, me percaté de que me estaba perdiendo yo sola, por ello, decidí pararme y reposar la espalda en un árbol esperando un nuevo milagro. ¿Era cierto que me apedrearían si seguía encontrándome con Ash? ¡Y si le hacían algo a el? No me lo perdonaría…quizá lo mejor seria casarse…
Keira Brandford- Humano Clase Baja
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Fecha de inscripción : 30/10/2011
DATOS DEL PERSONAJE
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Re: Las situaciones se complican
La situación empezaba a complicarse. Por una parte, la falta de sueño y el desanimo provocado durante el día estaban acabando con mis fuerzas, por otro, no había forma de tan siquiera rozar a Ash. El joven parecía disfrutar con lo que hacíamos, como si fuese una afición que hacia mucho que no practicaba, y como si no le importase lo perjudicada que yo pudiese salir de aquellos, o al menos, eso es lo que pude deducir con sus primeras palabras tras el segundo ataque.
Pude volver a corroborar lo anterior cuando el muchacho, sin esperarlo, volvió a tomarme de la muñeca. Al principio pensé que se proponía una vez mas desarmarme dejándome en el suelo, pero cuando su muñeca comenzó a girar para que la mía lo hiciese bruscamente, me di cuenta de que no se trataba de eso. Me estaba haciendo bastante daño, pues torcía mi muñeca con una fuerza que no podía llegar de parte de un amigo. Para colmo, consiguió que me doblase de dolor al sumar a la acción una patada directa a la espinilla, que dejaría dolor durante bastante tiempo. Grité, quizás de confusión en vez de dolor, pero tuve que hacerlo. Tras ello, Ash tomó el sable por la hoja, algo casi impensable, pero no estaba muy segura de cómo lo hizo, pues la posición en la que me encontraba no me permitía ver mas arriba de la rodilla del joven.
Tras varios minutos, los cuales parecieron ser una eternidad, el joven cedió con la tortura. Me solté y aparté de él un par de pasos, difícilmente a causa del dolor en la pierna y sin dejar de sujetarme la muñeca dañada con la mano que anteriormente portaba el sable. Esta vez le miré directamente a los ojos sin importar cuan bajo cayese al hacerlo –Ash… ya es demasiado, me hacéis daño- dije en voz muy baja ¿Qué pretendía? ¿Hacer de mí un militar? Temí cuando el muchacho blandió el arma. Pensé que realizaría una estocada que esta vez no podría esquivar, por ello, cerré los ojos para no ver lo que sucedería y como siempre, quedé sorprendida. Al notar como la hoja del sable pasaba cerca de mi pierna y no sentir dolor, decidí mirar para comprobar que era lo que acababa de hacer el joven. Para mi sorpresa, había rajado la falda de la cintura hasta el final de esta, haciendo que una pierna quedase al descubierto por completo. Me sonrojé, cosa que nunca había hecho. Rápidamente me refugié entre los restos de tela al comprobar que Ash no paraba de mirar esa zona, fue medianamente en vano la acción, pues quedó sin remedio al descubierto toda la pierna hasta la mitad del muslo. En el fondo, sabía que lo había hecho para mayor comodidad, pero aquellas sonrisas…aquella mirada, hacían que pensase locuras y tonterías sobre la razón de la acción y eso hacia que me pusiese tremendamente nerviosa. Si antes estaba confusa por sus intenciones, ahora lo estaba más…
Ash volvió a prestarme el arma, pero esta vez el se hizo con una rama que se encontraba en el suelo. Era firme y consistente, pero una autentica locura como medio de defensa, o al menos eso pensaba yo mientras el joven no hacia mas que hablar como si de un autentico entrenamiento para marchar a la guerra se tratase. Gritó para que me pusiese en guardia y volví a tomar el sable con torpeza. El muchacho de mientras utilizó la rama como si de un autentico arma se tratase y comenzó a moverse como maestro de esgrima. Se dirigió rápidamente hacia a mi. Asombrosamente, pude averiguar que pretendía hacer y aparté el hombro hacia atrás y me derribé al suelo para evitar que me diese con la rama. Su siguiente ataque fue tan rápido y directo que no pude ni si quiera verlo llegar, pues pensé que en vez de volver a reaccionar se apartaría. Acto seguido del ataque hacia el hombro, realizó un dirigido directamente al cuello. No pude evitarlo, no conseguí esquivarlo y volví a sentir dolor. El dolor era indescriptible, una mezcla entre en dolor provocado por una herida y un tremendo escozor. Giré mi cabeza hacia un lado, dejé el sable junto a mí en el suelo y toqué la herida que Ash me había provocado. La cubrí durante unos momentos y aparté la mano. Cuando la miré pude darme cuenta que se encontraba manchada de sangre. Me sulfuré, me cabreé con el ¿Pero que diantres le pasaba? Encima de que había decidido creerle y confiar en el ahora se volvía similar a mi enemigo ¿Es que quería confundirme? Volví a acariciar con la misma mano la zona herida, por lo que se manchó aun más de sangre. Miré atentamente a Ash a los ojos y pude comprobar que los tenia de un extraño color, desde luego no parecía el -¡Basta ya! ¡Mirad lo que habéis hecho! ¿Es que queréis matarme?...-Dije con voz aterrorizada. Sus ojos profundos y cautivadores ya no eran los mimos, parecían ojos cargados de ira y me provocaron un efecto contrario a lo habitual, pues consiguieron que temiese a Ash lo mas que se puede temer a una persona aquella noche.
Pude volver a corroborar lo anterior cuando el muchacho, sin esperarlo, volvió a tomarme de la muñeca. Al principio pensé que se proponía una vez mas desarmarme dejándome en el suelo, pero cuando su muñeca comenzó a girar para que la mía lo hiciese bruscamente, me di cuenta de que no se trataba de eso. Me estaba haciendo bastante daño, pues torcía mi muñeca con una fuerza que no podía llegar de parte de un amigo. Para colmo, consiguió que me doblase de dolor al sumar a la acción una patada directa a la espinilla, que dejaría dolor durante bastante tiempo. Grité, quizás de confusión en vez de dolor, pero tuve que hacerlo. Tras ello, Ash tomó el sable por la hoja, algo casi impensable, pero no estaba muy segura de cómo lo hizo, pues la posición en la que me encontraba no me permitía ver mas arriba de la rodilla del joven.
Tras varios minutos, los cuales parecieron ser una eternidad, el joven cedió con la tortura. Me solté y aparté de él un par de pasos, difícilmente a causa del dolor en la pierna y sin dejar de sujetarme la muñeca dañada con la mano que anteriormente portaba el sable. Esta vez le miré directamente a los ojos sin importar cuan bajo cayese al hacerlo –Ash… ya es demasiado, me hacéis daño- dije en voz muy baja ¿Qué pretendía? ¿Hacer de mí un militar? Temí cuando el muchacho blandió el arma. Pensé que realizaría una estocada que esta vez no podría esquivar, por ello, cerré los ojos para no ver lo que sucedería y como siempre, quedé sorprendida. Al notar como la hoja del sable pasaba cerca de mi pierna y no sentir dolor, decidí mirar para comprobar que era lo que acababa de hacer el joven. Para mi sorpresa, había rajado la falda de la cintura hasta el final de esta, haciendo que una pierna quedase al descubierto por completo. Me sonrojé, cosa que nunca había hecho. Rápidamente me refugié entre los restos de tela al comprobar que Ash no paraba de mirar esa zona, fue medianamente en vano la acción, pues quedó sin remedio al descubierto toda la pierna hasta la mitad del muslo. En el fondo, sabía que lo había hecho para mayor comodidad, pero aquellas sonrisas…aquella mirada, hacían que pensase locuras y tonterías sobre la razón de la acción y eso hacia que me pusiese tremendamente nerviosa. Si antes estaba confusa por sus intenciones, ahora lo estaba más…
Ash volvió a prestarme el arma, pero esta vez el se hizo con una rama que se encontraba en el suelo. Era firme y consistente, pero una autentica locura como medio de defensa, o al menos eso pensaba yo mientras el joven no hacia mas que hablar como si de un autentico entrenamiento para marchar a la guerra se tratase. Gritó para que me pusiese en guardia y volví a tomar el sable con torpeza. El muchacho de mientras utilizó la rama como si de un autentico arma se tratase y comenzó a moverse como maestro de esgrima. Se dirigió rápidamente hacia a mi. Asombrosamente, pude averiguar que pretendía hacer y aparté el hombro hacia atrás y me derribé al suelo para evitar que me diese con la rama. Su siguiente ataque fue tan rápido y directo que no pude ni si quiera verlo llegar, pues pensé que en vez de volver a reaccionar se apartaría. Acto seguido del ataque hacia el hombro, realizó un dirigido directamente al cuello. No pude evitarlo, no conseguí esquivarlo y volví a sentir dolor. El dolor era indescriptible, una mezcla entre en dolor provocado por una herida y un tremendo escozor. Giré mi cabeza hacia un lado, dejé el sable junto a mí en el suelo y toqué la herida que Ash me había provocado. La cubrí durante unos momentos y aparté la mano. Cuando la miré pude darme cuenta que se encontraba manchada de sangre. Me sulfuré, me cabreé con el ¿Pero que diantres le pasaba? Encima de que había decidido creerle y confiar en el ahora se volvía similar a mi enemigo ¿Es que quería confundirme? Volví a acariciar con la misma mano la zona herida, por lo que se manchó aun más de sangre. Miré atentamente a Ash a los ojos y pude comprobar que los tenia de un extraño color, desde luego no parecía el -¡Basta ya! ¡Mirad lo que habéis hecho! ¿Es que queréis matarme?...-Dije con voz aterrorizada. Sus ojos profundos y cautivadores ya no eran los mimos, parecían ojos cargados de ira y me provocaron un efecto contrario a lo habitual, pues consiguieron que temiese a Ash lo mas que se puede temer a una persona aquella noche.
Keira Brandford- Humano Clase Baja
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Fecha de inscripción : 30/10/2011
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Re: Las situaciones se complican
El vampiro la observaba como el lobo que observa a la indefensa liebre en un gran campo abierto. No dejaba de recorrerla con la mirada, acariciando cada centímetro de su esencia con sus inquietos ojos centelleantes -Me haceis daño, me haceis daño...- la imitó con desprecio anclando definitivamente sus orbes en la sangre que emanaba de su cuello, dando un paso amenazante hacia ella.
Ash intentaba reprimirse, pero ¿Cómo podía hacerlo? Estaban los dos a solas en el bosque a la vez que ella lucía un hermoso fluido vital carmesí. El líquido parecía ser tan terso, tibio, delicioso... su aroma lo embriagaba y por un momento no pudo vislumbrar con claridad el rostro de la chica, sólamente su sangre.
No obstante las palabras de Keira le sacaron de ese pequeño trance en el que había caido. Calló unos segundos y cerró los ojos a la par que le daba la espalda a Keira. Caminó un par de pasos para alejarse de ella y respiró profundamente para que el olor invernal impregnase su olfato con un olor húmedo y algo desagradable -Por vuestro Santo Dios...- dijo marcando así su enorme anticristianismo, prejuzgando que ella sí creería en la "Madre Iglesia" -Si quisiese mataros no estaríais en el suelo quejandoos como una pobre niña perdida en medio de una calle abarrotada...- giró la cabeza para mirarla por encima del hombro, su voz parecía más relajada que antes -Keira, debeis recordar que Él y los demás sí buscarán mataros cuando oseis plantaros frente a ellos blandiendo un arma buscando venganza. Debeis entenderlo, debeis entrenar como si fuese el verdadero combate para acostumbraros a esa situación. Teneis que endurecer vuestro cuerpo y mente.- se acercó a ella y le tendió la mano cortés para ayudarla a levantar -Y también vuestro corazón, pues nunca se sabe quién podría ser vuestro enemigo. Si yo fuese realmente el verdadero cabecilla tras todo este mal hurdido plan, seguramente habríais perecido en escasos segundos al reconocer mi imagen como un amigo, compañero o protector... Aquella debilidad que os abordó hace horas no debe derrumbaros, confiad en mi querida...- le sonrió ocultando tras aquella amistosa faz un instinto que comenzaba a devorarle por dentro. Deseaba más que nunca alejarse de ella, mandarla a su hogar... pero debía de practicar un poco más, aunque sea unos movimientos más -Vamos... levantaos sobre los pies que os derribaron, alzaos sobre el enemigo que os atacó para poner fin a su existencia con el mayor de los honores... debeis superarle en todo- dijo como si fuese un noble guerrero de otras épocas, mas no se contuvo pues imaginaba que Keira poco sabría de la historia del mundo. -Solo un intento más y podréis ir a descansar, querida. Debéis darlo todo, intentad rozarme aunque sea con vuestro puño.- la animó mientras aguardaba que le tendiese su mano -Mostrad la voluntad que siempre habéis tenido en vuestro corazón, vuestro orgullo... y podréis conquistar el universo- sonrió malicioso aguardando la próxima acometida.
Ash intentaba reprimirse, pero ¿Cómo podía hacerlo? Estaban los dos a solas en el bosque a la vez que ella lucía un hermoso fluido vital carmesí. El líquido parecía ser tan terso, tibio, delicioso... su aroma lo embriagaba y por un momento no pudo vislumbrar con claridad el rostro de la chica, sólamente su sangre.
No obstante las palabras de Keira le sacaron de ese pequeño trance en el que había caido. Calló unos segundos y cerró los ojos a la par que le daba la espalda a Keira. Caminó un par de pasos para alejarse de ella y respiró profundamente para que el olor invernal impregnase su olfato con un olor húmedo y algo desagradable -Por vuestro Santo Dios...- dijo marcando así su enorme anticristianismo, prejuzgando que ella sí creería en la "Madre Iglesia" -Si quisiese mataros no estaríais en el suelo quejandoos como una pobre niña perdida en medio de una calle abarrotada...- giró la cabeza para mirarla por encima del hombro, su voz parecía más relajada que antes -Keira, debeis recordar que Él y los demás sí buscarán mataros cuando oseis plantaros frente a ellos blandiendo un arma buscando venganza. Debeis entenderlo, debeis entrenar como si fuese el verdadero combate para acostumbraros a esa situación. Teneis que endurecer vuestro cuerpo y mente.- se acercó a ella y le tendió la mano cortés para ayudarla a levantar -Y también vuestro corazón, pues nunca se sabe quién podría ser vuestro enemigo. Si yo fuese realmente el verdadero cabecilla tras todo este mal hurdido plan, seguramente habríais perecido en escasos segundos al reconocer mi imagen como un amigo, compañero o protector... Aquella debilidad que os abordó hace horas no debe derrumbaros, confiad en mi querida...- le sonrió ocultando tras aquella amistosa faz un instinto que comenzaba a devorarle por dentro. Deseaba más que nunca alejarse de ella, mandarla a su hogar... pero debía de practicar un poco más, aunque sea unos movimientos más -Vamos... levantaos sobre los pies que os derribaron, alzaos sobre el enemigo que os atacó para poner fin a su existencia con el mayor de los honores... debeis superarle en todo- dijo como si fuese un noble guerrero de otras épocas, mas no se contuvo pues imaginaba que Keira poco sabría de la historia del mundo. -Solo un intento más y podréis ir a descansar, querida. Debéis darlo todo, intentad rozarme aunque sea con vuestro puño.- la animó mientras aguardaba que le tendiese su mano -Mostrad la voluntad que siempre habéis tenido en vuestro corazón, vuestro orgullo... y podréis conquistar el universo- sonrió malicioso aguardando la próxima acometida.
Ash Ravnos- Vampiro Clase Alta
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Re: Las situaciones se complican
Mientras seguía acariciándome el cuello por la zona herida y miraba la mano manchada de sangre inútilmente, Ash comenzó a hablar. Empezó por repetir mis palabras, imitándome, cosa que me ofendió y provocó que pusiese mala cara, ya no solo por sus palabras sino por la extraña forma que empezaba a tener de mirarme. ¿Que le ocurría? Ni si quiera un pequeño ''lo siento'' salia de sus labios para excusar su ataque. La herida no era grave, era un simple corte que en poco dejaría de sangrar y con unas semanas casi desaparecería, pero no era algo que se provocase amistosamente.
El joven retrocedió y después volvió a su posición inicial. Siguió con su conversación, pero esta vez de un modo mas tranquilo y sereno. Sus palabras esta vez sonaban convincentes, seguras y cargadas de razón. era cierto que un hombre que había ordenado matar a mi hermano y había conseguido esclavizar a dos mas debía ser lo suficientemente poderoso e inteligente como para, si gustase, acabar con mi vida en un santiamén. el muchacho siguió hablando mientras me tendía la mano. A veces podía llegar a ser una mujer testaruda y cabezota, alocada, sin mente a veces... quizás esta era una de las veces en la que esta característica se hacia visible en mi, a juzgar era de si por estar en un bosque con un hombre a solas de madrugada, por blandir una sable con la intención de saber manejarlo en un futuro, o por no confiar en el. Tras sus ultimas palabras, le sujeté la mano que me tendía con mi mano marcada por el flujo carmesí proveniente de la herida pero sin levantarme en ningún momento -Tenéis razón...- Dije en voz baja intentando distraerle, para rápidamente sujetarme tanto de su mano como de la vara que portaba en la otra, tirando lo mas fuerte posible de esta con la intención de levantarme gracias al apoyo de ambas y para tomar el sable del suelo, propinarle un golpe al estomago con mi rodilla descubierta y colocar el arma rápidamente en el cuello de forma perpendicular, intentando que no volviese a estar armado y dejarlo inmóvil. Tras ello, daría un paso al frente y me colocaría frente a el, dejando mi rostro lo mas cerca posible del suyo, mirándole fijamente a los ojos y con la única interposición del sable -¿Y ahora que, Ash?-
El joven retrocedió y después volvió a su posición inicial. Siguió con su conversación, pero esta vez de un modo mas tranquilo y sereno. Sus palabras esta vez sonaban convincentes, seguras y cargadas de razón. era cierto que un hombre que había ordenado matar a mi hermano y había conseguido esclavizar a dos mas debía ser lo suficientemente poderoso e inteligente como para, si gustase, acabar con mi vida en un santiamén. el muchacho siguió hablando mientras me tendía la mano. A veces podía llegar a ser una mujer testaruda y cabezota, alocada, sin mente a veces... quizás esta era una de las veces en la que esta característica se hacia visible en mi, a juzgar era de si por estar en un bosque con un hombre a solas de madrugada, por blandir una sable con la intención de saber manejarlo en un futuro, o por no confiar en el. Tras sus ultimas palabras, le sujeté la mano que me tendía con mi mano marcada por el flujo carmesí proveniente de la herida pero sin levantarme en ningún momento -Tenéis razón...- Dije en voz baja intentando distraerle, para rápidamente sujetarme tanto de su mano como de la vara que portaba en la otra, tirando lo mas fuerte posible de esta con la intención de levantarme gracias al apoyo de ambas y para tomar el sable del suelo, propinarle un golpe al estomago con mi rodilla descubierta y colocar el arma rápidamente en el cuello de forma perpendicular, intentando que no volviese a estar armado y dejarlo inmóvil. Tras ello, daría un paso al frente y me colocaría frente a el, dejando mi rostro lo mas cerca posible del suyo, mirándole fijamente a los ojos y con la única interposición del sable -¿Y ahora que, Ash?-
Keira Brandford- Humano Clase Baja
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Re: Las situaciones se complican
Pudo sentir un suave contacto que se fundió entre ambas manos. Húmedo y espeso ¡Qué deliciosa caricia de la Santa Muerte para el condenado a vivir eternamente! Se mordió el labio disimulada y suavemente, distrayéndose, ignorando por completo el hábil plan de la muchacha que se alzó rauda valiéndose de Ash para tomar de nuevo su arma. Le golpeó para acorralarlo entre un árbol y la brillante hoja del sable que reflejaba la blanca luz de la luna como si la mujer estuviese empuñando un relámpago.
Anonadado, el vampiro echó a reir alegre y divertido con la vista clavada en el cielo -¿Ahora qué, decís solamente? No ha estado nada mal, madame, nada mal. Quizá no aprendáis demasiado rápido cómo debéis manejar un sable con soltura, pero sí poseéis el don de la picaresca. Mea culpa el hecho de encontrarme entre la espada y, en este caso, la madera.- continuaba riendo -Sigo sin comprender cómo siendo tan inteligente habeis subsistido sin convertiros en una hábil ladrona que podría haber saqueado mil bolsillos a ricos y no tan ricos...- furtivamente comenzó a deslizar sus manos muy despacio hacia debajo para, con un ágil y veloz movimiento, tomar a la señorita en brazos abrazando sus piernas y cambiar las tornas, apoyándola a ella contra el árbol. Buscó raudo el sable que le arrebató de las manos con un delicado movimiento de muñecas y le posó el arma de la misma forma que ella lo habría hecho anteriormente -Recordad no mostrar la más mínima compasión querida o podría sucederos esto... o algo peor- levantó el filo suavemente y le acarició los labios con la fría hoja con extremo cuidado -Seríais una gran pérdida... ya lo dije- sonrió con una enorme malicia, pues tras aquel "contraataque" con la mujer, había quedado sujetando la pierna desnuda de la mujer sosteniéndola ligeramente suspendida en el aire para evitar que ella pudiese evadirle, venciéndola definitivamente -Hemos terminado por hoy Keira... quedan muchos días por delante y me siento satisfecho con el movimiento anterior. No obstante debéis aprender a vencer sin usar muchas triquiñuelas ¿Por qué? Pues porque vuestro rival podría leeros el pensamiento con enorme facilidad si siempre usais la misma estrategia...- envainó su arma y se despegó de ella muy lentamente recorriéndole el cuello con los ojos. Le apetecía tantísimo dejarse seducir por la calidez de su cuerpo y saciar su sed... mas había tenido distracción suficiente para poder contenerse unos momentos más -Descansemos un poco antes de volver ¿Quereis? Si os interesa cualquier cosa, preguntad...- se marchó entonces en dirección al antiguo tronco para volver a sentarse en el, encendiendo nuevamente su pipa y disponiéndose a dar grandes y relajantes caladas de humo tóxico que fumaba en honor a aquellos que no volverían a probar su amargo sabor...
Anonadado, el vampiro echó a reir alegre y divertido con la vista clavada en el cielo -¿Ahora qué, decís solamente? No ha estado nada mal, madame, nada mal. Quizá no aprendáis demasiado rápido cómo debéis manejar un sable con soltura, pero sí poseéis el don de la picaresca. Mea culpa el hecho de encontrarme entre la espada y, en este caso, la madera.- continuaba riendo -Sigo sin comprender cómo siendo tan inteligente habeis subsistido sin convertiros en una hábil ladrona que podría haber saqueado mil bolsillos a ricos y no tan ricos...- furtivamente comenzó a deslizar sus manos muy despacio hacia debajo para, con un ágil y veloz movimiento, tomar a la señorita en brazos abrazando sus piernas y cambiar las tornas, apoyándola a ella contra el árbol. Buscó raudo el sable que le arrebató de las manos con un delicado movimiento de muñecas y le posó el arma de la misma forma que ella lo habría hecho anteriormente -Recordad no mostrar la más mínima compasión querida o podría sucederos esto... o algo peor- levantó el filo suavemente y le acarició los labios con la fría hoja con extremo cuidado -Seríais una gran pérdida... ya lo dije- sonrió con una enorme malicia, pues tras aquel "contraataque" con la mujer, había quedado sujetando la pierna desnuda de la mujer sosteniéndola ligeramente suspendida en el aire para evitar que ella pudiese evadirle, venciéndola definitivamente -Hemos terminado por hoy Keira... quedan muchos días por delante y me siento satisfecho con el movimiento anterior. No obstante debéis aprender a vencer sin usar muchas triquiñuelas ¿Por qué? Pues porque vuestro rival podría leeros el pensamiento con enorme facilidad si siempre usais la misma estrategia...- envainó su arma y se despegó de ella muy lentamente recorriéndole el cuello con los ojos. Le apetecía tantísimo dejarse seducir por la calidez de su cuerpo y saciar su sed... mas había tenido distracción suficiente para poder contenerse unos momentos más -Descansemos un poco antes de volver ¿Quereis? Si os interesa cualquier cosa, preguntad...- se marchó entonces en dirección al antiguo tronco para volver a sentarse en el, encendiendo nuevamente su pipa y disponiéndose a dar grandes y relajantes caladas de humo tóxico que fumaba en honor a aquellos que no volverían a probar su amargo sabor...
Ash Ravnos- Vampiro Clase Alta
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Re: Las situaciones se complican
Una vez tenia a Ash entre el filo de la espada y la espesa madera del árbol, no pude evitar reír a la vez que el lo hacia. Había sido fácil y sencillo dejarle en tal posición, casi increíble; y la situación era cuanto menos cómica cuando el joven comenzó a hablar de sus pensamientos -Creedme que esa picaresca de la que habláis es la primera vez que aparece, quizás signifique que no es el único don que pueda aparecer de mi inesperadamente- Dije en tono bajo, sin excluir de la voz el tono juguetón que curiosamente había creado. Desde luego no me reconocía a mi misma. La Keira tan cerrada y borde que siempre había sido ahora mantenía una curiosa conversación con un joven en medio de un bosque a altas horas de la noche. Pero no solo era esa la razón por la que me notaba distinta, el hecho de reír con alguien, pasar un rato agradable con alguien e increíblemente olvidar por completo la reciente perdida de un hermano, la desaparición de otros dos mas y y la complicada situación en la que un hombre totalmente desconocido quería algo de mi, solo podía provocármelo Ash ¡Era totalmente inhumano! Estaba completamente segura de que una vez el se marchara pasaría el resto del día llorando por mis penas y que cuando volviese a encontrarme con el una nueva sonrisa se dibujaría en mi rostro. ¿Que me estaba pasando? Era tan increíble... tan anormal... no podía evitar pensar que el joven quizás era capar de manipular mis sentimientos, pues si no, no existiría otra explicación. No quería, evitaba incluso, reconocer que la presencia de Ash era extremadamente agradable para mi... - Soy una persona humilde... por mucha hambre que haya llegado a pasar...bueno, quizás alguna vez si que robase a alguien- Le respondí a carcajadas tras sus ultimas palabras.
Algo ocurrió segundos después de contestar al muchacho, mientras seguía riendo a carcajadas. Sentí como algo me acariciaba suavemente la pierna desnuda y me di cuenta de que se trataba de la mano del joven cuando en un rápido movimiento, me sujetó por las piernas y me colocó en posición contraria, justamente en la posición de acorralamiento en la que anteriormente mantenía a Ash. Ahora era yo la que se encontraba entre la espada y el árbol y era él quien no me dejaba escapar. Entonces, el joven me arrebató el sable y lo posicionó perpendicular a mi cuello, para después elevarlo y hacer que el filo de la hoja acariciase mis labios. Era tremendamente difícil expresar lo que sentía en aquel momento, digamos que me encontraba demasiado tensa, el pulso había incrementado bastante y notaba como la cara se me había encendido, me habia ruborizado de una manera distinta a las anteriores. Fue imposible volver a la normalidad, por alguna razón, no pude parar de respirar entrecortadamente. Estaba segura de que esa tensión no desaparecería hasta que el muchacho no apartase su mano de mi pierna y también lo estaba de que costaría volver a la normalidad, pues sin querer, había sucumbido en sus ojos...Tras dar sus consejos, el joven se apartó lentamente y pude respirar con tranquilidad. Sin duda había acabado en una posición de rendimiento baja, tanto, que no salio palabra de mis labios.
El muchacho acabó por dar la idea de que descansásemos y se sentó en el anterior tronco, encendió su pipa y esperó ahí. Al principio dudé, pero acabé por sentarme a su lado. Examiné en silencio su posición y recaí en la pipa, objeto de vicio de muchos hombres con la excusa de que les tranquilizaban ¿Seria cierto? ¿Por que? No esperé a responder mis preguntas, pues le arrebaté la pipa de la boca y la coloqué en la mía para dar una primera calada a tal sustancia. No se si fue por que la calada era exagerada, pero aquel humo y sabor me provocó un rechazo total hacia tal cosa y no pude evitar toser sin parar -¿Que diantres? ¿Como puede gustaros esto? Esta totalmente asqueroso- dije con la poca voz que la tos me concedía. Cuando tal reacción corporal cesó, volví a reír por lo que había hecho. Pude verificar pues, que la idea de que con Ash junto a mi todo parecía no importar era totalmente cierta.
-¿Que es lo próximo que tengo que hacer? Decidme. Lo que sea con tal de volver a recuperar a mis hermanos y encontrar a ese hombre del que habláis...¿Que querrá de mi?...- dije en voz baja al cabo de un rato. Sentí frió y reparé en mi falda. No tenia ninguna otra mas para volver a vestir y pensaba que las de clase alta vestirían con una diferente cada día -Me debéis un vestido nuevo- Dije con una sonrisa sin y totalmente de broma.
Algo ocurrió segundos después de contestar al muchacho, mientras seguía riendo a carcajadas. Sentí como algo me acariciaba suavemente la pierna desnuda y me di cuenta de que se trataba de la mano del joven cuando en un rápido movimiento, me sujetó por las piernas y me colocó en posición contraria, justamente en la posición de acorralamiento en la que anteriormente mantenía a Ash. Ahora era yo la que se encontraba entre la espada y el árbol y era él quien no me dejaba escapar. Entonces, el joven me arrebató el sable y lo posicionó perpendicular a mi cuello, para después elevarlo y hacer que el filo de la hoja acariciase mis labios. Era tremendamente difícil expresar lo que sentía en aquel momento, digamos que me encontraba demasiado tensa, el pulso había incrementado bastante y notaba como la cara se me había encendido, me habia ruborizado de una manera distinta a las anteriores. Fue imposible volver a la normalidad, por alguna razón, no pude parar de respirar entrecortadamente. Estaba segura de que esa tensión no desaparecería hasta que el muchacho no apartase su mano de mi pierna y también lo estaba de que costaría volver a la normalidad, pues sin querer, había sucumbido en sus ojos...Tras dar sus consejos, el joven se apartó lentamente y pude respirar con tranquilidad. Sin duda había acabado en una posición de rendimiento baja, tanto, que no salio palabra de mis labios.
El muchacho acabó por dar la idea de que descansásemos y se sentó en el anterior tronco, encendió su pipa y esperó ahí. Al principio dudé, pero acabé por sentarme a su lado. Examiné en silencio su posición y recaí en la pipa, objeto de vicio de muchos hombres con la excusa de que les tranquilizaban ¿Seria cierto? ¿Por que? No esperé a responder mis preguntas, pues le arrebaté la pipa de la boca y la coloqué en la mía para dar una primera calada a tal sustancia. No se si fue por que la calada era exagerada, pero aquel humo y sabor me provocó un rechazo total hacia tal cosa y no pude evitar toser sin parar -¿Que diantres? ¿Como puede gustaros esto? Esta totalmente asqueroso- dije con la poca voz que la tos me concedía. Cuando tal reacción corporal cesó, volví a reír por lo que había hecho. Pude verificar pues, que la idea de que con Ash junto a mi todo parecía no importar era totalmente cierta.
-¿Que es lo próximo que tengo que hacer? Decidme. Lo que sea con tal de volver a recuperar a mis hermanos y encontrar a ese hombre del que habláis...¿Que querrá de mi?...- dije en voz baja al cabo de un rato. Sentí frió y reparé en mi falda. No tenia ninguna otra mas para volver a vestir y pensaba que las de clase alta vestirían con una diferente cada día -Me debéis un vestido nuevo- Dije con una sonrisa sin y totalmente de broma.
Keira Brandford- Humano Clase Baja
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Re: Las situaciones se complican
Le sorprendió bastante el hecho de que Keira actuase de esa manera, arrebatándole al vampiro su preciado cachibache para probarlo ella. El simple acto de la muchacha dibujó en el rostro de Ash una formidable sonrisa ¿Significaría que comenzaba a abrirse hacia él? ¿Le daría la oportunidad entonces de convertirse en su eterna compañera de viaje?
Rió jovial y divertido mientras ella comenzaba a toser sin control ninguno y preguntaba sobre cómo podía gustarle esa cosa -No es que me guste...- recogió de nuevo su objeto para seguir fumando -La cuestión es que me ... relaja, sí. Me ayuda a contener ciertos impulsos agresivos.- explicaba despreocupado, dibujando enormes círculos de humo que salían de su boca y se perdían en el ambiente -Ya sabéis, un soldado suele tener mucho temperamento y yo, no soy el Capitán General por casualidad.- echó a reir -A decir verdad, me hubieseis decepcionado si nunca robais... pues hay que ser suficientemente egoista para poder sobrevivir aunque para ello sea a costa de los demás. Cuando estás condenado a subsistir de la forma más miserable y más ruin, cuando no te queda más remedio que ser un parasito...- negó con la cabeza con suma suavidad, perdiendo la mirada en el interior del bosque -Hay que ser muy ingenuo, muy inútil, extremadamente imbécil para no aprovechar la vida en la que teneis un don muy especial...- sonrió malicioso y enormemente sombrío, como un demonio, mirando a Keira de reojo -Vos tenéis también un don madame, solamente necesitáis descubrir cual es. Y por favor, no penséis que me refiero a vuestra voz, pues cierto es que aunque sea maravillosa y angelical, cualquiera podría llegar a cantar. Pero hay algo en vuestra forma de ser que esconde un enorme potencial, la forma en la que os habéis comportado en la práctica de sable...- rió de forma maligna, sin quitarle el ojo de encima mientras la pipa humeaba de forma ondulante -Quizá toda la rabia, rencor y desprecio que hayais guardado hasta el día de hoy os convierta en una fiera guerrera, una buena luchadora. Quizá en una buena cazarrecompensas, una gran mujer cazadora para ganaros la vida vendiendo carnes de distintos animales peligrosos... viviríais como una duquesa- hablaba Ash con un tono evocador, con gran dominio de la retórica que intentaba convencer a la joven muchacha de que conseguiría grandes logros. No obstante, esa gran tentación que el vampiro intentaba provocar en la mujer no era más que la manzana más pútrida del Edén que la llevaría a cumplir la peor condena junto a él ¿Pero quién sabe? Quizá acompañados, la eternidad no sería tan mala...
Retomando el hilo de la conversación que había dejado atrás el muchacho divagando, se rascó un poco la barbilla pensativo -Lo próximo que debéis hacer... quizá sea no preguntar qué debéis hacer- cortó -Os contesté antes a cerca sobre lo que ese tipo pueda buscar de vos, Keira... Lo que sé no va a cambiar después de cruzar un par de veces el sable en un entrenamiento.- comentó amistoso entre risas -[color=red]De momento, cada noche, cerca de las diez de la noche os esperaré en la entrada al bosque... os aconsejo venir siempre con esa falda[/i] -[color=red][b]dirigió una mirada lasciva y juguetona hacia la mujer, que recorrió desde su pierna hasta sus ojos[/i] -[b]Ya sabéis, para mayor comodidad- echó a reir entonces denotando la broma -Pero bueno, hablando en serio... Os llevará algo de tiempo saber manejaros bien y saber defenderos con efectividad, aproximádamente uno o dos meses mínimo- recalcó poniéndose en pie -Mientras tanto, iré investigando lo que pueda sobre ese tal De Niro y sus contactos... Tomad- le entregó a la mujer la funda del sable -Consideradlo un regalo. Practicad si quereis en vuestro hogar cuando no tengáis nada mejor que hacer.- sacó también una pequeña bolsita de piel que dejó en la mano de la chica -Con eso podréis compraros comida y algunas ropas nuevas, o quizá adecentéis un poco el salón, lo que queráis... Son alrededor de unos dos mil francos... he de suponer que os servirá- sonrió afable, cosa que realmente le venía incomodando desde hacía un rato. La poca costumbre que tenía en sonreir le hacía molestar las mejillas... pero con Keira era tan sencillo que le asustaba. -Es demasiado tarde, volvamos a casa...- concluyó entonces dándose media vuelta y echó a caminar despacio para que ella le siguiese, rumbo a la casa de la mujer.
Rió jovial y divertido mientras ella comenzaba a toser sin control ninguno y preguntaba sobre cómo podía gustarle esa cosa -No es que me guste...- recogió de nuevo su objeto para seguir fumando -La cuestión es que me ... relaja, sí. Me ayuda a contener ciertos impulsos agresivos.- explicaba despreocupado, dibujando enormes círculos de humo que salían de su boca y se perdían en el ambiente -Ya sabéis, un soldado suele tener mucho temperamento y yo, no soy el Capitán General por casualidad.- echó a reir -A decir verdad, me hubieseis decepcionado si nunca robais... pues hay que ser suficientemente egoista para poder sobrevivir aunque para ello sea a costa de los demás. Cuando estás condenado a subsistir de la forma más miserable y más ruin, cuando no te queda más remedio que ser un parasito...- negó con la cabeza con suma suavidad, perdiendo la mirada en el interior del bosque -Hay que ser muy ingenuo, muy inútil, extremadamente imbécil para no aprovechar la vida en la que teneis un don muy especial...- sonrió malicioso y enormemente sombrío, como un demonio, mirando a Keira de reojo -Vos tenéis también un don madame, solamente necesitáis descubrir cual es. Y por favor, no penséis que me refiero a vuestra voz, pues cierto es que aunque sea maravillosa y angelical, cualquiera podría llegar a cantar. Pero hay algo en vuestra forma de ser que esconde un enorme potencial, la forma en la que os habéis comportado en la práctica de sable...- rió de forma maligna, sin quitarle el ojo de encima mientras la pipa humeaba de forma ondulante -Quizá toda la rabia, rencor y desprecio que hayais guardado hasta el día de hoy os convierta en una fiera guerrera, una buena luchadora. Quizá en una buena cazarrecompensas, una gran mujer cazadora para ganaros la vida vendiendo carnes de distintos animales peligrosos... viviríais como una duquesa- hablaba Ash con un tono evocador, con gran dominio de la retórica que intentaba convencer a la joven muchacha de que conseguiría grandes logros. No obstante, esa gran tentación que el vampiro intentaba provocar en la mujer no era más que la manzana más pútrida del Edén que la llevaría a cumplir la peor condena junto a él ¿Pero quién sabe? Quizá acompañados, la eternidad no sería tan mala...
Retomando el hilo de la conversación que había dejado atrás el muchacho divagando, se rascó un poco la barbilla pensativo -Lo próximo que debéis hacer... quizá sea no preguntar qué debéis hacer- cortó -Os contesté antes a cerca sobre lo que ese tipo pueda buscar de vos, Keira... Lo que sé no va a cambiar después de cruzar un par de veces el sable en un entrenamiento.- comentó amistoso entre risas -[color=red]De momento, cada noche, cerca de las diez de la noche os esperaré en la entrada al bosque... os aconsejo venir siempre con esa falda[/i] -[color=red][b]dirigió una mirada lasciva y juguetona hacia la mujer, que recorrió desde su pierna hasta sus ojos[/i] -[b]Ya sabéis, para mayor comodidad- echó a reir entonces denotando la broma -Pero bueno, hablando en serio... Os llevará algo de tiempo saber manejaros bien y saber defenderos con efectividad, aproximádamente uno o dos meses mínimo- recalcó poniéndose en pie -Mientras tanto, iré investigando lo que pueda sobre ese tal De Niro y sus contactos... Tomad- le entregó a la mujer la funda del sable -Consideradlo un regalo. Practicad si quereis en vuestro hogar cuando no tengáis nada mejor que hacer.- sacó también una pequeña bolsita de piel que dejó en la mano de la chica -Con eso podréis compraros comida y algunas ropas nuevas, o quizá adecentéis un poco el salón, lo que queráis... Son alrededor de unos dos mil francos... he de suponer que os servirá- sonrió afable, cosa que realmente le venía incomodando desde hacía un rato. La poca costumbre que tenía en sonreir le hacía molestar las mejillas... pero con Keira era tan sencillo que le asustaba. -Es demasiado tarde, volvamos a casa...- concluyó entonces dándose media vuelta y echó a caminar despacio para que ella le siguiese, rumbo a la casa de la mujer.
Ash Ravnos- Vampiro Clase Alta
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Re: Las situaciones se complican
-Pero hay otras cosas que relajan a la gente. Pasear, tomar un té caliente en el día mas frío, tocar en el piano la música mas suave, pensar en ocioso mientras estáis sentado en un campo, con el olor a césped y las nubes reflejando sobras en la piel, cerrar los ojos y no oír otra cosa que no sea el sonido de la naturaleza... incluso este momento. Estar acompañado mientras no hacéis otra cosa que mirar las brillantes estrellas y no poder dejar de preguntaros cuantas mas habrá en el mundo -Dije en respuesta a su excusa de por que fumaba, mientras alzaba la vista y hacia lo ultimo relatado - Eso es lo que me relaja a mi. ¡Y leer! leer es una de las cosas mas relajantes... o al menos eso dicen, no he tenido aun la suerte de comprobarlo- Dejé de admirar las estrellas para volver a mirar a mi acompañante con una sonrisa triste. De las pocas cosas que me entristecían y no se tragaba mi orgullo, era de no haber aprendido a leer nunca. Cuantas historias, cuantas novelas, cuantos viajes y cartas que jamas llegaría a conocer iba a dejar atrás...
El joven, a parte de mis pensamientos, siguió con la conversación. De su boca salieron una serie de palabras que jamas llegaría a imaginar, pues totalmente convencido aseguraba que yo potaba un don especial ¿Un don?
Según decía, no se trataba de mi voz ni mucho menos, sino de algo relacionado con mi forma de ser y desenvolverme; y quería relacionarlo con rabia e ira contenida. Además, verificaba la idea de que si ese potencial oculto se desarrollaba podría vivir como una cazadora para vender piezas a altos precios en el mercado -Os equivocáis. Esta es la forma de ser de cualquier mujer que no ha tenido niñez, que desde muy temprana edad se ha tenido que enfrentar a la vida tal y como es, sin cuentos, sin imaginar, casi sin tener que amar nada. En parte, agradezco haber nacido así... de lo contrario ahora seria una de esas remilgadas señoras que ocultan su faz tras una mascara de maquillaje y lanzan pañuelos para que un buen mozo se lo recoja y surja así una entrañable relación que acabaría ese mismo día siendo sexual, para después acabar abandonada por el mismo o peor aun, esclavizada por él- hice una mueca extraña mientras miraba al infinito, como si tuviese nauseas -Que locura... Gracias de igual forma por pensar algo así de mi, quizá sea uno de los mejores piropos que alguien me haya podido lanzar-
El muchacho se rascó la recortada barba y siguió hablando en tono un poco cortante, desde luego, había entendido mal mi pregunta retórica, pues ya sabia que nadie a kilómetros de distancia conocía la razón por la que De Niro me buscaba a mi y a mis hermanos - ¿Quien sabe?... quizás sea ese ''don'' del que habláis- dije entre risas recordando sus anteriores palabras. Tras eso, Ash se dispuso a acordar días y horas para comenzar una rutina de entrenamiento. En principio me pareció bien su idea, Becket había conseguido echarme del trabajo y no tendría problema alguno en convertirme en una criatura nocturna que solo duerme por el día, como las que los gitanos del pueblo aseguran desde siempre haber visto; pero cuando sugirió la idea de entrenar siempre con la misma falda rajada alegando ser mas cómoda, no pude evitar replicar - ¿Para mayor comodidad mía o vuestra?- Dije sonrojada a la vez que refugiaba mis piernas de la mirada lasciva del joven - Por dios, dejad de mirarme- dije por último a la vez que le daba un pequeño rempujón a Ash con la mano para que dejase de mirarme de tal forma. Anteriormente, esas miradas las había interpretado como un juego para distraerme en la lucha... pero volvería a la misma situación tensa de antes si seguía mirándome de tal forma.
El joven acabó por ponerse en pie y yo hice lo mismo al verle, significaba que la hora de marchar y la vuelta a la cruel realidad estaban cerca. Pensé que emprenderíamos el camino cuando empezó a contar lo que por su parte haría, pero para mi sorpresa, me entregó la funda del sable y una bolsa con dos mil francos. Rápidamente entendí que la funda era para complementar el sable y regalármelo y el dinero para gastármelo en lo que quisiese -No, no ,no. No puedo aceptar esto, ni tanto dinero- Dije cuando recogí el sable y me acerqué a el para que se volviera a hacer con sus bienes - En serio, no necesito nada mas de lo que tengo. Aun puedo hacer algo de sopa y coser esta ropa. Quedáoslo o repartidlo entre vuestras criadas. no puedo aceptarlo, ademas no soy de vuestra familia, apenas soy una conocida, no debéis ofrecérmelo- intentaba excusarme, aunque de igual forma, sabia que Ash se negaría, pero por dios... ¡dos mil francos! juraría no haber visto tanto dinero junto en mi vida.
Pronto llegaría el momento de marcharnos. Comencé a caminar hacia la salida del bosque y de ahí hasta las calles que concluirían en mi casa. Durante el camino, no sabia muy bien de que hablar. Mi mente divagaba en pensamientos, pues sabia que una vez Ash se marchase, mi mente volvería a la realidad y pasaría las horas en penas hasta que la única persona que sabia hacerme sonreír volviese. Era tan curiosa la situación desde que el aparecía hasta que se iba ¿Como era posible?. Ente tanto pensamiento, pronto llegamos a la casa. Abrí la puerta lentamente y me posicioné en la entrada, mirando fijamente a Ash - Podríais... podríais pasar y quedaos mas tiempo si queréis - Era inevitable, tenia miedo de que se marchase. Sabia perfectamente que la realidad volvería, que lloraría por mi hermano, que me preocuparía por los demás, que no dormiría sabiendo que un hombre me buscaba, que no encontraría la forma de espantar a aquel ''prometido'' y a los pueblerinos que pensaban que era una fulana, y que parecería un alma en pena hasta la siguiente noche -¿Que habéis hecho conmigo... Ash?- Pensé... o quizá dije en voz baja.
El joven, a parte de mis pensamientos, siguió con la conversación. De su boca salieron una serie de palabras que jamas llegaría a imaginar, pues totalmente convencido aseguraba que yo potaba un don especial ¿Un don?
Según decía, no se trataba de mi voz ni mucho menos, sino de algo relacionado con mi forma de ser y desenvolverme; y quería relacionarlo con rabia e ira contenida. Además, verificaba la idea de que si ese potencial oculto se desarrollaba podría vivir como una cazadora para vender piezas a altos precios en el mercado -Os equivocáis. Esta es la forma de ser de cualquier mujer que no ha tenido niñez, que desde muy temprana edad se ha tenido que enfrentar a la vida tal y como es, sin cuentos, sin imaginar, casi sin tener que amar nada. En parte, agradezco haber nacido así... de lo contrario ahora seria una de esas remilgadas señoras que ocultan su faz tras una mascara de maquillaje y lanzan pañuelos para que un buen mozo se lo recoja y surja así una entrañable relación que acabaría ese mismo día siendo sexual, para después acabar abandonada por el mismo o peor aun, esclavizada por él- hice una mueca extraña mientras miraba al infinito, como si tuviese nauseas -Que locura... Gracias de igual forma por pensar algo así de mi, quizá sea uno de los mejores piropos que alguien me haya podido lanzar-
El muchacho se rascó la recortada barba y siguió hablando en tono un poco cortante, desde luego, había entendido mal mi pregunta retórica, pues ya sabia que nadie a kilómetros de distancia conocía la razón por la que De Niro me buscaba a mi y a mis hermanos - ¿Quien sabe?... quizás sea ese ''don'' del que habláis- dije entre risas recordando sus anteriores palabras. Tras eso, Ash se dispuso a acordar días y horas para comenzar una rutina de entrenamiento. En principio me pareció bien su idea, Becket había conseguido echarme del trabajo y no tendría problema alguno en convertirme en una criatura nocturna que solo duerme por el día, como las que los gitanos del pueblo aseguran desde siempre haber visto; pero cuando sugirió la idea de entrenar siempre con la misma falda rajada alegando ser mas cómoda, no pude evitar replicar - ¿Para mayor comodidad mía o vuestra?- Dije sonrojada a la vez que refugiaba mis piernas de la mirada lasciva del joven - Por dios, dejad de mirarme- dije por último a la vez que le daba un pequeño rempujón a Ash con la mano para que dejase de mirarme de tal forma. Anteriormente, esas miradas las había interpretado como un juego para distraerme en la lucha... pero volvería a la misma situación tensa de antes si seguía mirándome de tal forma.
El joven acabó por ponerse en pie y yo hice lo mismo al verle, significaba que la hora de marchar y la vuelta a la cruel realidad estaban cerca. Pensé que emprenderíamos el camino cuando empezó a contar lo que por su parte haría, pero para mi sorpresa, me entregó la funda del sable y una bolsa con dos mil francos. Rápidamente entendí que la funda era para complementar el sable y regalármelo y el dinero para gastármelo en lo que quisiese -No, no ,no. No puedo aceptar esto, ni tanto dinero- Dije cuando recogí el sable y me acerqué a el para que se volviera a hacer con sus bienes - En serio, no necesito nada mas de lo que tengo. Aun puedo hacer algo de sopa y coser esta ropa. Quedáoslo o repartidlo entre vuestras criadas. no puedo aceptarlo, ademas no soy de vuestra familia, apenas soy una conocida, no debéis ofrecérmelo- intentaba excusarme, aunque de igual forma, sabia que Ash se negaría, pero por dios... ¡dos mil francos! juraría no haber visto tanto dinero junto en mi vida.
Pronto llegaría el momento de marcharnos. Comencé a caminar hacia la salida del bosque y de ahí hasta las calles que concluirían en mi casa. Durante el camino, no sabia muy bien de que hablar. Mi mente divagaba en pensamientos, pues sabia que una vez Ash se marchase, mi mente volvería a la realidad y pasaría las horas en penas hasta que la única persona que sabia hacerme sonreír volviese. Era tan curiosa la situación desde que el aparecía hasta que se iba ¿Como era posible?. Ente tanto pensamiento, pronto llegamos a la casa. Abrí la puerta lentamente y me posicioné en la entrada, mirando fijamente a Ash - Podríais... podríais pasar y quedaos mas tiempo si queréis - Era inevitable, tenia miedo de que se marchase. Sabia perfectamente que la realidad volvería, que lloraría por mi hermano, que me preocuparía por los demás, que no dormiría sabiendo que un hombre me buscaba, que no encontraría la forma de espantar a aquel ''prometido'' y a los pueblerinos que pensaban que era una fulana, y que parecería un alma en pena hasta la siguiente noche -¿Que habéis hecho conmigo... Ash?- Pensé... o quizá dije en voz baja.
Keira Brandford- Humano Clase Baja
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Fecha de inscripción : 30/10/2011
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Re: Las situaciones se complican
Caminaban ya rumbo al hogar de la muchacha mientras el vampiro recordaba las reacciones de la muchacha ante su "adicción" a relajarse fumando. Le hacía gracia en especial el hecho de que le tratara como a un humano, algo que no era de extrañar ya que siempre había sido muy cauto con lo que a su condición se refiere, aunque siempre preguntaban respecto a su ausencia en el momento claro del día... el por qué de sus sempiternas apariciones en las noches, cuanto más oscuras mejor.
La conversación entre ambos fluía con las respuestas afables de la mujer que señalaba que quizá Norbert la persiguiera debido a ese "don" del que Ash había hablado -Muy posiblemente sea eso, tengo razón entonces.- acompañó a la doncella en su risa amigable hasta que le reprochó con un pequeño empujón el comentario sobre su falda rota -¡Oh! Vuestra duda me ofende profundamente señorita Brandford- fingió con maestría un sereno tono de indignación y una expresión amarga en su rostro hasta que sonrió pícaro casi mostrando sus colmillos ligeramente perfilados -Es obvio que por la comodidad de sendas partas: Vuestro cuerpo y mis ojos- volvió a reir con un tono más grave y juguetón hasta que por fin llegaron al hogar.
Allí, Keira permaneció en la puerta y le invitó a entrar con un tono preocupado en la voz. Ash conocía la sensación que ella debía estar sintiendo en su interior en esos instantes y no hizo el más mínimo ademán de entrar en su hogar -Lo lamento, me encantaría pero he de marchar- se dio la vuelta y quedó dando la espalda a su amiga, sin moverse del lugar.
Aguardó unos instantes en silencio mirando al cielo hasta que volvió su rostro para mirarla por encima del hombro y pronunciar con suma calidez -Llorad- sus palabras afiladas cortaron el poco viento que los rodeaba -Llorad, estremeceros... Huid hacia vuestras sábanas, acurrucaros y abrazad la almohada. Sentid la soledad, dejad que os acaricie con su mano de tersa piel abrasadora. Fundíos con las cadenas que atenazarán vuestro corazón... Cuando amanezca, hallaréis una nueva luz, un motivo para continuar. Vuestro anhelo se convertirá en recuperar la tranquilidad que habéis perdido y ello os empujará a ser más letal y certera, os ayudará, creceréis...- se giró despacio para mirarla con una amplia sonrisa, tan cálida y acogedora como la de un padre que aconseja a su hija -El miedo que sentís ahora mismo no es más que la puerta que debéis abrir para evolucionar como ser humano. El dolor, querida Keira, el dolor os aplastará contra el suelo... os empujará tan hondo como podáis llegar, pero al final no hará más que impulsaros hacia vuestro objetivo.- echó a caminar entonces hacia la penumbra de la calle -El dolor, Keira, el dolor... Es el dolor lo que nos hace sentir vivos, un día más...- se alejó entonces de allí perdiendo de vista a la muchacha.
Finalmente, en el tejado de aquella gran mansión que había arrebatado por puro egoismo, rememoraba las palabras que había pronunciado a la mujer y las que ella le había regalado aún en el bosque sobre el olor a césped, a naturaleza y el cálido sol mientras observaba el gran último destello de la luna antes de que comenzara a caer en el horizonte -...No hay nubes en mi cielo, Keira. No hay reflejos, ni sombras de las mismas. No hay olor a hierba, no hay pestilencia hacia el tabaco, ni el dulce sabor de la carísima miel. No hay mantas calientes, no hay frío en la hoja de la espada... No hay lágrimas en mis ojos ni hay verdadero pesar en mi corazón...- suspiró profunda y pesadamente, aunque de su interior no emanó la más mínima nube de vaho -Os envidio, querida... En vuestra dicha está sentir la amargura, la soledad y el dolor esta noche... Brindo por vos... Por favor, brindad por mi- se levantó y quedó observando como el cielo comenzaba a tomar un tono azul tras de sí -Disfrutad el dolor que yo, hace milenios, dejé de sentir...- descendió ágil hasta perderse, solitario y felino entre las espesas sombras de un próximo amanecer.
La conversación entre ambos fluía con las respuestas afables de la mujer que señalaba que quizá Norbert la persiguiera debido a ese "don" del que Ash había hablado -Muy posiblemente sea eso, tengo razón entonces.- acompañó a la doncella en su risa amigable hasta que le reprochó con un pequeño empujón el comentario sobre su falda rota -¡Oh! Vuestra duda me ofende profundamente señorita Brandford- fingió con maestría un sereno tono de indignación y una expresión amarga en su rostro hasta que sonrió pícaro casi mostrando sus colmillos ligeramente perfilados -Es obvio que por la comodidad de sendas partas: Vuestro cuerpo y mis ojos- volvió a reir con un tono más grave y juguetón hasta que por fin llegaron al hogar.
Allí, Keira permaneció en la puerta y le invitó a entrar con un tono preocupado en la voz. Ash conocía la sensación que ella debía estar sintiendo en su interior en esos instantes y no hizo el más mínimo ademán de entrar en su hogar -Lo lamento, me encantaría pero he de marchar- se dio la vuelta y quedó dando la espalda a su amiga, sin moverse del lugar.
Aguardó unos instantes en silencio mirando al cielo hasta que volvió su rostro para mirarla por encima del hombro y pronunciar con suma calidez -Llorad- sus palabras afiladas cortaron el poco viento que los rodeaba -Llorad, estremeceros... Huid hacia vuestras sábanas, acurrucaros y abrazad la almohada. Sentid la soledad, dejad que os acaricie con su mano de tersa piel abrasadora. Fundíos con las cadenas que atenazarán vuestro corazón... Cuando amanezca, hallaréis una nueva luz, un motivo para continuar. Vuestro anhelo se convertirá en recuperar la tranquilidad que habéis perdido y ello os empujará a ser más letal y certera, os ayudará, creceréis...- se giró despacio para mirarla con una amplia sonrisa, tan cálida y acogedora como la de un padre que aconseja a su hija -El miedo que sentís ahora mismo no es más que la puerta que debéis abrir para evolucionar como ser humano. El dolor, querida Keira, el dolor os aplastará contra el suelo... os empujará tan hondo como podáis llegar, pero al final no hará más que impulsaros hacia vuestro objetivo.- echó a caminar entonces hacia la penumbra de la calle -El dolor, Keira, el dolor... Es el dolor lo que nos hace sentir vivos, un día más...- se alejó entonces de allí perdiendo de vista a la muchacha.
Finalmente, en el tejado de aquella gran mansión que había arrebatado por puro egoismo, rememoraba las palabras que había pronunciado a la mujer y las que ella le había regalado aún en el bosque sobre el olor a césped, a naturaleza y el cálido sol mientras observaba el gran último destello de la luna antes de que comenzara a caer en el horizonte -...No hay nubes en mi cielo, Keira. No hay reflejos, ni sombras de las mismas. No hay olor a hierba, no hay pestilencia hacia el tabaco, ni el dulce sabor de la carísima miel. No hay mantas calientes, no hay frío en la hoja de la espada... No hay lágrimas en mis ojos ni hay verdadero pesar en mi corazón...- suspiró profunda y pesadamente, aunque de su interior no emanó la más mínima nube de vaho -Os envidio, querida... En vuestra dicha está sentir la amargura, la soledad y el dolor esta noche... Brindo por vos... Por favor, brindad por mi- se levantó y quedó observando como el cielo comenzaba a tomar un tono azul tras de sí -Disfrutad el dolor que yo, hace milenios, dejé de sentir...- descendió ágil hasta perderse, solitario y felino entre las espesas sombras de un próximo amanecer.
Ash Ravnos- Vampiro Clase Alta
- Mensajes : 80
Fecha de inscripción : 31/10/2011
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Poderes/Habilidades:
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