Pensamientos de alguien distinto

por **Claude Lessex** Miér Jun 30, 2010 5:21 am

El pasado queda en el pasado... y el presente se debe vivir. Con esa frase intento animar mi alma cada mañana, cada segundo... cada suspiro de mi vida. Camino por las calles, noto que me miran... pero sé que no es a mí a quien ven, sé que no pueden saber nada acerca de mi persona simplemente contemplando mi apariencia. Y entonces... me pregunto qué ven. ¿Qué es lo que otras personas perciben en mí? ¿Alegría o tristeza? ¿Añoranza o ganas de seguir? Es algo imposible de saber, yo no puedo mirarme a mí mismo... O sí...
Pero los espejos hacen que me sienta solo. ¿Por qué no hay nadie a mi lado en ese frío reflejo? Intento ser como esa superficie de cristal, dura y fria, imperecedera... ¿Alguien se ha dado cuenta de que si rompes un espejo... te sigues viendo en cada uno de los pedazos? Eso hace de los espejos seres inmortales, que siempre tratan de mostrarte el verdadero rostro de ti mismo, eso hace... que un espejo sea, quizás, mejor compañía que un ser humano.
Porque los seres humanos jamás te dirán la verdad al completo, no por nada existen las mentiras piadosas... un nombre que considero ridículo. ¿Por qué una mentira debe ser piadosa? ¿Eso cambia el hecho de que hayas distorsionado la verdad con palabras? El embuste sigue ahí, no se destruye ni se consume... te persigue durante toda una vida.
Y yo soy el primero que miente, que esconde su naturaleza y su propia forma de ser. Y quizás por eso perdí a quien quería. Quizás por eso me lo merecí... me merecí el dolor que me acarreo esa pérdida. ¿Cuántas lágrimas debe derramar un hombre para cumplir con su parte de culpa? ¿Seguirá el castigo hasta que la mentira sea descubierta o confesada? Yo no puedo decir que soy distinto... Porque a pesar de que mi alma está fragmentada en mil pedazos, sigo queriendo vivir para quizás algún día recomponerlos todos. Para que quizás algún día el mundo cambie... y pinte mejor para mí.

Claude Lessex

por **Claude Lessex** Sáb Jul 03, 2010 5:40 pm

El ser humano tiene un corazón de oro. Es la frase que siempre he oído o leído. Pero... ¿alguna vez se han parado a pensar... en que un corazón de oro no podría latir como el nuestro? El corazón tiene que ser blando para poder contraerse y expandirse, para poder darnos nuestra apreciada vida... ¿Por qué la gente ha aceptado entonces esa expresión? Quizás para reflejar el valor del corazón... la importancia que adquiere en nuestra realidad, en nuestros sentimientos... ¿Alguien sin corazón puede sentir amor, amistad, tristeza, alegría...?
No lo sé. Yo sé que lo tengo aquí, dentro de mi pecho latiendo. Unas veces más rápido, otras veces más lento... pero siempre está ahí acompañándome en todo momento. Y cada vez que la vida parece hundirse, que parece darme la espalda... me llevó la mano al pecho para comprender que sigo existiendo, que sigo estando vivo y que es por algo. Hay ocasiones en las que el dolor nos ahoga... nos convierte en seres débiles, primarios... sólo pensamos en llorar, gritar, pegar patadas o enfadarnos con nosotros mismos por errores... que quizás sean equivocaciones fantasmas, que sólo están en nuestra mente para darle algún sentido a lo que nos sucede.
Pero siempre que nos caemos, el corazón sigue latiendo, bombeando sangre a nuestras piernas para que podamos ponernos en pie y mirar con la cabeza alta al futuro y al presente, dejando atrás el pasado por muy difícil que sea. El corazón no está hecho de oro. Yo opino que hay dos corazones. Uno es el material, el que está hecho de carne y venas, de células... el otro es el corazón de nuestro alma, aquel que controla cada parte de nuestro ser, cada sentimiento... un corazón tan invisible que no podemos controlarlo con operaciones ni notar sus latidos con los dedos... Pero sabemos que está ahí porque sentimos lástima del pobre mendigo lisiado que vemos todos los días en la esquina, sentimos felicidad cuando nuestro jefe nos sube el salario, sentimos dolor cuando vemos una obra de teatro triste... y sentimos amor cuando vemos a ESA persona.
El corazón no está hecho de oro, sino de otro material mucho más resistente, más duradero y de incalculable valor... Los sentimientos humanos.

Claude Lessex

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