La condenada y el Lycan [Klariette R. Blutsauger]

por **Antonio Velázquez** Miér Ene 04, 2012 11:06 am

Me siento en la roca cercana al riachuelo que corre, me quito los zapatos, y me abro la camisa blanca hasta casi el último botón, respiro el aire fresco de la noche y veo la luna en cuarto menguante. Mis pantalones negros se ensucian un poco al sentarme, no tiene importancia.

Coloco a mi espada en el suelo, con su funda real a la vista, es tan noche que no tengo la necesidad de traer la falsa conmigo. Saco dos palitos de incienso y los entierro en la tierra, al encenderlos el humo comienza a poblar mi nariz. Y me dedico a pensar

La iglesia no tiene nada de diferencia con los cazadores, son lo mismo, ambos se dedican a matarnos sin piedad o consideración de quienes somos. Como si fuera nuestra maldita decisión ser algo que no se nos pidió ser. Yo nunca pedí ser lo que soy, nunca decidí ser esto que tiene que irse al bosque a refugiar para no matar más de lo necesario, que tengo que elegí mi victima con cuidado, algún condenado a muerte o algún vagabundo sin familia.

Aunque no elegí ser un monstruo, es necesario lo que soy, defiendo lo que soy. Un cazador, un inquisidor, no tiene por qué impedir que siga respirando. Por eso yo impediré que ellos respiren. Cada uno de ellos probara el filo de mi espada, el filo de Homura.

Ellos no me han hecho nada personal, pero si a mi raza, nos llevan a movernos de un lado a otro a creer que somos menos. Se merecen el destino que les doy, porque no importa lo que hagas, el fin siempre justifica los medios.

¿Ya habrán dado con mi nombre? ¿Mi ubicación? ¿El lugar de donde pertenezco? Tal vez, incluso pienso que en este momento habrá un par de inquisidores buscando a un licántropo que usa una espada para acabar con sus víctimas, que puede partir una bala de plata por la mitad con su filo, aunque no siempre las esquiva, como esa cicatriz que llevo en mi hombro derecho.

La inteligencia de la iglesia es muy buena, de seguro me encontraran y querrán acabar conmigo sin pensarlo, usaran unas cuantas balas de plata, algunas cadenas y tal vez cañones, no lo se ¿Ya seré así de famoso? Vamos Papa, sorpréndeme con alguna maquinación que no halla visto, como un vampiro cazador.

No puedo evitar reírme al pensar en al que traicione lo que es, una vez que eres un monstruo, no puedes dar vuelta atrás. Siempre seré un amante de la luna, soy feliz siendo lo que soy.

Siento el aroma del incienso apagándose. El olor del bosque se intensifica rápidamente.

-Parece que será una noche tranquila sin novedad alguna-me digo a mi mismo, antes de oler ese aroma a sangre no humana.

por **Odder A. Finsternis** Miér Ene 04, 2012 11:50 pm

Mi cuerpo ya no siente nada, ya no siente si esta cansado, si tiene calor, ya no siento nada de eso, hace mucho tiempo deje de sentirlo, como anhelo sentir que mi corazón late lentamente, que mi cuerpo se vuelva tibio nuevamente, sentir las cosas que sentía ante de estar muerta en vida, esto para a mi no es vida, desde un principio nunca a sido vida para a mi, todo el tiempo soy fría como el mismo hielo, no duermo, si salgo al sol, siento que vuelvo a morir todavía no quiero, no lo hare hasta terminar mi cometido, cuando lo logre, podre descansar en paz por fin, podre estar con mis padre si existe otra vida después de la muerta, mientras…mientras seguiré vagando sin un rumbo fijo. Recargue mi espalda en la pared, mirando mi habitación de hotel, como era nueva y no había comprado ni mucho menos visto una casa, me hospede en uno de los hoteles que encontré hace tiempo que no venia aquí, pero no tenia caso que comprara una casa si por mi “trabajo” por así decirlo me impide estar todo el tiempo en casa, mejor mudarme de hotel en hotel, el dinero me sobra y si no tengo trabajo para eso tengo dos manos, dos piernas para hacerlo, no soy manca.

Pongo las palmas de mis manos en la pared y me empujo para poder despegarme de ahí, mis pies empezaron a caminar a la silla que estaba enfrente de la ventana, me senté en la dura madera de la silla. Todavía era de día, faltaba poco para que anocheciera, siempre anhelaba, rogaba que fuera de noche para poder salir, tenia un protegido aquí en parís, el todavía no sabia lo que ralamente se, sabia que era inquisidora pero no sabia que era…que era una vampiresa, la verdad tengo un poco de miedo que si se entere se aleje de mi, es un chico muy agradable para a mi, nos hicimos amigos muy pronto y como el es humano quise protegerlo el ser mi protegido y yo su protectora. Cerré los ojos, las lagrima no me salían, era difícil que mis ojos se llenara de agua y saldría, hace mucho tiempo que no lloro, mi protegido es lo único que tengo, soy una mujer muy dura, me hicieron dura, antes no era así, pero ya importa eso. Tomo la tela de la cortina con mis dos desde el índice y el pulgar lo deslice lentamente, sintiendo la fina tela que era, la dejo en paz y me levanto cerrando las cortinas ya había anochecido, volvía a vivir por unas cuantas horas, no importaba, solo lo que importaba era salir y despejarme por completo.

Alisé muy bien mi vestido, se había desacomodado cuando me senté, tenia un bonito conjunto, el vestido era de un color morado pálido, con sus bordes rectos, con un escote un poco visible para la mirada de los hombres, me quedaba un poco largo, mis tacones negros, pulidos y mi cabello suelto, ondulad y largo de color negro, siempre me gustaba llevar mi cabello suelto. Di dos pasos y quede enfrente del closet que se encontraba en mi pequeña habitación, abrí las dos pequeñas puertas mirando que en el interior se encontraba ropa, capas, armas, de todo, agarre una capa color negro, abriéndola, me la pongo abrochándomela un poco. Mis ojos viajaron de un lado a otro, mirando que arma me iba a llevar, nunca salgo si ningún arma, me decida por llevar una pequeña daga, que el color del mango era de un color dorado con destellos dorado, cuando la tome cerré las puertas y me la pise adentro de mi vestido un lugar seguro, rápido para coger, cuando me mire que estaba arreglada salí de mi habitación cerrando la puerta con llave, empezando a caminar por el gran pasillo.

Miraba a las personas pasar a mi lado, se sorprendía de mi vestimenta, pero eso a mi me importaba un rábano, no era una mujer delicada, que por una uña estaba lloriqueando, era una mujer fuerte, aunque tampoco pierdo mis dotes como mujer, cuando un hombre me interesa, puedo ser la mujer mas sensual y tener al hombre a mis pies, pero eso ahorita realmente no me interesa, solo en mi cabeza tengo un camino no el hombre mas tierno del universo me hará cambiar…pero siempre me han dicho…nunca…digas esa palabra….¿cuales esa palabra?, nunca..

Salí del hotel, mirando ambos lados, no sabia que camino tomar, de todos modos me iba a llevar a un lugar, me encogí de hombros y me decidí tomar el camino de lado derecho, camine rápidamente mis tacones estaba sonando, en mi rostro se miro unas cuantas arrugas en la frente, eso me caí mal, que mis tacones hicieran ruido y no se porque me los puse, pero eso no importaba ya, me quiera alejar lo mas rápido posible de la ciudad. Saque una de mis manos de la capa para abrirla, mientras me alejaba mas y mas de la ciudad, mirando los alrededor, en mi rostro aprecio una enorme sonrisa, me desabroche la capa y la deje caer al suelo, no me importaba si la dejaba tirada en el suelo, de todos modos siempre iba a volver por ella, siempre hago eso cuando entro a los terrenos del bosque, mi amado bosque, que cada noche vengo y me es como mi verdadera casa.

Llevaba un par de horas ya viajando por el bosque, tranquilamente, pero de repente me llego un aroma muy raro, arrugando mi nariz, me guie por el aroma, todavía no sabia de que se trataba, escuche una voz…me acerque mas, sabia que era incorrecto pero mis instintos no se detenía, era un hombre, me quede observándolo, fruncí mas el ceño, el aroma se mezclaba con otro…una roma a licántropo, arrugue mas el ceño, acercando y escuchando sus ultimas palabras, sonríe por aquellas palabras, se pare unos cuantos metros de el, sabia que el me iba a escuchar.

-Pues yo dudo que sea una noche tranquila, conmigo aquí-Me tape la boca para no reírme, pero mis ojos se alargaron un poco por la risa, después baje mi mano, poniendo mis manos en mi cadera y ladeando un poco mi cabeza, haciendo que mi pelo también se hiciera para un lado, con una sonrisa en mi rostro, pero con todos mis sentido activos.

por **Antonio Velázquez** Jue Ene 05, 2012 12:40 pm

Respiro suavemente, con calma, el aroma de incienso se despide de mi rostro en una última caricia de humo, como si supiera que algo se avecina y prefiere retirarse del lugar. El viento decide soplar en ese instante y las dos pequeñas varas que sobrevivieron al fuego caen al suelo de tierra, haciendo un sonido delicado, como de hoja rompiéndose. Lento abro los ojos, para ver las estrellas y la luna casi oculta, me tranquiliza que sea una noche tan bella y que pueda presenciarla.

El aroma de hace un momento se intensifica, puedo sentir esa sensación de sangre, cuando esta dentro de alguien que no es su dueño original, alguien que la consumió. Se acompaña por un cabello que despide frescura, obviamente, no puede pertenecer al de un hombre.

Antes de que la escuche, ya sé que es una mujer, ya sé que no es humana, ya se que es vampira. Lo que no se, es porque viene hacia mí. No es la primera persona que me detecta esta noche, ninguna me prestó atención, normalmente las criaturas como nosotros no somos sociables, al menos eso funciona para mí.

La escucho hablarme, justo a unos metros de donde estoy. Abrocho los botones de mi camisa blanca y me levanto sacudiendo mis pantalones. Con el pie levanto mi espada y la acomodo en mi cinturón. Me doy la media vuelta y la veo por vez primera.

Cabello largo, oscuro, pálida y con esa mirada que tienes los de su especie, no los vampiros, sino las mujeres, siempre ocultando mil y un secretos, siempre dejando algo detrás de esas miradas.

-Si fueras una mujer de la noche, como las que están en un burdel, debo de decirte que no me interesa, muchas gracias. Pero sé que eres una vampiresa y no si tienes algo en contra de los de mi tipo o no, pero tampoco me interesa. No tengo por qué enfrentarme a alguien por ser diferente a mí, ese no es el camino que sigo.

Hace mucho que olvide como hablar con cortesía, no la he necesitado, puesto que en mi trabajo no es algo que se me pide, yo sólo me tengo que preocupar por cortar cabezas y acabar con la vida de mis objetivos y los vampiros no son uno.

-¿Acaso crees en el conflicto de vampiros y hombres lobo? Creo que hace mucho que ustedes ganan. Estamos en París aquí hasta la realeza pertenece a las criaturas de la noche. No hay Licanos en ningún puesto de la nobleza ni usando una medalla de autoridad, nos gusta pasar desapercibidos. Hueles a hotel, de seguro tienes dinero para cambiar de uno a uno como un nómada. Entonces ¿Qué deseas conmigo? Soy sólo un humilde Lican

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