Christos Aldéric Jandacek.-

Christos, debido a su condición de vampiro, posee piel de tonalidad blanca pero pálida, aunque lejos de parecer enfermo, le da un toque de perfección. Se asemeja a una estatua de mármol; pero eso ya no es novedad entre los de su especie. Joven de contextura delgada ligeramente marcada por músculos, mide más de un metro ochenta, manos grandes y espalda ancha. Posee el cabello castaño, despeinado la mayor parte del tiempo, con ondulaciones, corto. Rostro alargado pero de pómulos marcados; ojos almendrados y pequeños de color negro, nariz perfecta, labios carnosos. Poseedor de una sonrisa encantadora, cual opta ocultar debido a los colmillos. Conserva los rasgos asiáticos de su madre y el físico de su padre. Sus expresiones son un tanto infantiles. Postura erguida, elegante. Acostumbra vestir con ropa formal y elegante en sociedad, mas cuando se encuentra en solitario prefiere la comodidad de telas ligeras. Su voz marca una ruptura en su aspecto infantil, ya que es grave y seductora.

Apariencia:

Chris es un vampiro joven por lo que aún conserva mucha humanidad dentro de sí. Está en una etapa de transición difícil, en la cual se encuentra completamente solo sin saber qué hacer o qué decisiones tomar. En resumen, antes de ser convertido era un muchacho un tanto infantil para su edad, bastante cariñoso y tierno; inocente y aventurero. Actualmente se caracteriza por ser energético, un rebelde sin causa. Este chico no puede estar quieto por mucho tiempo, lo que en su opinión podría tratarse de meros segundos; es impaciente y ansioso, así que no es aconsejable prometerle cosas a futuro porque hará todo lo posible para descubrirlo antes de tiempo. Un joven magnético que atrae a las personas por ser sociable. También se destaca en su creatividad, que acompañada de una pizca de astucia lo llevan a idear planes perfectos para robar, que es su principal sustento. Vive el momento con intensidad y adrenalina, como si fuera el último y su vida acabase en cuestión de segundos. No se apega al pasado, optando por recurrir a los recuerdos con poca frecuencia. Debido a esto es reservado, siendo que si alguien quiere conocer que pensamientos cruzan por su cabeza hay que adivinarlos, o leerle la mente. Controlador consigo mismo; puede lograr un perfecto equilibrio racional y emocional. Cuando algo se le mete en la cabeza no hay resistencia ni impedimentos que lo lleven a saciar aquel bicho molesto que lo carcome. El miedo lo abandonó en su totalidad cuando fue convertido, aunque no lo lleva a ser una persona temeraria. Le encantan los retos, competir, y poco acepta las derrotas. Guardar rencor no es su estilo, como tampoco lo es pelear; se vuelve un ser neutral al que todo le da igual; no obstante, si debe enfrentarse a un enemigo, lo hará y no le temblará el pulso si debe separarle la cabeza del tronco. En la intimidad adora innovar. Un amante ardiente y generoso que hará todo lo que este a su alcance para satisfacer a una mujer. Como principal característica negativa está su egoísmo, paralelo a su orgullo.

Gritos, llantos, estruendos. Christos poco recuerda de aquella noche en la que perdió su humanidad. ¿Por qué el único superviviente de su familia fue él? Desconoce la respuesta a su propio interrogante. Cuando despertó, la garganta le ardía y sentía el esqueleto adolorido como si hubiese recibido una golpiza eterna. Tenía hambre; mucha hambre. A sus lados yacían los cuerpos de sus familiares, tan destrozados que el muchacho se aterró al contemplarlos. Sus cuatro hermanos, uno sobre el otro, apilados como si de trapos sucios se tratase; su madre, a la mitad y no había rastros de su padre. Sangre cubriendo la habitación de la choza por completo. Su nuevo instinto lo obligó a ponerse de rodillas y lamer desesperadamente el líquido escarlata. Una monstruosidad, mas no tuvo elección. ¿Quién lo maldijo? ¿Dónde estaba su padre? Otras preguntas que se sumaron a una lista interminable. De lo que estaba seguro era que su vida jamás volvería a ser la de antes: un simple campesino trabajador, inocente e infantil, que vivía sonriendo desde la mañana hasta la noche.
El sol lo dañaba, no soportaba los alimentos. Sentidos desarrollados, comportamientos inhumanos. A su mente llegó instantáneamente una historia fantasiosa que su padre le contaba durante las noches de fogata desde que tenía diez años: vampiros. Era imposible, se dijo en un principio, pero a medida que el tiempo pasó confirmó sus sospechas. Ya no pertenecía al mundo de los mortales. Dejó atrás el pasado luego de incendiar su hogar en memoria y respeto de sus seres queridos caídos. Solo, sin saber qué hacer, comenzó a vagar de noche y a refugiarse durante el día. Se encontró con otros vampiros en su camino, algunos amables que le dieron un empujón, otros tan groseros que amenazaron con freírlo cuando saliera el sol. Todos clase alta, por lo que decidió comenzar a robar, codiciando lo que no tenía entre sus manos.
Actualmente su albergue transitorio es Francia, la ciudad del lujo, el placer y los nuevos avances tecnológicos. Una fuente de sabiduría y perdición; victimas y rollos de una noche; amistades y enemistades…

# Su profesión podría denominarse como delincuente. Chris roba objetos de gran valor para venderlos y así ganar dinero. A veces, directamente, hurta las monedas de oro.
# Su sed de sangre, por el momento, es casi insaciable. Todo el tiempo lo abruma el hambre.
# Fresas. Chris adoraba la fresas, por lo que sí tiene la oportunidad de emplearlas para seducir, lo hará seguramente.
# No se siente atraído por la pintura, pero sí por la escultura. Le encanta moldear cuerpos al estilo clásico.
# Utiliza su tiempo libre para instruirse y ganar conocimiento. En su adolescencia no fue honrado con ese privilegio.