El fin del mundo (Darren Ralph)

por **Dana Luminita** Sáb Ene 07, 2012 2:33 am

Es una noche, una noche sola, se camina ausente y con pasos firmes, cautelosos, austeros. Mi barbilla se levanta para mirar las farolas, desprenden ese color amarillento mientras unas mariposas insisten en chocar con los cristales opacos. Los llamados siempre te sacan de tu miseria para entrar a túneles de aventuras. Acomodo mi sombrero de copa levantando un poco el ala y observo las mariposas apoyada de mi bastón de ébano. Es hora que muchos duerman, sus sueños son velados por los demonios las campanillas de cristal cantan, el viento quiere llevarse mi sombrero y no le dejo. Le tomo del borde y camino unos pasos hasta una banca con mi traje de caballero de época, un fino traje de un mago. Me quedo de pie mirando las sombras. Mis botas escarlatas delatan los cascabeleos, cascabeles que no son visibles.

Ding. Dong.

Mi cabello platinado que cae sobre mis hombros se agita con la ventisca y vuelvo a quedar en una posición inerte, pareciendo una figura de piedra. El frío es hiriente en esa época de invierno y las calles expiden bruma, todo se tinta de gris. La nieve cae como caricias, humedeciendo la piel de mi rostro, donde porto el maquillaje de un arlequín en un mal día. Es distinto, todo es distinto después de pensarlo mejor. Las aves no cantan como antes y el viento solo aúlla cuando anuncia que se acerca una tormenta. Perfecto para que el coco te venga a buscar... la la lá...

Los juegos son peligrosos mientras más te involucres en ellos, cuando pierdes es más dolorosa la perdida, no hay ganancia y las bolsas se quedan vacías. Pero cuando ganas la dicha puede ser insuperable. Hasta ahora no sé decir si gané o perdí, siempre está la duda, la duda de todo. Espero unos minutos mirando mi reloj de bolsillo. No sé quién es, no sé como luce, solo conozco su nombre; Darren Ralph. Los asuntos de importancia se ejecutan con honor, no tengo tiempo para desperdiciarlo en una espera, el tiempo tiene hambre y pronto hay que alimentarlo con su propia desdicha. Las indicaciones son precisas, Taberna “El fin del mundo” a las afueras de la ciudad. Philipe Moreau y Estevez Leblanc, sus retratos en unas hojas de papel eran escasos, sus rasgos desalineados, miro las imágenes de pie junto a la farola y sé que parezco un joven caballero, corto de estatura y bastante macilento. Pero no es eso lo que me tiene aquí, son esas fotografías y la misión del superior. Me causa gracia mirar las fotos y dejo escapar una risita baja. Un par de cuervos graznan. Levanto nuevamente mi mirada observando la llegada de Darren Ralph.

Ding Dong.

El parque parece desolado con los bancos olvidados, todas las presciencias parecen fantasmas. De pie hago una reverencia de saludo. Levanto levemente mi sombrero y este forma una sombra sobre mis ojos. Sin preludios.
-Cuando un cuervo grazna hay un alma que entra el infierno... ¿Darren Ralph?... –La descripción de las notas se parecen a lo que mis ojos inmortales ven entre aquellas sombras, una sonrisa distorsionada es la que hay en mi boca. -Arconte Luminita. –Cascabeles suenan, oxidados en su abandono, siguen mis movimientos en ese actuado lugar, con los alfombrados copos, deja el glang glang... Solo quiero dejar unos ojos en el olvido, largarme a la laguna y hundirme en una barca, solo quiero ver las caras de la traición para cegarles con unas varas.-A sus órdenes...

Ahora las melodías son diferentes y a la derecha está el local que parece que cantara y los sonidos tocan mi piel llevándome a remotos tiempos donde todo era perfecto, donde todo es un parpadeo, donde muere el alma y vuelve la sed. Se pueden escuchar algunos corazones cercanos. La estela de otros vampiros se percibe, ellos están cerca y pronto es la hora de la caza de sangre.