Inmortalidad interrumpida ( Isis Osweder)

Un mundo aparte donde la música llama a tus oídos con tanta fuerza que parece un hilo transparente, corrompiendo tu voluntad, haciendo que te transpasara como una fueza sin techo ni procedencia.

El camino me llevaba directamente al circo fundado por los gitanos hacía muchos años, tantos que mi mente no sabía el momento exacto pero recordaba como mi madre danzaba allí, con su pandereta, su cabello oscuro acariciando su espalda hasta la cintura, su pollera violeta con pequeños cascabeles y su pañuelo rojo que jamás olvidaría ya que, me acompañaba a cada viaje en una caja de madera sellada con un hechizo de privacidad, cuando eres brujo, lo que el mundo no sabe es que eres mas vulnerable que cuando eres un humano normal, sin habilidades que trascienda la realidad con lo espiritual.

A mi alrededor las gitanas comentaban, como si hubiera algo mal en todo aquello. Me sorprendí al ver alguien conocido entre tanto desconocido.

Sentado en una silla de madera tallada, con su mirada penetrante y llena de misterio se encontraba el más viejo de los gitanos, vestía su ropa roja, tanto como la sangre, su tez era oscura, su perfil era anguloso como si los años lo hubieran marcado de una forma extraña, sus ojos tenían un borde rojizo que hacía que los nuevos gitanos, los más jóvenes no se le acercaran a él. Al verme, se levantó apoyando su fuerza en un viejo bastón de madera blanca, llevaba consigo su capa roja, con botones dorados, largué una carcajada forzada, como si entrara a mi interior aquellas miradas, él era mi primer mentor y seguía con vida, nadie sabía cuantos años tenía y eso era lo que menos importaba.

Al largar aquella carcajada mis rodillas flaquearon y caí al suelo, cubierto por mi capa azul.
- Amelhíon Giovannis Do Crucerois, hijo del mar, y de las almas. brujo de medianoche, tu reputación te precede.- Estiró su mano y besé su anillo, mi sombrero cayó marcando que en el lugar había un inmortal. Raro muy raro.
- Señor..- murmuré y me levanté, sentía como el hielo y el fuego se fundían a nuestro alrededor.
- Es un gran señor por lo que me han contado.
- Lo mismo digo.- hice una reverencia y largué otra carcajada, estaba claro que no tendría que levantarme. A lo lejos una daga pasó entre el aire, alguien gritó un sonoro :¡ Cuidado!.
- Señor.- dije y con un esfuerzo me levanté del suelo.
- Amelhíon, ¿ quién sabe que soy tu maestro?.- preguntó escondiendo una sonrisa.
- Nadie abuelo.- murmuré. Lo miré de reojo y él sonrío por lo que supuse que las cosas no estaban bien, nada bien.
- Es bueno tenerte aquí, pero recuerda que en realidad no soy nada tuyo.- dijo mientras posaba su mano en mi hombro, algunos hombres de ropa colorida preparaban el círculo astral, con velas negras, lilas y blancas. La nieve provocaría que Mareia no llegara, no obstante tendría que salir de mi cuerpo. Mala idea, muy mala.

Asentí con la cabeza, me descalcé y entré al círculo embrujado ya por el Señor del lugar, mi maestro, mi verdadero maestro.
Cerré mis ojos y canalicé la fuerza del mar, sentía su melodía, su hermoso canto irrestible. Comencé a moverme como si yo fuera una ola, hasta que todo se puso negro. Como si estuviera en un sueño, una hermosa mujer, joven, de cabellos ondeados de color castaño, se acercaba con paso agigantados, noté que era un vampiro por el atisbo de aura que podía ver, estando como alma podía verlas.

- Señorita Isis.- oí decir a mi maestro.- Él es el brujo que puede ser capaz de sobrellevar lo que pida.
En completo trance dudé si se trataba de una broma o si mi maestro me vendía a una vampiresa. Era un brujo, cansado y viejo compitiendo con un ex brujo convertido en un inmortal.

Si era verdad…si aquello que noches anteriores me habían comentado fuera cierto y aquella joven niñas de cabellos rubios fuera una de los nuestros…si así fuera porque los espías de aquel hombre la siguen…será que ya se dieron cuenta de aquello y pretenden algo…no, no puede ser si ella no habla de nuestras reuniones con nadie más, a menos que…pero es imposible que la siguieran…fuera como fuera y a saber porque aquel hombre la mandaba a seguir siempre tenía que encontrar una respuesta a tantas preguntas…

Una capa negra como la noche cubría mi cuerpo…mi caminar pausado y tranquilo como si fuera un paseo más, una noche como las anteriores, mezclándome con la gente para observar mejor a los enemigos…las sais entre mis ligueros estaban ansiosos por llevarse alguna vida de ellos pero no…el látigo me quemaba en la cintura…pero era temprano y había muchos ojos para dejarlo correr libremente…mis ojos miran a todos lados…mi mente trata de leer la mente de todo aquel que cruza en mi camino continuando con mi cometidos “El hallar al más grande navegador que pueda adivinar lo que nadie se atreve a ver” solo el haya perdido el hábito por la inmortalidad “brujo en árabe” solo él podía ayudarme…solo él sabría ayudar…

La luna se posó en nuestras en cabezas y las estrellas poblaban el cielo…todo era perfecto para un viaje de ánimas del cual hay un solo retorno y una sola verdad…entre los árboles los lobos que trabajan para él pretenden seguir a una mujer que no se deje ni perseguir de su propia sombra…uno a uno cayeron víctimas de la plata dejando solo una capa rasgada en el final de esta…la sangre se podía oler a unos metros de distancia…un rasguño en mi brazo por unas garras me hizo enfadar tanto que no bastó solo darles muertes tenía que enviarle un mensaje…pero antes de hacer eso un hombre…un vampiro se acercó…el aroma de muerte le atrajo pero más que eso una sonrisa vi en su rostro mientras el mía giraba lentamente para verle mejor…

-Si vienes de parte de él mejor será que envíe contigo el mensaje para su excelencia-

Mi sonrisa malvada se dibujó en mis labios y mis sais se ajustaron más en su empuñadura por mi mano que daría sentencia a aquella vida…más su voz…lo evitó…

-Si lo haces no podrás salir del bosque para encontrar al navegante de las ánimas-

Su sonrisa muy tranquila me detuvo y asentí con el rostro...dándole enseguida la espalda para guardar los sais en sus lugares correspondientes…

-Ya veo así que no puedo salir del bosque sin tomar su brazo…que conveniente Sidi…aunque no sé para quien de los dos-

Sonreí acercándome a él que tenía su brazo extendido para que pueda tomarlo…como todo un caballero de la muerte era aquel hombre…

-Mademoiselle el hombre que busca está en el campamento gitano cerca de aquí a unos cuantos pasos que para usted y para este servidor no son nada-

Su sonrisa muy cálida…no había perdido su toque dulce y característico de los humanos a pesar de los años…su bastón lo ayudaba a mantenerse más de lo que los años mostraban a cualquiera…solo sonreí y asentí otra vez...era la primera vez que me toparía con los gitanos…casi no suelo cruzarme con ellos y cuando lo hago no cruzo palabras con ellos pues les resultamos a muchos de ellos algo desagradable pero a otros les parecíamos algo normal…pero la pregunta era ¿por qué tenía que ser donde los gitanos? Era lo que pasaba por mi mente el saber por qué teníamos que ir a su campamento y si ellos estarían dispuestos a abrir las puertas de su hogar a estos seres…o al parecer a mí porque a él parecían aceptar muy bien. El camino se acortaba escuchándose los ruidos de los cánticos, las panderetas y alguna que otra guitarra…el bramar del fuego y las risas de los niños corriendo…una mano me detiene era él…me miro sonriendo como si pidiera con sus ojos que esperara que él me llamaría cuando este todo listo…sonreí y asentí…

El tiempo pasa como debe pasar…los niños me miraban y se acercaban a preguntarme como me llamaba y que hacía así…pero sus madres me miraban como si me los fuera a devorar en cualquier segundo…y para calmar las miradas inquisitivas les daba algunas monedas a los niños

-La próxima vez que quieran algo solo den la moneda a alguien-

Sonreí mucho y les vi alejarse riéndose y planeando comprar muchos dulces…en eso me él me llamó…

- Señorita Isis, Él es el brujo que puede ser capaz de sobrellevar lo que pida-

Asentí sonriendo acercándome…al hombre con una gran sonrisa en mis labios…

-Masa´a Alkair Sidi Do Crucerois- una reverencia muy elegante hice mirando aquel circulo y viéndole en trance

-No se altere ni se preocupe Sidi Do Crucerois, ya ha escuchado mi nombre y solo vengo por una sola cuestión…por algo tan simple y sencillo para ustedes…deseo saber ciertos planes del futuro con respecto a mí y a cierta persona cercana además de saber algo sobre Astrea en qué lugar la tiene y como es ese lugar…- sonreí quedándome en cuclillas frente a él mirando sus ojos para que pueda ver los míos y sepa que no haría nada de extraño o malo…

Desesperado, traté de calmarme. No podía, era un trance que jamás había sentido antes, aquella separación, cuerpo, mente y espíritu me había rodeado con el fin de agotar toda mis esperanzas y con ello, todas mis fuerzas. No sabía si alguien estaba detrás de todo eso, que desde que el Reina del Mar había anclado después de mucho tiempo, ciertas cosas pasaron: La muerte de Zaire, mi deber como brujo y por ende mi doctrina como Jefe brujo aparecía hasta en los sueños, un romance que era mi motivo de lucha pero mi enamorada había desaparecido, no sabía si por la Inquisición, o si se había asustado de compartir amor con un hombre demacrado como yo. No lo sabía y tampoco planeaba averiguarlo.

La capa rojiza del que alguna vez fue mi maestro, un brujo de acero convertido en un inmortal cayó delante de mí. Pensando que había roto con el hechizo mis dedos acariciaron su tela, gran error. Una corriente energética me invadió, creí que iba a aullar de dolor cuando ésta atravesara mi corazón pero nada, no me dolía, impactaba como energía, dando a los tentáculos imaginarios más comida.

Levanté mi vista, ignorando lo que había dicho aquella vampiresa que, sin la hubiera conocido en otro momento trataría de forma galante y no enfurecido como lo estaba en aquel momento, no sólo con mi maestro que dicho sea de paso no tenía nada que ver, estaba enfurecido conmigo mismo, por haberme separado de mi barco, por haber arribado en Francia y por lo que era más bajo aún, porque creía que no era nadie.

Una joven, de apenas dieciocho años de edad, se aproximó a mi maestro. Era un bruja joven, por su capa violeta cubierta por rosas negras, su vestido era como el de una gitana que proviene de oriente, su pollera rojo sangre y su blusa casi transparente violeta. Tenía en sus brazos cientos de pulseras que a lo lejos y con mi visión borrada parecían de oro. Su rostro tenía rasgos principescos, sensibles y femeninos pero sus ojos, negros como la misma noche, tenía aquel brillo enrojecido de las brujas de las almas, hijas del mar, de la sabiduría y de las calles más siniestras o más luminosas que un ser humano nunca pudo ni podrá ver. La pequeña brujita, se acercó a mi maestro que en ese momento tenía sobre su cabeza un sombrero rojo con una cinta negra, su bastón se acentúo al piso y su capa comenzó a tomar vida. La pequeña lo besó. ¿ Acaso un hechizo puede ser tan poderoso cuando se trata de un brujo convertido en inmortal?.

Pero no, no había hechizo que uniera a un brujo como él y a una futura bruja como ella, no lo había, era amor puro, sincero.
- Ayelhen.- murmuró el viejo vampiro, mientras acariciaba su rostro.

La pequeña sonrío, e inmediatamente comenzó a girar. Algo en ella me recordaba a mi juventud, a esos giros que llamaban a Mareia. En su cuerpo se comenzó a manifestarse una mujer de tez oscura, vestida de blanco, de anchas caderas y cabello ondulado. La podía ver, estaba en trance y si duraba mucho tiempo más llamaría a algún espíritu para que me socorriera.
La bruja Ayelhen, con su guardiana, se acercó a un par de gitanas que se encontraban riendo, al parecer todos creían que era otra guardiana de la pequeña porque le sirvieron el más fino champagne y cubrieron su cabeza con un sombrero de mujer negro.

Largué una carcajada
- Señora.- dije con voz ronca.- ¿ Por qué neutralizó a la otra guardiana de Ayelhen?.- pregunté con un poco de malicia.
- Amelhíon Giovannis Do Crucerois, bloqueador de los cruces en las calles, hijo de Mareia y de Vlamerth. La guardiana de mi protegida no es nada más ni nada menos que Ersébeth.
Y el suelo se tornó un lodo donde no tenía escapatoria.
- Por cierto, pronto la llamada se hará.- continúo la mujer de Bahía en el cuerpo de la joven.- Y Los cruces, suyos serás, también las almas...- Me apuntó con su dedo y sentí que todo me daba vuelta.- Arderás en la hoguera, El Señor de Bom Fim te rescatará, serás un emisario, un esclavo y a todo sobrenatural protegerás.

No escuchaba más.
Todo se había vuelto oscuro, hasta que la joven vampiresa pareció volver a mi mente. ¿ Qué había dicho?. Parecía una tarea fácil, eso si comparo todo lo que ésta noche me trajo.
- Mi jogo.- exclamé mientras me levantaba, abroché mi capa azul, tomé mi bastón, cubrí mis ojos con el sombrero y al mirar a mi maestro largué una carcajada que hizo que el aludido se sobresaltara.
El círculo se rompió y mi viejo maestro se sentó en su antiguo trono, expectante a lo que en segundos vendría.

Las cosas al parecer en aquel lugar se ponían de otro color…de otra forma…al parecer todo esta empeorando…todo iba de una forma que no podía comprender, ni solía si quiera tratar de analizar…porque aquello de la magia no era para mí…bueno al menos no esa…sino las de mi adorada tierra donde el sol calentaba más de lo que en cualquiera parte del mundo lo podría hacer…que recuerdos aquellos y todo por haber venido a este lugar en busca de lo que tal vez solo sean presentimientos vagos, inútiles y tontos que solo salen porque uno se aferro a una persona y llego a considerarla de una forma tan cercana

El ignoro del brujo…las miradas de quien me había traído…la entrada de unas jovencitas muy lindas, juguetonas y atentas…con sonrisas en sus labios…con flores en sus faldas…con su pies danzantes tras otra joven…la verdad no tome mucho en cuenta mi mirada estaba centrada en ambos brujos…maestro y pupilo…que antes sus miradas y sus requerimientos mutuos…opté por mantenerme a las sombras de la platica esperando hacer lo que mejor sabía hacer…escuchar atentamente las voces del alma y de la mente…lo más preciado para los mortales y los no mortales.

Me acobije entre las sombras dejando que mis ojos se cerraran atentos a lo que pueda pasar cada ruido innecesario desaparecía se volvía obsoleto al identificarlo…dejándome así solo los ruidos necesarios…en eso la sonrisa de una niña de ojos violetas, falda verde y blusilla gris tomó mi haciendo que me despertara…para luego llevarme delante de los brujos…como si le hubieran pedido…luego de lo cual se marchó con una gran sonrisa…

-Masa´a Alkair…- volví a saludarles pero esta vez quedándome hacia un lado mirándoles…quedando absorta en mis pensamientos en Marianne…en lo rumores de cierto encuentro…con aquel brujo y al que llaman su Santidad…todo me atormentaba…en aquel momento…todo menos el nombre de la mujer con la marca y del libro…negué con mi cabeza y trate de concentrar mis ideas en una sola.

Aunque los vampiros y los brujos no se lleven tan bien que digamos…por algunos acontecimientos pasados entre ambos…lo cierto era que la magia si nos afectaba…no nos mataba directamente…pero si nos deja aturdidos, más muertos de lo que éramos…incluso algunos nos podían dejar paralizados como estatuas…y en otros casos solo un mar de revueltos en la mente…el cual fue mi caso…todo en mi se había removido…mi mente, mi forma de pensar y actuar…quizás por el cuidado que tenía con ellos…o como bien llamamos la reserva…y claro que tenía reserva…no quería quedar como estatua…

Ante mi sonrisa algo confusas y mariadas…recordé el nombre del brujo que me habían presenta el maestro…me acerque a él…mirándole a los ojos… -usted se reunirá con el que llaman santidad pero o saldrá bien que digamos…- no me hacía falta ser bruja ni nada…pero era obvio aquel ser tan despreciable nunca traía nada bueno verse con el diablo disfrazado de oveja…al contrario siempre traía un sabor muy amargo...

-lo que le digo no es para asustarlo ni para que me tome en cuenta solo lo digo para que se ande de cuidado…que sepa que será lo que debe hacer frente a ese demonio…nada más…no lo tome a mal Sai Do Crucerois- sonrío con pesar pero amablemente…quedándome quieta…ahora era el momento de no moverme…no hablar más y no preguntar aunque quisiera hacerlo…pero no…era mejor tener consigo la reserva del momento…


Tocaron la puerta y las jóvenes gitanas entraron colándose entre nosotros…el brujo maestro reía muy a gusto…la niñas tomaron mis manos para hacerme salir…tal vez no era ya bienvenida…no puse resistencia…y con una sonrisa muy amplia accedí…saliendo del lugar hacia fuera…donde me quedé observando la vida de los gitanos…sus bailes y sus canciones que tanto atraían a uno por su fuerza de letras…otras gitanas buscando adivinar mi fortuna más cuando tocaban mis manos hablaban otro idioma y escupían al suelo como si repudieran mi presencia…si ya de por si era odioso tenerme cerca…no se diga querer ver el futuro de alguien ya lo perdió hace tiempo…[/color]