AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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Visita guiada por el Castillo Délvheen... ¿se atreve a entrar?
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Visita guiada por el Castillo Délvheen... ¿se atreve a entrar?
Buenas tardes, le agradezco el interés mostrado en conocer este enigmático rincón ubicado en las afueras de París. Tal y como puede ver, se trata de un enorme castillo del siglo XV construido en su mayor totalidad, de piedra. Fue erigido en principio como fortaleza por lo que exteriormente cumple esa función, pero por dentro es una cómoda y cálida estancia, con decoración clásica aunque con influencias medievales e incluso arábigas. Lo más llamativo de todo es que posee unas maravillosas vistas, dado a que está situado sobre unas colinas. El bosque rodea la edificación y esta se extiende virgen y en plenitud sobre el terreno. De este modo, si le complace, iniciaremos ahora un tour por las estancias de este enigmático y bellísimo castillo, comenzando por sus alrededores y deteniéndonos para admirar su espléndida fachada que tanto recuerda a la arquitectura lujosa de época medieval. Destaca su planta octogonal cuyos vértices son adornados por esculturales torreones de tejado cónico y planchas en forma de escamas de pez. En tres de sus costados se puede contemplar la presencia de dos torres de proporciones menores pero de idéntico estilo y forma. No obstante, el lado este que alberga la entrada principal a la mansión, tuvo una distribución distinta, siendo un torreón cuadrado más tosco y magnificente, flanqueado por cuatro torres más pequeñas y cuyo capuchón, a diferencia de los del resto, es de forma acampanada. Así pues, nos hallamos frente a una mansión de cuatro plantas y más de doscientos metros cuadrados de vivienda, compuesta por más de ciento cuarenta y nueve habitaciones en los que se diferencian las estancias de los propietarios, el señor y la señora Délvheen y los setenta y tres sirvientes que conviven con ellos, encabezados por Jean, el mayordomo y encargado superior de todos ellos. Alrededor del palacio podemos deleitarnos con unos fantásticos jardines laberínticos con fuentes incluidas y la presencia de estatuas de forma angelical que dota al espacio de cierto aire místico embriagador, a la vez que esta mítica figura representa el emblema de la pareja propietaria. En total, sus bienes territoriales ascienden a la cifra de seis hectáreas, la mayoría convertidos en campos, sembradíos y parajes idílicos por los que cabalgar con sus caballos de pura raza que, por cierto, a continuación visitaremos en cuanto nos dirijamos a los establos.
¡Oh, vamos! Le suplico que no se entretenga, podría perderse fácilmente entre los rincones de éstos jardines, no se confíe. Continuando nuestro recorrido hacia la parte trasera de la residencia, podemos llegar frente a un extenso radio vallado en el que se encuentran los establos de los caballos y dichos animales. Pese a tener una docena de ellos, los favoritos y personales de los Délvheen son dos pura raza: Fhíras, el indomable y robusto corcel negro del señor, y Valkyrie, la yegua favorita de la esposa y cuyo color marfileño es la envidia del establo.
Si continúa tentando la suerte, Fhíras le arrancará un dedo… ¡oh mire! Empieza a llover, deberíamos refugiarnos en el castillo, le aseguro que es la fortificación más segura que sus ojos podrán ver jamás. Sí, continúe corriendo antes de que sus calcetines se empapen en agua y la señora Délvheen nos prohíba el paso. Ah… ya estamos a salvo… ¡menuda tormenta! Vamos, vamos, quítese esa chaqueta y deje los zapatos en la entrada. Le conduciré ahora por los aposentos de ésta casa mientras se le seca el cabello, aunque espero que entienda que no dispongo de la inmortalidad para mostrarle una a una todas las habitaciones, pues antes mi cabello quedaría impregnado de canas. En fin, si le parece, seré original e iniciaremos el recorrido desde las últimas plantas hasta la primera, ¿le parece? Oh, vamos… será divertido subir las escaleras de caracol. ¡No sabe las vistas que hay desde el cuarto piso! En el ala oeste está situada el salón de baile… por supuesto que puede verla, estaría encantada de hacerlo, adelante, adelante.
Precioso, lo sé. Si me sigue, le conduciré hacia la parte sur, dónde se encuentra una de las salas musicales de los señores Délvheen, ésta por ejemplo, es la que acoge el piano del propietario, una fantástica pieza, sin duda.
No, antes de ir hacia el este le mostraré antes la sala de los tesoros, dicha así por ser un enorme habitáculo rectangular que alberga piezas de arte como colección privada. Obviamente, por razones de seguridad sólo le permitiré ver la sala desde la puerta, espero que eso no le moleste.
Oh, sí, ahora le mostraré una de las mejores estancias del castillo, sin duda. Le presento la piscina interior de influencias árabes que es la envidia sin duda, de los más avariciosos en cuanto a lujo se refiere. Es una de las pocas viviendas que ostenta algo así… ¿y bien? ¡Oh, pero cierre la boca! Le entrará una mosca ante ese gesto sorprendido.
Lo sé, seguro que ahora le apetece tomar un baño, pero… no podría consentirlo, lo siento. Su uso está reservado a los señores. Pero no se decepcione, por lo menos sus ojos han retenido en su memoria esta exquisita obra de arte en forma de sala ociosa. Si me permite, le tomaré del brazo y le guiaré ahora hacia la segunda planta, dado que como se habrá percatado, en castillo está algo desnivelado, habiendo estancias que ocupan dos plantas enteras, como es el caso de esta piscina interior y el salón de baile que antes le he mostrado. ¿Sabe por qué la piscina está orientada al este y el salón de baile al oeste? Tiene que ver con la salida y la puesta de sol, un detalle que la señora Délvheen siempre tiene en cuenta, supongo que es muy detallista en esos aspectos. Cuidado con la última grada… ¡y con esa ánfora griega! Uff… veamos… le decía que ahora le mostraría algunas habitaciones de ésta planta, la mayoría son de ámbito más privado, aunque haré la vista gorda si los señores me preguntan. Como puede ver, la zona de los Délvheen y la parte dedicada a los sirvientes está bien separada, por lo que no cruzaremos estos pasillos internos aunque puede asomarse si lo desea al patio interior que aguarda una preciosa fuente angelical flanqueada por dos cisnes.
Y ahora, le mostraré el dormitorio de los retoños del matrimonio, este es el de la más pequeña, May, que siempre está siendo reformado por ciertos incidentes relacionados con el fuego y que ningún sirviente osa preguntar pese a que la curiosidad le carcoma por dentro.
El yuxtapuesto es el del primogénito, el pequeño Néphtys. Le sugiero que no husmee demasiado, el niño tiene la tendencia de esconder bichos horribles en los rincones más insospechados de su alcoba… ¡ah! ¡Mate esa araña! ¡Haga algo pero quítemela de encima! Ah… gracias… creo que soplarle ha sido una idea muy ingeniosa. Menos mal que era pequeña… Oh, disculpe que haya gritado, odio los arácnidos.
Si… le sigue apeteciendo la visita, le llevaré a un rincón en el que la sensualidad, el confort y el buen gusto está en cada palmo de la habitación. Me refiero, como supondrá, al dormitorio de los señores, un lugar exquisito y cuyo colchón puede recordar a la suavidad y comodidad de soñar sobre una nube de algodón.
Uhm… ¿le apetece que… vos y yo… ya sabe… mmm? ¡Oh, no, no, no me insinuaba en absoluto! ¿Qué le hace pensar eso? ¡Soy una dama con todas las letras! Sí, por supuesto, mejor sigamos por aquí… esto es el baño que más a mano queda del dormitorio, por eso se lo muestro.
Y a continuación, puede comprobar la presencia de otros dormitorios dedicados a invitados de los señores, aunque no tienen nada de especial, suelen ser muy sencillos.
Bueno, si quisiera, podría enseñarle ahora otras salas más secundarias, pero como creo que tiene prisa, mejor bajemos a la primera planta, ¿le parece? Oh, está vos contemplando un lienzo original de La maja desnuda, obra del famoso pintor aragonés, Francisco de Goya. Oh, vamos, no me mire así… ¡prometo que no la robé yo! Y aquí le puedo hacer referencia a la gran Biblioteca de los Délvheen, en la que sobretodo el amo, se pasa horas y horas encerrado, sin llegar nunca a comprender por qué. ¿Quizás haya algún pasillo secreto que le conduzca a un burdel? Esa sería una buena explicación, sin duda.
Y por aquí puede ver la amplia cocina, iluminada ahora por una tormenta de rayos… mejor cierro la ventana, no sea que salgamos hechos a la parrilla. ¿Desea aprovechar para tomar algo? Entiendo, tiene prisa… ¿le incomodo, quizás? Eso espero, entonces.
Sigamos pues, hacia el comedor más lujoso del castillo, dedicado a las recepciones de invitados de renombre e importantes. Como puede ver, su decoración es exquisita y el buen gusto permanece en cada rincón de la larga sala.
Unos metros más allá, está el comedor de uso cuotidiano de la familia, dado que es algo más pequeño y un tanto más sencillo, como vos mismo podrá comprobar en cuanto logre abrir esta puerta atascada que… ¡ya! Ahora puede contemplar la estancia.
Si continuamos el recorrido, comprobará la existencia de una sala de espera para las visitas de los amos, siendo esta la estancia que separa el despacho del señor del de la señora.
No tiene mucho misterio, ya puede verlo. No obstante, el despacho de la señora es el más ornamentado, mi favorito, si me permite aportar mi humilde opinión.
Y por aquí… está el despacho del dueño, muy sencillo y elegante como él. Oh… olisqueo aromas de desconocidos, me pregunto quién habrá… oh, disculpe, me distraje. No, es que tengo un olfato un tanto… desarrollado, ya sabe.
Bueno… ¿ya quiere irse? ¿seguro? Mire que le tenía preparada una sorpresa un tanto especial. ¿Le piqué la curiosidad? Entonces sígame por estas escaleras… no, no tema por esta oscuridad, ahora las antorchas iluminarán su camino. No, no puedo decirle a dónde le llevó aún, es una sorpresa. Como ve el eco resuena mucho en estas paredes de piedra… tenga cuidado, la humedad de los muros a veces se filtra por el suelo y puede resbalar. Y aquí hemos llegado, giramos por aquí y… ¡tachán! Le presento las enigmáticas mazmorras del castillo. Oh, vamos… no me mire así. ¿No le agradan mis colmillos? Los limé expresamente para esta ocasión…
¡Oh, vamos! Le suplico que no se entretenga, podría perderse fácilmente entre los rincones de éstos jardines, no se confíe. Continuando nuestro recorrido hacia la parte trasera de la residencia, podemos llegar frente a un extenso radio vallado en el que se encuentran los establos de los caballos y dichos animales. Pese a tener una docena de ellos, los favoritos y personales de los Délvheen son dos pura raza: Fhíras, el indomable y robusto corcel negro del señor, y Valkyrie, la yegua favorita de la esposa y cuyo color marfileño es la envidia del establo.
Si continúa tentando la suerte, Fhíras le arrancará un dedo… ¡oh mire! Empieza a llover, deberíamos refugiarnos en el castillo, le aseguro que es la fortificación más segura que sus ojos podrán ver jamás. Sí, continúe corriendo antes de que sus calcetines se empapen en agua y la señora Délvheen nos prohíba el paso. Ah… ya estamos a salvo… ¡menuda tormenta! Vamos, vamos, quítese esa chaqueta y deje los zapatos en la entrada. Le conduciré ahora por los aposentos de ésta casa mientras se le seca el cabello, aunque espero que entienda que no dispongo de la inmortalidad para mostrarle una a una todas las habitaciones, pues antes mi cabello quedaría impregnado de canas. En fin, si le parece, seré original e iniciaremos el recorrido desde las últimas plantas hasta la primera, ¿le parece? Oh, vamos… será divertido subir las escaleras de caracol. ¡No sabe las vistas que hay desde el cuarto piso! En el ala oeste está situada el salón de baile… por supuesto que puede verla, estaría encantada de hacerlo, adelante, adelante.
Precioso, lo sé. Si me sigue, le conduciré hacia la parte sur, dónde se encuentra una de las salas musicales de los señores Délvheen, ésta por ejemplo, es la que acoge el piano del propietario, una fantástica pieza, sin duda.
No, antes de ir hacia el este le mostraré antes la sala de los tesoros, dicha así por ser un enorme habitáculo rectangular que alberga piezas de arte como colección privada. Obviamente, por razones de seguridad sólo le permitiré ver la sala desde la puerta, espero que eso no le moleste.
Oh, sí, ahora le mostraré una de las mejores estancias del castillo, sin duda. Le presento la piscina interior de influencias árabes que es la envidia sin duda, de los más avariciosos en cuanto a lujo se refiere. Es una de las pocas viviendas que ostenta algo así… ¿y bien? ¡Oh, pero cierre la boca! Le entrará una mosca ante ese gesto sorprendido.
Lo sé, seguro que ahora le apetece tomar un baño, pero… no podría consentirlo, lo siento. Su uso está reservado a los señores. Pero no se decepcione, por lo menos sus ojos han retenido en su memoria esta exquisita obra de arte en forma de sala ociosa. Si me permite, le tomaré del brazo y le guiaré ahora hacia la segunda planta, dado que como se habrá percatado, en castillo está algo desnivelado, habiendo estancias que ocupan dos plantas enteras, como es el caso de esta piscina interior y el salón de baile que antes le he mostrado. ¿Sabe por qué la piscina está orientada al este y el salón de baile al oeste? Tiene que ver con la salida y la puesta de sol, un detalle que la señora Délvheen siempre tiene en cuenta, supongo que es muy detallista en esos aspectos. Cuidado con la última grada… ¡y con esa ánfora griega! Uff… veamos… le decía que ahora le mostraría algunas habitaciones de ésta planta, la mayoría son de ámbito más privado, aunque haré la vista gorda si los señores me preguntan. Como puede ver, la zona de los Délvheen y la parte dedicada a los sirvientes está bien separada, por lo que no cruzaremos estos pasillos internos aunque puede asomarse si lo desea al patio interior que aguarda una preciosa fuente angelical flanqueada por dos cisnes.
Y ahora, le mostraré el dormitorio de los retoños del matrimonio, este es el de la más pequeña, May, que siempre está siendo reformado por ciertos incidentes relacionados con el fuego y que ningún sirviente osa preguntar pese a que la curiosidad le carcoma por dentro.
El yuxtapuesto es el del primogénito, el pequeño Néphtys. Le sugiero que no husmee demasiado, el niño tiene la tendencia de esconder bichos horribles en los rincones más insospechados de su alcoba… ¡ah! ¡Mate esa araña! ¡Haga algo pero quítemela de encima! Ah… gracias… creo que soplarle ha sido una idea muy ingeniosa. Menos mal que era pequeña… Oh, disculpe que haya gritado, odio los arácnidos.
Si… le sigue apeteciendo la visita, le llevaré a un rincón en el que la sensualidad, el confort y el buen gusto está en cada palmo de la habitación. Me refiero, como supondrá, al dormitorio de los señores, un lugar exquisito y cuyo colchón puede recordar a la suavidad y comodidad de soñar sobre una nube de algodón.
Uhm… ¿le apetece que… vos y yo… ya sabe… mmm? ¡Oh, no, no, no me insinuaba en absoluto! ¿Qué le hace pensar eso? ¡Soy una dama con todas las letras! Sí, por supuesto, mejor sigamos por aquí… esto es el baño que más a mano queda del dormitorio, por eso se lo muestro.
Y a continuación, puede comprobar la presencia de otros dormitorios dedicados a invitados de los señores, aunque no tienen nada de especial, suelen ser muy sencillos.
Bueno, si quisiera, podría enseñarle ahora otras salas más secundarias, pero como creo que tiene prisa, mejor bajemos a la primera planta, ¿le parece? Oh, está vos contemplando un lienzo original de La maja desnuda, obra del famoso pintor aragonés, Francisco de Goya. Oh, vamos, no me mire así… ¡prometo que no la robé yo! Y aquí le puedo hacer referencia a la gran Biblioteca de los Délvheen, en la que sobretodo el amo, se pasa horas y horas encerrado, sin llegar nunca a comprender por qué. ¿Quizás haya algún pasillo secreto que le conduzca a un burdel? Esa sería una buena explicación, sin duda.
Y por aquí puede ver la amplia cocina, iluminada ahora por una tormenta de rayos… mejor cierro la ventana, no sea que salgamos hechos a la parrilla. ¿Desea aprovechar para tomar algo? Entiendo, tiene prisa… ¿le incomodo, quizás? Eso espero, entonces.
Sigamos pues, hacia el comedor más lujoso del castillo, dedicado a las recepciones de invitados de renombre e importantes. Como puede ver, su decoración es exquisita y el buen gusto permanece en cada rincón de la larga sala.
Unos metros más allá, está el comedor de uso cuotidiano de la familia, dado que es algo más pequeño y un tanto más sencillo, como vos mismo podrá comprobar en cuanto logre abrir esta puerta atascada que… ¡ya! Ahora puede contemplar la estancia.
Si continuamos el recorrido, comprobará la existencia de una sala de espera para las visitas de los amos, siendo esta la estancia que separa el despacho del señor del de la señora.
No tiene mucho misterio, ya puede verlo. No obstante, el despacho de la señora es el más ornamentado, mi favorito, si me permite aportar mi humilde opinión.
Y por aquí… está el despacho del dueño, muy sencillo y elegante como él. Oh… olisqueo aromas de desconocidos, me pregunto quién habrá… oh, disculpe, me distraje. No, es que tengo un olfato un tanto… desarrollado, ya sabe.
Bueno… ¿ya quiere irse? ¿seguro? Mire que le tenía preparada una sorpresa un tanto especial. ¿Le piqué la curiosidad? Entonces sígame por estas escaleras… no, no tema por esta oscuridad, ahora las antorchas iluminarán su camino. No, no puedo decirle a dónde le llevó aún, es una sorpresa. Como ve el eco resuena mucho en estas paredes de piedra… tenga cuidado, la humedad de los muros a veces se filtra por el suelo y puede resbalar. Y aquí hemos llegado, giramos por aquí y… ¡tachán! Le presento las enigmáticas mazmorras del castillo. Oh, vamos… no me mire así. ¿No le agradan mis colmillos? Los limé expresamente para esta ocasión…
Arlette- Vampiro Clase Baja
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