:: Eiji Asakura ::

por **Eiji Asakura** Miér Ene 18, 2012 4:16 pm

Eiji Asakura

El Segundo Hijo, El Renegado

Edad: 21 años aparentes / 38 años reales
Especie: Vampiro
Tipo, Clase Social y Cargo: Clase Alta / Extranjero
Orientación Sexual: Bisexual
Lugar de Origen: Kyoto, Japón
Habilidad / Poder:
Agilidad y reflejos sobrehumanos: Habilidad para moverse con más soltura por un sitio, utilizando brazos y piernas reaccionando más rápido que un humano normal.
Sentidos aumentados: Aumento de percepción en los sentidos de la vista, el olfato, el gusto, el tacto y la audición.
Encandilamiento: Esta habilidad hace que cualquier persona se sienta atraída ya sea físicamente o de cualquier otra manera a la persona poseedora del poder.
Telepatía: Habilidad para comunicarse mentalmente con otros, rompiendo las barreras de la distancia. Leer las mentes de los demás.
Control mental: Poder para controlar las acciones o el razonamiento de otra persona.

Descripción Física

Es admirable como el candor de la batalla puede moldear el cuerpo de un joven sometido a aquel rigor. Fue ese entrenamiento físico el que acabó otorgándole una figura alta y maciza de exactamente un metro ochenta y ocho de altura, con cada músculo perfectamente definido y moldeado, pero del mismo modo todas aquellas horas de entrenamiento que en vida pasó bajo el implacable sol acabaron tostando ligeramente lo que era una piel tan pálida como la de su madre, la que volvió a retomar un tono más níveo el fatal día en que los Asakura fueron transformados.

Solía sus prácticamente negros cabellos de un largo que le rozaba los hombros, pero acabó sucumbiendo ante el estilo occidental, por lo que tiende a llevarlo corto y desordenado por la falta de atención a eso que él llama detalles insignificantes. De aquel mismo penetrante color son sus orgullosos ojos almendrados, incapaces de demostrar algún atisbo de amabilidad a alguien que no pertenezca a su entorno más cercano.

Dueño de un eterno semblante altivo, sereno y muchas veces inexpresivo, o al menos es así cuando la ocasión amerita que deba mantener cierto estatus. Pero en su entorno propio, su hogar, y frente a ciertas personas se puede ver un pequeño hoyuelo formarse generalmente al lado izquierdo de su labio en los excepcionales instantes en que se le ve sonreír de manera sincera.

Descripción Psicológica

Kuro… Shiro… Extremos. A pesar de que normalmente se muestra en calma o desinteresado respecto al mundo exterior, es el aburrimiento la cadena que lo ata a un estado en que no causa mayores problemas, lo que trata de contener los extremos a los que se le puede hacer llegar con apenas unas palabras o miradas. Suele bostezar e ir cansado la mayor parte del tiempo, más que nada porque tiende a pensar, tal vez erróneamente, que no hay nada que pueda llamar su atención después de todas las cosas que ha visto y hecho durante todos los años que él y sus hermanos vagaron por el mundo.

Kuro. El lado negro de Asakura Eiji, o así es como desde pequeño le llamaban cuando se dejaba llevar por sus destructivos arranques de ira. Se manifiesta principalmente a primera hora cuando despierta, porque suele tener un pésimo humor que lo lleva a gruñir por toda la casa hasta que consigue despertar por completo. No obstante hay otras ocasiones en que esto se agrava, volviéndose extremadamente peligroso cuando comienza a reprimir aquel sentimiento de inferioridad que le producen los comentarios del resto, especialmente de Sousuke, momentos en los que se puede volver violento, siendo éstos el preámbulo a las noches en que desata la bestia en que fue convertido arrasando con todo a su paso, aunque jamás se le ha podido conectar con ninguna de los incendios, violaciones, mutilaciones, o asesinatos cometidos en esos momentos de delirio. Es algo que cree nadie más sabe de él, aunque por la extraña conexión que mantiene con el mayor de los Asakura, su gemelo Sousuke, no le sorprendería que tenga conocimiento de aquello, aunque tampoco es que le interese lo que piense.

Pero no todo podía ser tan malo en él, o al menos no para sus cercanos, únicas personas que consiguen sacarle de forma esquiva algunas sonrisas honestas, y aunque traté de negarlo constantemente el mayor culpable de aquello es el menor de la familia, Yuu, a quien prácticamente ha criado él solo. Son pequeños gestos o palabras los que lo vuelven inusitadamente cariñoso y consentidor, pero aquello solo pasa entre cuatro paredes, cuando puede asegurarse de que nadie extraño podría verlo actuando así, más que nada por el miedo a romper la imagen que ha ido forjando de sí mismo. Es Shira. El lado bueno y amable, pero al mismo tiempo el más oculto.

Historia
Historia Familiar

Hubo un tiempo en que la unión del hombre provenía de los lazos de lealtad, pero como todo en mundo comenzó a banalizarse, a intercambiarse por el poder y el dinero, haciendo que el único lazo tan fuerte como para mantener unido a clan era la sangre que corría por sus venas. En Kyoto los tiempos de tranquilidad en que los clanes familiares se abstenían de pelear entre ellos terminaron cuando comenzaron a prescindir del honor como medida de su poder, ahora todo se había vuelto una batalla por la subsistencia, y la forma de conseguirlo era el sometimiento del enemigo.

El Clan Asakura gozaba de cierto prestigio por ser uno de los más ancestrales, pero aquello no su suficiente para mantener la seguridad de sus miembros, por lo que se vio obligado a entrar a una batalla que no le pertenecía. El nuevo y joven líder del clan, Asakura Hideaki, se vio curtido por el candor de las armas y la disciplina de la guerra, pero sabía que aquello no era suficiente para la preservación de su clan, así que a pesar de su ya entrada edad comenzó la búsqueda de una mujer lo suficientemente fuerte para concebir una numerosa descendencia que acabara por fortalecer el clan.

Así fue como en el invierno del año 1762, la joven esposa del líder, Mai, dio a luz dos saludables gemelos, que más tarde se diferenciarían no solo por sus facciones y su carácter, sino que por el simple hecho de haber nacido con una nimia diferencia temporal de quince minutos. Aquello fue lo que hasta el día de hoy ha marcado la existencia de Sousuke, el primer hijo destinado a ser el sucesor de su padre, y Eiji, el segundo hijo obligado por su suerte a seguir las ordenes del mayor.

Años más tarde tres nuevas vidas llegaron a la familia de manos de un complicado parto, los pequeños Yoh, Hao y Len Asakura llegaron en un momento en que el clan ya se consolidaba como uno de los más poderosos de la región, lo que no les quitaba responsabilidad adquirida por su linaje.
La prosperidad y la buena fortuna los acompañó en las dos décadas venideras, hasta que fue el mismo poder que poseían el que condenó sus vidas. Aun nadie tiene claridad respecto a lo que pasó durante aquel tiempo en que a los hijos del clan Asakura les arrebataron la vida, pero tal fue la piedad de aquella pareja de vampiros que debían haberlos asesinado, lo que los llevó a transformarlos en seres nocturnos para toda la eternidad. Ojalá aquello hubiese sido todo, pero Mai Asakura acabó sucumbiendo ante su sed en uno de los oscuros rincones en que tenían apresado al clan, así que sin mayor atención ni gloria la esposa del líder del clan dejó de existir.

A pesar de que conservaban de cierto modo sus vidas, habían perdido una de las cualidades que permitían que el clan permaneciera en pie. Ninguno de ellos podría procrear a la siguiente generación. Por eso el patriarca de la familia, a pesar de su avanzada edad, se vio nuevamente en la necesidad de buscar a una mujer apropiada para proteger la descendencia.

Así fue como el último de los Asakura nació en Agosto de 1783, en uno de los veranos más conflictivos que están la memoria de Kyoto. Pero sería poco el tiempo que el pequeño Yuu alcanzaría a disfrutar de su país natal, ya que frente a las constantes amenazas hacía él por ser el posible continuador de la descendencia, se vieron en la obligación de partir, hasta que después de cierto tiempo viajando, establecieron su residencia en París, donde esperan recuperar el poderío perdido del clan para tal vez algún día regresar a su tierra natal.

Asakura Eiji
~ El Segundo Hijo ~ El Renegado

Solo quince minutos, quince insignificantes minutos acabaron marcando su vida por completo, arrebatándole el honor de ser el líder del clan y al mismo tiempo condenándolo a ser la mano derecha de quien durante su adolescencia fuera su mejor amigo, a seguir cada una de sus caprichosas y arbitrarias órdenes. Así trascurrió su infancia, entrenando a temprana edad sus dotes de guerrero, y en su inocencia, aun sin notar las grandes diferencias en el trato en que le daba su padre. Fue por eso que iba aislándose cada vez más y más del resto, volviéndose más serio e irascible, especialmente frente a su hermano mayor.

Por el contrario su madre, Mai, al notar aquello se volvió aun más atenta y cariñosa con él, a lo que reaccionaba cada vez peor debido a las burlas de las que se hacía merecedor por ser tan débil que necesitaba ser defendido por una mujer. Esto gatilló el trato futuro que le daría a todas las mujeres, menospreciándolas, usándolas y desechándolas por considerarlas inferiores.

Ya a los veintiún años, se había convertido en un perfecto miembro de clan Asakura, pero siempre desde las sombras, teniendo que contener su lengua en más de una ocasión debido a que la relación entre él y Sousuke había cambiado diametralmente, lo odiaba, lo envidiaba, incluso en más de una ocasión había deseado que acabase su existencia. Pero nada lo había preparado para que aquel secreto deseo que se cumpliría de la forma más inesperada. Lentamente abrió los ojos, con un profundo y latente dolor en la cabeza ¿Un golpe tal vez? Se encontraba en un oscuro y pequeño cuarto que no podía reconocer, como si no fuera más que un miserable animal enjaulado. Golpeo y gritó hasta que las fuerzas acabaron por abandonarle, siendo unos ojos refulgentes la última visión que tuvo antes de desmayarse. Fue en esa misma oscuridad en la que volvió a abrir los ojos, en parte embriagado por todo lo que sus sentidos podían captar, todo era más vívido e intenso, incluso un aroma a perfume femenino impregnado en sus ropas, algo que no podría olvidar hasta el día de hoy.

Se acurrucó a si mismo en aquel inmundo lugar, hasta que unos pasos firmes se acercaron en un molesto eco, proveniente de una molesta persona que de cuajo sacó los barrotes que formaban la puerta. Sousuke. Fue lo único que dijo, impactado por la forma en que había cambiado su cuerpo, sin caer en cuenta de sus propios cambios. Más que esos vagos recuerdos no tuvo del momento en que llegó a casa, ni cómo, ni cuándo, solo que al volver a despertar ya no tenía impregnado aquel perfume ajeno. Seguramente lo habían bañado y puesto en su cama, tal vez alguna de las mujeres que trabajaban para la familia. A gritos buscó a su madre en cuanto pudo volver a ponerse de pie, pero solo se encontró con los ojos asustados de la servidumbre, nadie se atrevía a decirle que habían encontrado su cadáver desprovisto de sangre.

Su padre, sin dar muestra de estar afectado en lo más mínimo, le encomendó acudir al encuentro de una jovencita para él desconocida, sería su nueva esposa. Aquello fue lo que desencadenó por primera vez su ira en niveles insostenibles, no había esperado más que unos días para remplazar a su madre con la excusa de la descendencia. Fue entonces que descubrió lo que tendría que pagar por su nueva condición, y fueron cinco de los sirvientes de la casa los que acabaron siendo el pago.

No pasó mucho más para que el llanto de un nuevo infante rompiera el sacro silencio de la residencia familiar, pero no importaba, o al menos a él no le importaba, porque de un tiempo a esta parte se iba de la casa por largas temporadas renegando sus deberes como mano derecha del futuro líder. Uno de los días en que volvió con sus ropas completamente ensangrentadas se encontró con un caos, todas las sirvientas corriendo y empacando, eso le causó un poco de intriga así que acudió al líder de la familia para que contestara sus preguntas, pero no cayó en sí al ver quien se sentaba en aquel lugar esta vez.
Su voz fría y áspera fue como una jarra de agua fría recorriéndole desde la cabeza hasta la punta de los pies. Y no se dio cuenta el instante en que le entregaron a aquella frágil criatura para que la cargara, de ahora en adelante. ¿Cómo podían encargarle algo así? ¿Cómo iban a hacerlo estando lejos de Kyoto? Parecía que estaban huyendo como unos cobardes. Muy lejos del honor habitual de la familia, ¡Y todo por culpa de Sousuke!

Yuu apenas tendría unos cuantos meses de vida, cuando comenzó aquel viaje, solo ellos tres, aunque jamás supo los motivos del por qué los trillizos decidieron quedarse en Kyoto, pero tampoco es que tuviese tiempo para reparar en eso, porque el pequeño cuerpecito que llevaba en brazos le robaba la atención y la tranquilidad. Y continuó haciéndolo por los diecisiete años siguientes, dedicándose exclusivamente al pequeño que de a poco lo fue sacando un lado amable que lo avergonzaba profundamente. Motivo que se sumaba a la protección que debían mantener sobre él para asegurar la descendencia familiar, para mantenerlo oculto y en un entorno seguro.

Así fue como por orden de Sousuke acabaron llegando a París, primero a hotel hasta que el mismo Eiji se encargó de conseguir una residencia digna del ego de Sou y de los cuidados del que ahora es un adolescente complicado. La vida se volvió aburrida y rutinaria, así que sus escapadas a aquel lugar llamado burdel, muy diferente a las casas de entretenimiento en Kyoto, donde si bien las mujeres no gozaban de la misma cultura eran algo más osadas. Es ahí donde pasaba unas cuantas noches a la semana, tratando de renegar de sus quehaceres y de un plan en que estaba incluido, pero del que no era parte. Y quien sabe, tal vez algún día encuentre algo que lo saque de su aburrimiento.

Datos Extras

No se inmuta al bostezar en público repetidas veces, y tampoco al decirles a las personas lo aburridas que son
Es extremadamente sobreprotector cuando se trata de su familia, especialmente respecto a Yuu, pero se resiste a que ese cariño llegue más lejos
Prometió matar a todo aquel que lo menospreciara o lo hiciese sentir inferior, a menos que se disculpara en el acto
Le gusta cocinar de forma abundante aunque en realidad no necesita ni le apetece comer
Le molesta de sobremanera la ropa occidental, así que en casa va siempre en ropa tradicional de su tierra natal o simplemente va casi desnudo
Puede pasar días completos durmiendo, lo justo para salir a alimentarse de quien sea que se le cruce

por **Nigel Quartermane** Miér Ene 18, 2012 7:22 pm

FICHA APROBADA
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