El Gorjeo de los Pajarillos después de la Tomenta [Amelhíon]

por **Jean-Luc Brûler** Dom Ene 22, 2012 5:30 pm

Hace unas horas una gran tormenta había azotado París y alrededores... Jean-Luc se había encontrado en la mansión Brûler, impedido de salir por la torrencial caída de agua y por las negras nubes que cargaban los poderosos rayos a cuestas...
Sin embargo y a pesar de los grandes vientos y la gran cantidad de agua vertida desde el firmamento, luego de horas la tormenta cesó... Las nubes se abrieron y a través de ella se filtró la luz del sol y el azul de un cielo despejado.
Aburrido de quedarse en la mansión sin hacer nada y viendo como las condiciones climáticas mejoraban cada vez más, Jean-Luc decidió salir y dar un paseo por los bosques, que a pesar de estar algo alejados de su residencia siempre lo relajaban y divertían en cierto grado.
Un carruaje lo llevó por la ciudad hasta llegar a la zona de los bosques, allí Jean-Luc despidió a su cochero y se internó por la espesura... El césped estaba mojado totalmente al igual que las copas de los árboles y de vez en cuando de las hojas se desprendían grandes gotas de agua que mojaban los hombros de su lujosa capa azul de seda, llevaba una camisa blanca del mismo material y unos pantalones negros hechos en costoso cuero americano y unas botas del mismo color.
Sentía los trinos y gorjeos de los pájaros en los árboles que luego de la tormenta parecían cantar alegremente otra vez. El joven Brûler dio una intensa inhalación de aquel maravilloso aire puro y lavado por la lluvia mientras continuaba avanzando por el bosque, evitando las zonas de barro.

por Invitado Mar Ene 24, 2012 3:01 pm

Oyâ se hacía presente en aquellos truenos, relámpagos y el agua torrencial que caía conforme los minutos pasaban armoniosamente, casi se perdía el tic tac de un viejo reloj.
El fuego calentaba un líquido violáceo. Invierno, sin velas, hechizos más díficiles de concretar, trabajos pendientes, personas enfermas, gran problema para un brujo médium. Sonreí al leer una carta mandada por Aquamaris:

" Querido Jefe:

Anoche Minervha hizo llegar a Luminé en nuestra casa, estaba tan angustiada por aquella aparición fantasmal de la otra noche que había rogado a ella que llegara, así por lo menos alejaría mi miedo ya que, al parecer, Yahtu, no quiso llegar pues decía que su protegida, o sea yo, no estaba en condiciones para soportar su peso, lo que hizo que fuera peor mi ánimo.
José no está de muy buen humor, piensa volverse a España con los niños, que maestro, se parecen a mí, moros igual que yo. Estoy tan contenta. José puede irse al demonio, pero que deje a mis hijos en casa.
En fin, Amelhíon, ayer fue una sesión maravillosa, sentía que flotaba, voy mejorando.¡ Tus retos sirvieron mucho!. Maestro, espero verlo pronto, tomar té con una torta dulce.

Hasta que el sol vuelva a aparecer. ( No es que me olvide que usted es más de la luna y todo eso, pero ésta es mi carta).

Aquamaris Marâb

Sin duda aquella niña había crecido, toda una mujer. Cuando la tormenta de la mae terminó, miré el líquido que estaba listo, lo coloqué cuidadosamente en una pequeña botella y caminé rápidamente a mi salón de mediumnidad.
Así fue que agarré mi capa azul, mi sombrero negro, mi viejo bastón. También agarré la botella de vino que tenía sobre uno de los altares, una rosa negra, otra blanca, un viejo collar y el nombre de una mujer: Elizabeth Montecarlo, ese sería mi trabajo de hoy, trabajar para que su salud mejore y no muera cuando apenas puese enamorarse.
La luz del astro rey iluminó mi camino hacia los bosques, la última vez que había estado allí, mi cuerpo no tenía ninguna arruga, vestía de negro y lo tenía que cruzar para encontrar el campamento gitano de mi maestro en la brujería.
La tormenta había azotado el bosque, por lo que tenía que hacer tiempo antes de comenzar con los hechizos. Mi capa pesada, reluciente con la luz de la luna y del sol, lograba impedir que le lluvia llegara a mi piel. Internamente, estaba vestido de negro, como el sombrero que llevaba sobre mi cabeza. El bastón iba un paso más adelantado que yo, tanteando el terreno.
A lo lejos una luz verde pasó rápidamente de un lado a otro.
- ¡Vaya!... Los espíritus de la naturaleza se despertaron...- aseguré mientras miraba como las nubes desaparecían y el frío comenzaba a sentirse otra vez más. A lo lejos vi a un joven, con capa azul, más fina que la mía.
Cerré mis ojos, mi corazón dio un vuelco algo desagradable, algo en él iba mal pero eso no impediría que concretara mis hechizos, que llamara a uno de esos espíritus de la naturaleza.
Debe ser un brujo de magia negra, pensé para mí. Iluso, tú eres el que maneja las magias como quiere y te preocupa un chiquillo de magia negra, me contesté a mí mismo y luego abrí los ojos.
- Pero el chiquillo puede ser totalmente de esa magia, en cambio yo, sólo me caso con la magia negra si es necesario y por medio de la Lamia..- aseguré en voz alta para terminar los ida y vueltas de mis pensamientos.

por **Jean-Luc Brûler** Mar Ene 24, 2012 9:20 pm

Un viento frío recorrió el bosque a la vez que el mismo se deshacía de las pocas nubes que habían quedado en el cielo luego de la tormenta.
Pero el viento le traía noticias aparte del peculiar sonido de los trinos de las aves... Era una sensación extraña, una especie de escalofríos... Una sensación que le erizaba los pelos de la nuca... No era del todo desagradable... Solo que no sabía demasiado bien como describirla. Pero la había sentido otras veces... Era ese extraño sexto sentido que se activaba cada vez que había otro brujo en las cercanías...
Giró la cabeza mirando a un costado y allí, algo alejado, vio a un hombre mayor, de bastón y sombrero. Y de pronto, de los árboles, vio como unas luces verdes comenzaban a surcar la espesura... Espíritus del bosque... No le sorprendía dado que sabía que era una actividad muy común en bosques tan llenos de vida como aquel, pero observarlos era hermoso...
Se dejó deslumbrar por el brillo verdoso de las luces, para luego observar al hombre mayor, con una mezcla de curiosidad y cautela... No era que temiese algo en especial de aquel hombre, pero un brujo siempre debía andar prevenido...

por Invitado Lun Ene 30, 2012 4:26 pm

El hecho de que un brujo de magia blanca estuviera metido de forma inconsciente a la magia negra era totalmente absurdo, mil y una veces tuve que demostrar que aquello oscuro en mi aura era por la conexión que padecía con la lamia, que en realidad no era tan oscuro como se pensaba y que saldría pronto de esa situación, por supuesto, nadie me creyó.

La naturaleza era sabia pero existían las veces en las que uno creía que sobrepasaba el entendimiento, nada era seguro y todo tenía un equilibrio. Me preguntaba cómo un joven brujo podría inclinarse a la magia oscura, si sabía qué peligros corría invocando sus habilidades y si ese joven tenía un maestro, dudaba que el hombre o mujer estuviera muy cuerdo para enseñarle algo así a un principiante.

Indignado por aquella situación avancé unos pasos más, sonriendo por debajo del sombrero.

- Buenas joven.- murmuré con voz tronante, me molestaba sentir que si había una demanda de magia, me ganaría el joven con ayuda de la magia negra, que todos mis años forzosos se irán por un cauce que nunca llegaría a un lugar terminal, siempre estaría forcejeando con la naturaleza, con el equilibrio y con aquellos que disfrutaban febrilmente perturbarlos.

Cerré mis ojos con la esperanza de sentir a alguno de mis protectores pero en cambio sólo sentí a aquellos espíritus elementales.

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