El hospital... mi hogar. [Libre]

por **Ørn Fridrikson** Lun Ene 23, 2012 10:18 am

3 Enero de 1800
París, 03:57 Am.

Un susurro acarició la mejilla de la jóven Christinne aquella Fría mañana de Enero. Con la navidad tras la espalda, aquel comienzo de año auguraba más problemas aún. El comienzo de un nuevo siglo, próspero y lleno de cambios, solo podía significar la desdicha para muchos de los inocentes.

Tras levantarse, tomó un cálido baño que la señora que regentaba el lugar tenía la amabilidad de haber preparado a tiempo, a sabiendas que christinne pronto se levantaría de aquel sueño para acudir temprano al hospital.
Con prisa, el carruaje se dirigía hacia dicho lugar, que desde hacía ya algunos meses había pasado a convertirse en su propio hogar. Pues allí pasaría semanas enteras en vela, así lo decía simplemente aquella intuición tan (por desgracia) acertada que poseía.

Aquello era lo único realmente que le hacía desear permanecer en aquel lugar, saber lo que pronto acontecería y saber que gracias a una buena acción del hospital podía ayudar en la pronta recuperación de cada paciente.
Lo que les hacía más excepcional al de otros lugares era su moderna medicina gracias a servicios anonimos de alquimistas para ser conscientes de preparar nuevos brebajes para la cura de diversas enfermedades, e incluso la propia christinne se había tomado la libertad de crear unas efectivas formas de recomposición de tejido o la pronta recuperación gracias a las técnicas avanzadas de cirugía. Ya casi podían pensar que en un futuro no tan lejano pudiesen curar en lugar de amputar algun miembro sano.

Llegó hacia su despacho, aún apenas comenzaron a llegar aquellos enfermeros que trabajaban fielmente para el hospital, todos y cada uno de ellos con una buena reputación. Christinne, pensó entonces en aceptar la oferta de tomar la casa que había en la planta mas alta del hospital. Creada hacía algunas décadas para que aquel que lo dirigiese pudiese ser despertado a cualquier hora para una urgencia o simplemente para unir su vida a la del hospital y servir por entero a él.

Tomó un candil y con él caminó por el silencioso hospital, aun los pacientes dormían mientras las puertas eran abiertas de nuevo.