Hogar, dulce hogar (privado)

por **Elaine Landvik** Dom Dic 02, 2018 3:17 pm

Las cosas se complicaban en el norte, no era tan ingenuo como para no saber que los generales andaban preocupados y mas mi padre. El aquelarre que había tratado de capturarme y usarme no se con que fin había desaparecido sin dejar rastro, de nada habían servido los intentos de padre de acompañar a Giuliana a ver si era capaz de seguir su rastro mágico, simplemente nada.
A ese problema había que añadirle un inconveniente añadido, mi magia oscura, despertaba, lo hacía de forma violenta en momentos en los que me alteraba en demasía.
El norte estaba en constante guerra y mi poder crecía hasta limites que eran casi imposibles de controlar.

Esa mañana padre llegó a mi cuarto, era extraño porque siempre me citaba en el despacho, su semblante era serio, pero fingió como de costumbre que todo iba bien y con un par de bromas atajó la situación pidiéndome que fuera a Paris a representarlo frente al duque de Bronyounr, al parecer una de sus hijas se prometía y había invitado a padre pero este estaba ocupado no solo con la guerra rebelde si no con mi hermano Einar y su nuevo cargo como Rey de España.

Me pidió que me alojara en casa de Elora, según él todo estaba hablado, no necesité mucho para unir cabos, padre quería sacarme del norte y quería que Elora, una hechicera nigromante me ayudara a controlar mi magia, lo que no entendía es para que tantos misterios.*

Elaine también estaba preocupada por Sirius, no tanto por su poder o sus arrebatos de magia oscura sino por lo que le alteraba. Él era todo bondad, no quería dañar a nadie y había vivido toda su vida haciendo frente a un poder incontrolado en vez de volverse soberbio y borracho de poder. Cuando Höor los envió a París la loba se alegró porque un poco de distancia le vendría bien, habían pasado mucho en Akershus y le vendría bien visitar a la bruja amiga de Höor que le podría enseñar algunas cosas más que Giuliana, pues era nigromante de alto nivel y según el conde, muy caótica, de las que habían necesitado mucha fuerza de voluntad para controlarse y ni aún así.

El viaje fue por barco, ya que el sur estaba flanqueado por los ejércitos de Randulf y no se fiaban de que el transporte llegara a salvo. Desembarcaron en Le Havre y pusieron rumbo a la mansión Paine. Al llegar les recorrió una sensación algo escalofriante, a pesar de sus bonitos jardines y los extensos parterres de flores, flotaba en el ambiente un aura extraña, opresiva y fría, como si alguien estuviera vigilando continuamente; eso se debía al ejército de entes atados que tenía Elora a modo de guardas.

por **Sirius Cannif** Lun Dic 17, 2018 4:05 pm

Jana los hizo pasar, Elora estaba en una fiesta con Varinäel, no es que le gustasen demasiado pero de vez en cuando abandonaba su guarida y se mostraba en sociedad para guardar las apariencias. La mano derecha de la bruja les enseñó los salones principales, su cuarto y les sirvió la cena. En esa casa nada escapaba al control del ama de llaves, se había acostumbrado a las cosas de la bruja, a su magia, sus arranques y todo lo demás. La sacó de la prostitución y a su hermano ex-convicto, les dio trabajo muy bien pagado y a cambio sólo les pidió lealtad absoluta. Con el tiempo se habían convertido en sus amigos y aunque no supiera los detalles, sabía quién era Sirius.

La mansión de la amiga de mi padre desprendía un hedor extraño, nada tenía que ver realmente con el olor, pues estaba limpia y olía a jabón, si no mas bien a lo cargado que estaba el ambiente de magia, era como si pudiera sentir mil entes atravesándome, como si me rodearan, buscaran y miraran fijamente. No sabía si mi padre había acertado enviándome allí pues sin quererlo mi magia se puso a la defensiva y mis ojos adquirieron un oscuro tono negro.
No había perdido el control, de echo conté hastas diez una y otra vez sin dejar de aferrar la mano de Elaine mientras la dama de llaves nos enseñaba cada habitación, salón y otras dependencias.

Finalmente nos llevó a la cámara que ambos utilizaríamos para dormir, allí el mozo descargó la maleta de mi mujer, la mía la llevaba yo pese a la insistencia del mismo.
Una vez en la habitación, solos pude ver en los ojos de la loba aquel tono que se tildaba de preocupación, tiré de su cintura para buscar sus labios y ladee la sonrisa mientras la lumbre recien encendida empezaba a calentar la estancia y lamía nuestra piel en tonos naranjas.
-Estoy bien -sentencié.*

por **Elaine Landvik** Lun Dic 17, 2018 4:06 pm

Elaine había intentado mostrarse amable y despreocupada durante el viaje, aligerando un poco el ambiente algo cenizo que flotaba a su alrededor, pero para Sirius esa etapa estaba siendo muy dura.

— Lo sé.— Apretó su mano y lo besó. Elora estaba al caer y la princesa rumana la conocía de refilón, le intrigaba esa mujer tan pequeña y poderosa. La puerta de la entrada principal sonó y la bruja hizo acto de presencia en la casa y la energía cambió, les susurró a los entes que no fueran hostiles con Sirius y Elaine. Había bebido bastante vino, Varinäel se reía entre dientes porque cuando le daba por beber la morena empezaba a hablar y a decir chorradas y resultaba hasta graciosa. Pero es que eso de tener que enfrentarse a “su hijo” era algo que empezaba a sobrepasarle y eso que aún no se habían visto.*

Varinael tiró de la cintura de la bruja mientras esta iba maldiciendo para que el vampiro se callara y dejara de picarla, subieron escaleras arriba entre risas hasta llegar justo a la puerta donde el matrimonio Cannif se hospedaba, la bruja tomó aire y lo soltó despacio mientras el inmortal enarcaba una ceja no acostumbrado a ver a la caótica bruja tan nerviosa.

-Es buen chico -le recordó Varinael que abrió la puerta tras golpearla un par de veces.

El joven Cannif y el inmortal se llevaban bien, no se habían visto muchas veces pero entre ambos había surgido algo así como una amistad, así que en cuanto este atravesó la puerta Sirius fue a saludarlo y empezaron las bromas.
Varinael le dijo que tenía que sacar tiempo tras el coñazo de fiesta para irse los dos solos por Paris, que él le enseñaría unos antros menos refinados que seguro serian mas del gusto del bárbaro.
Elaine conversaba con Elora dandole las gracias por haberles ofrecido su casa, parecía que la primera toma de contacto iba sobre ruedas.*

por **Sirius Cannif** Miér Ene 09, 2019 5:25 am

Elora admiró el largo pelo de Elaine y su elegancia y medio borracha le dijo.

— Vaya…es que eres muy guapa y destilas elegancia. Varinäel ¿crees que yo podría…? nah, a quién quiero engañar. A mi se me ve venir demasiado rápido, la elegancia no es lo mío.— usualmente la bruja vestía a su aire, con modelitos que podían considerarse demasiado provocativos, o todo lo contrario, cerrados y vetustos, según le diera. Se plantó delante de Sirius y le palmeó la mejilla.— Has crecido mucho.— Hacia tiempo que no era un crío, lo había visto más veces pero al parecer a Elora le parecía que había sido poco.— Mañana cuando esté sobria entrenaremos un poco esa magia ¿de acuerdo? aunque… si le preguntas a este individuo te dirá que no hay diferencia, que soy igual de mala estando ebria que serena.— se acercó al vampiro y le hizo un movimiento de cejas y labios.— la culpa la tiene tu vino.*

Varinael miró de medio lado a la bruja cuando le hizo esa pregunta, le hubiera respondido sin problemas, no era precisamente la elegancia lo que caracterizaba a la nigromante, pero era divertida, caótica y un tanto estrafalaria, así que al menos tenía buen tema de conversación y el inmortal no se aburría con ella, eso por no contar las sesiones de sexo épico que se gastaban, a veces acaban tirándose los trastos a la cabeza, pero otras por contra...hasta dormían juntos hasta que los encontraba el alba o al vampiro el ocaso mejor dicho.

Sirius se echo a reir, Elora borracha era divertida, asintió porque el chico era educado cuando le dijo que al día siguiente podrían entrenar un poco, era consciente que en parte para eso lo había enviado allí su padre, pero por lo que conocía a Elora era tan caótica como él mismo y no sabía bien como iba a ayudarlo cuando pecaban de problemas similares.

-Claro Elora, mañana entrenamos - respondió acercándose a su mujer para rodear su cintura.

Elaine era una princesa, una mujer que por estar con el hechicero había renunciado a una vida acomodada y se había unido a un mundo de barbaros, de peligros y de dioses para ella paganos. Sirius no podía olvidar que en cierto modo no la merecía, solo lograba llevarla al abismo, causarle problemas y eso no era nada comparado con la sensación que tenía de no poder darle un hijo como habían augurado los oráculos, así que cuando la bruja dijo lo preciosa que era, asumió que aun con mas motivo podría estar con quien quisiera.*

por **Elaine Landvik** Miér Ene 09, 2019 5:25 am

Se fueron cada cual a su alcoba, la bruja tambaleándose tanto que el vampiro terminó por cogerla en volandas provocándole protestas y risas. Cuando lo conoció le parecía más seco y estúpido que todas las cosas, pero con el tiempo había descubierto que tenía sentido del humor y que se divertían juntos. En esta ocasión Varinäel se convirtió en su roca de apoyo, la bruja llevaba mal esa situación, veinte años antes habían hecho un pacto: Höor lo criaría y ella mantendría a la Inquisición lejos de Akershus, y así había sido. Pero aunque no fuera su verdadera madre, se sentía algo parecido a culpable por no haber hecho lo mismo y ahora que lo veía convertido en un hombre con dificultades para dominar su poder pensaba que podría haber hecho más.

— Tienes suerte… tu te saltarás el desayuno, y la comida…que será incómodo porque querré decirle la verdad y no podré y…¿no puedes convertirme en vampiro y así tendré excusa para no bajar a desayunar?*

-Me gusta demasiado tu sangre bombeando caliente como para convertirte en un monstruo de la noche - bromeo el vampiro consciente de que estaba borracha y no pensaba con claridad, mas bien era solo el deseo de no enfrentarse a su hijo lo que la empujaba a tomar esa decisión para nada meditada.
No podía mentir, el inmortal sabía que aquello sería efímero, había asumido que el amor no era para él y que aunque ahora pudiera rozar algo parecido al final en unos años, de esos que pasan volando volvería a quedarse solo, lo único que era una constante en su vida era Indigo.

-Tu hijo es un buen chico, Höor lo ha educado bien, tiene grandes valores y sinceramente se que una vez te dije que deberías traerlo contigo a Paris porque su poder era inmenso y allí, en el norte, sin educación, era peligrosos, ahora me doy cuenta de que me equivoqué. Sirius se ha convertido en un hombre leal, valiente y tenaz, así que puede que tenga fantasmas con los que luchar, pero ¿acaso no los tienes tu? ¿no los tengo yo? ¿no los tiene Höor? aquí todos gastamos de eso Elora, así que deja de preocuparte por el chico y deja de pensar que lo podías haber hecho mejor.*

—¿fantasmas? jijiijijiji.— le dio la risa floja. Qué gracioso el vampiro. ¿Fantasmas ella? Sólo tenía un ejército rodeando su casa. Claro que tenía fantasmas.— Tengo fantasmas de todos los tipos, muchos más que vosotros, lo llevo escuchando toda mi vida. Mientras que de pequeño tu cazabas dinosaurios en taparrabos, yo me dedicaba a jugar con muertos que estaban cabreados.*

-Pues manda fuera tu ejercito de fantasmas cabreados, que voy a cazar en taparrabos a una bruja peligrosa que creo anda con ganas de que le abra las piernas y me cuele entre ellas.

El vampiro no se cortaba y así ambos acabaron enredados en el lecho mientras las prendas de ropa iban cayendo a sendos lados de la cama y los húmedos besos retumbaban en la estancia.*

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