Hogar dulce... ¿hogar? {Preeeeeeeeex!}

por **Ayris C. Richards** Lun Feb 07, 2011 1:58 pm

Todo final tiene algún comienzo, desgraciadamente el mío es penoso. Una madre muerta al dar a luz, un padre asesinado por un loco psicópata, no tengo amigos y mi corazón está roto en este momento y, para colmo, soy una bruja. Si alguien piensa que su vida es desgraciada, que venga a hablar conmigo, se le subirá la moral enseguida. Puede que la gente piense que su vida es horrible, puede que a alguien le haya abondonado el prometido o a otro que se le hayan mudado los amigos, pero no creo que nadie sepa que se siente en el corazón cuando toda tu familia muere cuando tu eres aun joven y estás creciendo. Esa es mi vida. No tiene más. Soy tan desgraciada que para intentar olvidarme de mis penas he tenido que recurrir al abandono. Y digo abandono porque he dejado mi hogar para venir a vivir a París. Yo soy Italiana, y he de reconocer que me ha costado muchisimo alejarme de Venecia así como así. ¿Por que escogí este destino? Fácil. Stefany Ane Richards. Ella es mi prima, es decir, mi padre es hermano del suyo, no cuesta tanto. Bien, este es mi plan: encontrarla y a partir de ahí... ehem... encontrarla. Necesito de su ayuda para amanecer feliz, hace tanto que no la veo, tanto tiempo. La echo tanto en falta. Por eso le envié una carta la semana pasada, informándole de mi viaje a Francia, más concretamente a París. No recibí contestación alguna por parte de ella, no me extraña, no dejé dirección alguna. Pero sé que por lo menos que la habrá leído y se habrá dado cuenta en la clase de apuero que estoy.

Mi cabeza estaba repleta de tristes pensamientos mientras el barco amarraba en puerto. Avancé con una mano en la cabeza, impidiendo a mi sombrero que volase, mientras mi cabello volaba hacia los lados, rozando de vez en cuando mi rostro. Me acerqué a la escalerilla, donde toda la tripulación se iba acumulando hasta el punto de rebosar. Observé, con nostalgia, como un hombre abrazaba a su supuesta mujer y a dos niñas, aquel hombre era el de el camerino de enfrente al mío. No había hablado demasiado con él, solo las tipicas frases de saludo y comentaríos holgados. Agarré mi equipaje de mano, repleto con algunos de mis vestidos y otras cosas que podrían serme útiles durante el viaje. Bajé las escaleras que me llevarían al que sería ahora mi hogar, Hogar dulce... ¿hogar? No estaba muy segura de eso, pero tenía que intentarlo. Cogí aire y me hice paso entre el gentío, buscando de vez en cuando, con la mirada, a algún rostro conocido que pudiera serme familiar.

por **Stefany Ane Richards** Jue Feb 10, 2011 3:11 pm

Como rutina diaria solía madrugar para comprar en el mercado y dar un pequeño paseo, las mañanas siempre eran soleadas así que aprovechaba para ir al puerto, observando a los pescadores con sus redes y barquitos, yo los saludaba cortésmente como me enseñaron en mi educación desde pequeña. Llevaba puesto un vestido largo y sencillo, con una hermosa flor que acababa de coger.

Un niño pequeño siempre estaba ahí y yo solía darle unas pocas de monedas, su apariencia no mostraba más de ocho años, su ropa era sucia y vieja, pero el chico era hermoso, una cara fina y unos grandes ojos verdes manzana que utilizaba para sus trucos y conseguir dinero de las personas de clase alta.

Caminaba con un paso lento, respirando profundamente, giraba mi cabeza y observaba como las olas rompían contra las rocas, ese sonido que tanto me relajaba. Pasé por la arena descalzándome y mis pies jugando con el agua fría, la arena también estaba algo fría, ya que al sol no le había dado tiempo aun de calentarla. Escuché el sonido de un barco llegar y sonreí, mucha gente bajaba de él, una chica me llamó la atención en especial, esa cabellera marrón que asomaba por su sombrero me resultaba familiar. Sus rasgos no pude verlos ya que estaba de espaldas a mí. Caminé hasta llegar al lugar y observarlos de cerca.

Llegué y saludé a un joven que me había hecho una reverencia, yo la correspondí con una amplia sonrisa y un movimiento con mi vestido. La chica se giró y yo me quedé parada al observarle su cara, su sonrisa que reconocía cuando niñas –Ayris...- susurró en voz baja, sus ojos brillaban, no se lo podía creer, parecía un sueño. Me calmé, alomejor era una chica semejante a ella, negué con mi cabeza -¿desde Italia a París? ¿Venecia? –pensaba continuamente, mis padres no me habían dicho nada.

Mi pasó avanzó hasta colocarme delante de ella y tocar su espalda -¿Ayris? –cerré los ojos con fuerzas, deseando que fuera ella, mi querida prima.

por **Ayris C. Richards** Vie Feb 11, 2011 1:27 pm

Agarré los pliegues de mi falda, intentando que esta no tocara el sucio suelo, y me abrí paso entre la gente, que empujaba y me impedía movimiento alguno. Finalmente, un caballero trajeado se acercó a mi y, por pena o por simple camadería, me tocó la espalda y me hizo avanzar a través de la gente, me sorprendió aquel gesto, la multitud se apartaba rapidamente al verlo pasar, cosa que me pareció extraña. Le dediqué una sonrisa de agradecimiento y el me besó la mano, en un suave y delicado gesto que me hizo sonrojar. Luego, se alejó apidamente, la multitud le rodeó, y desapareció. Fue tan rápido, que por un momento creí que aquello fue solo fruto de mi imaginación.

Seguí avanzando hasta quedar ya más alejada del barco donde había estado durante dos días y medio navegando, el viaje no había estado del todo mal, los criados venías y se iban con bebidas, cortesía del capitán, que por lo visto se habíia fijado en mí, me sentí bastante halagada, pero tuve que obligarme a no aceptar los regalos para no hacerle creer que tenía una oportunidad. Aquello me hizo sentir, con mucho, aceptada. De vez en cuando venía bien tomarse un respiro, solo que el mio sería para siempre, por lo menos, eso era lo que yo esperaba... No solía usar jamás mis poderes, es más, no los volví a utilizar desde que padre murió a manos de aquel sádico amante de la sangre. Dejé de pensar en eso, no quería que ningún poder no-conocido floreciera en ese mismo momento, en un lugar lleno a rebosar de gente.

Ladeé la cabeza, intentando encontrar a algún conocido, familia, amigos... lo que fuera. Me puse de puntillas, yo era bajita en comparación con los altos hombres que paseaban de un lado a otro y me dificultaban la visión. De repente, sentí unos golpecitos suaves en la espalda, y mi nombre susurrado por unos labios femeninos. Una voz familiar... Cerré los ojos durante un corto instante y me giré, deseando que de verdad, de verdad fuera ella... Deseándolo con todas mis fuerzas... Y me giré, abrí los ojos y pestañeé. Ahogué una exclamación de alegría, y mis lagrimales empezaron a producir saladas lágrimas. Realmente era ella, bueno... un poco más alta, delgada y con curvas. Su rostro era el de siempre, dulce y amistoso a la vista, y su porte... siempre su posición de dama refinada. -Stefany- susurré con una sonrisa.

por **Stefany Ane Richards** Jue Feb 17, 2011 3:54 pm

No me equivocaba esa dulce muchacha era Ayris con su peculiar vestimenta, esa muchacha vividora, lanzada y alegre estaba en este instante conmigo ¿Por qué? Solo me abalancé a ella llorando de alegría. Era mi prima con la que de pequeña hacíamos travesuras, íbamos por el campo de mi padre donde nos perdíamos y creábamos nuestros propios juegos, nuestras inocentes mentes esas niñas pequeñas que querían ser las reinas de su mundo, creado por ellas. Corríamos y chillábamos, mi padre nos sonreía a lo lejos y mi madre nos avisaba desde la puerta de casa –Llegué antes! –esa típica carrera que hacíamos para llegar, mi madre nos cogía a las dos por los hombros y nos acariciaba el cabello, un baño tirándonos espuma y volviendo a ensuciar todo.

No podía dejar de sonreír, esa niña ya no estaba, ahora era un chica que ganas de comerse el mundo, me recordaba a mí cuando vine a París con mis padres, quería llegar a ser algo más, tener una buena casa, ahora solo intentaba ayudar a mis padres con mi trabajo en el teatro, aunque no me importaba limpiar casas.

-¡AYRIS! –la achuché muy fuerte, seguía llorando de alegría y ella me acompañaba, nuestras mirabas coincidían y esa risa contagiosa salía de nosotras, cuando empezábamos no parábamos, me calmé y respiré hondo -¿Qué hace por aquí? –logré decir emocionada y observándola, estaba hermosa, toda una mujer conquistadora.

-Ven conmigo –la tomé del brazo y la ayudé con la bolsa –Seguro que no tienes lugar para dormir, mis padres estarán emocionados –decía rápido, pero me quedé quieta y pensé, mis tíos… una pena me recorrió pero la disimulé un momento sonriendo -¿Cómo estás? –pregunte ahora calmada y serena, respiraba relajada y mi sonrisa no se borraba de mi cara, esa sonrisa para que se sintiera a gusto.

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