AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
Espacios libres: 11/40
Afiliaciones élite: ABIERTAS
Última limpieza: 1/04/24
En Victorian Vampires valoramos la creatividad, es por eso que pedimos respeto por el trabajo ajeno. Todas las imágenes, códigos y textos que pueden apreciarse en el foro han sido exclusivamente editados y creados para utilizarse únicamente en el mismo. Si se llegase a sorprender a una persona, foro, o sitio web, haciendo uso del contenido total o parcial, y sobre todo, sin el permiso de la administración de este foro, nos veremos obligados a reportarlo a las autoridades correspondientes, entre ellas Foro Activo, para que tome cartas en el asunto e impedir el robo de ideas originales, ya que creemos que es una falta de respeto el hacer uso de material ajeno sin haber tenido una previa autorización para ello. Por favor, no plagies, no robes diseños o códigos originales, respeta a los demás.
Así mismo, también exigimos respeto por las creaciones de todos nuestros usuarios, ya sean gráficos, códigos o textos. No robes ideas que les pertenecen a otros, se original. En este foro castigamos el plagio con el baneo definitivo.
Todas las imágenes utilizadas pertenecen a sus respectivos autores y han sido utilizadas y editadas sin fines de lucro. Agradecimientos especiales a: rainris, sambriggs, laesmeralda, viona, evenderthlies, eveferther, sweedies, silent order, lady morgana, iberian Black arts, dezzan, black dante, valentinakallias, admiralj, joelht74, dg2001, saraqrel, gin7ginb, anettfrozen, zemotion, lithiumpicnic, iscarlet, hellwoman, wagner, mjranum-stock, liam-stock, stardust Paramount Pictures, y muy especialmente a Source Code por sus códigos facilitados.
Victorian Vampires by Nigel Quartermane is licensed under a
Creative Commons Reconocimiento-NoComercial-SinObraDerivada 3.0 Unported License.
Creado a partir de la obra en https://victorianvampires.foroes.org
Últimos temas
Reunion Familiar
3 participantes
Página 1 de 1.
Reunion Familiar
[PRIVADO]
Ella se encontró viviendo bajo mi mismo techo desde hacía días ya, apenas podía verla durante las noches, mientras salíamos a pasear o cuando la acompañaba a la hora de la cena. Ella me contaba sobre sus amigos en Paris y como significaban una familia; yo le contaba sobre Alexander y Aimé, aquellos dos a los que una vez me toco convertir y quienes eran parte de mi clan, apenas una parte de lo que era en realidad mi familia. Le expliqué a Sophia que mi familia estaba constituida por muchos vampiros que estaban regados por todo el mundo, cada uno de ellos era parte de un clan diferente al mío y que se los presentaría en su momento. También le conté de la existencia del padre de todos, Abaddon, el antiguo a quien le debíamos nuestra vida y mi padre al que le debía sobre todo mi eterna lealtad por todo lo que había hecho por mí y mi reino.
Ambos pertenecíamos a mundos muy diferentes pero ello no nos iba a impedir el estar juntos, yo la amaba y en recompensa obtenía lo mismo de ella, antes no había sido tan feliz y solo ella le devolvió la luz a mis noches de eterna oscuridad por lo que haría lo necesario para que permaneciera a mi lado. Aquella noche se cumpliría parte de mi plan ya que después de discutirlo con ella era la hora de que los otros dos moradores de aquel palacio la conocieran. Antes ya había hablado con Alexander y Aimé y les había puesto al corriente de que en adelante alguien más viviría con nosotros y ella seria Sophia, mi futura esposa y futura reina de Italia. De modo que decidimos que era hora de reunirnos y para ello tenía que ir a donde se encontraba Sophia y llevarla conmigo a una parte del castillo donde antes no se le había permitido estar por su propia seguridad.
Eran las ocho de la noche cuando toque a su puerta esperando encontrarla preparada. Desde la noche en el lago no había vuelto a tocarla ya que la costumbre era muy estricta para alguien que seguía fielmente los protocolos. Si quería que mi corte la aceptara y que la vieran como yo la veía, la mujer más preciada, tendría que respetarla como tal así que solo podría compartir alcoba con ella después de casados. Una parte de mi la había deseado desde la primera noche pero otra parte de mi me detenía y me decía que esperara a que fuera mi mujer. Pasaríamos la eternidad juntos así que no había porque apresurarse. Con tenerla cerca ya encontraba un gran alivio a las noches en que me falto su compañía y en las que no sabía cómo estaba ella y donde se encontraba. Solo cuando ella me lo conto supe que estaba en la compañía de sus amigos a quienes consideraba familia, aquellos a quienes estaría siempre agradecido por haber cuidado de ella en todo momento aunque sabía que mi hermosa fiera también tenia garras con las cuales defenderse si era necesario.
La puerta de su dormitorio se abrió y apareció una de las doncellas que la acompañaban todo el día para servirla. Luego vi a mi Sophia aparecer detrás de ella, parecía que estaba más hermosa esta noche pero yo siempre la encontraba más hermosa cada vez que la veía. Todas las doncellas se inclinaron y nos dejaron solos. Extendí mi mano hacia ella y sonreí sin apartar mi mirada de su rostro –Es hora de que vengas conmigo- le dije esperando a que se aproximara. Luego caminamos por los anchos pasillos del castillo y la llevé a una sala oscura decorada con retratos familiares, siempre los mismos, Alexander posaba con Aimé en algunos y en otros teníamos una expresión más solemne. En el futuro Sophia también estaría en esos cuadros portando la corona del imperio. –Sentémonos un momento, ya llegaran- la tranquilice acariciándole el rostro en caso de que se encontrara nerviosa. Estaba seguro de que Alexander acudiría a la cita aunque no estaba muy seguro de Aimé dado a los constantes viajes que últimamente realizaba. De todas formas estaba seguro que luego de esa noche Sophia se sentiría mucho mas cómoda pues conocería a quienes eran mi familia.
Ambos pertenecíamos a mundos muy diferentes pero ello no nos iba a impedir el estar juntos, yo la amaba y en recompensa obtenía lo mismo de ella, antes no había sido tan feliz y solo ella le devolvió la luz a mis noches de eterna oscuridad por lo que haría lo necesario para que permaneciera a mi lado. Aquella noche se cumpliría parte de mi plan ya que después de discutirlo con ella era la hora de que los otros dos moradores de aquel palacio la conocieran. Antes ya había hablado con Alexander y Aimé y les había puesto al corriente de que en adelante alguien más viviría con nosotros y ella seria Sophia, mi futura esposa y futura reina de Italia. De modo que decidimos que era hora de reunirnos y para ello tenía que ir a donde se encontraba Sophia y llevarla conmigo a una parte del castillo donde antes no se le había permitido estar por su propia seguridad.
Eran las ocho de la noche cuando toque a su puerta esperando encontrarla preparada. Desde la noche en el lago no había vuelto a tocarla ya que la costumbre era muy estricta para alguien que seguía fielmente los protocolos. Si quería que mi corte la aceptara y que la vieran como yo la veía, la mujer más preciada, tendría que respetarla como tal así que solo podría compartir alcoba con ella después de casados. Una parte de mi la había deseado desde la primera noche pero otra parte de mi me detenía y me decía que esperara a que fuera mi mujer. Pasaríamos la eternidad juntos así que no había porque apresurarse. Con tenerla cerca ya encontraba un gran alivio a las noches en que me falto su compañía y en las que no sabía cómo estaba ella y donde se encontraba. Solo cuando ella me lo conto supe que estaba en la compañía de sus amigos a quienes consideraba familia, aquellos a quienes estaría siempre agradecido por haber cuidado de ella en todo momento aunque sabía que mi hermosa fiera también tenia garras con las cuales defenderse si era necesario.
La puerta de su dormitorio se abrió y apareció una de las doncellas que la acompañaban todo el día para servirla. Luego vi a mi Sophia aparecer detrás de ella, parecía que estaba más hermosa esta noche pero yo siempre la encontraba más hermosa cada vez que la veía. Todas las doncellas se inclinaron y nos dejaron solos. Extendí mi mano hacia ella y sonreí sin apartar mi mirada de su rostro –Es hora de que vengas conmigo- le dije esperando a que se aproximara. Luego caminamos por los anchos pasillos del castillo y la llevé a una sala oscura decorada con retratos familiares, siempre los mismos, Alexander posaba con Aimé en algunos y en otros teníamos una expresión más solemne. En el futuro Sophia también estaría en esos cuadros portando la corona del imperio. –Sentémonos un momento, ya llegaran- la tranquilice acariciándole el rostro en caso de que se encontrara nerviosa. Estaba seguro de que Alexander acudiría a la cita aunque no estaba muy seguro de Aimé dado a los constantes viajes que últimamente realizaba. De todas formas estaba seguro que luego de esa noche Sophia se sentiría mucho mas cómoda pues conocería a quienes eran mi familia.
Invitado- Invitado
Re: Reunion Familiar
No sabía si había pasado un día o mas, pero mi estadía en aquel castillo estaba siendo un sueño, hacía mucho tiempo que nadie se preocupaba del todo de mi, siempre había tenido que valerme por mi misma y salir adelante por mis propios medios, pero ahora tenía todo un nuevo mundo por recorrer, las doncellas que ya eran más que unas sirvientes para mí, me ayudaban en todo, hasta en mis caprichos de gato que era cuando más necesitaba de alguien a mi lado. Ellas eran de confianza Zarek, no pondría a cualquiera a mi lado eso lo tenía asegurado así que cuando fue el tiempo ellas se enteraron de mi extraña condición, y por primera vez no vi esa cara de sorpresa o de bicho raro, sino todo lo contrario. Tenía en mi habitación un pocillo que siempre estaba con leche ya que cuando estaba como gato era mi verdadera debilidad, además de otras regalías como sardinas y atunes traídos desde donde sabe quién.
Zarek me había hablado de su familia, hice mi mayor esfuerzo de entender todo el enredo sobre ellos, en realidad una familia de vampiros era algo que nunca había visto sino hasta ahora, me pareció curioso que se trataran como familia y me dio gusto saber que en todos sus años mi amor no estuvo del todo solo. Entre suspiros los días se hacían cortos cuando merodeaba por la parte permitida del castillo ya había encontrado más de un pasadizo secreto, donde solo un gato podía entrar. Entre mis pertenencias que había traído tenía mi collar con la perla negra y su pequeño cascabel que a veces me delataba cuando las doncellas me andaban buscando. Por las noches veía a Zarek, caminábamos por los jardines y cada tiempo que pasábamos juntos me maravillaba mas con sus historias, de alguna forma todo esos días aprendía algo nuevo de él y de su familia, era por ese motivo el cual esa tarde me sentía tan nerviosa, esa noche conocería a una parte de su familia una parte de él.
Las doncellas muy temprano llegaron a mi habitación, ayudándome en escoger el atuendo adecuado, nunca había tenido tantos vestidos como ahora así que me era difícil decidirme por solo uno. Con ayuda de las dos más fieles me vistieron con un traje color turquesa , Alhelí me peino con cuidado mientras Alanís me ayudaba con el maquillaje aun cuando el mío era lo más natural, me di vueltas por la habitación mientras miraba hacia los jardines de vez en cuando, sentía un revoltijo en mi estomago, miedo e inseguridad aquello me inundaba mientras las doncellas intentaban calmarme, el reloj de la habitación marco la hora en punto y abriéndose la puerta una sonrisa nerviosa se poso en mi rostro y todo pareció desaparecer, él, precisamente el era mi única medicina para calmar a las fieras que habitaban en mi interior. Respire hondo y guiñándole un ojo a mis doncellas salí de la habitación tomada de su mano, en completo silencio intentando mantener mi respiración tranquila mas mi corazón de seguro me delataba. Sus caricias, lograban mantenerme pasiva pero no sabía cuánto mas podría durar así.
Llegamos a un lugar donde habían varios retratos, me di el tiempo de observar cada uno, ver donde estaba Zarek, sus hermanos, sus familiares, en realidad era una familia grande y aquello me hizo sentir aun más pequeña de lo que ya era, respirando hondo trague saliva y me perdí en sus ojos – Estoy nerviosa – aquellas palabras salieron entre mis dientes, era un momento donde no sabía qué hacer, aun cuando Zarek parecía tranquilo yo no podía estarlo, no quería cometer errores, no quería que me miraran diferente, quería ser perfecta para él, para su familia. Apreté su mano con algo de fuerza y le deposite un beso en la mejilla, necesitaba sentir el frio de su piel y no la tibieza de nuestro contacto, respire profundo como si el mismo aire me quemase – No quiero cometer ninguna locura – no sabía porque había dicho aquello en realidad quería decir, “quiero ser perfecta” pero muy en el fondo sabía que no lo era. Mientras intentaba tranquilizarme a mí y a mi fiera interior observaba los retratos deteniéndome en algunos donde habían bellas damas, que a simple vista se veían sensuales, volví a sentir ese revoltijo en mi interior y más dudas, mas miedos, mas inseguridad volvió a invadirme, era una especie de enfermedad lo que sentía en ese momento, cerré los ojos rápidamente y mirando el rostro de Zarek solo pude decir para calmarme – Te amo – unas palabras que salieron tímidas de mis labios y pronto una sonrisa suave se pinto en mis labios.
Zarek me había hablado de su familia, hice mi mayor esfuerzo de entender todo el enredo sobre ellos, en realidad una familia de vampiros era algo que nunca había visto sino hasta ahora, me pareció curioso que se trataran como familia y me dio gusto saber que en todos sus años mi amor no estuvo del todo solo. Entre suspiros los días se hacían cortos cuando merodeaba por la parte permitida del castillo ya había encontrado más de un pasadizo secreto, donde solo un gato podía entrar. Entre mis pertenencias que había traído tenía mi collar con la perla negra y su pequeño cascabel que a veces me delataba cuando las doncellas me andaban buscando. Por las noches veía a Zarek, caminábamos por los jardines y cada tiempo que pasábamos juntos me maravillaba mas con sus historias, de alguna forma todo esos días aprendía algo nuevo de él y de su familia, era por ese motivo el cual esa tarde me sentía tan nerviosa, esa noche conocería a una parte de su familia una parte de él.
Las doncellas muy temprano llegaron a mi habitación, ayudándome en escoger el atuendo adecuado, nunca había tenido tantos vestidos como ahora así que me era difícil decidirme por solo uno. Con ayuda de las dos más fieles me vistieron con un traje color turquesa , Alhelí me peino con cuidado mientras Alanís me ayudaba con el maquillaje aun cuando el mío era lo más natural, me di vueltas por la habitación mientras miraba hacia los jardines de vez en cuando, sentía un revoltijo en mi estomago, miedo e inseguridad aquello me inundaba mientras las doncellas intentaban calmarme, el reloj de la habitación marco la hora en punto y abriéndose la puerta una sonrisa nerviosa se poso en mi rostro y todo pareció desaparecer, él, precisamente el era mi única medicina para calmar a las fieras que habitaban en mi interior. Respire hondo y guiñándole un ojo a mis doncellas salí de la habitación tomada de su mano, en completo silencio intentando mantener mi respiración tranquila mas mi corazón de seguro me delataba. Sus caricias, lograban mantenerme pasiva pero no sabía cuánto mas podría durar así.
Llegamos a un lugar donde habían varios retratos, me di el tiempo de observar cada uno, ver donde estaba Zarek, sus hermanos, sus familiares, en realidad era una familia grande y aquello me hizo sentir aun más pequeña de lo que ya era, respirando hondo trague saliva y me perdí en sus ojos – Estoy nerviosa – aquellas palabras salieron entre mis dientes, era un momento donde no sabía qué hacer, aun cuando Zarek parecía tranquilo yo no podía estarlo, no quería cometer errores, no quería que me miraran diferente, quería ser perfecta para él, para su familia. Apreté su mano con algo de fuerza y le deposite un beso en la mejilla, necesitaba sentir el frio de su piel y no la tibieza de nuestro contacto, respire profundo como si el mismo aire me quemase – No quiero cometer ninguna locura – no sabía porque había dicho aquello en realidad quería decir, “quiero ser perfecta” pero muy en el fondo sabía que no lo era. Mientras intentaba tranquilizarme a mí y a mi fiera interior observaba los retratos deteniéndome en algunos donde habían bellas damas, que a simple vista se veían sensuales, volví a sentir ese revoltijo en mi interior y más dudas, mas miedos, mas inseguridad volvió a invadirme, era una especie de enfermedad lo que sentía en ese momento, cerré los ojos rápidamente y mirando el rostro de Zarek solo pude decir para calmarme – Te amo – unas palabras que salieron tímidas de mis labios y pronto una sonrisa suave se pinto en mis labios.
Sophia D'Luca- Cambiante/Realeza
- Mensajes : 2054
Fecha de inscripción : 18/08/2010
Localización : en la oscuridad de mi castillo
DATOS DEL PERSONAJE
Poderes/Habilidades:
Datos de interés:
Re: Reunion Familiar
Esa noche sería importante pero no para mí, sino para quién no había dudado demasiado en transformarme en lo que ahora era, Zarek, mi hermano y mi Sire, era quien siempre había tenido mi respeto y además admiración, era quién lograba que me comportara si tan solo lo pedía como un favor y pues nadie más contaba con aquél privilegio. No era demasiado lo que me había comentado sobre lo que ocurriría exactamente aquella noche pero tampoco preguntaba demasiado, si para él era importante, me gustase o no, iría de todas formas con o sin la compañía de Aimee, que a pesar de la hora aún no sabía donde se encontraba.
Jamás me había gustado seguir demasiado los protocolos ni mucho menos tener que hacer las cosas por obligación, eso era algo que nos diferenciaba bastante, como también yo solía ser más impulsivo sin pensar demasiado en las consecuencias. Yo ya estaba de pié en mi habitación caminando de un lado hacia otro ¿Tan importante era? Resoplé algo agobiado abriendo el armario para escoger unas cuantas prendas y cambiarme de ropa, quedé unos segundos frente al espejo y rodé los ojos para luego cerrar las puertas del mueble. Salí de mi habitación y me predispuse a buscar a Aimee a la cual no encontré, bufé y sonreí de manera irónica, recordaba que algo le había comentado del día y que él quería que también estuviese presente ¿de todas formas ya era parte de la familia, no?.
Bajé las escaleras algo despreocupado intentando acordarme el lugar donde había comentado Zarek que se llevaría acabo la reunión, le pregunté a uno de los sirvientes que se encontraba merodeando por el lugar y logró recordarme donde era. Caminé hasta la sala y me quedé un buen tiempo afuera pensativo, de cierta forma esperaba que Aimee llegara antes de entrar para poder presentarnos juntos, pero no era así. Pasé ambas manos por mi cabello y enarqué una ceja, un sirviente se había percatado de mi presencia ofreciéndose a abrir la puerta pero me negué y le ordené que se fuera, llevé mi mano hasta la manija de la puerta dudando unos segundos pero luego simplemente entré al salón que tenía aquellas fotografías.
Me fijé en Zarek y en Sophia y me acerqué a ellos con el rostro serio, comprendía y agradecía que mi hermano tuviese la hospitalidad de presentarla como bien un Rey debía, pero también sabía que a mi no me preocupaba demasiado el protocolo y que si a él le hacía feliz, yo no me entrometería demasiado y en realidad jamás me había entrometido demasiado en sus decisiones pues confiaba en él y en su gusto, después de tanto tiempo había demostrado que no tomaba decisiones solo porque si. Una vez que quedé junto a ellos me quité el sombrero e hice una reverencia – Muy buenas noches, lamento si he llegado tarde – Me fijé en la puerta que estaba medio abierta y me levanté para mirarlos a ambos – Creo que Aimee viene más atrasada, pero tenía entendido que si se presentaría – Se encogió de hombros y caminó hasta un sillón que no estaba muy lejos de ellos dos, quedándose de pie al lado de éste.
Jamás me había gustado seguir demasiado los protocolos ni mucho menos tener que hacer las cosas por obligación, eso era algo que nos diferenciaba bastante, como también yo solía ser más impulsivo sin pensar demasiado en las consecuencias. Yo ya estaba de pié en mi habitación caminando de un lado hacia otro ¿Tan importante era? Resoplé algo agobiado abriendo el armario para escoger unas cuantas prendas y cambiarme de ropa, quedé unos segundos frente al espejo y rodé los ojos para luego cerrar las puertas del mueble. Salí de mi habitación y me predispuse a buscar a Aimee a la cual no encontré, bufé y sonreí de manera irónica, recordaba que algo le había comentado del día y que él quería que también estuviese presente ¿de todas formas ya era parte de la familia, no?.
Bajé las escaleras algo despreocupado intentando acordarme el lugar donde había comentado Zarek que se llevaría acabo la reunión, le pregunté a uno de los sirvientes que se encontraba merodeando por el lugar y logró recordarme donde era. Caminé hasta la sala y me quedé un buen tiempo afuera pensativo, de cierta forma esperaba que Aimee llegara antes de entrar para poder presentarnos juntos, pero no era así. Pasé ambas manos por mi cabello y enarqué una ceja, un sirviente se había percatado de mi presencia ofreciéndose a abrir la puerta pero me negué y le ordené que se fuera, llevé mi mano hasta la manija de la puerta dudando unos segundos pero luego simplemente entré al salón que tenía aquellas fotografías.
Me fijé en Zarek y en Sophia y me acerqué a ellos con el rostro serio, comprendía y agradecía que mi hermano tuviese la hospitalidad de presentarla como bien un Rey debía, pero también sabía que a mi no me preocupaba demasiado el protocolo y que si a él le hacía feliz, yo no me entrometería demasiado y en realidad jamás me había entrometido demasiado en sus decisiones pues confiaba en él y en su gusto, después de tanto tiempo había demostrado que no tomaba decisiones solo porque si. Una vez que quedé junto a ellos me quité el sombrero e hice una reverencia – Muy buenas noches, lamento si he llegado tarde – Me fijé en la puerta que estaba medio abierta y me levanté para mirarlos a ambos – Creo que Aimee viene más atrasada, pero tenía entendido que si se presentaría – Se encogió de hombros y caminó hasta un sillón que no estaba muy lejos de ellos dos, quedándose de pie al lado de éste.
Argus Di Sforza- Vampiro Clase Alta
- Mensajes : 37
Fecha de inscripción : 04/02/2011
DATOS DEL PERSONAJE
Poderes/Habilidades:
Datos de interés:
Re: Reunion Familiar
Esa noche era importante y ella ya estaba retrasada. Podía escuchar como el galope de los caballos que llevaban su carruaje se sentía ya forzado, y es que con los contratiempos que había tenido en su viaje de vuelta a Italia, no encontraron tiempo para descansar, ni ella, ni sus sirvientes y mucho menos los caballos. Al recibir la carta que le indicaba que el tan esperado encuentro ya se daría a lugar, planeó todo para un viaje placentero y con tiempo también. Si todo hubiese marchado bien, su llegada al castillo habría sido ya hace dos días y ahora seguramente ya estaría en alguno de sus salones, conociendo a la que sería seguramente, su nueva reina.
En un encuentro con Zarek y Alexander, su sire les había hablado sobre cierta mujer, una que logro cautivarlo, una que seguramente se uniría a la familia. Aimee debía reconocer que el tema la preocupó en su momento, incluso aun lo hacía, y es que ellos se regían por normas que debían seguir, y ser rotas significaba en su mayoría, una muerte asegurada. Zarek estaba pasando por alto varias de ellas al querer desposar a una humana. Aimee tenía miedo de que su clan se desmoronara solo por una mujer. Pero era su sire, alguien a quien siempre consideró como un padre, y si estaba tomando ese riesgo, ella quería hacerle saber que contaba con ella, ahora y siempre. ¿Cómo darle la espalda a aquel que le dio una nueva oportunidad de vivir? aun cuando fuera una existencia peligrosa, aun cuando a ellos, los vampiros, se les consideraba seres sin alma, demonios, el mal encarnado en cuerpos que ya estaban muertos. Dichos humanos que si bien a veces tenían razón al llamarlos así, muchas otras estaban muy lejos de la realidad. Zarek le había dado la oportunidad de una existencia inmortal. Inmortalidad que le había dado lo que ella mas amaba, Alexander. No, ella jamás daría la espalda a su sire, su padre, jamás, y si él estaba seguro de querer compartir su vida con esa mujer, lo apoyaría. Pero primero quería conocerla, Zarek se merecía lo mejor. Ya vería Aimee si era merecedora de su amor.
No podía creer que justamente esa noche no pudiera llegar a tiempo. Hacía tres noches que varios problemas se le presentaron al detenerse para descansar y ocultarse de la luz del sol. Había olvidado por completo la luna llena, su mente volaba en recuerdos y cuando eso sucedía, nada más le preocupaba. Estaba descuidada y ninguno de los sirvientes que la acompañaban, aun sabiendo de su naturaleza y de muchas cosas más, le advirtieron sobre aquello. Esa noche la rondaban los lobos, criaturas feroces incapaces de razonar. Un descuido que pudo costarle la vida. En cuanto se bajó de su carruaje esa noche, dispuesta a entrar en la posada más lujosa que encontraron en el pueblo que encontraron en el camino, un hombre lobo se lanzó sobre ella. Seguramente el instinto de la bestia le decía que ella era su enemiga. Aimee llevaba un tiempo sin alimentarse de humanos, usando la sangre de animales y así no sentir esa molesta culpa. No tenía todas sus fuerzas, lo cual le dio ventajas al lobo. Pero ella era una inmortal de miles de años, jamás moriría a manos de una criatura inferior, por lo que finalmente el hombre lobo encontró su final. Ese fue solo uno de los tantos contratiempos que se le presentaron, pero finalmente ya llegaba a su destino. El castillo estaba cerca.
En cuanto el carruaje se detuvo, supo que ya había llegado. Se bajó de inmediato, iría directamente a donde estarían los demás esperando, no necesitaba arreglarse, estaba perfecta. Antes de que cayera la noche y sabiendo que no tendría tiempo después, se arregló como debía. Entró al que por siglos había sido su hogar, sonrió, extrañaba ese lugar. Amaba a sus hermanos, los Windsor, ellos le habían dado también una vida de princesa, la habían tratado como una y la habían amado como si de una hermana sanguínea se tratase, pero el hogar siempre sería el hogar, y el castillo que pisaba lo era. Luego de unos segundos de recuerdos llegando a ella de golpe, suspiró y se dirigió a donde un sirviente le había dicho que la esperaban. Pero nuevamente algo la detuvo. En cuanto se acercó a las puertas que la separaban de ellos, el aroma de una sangre nueva la invadió. Era extraña, había algo en esa fragancia que la hizo sentirse sedienta. Estaba tan acostumbrada a los sirvientes que la rodeaban, que su esencia era algo que ya no la llamaba, pero sentir ahí, en su hogar, un aroma desconocido, le hizo recordar que llevaba ya tres días sin alimentarse, sin contar el hecho de que la sangre de animal no la alimentaba del todo. No podía entrar ahí así. Se vio de pronto retrocediendo y dirigiéndose al jardín, donde el aire fresco la relajó. Una de las doncellas que siempre la acompañaban se le acercó y de forma voluntaria le ofreció la muñeca. Aimee no quería alimentarse de ella, pero en el fondo sabía que debía hacerlo o el encuentro con la humana sería un desastre. Sin muchos ánimos tomó la muñeca de la sirvienta y se alimentó de ella. Tuvo que usar mucha de su fuerza de voluntad para así detenerse y no beber de ella hasta darle muerte. Pudo sentir el cambio en segundos, era impresionante la diferencia entre humanos y animales. Ya estaba calmada, por lo que no quiso esperar un segundo mas, caminando nuevamente de vuelta al salón, donde Zarek, Alexander y la mujer esperaban.
Suspiró, sonrió y con esa elegancia tan propia de ella, cruzó las puertas que un sirviente ya había abierto para ella. Su mirada aun en contra de su voluntad se dirigió de inmediato hacia Alexander. Hacía casi un mes que no lo veía. Le sonrió ligeramente antes de mirar a Zarek, se acercó a ellos y su mirada se fue esta vez hacia la mujer que estaba junto a él. Era realmente hermosa, pero las apariencias no siempre eran lo que demostraban. Sin hacer ninguna presentación formal, esperando que Zarek se encargara de ello, hizo una reverencia en señal de saludo y respeto, para finalmente hablar – Buenas noches. Les pido una disculpa por mi retraso, se me presentaron algunos contratiempos que impidieron mi llegada a tiempo – volvió a mirar a Alexander fugazmente para luego mirar a la mujer. Había algo extraño en ella, algo le decía que no era tan humana como Aimee pensaba, pero tampoco estaba segura de lo que se trataba. La ignorancia de su naturaleza le provocó algo de desconfianza, pero decidió simplemente calmarse – afortunadamente pude llegar – agregó, antes de mirar a Zarek. Normalmente cuando lo veía, luego de meses e incluso años de no verlo, se lanzaba a sus brazos como si de una pequeña separada de su padre se tratara, en un reencuentro que ansiaba mas que cualquier cosa. Ahora deseaba acercarse, pero no le gustaba demasiado hacer esas muestras de cariño frente a desconocidos.
En un encuentro con Zarek y Alexander, su sire les había hablado sobre cierta mujer, una que logro cautivarlo, una que seguramente se uniría a la familia. Aimee debía reconocer que el tema la preocupó en su momento, incluso aun lo hacía, y es que ellos se regían por normas que debían seguir, y ser rotas significaba en su mayoría, una muerte asegurada. Zarek estaba pasando por alto varias de ellas al querer desposar a una humana. Aimee tenía miedo de que su clan se desmoronara solo por una mujer. Pero era su sire, alguien a quien siempre consideró como un padre, y si estaba tomando ese riesgo, ella quería hacerle saber que contaba con ella, ahora y siempre. ¿Cómo darle la espalda a aquel que le dio una nueva oportunidad de vivir? aun cuando fuera una existencia peligrosa, aun cuando a ellos, los vampiros, se les consideraba seres sin alma, demonios, el mal encarnado en cuerpos que ya estaban muertos. Dichos humanos que si bien a veces tenían razón al llamarlos así, muchas otras estaban muy lejos de la realidad. Zarek le había dado la oportunidad de una existencia inmortal. Inmortalidad que le había dado lo que ella mas amaba, Alexander. No, ella jamás daría la espalda a su sire, su padre, jamás, y si él estaba seguro de querer compartir su vida con esa mujer, lo apoyaría. Pero primero quería conocerla, Zarek se merecía lo mejor. Ya vería Aimee si era merecedora de su amor.
No podía creer que justamente esa noche no pudiera llegar a tiempo. Hacía tres noches que varios problemas se le presentaron al detenerse para descansar y ocultarse de la luz del sol. Había olvidado por completo la luna llena, su mente volaba en recuerdos y cuando eso sucedía, nada más le preocupaba. Estaba descuidada y ninguno de los sirvientes que la acompañaban, aun sabiendo de su naturaleza y de muchas cosas más, le advirtieron sobre aquello. Esa noche la rondaban los lobos, criaturas feroces incapaces de razonar. Un descuido que pudo costarle la vida. En cuanto se bajó de su carruaje esa noche, dispuesta a entrar en la posada más lujosa que encontraron en el pueblo que encontraron en el camino, un hombre lobo se lanzó sobre ella. Seguramente el instinto de la bestia le decía que ella era su enemiga. Aimee llevaba un tiempo sin alimentarse de humanos, usando la sangre de animales y así no sentir esa molesta culpa. No tenía todas sus fuerzas, lo cual le dio ventajas al lobo. Pero ella era una inmortal de miles de años, jamás moriría a manos de una criatura inferior, por lo que finalmente el hombre lobo encontró su final. Ese fue solo uno de los tantos contratiempos que se le presentaron, pero finalmente ya llegaba a su destino. El castillo estaba cerca.
En cuanto el carruaje se detuvo, supo que ya había llegado. Se bajó de inmediato, iría directamente a donde estarían los demás esperando, no necesitaba arreglarse, estaba perfecta. Antes de que cayera la noche y sabiendo que no tendría tiempo después, se arregló como debía. Entró al que por siglos había sido su hogar, sonrió, extrañaba ese lugar. Amaba a sus hermanos, los Windsor, ellos le habían dado también una vida de princesa, la habían tratado como una y la habían amado como si de una hermana sanguínea se tratase, pero el hogar siempre sería el hogar, y el castillo que pisaba lo era. Luego de unos segundos de recuerdos llegando a ella de golpe, suspiró y se dirigió a donde un sirviente le había dicho que la esperaban. Pero nuevamente algo la detuvo. En cuanto se acercó a las puertas que la separaban de ellos, el aroma de una sangre nueva la invadió. Era extraña, había algo en esa fragancia que la hizo sentirse sedienta. Estaba tan acostumbrada a los sirvientes que la rodeaban, que su esencia era algo que ya no la llamaba, pero sentir ahí, en su hogar, un aroma desconocido, le hizo recordar que llevaba ya tres días sin alimentarse, sin contar el hecho de que la sangre de animal no la alimentaba del todo. No podía entrar ahí así. Se vio de pronto retrocediendo y dirigiéndose al jardín, donde el aire fresco la relajó. Una de las doncellas que siempre la acompañaban se le acercó y de forma voluntaria le ofreció la muñeca. Aimee no quería alimentarse de ella, pero en el fondo sabía que debía hacerlo o el encuentro con la humana sería un desastre. Sin muchos ánimos tomó la muñeca de la sirvienta y se alimentó de ella. Tuvo que usar mucha de su fuerza de voluntad para así detenerse y no beber de ella hasta darle muerte. Pudo sentir el cambio en segundos, era impresionante la diferencia entre humanos y animales. Ya estaba calmada, por lo que no quiso esperar un segundo mas, caminando nuevamente de vuelta al salón, donde Zarek, Alexander y la mujer esperaban.
Suspiró, sonrió y con esa elegancia tan propia de ella, cruzó las puertas que un sirviente ya había abierto para ella. Su mirada aun en contra de su voluntad se dirigió de inmediato hacia Alexander. Hacía casi un mes que no lo veía. Le sonrió ligeramente antes de mirar a Zarek, se acercó a ellos y su mirada se fue esta vez hacia la mujer que estaba junto a él. Era realmente hermosa, pero las apariencias no siempre eran lo que demostraban. Sin hacer ninguna presentación formal, esperando que Zarek se encargara de ello, hizo una reverencia en señal de saludo y respeto, para finalmente hablar – Buenas noches. Les pido una disculpa por mi retraso, se me presentaron algunos contratiempos que impidieron mi llegada a tiempo – volvió a mirar a Alexander fugazmente para luego mirar a la mujer. Había algo extraño en ella, algo le decía que no era tan humana como Aimee pensaba, pero tampoco estaba segura de lo que se trataba. La ignorancia de su naturaleza le provocó algo de desconfianza, pero decidió simplemente calmarse – afortunadamente pude llegar – agregó, antes de mirar a Zarek. Normalmente cuando lo veía, luego de meses e incluso años de no verlo, se lanzaba a sus brazos como si de una pequeña separada de su padre se tratara, en un reencuentro que ansiaba mas que cualquier cosa. Ahora deseaba acercarse, pero no le gustaba demasiado hacer esas muestras de cariño frente a desconocidos.
Aimee Windsor- Vampiro/Realeza
- Mensajes : 735
Fecha de inscripción : 29/06/2010
DATOS DEL PERSONAJE
Poderes/Habilidades:
Datos de interés:
Re: Reunion Familiar
La noche era extensa para nosotros, los inmortales, pero más extensa era la vida. La familia era lo más importante para los italianos y nuestra familia no era menos diferente. Habíamos pasado miles de años juntos, sobreviviendo, viendo el tiempo pasar desde dentro de las murallas de aquel fortificado castillo. Alexander y Aimée eran las dos personas que más amaba en el mundo hasta que conocí a Sophia, quien sería en adelanta también parte de mi familia, mi compañera. Sin embargo, entre ellos no se conocían aun y, a pesar de haberlos nombrado a ambas partes, era necesario que llegaran a verse como parte de la unidad que seriamos en el futuro ya que Sophia seria mi reina y mis hermanos eran los príncipes de Italia. Hermanos y al mismo tiempo hijos porque los había cuidado como un padre durante muchos años, vigilando que siempre se encontraran bien, poniéndoles la mano fuerte cuando era necesario. Para mi felicidad ambos habían decidido unir sus vidas como una pareja y por ello podía decir que me sentía orgulloso de ellos. Pero las noches estaban vacías para mí, sin compañía, sin vida, hasta que Sophia llegó a iluminarlo todo.
El encontrar una pareja como ella había sido algo que no se podía prever de ninguna forma. De alguna forma teníamos que estar juntos no por obligación sino por deseo de ambos, el no hacerlo sería un castigo, el peor de los tormentos en una vida eterna. Alexander había encontrado en Aimee lo que yo en Sophia y me sentía feliz por ambos tanto que esperaba que ellos sintieran lo mismo con respecto a la unión que se estaría por llevar a cabo dentro de poco. Nos habíamos dado cita en uno de los ambientes del palacio para hablar de ello. Mi familia no lo sabía pero estaba seguro de que lo presintieron desde el momento en que Sophia llego a vivir al palacio como mi pareja. La futura reina de Italia no podía ser más perfecta, no solo por sus orígenes, sino también por su naturaleza que a pesar de ser diferente de la nuestra no se oponía en absoluto a los intereses del reino en su conjunto. Que más quería en pueblo que una soberana amable, de buen corazón y además hermosa.
El tiempo se hacía cada vez más breve, Alexander fu el primero en llegar a la reunión y nos saludó guardando cierta distancia, sabía que ello se debía a Sophia, quien después de todo le era ajena pero no por mucho más. –Se bienvenido hermano, por favor esperemos unos minutos más para que Aimeé se haga presente, estoy seguro que no faltara. Entonces podré comunicarles las buenas nuevas- dije dirigiéndome a Alexander. Volví la mirada a Sophia, quien parecía nerviosa pero puse una mano sobre su hombro para tranquilizarla, pronto seriamos todos una sola familia. Y como si tuviera el don de la premonición, Aimeé no tardó mucho en llegar y saludarnos, aunque conservo la misma distancia que Alexander. Aquello no era lo normal entre nosotros, habíamos pasado tanto tiempo juntos que teníamos mucha confianza como para estrechar un abrazo y hasta mimos en el caso de Aimeé pero, una vez más, sabía que ambos esperaban escuchar lo inevitable. Luego de saludar a la recién llegada sonreí y tranquilo les hable a todos –No pongan cara de funeral ya que me harán un mal presagio para el futuro. Hoy nada más estamos aquí para comunicar un acontecimiento que trae felicidad a dos vidas, la mía y la de Sophia- dije tomándola de la mano.
Regrese la mirada a Aimeé y a Alexander, quienes parecían no entender, asi que me di el tiempo de explicarles la situación –Sé que no juzgaran mi proceder como algo normal en mi pero lo cierto es que hace muchas noches conocí a la mujer que hoy está a mi lado. Diferentes son nuestras naturalezas como seguramente se han dado cuenta pero a pesar de ello me veo imposibilitado de apartarme de ella. Por esta razón les he llamado hoy, hemos sido familia por miles de años, por eso es que quiero comunicarles que he decidido casarme con Sophia. Ella formara parte de esta familia y espero que la puedan acoger como se merece- concluí. Tal vez era algo muy repentino pero no había mucho más que decir ni más tiempo que perder, la decisión estaba hecha y Sophia y yo queríamos estar juntos. El compromiso acababa de ser anunciado ante mis dos familiares más cercanos y al día siguiente se anunciaría ante todo el reino de Italia. Sin importar cualquier reacción, aunque en verdad esperaba que me apoyaran en esta decisión, nuestros planes seguirían su curso.
Dado el silencio me atreví a volver la mirada a Sophia –No sé si mi futura reina tiene algunas palabras más para ustedes- dije dándole la oportunidad a ella de presentarse por sí sola porque mi voz no era la de ella, mi tono era frio y no cálido como el de ella. Aimeé y Alexander solo necesitaban conocerla un poco más y entonces estaba seguro que ellos también opinarían que no había nadie en el mundo como la cambiaformas que valientemente aceptaba vivir entre vampiros. Sophia no era el tipo de mujer petulante que se puede encontrar en cualquier corte pero tenía la clase de una dama de cuna noble. Cualquiera se enamoraría de las cualidades de la futura reina pero nadie podría estar más enamorado de su presencia y su esencia como lo estaba yo.
El encontrar una pareja como ella había sido algo que no se podía prever de ninguna forma. De alguna forma teníamos que estar juntos no por obligación sino por deseo de ambos, el no hacerlo sería un castigo, el peor de los tormentos en una vida eterna. Alexander había encontrado en Aimee lo que yo en Sophia y me sentía feliz por ambos tanto que esperaba que ellos sintieran lo mismo con respecto a la unión que se estaría por llevar a cabo dentro de poco. Nos habíamos dado cita en uno de los ambientes del palacio para hablar de ello. Mi familia no lo sabía pero estaba seguro de que lo presintieron desde el momento en que Sophia llego a vivir al palacio como mi pareja. La futura reina de Italia no podía ser más perfecta, no solo por sus orígenes, sino también por su naturaleza que a pesar de ser diferente de la nuestra no se oponía en absoluto a los intereses del reino en su conjunto. Que más quería en pueblo que una soberana amable, de buen corazón y además hermosa.
El tiempo se hacía cada vez más breve, Alexander fu el primero en llegar a la reunión y nos saludó guardando cierta distancia, sabía que ello se debía a Sophia, quien después de todo le era ajena pero no por mucho más. –Se bienvenido hermano, por favor esperemos unos minutos más para que Aimeé se haga presente, estoy seguro que no faltara. Entonces podré comunicarles las buenas nuevas- dije dirigiéndome a Alexander. Volví la mirada a Sophia, quien parecía nerviosa pero puse una mano sobre su hombro para tranquilizarla, pronto seriamos todos una sola familia. Y como si tuviera el don de la premonición, Aimeé no tardó mucho en llegar y saludarnos, aunque conservo la misma distancia que Alexander. Aquello no era lo normal entre nosotros, habíamos pasado tanto tiempo juntos que teníamos mucha confianza como para estrechar un abrazo y hasta mimos en el caso de Aimeé pero, una vez más, sabía que ambos esperaban escuchar lo inevitable. Luego de saludar a la recién llegada sonreí y tranquilo les hable a todos –No pongan cara de funeral ya que me harán un mal presagio para el futuro. Hoy nada más estamos aquí para comunicar un acontecimiento que trae felicidad a dos vidas, la mía y la de Sophia- dije tomándola de la mano.
Regrese la mirada a Aimeé y a Alexander, quienes parecían no entender, asi que me di el tiempo de explicarles la situación –Sé que no juzgaran mi proceder como algo normal en mi pero lo cierto es que hace muchas noches conocí a la mujer que hoy está a mi lado. Diferentes son nuestras naturalezas como seguramente se han dado cuenta pero a pesar de ello me veo imposibilitado de apartarme de ella. Por esta razón les he llamado hoy, hemos sido familia por miles de años, por eso es que quiero comunicarles que he decidido casarme con Sophia. Ella formara parte de esta familia y espero que la puedan acoger como se merece- concluí. Tal vez era algo muy repentino pero no había mucho más que decir ni más tiempo que perder, la decisión estaba hecha y Sophia y yo queríamos estar juntos. El compromiso acababa de ser anunciado ante mis dos familiares más cercanos y al día siguiente se anunciaría ante todo el reino de Italia. Sin importar cualquier reacción, aunque en verdad esperaba que me apoyaran en esta decisión, nuestros planes seguirían su curso.
Dado el silencio me atreví a volver la mirada a Sophia –No sé si mi futura reina tiene algunas palabras más para ustedes- dije dándole la oportunidad a ella de presentarse por sí sola porque mi voz no era la de ella, mi tono era frio y no cálido como el de ella. Aimeé y Alexander solo necesitaban conocerla un poco más y entonces estaba seguro que ellos también opinarían que no había nadie en el mundo como la cambiaformas que valientemente aceptaba vivir entre vampiros. Sophia no era el tipo de mujer petulante que se puede encontrar en cualquier corte pero tenía la clase de una dama de cuna noble. Cualquiera se enamoraría de las cualidades de la futura reina pero nadie podría estar más enamorado de su presencia y su esencia como lo estaba yo.
Invitado- Invitado
Temas similares
» Una reunión familiar / Vesper
» Reunión familiar - Privado
» A Familiar Reunion? // Flora Levallois & Leinhart A. Ashford
» Familiar Resolutions ~~
» Ausencia familiar.
» Reunión familiar - Privado
» A Familiar Reunion? // Flora Levallois & Leinhart A. Ashford
» Familiar Resolutions ~~
» Ausencia familiar.
Página 1 de 1.
Permisos de este foro:
No puedes responder a temas en este foro.
Miér Sep 18, 2024 9:16 am por Afiliaciones
» REACTIVACIÓN DE PERSONAJES
Mar Jul 30, 2024 4:58 am por Frederick Truffaut
» AVISO #49: SITUACIÓN ACTUAL DE VICTORIAN VAMPIRES
Miér Jul 24, 2024 2:54 pm por Nigel Quartermane
» Ah, mi vieja amiga la autodestrucción [Búsqueda activa]
Jue Jul 18, 2024 4:42 am por León Salazar
» Vampirto ¿estás ahí? // Sokolović Rosenthal (priv)
Miér Jul 10, 2024 1:09 pm por Jagger B. De Boer
» l'enlèvement de perséphone ─ n.
Sáb Jul 06, 2024 11:12 pm por Vivianne Delacour
» orphée et eurydice ― j.
Jue Jul 04, 2024 10:55 pm por Vivianne Delacour
» Le Château des Rêves Noirs [Privado]
Jue Jul 04, 2024 10:42 pm por Willem Fokke
» labyrinth ─ chronologies.
Sáb Jun 22, 2024 10:04 pm por Vivianne Delacour