Como barcos en la noche [Flahs Back -Darcy]

Eran sombras las que adornaban ahora la mesa dónde pellizcaba el lobo la comida. Antes flores, manjares bien servidos, una larga fila de acompañantes esperando a comer en con él. Sombras, fantasmas, ecos de tiempos lejanos era todo lo que quedaba en aquella fría celda de la Bastilla. Y sin embargo y aunque se lo prometía a diario, el no recordar el pasado, a veces su mente se fugaba a tiempos lejanos. Un tiempo en el que no había lobo, no existía el Conde Montecristo, sino un joven príncipe que recientemente se había comprometido con un futuro brillante.

En aquella ocasión Darcy se había escabullido de palacio. Marcus le acababa de advertir que debía ser más cuidadoso de a partir de ahora, pero una fiesta es una fiesta, no se puede decir que no a eso. Miriam, su prometida, no carecía de belleza, habia que admitirlo. Sin embargo ¿renunciar a los demás sabores de dulce sólo por que se ha sido encantado por el chocolate? No, eso tampoco. Por eso ahora se encontraba en el mejor lugar para escapar al continuo escrutinio de su padre. Sus atuendos si bien estaban muy lejos de ser de algodón y poco destacables, no llegaban a la fastuosidad distintiva de la alta nobleza. Podía pasar como alguien de clase alta o media-alta. Era poco porbable que se encontrase con un conocido y si lo hacía, probablemente, como él estaría buscando pasar desapercibido. La fiesta en el gran salón cerca del Puerto de París zumbaba con la gente alentada por la comida gratis y la música, el baile. Media ciudad acudía a los festejos próximos al fin de año. No eran sus fiestas preferidas, a Darcy siempre le había gustado la extravagancia y el descaro de las celebraciones clandestinas entre los nobles, y la gente con dinero suficiente para encajar sin causar molestia a nadie. Por ahora sin embargo se conformaría con la fiesta del pueblo, tal vez resultara interesante después de todo.

Darcy se encontraba conversando con una atractiva señorita de cabellera rojiza, realmente escuchaba la mitad de lo que decía, se dedicaba más que nada a mirar de reojo sus encantos y buscaba el modo de acortar la charla y pasar a cosas más entretenidas. Entonces vio a varias mujeres llegar en grupo, reían entre ellas y al parecer lso caballeros que le acompañaban les iban cuidando. No parecían gente común, destacaban de entre los pueblerinos, se notaba la gracia propia de la nobleza. Una de ellos de rubios cabellos se le hizo familiar. Era una joven mujer de un atractivo singular, infantil, pero sensual a pesar de todo. Darcy hizo una ligera inclinación de cabeza a la dama con la que "conversaba" y sin decir nada se retiró para acercarse a aquella señorita de cabellos de aurora. Hizo una reverencia discreta cuando llegó hasta ella.

-Siempre se ha dicho que de el mar vienen las más hermosas mujeres, pues es de éste que nació la bella Afrodita. ¿Quisiera acaso esta Ninfa, hacerme el honor de concederme un baile?- No estaba seguro, pero aquella se parecía a una familiar lejana que hacía tiempo no veía. Desde pequeño había tenido que memorizar los nombres y rostros de todos los descendientes de la rama Fontaine y sus variantes. Sólo que el nombre de aquella dama se le escapaba, por ahora.

A pesar de todo, el recuerdo del encuentro con su prima, aquella sonrisa que se formó en sus labios a modo de respuesta, le hizo sonreír a él también. Aún en medio de la frialdad de aquella humedad rastrera que parecía salida de ultratumba, como una constante pesadilla siniestra amenazando con tragarse todo a su paso. Bien podría decirse que era el Fantasma de la Bastilla. Los prisioneros pasaban a ser entonces sólo bosquejos de sombras distantes, sin forma y sin nombre. Darcy dejo la vista fija en la vela, permitiéndose por esta vez seguir la líena de sus pensamientos que le habían conducido hata aquella noche lejana.

El príncipe oculto bajo el antifaz de terciopelo negro tomó la mano de la dama. Contempló los ojos de un azul como el agua que eran guardados por unas pestañas espesas y negras. Toda una muñequita de porcelana y aún así la sonrisa que asomaba bajo la mirada, su gesto, demarcaba cierta sensualdiad traviesa. Definitivamente se le hacía conocida ¿pero de dónde? Quizá sólo era un truco de su mente que intentaba en vano, encontrar a algún rostro conocido entre toda aquella muchedumbre.

Se deslizaron entre los asistentes para hayarse rodeados por las parejas que bailaban a un ritmo animado y melódico, con un toque citadino, vulgar. Darcy se detuvo justo en el centro de la pista, aquella señorita destacaba del resto, tal vez era por el porte que le distinguía o por su mirada. Hizo una inclinación con media sonrisa antes de comenzar la siguiente pieza, con una mano en su cintura y la otra tomando la mano contraria.

-¿Que ha traido a tan hermosa señorita hasta aquí? ¿Ha sido la promesa de diversión o la oportunidad de, estando bajo una máscara, pasar por alguien más?- preguntó sin apartar la mirada de sus ojos. Los bailes de máscaras siempre se prestaban para jugar con la identidad, al menos en su mundo, era mucho más que pasar un buen rato. Algunos, como él mismo esta noche, lo usaban para escapar.

Corto otro trozo de carne semi-cruda con los cubiertos. Auque nadie le viera y tuviera la libertad de comer con las manos si le placía, continuaba conservando los modales con los que había crecido tanto como podía. Era algo personal, detestaba mirarse al espejo como un simple preso, un rehén de la Bastilla y la Corona, una Bestia debajo de los restos de un principe caído. En su mente revivío la música, los pasos del baile, las máscaras... Casi pudo sentirse de vuelta allí mientras seguía recordando a la inocente y joven Perséfone de aquel entonces.

Al joven príncipe no le gustaban mucho los bailes púbicos, prefería tener toda la atención de su compañera de baile, en todo momento. Aún así siguio los pasos necesarios, cambiando de pareja un momento con otra joven de máscara azul. Luego volvió con Persefone, al ritmo de la música alegre y jovial de los violinistas. Su respuesta no reveló demasiado de ella misma o de su posible identidad. Las parejas a su al rededor er n jovenes en su mayoría, igual que ellos. Los adultos optaban por pasar el tiempo tomando, conversando y comiendo desde sus cómodos lugares al rededor de la pista. Las mujeres que acompañaban a la dama con quien se encontraba ahora, los miraban desde lejos intercambiando comentarios. Quizá tambien en parte cuidandola. No importaba, él haría que "la perdieran misteriosamente".

-Precisamente eso que dijo, escapar del día, tomando refugio en la noche, tras esta máscara. Aunque a usted no le hace falta esta clase de artefactos, apuesto que con su hermosura podría dejar descolocado a cualquiera. Lo suficiente para que olvidara su rostro si usted asi lo deseara.- le hizo girar sobre si misma y luego le acerco a él. -¿Usted usa una máscara regularmente? Por qué si no es así desearía saber su nombre y si lo es... me gustaría conocer el nombre del rostro que usa de día.-

-Las mujeres tienen todas un poco de ambas.- ladeó la cabeza, entretenido. -Persefone, ¿la joven que se vio atrapada por las brumas de la noche y conducida de un evento fortuito a otro hasta convertirse en Reina?- río por lo bajo. Era muy probable que aquella muchacha se llamara igual que su prima lejana, Perséfone Ginalkopoulus. aunque también existía la posibilidad de que esa mujer fuera en efecto la Persefone que conocía de los retratos y la infancia. -Tal vez, como lo veo solo tiene un modo de averiguarlo.- miró en rededor, la gente estaba entretenida cada cual en lo suyo: bebiendo, comiendo, bailando, jugando; nadie prestaba atención especial a ellos dos. El príncipe rebelde inclinó a Persefone hacia atrás, sujetando firmemente su cintura. -Las máscaras solo pueden ser apartadas si nadie más les mira... acompañeme y podra despojarme de la mía igual que yo de la suya.- le invito con una sonrisa tentadora.

Enderzándole le condujo entre las persona que se apretujaban, rumbo a las calles casi abandonadas, pues todos se encontraban en la fiesta celebrada en el puerto. Era una noche estrellada y por ahora la mujer resultaba más entretenida que lo demás. La luna llena brillaba en lo alto, bañando la piel nívea de la supuesta griega. -Es uan noche de máscaras... ¿no le parece?-

La vela temblo cuando el lobo hizo el plato a un lado, aún con comida en él. Era gratificante poder traer el recuerdo de la luz lunar o solar con desarlo, pero al mismo tiempo era doloroso y por eso evitaba hacerlo. Probablemente Persefone estuviera en Versalles ahora, esforzandose en apsar desapercibida para la corte, llenando con la tóxica sustancia el té de vez en vez... A veces llegaba a soñar con ella, era tan real que casi podía jugar que estaba allí en verdad. Aunque lo mismo podía decirse de los demás espejismos... Un día, cuando terminara todo, si lograba salir le preguntaría a Persefone si sólo él había soñado o si ella también había podido ser cómplice de ese mundo entre mundos.

-Si "con alguien como yo", se refiere a que prefiero pasar desapercibido bajo esta máscara, tiene razón. Pero más es mi interés de develar el rostro tras la que miro ahora.- Darcy le dedicó una sonrisa divertida. -Sí, los dioses crearon el sol la luna y las estrellas con afán de iluminar los más recónditos rincones del mundo... - hizo una pausa, avanzando lentamente entre la ciudad que dormía, agena a la fiesta que se celebraba en el puerto. -Y los hombres crearon el teatro y las máscaras para ocultar luces y sombras por igual. Pero un rostro jamás será menos interesante que una máscara, por muy exquisita que pueda ser.- El príncipe revelde le hizo detenerse y tomó a la dama por la cintura para hacerle girar hacia él con lentitud, quedando cara a cara. Paso la mano por su mejilla, sosteniendo su mirada. -Apuesto a que la belleza del tercipelo que cubre la mitad de su rostro no se equipara con la que hay debajo, Persefone.- ladeó el rostro, observandole y adivinando los rasgos debajo sin mucho éxito, pero le entretenía. -No podrá decirme que no comparte mi curiosidad. Una máscara por otra, es un trato justo.-

Darcy suspiró levántandose y dejando a medio terminar la comida sobre la mesa. Fue a dejarse caer boca arriba sobre la cama, por un momento dejando en segundo lugar la dureza de esta. Miraba el techo de su pequeña prisión. Se le antojaba la carne pero no podía tenera, sentía la luna cerca y tampoco conseguía verla. Apoyó las manos bajo su cabeza a modo de almohada -"un trato justo"- repitió recordando como sus dedos habían recorrido los bordes de la máscara contraria, tentados a apartarla sin que ella concediera el permiso, pero aguardando finalmente.

El príncipe rebelde leyó facilmente el asombro inocente propio de una dama bien resguardada de la sociedad. Por la máscara y el cuidado que ponía en no revelar su identidad, podía adivinar que se trataba de una mujer de clase alta, incluso quizá de la nobleza. Sin embargo las palabras fueron escasas como para que Darcy las tomara como "no" y aprovechó la indesición de la enmascarada. Reteniendo el agarre en su cintura, como si fuera a escapar de un momento a otro, paso la mano sobre sus ojos, sobre el velo que cubría su verdadero rostro y lo retiró igual que un mago hace desaparecer los objetos a su tacto. Entornó la mirada al reconocer esos rasgos tan familiares, aquellos que hacía tanto tiempo había visto y que muchas veces tuvo que repasar para memorizar su nombre, rango y parentesco. Arrojó la máscara al suelo y le atrajo por el menton para poder susurrar a su oído.

-Eres más hermosa de lo que recuerdo, princesa Pérsefone, futura reina del Hades y alegría de la primavera.- Se apartó un poco para mirarle. Con estas palabras Darcy revelaba a medias su propia identidad, pero no le importaba. Ambos eran fugtivos de la misma jaula de oro, aunque estuvieran en distintas ventanas. -De todas las posibles aparciones, vengo a encontrarme contigo, debe ser una señal.- susurró sobre sus labios y sonrió a medias, aguardando a que, movida por la curiosidad ella también le despojara de su máscara.

Con estos pensamientos que escapaban ahora como bruma escurridiza entre las rendijas de su mente, morfeo parecía alejarse cada vez más de su lecho prisionero. Pasó la mano sobre su rostro, intentando deshacerse de los recuerdos de esa noche de fiesta y vino, sin mucho éxito. Además, aunque doliera ver la imágen gloriosa del pasado en contraste con lo que era ahora, era mejor que invocar a las Furias, a las pesadillas o a las voces de los fantasmas de las navidades pasadas...

¿ Qué estaras Pensando Dulce Principe? ¿ Me recordaras? era el primer invierno que persefone pasaba asolas , es decir que estés en un palacio como versalles rodeada de gente no quiere decir que en verdad tengas compañía ; Eran sentimientos tan melancólicos , vulnerables , sentimientos por doquiera mientras veía por su ventana ,mientras surcia, cuando paseaba, leía o hasta cuando se quedaba tranquila contemplando la chimenea antes de dormir Dioses denme fuerza .. aun podía recordar el caótico año Mi familia Murió y mientras se busca la paz en Grecia soy una loba solitaria que ah perdido a su manada en una jaula llena de Leones . Sentada sobre el borde de la ventana ,tenia sus piernas flexionadas sus brazos las rodeaban , veia la nieve caer de manera perezosa Le eh abandonado cuando mas me encesitaba en busca de un dios que no responde mis plegarias apesar de sus pensamientos ,de sus dioses vacios , del ir y venir de las horas persefone podia ver en una memoria muy nebulosa iban imágenes de siluetas de baile , de risas , de voces , siluetas danzarinas .

La respiración de la Joven se interrumpió de Golpe cuando sintió como aquel pedazo de tela ,aquella pequeña protección , lo que no develaba su identidad caía al piso por efectos de la gravedad , era estúpido forcejar mientras el le susurraba ella trataba de zafarse de su agarre , pero era en vano ella era un cordero y el el lobo que caza a aquellos corderos que se alejan del rebaño , su respiración era alterada , podía ver el vaho que esta creaba en la noche estrellada , solo una molécula en un gran universo .Las orbes azules le miraban entre la desconfianza y la fiereza sus maestros de danza siempre le habían dicho aprende a observar ,era lo que hacia ,mientras el tomaba mucho de su espacio ella retrocedía ¿ quien eres? se pregunto asi misma ,le conocia a ella - Y quien es el Honorable Caballero - no era una pregunta el tono altivo y un tanto brusco lo insinuaba muy bien - debe admitir Ser ..que lo que ah hecho no es digno de un noble...- le espeto y sonrio ante la sorpresa de quien tenia en frente , asi era persefone ,brusca, altanera un poco malcriada pero un alma libre - No se quien seáis pero si vas a hacerte pasar por un pueblerino o alguien del proletariado deberías hablar mas con "s" - sus ojos se quedaron viendo al rostro enmascarado no te la quitare... no caere en tu juego penso en decirle pero esperaba que el entendiera por si solo.

Por su puesto Persefone había reaccionado con el orgullo propio de una princesa que se haya fuera de sus dominios. Claramente Darcy rememoraba las palabras que ella dijera esa noche, de forma impetuosa y hasta en cierto modo, temorosa. Resultaba sencillo despojarle de más que sólo la máscara aquella noche, allí alejados de la muchedumbre, y ayudado por la músca y el baile, sus voces no se escucharían aun si se transformaban en gritos. Pero nunca había sido del agrado del príncipe rebelde, despojar a las damas de ese modo, prefería seducirles... El lobo suspiró viendo lejos la visita de Morfeo, mientras por su mente se dibujaba la imágen de la joven princesa, esforzándose en liberarse del agarre. Darcy no le soltó tan fácil, estaba entretenido con su reacción. Tan frágil y fuerte a la vez.

El fantasma de su voz rozó los labios del príncipe rebelde, quién casi pudo saborearlo. Río por lo bajo ante las conjeturas de la dama. -Nunca he dicho ser un caballero. Soy un bastardo bien educado.- acarició la mejilla de Persefone, estaba fría ante el roce del viento gélido. Sus ojos por otro lado, denotaban fuego. -Tal vez no es digno de un noble, pero sí de alguien de confianza.- no pudo evitar soltar una carcajada cuando sugirío lo de hacerse pasar por un pueblerino. A Darcy le gustaba escaparse de palacio, sin embargo sus deseos eran muy lejanos a querer probar la cotidianidad en un día de un ciudadano común, como quizá a Jean le gustaría. Tampoco buscaba intentar parecerse a ellos o igualar sus modos, ni conocer mejor las costumbres de la prole. Su única intención al usar una vestimenta más sencilla, era poder colarse en las fiestas, las apuestas, y las otras extravagancias que ofrecía el Inframundo. -¿Quién dice que es tal mi intención? No ha leído claramente el propósito de tan cotidiano disfraz, ni las palabras que claramente no son ocultas por el mismo.- sonrío de forma tentadora. Se daba cueta que ella esperaba a que él mismo se deshiciera de la máscara... eso no pasaría. -Aunque podría fácilmente averiguarlo con un sólo movimiento.-

Un juego muy entretenido el de aquella noche, ahora lejana. Las máscaras ahora eran de piel y sangre, los gestos habían sido perfeccionados y para arrancar la falsa identidad, también se tenía que despojar al adversario de su amado rostro. Darcy sonrió, en tales pensamientos. Bueno, ahora debajo de su piel, se encontraba la de un lobo.

Una risa se habia escapado delos labios de la joven griega - estoy segura que te gustaria que hciiera eso ¿ no es asi? - sonrio de manera rebelde y atrevida mientras enarcaba una ceja viendole , aun muy cercano , le vio de arriba abjo dos veces ,¿ quien eres? - ¿ que quiere ser? humm creame lo que usted busca en mi no lo encontrare trate d tomarlo y creame que me recordara por un muy ..muy largo tiempo -hizo enfasis en las ultimas palabras viendo el rostro enmarcarado , no debo ceder ,apesar de que la curiosidad le mataba junto con la intriga no le daria aquello de manera tan facil , se mordio el labio inferior por un segundo , escuchando la musica el detonar de las copas ,las risas y tambien las risas de jovenes amantes que poco a poco iban retirandose de la fiesta para atender otros menesteres.

Con una sonrisa en su semblante persefone recordaba aquella noche que ahora s ele hacia tan divertido ; Muchas damas la hubieran tildado de tonta y demasiado hipocrita o tal vez muy Dejada pero ellas no entendian lo que ella pensaba un hombre no le atraes por ser tan facil tal vez lo haras por un poco tiempo pero los hombres prefieren lo dificil , lo que se les reniega , lo que no es tan facil de obtener .. lo que no pueden dominar . Porque los hombres quieren dominar siempre y cuando se les afronta un desafio de manera simple vana por ello como habia demostrado Darcy en aquel momento.

No sea tonto Ser vuelva a la fiesta , no pierda su tiempo conmigo tratando de llegar tal vez a alguna cosa porque no sucedera despues de todo soy alguien libre - alguien libre que esta atrapada en los brazos de algun desconocido pero a fin de cuentas un alma libre , mantneia esos ojos azules fieros sobre las orbes oscuras del joven esperando algun indicidio de que cediera su agarre.

Se encogió de hombros, restándole importancia al hecho de que Perséfone se enterara o no. La curiosidad siempre ha de ganar, no importa cuantas advertencias pueda haber sobre alguna acción o persona, si se siembra la duda esta crecera hasta ser feroz monstruo que clame por ser satisfecho. Consume las noches, los pensamientos, el apetito hasta que es demasiado grande para seguirle ignorando y es entonces cuando se sucumbe ante la tentación. Tal como Cupido y Psique, cuando ella negándose a abandonar el propósito de conocer el rostro del hombre misterioso con el que se había casado, le habia alumbrado con una vela durante la noches cuando él le visitaba. Traicionando la promesa de no descubrir su identidad, Cupido se vio obligado a abandonarla... Bien dicen que la curiosidad mató al gato, pero la satisfacción le revivió. Darcy confiaba en este poder para hacer ceder a la dama, aunque si lograba sobre ponerse a este, de todos modos él salía ganando.

-Yo ya he satisfecho mi curiosidad, princesa, es usted quien se haya en la incertidumbre... Creo que no tiene una idea de lo que yo quiero, y no me atrevería a tomarlo del modo en que usted insinua.- El príncipe rebelde notó su nerviosisimo cuando ella mordió su labio, la duda que ya crecía en ella mientras decidía si intentar escapar o hacer caso a sus deseos.

Pensando en todo eso Darcy se daba cuenta que en cierto modo era más fácil lidiar con la curiosidad que con la venganza. La primera era peligrosa hasta cierto punto, como al pasear en la playa y adentrarse lentamente en el mar siendo arrastrado por el agua si no se tiene cuidado, pero siempre se puede retroceder. La venganza por otro lado es como el fuego y consume cada parte del ser, todo lo que le rodea acabando con el objeto de su furia, pero al final no quedan más que cenizas y una vez que empieza no puede detenerse.

Suspiró, volviendo a invocar los recuerdos en vista de la falta de sueño. -Tiene prejuicios a los hombres enmascarados, Persefone. Quizá sea yo quien deba sentirse abrumado por tanta belleza expuesta entre mis brazos. Pero dado que ya le conozco, sólo confirmo que igual que las flores en boton, se vuelve más hermosa con los años.-

El lobo suspiró en medio de la oscuridad, invocando la fuersa de los griegos, de la sangre que en parte compartía por los lazos remotos con la realeza Helénica. Se río por lo bajo al recordar la actitud de la princesa helena aquella noche. Siempre había sido orgullosa, aunque de un modo más ameno y divertido. Por ahora dejaba claro su postura noble a pesar del peligro que podía representar eso ante un desconocido, en medio de la noche, entre las calles solitarias de Paris. Al parecer nada de esto le importaba a la joven Persefone que creía tener todo bajo control. Pidió que le soltara y Darcy la retuvo unos momentos más, evaluando sus gestos antes de dejarla ir. Se notaba el desafío implícito para que fuera él mismo quien apartara la máscara que se interponía aún entre ambos. Pero no lo hizo, su tentación estaba satisfecha...

-Es peligroso para una dama alejarse tanto de la multitud en compañía de un extraño. No me imagino que diría tu padre Persefone- se burló. Acarició su mejilla una última vez, seguramenten no tardarían en encontrarse de nuevo. Hizo una profunda reverencia, sin apartar los ojos de ella ni un momento. -Ya que parece tan agusto en compañía de la noche, le dejo en buenas manos... Sólo no se desvíe mucho del camino, nunca se sabe cuando pueden aparecer los lobos- Dicho esto, dio media vuelta.

Darcy hizo una mueca, pensando que no debió haberla dejado sola y regresado a la fiesta sin mirar atrás. Pero en aquellos tiempos había sido parte del juego y parecía bien... Después en otra reunión celebrada algunas semanas más tarde le reveló su identidad, luego de acusarle que le había visto en la fiesta, escabullendose de sus damas con un desconocido enmasacarado. Ese tipo de diversiones eran frecuentes en su vida, cuando todo lo que importaba se encontraba al alcance de un llamado o unas monedas. Ahora todo su mundo se reducía a una habitación, con el infierno que arrastraba dentro para "mayor comodidad", incluído. El tiempo no transcurría allí, ni sol ni estrellas que susurraran una promesa de pronto término. La espera interminable. Y aunque no sabía si era hora de dormir o no, la nostalgia de los recuerdos ahora le pesaba en los párpados, que se cerraron al fin, perdiendo la consiencia entre los laberintos ilusorios del sueño y las piedras frías.