--/ Andrei Chezhekov \--

En 1782 nació dentro de una familia en la que todos gozaban de fama y dinero. Todo el mundo conocía a los Chezhekov. En cualquier de los casos, siempre había secretos, misterios sin resolver que se quedaban en el aire con el paso del tiempo, dejando aun mucho mas incógnitas. Su madre Irina Ivanova junto con su padre Rustof Chezhekov. Ambos eran reconocidos en el mundo entero como los mayoritarios de una gran empresa que fabricaba grandes montones de dinero. Ese año, fue el mejor para la familia, una boda con un regalo de mas. La mujer que se caso con el magnate ruso, se caso estando en cinta para dar a luz después de cuatro meses más, a un hermoso bebe, Andrei Chezhekov.

Creció entre riqueza, dinero y buenos profesores que le enseñaron etiqueta y protocolo, lo básico para comportarse en sociedad, pero aquello por aquellos círculos sociales por los que se movía, solamente traían problemas hasta que toda la inocencia que obtuvo durante su infancia y su pubertad se fue al garete interesándose por la sangre y la búsqueda de trabajo matando a seres sobrenaturales. Escucho de ellos, investigo sobre ellos se instruyo para luchar contra ellos para así finalmente después, llegar a los 18 años de nuevo a casa y encontrarse con tan solo una mansión devastada entre polvo y un silencio aterrador.

No sabía que había pasado. Entro en aquella casa destruida entre polvo y materiales de cerámica esparcidos por el suelo, los espejos rotos, los sillones de terciopelo rajados violentamente y enseguida fue a sujetarse a donde pudo, dejo en el suelo la mochila de viaje que llevaba consigo y miro de nuevo al paisaje aterrador que había delante de su rostro. Solamente nada. Estaba solo, sin ningún mayordomo o cualquier cosa. Comenzó a dar un leve paseo por la gran casa, aun no vio a sus padres por ningún lado, siguió subiendo, investigando por cada rincón hasta que en el escritorio de su padre descubrió el testamento de herencia que antes de que se fuera por su propia voluntad a ser un cazador digno de aquella familia, observo que al final de todo, su padre le había puesto en él, incluso al haberle amenazado su padre de que no le daría parte de la herencia. Y puestos así, faltaba su firma.

Firmo en aquellos papeles y al cabo de varias semanas, obtuvo parte de la herencia que le correspondía, casas, empresas y algún que otros bienes nobiliarios, pero al cabo de que le otorgaron todos esos premios, recibió una carta, con tan solo una línea escrita tan directa, que por poco se cae de patas al suelo en la habitación del hotel de donde se hospedaba:


Con aquella carta, había una foto. La foto de un joven de unos veintitantos años, ojos claros y cabello como el azabache y en sus rasgos se podía decir que parecía estar sufriendo. Las ropas de aquella foto, andrajosas y deshilachadas, las marcas de sus brazos desnudos....No le hicieron otra cosa que entrarle ganas de pegar a alguien. ¿Su mitad? Lo único a lo que llegaba a pensar, es que esa persona fuese su hermano o ¿Su pareja? Rio al pensar aquello guardando la foto donde estaba aquella escueta carta.

Bueno, todo estaba por verse. Antes de regresar a la habitación, volvió a su hogar para investigarlo un poco más a fondo. La suciedad era parte de ella, ya no había nada más que hacer allá, pero solamente se fue a por algo de ropa si es que había aun algo. Sin mirar demasiado al decorado, la tarde bañaba con su luz naranja los adornos y ruinas de aquella casa, sin dejarse apenas nada y el caminaba por cada rincón con lentitud, como si estuviera viajando a través del tiempo. Llego a su destino donde era la parada de su infancia y el regocijo de cuando él era aun un chiquillo, pero por más que lo evitase, su corazón se desquebrajaba en su interior en un montón de trozos por la soledad.

Estaba solo y nadie le había dicho nada para poder parar esta catástrofe. En una habitación, vio los soldaditos de plomo con los que solía jugar, esparcidos sobre el suelo y con la bailarina de la caja de música que su abuela difunta le dio al morir igualmente esparcida por el suelo, rota y con el rostro deformado. Se limpio mas lagrimas, la chimenea había estado encendida y siguió caminando hasta llegar a encontrarse su propia habitación con los cadáveres de sus padres colgados de una gran lámpara de araña, desnudos y con la furia desatada gritó con todas sus fuerzas hasta quedarse afónico y sin más fuerzas con las que gritar dejando por si sola a la tristeza florecer por todo su cuerpo.

No quiso saber cómo paso aquella atrocidad ni que paso para que terminaran así, pero ¿Por qué no le habían llamado para ir en su ayuda? De todas maneras ya era demasiado tarde para hablarles o decirles “He vuelto a casa” Varias horas pasaron desde que vio aquello, en una de las alcobas se quedo para pensar que es lo que podría hacer. Estaba en blanco. No sabía que pensar o que hacer. . .Sí, haría algo. Cogió el retrato que encontró de aquel chico y sosteniéndola sobre dos, tres dedos, se quedo viendo la foto para decidirse ir en su búsqueda.

No se detendría y en cuanto llegara a donde estuviera aquella persona, pues, ya haría lo que el momento requiérase en ese momento. Buscando y buscando, tardo varios días hasta que finalmente dio con alguien que sabía de donde estaba aquella persona. Un jodido vampiro tenía al chico del retrato y en cuanto quedo con esa persona, para así finalmente ver a un joven más alto que él, de ojos claros y pelo azabache siguió omitiendo la sonrisa, la alegría de que por algún casual podría ser parte de su familia. Solo que no lo tenía seguro y por ello, compro al esclavo al que se supone que era de su familia, y tras averiguar más información, la justa y necesaria lo llevo a Paris para así alejarlo de aquel hombre que lo tenia de esa forma.

Solo que detrás de una máscara hay otra que es verdad y alguien saldría muy sorprendido de la verdad.