AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
Espacios libres: 11/40
Afiliaciones élite: ABIERTAS
Última limpieza: 1/04/24
En Victorian Vampires valoramos la creatividad, es por eso que pedimos respeto por el trabajo ajeno. Todas las imágenes, códigos y textos que pueden apreciarse en el foro han sido exclusivamente editados y creados para utilizarse únicamente en el mismo. Si se llegase a sorprender a una persona, foro, o sitio web, haciendo uso del contenido total o parcial, y sobre todo, sin el permiso de la administración de este foro, nos veremos obligados a reportarlo a las autoridades correspondientes, entre ellas Foro Activo, para que tome cartas en el asunto e impedir el robo de ideas originales, ya que creemos que es una falta de respeto el hacer uso de material ajeno sin haber tenido una previa autorización para ello. Por favor, no plagies, no robes diseños o códigos originales, respeta a los demás.
Así mismo, también exigimos respeto por las creaciones de todos nuestros usuarios, ya sean gráficos, códigos o textos. No robes ideas que les pertenecen a otros, se original. En este foro castigamos el plagio con el baneo definitivo.
Todas las imágenes utilizadas pertenecen a sus respectivos autores y han sido utilizadas y editadas sin fines de lucro. Agradecimientos especiales a: rainris, sambriggs, laesmeralda, viona, evenderthlies, eveferther, sweedies, silent order, lady morgana, iberian Black arts, dezzan, black dante, valentinakallias, admiralj, joelht74, dg2001, saraqrel, gin7ginb, anettfrozen, zemotion, lithiumpicnic, iscarlet, hellwoman, wagner, mjranum-stock, liam-stock, stardust Paramount Pictures, y muy especialmente a Source Code por sus códigos facilitados.
Victorian Vampires by Nigel Quartermane is licensed under a
Creative Commons Reconocimiento-NoComercial-SinObraDerivada 3.0 Unported License.
Creado a partir de la obra en https://victorianvampires.foroes.org
Últimos temas
El tesoro del jardín.
2 participantes
Página 1 de 1.
El tesoro del jardín.
“La vueltas del destino…Un destino que viene, que va y que cambia cual ruleta de la suerte…Aunque en realidad somos nosotros los que damos vueltas mientras el destino se ríe cruelmente…
...¿Que sería de aquella criatura? ¿se portaría bien su destino con ella?...”
...¿Que sería de aquella criatura? ¿se portaría bien su destino con ella?...”
Negué con la cabeza en la soledad del carruaje mientras aquella frase pasaba por mi mente.
Deje que mi mirada vagase por el paisaje que aun almacenaba los frágiles rayos del atardecer. El sutil y grácil invierno había llegado con sus vientos gélidos. El ramaje de los arboles se agitaba en un acompasado baile, mientras las calles parisinas almacenaban nieve en sus rincones, dotando al lugar con un aire de pureza que se ampliaba aun mas con los frágiles copos que comenzaban a caer.
El cochero paro con sutilidad indicándome que había llegado a mi destino. Baje con calma y le hice una señal para que marchase a casa, observe como se iban mientras me ponía el sombrero de copa.
Comencé a caminar por las frías calles, aun quedaba algo de camino, no había deseado que me dejasen allí mismo, pues aun tenía ciertas dudas de si iba a entrar o no. Un solo recuerdo en la mente de una persona me había hecho dudar, me había intrigado y me había llevado hasta ese edificio aquella noche.
Había algo que tenía que saber, había descubierto un pequeño secreto, y al parecer ese secreto tenia nombre y se encontraba ahora donde yo estaba. Tenía que encontrar información, saber que había pasado con aquel bebe hacia diez años. ¿Que habría sido de su paradero? ¿Estaría bien?...
Acomode la gruesa bufanda que llevaba al cuello, aunque en realidad no sentía ni frio ni calor nunca, pero era un gesto inconsciente.
Continúe mi camino hasta llegar a la gran y lúgubre edificación a la que mire con el ceño fruncido. Siempre había escuchado pestes sobre aquellos lugares y sobre las deplorables condiciones en las que mantenían a aquellos pobres niños. Me quede un momento pensativo, había convocado una cita aquella tarde. Pero siempre podría enviar una nota mas tarde e indicar y exponer excusas para no haberme presentado...
¿A quien quería engañar? Sabia que no podría irme de allí sin saber aunque fuese algún detalle...Mi curiosidad no me iba a dejar en paz. Así que deje de resistirme a mi intriga y me adelante.Camine por los jardines y llegue hasta la entrada en donde uno de los guardias me abrió los grandes portones a la vez que me saludaba con respeto inclinándose. Entré en los fríos y oscuros pasillos mientras él se dirigía a mi.
-Usted debe de ser el barón Délvheen, El director le está esperando. Por favor pase por aquí…
Seguí al hombre mientras a los lejos se escuchaba un pequeño alboroto. La puerta del director se encontraba cerrada y antes de que el buen guardia pudiese tocar con sus nudillos, una mujer mayor y con gesto de enfado apareció de repente acercándose veloz al anciano guardia, para poder susurrarle al oído:
-Otra vez, ha vuelto a pasar! No tiene remedio, ha montado un escándalo! El director esta buscándole ahora. El guardia se giro hacia mí y gesticulo de forma aparatosa y nerviosa.
Oh discúlpeme barón. Me temo que tenemos un pequeño inconveniente. Lo solucionaremos ahora mismo, si es tan amable de esperarnos unos minutos…
Asentí con calma y observe como se marchaban veloces mientras yo me quedaba allí. Di un suspiro, mi curiosidad me había llevado hasta allí, y ahora que había entrado…Tenía que llegar hasta el final, no tenía otra opción.
Observe por la ventana como los copos seguían cayendo con total calma, aun no estaba totalmente oscuro así que algunos niños aun correteaban por ahí, mientras los adultos les perseguían o les ordenaban entrar al edificio indicando y señalando con sus dedos junto con aquellos gestos avinagrados e impacientes.
Los minutos pasaron, los cuartos también, y nadie hacia ademan de querer venir a mi encuentro, así que cual impaciente que era salí de aquel lugar y me dirigí hacia los jardines con cierta curiosidad por ver que ocurría. Pero extrañamente ahora había calma en los jardines, como si poco a poco comenzara a acabarse la tempestad. Mire hacia el edificio, y me pregunte que pasaría allí dentro. Habrían montado alguna rebelión los niños? La idea me divirtió, hasta que de pronto se escucho un fuerte golpe dentro de la edificación, como si se hubiese caído algún mueble o algo así. Arque una ceja mientras miraba. definitivamente no había sido un buen día para venir.
-De acuerdo...mirare los archivos y me marchare…puede que le adoptasen y que ahora este bien…Mire al cielo un instante observando los copos al caer, de pronto una estrella fugaz atravesó el cielo. Aquello como si fuese una especie de señal me hizo sonreír. …Espero que así sea, espero que le haya ido bien… Me disponía a marchar, cuando de pronto escuche un pequeño crujir en unos arbustos cercanos...
Jerarld Délvheen- Vampiro/Realeza
- Mensajes : 476
Fecha de inscripción : 14/08/2011
Edad : 794
Localización : Paseando por el techo de casa...
DATOS DEL PERSONAJE
Poderes/Habilidades:
Datos de interés:
Re: El tesoro del jardín.
¡Listo! Todo cuanto poseía se encontraba ya en aquella bolsa descosida con la que deseaba escaparme de aquella cárcel infantil. Todo… ¡excepto lo básico! Tras cerciorarme de que Elisabeth no se encontraba en nuestro dormitorio eché un último vistazo a la que había sido mi habitación desde que prácticamente había nacido, sonriendo de oreja a oreja ante la idea de no volver a dormir en aquél colchón de molestos muelles y gélidas sábanas que siempre me mecían con los dientes castañeando. Sin poderlo evitar, saqué la lengua hacía un dibujo que colgaba en el muro oeste y que Elisabeth había pintado hacía unos meses y en el que se representaba a ella como princesita rodeada de un padre y una madre que ninguna de las dos podríamos tener jamás. Aun así, algo me decía que ella tendría más oportunidades de cumplir su sueño que yo, y quizás por ello la odiaba un tanto. Al fin y al cabo, ella era una dulzura de niña, rubia, de ojos verdes, de mejillas sonrosadas y sin cicatrices en las piernas. En cambio yo… Bueno, la verdad es que me gusta como soy aunque no guste a los demás. ¿Qué más da? Como decía, abrí el pomo del habitáculo con muchísima cautela, siempre espiando a lado y lado del pasillo para que nadie me viera salir con aquella mochila a la que ya reconocían como mi fuel amiga de huidas. Tras cerrarla sigilosamente, caminé de puntillas hasta la entrada de la cocina, unos cuantos pasillos más allá. Me relamí los labios, pues mis ojos contemplaron demasiada tentación sin esperarlo. Pero allí estaba aquello que buscaba con anhelo… allí, sobre una de las tres encimeras, tras el asfixiante humo y el apestoso olor a coliflor, me aguardaba un delicioso lingote de chocolate. Era una pieza realmente apetitosa, una de aquellas que no se nos permitía ni tan siquiera olisquear. Solamente nos daban un cuadradito cuando era nuestro cumpleaños, como regalo o algo así. Ese día no era mi cumpleaños, de hecho, habían pasado sólo un par de semanas desde mi décimo aniversario, pero no me importaba saltarme otra estúpida norma del orfanato, al fin y al cabo, ¿qué echarían más en falta, una niña o una tablita de chocolate? Probablemente lo segundo, o eso esperaba.
- ¡Eh! ¡No le pongas sal, que estamos en escasez!
- A los niños no les gusta que…
- ¡A los críos no les gusta la coliflor! ¿De veras crees que notarán la ausencia de sal? Pero si la mayoría ni se lo comerá.
La escandalosa carcajada de Gertrudis, una de las dos cocineras del orfanato, me sacó de mis cavilaciones justo cuando ésta daba la espalda a la puerta en la que me hallaba asomada. Con una sonrisa pícara y con la enorme mochila a cuestas, gateé con agilidad hacia dónde se hallaba el chocolate, osando estirar la mano hacia él sin tomarme la precaución de mirar antes, algo que me hubiera ahorrado el manotazo sobre mi mano, lo que me hizo gritar de dolor y alzar la vista hasta encontrarme con la mirada de la Ballena –sí, llamábamos así a Gertrudis debido a su enorme tamaño-.
- Oh, oh…- se me escapó cuál infante ha sido sorprendido haciendo una travesura.
Ella frunció el ceño y despegó sus labios de sapo para vociferar cosas a las que ni siquiera presté atención, pues mi mente iba mucho más rápido que yo. Aprovechando que había quedado sentada por el espanto de ser descubierta, tomé una cacerola que tenía abasto y la usé para defenderme de un bofetón que quedó incrustado en su aluminio. La mujer, enfadada y ahora dolorida, aullaba cuál cerdo en el matadero, por lo que aproveché el momento caótico para tomar el chocolate y, de paso, un trozo de pan. Tras hacerle burla a la cocinera y guiñándole el ojo a Marie, la otra cocinera y que resultó ser una de mis mejores amigas en aquél internado –siempre me daba golosinas a escondidas y me ayudaba a esconderme cuando los demás me perseguían para castigarme por travesuras-, salí corriendo hacia el pasillo, pero era demasiado tarde, ya que por allí ya se acercaban corriendo el director y algunos de sus ayudantes, junto a Elisabeth y otros niños. Estaba en apuros y se me acababa el tiempo.
Como aún estaba frente a la cocina, tomé la bota de aceite y con sumo esfuerzo lo volqué sobre el parquet del pasillo, haciendo así que los adultos tuvieran serias dificultades para avanzar hacia mí. Y riendo, di media vuelta y corrí hacia la primera ventana abierta que encontrara, aunque estábamos en el segundo piso. Mientras, el director acompañaba mi aventura a base de amenazas y maldiciones con las que yo me reía más y más.
Al fin, encontré el dormitorio de Percival, el niño malo con el que siempre terminaba peleándome. Sin entretenerme, abrí la puerta y le vi tan desnudo como supuestamente llegó al mundo. En otra circunstancia me hubiese reído de él, probablemente me hubiera aprovechado de su situación para obligarle a salir así por el edificio… pero no había tiempo, y si había ido a su habitación, era por otro motivo más transcendental.
- ¡Se lo diré al director, maldita! ¡Y te castigarán con azotes el resto de tu vida! ¡Y… y…!- balbuceaba el niño, sin darse cuenta que ya no le prestaba atención alguna, sino que corría hacia su ventana para abrirla completamente.
- ¡Piérdete, Percival!- concluí haciéndole un corte de mangas antes de estirar mis manos hacia las ramas del árbol que acariciaba el cristal de su ventana, con cierta dificultad ya que no pude contenerme y le había robado la única toalla que podía cubrirle sus vergüenzas.
Exacto, ese era el motivo por el que había ido a su dormitorio y no a otro, pues sabía que era la única opción de salir de allí sin tener que volver a enfrentarme al director, quién probablemente habría mandado a sus ayudantes a cortar todos los accesos al jardín. Pero no contaban con que hacía ya una década que vivía allí y el orfanato me lo conocía ya como la palma de mi mano. A demás, habían subestimado mi alto grado de locura, lo que comportaba un gran ingenio y astucia sin que la supervivencia fuera una de mis preocupaciones, realmente.
Con cuidado, trepé por el árbol hasta encontrar las ramas que se convertirían en las escaleras de descenso, pero cuando me encontraba hacia la mitad del árbol y aun podía escuchar a Percival gritar: “¡Está aquí, está aquí!”, algo con lo que no contaba quebró mis planes de escape.
- ¡Maldición!- refunfuñé en a penas un susurro.
Como sólo podía ver un sombrero de copa y poco más, la curiosidad me empujó a asomarme, pues no recordaba haber visto a ese hombre antes en aquél internado. ¿Sería un nuevo ayudante? ¿Sería un padre que venía en busca de su hijo adoptivo? ¿Y si era un ladrón? ¿O quizás un…?
Antes de poder formular otra teoría disparatada, caí del árbol y una manta de arbustos me recibió con los brazos bien abiertos, tanto que me despedazaron el único vestido que disponía. Pero no grité, no me quejé por el golpe recibido, ni siquiera respiré. Tan sólo metí la mano en mi bolsillo, me aseguré de que el chocolate estuviera entero, y respiré aliviada. Alcé entonces la vista con el corazón en un puño. ¿Me habría descubierto el hombre del sombrero de copa? Parecía estar alerta, quizás tenso, pero no se movió de dónde estaba. En realidad, en aquél momento, parecía ser una escultura de mármol, pues su tez era extremadamente marfileña y su semblante casi idealizado, como si fuese un sueño o quizás una pesadilla. Sí, debía admitir que me daba algo de miedo… ¿sería su aura enigmática? Estreché los ojos para poder verle mejor, pero finalmente desistí y me centré en el plan trazado desde hacía varias noches: la verja era demasiado alta para mí, lo tenía comprobado, por lo que debía buscar la puerta de acceso al recinto. Si ese hombre estaba allí, significaba que probablemente, aun estuviera abierta. Podría aprovechar el momento para correr a toda prisa y colarme, pero había un obstáculo, y es que para dar con dicha puerta, debía cruzar el jardín y entonces, inevitablemente, aquél hombre de cabellos cobrizos, me descubriría.
Y entonces se me ocurrió un plan, estúpido y muy absurdo, pero no dejaba de ser un plan y esperaba que funcionara. Tomé el chocolate de mi bolsillo, lo partí en dos partes y sopesé el peso, que era bastante. Sonreí con maldad y tomé posición de ataque para lanzarle, con todas las fuerzas que disponía en mi pequeño cuerpo desnutrido, el trozo más grande de cacao, con tan buena puntería que se estrelló en la cabeza del visitante. No me detuve a contemplar cómo se le caía el sombrero de copa, ni siquiera a si se quejaba por el golpe o buscaba al agresor para patearle el trasero, sólo esperaba que mi táctica de distracción funcionara el suficiente tiempo. Y simplemente… corrí. Y corrí como si me fuera la vida en ello, como si mi libertad dependiese de aquella carrera cuya meta empezaba a alzarse frente a mí como un triunfo sin igual. Y la sonrisa centelleaba en mi rostro. Y mis pulmones se ensancharon. Y mi corazón latía vertiginosamente. Y yo… bueno, acaricié la felicidad con todas las letras.
Pero…
- ¡Eh! ¡No le pongas sal, que estamos en escasez!
- A los niños no les gusta que…
- ¡A los críos no les gusta la coliflor! ¿De veras crees que notarán la ausencia de sal? Pero si la mayoría ni se lo comerá.
La escandalosa carcajada de Gertrudis, una de las dos cocineras del orfanato, me sacó de mis cavilaciones justo cuando ésta daba la espalda a la puerta en la que me hallaba asomada. Con una sonrisa pícara y con la enorme mochila a cuestas, gateé con agilidad hacia dónde se hallaba el chocolate, osando estirar la mano hacia él sin tomarme la precaución de mirar antes, algo que me hubiera ahorrado el manotazo sobre mi mano, lo que me hizo gritar de dolor y alzar la vista hasta encontrarme con la mirada de la Ballena –sí, llamábamos así a Gertrudis debido a su enorme tamaño-.
- Oh, oh…- se me escapó cuál infante ha sido sorprendido haciendo una travesura.
Ella frunció el ceño y despegó sus labios de sapo para vociferar cosas a las que ni siquiera presté atención, pues mi mente iba mucho más rápido que yo. Aprovechando que había quedado sentada por el espanto de ser descubierta, tomé una cacerola que tenía abasto y la usé para defenderme de un bofetón que quedó incrustado en su aluminio. La mujer, enfadada y ahora dolorida, aullaba cuál cerdo en el matadero, por lo que aproveché el momento caótico para tomar el chocolate y, de paso, un trozo de pan. Tras hacerle burla a la cocinera y guiñándole el ojo a Marie, la otra cocinera y que resultó ser una de mis mejores amigas en aquél internado –siempre me daba golosinas a escondidas y me ayudaba a esconderme cuando los demás me perseguían para castigarme por travesuras-, salí corriendo hacia el pasillo, pero era demasiado tarde, ya que por allí ya se acercaban corriendo el director y algunos de sus ayudantes, junto a Elisabeth y otros niños. Estaba en apuros y se me acababa el tiempo.
Como aún estaba frente a la cocina, tomé la bota de aceite y con sumo esfuerzo lo volqué sobre el parquet del pasillo, haciendo así que los adultos tuvieran serias dificultades para avanzar hacia mí. Y riendo, di media vuelta y corrí hacia la primera ventana abierta que encontrara, aunque estábamos en el segundo piso. Mientras, el director acompañaba mi aventura a base de amenazas y maldiciones con las que yo me reía más y más.
Al fin, encontré el dormitorio de Percival, el niño malo con el que siempre terminaba peleándome. Sin entretenerme, abrí la puerta y le vi tan desnudo como supuestamente llegó al mundo. En otra circunstancia me hubiese reído de él, probablemente me hubiera aprovechado de su situación para obligarle a salir así por el edificio… pero no había tiempo, y si había ido a su habitación, era por otro motivo más transcendental.
- ¡Se lo diré al director, maldita! ¡Y te castigarán con azotes el resto de tu vida! ¡Y… y…!- balbuceaba el niño, sin darse cuenta que ya no le prestaba atención alguna, sino que corría hacia su ventana para abrirla completamente.
- ¡Piérdete, Percival!- concluí haciéndole un corte de mangas antes de estirar mis manos hacia las ramas del árbol que acariciaba el cristal de su ventana, con cierta dificultad ya que no pude contenerme y le había robado la única toalla que podía cubrirle sus vergüenzas.
Exacto, ese era el motivo por el que había ido a su dormitorio y no a otro, pues sabía que era la única opción de salir de allí sin tener que volver a enfrentarme al director, quién probablemente habría mandado a sus ayudantes a cortar todos los accesos al jardín. Pero no contaban con que hacía ya una década que vivía allí y el orfanato me lo conocía ya como la palma de mi mano. A demás, habían subestimado mi alto grado de locura, lo que comportaba un gran ingenio y astucia sin que la supervivencia fuera una de mis preocupaciones, realmente.
Con cuidado, trepé por el árbol hasta encontrar las ramas que se convertirían en las escaleras de descenso, pero cuando me encontraba hacia la mitad del árbol y aun podía escuchar a Percival gritar: “¡Está aquí, está aquí!”, algo con lo que no contaba quebró mis planes de escape.
- ¡Maldición!- refunfuñé en a penas un susurro.
Como sólo podía ver un sombrero de copa y poco más, la curiosidad me empujó a asomarme, pues no recordaba haber visto a ese hombre antes en aquél internado. ¿Sería un nuevo ayudante? ¿Sería un padre que venía en busca de su hijo adoptivo? ¿Y si era un ladrón? ¿O quizás un…?
Antes de poder formular otra teoría disparatada, caí del árbol y una manta de arbustos me recibió con los brazos bien abiertos, tanto que me despedazaron el único vestido que disponía. Pero no grité, no me quejé por el golpe recibido, ni siquiera respiré. Tan sólo metí la mano en mi bolsillo, me aseguré de que el chocolate estuviera entero, y respiré aliviada. Alcé entonces la vista con el corazón en un puño. ¿Me habría descubierto el hombre del sombrero de copa? Parecía estar alerta, quizás tenso, pero no se movió de dónde estaba. En realidad, en aquél momento, parecía ser una escultura de mármol, pues su tez era extremadamente marfileña y su semblante casi idealizado, como si fuese un sueño o quizás una pesadilla. Sí, debía admitir que me daba algo de miedo… ¿sería su aura enigmática? Estreché los ojos para poder verle mejor, pero finalmente desistí y me centré en el plan trazado desde hacía varias noches: la verja era demasiado alta para mí, lo tenía comprobado, por lo que debía buscar la puerta de acceso al recinto. Si ese hombre estaba allí, significaba que probablemente, aun estuviera abierta. Podría aprovechar el momento para correr a toda prisa y colarme, pero había un obstáculo, y es que para dar con dicha puerta, debía cruzar el jardín y entonces, inevitablemente, aquél hombre de cabellos cobrizos, me descubriría.
Y entonces se me ocurrió un plan, estúpido y muy absurdo, pero no dejaba de ser un plan y esperaba que funcionara. Tomé el chocolate de mi bolsillo, lo partí en dos partes y sopesé el peso, que era bastante. Sonreí con maldad y tomé posición de ataque para lanzarle, con todas las fuerzas que disponía en mi pequeño cuerpo desnutrido, el trozo más grande de cacao, con tan buena puntería que se estrelló en la cabeza del visitante. No me detuve a contemplar cómo se le caía el sombrero de copa, ni siquiera a si se quejaba por el golpe o buscaba al agresor para patearle el trasero, sólo esperaba que mi táctica de distracción funcionara el suficiente tiempo. Y simplemente… corrí. Y corrí como si me fuera la vida en ello, como si mi libertad dependiese de aquella carrera cuya meta empezaba a alzarse frente a mí como un triunfo sin igual. Y la sonrisa centelleaba en mi rostro. Y mis pulmones se ensancharon. Y mi corazón latía vertiginosamente. Y yo… bueno, acaricié la felicidad con todas las letras.
Pero…
Roxanne- Mensajes : 94
Fecha de inscripción : 12/02/2012
DATOS DEL PERSONAJE
Poderes/Habilidades:
Datos de interés:
Re: El tesoro del jardín.
Observe los arbustos y vi que había alguien escondido allí, teniendo en cuenta el alboroto que se había escuchado hacia pocos minutos no me extraño mucho que pudiese haber alguien cerca, habían muchos aromas mesclados en aquel jardín. Pero lo pase por alto para fijarme en una de las ventanas de la fachada, me quede mirando un instante.
-“Debería ignorar el despacho del director e ir directamente a la sala de expedientes…Seguramente esta en alguna de las salas continuas…Me colare por la ventana, no creo que tarde más de cinco minutos en examinar aquello mmm”
Pero mientras yo pensaba y deliberaba con la calma la mejor forma de colarme en los despachos un sutil aroma llegó a mi olfato, seguido de un ligero cosquilleo en mi nuca. El sombrero de copa cayó hacia delante y yo lo tome con agilidad sosteniéndolo ante mí, lo mire con calma mientras me giraba notando como pisaba aquel trozo de chocolate. Parpadee algo confuso y fue entonces cuando una melena rojiza atravesó el jardín con agilidad mientras yo le miraba arqueando una ceja.
Aquella jovencita, rápida y veloz llego hasta la reja y dio un salto para encamararse y escalar, pese a que la verja era realmente alta para ella. Comenzó a subir e intento llegar lo mas arriba que pudo con ímpetu, sin embargo su vestido se engancho en una de las barras cortas y se engancho en la punta oxidada de aquel metal, impidiendo que pudiese subir más.
La jovencita continuo con su hazaña, pero por más que intentaba subir, parecía que se enredaba mas y mas, mientras su desesperación crecía.
De pronto, al parecer dándose cuenta de aquel pequeño inconveniente, la niña comenzó a dar patadas al aire y algunos manotazos intentando liberar su vestido que se rasgaba con cada movimiento, como si fuese de papel.
Volvió a escucharse un poco de alboroto dentro del edificio, alguien blasfemaba a lo lejos, mire el trozo de chocolate que descansaba a mis pies y entonces até cabos. Así que me encontraba en medio de un pequeño “plan y maniobra de distracción”…
-Una cuerda…Con una cuerda o una sabana habría sido más fácil. Así podrías haber hecho algunos nudos y habría sido mas sencillo saltar la verja. A mi me funcionaba cuando quería escapar de algún lugar a tu edad…
La jovencita se quedo quieta un instante, como si algo le hubiese dejado rígida, y después se puso a moverse, intentando liberarse para poder bajarse.
Le mire parpadeando y desvíe la mirada…pasaron los segundos….los minutos…y la pequeña seguía allí forcejeando mientras se escuchaba el continuo desgarro de la tela.
…
¿Me dejas ayudarte?...No obtuve respuesta, no tenia que leer su mente para captar el miedo, pero aun así me acerque a ella.-Tranquila, solo te ayudare a bajar y ya está…A ver, espera, espera…comente paciente, solo es que se ha enganchado este trozo de tela… deslice los dedos por la tela enredada y tire de ella rasgándola aun mas, pues era tan delgada y raída que se destruía con un simple tirón. Sujete a la pequeña por debajo de los brazos y la baje de la reja a tierra firme.
Ya esta. Estas a …observe a la pequeña y sus ojos asustadizos me contemplaron a la vez que yo escrutaba su semblante. Sus cabellos pelirrojos y desordenados se desparramaban por su rostro ante su respiración agitada, aquellos cabellos con su vivo color contrastaban con un rostro fino de piel casi tan blanca como la nieve. Pero sin lugar a dudas fueron los ojos de la pequeña los que me dejaron sin habla. Mire aquella mirada y fue como haberle visto a ella. Sus ojos de un azul grisáceo eran penetrantes y a la vez dulces y revoltosos…Mire esos ojos sabiendo que no podía ser una coincidencia, había encontrado sin querer lo que estaba buscando…salvo…
Me quede perplejo, porque el parecido que ellas tenían era inigualable, y aun así la pequeña tenía algo distinto, quizás en sus ojos, quizás en la forma de mirarme, como si tramase algo, como si ella fuese dueña de un secreto que nadie mas conocía, picardía? Inocencia? tristeza quizás?...Había algo en esos ojos que era diferente y la vez extrañamente familiar.
Hola…Comente de forma simple aun anonadado con esos ojos. Pero fue entonces cuando la pequeña desvió la mirada hacia su vestido roto. Aquella prenda además de estar muy deteriorada era mas que delgada y en aquel momento nevaba, la pequeña temblaba y sus labios comenzaban a ponerse amoratados pero no parecía importarle. Me saque la bufanda y la deposite sobre los hombros de ella, a la cual le quedo como si fuese un chal sobre su espalda. Aun seguía asombrado por ver a esa niña, así que sin saber muy bien que decirle le sonreí…
Vi la duda en los ojos de la pequeña, que aunque deseaba salir corriendo parecía curiosa, quizás tan curiosa como yo en ese instante. Puede que pensase que yo le iba a lastimar, así que intentando calmar la ansiedad de la pequeña, respondí a la pregunta que no me había formulado.
Yo…he venido a hablar con el director…hoy estaba buscando un pequeño tesoro perdido que él tiene escondido…
Un portazo nos hizo girar la cabeza, una mujer bastante corpulenta salía hacia el jardín mientras se agarraba la mano, su gesto era de todo menos conciliador.
¿Dónde estas!!!!??? Grito ella mientras buscaba con la mirada en la oscuridad.
-“Debería ignorar el despacho del director e ir directamente a la sala de expedientes…Seguramente esta en alguna de las salas continuas…Me colare por la ventana, no creo que tarde más de cinco minutos en examinar aquello mmm”
Pero mientras yo pensaba y deliberaba con la calma la mejor forma de colarme en los despachos un sutil aroma llegó a mi olfato, seguido de un ligero cosquilleo en mi nuca. El sombrero de copa cayó hacia delante y yo lo tome con agilidad sosteniéndolo ante mí, lo mire con calma mientras me giraba notando como pisaba aquel trozo de chocolate. Parpadee algo confuso y fue entonces cuando una melena rojiza atravesó el jardín con agilidad mientras yo le miraba arqueando una ceja.
Aquella jovencita, rápida y veloz llego hasta la reja y dio un salto para encamararse y escalar, pese a que la verja era realmente alta para ella. Comenzó a subir e intento llegar lo mas arriba que pudo con ímpetu, sin embargo su vestido se engancho en una de las barras cortas y se engancho en la punta oxidada de aquel metal, impidiendo que pudiese subir más.
La jovencita continuo con su hazaña, pero por más que intentaba subir, parecía que se enredaba mas y mas, mientras su desesperación crecía.
De pronto, al parecer dándose cuenta de aquel pequeño inconveniente, la niña comenzó a dar patadas al aire y algunos manotazos intentando liberar su vestido que se rasgaba con cada movimiento, como si fuese de papel.
Volvió a escucharse un poco de alboroto dentro del edificio, alguien blasfemaba a lo lejos, mire el trozo de chocolate que descansaba a mis pies y entonces até cabos. Así que me encontraba en medio de un pequeño “plan y maniobra de distracción”…
-Una cuerda…Con una cuerda o una sabana habría sido más fácil. Así podrías haber hecho algunos nudos y habría sido mas sencillo saltar la verja. A mi me funcionaba cuando quería escapar de algún lugar a tu edad…
La jovencita se quedo quieta un instante, como si algo le hubiese dejado rígida, y después se puso a moverse, intentando liberarse para poder bajarse.
Le mire parpadeando y desvíe la mirada…pasaron los segundos….los minutos…y la pequeña seguía allí forcejeando mientras se escuchaba el continuo desgarro de la tela.
…
¿Me dejas ayudarte?...No obtuve respuesta, no tenia que leer su mente para captar el miedo, pero aun así me acerque a ella.-Tranquila, solo te ayudare a bajar y ya está…A ver, espera, espera…comente paciente, solo es que se ha enganchado este trozo de tela… deslice los dedos por la tela enredada y tire de ella rasgándola aun mas, pues era tan delgada y raída que se destruía con un simple tirón. Sujete a la pequeña por debajo de los brazos y la baje de la reja a tierra firme.
Ya esta. Estas a …observe a la pequeña y sus ojos asustadizos me contemplaron a la vez que yo escrutaba su semblante. Sus cabellos pelirrojos y desordenados se desparramaban por su rostro ante su respiración agitada, aquellos cabellos con su vivo color contrastaban con un rostro fino de piel casi tan blanca como la nieve. Pero sin lugar a dudas fueron los ojos de la pequeña los que me dejaron sin habla. Mire aquella mirada y fue como haberle visto a ella. Sus ojos de un azul grisáceo eran penetrantes y a la vez dulces y revoltosos…Mire esos ojos sabiendo que no podía ser una coincidencia, había encontrado sin querer lo que estaba buscando…salvo…
Me quede perplejo, porque el parecido que ellas tenían era inigualable, y aun así la pequeña tenía algo distinto, quizás en sus ojos, quizás en la forma de mirarme, como si tramase algo, como si ella fuese dueña de un secreto que nadie mas conocía, picardía? Inocencia? tristeza quizás?...Había algo en esos ojos que era diferente y la vez extrañamente familiar.
Hola…Comente de forma simple aun anonadado con esos ojos. Pero fue entonces cuando la pequeña desvió la mirada hacia su vestido roto. Aquella prenda además de estar muy deteriorada era mas que delgada y en aquel momento nevaba, la pequeña temblaba y sus labios comenzaban a ponerse amoratados pero no parecía importarle. Me saque la bufanda y la deposite sobre los hombros de ella, a la cual le quedo como si fuese un chal sobre su espalda. Aun seguía asombrado por ver a esa niña, así que sin saber muy bien que decirle le sonreí…
Vi la duda en los ojos de la pequeña, que aunque deseaba salir corriendo parecía curiosa, quizás tan curiosa como yo en ese instante. Puede que pensase que yo le iba a lastimar, así que intentando calmar la ansiedad de la pequeña, respondí a la pregunta que no me había formulado.
Yo…he venido a hablar con el director…hoy estaba buscando un pequeño tesoro perdido que él tiene escondido…
Un portazo nos hizo girar la cabeza, una mujer bastante corpulenta salía hacia el jardín mientras se agarraba la mano, su gesto era de todo menos conciliador.
¿Dónde estas!!!!??? Grito ella mientras buscaba con la mirada en la oscuridad.
Jerarld Délvheen- Vampiro/Realeza
- Mensajes : 476
Fecha de inscripción : 14/08/2011
Edad : 794
Localización : Paseando por el techo de casa...
DATOS DEL PERSONAJE
Poderes/Habilidades:
Datos de interés:
Re: El tesoro del jardín.
Fruncí el ceño ante la sorpresa sin sentido que hallé en el rostro de aquél hombre que ahora me miraba anonadado, como si me reconociera, como si hubiese encontrado en mí algo que sin duda, lo había desarmado. Pero lo cierto, es que había algo en él que me… tranquilizaba, como si su sola presencia pudiese servirme como el escudo más impenetrable jamás forjado por la mano humana. Sus cabellos rojizos se parecían a los míos, quizás esa simple coincidencia me aliviaba en algún sentido que no lograba comprender, y es que yo era la única pelirroja que había conocido en toda mi vida, de hecho, Percival me llamaba a menudo la Zanahoria, con un palpable retintín burlón. Sin pensar en lo que mis más manos hacían, éstas se dirigieron hacia sus cabellos, acariciándolos con cierto deje desconfiado aun. ¿Sería por su intensa y clara mirada? Ante sus ojos, me sentía desnuda, como si sus pupilas pudiesen penetrar en mí y leerme como un libro abierto. Y sus finos labios dibujaban una media sonrisa casi tan traviesa como la mía. Las yemas de mis dedos se detuvieron al contacto con su mejilla y se apartaron al momento, retrocediendo enfatizado mi ceño fruncido. Era frío. Muy frío. Y de forma casi innata, me llevé una de mis manos hacia el cuello. Un copo de nieve se posó sobre mi nariz y mi cuerpo reaccionó con un estremecimiento sobre el que dudé por aquello que lo había ocasionado. Algo me decía que aquél hombre de aspecto enigmático era peligroso. No obstante…
Mis cabellos bailaron al son de una fuerte brisa nocturna justo cuando la voz de Gertrudis resonó en mi cabeza y mis ojos la buscaron entre la tenue luz de una lámpara exterior. Ella, hecha una fiera y a la que creí ver el humo escapándosele por las orejas, se dirigía firmemente –y torpemente- hacia mí, con la clara intención de zarandearme o quizás abofetearme. De un salto, me escondí tras el hombre y me agarré a su abrigo de forma posesiva, observando cómo la mujer se detenía en seco y nos escrutaba con semblante confuso. Su agitado aliento rompía el gélido ambiente que allí se respiraba.
- ¡Ya no tienes ningún derecho sobre mí!- le grité de pronto, asomando la cabeza hacia un lado de la espalda de él para poder mirarla aunque con cierto temor, pues aun mi piel recordaba el escozor de los últimos azotes recibidos.- ¡Ahora yo… ya tengo familia! ¡Él es mi padre!- y volviendo por un momento a mi infancia, le saqué la lengua divertida al ver su rostro descompuesto.- ¿A que sí, papuchi?- murmuré tras alzar la vista hacia el hombre con mis ojos centelleantes por la esperanza de que no me delatara. O quizás… había un motivo más por el que esperaba su colaboración. Quizás… deseaba fervientemente que aquella mentira, dejara de serlo.
La mujer se dirigió entonces hacia el hombre, momento en el que me mordí el labio inferior como siempre que tramaba algo. Sí, mi mente cavilaba y maquinaba con un solo objetivo: la libertad. Cuando volví al mundo real, Gertrudis ya no se hallaba en el jardín, la oscuridad se había cernido sobre nosotros, la nieve había empezado a acumularse sobre mis cabellos y ahora tiritaba de frío. Pero nada me importaba ya, solo ver la luz tras aquella noche. Una luz que no estuviera empañada por los sucios cristales de la ventana de mi dormitorio. Lejos de allí, lejos de todos ellos.
- Gracias.- susurré con un hilo de voz y con la mirada agachada, incapaz de mirarle de nuevo a esos ojos que me hipnotizaban de una forma casi perturbadora.
Mis dedos jugaban ahora nerviosos, sin saber muy bien cómo proponerle aquella idea sin que él no me apartara bruscamente y me dejara sola allí, en aquél jardín desierto y frío. Al fin y al cabo, ¿por qué razón accedería a ayudarme? Una de mis manos agarró la punta de su abrigo, reteniéndole allí, sin opción a escapar de mí. Tomé aire y estreché los ojos antes de mirarle al rostro.
- Usted decía que había venido a buscar un pequeño tesoro perdido que el director tiene escondido…- le recordé entonces, con voz aguda pero firme y con una pícara sonrisa esbozándose en mis labios amoratados por el frío.- Yo le ayudaré a encontrarlo. A cambio… quiero que me ayude a salir de aquí.
Ya está, ya se lo había sugerido. Como acto reflejo, cerré los ojos con fuerza, como si esperara que me abofeteara por mis constantes osadías, empezando por el momento en el que le había involucrado en mis mentiras, continuando por mis escasos modales al agarrarle así de su prenda y finalizando con mi alocada proposición. Sí, por todo ello, esperaba un desaire, o por lo menos, una carcajada. Pero no retrocedí. Ni siquiera solté su abrigo. Simplemente contuve el aliento y esperé en silencio.
Mis cabellos bailaron al son de una fuerte brisa nocturna justo cuando la voz de Gertrudis resonó en mi cabeza y mis ojos la buscaron entre la tenue luz de una lámpara exterior. Ella, hecha una fiera y a la que creí ver el humo escapándosele por las orejas, se dirigía firmemente –y torpemente- hacia mí, con la clara intención de zarandearme o quizás abofetearme. De un salto, me escondí tras el hombre y me agarré a su abrigo de forma posesiva, observando cómo la mujer se detenía en seco y nos escrutaba con semblante confuso. Su agitado aliento rompía el gélido ambiente que allí se respiraba.
- ¡Ya no tienes ningún derecho sobre mí!- le grité de pronto, asomando la cabeza hacia un lado de la espalda de él para poder mirarla aunque con cierto temor, pues aun mi piel recordaba el escozor de los últimos azotes recibidos.- ¡Ahora yo… ya tengo familia! ¡Él es mi padre!- y volviendo por un momento a mi infancia, le saqué la lengua divertida al ver su rostro descompuesto.- ¿A que sí, papuchi?- murmuré tras alzar la vista hacia el hombre con mis ojos centelleantes por la esperanza de que no me delatara. O quizás… había un motivo más por el que esperaba su colaboración. Quizás… deseaba fervientemente que aquella mentira, dejara de serlo.
La mujer se dirigió entonces hacia el hombre, momento en el que me mordí el labio inferior como siempre que tramaba algo. Sí, mi mente cavilaba y maquinaba con un solo objetivo: la libertad. Cuando volví al mundo real, Gertrudis ya no se hallaba en el jardín, la oscuridad se había cernido sobre nosotros, la nieve había empezado a acumularse sobre mis cabellos y ahora tiritaba de frío. Pero nada me importaba ya, solo ver la luz tras aquella noche. Una luz que no estuviera empañada por los sucios cristales de la ventana de mi dormitorio. Lejos de allí, lejos de todos ellos.
- Gracias.- susurré con un hilo de voz y con la mirada agachada, incapaz de mirarle de nuevo a esos ojos que me hipnotizaban de una forma casi perturbadora.
Mis dedos jugaban ahora nerviosos, sin saber muy bien cómo proponerle aquella idea sin que él no me apartara bruscamente y me dejara sola allí, en aquél jardín desierto y frío. Al fin y al cabo, ¿por qué razón accedería a ayudarme? Una de mis manos agarró la punta de su abrigo, reteniéndole allí, sin opción a escapar de mí. Tomé aire y estreché los ojos antes de mirarle al rostro.
- Usted decía que había venido a buscar un pequeño tesoro perdido que el director tiene escondido…- le recordé entonces, con voz aguda pero firme y con una pícara sonrisa esbozándose en mis labios amoratados por el frío.- Yo le ayudaré a encontrarlo. A cambio… quiero que me ayude a salir de aquí.
Ya está, ya se lo había sugerido. Como acto reflejo, cerré los ojos con fuerza, como si esperara que me abofeteara por mis constantes osadías, empezando por el momento en el que le había involucrado en mis mentiras, continuando por mis escasos modales al agarrarle así de su prenda y finalizando con mi alocada proposición. Sí, por todo ello, esperaba un desaire, o por lo menos, una carcajada. Pero no retrocedí. Ni siquiera solté su abrigo. Simplemente contuve el aliento y esperé en silencio.
Roxanne- Mensajes : 94
Fecha de inscripción : 12/02/2012
DATOS DEL PERSONAJE
Poderes/Habilidades:
Datos de interés:
Re: El tesoro del jardín.
La pequeña se escondió detrás de mí y yo me quede un instante pensativo. La mujer que se acercaba a nosotros no tenía un gesto que inspirase realmente al dialogo. Parecía que quería descuartizar cosas. Y las únicas “cosas” que había cerca éramos nosotros.
-Es eso cierto!?? Pregunto la mujer con gesto ceñudo, calmándose un poco al hablar conmigo, pues seguramente mi pinta, denotaba que no era un visitante cualquiera.
Me quede un instante en silencio, la pequeña que se hallaba a mi espalda agarraba mi abrigo con fuerza y yo me decante por escuchar la mente de aquella mujer, quizás allí no era todo tan malo como siempre lo pintaban. Pero sus pensamientos fueron contrastados totalmente con lo que yo imaginaba, allí se castigaba y sin piedad, de hecho aquella mujer estaba deseando ponerle las manos encima a la pequeña para desfogarse con ella. Fruncí el ceño al instante.
-Por supuesto que es cierto. ¿es que insinúa siquiera que mi pequeña miente?...¿Por qué cree que estoy aquí perdiendo el tiempo hablando con usted si no estuviese ella aquí? La presencia de aquella mujer me había hecho enfadar, entendía que los niños eran revoltosos, lo sabía perfectamente bien gracias a mis dos pequeños. Pero eso no significaba que fuese a perder la paciencia con ellos ni mucho menos, los niños simplemente necesitaban paciencia y alguien que les guiase,de eso se trataba...Pero en aquel lugar que iban a hacer? les veían como objetos molestos, nada mas. Las ideas de aquella mujer revolotearon en mi mente así que decidí cerrarla, aun contrariado por ver sus deseos violentos y agresivos hacia la pequeña.
Estoy esperando al director. Si hace el favor de decirle que estoy aquí. La mujer abrio la boca en un claro gesto de querer indicar que el director y los demás funcionarios estaba ocupados con el desastre provocado, pero mi semblante le hizo detener su gesto, para asentir y marcharse ceñuda, dándose la vuelta y yéndose sin más.
Escuche el agradecimiento de la pequeña a mi espalda, notando como sus manos aun sujetaban mi abrigo. Me gire con calma y le escuche.
Sin embargo me sorprendió que ella cerrase los ojos al preguntarme aquello. Ella aun pensaba que yo le dañaría y aquello me hizo un nudo en el estomago. Me acuclille delante de la pequeña, que se agarraba a mi como si me fuese a escapar.
Acaricie su mejilla y ella se estremeció aun con los ojos cerrados.
Que podía hacer? si aceptaba ayudarle a marchar a donde iria aquella pequeña?...Suspire, pues entendí que cualquier lugar sería mejor que donde estaba ahora. Y ahora que lo pensaba…aquella pequeña conocía el edificio, seguramente como la palma de su mano. su ayuda me vendría bien.
-De acuerdo. La pequeña abrió los ojos y me miro con sorpresa. Te ayudare a salir de aquí en cuanto encuentre lo que tiene el director. Prometido Le guiñe un ojo y sonreí al ver sus ojos brillantes de ilusión. Ya pensaría después en que hacer. Me puse en pie sin dejar de contemplarla y alargue mi mano hacia ella, ella la miro y la tomo con calma. En aquel instante de tranquilidad, la brisa nos meció y por un momento no importo nada mas.
Ambos nos pusimos en marcha, pues ahora teniamos una pequeña "travesura" entre manos.
Camine con ella por el jardín y llegamos a una de las fachadas. Sus delgados dedos señalaron una habitación de la segunda planta. Sería muy fácil llegar hasta allí, no tenía más que sujetarme a uno de los tubos exteriores y podría subir en dos segundos con facilidad, aunque también podía llegar de un salto, claro que si quería evitar que la pequeña se horrorizara tenía que dejar esas opciones de lado.
-Bien, vamos a escalar por la fachada. Los ojos de la pequeña me miraron parpadeando. Vamos a hacer una cosa, me puse de cuclillas delante de ella y continúe comentándole. Tú te agarrarás a mi espalda y yo escalare hasta allí, no te preocupes no está muy alto, sera fácil. . La pequeña asintió y caminó hacia mi espalda, agarrándose a mi cuello mientas enredaba sus piernas a mi cintura. Me puse en pie sujetando sus piernas un instante y mire hacia arriba. Cierra los ojos, indique, así no te dará vértigo…Era una excusa para que la pequeña no viese lo fácil que me seria subir. Así que tome uno de los tubos y comencé a agarrarme a ellos con calma, subiendo con un ritmo constante, intentando no hacer movimientos bruscos para no asustar a la pequeña. Al llegar hasta arriba me tope con una ventana cerrada, pero di un suave tirón del cerrojo para romperlo, la abrí despacio y tire de uno de los ventanales hacia dentro. Di un salto y mire donde estábamos.
El pasillo oscuro donde nos encontrábamos dejaba ver diversas puertas. Antes de poder agacharme para que la pequeña se bajase de mi espalda alguien camino por el pasillo. Camine con la pequeña bien agarrada a mi y sostuve sus piernas mientras ambos nos ocultábamos detrás de un enorme pilar.
-Esa mocosa ingrata! Se habría enterado de lo que es bueno si tuviese la mano bien!…oooh y eso que ya no dejan educar como antes… …já! mira que ser adoptada… Un caldo hacia yo con esas dos zanahorias! Un caldo!!!
Tanto la pequeña como yo comenzamos a reír sin poder evitarlo, y en ese instante los pasos de la mujer pararon, y comenzaron a sonar como si viniesen en nuestra dirección. Me agache poco a poco para que los pies de la pequeña pudiesen tocar el suelo. Mientras miraba a todos lados, habían diversas puertas.
-Por donde pequeña? Pregunte entre susurros mientras notaba por el aroma que aquella mujer estaría a unos cuatro metros de nosotros…
-Es eso cierto!?? Pregunto la mujer con gesto ceñudo, calmándose un poco al hablar conmigo, pues seguramente mi pinta, denotaba que no era un visitante cualquiera.
Me quede un instante en silencio, la pequeña que se hallaba a mi espalda agarraba mi abrigo con fuerza y yo me decante por escuchar la mente de aquella mujer, quizás allí no era todo tan malo como siempre lo pintaban. Pero sus pensamientos fueron contrastados totalmente con lo que yo imaginaba, allí se castigaba y sin piedad, de hecho aquella mujer estaba deseando ponerle las manos encima a la pequeña para desfogarse con ella. Fruncí el ceño al instante.
-Por supuesto que es cierto. ¿es que insinúa siquiera que mi pequeña miente?...¿Por qué cree que estoy aquí perdiendo el tiempo hablando con usted si no estuviese ella aquí? La presencia de aquella mujer me había hecho enfadar, entendía que los niños eran revoltosos, lo sabía perfectamente bien gracias a mis dos pequeños. Pero eso no significaba que fuese a perder la paciencia con ellos ni mucho menos, los niños simplemente necesitaban paciencia y alguien que les guiase,de eso se trataba...Pero en aquel lugar que iban a hacer? les veían como objetos molestos, nada mas. Las ideas de aquella mujer revolotearon en mi mente así que decidí cerrarla, aun contrariado por ver sus deseos violentos y agresivos hacia la pequeña.
Estoy esperando al director. Si hace el favor de decirle que estoy aquí. La mujer abrio la boca en un claro gesto de querer indicar que el director y los demás funcionarios estaba ocupados con el desastre provocado, pero mi semblante le hizo detener su gesto, para asentir y marcharse ceñuda, dándose la vuelta y yéndose sin más.
Escuche el agradecimiento de la pequeña a mi espalda, notando como sus manos aun sujetaban mi abrigo. Me gire con calma y le escuche.
Sin embargo me sorprendió que ella cerrase los ojos al preguntarme aquello. Ella aun pensaba que yo le dañaría y aquello me hizo un nudo en el estomago. Me acuclille delante de la pequeña, que se agarraba a mi como si me fuese a escapar.
Acaricie su mejilla y ella se estremeció aun con los ojos cerrados.
Que podía hacer? si aceptaba ayudarle a marchar a donde iria aquella pequeña?...Suspire, pues entendí que cualquier lugar sería mejor que donde estaba ahora. Y ahora que lo pensaba…aquella pequeña conocía el edificio, seguramente como la palma de su mano. su ayuda me vendría bien.
-De acuerdo. La pequeña abrió los ojos y me miro con sorpresa. Te ayudare a salir de aquí en cuanto encuentre lo que tiene el director. Prometido Le guiñe un ojo y sonreí al ver sus ojos brillantes de ilusión. Ya pensaría después en que hacer. Me puse en pie sin dejar de contemplarla y alargue mi mano hacia ella, ella la miro y la tomo con calma. En aquel instante de tranquilidad, la brisa nos meció y por un momento no importo nada mas.
Ambos nos pusimos en marcha, pues ahora teniamos una pequeña "travesura" entre manos.
Camine con ella por el jardín y llegamos a una de las fachadas. Sus delgados dedos señalaron una habitación de la segunda planta. Sería muy fácil llegar hasta allí, no tenía más que sujetarme a uno de los tubos exteriores y podría subir en dos segundos con facilidad, aunque también podía llegar de un salto, claro que si quería evitar que la pequeña se horrorizara tenía que dejar esas opciones de lado.
-Bien, vamos a escalar por la fachada. Los ojos de la pequeña me miraron parpadeando. Vamos a hacer una cosa, me puse de cuclillas delante de ella y continúe comentándole. Tú te agarrarás a mi espalda y yo escalare hasta allí, no te preocupes no está muy alto, sera fácil. . La pequeña asintió y caminó hacia mi espalda, agarrándose a mi cuello mientas enredaba sus piernas a mi cintura. Me puse en pie sujetando sus piernas un instante y mire hacia arriba. Cierra los ojos, indique, así no te dará vértigo…Era una excusa para que la pequeña no viese lo fácil que me seria subir. Así que tome uno de los tubos y comencé a agarrarme a ellos con calma, subiendo con un ritmo constante, intentando no hacer movimientos bruscos para no asustar a la pequeña. Al llegar hasta arriba me tope con una ventana cerrada, pero di un suave tirón del cerrojo para romperlo, la abrí despacio y tire de uno de los ventanales hacia dentro. Di un salto y mire donde estábamos.
El pasillo oscuro donde nos encontrábamos dejaba ver diversas puertas. Antes de poder agacharme para que la pequeña se bajase de mi espalda alguien camino por el pasillo. Camine con la pequeña bien agarrada a mi y sostuve sus piernas mientras ambos nos ocultábamos detrás de un enorme pilar.
-Esa mocosa ingrata! Se habría enterado de lo que es bueno si tuviese la mano bien!…oooh y eso que ya no dejan educar como antes… …já! mira que ser adoptada… Un caldo hacia yo con esas dos zanahorias! Un caldo!!!
Tanto la pequeña como yo comenzamos a reír sin poder evitarlo, y en ese instante los pasos de la mujer pararon, y comenzaron a sonar como si viniesen en nuestra dirección. Me agache poco a poco para que los pies de la pequeña pudiesen tocar el suelo. Mientras miraba a todos lados, habían diversas puertas.
-Por donde pequeña? Pregunte entre susurros mientras notaba por el aroma que aquella mujer estaría a unos cuatro metros de nosotros…
Jerarld Délvheen- Vampiro/Realeza
- Mensajes : 476
Fecha de inscripción : 14/08/2011
Edad : 794
Localización : Paseando por el techo de casa...
DATOS DEL PERSONAJE
Poderes/Habilidades:
Datos de interés:
Re: El tesoro del jardín.
Fruncí un momento el ceño y meneé la cabeza ocultando una carcajada mientras alargaba la mano hacia aquél enigmático hombre.
- No soy pequeña, ya no.- contradije en un puchero infantil antes de reír disimuladamente.- Mi nombre es Elle.- le indiqué sonriente mientras esperaba un apretón de manos por su parte.
Pero los pasos de Gertrudis se acercaban y si no quería echar por la borda la oportunidad de escapar, más me valía pensar con rapidez y ocultarnos de ella por lo menos, hasta que supiera a dónde quería dirigirse aquél pelirrojo.
Así que, cuando la sombra alargada de la cocinera se cernía ya sobre nosotros, tiré de la mano de él y a cuatro gatas cruzamos por el pasillo aprovechando que la vitrina de premios y galardones cubría nuestra pequeña expedición.
Dado que era más bajita que él, me puse en pie y estiré la mano hacia el pomo de la puerta, cediendo ésta tras un pequeño crujido que no alteró el ritmo caminante de la Ballena, quién seguía refunfuñando a lo lejos antes de girar hacia la derecha. Le hice un gesto presuroso a mi amigo y cerré la puerta tras sus pies, respirando aliviada y tomando uno de mis mechones de cabello para acomodarlo tras mi oreja.
- No puedo ayudarle si no sé lo que busca, señor.- le comenté en un encogimiento de hombros mientras caminaba por el parquet y usaba una de las sillas para lograr alcanzar uno de los libros torpemente amontonados en aquella gran estantería.- Estamos en el cuarto en el que los ayudantes del director almacenan todos los objetos prohibidos en el orfanato o aquellas cosas que nos agradan y como castigo nos quitan.- susurré con vehemencia mientras guardaba aquél libro en mi mochila y miraba de refilón al hombre que curioso husmeaba por aquella pequeña sala mientras yo seguía recolectando algunos objetos sustraídos y que en algún momento de mi vida, me habían pertenecido.- ¡Oh! ¡El cascabel de Berlioz! Me pregunto qué hicieron con aquél gatito…- suspiré al recordar mi única mascota y a la que tanto adoré.- ¿Entonces? ¿Ha encontrado aquí lo que buscaba?- le pedí al muchacho de ojos claros, pues si aquello que surcaba no se encontraba en aquella habitación, entonces la misión se complicaba y mi libertad peligraba.
Tragué saliva y tras almacenar aquél cascabel en uno de mis bolsillos me giré hacia él y me senté en la silla que momentos antes había usado para escalar por aquél armario. Me crucé de brazos y esperé a que abriera la boca y saciara mi innata curiosidad, más ahora si mi vida dependía de él y de su objeto perdido.
Pero cuando al fin él iba a responderme, una sombra sumamente alargada se paró frente al cristal de la puerta de aquél cuadrilátero, por lo que contuve el aliento y salté rápidamente de la silla para guiar al hombre tras un escritorio, quedándonos ambos muy cerca, sin respirar, con mis pulsaciones resonando fieramente contra mis oídos, esperando a que la puerta se abriera y unos zapatos negros, probablemente muy caros, cruzaran la habitación en silencio, quizás buscando algo. ¿Sería el director? ¿Un enemigo del pelirrojo? En realidad, ahora que lo miraba de cerca, tenía un aire a mafioso… ¿sería peligroso? Meneé la cabeza e intenté serenarme cuando al moverme, me di cuenta que me clavaba algo a la altura del costado. Con la nariz fruncida me hice a un lado y me sorprendí al hallar lo que parecía ser una trampilla que descendía hacia algún lugar. Miré al hombre y éste me devolvió la misma mirada pícara que me daba a entender que ambos pensábamos lo mismo. Así, con el máximo sigilo del que fuimos capaz, abrimos la trampilla con cierto esfuerzo y me asomé al oscuro agujero que allí se presentaba, decidiéndome sin temor, a ser la primera en poner el pie en aquella escalera de hierro empotrada al muro. Era un cubo muy estrecho y cuyo fin no podía vislumbrar, por lo que poco a poco, empecé a bajar con cuidado hasta sumirme en la más profunda y espeluznante oscuridad. ¿Dónde nos llevaría aquél pasillo secreto?
- No soy pequeña, ya no.- contradije en un puchero infantil antes de reír disimuladamente.- Mi nombre es Elle.- le indiqué sonriente mientras esperaba un apretón de manos por su parte.
Pero los pasos de Gertrudis se acercaban y si no quería echar por la borda la oportunidad de escapar, más me valía pensar con rapidez y ocultarnos de ella por lo menos, hasta que supiera a dónde quería dirigirse aquél pelirrojo.
Así que, cuando la sombra alargada de la cocinera se cernía ya sobre nosotros, tiré de la mano de él y a cuatro gatas cruzamos por el pasillo aprovechando que la vitrina de premios y galardones cubría nuestra pequeña expedición.
Dado que era más bajita que él, me puse en pie y estiré la mano hacia el pomo de la puerta, cediendo ésta tras un pequeño crujido que no alteró el ritmo caminante de la Ballena, quién seguía refunfuñando a lo lejos antes de girar hacia la derecha. Le hice un gesto presuroso a mi amigo y cerré la puerta tras sus pies, respirando aliviada y tomando uno de mis mechones de cabello para acomodarlo tras mi oreja.
- No puedo ayudarle si no sé lo que busca, señor.- le comenté en un encogimiento de hombros mientras caminaba por el parquet y usaba una de las sillas para lograr alcanzar uno de los libros torpemente amontonados en aquella gran estantería.- Estamos en el cuarto en el que los ayudantes del director almacenan todos los objetos prohibidos en el orfanato o aquellas cosas que nos agradan y como castigo nos quitan.- susurré con vehemencia mientras guardaba aquél libro en mi mochila y miraba de refilón al hombre que curioso husmeaba por aquella pequeña sala mientras yo seguía recolectando algunos objetos sustraídos y que en algún momento de mi vida, me habían pertenecido.- ¡Oh! ¡El cascabel de Berlioz! Me pregunto qué hicieron con aquél gatito…- suspiré al recordar mi única mascota y a la que tanto adoré.- ¿Entonces? ¿Ha encontrado aquí lo que buscaba?- le pedí al muchacho de ojos claros, pues si aquello que surcaba no se encontraba en aquella habitación, entonces la misión se complicaba y mi libertad peligraba.
Tragué saliva y tras almacenar aquél cascabel en uno de mis bolsillos me giré hacia él y me senté en la silla que momentos antes había usado para escalar por aquél armario. Me crucé de brazos y esperé a que abriera la boca y saciara mi innata curiosidad, más ahora si mi vida dependía de él y de su objeto perdido.
Pero cuando al fin él iba a responderme, una sombra sumamente alargada se paró frente al cristal de la puerta de aquél cuadrilátero, por lo que contuve el aliento y salté rápidamente de la silla para guiar al hombre tras un escritorio, quedándonos ambos muy cerca, sin respirar, con mis pulsaciones resonando fieramente contra mis oídos, esperando a que la puerta se abriera y unos zapatos negros, probablemente muy caros, cruzaran la habitación en silencio, quizás buscando algo. ¿Sería el director? ¿Un enemigo del pelirrojo? En realidad, ahora que lo miraba de cerca, tenía un aire a mafioso… ¿sería peligroso? Meneé la cabeza e intenté serenarme cuando al moverme, me di cuenta que me clavaba algo a la altura del costado. Con la nariz fruncida me hice a un lado y me sorprendí al hallar lo que parecía ser una trampilla que descendía hacia algún lugar. Miré al hombre y éste me devolvió la misma mirada pícara que me daba a entender que ambos pensábamos lo mismo. Así, con el máximo sigilo del que fuimos capaz, abrimos la trampilla con cierto esfuerzo y me asomé al oscuro agujero que allí se presentaba, decidiéndome sin temor, a ser la primera en poner el pie en aquella escalera de hierro empotrada al muro. Era un cubo muy estrecho y cuyo fin no podía vislumbrar, por lo que poco a poco, empecé a bajar con cuidado hasta sumirme en la más profunda y espeluznante oscuridad. ¿Dónde nos llevaría aquél pasillo secreto?
Roxanne- Mensajes : 94
Fecha de inscripción : 12/02/2012
DATOS DEL PERSONAJE
Poderes/Habilidades:
Datos de interés:
Re: El tesoro del jardín.
Elle bajo por las escaleras y yo baje tras ella, apresurándome en cerrar la trampilla mientras bajaba para ocultar nuestro paradero. La oscuridad se hizo en las escaleras al cerrar, pero aun así bajamos y bajamos sin parar, notando como las tinieblas se hacían latentes a cada paso que dábamos.
En la habitación anterior solo habían objetos de niños, libros infantiles, algunos juguetes…Nada que me pudiese servir. Aunque al parecer, Elle sí que había topado con objetos queridos, al menos encontrar esa habitación no había sido en vano.
Llegamos hasta lo que parecía ser una sala de maquinas, una estancia humedecida, parecía un subterráneo, lo más probable era que estuviésemos debajo de los cimientos del edificio,cerca de las calderas. Mire a todos lados, y visualice sin problemas que al final de aquel pasadizo oscuro se apreciaba algo de luz. La pequeña intentaba ver algo, pero seguramente para los humanos estaría demasiado oscuro para poder ver nada. Ella dio unos pasos extendiendo sus manos y tropezó conmigo, mientras yo me encargaba de tomar su mano.
Creo que veo algo por ahí…Vamos comente guiándole conmigo sin prisa, sabiendo que la pequeña apenas veria sus propias manos en medio de la oscuridad de aquel sótano. Pues me temo que la habitación que busco no estaba ahí donde estabamos antes, ni aquí tampoco…Busco una que imagino que estará cerca del despacho del director. Una habitación con archivos y papeles. Seguramente no habrá nada más que papel en aquella sala. Y es posible solo pueda entrar el director y su secretaria. ¿Tú sabes donde hay alguna habitación así peq…madeimoselle Elle? Me corregí divertido al recordar su comentario anterior. La pequeña sonrió y se quedo algo pensativa mientras ambos caminábamos poco a poco por la estancia que comenzaba a iluminarse ligeramente,dejando que se viesen al menos nuestras siluetas en la oscuridad. Pare un momento y me gire a la pequeña.
Oh por cierto, yo soy…Jerarld Johannes Délvheen Barón de los Países Bajos. Oficialmente me llamaba asi aunque no me agradaba mucho tener que usar un nombre tan rimbombante. Jerarld, o Jer que es más corto que "señor". Comenté bromeando mientras hacia una sentida reverencia delante de la pequeña, para después besar el dorso de su pequeña manita como si se tratase de una persona mas mayor. Elle sonrio divertida y me escucho curiosa. Yo soy escritor y digamos que lo que estoy buscando esta noche aquí es algo que necesito para una historia...La verdad es que estaba escribiendo un relato de terror, cuya protagonista era Rox, claro que era una historia ficticia pero ella me habia inspirado para crear a la heroina y ahora que había conocido a Elle, le agregaría también para dar un gran giro a todo, ambas me estaban inspirando aunque eso no lo sabían ninguna de las dos.
Hechas las presentaciones correspondientes continuamos caminando, pues ya se podía apreciar la fuente de la poca claridad que ahora había.
Llegamos hasta una puerta de acero, cuyos bordes habían sido reforzados seguramente manualmente, era como una especie de puerta de seguridad. Sus contornos irradiaban cierta luz que dejaba ver un poco mejor el sótano donde nos hallábamos.
Aparté un poco a Elle de mi y tome el pomo de la puerta forjada para tirar de ella con fuerza, abriéndola mientras percibía que algunos cerrojos cedían y se rompían desde el otro lado de la puerta.
Al otro lado algunas antorchas encendidas indicaban que alguien habría pasado por ahí al menos hace unas cuantas horas. Tres pasillos señalaban diferentes caminos que se podían tomar; Uno a nuestra izquierda, uno en el centro y uno a nuestra derecha. Contemple algo ceñudo los pasillos y mire a Elle, que con el mismo gesto de sorpresa me miraba a mi arqueando una ceja. Al parecer ella tampoco sabía de la existencia de aquellos pasillos ni mucho menos a donde conducían ninguno de ellos.
-Vamos por la izquierda!
-Vamos por la derecha!
Comentamos a la vez, ambos habíamos dado un paso, cada uno en sentido contrario. Nos giramos y nos encontramos una vez más. Me acuclillé delante suyo.
-Lo echamos a suertes? La jovencita sonrió picara y puso el puño derecho sobre la palma de su mano izquierda. Oh muy bien, a piedra, papel, tijeras comente entrecerrando los ojos y sonriendo, como si se tratase del gran duelo de nuestras vidas. Había tenido que lidiar en muchas ocasiones con aquellos pequeños duelos contra mis niños, aunque procurase dejarles ganar casi siempre. Sin embargo en esta ocasión no quise hacer trampa, para ver que ocurria.
Piedra…tijeras…papel…papel…piedra…piedra…piedra…piedra….Después de unas cuantas partidas en las que siempre quedábamos empatados nos miramos y nos encogimos de hombros. Sin decir nada decidimos ir por el pasillo de en medio al no encontrar un vencedor para nuestra épica competición…
Los muros eran de ladrillo en aquella zona, y no se notaba la humedad del recinto anterior. Finalmente otra puerta nos recibió, sin embargo esta era de madera y no estaba cerrada con cerrojo, parecía mucho mas sencilla y menos cuidada que la de antes. La abrí y ambos fuimos recibidos con una buena polvareda que nos llego del interior, haciendo toser un poco a la pequeña.
Nos adentramos curiosos en una vieja sala llena de lienzos, rollos de papel, algunos espejos antiguos, autómatas abandonados, cajas viejas y esculturas, muchas de ellas tapadas con sabanas que reposaban en la penumbra. ¿Que hacían esas cosas ahí? Eso pegaba más en un trastero que un orfanato. ¿Serian de Darren, el director?...Si no fuese tan absurdo habría dicho que aquellos eran objetos de contrabando.
Ambos entramos y cual curiosos nos pusimos a caminar por en medio de la espaciosa habitación. De pronto un crujido a nuestra espalda nos hizo girarnos con rapidez, ambos miramos a nuestras espaldas para contemplar con gesto de jugadores de póker como la puerta se cerraba ella sola ante nuestras atentas miradas.
-A que bien…estamos en una habitación embrujada…Comente con una media sonrisa. Oh solo era una broma, solo bromeaba Elle... comente quitándole importancia para no asustar a la pequeña. Me acerque a unos cuantos libros y papeles dispersos y comencé a ojearlos. Los papeles hablaban de terrenos, de compra y venta de mobiliario…y una extraña carta que hablaba de que se debían hacer reformas en aquel lugar y cambiar el orfanato a otro lugar por el propio bien de los niños…Comence a leer con mas atención aquel documento pero de pronto una melodía clásica comenzó a sonar cerca de nosotros y me distrajo.
Contemple a Elle con gesto de duda para saber si había puesto ella en marcha aquella cajita de música, pero la pequeña me miro con el mismo gesto de duda. De pronto una pila de libros se tambalearon detrás de la pequeña, pero yo le tome de los brazos para tirar de ella hacia mí antes de que se cayesen, y estos cayeron donde hacia unos instantes había estado Elle creando bastante ruido y polvareda. Parpadee un momento aun apretando contra mi a la pequeña sin mirarla, pues seguia contemplando los libros caidos. Notando como el pulso de Elle se agitaba por mi tiron tan brusco y rápido y por lo inesperado de aquello.
-...Quizás deberíamos ir a inspeccionar los otros pasillos…Comente con calma,como si lo que acabase de ocurrir fuese algo de lo mas normal del mundo. intentando olfatear el aire con detenimiento para saber si podria haber alguien cerca de nosotros intentando gastarnos una broma pesada o algo similar, aunque de momento no se sentia nada...
En la habitación anterior solo habían objetos de niños, libros infantiles, algunos juguetes…Nada que me pudiese servir. Aunque al parecer, Elle sí que había topado con objetos queridos, al menos encontrar esa habitación no había sido en vano.
Llegamos hasta lo que parecía ser una sala de maquinas, una estancia humedecida, parecía un subterráneo, lo más probable era que estuviésemos debajo de los cimientos del edificio,cerca de las calderas. Mire a todos lados, y visualice sin problemas que al final de aquel pasadizo oscuro se apreciaba algo de luz. La pequeña intentaba ver algo, pero seguramente para los humanos estaría demasiado oscuro para poder ver nada. Ella dio unos pasos extendiendo sus manos y tropezó conmigo, mientras yo me encargaba de tomar su mano.
Creo que veo algo por ahí…Vamos comente guiándole conmigo sin prisa, sabiendo que la pequeña apenas veria sus propias manos en medio de la oscuridad de aquel sótano. Pues me temo que la habitación que busco no estaba ahí donde estabamos antes, ni aquí tampoco…Busco una que imagino que estará cerca del despacho del director. Una habitación con archivos y papeles. Seguramente no habrá nada más que papel en aquella sala. Y es posible solo pueda entrar el director y su secretaria. ¿Tú sabes donde hay alguna habitación así peq…madeimoselle Elle? Me corregí divertido al recordar su comentario anterior. La pequeña sonrió y se quedo algo pensativa mientras ambos caminábamos poco a poco por la estancia que comenzaba a iluminarse ligeramente,dejando que se viesen al menos nuestras siluetas en la oscuridad. Pare un momento y me gire a la pequeña.
Oh por cierto, yo soy…Jerarld Johannes Délvheen Barón de los Países Bajos. Oficialmente me llamaba asi aunque no me agradaba mucho tener que usar un nombre tan rimbombante. Jerarld, o Jer que es más corto que "señor". Comenté bromeando mientras hacia una sentida reverencia delante de la pequeña, para después besar el dorso de su pequeña manita como si se tratase de una persona mas mayor. Elle sonrio divertida y me escucho curiosa. Yo soy escritor y digamos que lo que estoy buscando esta noche aquí es algo que necesito para una historia...La verdad es que estaba escribiendo un relato de terror, cuya protagonista era Rox, claro que era una historia ficticia pero ella me habia inspirado para crear a la heroina y ahora que había conocido a Elle, le agregaría también para dar un gran giro a todo, ambas me estaban inspirando aunque eso no lo sabían ninguna de las dos.
Hechas las presentaciones correspondientes continuamos caminando, pues ya se podía apreciar la fuente de la poca claridad que ahora había.
Llegamos hasta una puerta de acero, cuyos bordes habían sido reforzados seguramente manualmente, era como una especie de puerta de seguridad. Sus contornos irradiaban cierta luz que dejaba ver un poco mejor el sótano donde nos hallábamos.
Aparté un poco a Elle de mi y tome el pomo de la puerta forjada para tirar de ella con fuerza, abriéndola mientras percibía que algunos cerrojos cedían y se rompían desde el otro lado de la puerta.
Al otro lado algunas antorchas encendidas indicaban que alguien habría pasado por ahí al menos hace unas cuantas horas. Tres pasillos señalaban diferentes caminos que se podían tomar; Uno a nuestra izquierda, uno en el centro y uno a nuestra derecha. Contemple algo ceñudo los pasillos y mire a Elle, que con el mismo gesto de sorpresa me miraba a mi arqueando una ceja. Al parecer ella tampoco sabía de la existencia de aquellos pasillos ni mucho menos a donde conducían ninguno de ellos.
-Vamos por la izquierda!
-Vamos por la derecha!
Comentamos a la vez, ambos habíamos dado un paso, cada uno en sentido contrario. Nos giramos y nos encontramos una vez más. Me acuclillé delante suyo.
-Lo echamos a suertes? La jovencita sonrió picara y puso el puño derecho sobre la palma de su mano izquierda. Oh muy bien, a piedra, papel, tijeras comente entrecerrando los ojos y sonriendo, como si se tratase del gran duelo de nuestras vidas. Había tenido que lidiar en muchas ocasiones con aquellos pequeños duelos contra mis niños, aunque procurase dejarles ganar casi siempre. Sin embargo en esta ocasión no quise hacer trampa, para ver que ocurria.
Piedra…tijeras…papel…papel…piedra…piedra…piedra…piedra….Después de unas cuantas partidas en las que siempre quedábamos empatados nos miramos y nos encogimos de hombros. Sin decir nada decidimos ir por el pasillo de en medio al no encontrar un vencedor para nuestra épica competición…
Los muros eran de ladrillo en aquella zona, y no se notaba la humedad del recinto anterior. Finalmente otra puerta nos recibió, sin embargo esta era de madera y no estaba cerrada con cerrojo, parecía mucho mas sencilla y menos cuidada que la de antes. La abrí y ambos fuimos recibidos con una buena polvareda que nos llego del interior, haciendo toser un poco a la pequeña.
Nos adentramos curiosos en una vieja sala llena de lienzos, rollos de papel, algunos espejos antiguos, autómatas abandonados, cajas viejas y esculturas, muchas de ellas tapadas con sabanas que reposaban en la penumbra. ¿Que hacían esas cosas ahí? Eso pegaba más en un trastero que un orfanato. ¿Serian de Darren, el director?...Si no fuese tan absurdo habría dicho que aquellos eran objetos de contrabando.
Ambos entramos y cual curiosos nos pusimos a caminar por en medio de la espaciosa habitación. De pronto un crujido a nuestra espalda nos hizo girarnos con rapidez, ambos miramos a nuestras espaldas para contemplar con gesto de jugadores de póker como la puerta se cerraba ella sola ante nuestras atentas miradas.
-A que bien…estamos en una habitación embrujada…Comente con una media sonrisa. Oh solo era una broma, solo bromeaba Elle... comente quitándole importancia para no asustar a la pequeña. Me acerque a unos cuantos libros y papeles dispersos y comencé a ojearlos. Los papeles hablaban de terrenos, de compra y venta de mobiliario…y una extraña carta que hablaba de que se debían hacer reformas en aquel lugar y cambiar el orfanato a otro lugar por el propio bien de los niños…Comence a leer con mas atención aquel documento pero de pronto una melodía clásica comenzó a sonar cerca de nosotros y me distrajo.
Contemple a Elle con gesto de duda para saber si había puesto ella en marcha aquella cajita de música, pero la pequeña me miro con el mismo gesto de duda. De pronto una pila de libros se tambalearon detrás de la pequeña, pero yo le tome de los brazos para tirar de ella hacia mí antes de que se cayesen, y estos cayeron donde hacia unos instantes había estado Elle creando bastante ruido y polvareda. Parpadee un momento aun apretando contra mi a la pequeña sin mirarla, pues seguia contemplando los libros caidos. Notando como el pulso de Elle se agitaba por mi tiron tan brusco y rápido y por lo inesperado de aquello.
-...Quizás deberíamos ir a inspeccionar los otros pasillos…Comente con calma,como si lo que acabase de ocurrir fuese algo de lo mas normal del mundo. intentando olfatear el aire con detenimiento para saber si podria haber alguien cerca de nosotros intentando gastarnos una broma pesada o algo similar, aunque de momento no se sentia nada...
Jerarld Délvheen- Vampiro/Realeza
- Mensajes : 476
Fecha de inscripción : 14/08/2011
Edad : 794
Localización : Paseando por el techo de casa...
DATOS DEL PERSONAJE
Poderes/Habilidades:
Datos de interés:
Re: El tesoro del jardín.
Y entonces, mi nuevo amigo Jer, recostó su cuerpo sobre un enorme y polvoriento lienzo que colgaba de la pared y su mano cedió, moviéndose el cuadro hacia las entrañas del muro cuyo interior fue descubierto ante mis ojos temerosos, aunque no era más que un largo y oscuro pasaje con un fuerte olor a humedad. Con los pálpitos a la altura de mis oídos, miré a Jer y me aferré a su gélida mano en silencio, pues no quería admitir que en aquella ocasión, empezaba a tener miedo real y a su lado, me sentía segura, sobre todo tras el episodio en el que me había salvado de ser engullida por un montón de viejos libros. ¿Sería la respuesta a mi odio hacia los manuscritos? En tal caso, los libros habían elegido un mal momento para vengarse de mí.
Jerarld inspeccionó las piedras que recubrían los muros abovedados del pasillo y con paso firme y sujetándome la mano, empezamos a avanzar a tientas, preguntándome cómo era posible que viera tan bien en la oscuridad y ni siquiera tropezara con algunas piedras del camino. Un estremecimiento recorrió mi cuerpo y me cubrí con la ropa despedazada tras mi frustrado encuentro con la verja exterior del orfanato, sin conseguir mitigar aquella sensación de frío.
Entonces, y ante nuestra estupefacta mirada, nos vimos rodeados de lo que parecía ser una sala de vestuario tras una puerta de madera que mi amigo se encargó de derrumbar ya sin dificultades. Solté su mano y corrí riendo hacia las perchas llenas de trajes y vestidos elegantes, tomando uno antes de lanzarlo y tomar otro, señalándole a Jer aquellos que me parecían más absurdos y feos. Encontré una diadema de pétalos blancos que sin dudar me puse en la cabeza y le grité para reclamar su atención.
- ¡Mira! ¡Soy una flor!- reí infantilmente antes de recorrer la sala tan sólo iluminada por una lámpara de velas a punto de consumirse.
En un armario con espejos encontré multitud de pinturas faciales, por lo que empecé a pintar mis labios de color rojo pasión, dejando que mis mejillas adoptasen un color sonrosado preveniente de los polvos que esparcí por mi rostro, tarareando una canción animada mientras embelesaba mi cuerpo de cosméticos caros y que nunca antes había visto… pero de pronto, las velas se apagaron y no muy lejos de nosotros, un fuerte sonido de aplausos nos sorprendió, haciendo que mi cuerpo diera un brinco antes de tropezar con Jer, de quién me agarré de nuevo y contuve el aliento.
- ¿Qué ocurre ahora?- susurré mientras mis ojos recorrían la estancia sin encontrar nada más que oscuridad.
Y fue entonces cuando nuestros pies vibraron y un sonido a engranajes nos alertó de que junto a aquella trampilla en la que sin querer nos habíamos situado, ahora estábamos subiendo hacia algún lugar desconocido. ¿Qué nos depararía aquella aventura sin aparente fin? Un teatro. Y es que ante una gran multitud de gente como público, cegadores focos de luz y atronadora música, Jerarld y yo nos habíamos infiltrado por error en la obra teatral que el orfanato daba a los padres interesados en adoptar, pues el director creía que viendo a un puñado de mocosos disfrazados de animales y vegetales, enternecerían el corazón helado de quienes deseaban ampliar la familia y su anatomía no se lo permitía. Ingenuos.
Sin vacilar, tomé una rama artificial y siguiendo la coreografía de los niños, moví mi cuerpo e incluso llegué a cantar aquello que ellos vociferaban sin tonalidad alguna. De este modo, logré desplazarme por el escenario sin llamar excesivamente la atención, algo que no puedo decir de Jer, quién por su altura y ropaje desentonarte en aquella puesta en escena, se llevó algunos murmureos y varios dedos índices le señalaron de forma acusatoria. Cuando algunos niños empezaron a darse cuenta de nuestra infiltración y sus rostros nos buscaban con el ceño fruncido a la vez que buscaban a su alrededor alguna pista sobre lo que sucedía, yo tiré de la mano de Jer y corrimos hacia las bambalinas, a partir de las cuales dimos con una puerta de salida que cerramos usando la misma rama que momentos antes había tomado del escenario. Respiré agitadamente y miré a Jer para estallar en carcajadas, pues nunca había gozado de una aventura como aquella, aunque fuera basada en correr de aquí para allá y pasar un poco de miedo. ¡Quería repetir la experiencia! Aunque… bueno, todavía no habíamos acabado. Torcí una sonrisa traviesa y tomando de nuevo la mano de mi amiguito, volvimos a correr hacia el final de aquél pasillo desértico.
- ¡Por aquí!- grité divertida antes de girar una esquina y subir unas escaleras rumbo a la sala de Archivos, estancia que no tardamos en encontrar y frente a la que me detuve al fin, sonriendo de forma triunfante al pelirrojo.
Jerarld inspeccionó las piedras que recubrían los muros abovedados del pasillo y con paso firme y sujetándome la mano, empezamos a avanzar a tientas, preguntándome cómo era posible que viera tan bien en la oscuridad y ni siquiera tropezara con algunas piedras del camino. Un estremecimiento recorrió mi cuerpo y me cubrí con la ropa despedazada tras mi frustrado encuentro con la verja exterior del orfanato, sin conseguir mitigar aquella sensación de frío.
Entonces, y ante nuestra estupefacta mirada, nos vimos rodeados de lo que parecía ser una sala de vestuario tras una puerta de madera que mi amigo se encargó de derrumbar ya sin dificultades. Solté su mano y corrí riendo hacia las perchas llenas de trajes y vestidos elegantes, tomando uno antes de lanzarlo y tomar otro, señalándole a Jer aquellos que me parecían más absurdos y feos. Encontré una diadema de pétalos blancos que sin dudar me puse en la cabeza y le grité para reclamar su atención.
- ¡Mira! ¡Soy una flor!- reí infantilmente antes de recorrer la sala tan sólo iluminada por una lámpara de velas a punto de consumirse.
En un armario con espejos encontré multitud de pinturas faciales, por lo que empecé a pintar mis labios de color rojo pasión, dejando que mis mejillas adoptasen un color sonrosado preveniente de los polvos que esparcí por mi rostro, tarareando una canción animada mientras embelesaba mi cuerpo de cosméticos caros y que nunca antes había visto… pero de pronto, las velas se apagaron y no muy lejos de nosotros, un fuerte sonido de aplausos nos sorprendió, haciendo que mi cuerpo diera un brinco antes de tropezar con Jer, de quién me agarré de nuevo y contuve el aliento.
- ¿Qué ocurre ahora?- susurré mientras mis ojos recorrían la estancia sin encontrar nada más que oscuridad.
Y fue entonces cuando nuestros pies vibraron y un sonido a engranajes nos alertó de que junto a aquella trampilla en la que sin querer nos habíamos situado, ahora estábamos subiendo hacia algún lugar desconocido. ¿Qué nos depararía aquella aventura sin aparente fin? Un teatro. Y es que ante una gran multitud de gente como público, cegadores focos de luz y atronadora música, Jerarld y yo nos habíamos infiltrado por error en la obra teatral que el orfanato daba a los padres interesados en adoptar, pues el director creía que viendo a un puñado de mocosos disfrazados de animales y vegetales, enternecerían el corazón helado de quienes deseaban ampliar la familia y su anatomía no se lo permitía. Ingenuos.
Sin vacilar, tomé una rama artificial y siguiendo la coreografía de los niños, moví mi cuerpo e incluso llegué a cantar aquello que ellos vociferaban sin tonalidad alguna. De este modo, logré desplazarme por el escenario sin llamar excesivamente la atención, algo que no puedo decir de Jer, quién por su altura y ropaje desentonarte en aquella puesta en escena, se llevó algunos murmureos y varios dedos índices le señalaron de forma acusatoria. Cuando algunos niños empezaron a darse cuenta de nuestra infiltración y sus rostros nos buscaban con el ceño fruncido a la vez que buscaban a su alrededor alguna pista sobre lo que sucedía, yo tiré de la mano de Jer y corrimos hacia las bambalinas, a partir de las cuales dimos con una puerta de salida que cerramos usando la misma rama que momentos antes había tomado del escenario. Respiré agitadamente y miré a Jer para estallar en carcajadas, pues nunca había gozado de una aventura como aquella, aunque fuera basada en correr de aquí para allá y pasar un poco de miedo. ¡Quería repetir la experiencia! Aunque… bueno, todavía no habíamos acabado. Torcí una sonrisa traviesa y tomando de nuevo la mano de mi amiguito, volvimos a correr hacia el final de aquél pasillo desértico.
- ¡Por aquí!- grité divertida antes de girar una esquina y subir unas escaleras rumbo a la sala de Archivos, estancia que no tardamos en encontrar y frente a la que me detuve al fin, sonriendo de forma triunfante al pelirrojo.
Roxanne- Mensajes : 94
Fecha de inscripción : 12/02/2012
DATOS DEL PERSONAJE
Poderes/Habilidades:
Datos de interés:
Re: El tesoro del jardín.
Mire a Elle y sonreí divertido al ver como se ornamentaba con aquella corona de flores, la risa de la pequeña era francamente contagiosa así que no tarde en animarme a mirar que había en aquella sala llena de vestuario.
Me encaminé hacia un baúl cercano y lo abrí, mientras me ponía a curiosear las cosas de que allí habían.
...Patas de palo, unos cuantos garfios, algunos peluches de aves exóticas de diversos colores y algo reluciente que llamo mi atención. Tome el catalejo y me puse a mirar por el cual curioso hasta que de pronto todo se lleno de luz. Vi a través del mismo artilugio como unas cuantas personas me miraban a mí con la misma incertidumbre que yo a ellas.
Baje lentamente el catalejo mientras miraba hacia el público arqueando una ceja.
Que diantres!?? Gire el rostro para buscar a Elle y ver que ocurría, pero la pequeña improvisaba junto con aquellos niños que ahora a nuestro lado correteaban mientras seguían poco a poco una coreografía que mi pequeña cómplice se esmeraba en imitar para pasar inadvertida.
Ella me miro y yo, sin poder evitarlo moví los brazos cual egipcio en un absurdo intento por pasar inadvertido. Sonreí a Elle y ella también comenzó a carcajear, pues era inevitable no reir ante el espectáculo que estábamos dando. Tomo mi mano y ambos corrimos fuera de aquel escenario antes de que nuestro improvisado “show” siguiese. Corrimos entre risas por los pasillos desérticos resbalando inclusive por las prisas requeridas.
Cuidado Florecilla! Indique mientras frenábamos y caminábamos con más calma hasta que Elle me indico aquella puerta. ¿Es aquí?, muy bien vamos allá…
Gire el pomo pero parecía cerrado, le di un tirón con cierto disimulo hasta quedar con el en la mano. Puse gesto de duda a Elle, como si ya hubiese estado roto cuando lo toque y empuje la puerta hasta abrirla. Ambos nos adentramos y contemplamos una habitación no excesivamente grande, parecía un despacho mas. Sin embargo se apreciaba con ciertos decorados y objetos que denotaban que no era una habitación de acceso para cualquiera.
El escritorio se hallaba en el centro de la estancia y cada pared era recubierta de multitud de archivadores.
Tengo que buscar unos documentos, que puede que empiecen por la letra R, o quizás L…Aunque también podrían empezar por la letra E…Comente mientras miraba a Elle. Hice una mueca mientras miraba a la pequeña, centrándome en sus profundos ojos, concentrandome en pensar por donde seria mejor empezar, hasta que se me ocurrió una idea. Vale, Buscaremos por la fecha. Documentos que digan 1790. Solo ese año, y si ya tiene alguna de esas iniciales, mejor. Elle asintió y me ayudo a buscar, trayéndome algunas carpetas mientras ambos sentados en el suelo sacábamos fardos de papel y los desperdigábamos por el suelo...
Después de un buen rato, Elle me acerco una de las ultimas carpetas con desgana, un suave bostezo escapo de sus labios y yo me sentí algo culpable. Imaginaba que la pequeña estaría aburrida ya, y quizás hambrienta, sin embargo seguía allí sin rechistar.
-Lamento aburrirte florecilla Comente recordando el apodo que le había puesto por la improvisada actuación de aquella noche, comencé a mirar los papeles mientras leía a toda velocidad, pasándolos con rapidez, buscando el nombre que tenía que aparecer. Prometo que en cuanto encuentre lo que busco, además de salir de aquí te comprare todo lo que tu…quie…No pude acabar la frase debidamente porque entre mis manos se hallaba el papel que buscaba, así era. Pero decía algo más que yo no me esperaba.
Mi rostro debía de ser un poema, porque no tarde en notar la manita de Elle sobre mi hombro, ella dijo algo, pero yo no podía escuchar, aun estaba demasiado perplejo ante aquel descubrimiento.
Elle se acerco y contemplo lo que había llamado mi atención, poniéndose a leer en silencio. Abrió su boca con la intención de decir algo mientras leía. yo también quería expresar la sorpresa y el desconcierto. Tenía que decirle que si, que era aquello lo que buscaba. Sin embargo ambos nos quedamos sin palabras. La pequeña se arrodillo a mi lado y sostuvo los papeles por un extremo mientras yo los sujetaba por el otro aun releyéndolos para cerciorarme de que era cierto.
Por mi parte acaba de descubrir que eran dos niños, ella había tenido gemelos…Y esa noche había conocido a una de ellos, una, que en aquel momento estaba a mi lado, dándose cuenta también de que tenía un hermano…
Parecía que aquella noche, todos los planes o las ideas que tenía en mente se iban derrumbando poco a poco. Pero si algo estaba claro, es que mi curiosidad no me dejaría pasar ese “dato” por alto. Sobre todo después de ver que la dirección de aquel niño y su familia estaba en París, y se ubicaba a solo unas cuantas calles de donde ahora estábamos…
Me encaminé hacia un baúl cercano y lo abrí, mientras me ponía a curiosear las cosas de que allí habían.
...Patas de palo, unos cuantos garfios, algunos peluches de aves exóticas de diversos colores y algo reluciente que llamo mi atención. Tome el catalejo y me puse a mirar por el cual curioso hasta que de pronto todo se lleno de luz. Vi a través del mismo artilugio como unas cuantas personas me miraban a mí con la misma incertidumbre que yo a ellas.
Baje lentamente el catalejo mientras miraba hacia el público arqueando una ceja.
Que diantres!?? Gire el rostro para buscar a Elle y ver que ocurría, pero la pequeña improvisaba junto con aquellos niños que ahora a nuestro lado correteaban mientras seguían poco a poco una coreografía que mi pequeña cómplice se esmeraba en imitar para pasar inadvertida.
Ella me miro y yo, sin poder evitarlo moví los brazos cual egipcio en un absurdo intento por pasar inadvertido. Sonreí a Elle y ella también comenzó a carcajear, pues era inevitable no reir ante el espectáculo que estábamos dando. Tomo mi mano y ambos corrimos fuera de aquel escenario antes de que nuestro improvisado “show” siguiese. Corrimos entre risas por los pasillos desérticos resbalando inclusive por las prisas requeridas.
Cuidado Florecilla! Indique mientras frenábamos y caminábamos con más calma hasta que Elle me indico aquella puerta. ¿Es aquí?, muy bien vamos allá…
Gire el pomo pero parecía cerrado, le di un tirón con cierto disimulo hasta quedar con el en la mano. Puse gesto de duda a Elle, como si ya hubiese estado roto cuando lo toque y empuje la puerta hasta abrirla. Ambos nos adentramos y contemplamos una habitación no excesivamente grande, parecía un despacho mas. Sin embargo se apreciaba con ciertos decorados y objetos que denotaban que no era una habitación de acceso para cualquiera.
El escritorio se hallaba en el centro de la estancia y cada pared era recubierta de multitud de archivadores.
Tengo que buscar unos documentos, que puede que empiecen por la letra R, o quizás L…Aunque también podrían empezar por la letra E…Comente mientras miraba a Elle. Hice una mueca mientras miraba a la pequeña, centrándome en sus profundos ojos, concentrandome en pensar por donde seria mejor empezar, hasta que se me ocurrió una idea. Vale, Buscaremos por la fecha. Documentos que digan 1790. Solo ese año, y si ya tiene alguna de esas iniciales, mejor. Elle asintió y me ayudo a buscar, trayéndome algunas carpetas mientras ambos sentados en el suelo sacábamos fardos de papel y los desperdigábamos por el suelo...
Después de un buen rato, Elle me acerco una de las ultimas carpetas con desgana, un suave bostezo escapo de sus labios y yo me sentí algo culpable. Imaginaba que la pequeña estaría aburrida ya, y quizás hambrienta, sin embargo seguía allí sin rechistar.
-Lamento aburrirte florecilla Comente recordando el apodo que le había puesto por la improvisada actuación de aquella noche, comencé a mirar los papeles mientras leía a toda velocidad, pasándolos con rapidez, buscando el nombre que tenía que aparecer. Prometo que en cuanto encuentre lo que busco, además de salir de aquí te comprare todo lo que tu…quie…No pude acabar la frase debidamente porque entre mis manos se hallaba el papel que buscaba, así era. Pero decía algo más que yo no me esperaba.
“…En fecha del año 1790, El orfanato de Paris, toma la custodia legal de:
Elle Arlene y Gabriel Harald. Gemelos.
Entregados en pleno consentimiento de su madre biológica.
Registro de datos.
Elle Arlene – Estado actual bajo custodia del orfanato.
Gabriél Harald – Adoptado a los cinco años de vida por…”
Elle Arlene y Gabriel Harald. Gemelos.
Entregados en pleno consentimiento de su madre biológica.
Registro de datos.
Elle Arlene – Estado actual bajo custodia del orfanato.
Gabriél Harald – Adoptado a los cinco años de vida por…”
Mi rostro debía de ser un poema, porque no tarde en notar la manita de Elle sobre mi hombro, ella dijo algo, pero yo no podía escuchar, aun estaba demasiado perplejo ante aquel descubrimiento.
Elle se acerco y contemplo lo que había llamado mi atención, poniéndose a leer en silencio. Abrió su boca con la intención de decir algo mientras leía. yo también quería expresar la sorpresa y el desconcierto. Tenía que decirle que si, que era aquello lo que buscaba. Sin embargo ambos nos quedamos sin palabras. La pequeña se arrodillo a mi lado y sostuvo los papeles por un extremo mientras yo los sujetaba por el otro aun releyéndolos para cerciorarme de que era cierto.
Por mi parte acaba de descubrir que eran dos niños, ella había tenido gemelos…Y esa noche había conocido a una de ellos, una, que en aquel momento estaba a mi lado, dándose cuenta también de que tenía un hermano…
Parecía que aquella noche, todos los planes o las ideas que tenía en mente se iban derrumbando poco a poco. Pero si algo estaba claro, es que mi curiosidad no me dejaría pasar ese “dato” por alto. Sobre todo después de ver que la dirección de aquel niño y su familia estaba en París, y se ubicaba a solo unas cuantas calles de donde ahora estábamos…
Jerarld Délvheen- Vampiro/Realeza
- Mensajes : 476
Fecha de inscripción : 14/08/2011
Edad : 794
Localización : Paseando por el techo de casa...
DATOS DEL PERSONAJE
Poderes/Habilidades:
Datos de interés:
Re: El tesoro del jardín.
Aquello empezaba a aburrirme un poco, como si la adrenalina que había liberado entre aventuras ahora me pasara factura en el peor momento, pues debía estar atenta y ayudar a mi nuevo amigo a encontrar aquello que buscaba. Cuando de pronto su rostro se desfiguró, la curiosidad se deshizo del sueño que empezaba a envolverme entre los brazos de Morfeo y me puse en pie, dejando caer una de mis manos sobre su hombro con la intención de ver aquello que le había robado el habla. Pero pro más que mis ojos vagaban por aquella hoja amarillenta y algo arrugada, no vi nada más que letras y letras… porque no sabía leer. Maldije entonces mi situación, avergonzándome incluso de ello, pues ahora era cuando más me moría de ganas por aprender esas cosas. Pero… ¿qué culpa tenía si en el orfanato jamás se habían preocupado por la educación? Sí, era analfabeta y poco sabía de números. Y aun así, tomé aquél papel como si esperara que él mismo me hablase y me contara lo que sucedía, decidiéndome finalmente a preguntar a Jer el motivo de su cambio de humor… pero no me atreví. ¿Qué me incumbían sus asuntos? No quería enfadarle por mi curiosidad, así que desvié la vista y me puse en pie, paseándome por la sala en silencio, escogiendo las palabras dichas en el silencio antes de ser pronunciadas con dulzor y un centello en mis ojos que probablemente le cegó al mirarme un tanto confuso.
- Yo ya cumplí mi parte del trato, Jer…- musité con un deje tímido en mi voz mientras con la punta de mi zapato dibujaba círculos sobre la madera del suelo, manteniendo mis manos entrelazadas en mi espalda.- Ahora… ¿me llevarás contigo?
Alcé la vista hacia el hombre y fruncí los labios como si esperara un bofetón o peor todavía, que se riera de mí y saltara por la ventana sin más. Aunque… por alguna extraña razón, lo dudaba. Era como si en el fondo, él y yo ya nos conociéramos de antes, quizás de toda la vida. Estreché los ojos y cuando sus labios se despegaron y mi corazón dio un vuelco a la espera de tan ansiada respuesta… la puerta cedió y cayó al suelo con un gran estruendo que levantó una nube de polvo. Tosiendo, retrocedí hasta colocarme en uno de los muros y asustada, comprobé que se trataba del director del orfanato quién, visiblemente malhumorado, contemplaba el desorden causado en la Sala de Archivos. Primero me fulminó y vociferó unos cuantos insultos de los que ya ni me acuerdo… pero luego, su fiera mirada se clavó en Jerarld y un extraño centello apareció entre sus labios. ¿Porqué le brillaban los dientes al director? Mi cuerpo se estremeció y mis latidos se aceleraron, un hecho que pareció llegarle al oído y su semblante cambió drásticamente, siendo entonces testigo de cómo sus afilados colmillos eran contorneados por su lengua, gesto que auguraba un fatídico final para mí aunque en aquél momento, a mi edad y entre aquella tensa situación, no fuera plenamente consciente de ello. Y aguardé, como si el tiempo fuera a aliarse conmigo y juntos venciésemos al enemigo… olvidándome por un momento que contaba con alguien mejor que la personificación del tiempo, alguien con nombre propio y unos colmillos igualitos al del director: Jerarld.
Y entonces, no se me ocurrió nada mejor que hacer que lanzar un cuadro en el que aparecía el Rey de Francia por la ventana de la sala, rompiéndose el cristal y creando así una vía de escape hacia la que corrí hasta asomarme a ella antes de voltear mi rostro hacia mi amigo, gritando su nombre para que me rescatara de aquella torre en la que ambos nos hallábamos cautivos de un monstruo con dientes largos.
- ¡Si tú saltas, yo salto!- le grité sonriente, esperando su reacción antes de decidir qué hacer con mi vida, como si aquello no fuera más que un simple juego infantil, pero… ¿acaso no es eso, la vida?
- Yo ya cumplí mi parte del trato, Jer…- musité con un deje tímido en mi voz mientras con la punta de mi zapato dibujaba círculos sobre la madera del suelo, manteniendo mis manos entrelazadas en mi espalda.- Ahora… ¿me llevarás contigo?
Alcé la vista hacia el hombre y fruncí los labios como si esperara un bofetón o peor todavía, que se riera de mí y saltara por la ventana sin más. Aunque… por alguna extraña razón, lo dudaba. Era como si en el fondo, él y yo ya nos conociéramos de antes, quizás de toda la vida. Estreché los ojos y cuando sus labios se despegaron y mi corazón dio un vuelco a la espera de tan ansiada respuesta… la puerta cedió y cayó al suelo con un gran estruendo que levantó una nube de polvo. Tosiendo, retrocedí hasta colocarme en uno de los muros y asustada, comprobé que se trataba del director del orfanato quién, visiblemente malhumorado, contemplaba el desorden causado en la Sala de Archivos. Primero me fulminó y vociferó unos cuantos insultos de los que ya ni me acuerdo… pero luego, su fiera mirada se clavó en Jerarld y un extraño centello apareció entre sus labios. ¿Porqué le brillaban los dientes al director? Mi cuerpo se estremeció y mis latidos se aceleraron, un hecho que pareció llegarle al oído y su semblante cambió drásticamente, siendo entonces testigo de cómo sus afilados colmillos eran contorneados por su lengua, gesto que auguraba un fatídico final para mí aunque en aquél momento, a mi edad y entre aquella tensa situación, no fuera plenamente consciente de ello. Y aguardé, como si el tiempo fuera a aliarse conmigo y juntos venciésemos al enemigo… olvidándome por un momento que contaba con alguien mejor que la personificación del tiempo, alguien con nombre propio y unos colmillos igualitos al del director: Jerarld.
Y entonces, no se me ocurrió nada mejor que hacer que lanzar un cuadro en el que aparecía el Rey de Francia por la ventana de la sala, rompiéndose el cristal y creando así una vía de escape hacia la que corrí hasta asomarme a ella antes de voltear mi rostro hacia mi amigo, gritando su nombre para que me rescatara de aquella torre en la que ambos nos hallábamos cautivos de un monstruo con dientes largos.
- ¡Si tú saltas, yo salto!- le grité sonriente, esperando su reacción antes de decidir qué hacer con mi vida, como si aquello no fuera más que un simple juego infantil, pero… ¿acaso no es eso, la vida?
Roxanne- Mensajes : 94
Fecha de inscripción : 12/02/2012
DATOS DEL PERSONAJE
Poderes/Habilidades:
Datos de interés:
Re: El tesoro del jardín.
Oh maldita fuese mi suerte…
El director de aquel orfanato era un vampiro. Escuche sus pensamientos, entendiendo que su intención era beber de Elle…La sola idea de imaginarle haciendo semejante atrocidad me tenso completamente.
Fue entonces cuando me comunique mentalmente con ella sin mirarle, pues mis ojos estában fijados en aquel individuo.Sabia que haciendo eso podía asustar a la pequeña, pero no habia tiempo de explicaciones ni de sutilezas.
-“Elle…Cuando te lo diga…agáchate y cúbrete la cabeza con las manos"...
No solo no pensaba permitir aquello, sino que pensaba llevarme a la niña conmigo. No me importaba en lo mas mínimo acarrear con las consecuencias de mis actos si de esa forma podía librarla de aquel ser…Un ser que era igual que yo, de mi misma raza…Pero que a la vez ni siquiera se parecía a mi, puesto que yo jamás hubiese intentado la semejante atrocidad de atacar a un niño. Afortunadamente aquel no se imaginaba a quien se enfrentaba.
Sin embargo los recuerdos de aquel hombre rememoraron por un momento a Rox mientras miraba a Elle…Y aquello fue la pequeña gota que desbordo todo. Pues eso significaba que el la conocía…que el había tenido algo que ver. Pero no había tiempo para pensar en eso ahora.
Darren…Eres un descortés. ¿Que haces mirándole a ella si me tienes a mi aquí?..Aquel hombre me daba la espalda, pues su atención se centraba en la pequeña. Deberías saber que no está bien dar la espalda a tus semejantes…Sobre todo si estos son de tu propia raza... Ahora Elle!! Arrugando los papeles que sostenía entre mis manos los guarde con disimulo en mi bolsillo antes de abalanzarme sobre el director, empujándole varios metros hacia atrás. Note como mis cabellos se movían con salvajedad al hacer aquello, mientras que él chocaba contra la pared con real violencia, quedando incrustado en ella, dejando grietas sobre la superficie y lanzando escombros y parte de los muebles destrozados hacia todas partes, mientras Elle agachada en el suelo se libraba que de aquello le cayese encima. Yo no pretendía pelear con el en ese instante, pues tenia a Elle allí, y tenía que sacarla como fuese. Así que había comenzado aquel movimiento por mi parte como medida distractoria.
Aprovechando la rapidez de mis actos, corrí hacia Elle y le tome entre mis brazos con cierta brusquedad, pues no había tiempo que perder.
Le contemple sabiendo que ella veria en mi no solo los colmillos sino también ese brillo y ese tono en mis ojos, que le indicaría que yo no era un humano mas como cualquier otro.
Lo se pequeña, se que has cumplido tu trato…Y ahora es tiempo de que yo cumpla el mío.
Sujetándole fuertemente contra mi pecho, me asome por el marco de la ventana y salte desde aquel piso hasta situarme con agilidad sobre el césped del patio exterior. La deje en el suelo y agarrando su mano con firmeza corrí con ella atravesando el jardín. Llegando hasta la reja para tomar uno de aquellos barrotes y moverlo a la derecha tomando los demás y arrastrándolos hacia un lado, como si solo fuesen espigas suaves que se mecían con el viento y no barras de acero que ahora habían quedado retorcidas y amontonadas a un lado, dejando espacio para salir.
Fue entonces cuando me pare delante de ella acuclillándome delante suyo y tomando su cálido rostro entre mis manos. Pues sabía que después de todo lo presenciado aquella niña podía tener deseos de salir huyendo lo más lejos que pudiese de mi o de Darren.
Elle…pequeña. Si cruzas esta reja conmigo ya no habrá vuelta atrás. Si cruzas conmigo no volverás a este lugar nunca más…Los papeles que me has ayudado a encontrar tienen que ver contigo. Ellos no solo hablan de ti... ¿Recuerdas a un niño llamado Gabriel?....Es posible que le vieses en algún momento pues el también estaba aquí…Yo tengo que encontrarle y tengo que hacerlo ahora…Gire el rostro hacia la ventana rota de aquella planta, sabiendo que no tendríamos mucho tiempo. Pues si Darren sabia a que había venido, y que había encontrado los documentos y a Elle, desearía llegar antes que yo hacía Gabriel. Y lo peor de todo es que aquel hombre no tardaría en moverse y seguir nuestro rastro si le dábamos tiempo. Fruncí el ceño notando mis colmillos aun al descubierto, pero intente serenarme para no asustar mas a la pequeña.
-Elle …Yo no soy un humano y aquel hombre, el director del orfanato, tampoco lo es…Luego si aun lo deseas te contare sobre todo ello. Pero ahora no hay tiempo para eso. Lo único que puedo decirte es que yo jamás te dañaría ni tocaría ni uno solo de tus cabellos…Yo cuidare de ti, y te protegeré para que nadie ose intentar dañarte nunca más. Pero tienes que venir conmigo. Y confiar en mí…¿Qué me dices?
El director de aquel orfanato era un vampiro. Escuche sus pensamientos, entendiendo que su intención era beber de Elle…La sola idea de imaginarle haciendo semejante atrocidad me tenso completamente.
Fue entonces cuando me comunique mentalmente con ella sin mirarle, pues mis ojos estában fijados en aquel individuo.Sabia que haciendo eso podía asustar a la pequeña, pero no habia tiempo de explicaciones ni de sutilezas.
-“Elle…Cuando te lo diga…agáchate y cúbrete la cabeza con las manos"...
No solo no pensaba permitir aquello, sino que pensaba llevarme a la niña conmigo. No me importaba en lo mas mínimo acarrear con las consecuencias de mis actos si de esa forma podía librarla de aquel ser…Un ser que era igual que yo, de mi misma raza…Pero que a la vez ni siquiera se parecía a mi, puesto que yo jamás hubiese intentado la semejante atrocidad de atacar a un niño. Afortunadamente aquel no se imaginaba a quien se enfrentaba.
Sin embargo los recuerdos de aquel hombre rememoraron por un momento a Rox mientras miraba a Elle…Y aquello fue la pequeña gota que desbordo todo. Pues eso significaba que el la conocía…que el había tenido algo que ver. Pero no había tiempo para pensar en eso ahora.
Darren…Eres un descortés. ¿Que haces mirándole a ella si me tienes a mi aquí?..Aquel hombre me daba la espalda, pues su atención se centraba en la pequeña. Deberías saber que no está bien dar la espalda a tus semejantes…Sobre todo si estos son de tu propia raza... Ahora Elle!! Arrugando los papeles que sostenía entre mis manos los guarde con disimulo en mi bolsillo antes de abalanzarme sobre el director, empujándole varios metros hacia atrás. Note como mis cabellos se movían con salvajedad al hacer aquello, mientras que él chocaba contra la pared con real violencia, quedando incrustado en ella, dejando grietas sobre la superficie y lanzando escombros y parte de los muebles destrozados hacia todas partes, mientras Elle agachada en el suelo se libraba que de aquello le cayese encima. Yo no pretendía pelear con el en ese instante, pues tenia a Elle allí, y tenía que sacarla como fuese. Así que había comenzado aquel movimiento por mi parte como medida distractoria.
Aprovechando la rapidez de mis actos, corrí hacia Elle y le tome entre mis brazos con cierta brusquedad, pues no había tiempo que perder.
Le contemple sabiendo que ella veria en mi no solo los colmillos sino también ese brillo y ese tono en mis ojos, que le indicaría que yo no era un humano mas como cualquier otro.
Lo se pequeña, se que has cumplido tu trato…Y ahora es tiempo de que yo cumpla el mío.
Sujetándole fuertemente contra mi pecho, me asome por el marco de la ventana y salte desde aquel piso hasta situarme con agilidad sobre el césped del patio exterior. La deje en el suelo y agarrando su mano con firmeza corrí con ella atravesando el jardín. Llegando hasta la reja para tomar uno de aquellos barrotes y moverlo a la derecha tomando los demás y arrastrándolos hacia un lado, como si solo fuesen espigas suaves que se mecían con el viento y no barras de acero que ahora habían quedado retorcidas y amontonadas a un lado, dejando espacio para salir.
Fue entonces cuando me pare delante de ella acuclillándome delante suyo y tomando su cálido rostro entre mis manos. Pues sabía que después de todo lo presenciado aquella niña podía tener deseos de salir huyendo lo más lejos que pudiese de mi o de Darren.
Elle…pequeña. Si cruzas esta reja conmigo ya no habrá vuelta atrás. Si cruzas conmigo no volverás a este lugar nunca más…Los papeles que me has ayudado a encontrar tienen que ver contigo. Ellos no solo hablan de ti... ¿Recuerdas a un niño llamado Gabriel?....Es posible que le vieses en algún momento pues el también estaba aquí…Yo tengo que encontrarle y tengo que hacerlo ahora…Gire el rostro hacia la ventana rota de aquella planta, sabiendo que no tendríamos mucho tiempo. Pues si Darren sabia a que había venido, y que había encontrado los documentos y a Elle, desearía llegar antes que yo hacía Gabriel. Y lo peor de todo es que aquel hombre no tardaría en moverse y seguir nuestro rastro si le dábamos tiempo. Fruncí el ceño notando mis colmillos aun al descubierto, pero intente serenarme para no asustar mas a la pequeña.
-Elle …Yo no soy un humano y aquel hombre, el director del orfanato, tampoco lo es…Luego si aun lo deseas te contare sobre todo ello. Pero ahora no hay tiempo para eso. Lo único que puedo decirte es que yo jamás te dañaría ni tocaría ni uno solo de tus cabellos…Yo cuidare de ti, y te protegeré para que nadie ose intentar dañarte nunca más. Pero tienes que venir conmigo. Y confiar en mí…¿Qué me dices?
Jerarld Délvheen- Vampiro/Realeza
- Mensajes : 476
Fecha de inscripción : 14/08/2011
Edad : 794
Localización : Paseando por el techo de casa...
DATOS DEL PERSONAJE
Poderes/Habilidades:
Datos de interés:
Re: El tesoro del jardín.
Las comisuras de mis labios se curvaron en una sonrisa infantil, alegre e ilusionada mientras mis brazos envolvían el cuello del pelirrojo en un cálido abrazo, tan sentido como si se lo hubiera dedicado a mi padre.
- Iré contigo y buscaremos a Biél.- decidí antes de apartarme de él aunque sin soltarle el cuello, sin borrar siquiera ni un ápice de mi sonrisa divertida.- Sé como cazarle…- reí, llevando mi mano a uno de mis bolsillos traseros, extrayendo un par de chocolatinas de forma rectangular.- ¡Es un goloso!- recordé mientras tomaba la mano a Jer, poniéndose de pie para empezar a avanzar hacia el horizonte mientras yo le hablaba y parloteaba sobre aquél niño que hacía unos años había sido adoptado por una buena familia y que, mientras habíamos convivido, no habíamos hablado demasiado, ya que solía huir de las niñas por no sé qué delirio sobre su pelo... y solía ser travieso en la cocina, siempre robando los dulces que ahí guardaban.
Y fue aquella noche, en la que mis conocimientos no conocieron límites, empapándome de historias, leyendas y curiosidades que aquél vampiro bueno me iba contando mientras íbamos en busca de Biél, el que, aquella misma noche, descubriría que era sangre de mi sangre, mi hermano gemelo. Al principio me sorprendió, la incredulidad me asaltó, la vergüenza incluso coloreó mis mejillas, pero luego comprendí que sería divertido tener un compañero de travesuras y Biél parecía ser el dado perfecto para mi tablero. Y aquello me hacía feliz.
- Iré contigo y buscaremos a Biél.- decidí antes de apartarme de él aunque sin soltarle el cuello, sin borrar siquiera ni un ápice de mi sonrisa divertida.- Sé como cazarle…- reí, llevando mi mano a uno de mis bolsillos traseros, extrayendo un par de chocolatinas de forma rectangular.- ¡Es un goloso!- recordé mientras tomaba la mano a Jer, poniéndose de pie para empezar a avanzar hacia el horizonte mientras yo le hablaba y parloteaba sobre aquél niño que hacía unos años había sido adoptado por una buena familia y que, mientras habíamos convivido, no habíamos hablado demasiado, ya que solía huir de las niñas por no sé qué delirio sobre su pelo... y solía ser travieso en la cocina, siempre robando los dulces que ahí guardaban.
Y fue aquella noche, en la que mis conocimientos no conocieron límites, empapándome de historias, leyendas y curiosidades que aquél vampiro bueno me iba contando mientras íbamos en busca de Biél, el que, aquella misma noche, descubriría que era sangre de mi sangre, mi hermano gemelo. Al principio me sorprendió, la incredulidad me asaltó, la vergüenza incluso coloreó mis mejillas, pero luego comprendí que sería divertido tener un compañero de travesuras y Biél parecía ser el dado perfecto para mi tablero. Y aquello me hacía feliz.
Roxanne- Mensajes : 94
Fecha de inscripción : 12/02/2012
DATOS DEL PERSONAJE
Poderes/Habilidades:
Datos de interés:
Temas similares
» Serpientes en el jardín · Libre ·
» El silencio es el tesoro de los amantes - Psyche [+18]
» el tesoro de mi vida es vuestra compañia
» Un tesoro para sus recuerdos - Isaac Southey
» Los amigos son el mayor tesoro de todo ser. ;; Relaciones del hermoso Brujo: Lumarie.
» El silencio es el tesoro de los amantes - Psyche [+18]
» el tesoro de mi vida es vuestra compañia
» Un tesoro para sus recuerdos - Isaac Southey
» Los amigos son el mayor tesoro de todo ser. ;; Relaciones del hermoso Brujo: Lumarie.
Página 1 de 1.
Permisos de este foro:
No puedes responder a temas en este foro.
Miér Sep 18, 2024 9:16 am por Afiliaciones
» REACTIVACIÓN DE PERSONAJES
Mar Jul 30, 2024 4:58 am por Frederick Truffaut
» AVISO #49: SITUACIÓN ACTUAL DE VICTORIAN VAMPIRES
Miér Jul 24, 2024 2:54 pm por Nigel Quartermane
» Ah, mi vieja amiga la autodestrucción [Búsqueda activa]
Jue Jul 18, 2024 4:42 am por León Salazar
» Vampirto ¿estás ahí? // Sokolović Rosenthal (priv)
Miér Jul 10, 2024 1:09 pm por Jagger B. De Boer
» l'enlèvement de perséphone ─ n.
Sáb Jul 06, 2024 11:12 pm por Vivianne Delacour
» orphée et eurydice ― j.
Jue Jul 04, 2024 10:55 pm por Vivianne Delacour
» Le Château des Rêves Noirs [Privado]
Jue Jul 04, 2024 10:42 pm por Willem Fokke
» labyrinth ─ chronologies.
Sáb Jun 22, 2024 10:04 pm por Vivianne Delacour