AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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Viaje hacia lo inesperado
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Viaje hacia lo inesperado
Todo estaba oscuro y desamparado. Ash se encontraba lejos, pero no lo suficiente, pues pude comprobar que se encontraba recto, pensativo, con la mirada perdida y esos ojos de color esmeralda tan llamativos que me hacían entender que algo iba mal. Le llamé, pero no se giró, ni si quiera sabia si me había oído. Sabía que por mucho que lo intentase el no se iba a dar cuenta. De repente, algo empezó a sucederle al joven. En poco tiempo su cuerpo comenzó a cambiar rápidamente, su cuerpo se erguía poco a poco hacia delante, sus hombros caían hacia abajo, su pelo se encrespaba, sus párpados caían y su luz propia se empezaba a apagar. Estaba cansado y todo aquello era por mi culpa. Tenía miedo de que aquella transformación pudiese acabar de la manera más horrible y sin dudarlo un solo instante, comencé a correr por aquella inmensa oscuridad buscando algo que tuviese suficiente sangre, algo vivo. Pero no había nada. Estaba desesperada y cuando me giré para ver el estado del muchacho, le encontré intentando quitarse de encima a Norbet, el cual no paraba de agredirlo con una mirada fría y monstruosa. En poco tiempo Ash cayó vencido y el hombre desapareció. Corrí hacia su cuerpo inerte y comencé a llorar, pues lo que más quería se estaba marchando. Con una daga me hice una herida limpia en el pecho ignorando cualquier dolor e intenté dar al joven mi sangre. Pero, cuando creí que ya todo estaba perdido, el joven abrió los ojos mostrando ese verde tan llamativo y cruel, y sin dudarlo, se abalanzó hacia mi herida y bebió de ella como si estuviese poseído. No era Ash, no era el muchacho que yo conocía el que se encontraba entre mis brazos, era una bestia incontrolada por la sed que había nacido de él mismo…e iba a matarme. Di un salto no demasiado grande y abrí los ojos rápidamente, comprendí que todo había sido un sueño.
Me encontraba dentro del carruaje, apoyada en el hombro del joven y con una manta echada encima. Era de noche. Sin duda, me había quedado dormida durante algún tiempo. No era la primera vez que pasaba, pues durante los tantos y no calculados días que nos llevamos viajando, yo misma me empecé a sentir hambrienta y cansada, por lo que no pude evitar hacer una siesta de vez en cuando. Me separé rápidamente del hombro del muchacho para no molestarle y miré por la ventanilla. No sabía donde nos encontrábamos. Durante varios días, solo veía arboles, arboles y mas arboles, además de un camino de tierra que no sabia donde terminaba y varias tabernas donde tuvimos que descansar para que el vampiro no se encontrase mas debilitado por el sol -¿Dónde estamos?- pregunté antes de bostezar a la vez que me frotaba los ojos con las manos. Atem, se subió a mi regazo y comenzó a juguetear con la manta –Tu también tienes hambre… ¿Verdad? Espero que lleguemos pronto a algún lugar donde podamos descansar, hace demasiados días, creo, que no duermo sobre una cama- dije sonriendo por el hecho de que verdaderamente no sabia cuantos días de viaje llevábamos. Seguramente Ash se reiría por el hecho de que tenia sueño a pesar de haber dormido durante el transcurso varias veces, pero no es lo mismo que en una cama donde nada se mueva, desde luego. Tomé a Atem y lo puse sobre mi pecho, para que la manta nos pudiese abrigar a ambos. Había notando un descenso de temperatura bastante llamativo, cada lugar tenía su clima propio y todos me eran desagradables comparados con el de París -¿A dónde vamos exactamente y a quien tenemos que encontrarnos? Si seguimos viajando a la espera de que alguien aparezca podemos llevarnos meses en esta situación. Quizá deberíamos parar en el próximo hostal e intentar averiguar si alguien se encuentra tan perturbado como yo por haber conocido a un vampiro recientemente- reí para que se notase mi tono bromista – No creo que una persona se encuentre muy bien si ha notado las alteraciones que causáis al alimentaros…o por haberse relacionado con alguno…Ash, ¿Los vampiros tienen la costumbre de relacionarse con las personas? ¿Entablan relaciones importantes con humanos y se enamoran de ellos? ¿O eres el único que es acompañado por una mujer?- Me era curioso no haberme preguntado aquello antes, sobretodo después de haber tenido la oportunidad de saber que Norbet, al menos, considera a los humanos inferiores. Aunque aquello no era nada sorprendente. Ya era una realidad que mi cabeza seguía y seguiría llena de dudas que aun no habían sido solventadas sobre los vampiros, Norbet y el propio Ash. Era cierto que aun no sabia del todo lo que había sido el joven y las personas con las que se había relacionado para llegar a ser lo que es, ni si quiera sabía si había mantenido contacto intimo con otras vampiras y mujeres a parte de mi o de si se había encontrado en alguna situación en la que hubiese tenido que haber sido acompañado por una humana. Sea como fuere, esperaba que en algún momento esas dudas quedasen aclaradas. Yo por mi parte, seguía preocupada por el estado del vampiro; no sabía si era posible que la falta de sed provocase en el muchacho una situación incontrolada, tal y como había soñado, o si simplemente acabaría con el.
Poco tiempo después, la oscuridad de la noche empezó a clarecerse –En poco tiempo será de día, deberíamos parar en algún sitio y buscar algo…para alimentarte- Veces como aquella, parecía su madre, su criada, la persona que mas atención tiene hacia el, pues era cierto que tenía controlado el tiempo que hacia que no comía y me fijaba casa minuto en su rostro para ver cuanto de débil se encontraba. Había veces que tenia una cara tan apagada…que solo tenia ganas de abrazarle y acariciarle durante horas. Ya no me costaba tanto admitir que le quería y que había momentos en los que me moría por repetir aquellos besos que hacia tanto tiempo que no compartíamos…tanto, que no sabía exactamente que éramos. Tras varios minutos no muy largos, el ghoul que ahora nos ayudaba, paró el coche, pues habíamos llegado al hostal más cercano. No sin antes mirar al joven para sonreírle y decirle sin palabras un ‘’vamos’’, abrí la puerta y de un salto bajé a tierra firme. -¡Por fin!- dije mientras elevaba y estiraba mis brazos hacia arriba, para después girarme y comprobar que sería lo primero que haría el joven –Parece que hemos llevado siglos encerrados en un barco- Metí a Atem en la bolsa donde guardaba toda la ropa y me la cargué al hombro. Rodeé el carruaje hasta llegar frente la puerta de la taberna –Nada más entrar, te pones cómodo y a descansar ¿Vale? No voy a ser yo siempre la que necesite cuidados, Ash-
Me encontraba dentro del carruaje, apoyada en el hombro del joven y con una manta echada encima. Era de noche. Sin duda, me había quedado dormida durante algún tiempo. No era la primera vez que pasaba, pues durante los tantos y no calculados días que nos llevamos viajando, yo misma me empecé a sentir hambrienta y cansada, por lo que no pude evitar hacer una siesta de vez en cuando. Me separé rápidamente del hombro del muchacho para no molestarle y miré por la ventanilla. No sabía donde nos encontrábamos. Durante varios días, solo veía arboles, arboles y mas arboles, además de un camino de tierra que no sabia donde terminaba y varias tabernas donde tuvimos que descansar para que el vampiro no se encontrase mas debilitado por el sol -¿Dónde estamos?- pregunté antes de bostezar a la vez que me frotaba los ojos con las manos. Atem, se subió a mi regazo y comenzó a juguetear con la manta –Tu también tienes hambre… ¿Verdad? Espero que lleguemos pronto a algún lugar donde podamos descansar, hace demasiados días, creo, que no duermo sobre una cama- dije sonriendo por el hecho de que verdaderamente no sabia cuantos días de viaje llevábamos. Seguramente Ash se reiría por el hecho de que tenia sueño a pesar de haber dormido durante el transcurso varias veces, pero no es lo mismo que en una cama donde nada se mueva, desde luego. Tomé a Atem y lo puse sobre mi pecho, para que la manta nos pudiese abrigar a ambos. Había notando un descenso de temperatura bastante llamativo, cada lugar tenía su clima propio y todos me eran desagradables comparados con el de París -¿A dónde vamos exactamente y a quien tenemos que encontrarnos? Si seguimos viajando a la espera de que alguien aparezca podemos llevarnos meses en esta situación. Quizá deberíamos parar en el próximo hostal e intentar averiguar si alguien se encuentra tan perturbado como yo por haber conocido a un vampiro recientemente- reí para que se notase mi tono bromista – No creo que una persona se encuentre muy bien si ha notado las alteraciones que causáis al alimentaros…o por haberse relacionado con alguno…Ash, ¿Los vampiros tienen la costumbre de relacionarse con las personas? ¿Entablan relaciones importantes con humanos y se enamoran de ellos? ¿O eres el único que es acompañado por una mujer?- Me era curioso no haberme preguntado aquello antes, sobretodo después de haber tenido la oportunidad de saber que Norbet, al menos, considera a los humanos inferiores. Aunque aquello no era nada sorprendente. Ya era una realidad que mi cabeza seguía y seguiría llena de dudas que aun no habían sido solventadas sobre los vampiros, Norbet y el propio Ash. Era cierto que aun no sabia del todo lo que había sido el joven y las personas con las que se había relacionado para llegar a ser lo que es, ni si quiera sabía si había mantenido contacto intimo con otras vampiras y mujeres a parte de mi o de si se había encontrado en alguna situación en la que hubiese tenido que haber sido acompañado por una humana. Sea como fuere, esperaba que en algún momento esas dudas quedasen aclaradas. Yo por mi parte, seguía preocupada por el estado del vampiro; no sabía si era posible que la falta de sed provocase en el muchacho una situación incontrolada, tal y como había soñado, o si simplemente acabaría con el.
Poco tiempo después, la oscuridad de la noche empezó a clarecerse –En poco tiempo será de día, deberíamos parar en algún sitio y buscar algo…para alimentarte- Veces como aquella, parecía su madre, su criada, la persona que mas atención tiene hacia el, pues era cierto que tenía controlado el tiempo que hacia que no comía y me fijaba casa minuto en su rostro para ver cuanto de débil se encontraba. Había veces que tenia una cara tan apagada…que solo tenia ganas de abrazarle y acariciarle durante horas. Ya no me costaba tanto admitir que le quería y que había momentos en los que me moría por repetir aquellos besos que hacia tanto tiempo que no compartíamos…tanto, que no sabía exactamente que éramos. Tras varios minutos no muy largos, el ghoul que ahora nos ayudaba, paró el coche, pues habíamos llegado al hostal más cercano. No sin antes mirar al joven para sonreírle y decirle sin palabras un ‘’vamos’’, abrí la puerta y de un salto bajé a tierra firme. -¡Por fin!- dije mientras elevaba y estiraba mis brazos hacia arriba, para después girarme y comprobar que sería lo primero que haría el joven –Parece que hemos llevado siglos encerrados en un barco- Metí a Atem en la bolsa donde guardaba toda la ropa y me la cargué al hombro. Rodeé el carruaje hasta llegar frente la puerta de la taberna –Nada más entrar, te pones cómodo y a descansar ¿Vale? No voy a ser yo siempre la que necesite cuidados, Ash-
Keira Brandford- Humano Clase Baja
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Fecha de inscripción : 30/10/2011
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Re: Viaje hacia lo inesperado
Los minutos se hacían eternos encerrado en aquel gran ataud de madera con ruedas en el que iba. Pocas eran las veces que se detenían en tantos días de viaje y su cuerpo muerto se agarrotaba cada vez más. La falta de sangre tampoco ayudaba demasiado a aquella situación tan comprometida en la que su mayor sustento sería la vida de la muchacha que iba a su lado... o en su defecto, el inocente felino.
Se sucedían las lunas sumido en sus más profundos pensamientos, observando dormir anonadado a la hermosa Keira o acariciando al gatito, pero nada más. El hastío era terriblemente insoportable, rememoraba incluso aquellos días de servidumbre que había tenido que sufrir bajo el yugo del antiguo Faraón o peor aún, los días interminables en alta mar al mando del navío de Francis Drake.
Aquella misma noche parecía cambiar un poco aquella absurda monotonía cuando la chica se despertó agitada de un sueño. Se desperezó y Ash la observó por el rabillo del ojo con una faz que denotaba el mayor aburrimiento jamás sentido por un ser vivo... o muerto. La muchacha preguntó por el lugar en el que se encontraban y el vampiro volvió a dirigir su mirada hacia el oscuro paisaje -No lo sé...- suspiró -Supongo que pronto estaremos lindando con Hungría.- supuso encogiéndose de hombros, redirigiendo su mirar hacia la dama y su animal de compañía. Hablaba sola, o con el gato, sobre el tiempo que hacía que no descansaba como era debido. Ash sonrió ante aquellas palabras de Keira ¿Cuanto haría ya que él no se alimentaba "como era debido" por culpa de su malsana fobia al sufrimiento ajeno? Se solía cuestionar de donde salía tantísima compasión por parte de una mujer que no lo ha pasado extraordinariamente bien en la vida, como quien diría.
Una nueva tanda de preguntas comenzó por parte de la señorita Brandford sobre el lugar al que dirigirse además de querer conocer el nombre de la persona que buscaban. Hacía días ya, Ash había dicho al Ghoul cochero que se dirigiese hacia Hungría. -Vamos hacia donde estamos llegando, quizá la condesa sangrienta se digne a pronunciar el paradero de Padre... si es que lo sabe- reflexionó en ese instante la posibilidad de que el viaje fuera un completo despropósito ¿Cuantos años tenía aquel ser? Aquel del que hablaban miles de cuentos y leyendas, incluso en la sagrada biblia ¿Reposaría fallecido en algún lugar? ¿El tiempo habría erosionado sus restos y habría sido borrado de la faz de la tierra? Se apoderó de él una extraña sensación de angustia solo de pensar que El Primero se hubiese extinguido alguna noche y toda la estirpe vagase por el planeta a su propia voluntad, sin un "Padre" que los sometiese cuando crearan el caos que se profetizaba en varios cultos Baali -La verdad es que no lo sé muy bien- salió de su sopor al escuchar las siguientes preguntas de la chica -Algunos supongo que suelen frecuentar compañías humanas por lo fácil que resulta domaros. Otros, como yo, siempre han permanecido alejados tanto de humanos como vampiros... eres la primera persona humana, vampiro, animal o cosa con la que tengo un acercamiento y cariño especial. Cierto es que he tenido... amigos... por llamarlos de alguna forma en un pasado, pero solo eran excusas para distraerme en esta larga vida en la muerte que nunca hallará un final- suspiró y miró a Keira -Pero entonces te conocí... y la excusa para distraerme se convirtió en la necesidad de tenerte a mi lado cada noche para que esta... "larga vida en la muerte" no halle su final- terminó de decir con una sonrisa.
Al cabo de las horas, ya se podía vislumbrar la aurora a través de las ventanas del carruaje y se podía oir además la voz del muchacho avisar a su amo de que corría peligro si se asomaba. Ash echó las cortinas oscuras e intentó relajarse en el asiento junto a la muchacha, cosa que no consiguió. Afortunadamente, no tardaron demasiado en detenerse, pues habían tenido la suerte de llegar a una posada a mitad del camino donde el chico detuvo el coche. Keira fue la primera en bajar y animó a Ash a descansar nada mas entrar en el recinto. Este, descendió despacio de su asiento y cerró la puerta. Los caballos bebieron agua y se alimentaron de los fardos de heno que allí había. Para el cochero, Ash inclinó ligéramente la cabeza como agradecimiento por sus esfuerzos y le entregó unos cuantos francos para que se tomase un merecido descanso en la taberna, luego, lo siguió.
El lugar estaba frecuentado por diversos personajes pintorescos, pero bastante tópicos. Rudos criminales en un lado, comercientas por otros y alguna prostituta suelta haciendo su característica compañía, mostrando mercancía. El vampiro andubo torpemente por la sala hasta llegar a la barra donde dejó caer unas monedas -Habitación. Una- miró con suma frialdad al tabernero, que desvió su mirada hacia Keira -¿Qué tenemos aquí? Una parejita francesa ¿Eh?- su acento y su francés eran horribles, al igual que su aliento -Una habitación, no lo repetiré una vez más- su voz cada vez tomaba un tono más brusco, cosa que provocó la risa en el el sucio jornalero -¿Venimos de malas pulgas? ¡Válgame el todopoderoso! Supongo que estaréis deseando subir para saciar vuestras lujurias y relajaros, que seguro que os vendrá bien, al menos a ti Don Mandón- se jactó entonces de sus músculos, los cuales mostró al cruzarse de brazos -Aunque con una putita como esa... yo también estaría furioso, ansioso por enseñarle lo que es un verdadero pedazo de carne- guiñó un ojo a Keira, ofreciéndole así una vulgar y arrabalera invitación a que cambiase de "acompañante" -Dime muchacha ¿Cuánto te paga este? Te daré el doble... y de dinero también- se echó a reir con la compañía de varios tipejos rudos como ese.
Ash recogió las monedas, agarró la cabeza del tipejo y la estampó con suma crudeza en la gruesa madera de la que estaba hecha la barra. El estruendo fue tan ensordecedor que los caballos que había fuera de la tasca relincharon asustados. Todos observaron la escena en silencio, sin querer mirar al hombre que había agredido a aquel fortachón que limpiaba vasos -Ella vale más que todas las vidas que hay ahora mismo en este apestoso lugar. Quiero una habitación, ahora.- le levantó la cabeza al tabernero tirando de su grasiento pelo -No te gustaría que hiciésemos noche en un agujero en esa oronda barriga que tienes ¿Verdad? Tus tripas nos servirían de tanza para pescar o trampa para cazar algún cojeno con el que adornar la bonita cena que tomaría con tu corazón- el temor se reflejó de golpe en los ojos de aquel inmenso brivón, que parecía estar mirando directamente hacia la muerte.
Una llavecita comenzó a asomar desde la barra y Ash hizo un gesto para indicar a Keira que la cogiese.
Minutos más tarde, el egipcio se encontraba subiendo las escaleras de caracol que llevaban hacia las habitaciones gentilmente señalizadas por todo el que se encontraba alrededor del vampiro y la chica. El Ghoul, cuyo nombre era Mikah, se mondaba de risa del revuelo que había causado su amo nada mas pisar el lugar. Algunos lugareños aún miraban mal al muchacho, pero no sentían el valor necesario para tan siquiera dar las buenas noches a Ash.
Una vez arriba, empujó la puerta con suavidad y esta se abrió. Aguardó a que la señorita entrase y la cerró tras de sí. -Ahí tienes la cama que mencionaste antes- decía mientras inspeccionaba la habitación. Agradecía enormemente que no tuviese ventanas, solamente unas cuantas velas encendidas por doquier para mantenerla iluminada. Adoraba ese olor a quemado que desprendían las mechas... y adoraba la figura de la mujer bajo la tenue luz de las llamas -Nos vendrá bien descansar en condiciones por fin... no queda mucho para llegar a nuestro destino- se sentó en la cama y observó a la mujer como quien mira el más bello de los atardeceres en un puerto maritimo
Se sucedían las lunas sumido en sus más profundos pensamientos, observando dormir anonadado a la hermosa Keira o acariciando al gatito, pero nada más. El hastío era terriblemente insoportable, rememoraba incluso aquellos días de servidumbre que había tenido que sufrir bajo el yugo del antiguo Faraón o peor aún, los días interminables en alta mar al mando del navío de Francis Drake.
Aquella misma noche parecía cambiar un poco aquella absurda monotonía cuando la chica se despertó agitada de un sueño. Se desperezó y Ash la observó por el rabillo del ojo con una faz que denotaba el mayor aburrimiento jamás sentido por un ser vivo... o muerto. La muchacha preguntó por el lugar en el que se encontraban y el vampiro volvió a dirigir su mirada hacia el oscuro paisaje -No lo sé...- suspiró -Supongo que pronto estaremos lindando con Hungría.- supuso encogiéndose de hombros, redirigiendo su mirar hacia la dama y su animal de compañía. Hablaba sola, o con el gato, sobre el tiempo que hacía que no descansaba como era debido. Ash sonrió ante aquellas palabras de Keira ¿Cuanto haría ya que él no se alimentaba "como era debido" por culpa de su malsana fobia al sufrimiento ajeno? Se solía cuestionar de donde salía tantísima compasión por parte de una mujer que no lo ha pasado extraordinariamente bien en la vida, como quien diría.
Una nueva tanda de preguntas comenzó por parte de la señorita Brandford sobre el lugar al que dirigirse además de querer conocer el nombre de la persona que buscaban. Hacía días ya, Ash había dicho al Ghoul cochero que se dirigiese hacia Hungría. -Vamos hacia donde estamos llegando, quizá la condesa sangrienta se digne a pronunciar el paradero de Padre... si es que lo sabe- reflexionó en ese instante la posibilidad de que el viaje fuera un completo despropósito ¿Cuantos años tenía aquel ser? Aquel del que hablaban miles de cuentos y leyendas, incluso en la sagrada biblia ¿Reposaría fallecido en algún lugar? ¿El tiempo habría erosionado sus restos y habría sido borrado de la faz de la tierra? Se apoderó de él una extraña sensación de angustia solo de pensar que El Primero se hubiese extinguido alguna noche y toda la estirpe vagase por el planeta a su propia voluntad, sin un "Padre" que los sometiese cuando crearan el caos que se profetizaba en varios cultos Baali -La verdad es que no lo sé muy bien- salió de su sopor al escuchar las siguientes preguntas de la chica -Algunos supongo que suelen frecuentar compañías humanas por lo fácil que resulta domaros. Otros, como yo, siempre han permanecido alejados tanto de humanos como vampiros... eres la primera persona humana, vampiro, animal o cosa con la que tengo un acercamiento y cariño especial. Cierto es que he tenido... amigos... por llamarlos de alguna forma en un pasado, pero solo eran excusas para distraerme en esta larga vida en la muerte que nunca hallará un final- suspiró y miró a Keira -Pero entonces te conocí... y la excusa para distraerme se convirtió en la necesidad de tenerte a mi lado cada noche para que esta... "larga vida en la muerte" no halle su final- terminó de decir con una sonrisa.
Al cabo de las horas, ya se podía vislumbrar la aurora a través de las ventanas del carruaje y se podía oir además la voz del muchacho avisar a su amo de que corría peligro si se asomaba. Ash echó las cortinas oscuras e intentó relajarse en el asiento junto a la muchacha, cosa que no consiguió. Afortunadamente, no tardaron demasiado en detenerse, pues habían tenido la suerte de llegar a una posada a mitad del camino donde el chico detuvo el coche. Keira fue la primera en bajar y animó a Ash a descansar nada mas entrar en el recinto. Este, descendió despacio de su asiento y cerró la puerta. Los caballos bebieron agua y se alimentaron de los fardos de heno que allí había. Para el cochero, Ash inclinó ligéramente la cabeza como agradecimiento por sus esfuerzos y le entregó unos cuantos francos para que se tomase un merecido descanso en la taberna, luego, lo siguió.
El lugar estaba frecuentado por diversos personajes pintorescos, pero bastante tópicos. Rudos criminales en un lado, comercientas por otros y alguna prostituta suelta haciendo su característica compañía, mostrando mercancía. El vampiro andubo torpemente por la sala hasta llegar a la barra donde dejó caer unas monedas -Habitación. Una- miró con suma frialdad al tabernero, que desvió su mirada hacia Keira -¿Qué tenemos aquí? Una parejita francesa ¿Eh?- su acento y su francés eran horribles, al igual que su aliento -Una habitación, no lo repetiré una vez más- su voz cada vez tomaba un tono más brusco, cosa que provocó la risa en el el sucio jornalero -¿Venimos de malas pulgas? ¡Válgame el todopoderoso! Supongo que estaréis deseando subir para saciar vuestras lujurias y relajaros, que seguro que os vendrá bien, al menos a ti Don Mandón- se jactó entonces de sus músculos, los cuales mostró al cruzarse de brazos -Aunque con una putita como esa... yo también estaría furioso, ansioso por enseñarle lo que es un verdadero pedazo de carne- guiñó un ojo a Keira, ofreciéndole así una vulgar y arrabalera invitación a que cambiase de "acompañante" -Dime muchacha ¿Cuánto te paga este? Te daré el doble... y de dinero también- se echó a reir con la compañía de varios tipejos rudos como ese.
Ash recogió las monedas, agarró la cabeza del tipejo y la estampó con suma crudeza en la gruesa madera de la que estaba hecha la barra. El estruendo fue tan ensordecedor que los caballos que había fuera de la tasca relincharon asustados. Todos observaron la escena en silencio, sin querer mirar al hombre que había agredido a aquel fortachón que limpiaba vasos -Ella vale más que todas las vidas que hay ahora mismo en este apestoso lugar. Quiero una habitación, ahora.- le levantó la cabeza al tabernero tirando de su grasiento pelo -No te gustaría que hiciésemos noche en un agujero en esa oronda barriga que tienes ¿Verdad? Tus tripas nos servirían de tanza para pescar o trampa para cazar algún cojeno con el que adornar la bonita cena que tomaría con tu corazón- el temor se reflejó de golpe en los ojos de aquel inmenso brivón, que parecía estar mirando directamente hacia la muerte.
Una llavecita comenzó a asomar desde la barra y Ash hizo un gesto para indicar a Keira que la cogiese.
Minutos más tarde, el egipcio se encontraba subiendo las escaleras de caracol que llevaban hacia las habitaciones gentilmente señalizadas por todo el que se encontraba alrededor del vampiro y la chica. El Ghoul, cuyo nombre era Mikah, se mondaba de risa del revuelo que había causado su amo nada mas pisar el lugar. Algunos lugareños aún miraban mal al muchacho, pero no sentían el valor necesario para tan siquiera dar las buenas noches a Ash.
Una vez arriba, empujó la puerta con suavidad y esta se abrió. Aguardó a que la señorita entrase y la cerró tras de sí. -Ahí tienes la cama que mencionaste antes- decía mientras inspeccionaba la habitación. Agradecía enormemente que no tuviese ventanas, solamente unas cuantas velas encendidas por doquier para mantenerla iluminada. Adoraba ese olor a quemado que desprendían las mechas... y adoraba la figura de la mujer bajo la tenue luz de las llamas -Nos vendrá bien descansar en condiciones por fin... no queda mucho para llegar a nuestro destino- se sentó en la cama y observó a la mujer como quien mira el más bello de los atardeceres en un puerto maritimo
Ash Ravnos- Vampiro Clase Alta
- Mensajes : 80
Fecha de inscripción : 31/10/2011
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Re: Viaje hacia lo inesperado
En poco tiempo ya nos encontrábamos dentro del hostal. Lo primero que pensé al ver aquel antro oscuro y lleno de borrachos fue que en realidad echaba de menos la taberna en la que cantaba tantas noches. Cantar, algo que no hacia desde que todo dio una vuelta en mi vida. No tenia ánimos para hacerlo y suponía que tampoco público que me lo pidiese. Ash se dirigió raudo hacia la barra esperando a que alguien le atendiese y era absolutamente natural su reacción, pues el sol estaba apunto de alumbrar la oscuridad de la noche. No tardó en aparecer un hombre ya mayor, de aspecto sucio y aliento descuidado, el cual pareció tomarnos por tontos y a mi como una fulana. Aquello me enfureció demasiado, todos los hombres, por el hecho de acompañar al vampiro, me tomaban como una compañera por salario ¿Por qué no podía ser yo pareja de el? ¿Por qué no podría y estar casada con el? –Ven aquí zoquete que te vas a guardar el pedazo de carne donde yo me…- dije mientras me arremangaba una de las mangas dispuesta a hacerme notar como mujer dejando atrás los prejuicios, pero tuve que callar y quedar sorprendida ante la dura y cruel reacción del vampiro, el cual no hizo otra cosa que estampar la cara del tabernero contra la barra –Ash espera…tampoco es para tanto…- quise calmarle, pero no hubo forma. Acabamos por desaparecer de aquel salón y de las miradas de tantas personas para subir y entrar en una de las habitaciones para, por fin, descansar -¿Por que todos piensan que solo sirvo para acostarme contigo?-
Cuando nos encontrábamos ya en la habitación lo primero que hice fue sonreír al ver algo que se me antojó terriblemente familiar –No puedo creérmelo. No son velas de pared, son…velas a secas. Parece como si viviésemos en mi casa- sonreí- Pero es lo mejor, da a la habitación un ambiente más relajado para descansar – me giré para mirar a Ash y me sorprendió comprobar que parecía como si el hubiese estado mirándome fijamente desde que entramos – Tu ahora…cálmate…no hay animales por aquí…lo siento- No sabía como contrarrestar aquella mirada que me estaba poniendo tan nerviosa y acabé por disculparme de algo que no sabía tan siquiera si era cierto. Dejé la bolsa en una mesa y me senté en un sillón que había junto a esta. Cedí un poco el nudo del corpiño y de un tirón abrí hasta la rodilla los botones de la falda, los cuales me vi en la necesidad de coser a causa de las manías del joven. Tomé el libro que dejé en el bolso y comencé a leer despacio, buscando algo con lo que entretenerme mientras el vampiro descansaba. Ya me quedaba poco para terminar la historia y me sentía orgullosa por llegar a ese punto que jamás pensé rozar. Por fin había aprendido a leer, no demasiado bien, peor lo suficiente como para entender lo que las páginas querían contarme, y Romeo y Julieta en concreto, me apasionaba. Era una historia de amor tan profunda, tan pura y tan picarona ocultamente, con tantos obstáculos y tanto sufrimiento…que quedé consternada cuando al cabo de un largo rato acabé por leerla entera –No,no,no,no,no,no… Ash, Romeo…Y Julieta…han muerto ¿Cómo? ¿Por qué? No es posible. El fue a verla, fue, pero ella estaba dormida y el la creyó muerta, por eso decidió quitarle la vida. Y cuando Julieta le vio yaciendo en el suelo…realiza el mismo camino… ¿Es posible?- Parecía en realidad, que estaba hablando conmigo misma. Aquel final me había sacado de todas mis creencias ¿Era posible perder la vida por amor? ¿Se puede tener tanto valor? -¿Se puede querer…tanto a alguien…como para quitarse la vida si este se va…?- dije en voz baja. No sabia que pensar, no sabía a que acogerme ¿Tendría yo ese valor?... ¿Lo tendría Ash? No sabia que pensar…
Pasé los siguientes minutos sentada en el sillón con las piernas recogidas pensando en la historia y sin poder evitar recordar mi sueño. ¿Podría yo tener el coraje suficiente como para ser victima de Ash si este lo necesitase para vivir? ¿Sería Ash capaz de descontrolarse hasta ese punto para que yo tuviese que morir?... ¿Seria Ash capaz de descontrolarse alguna vez? Tenía que averiguarlo de alguna forma, aunque en realidad necesitaba saber si realmente estaba tan enamorada de el. No pude parar de mirar al joven mientras pensaba todo aquello, a la vez me preguntaba que opinaría el al respecto, aunque estaba segura de que todo le parecería una tontería. –Pareces tenso… ¿Estas mas cansando? Ya se, voy a darte un masaje. Quítate esa camisa- dije no aceptando una negación como respuesta, pues en el fondo me había resultado atractiva la idea. Así, me subí a la cama y me coloqué de rodillas a su espalda a la vez que le ayudaba a despojarse de la prenda. Comencé a masajear su espalda despacio y tenía que admitir que el tacto de su helada piel acabó por gustarme. Se hacia tan delicada…me atraía demasiado -¿Nos pasará alguna vez…algo parecido?-dije refiriéndome a la historia. Rápidamente encontré la absurdez a mi pregunta, estaba dejándome llevar por el momento demasiado sin darme cuenta –Que tontería…no me hagas caso- pasé a masajear sus hombros, despacio, durante largos minutos –No sabía que…que no habías mantenido relación con ninguna mujer…pensé que si. Bueno, en tantos años me parecía raro que no hubieras he…- suspiré rápidamente ¿Qué me estaba pasando? no dejaba de decir tonterías y sentía ganas de abrazarle. De repente empecé a encontrar cierto calor en mi cuerpo y noté como el pulso se aceleraba por momentos, los masajes fueron remplazados por caricias que sobrepasaron los límites de su espalda, caricias que se paseaban por sus hombros…por sus brazos…y todo, sabiendo que necesitaba beber-Aquel día…en el balcón, me preguntaste algo que no supe responder…y tampoco se ahora- pasé mis brazos alrededor de su cuello, acercándome al oído y cerrando los ojos –Ash…¿Qué somos?- susurré a la vez que ruborizaba.
Cuando nos encontrábamos ya en la habitación lo primero que hice fue sonreír al ver algo que se me antojó terriblemente familiar –No puedo creérmelo. No son velas de pared, son…velas a secas. Parece como si viviésemos en mi casa- sonreí- Pero es lo mejor, da a la habitación un ambiente más relajado para descansar – me giré para mirar a Ash y me sorprendió comprobar que parecía como si el hubiese estado mirándome fijamente desde que entramos – Tu ahora…cálmate…no hay animales por aquí…lo siento- No sabía como contrarrestar aquella mirada que me estaba poniendo tan nerviosa y acabé por disculparme de algo que no sabía tan siquiera si era cierto. Dejé la bolsa en una mesa y me senté en un sillón que había junto a esta. Cedí un poco el nudo del corpiño y de un tirón abrí hasta la rodilla los botones de la falda, los cuales me vi en la necesidad de coser a causa de las manías del joven. Tomé el libro que dejé en el bolso y comencé a leer despacio, buscando algo con lo que entretenerme mientras el vampiro descansaba. Ya me quedaba poco para terminar la historia y me sentía orgullosa por llegar a ese punto que jamás pensé rozar. Por fin había aprendido a leer, no demasiado bien, peor lo suficiente como para entender lo que las páginas querían contarme, y Romeo y Julieta en concreto, me apasionaba. Era una historia de amor tan profunda, tan pura y tan picarona ocultamente, con tantos obstáculos y tanto sufrimiento…que quedé consternada cuando al cabo de un largo rato acabé por leerla entera –No,no,no,no,no,no… Ash, Romeo…Y Julieta…han muerto ¿Cómo? ¿Por qué? No es posible. El fue a verla, fue, pero ella estaba dormida y el la creyó muerta, por eso decidió quitarle la vida. Y cuando Julieta le vio yaciendo en el suelo…realiza el mismo camino… ¿Es posible?- Parecía en realidad, que estaba hablando conmigo misma. Aquel final me había sacado de todas mis creencias ¿Era posible perder la vida por amor? ¿Se puede tener tanto valor? -¿Se puede querer…tanto a alguien…como para quitarse la vida si este se va…?- dije en voz baja. No sabia que pensar, no sabía a que acogerme ¿Tendría yo ese valor?... ¿Lo tendría Ash? No sabia que pensar…
Pasé los siguientes minutos sentada en el sillón con las piernas recogidas pensando en la historia y sin poder evitar recordar mi sueño. ¿Podría yo tener el coraje suficiente como para ser victima de Ash si este lo necesitase para vivir? ¿Sería Ash capaz de descontrolarse hasta ese punto para que yo tuviese que morir?... ¿Seria Ash capaz de descontrolarse alguna vez? Tenía que averiguarlo de alguna forma, aunque en realidad necesitaba saber si realmente estaba tan enamorada de el. No pude parar de mirar al joven mientras pensaba todo aquello, a la vez me preguntaba que opinaría el al respecto, aunque estaba segura de que todo le parecería una tontería. –Pareces tenso… ¿Estas mas cansando? Ya se, voy a darte un masaje. Quítate esa camisa- dije no aceptando una negación como respuesta, pues en el fondo me había resultado atractiva la idea. Así, me subí a la cama y me coloqué de rodillas a su espalda a la vez que le ayudaba a despojarse de la prenda. Comencé a masajear su espalda despacio y tenía que admitir que el tacto de su helada piel acabó por gustarme. Se hacia tan delicada…me atraía demasiado -¿Nos pasará alguna vez…algo parecido?-dije refiriéndome a la historia. Rápidamente encontré la absurdez a mi pregunta, estaba dejándome llevar por el momento demasiado sin darme cuenta –Que tontería…no me hagas caso- pasé a masajear sus hombros, despacio, durante largos minutos –No sabía que…que no habías mantenido relación con ninguna mujer…pensé que si. Bueno, en tantos años me parecía raro que no hubieras he…- suspiré rápidamente ¿Qué me estaba pasando? no dejaba de decir tonterías y sentía ganas de abrazarle. De repente empecé a encontrar cierto calor en mi cuerpo y noté como el pulso se aceleraba por momentos, los masajes fueron remplazados por caricias que sobrepasaron los límites de su espalda, caricias que se paseaban por sus hombros…por sus brazos…y todo, sabiendo que necesitaba beber-Aquel día…en el balcón, me preguntaste algo que no supe responder…y tampoco se ahora- pasé mis brazos alrededor de su cuello, acercándome al oído y cerrando los ojos –Ash…¿Qué somos?- susurré a la vez que ruborizaba.
Keira Brandford- Humano Clase Baja
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Fecha de inscripción : 30/10/2011
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Re: Viaje hacia lo inesperado
Ash suspiraba cansado, sentado en la cama. Seguía observando a la mujer que se puso cómoda tras llegar a la habitación. Se preguntaba en su interior por qué le molestaba tanto que la observaran otros ¿Era simple instinto de propiedad? ¿Era la sangre que corría por sus venas lo que realmente deseaba de ella o era a ella lo que realmente anhelaba? Escuadriñó la figura de la mujer lentamente mientras ésta leía el libro de Romeo y Julieta bastante atenta. Sonrió al comprobar cómo estaba cambiando aquella asustadiza y torpe muchacha, se sintió feliz a pesar de su hastío de ver que se trataba de una mujer fuerte, tal y como pensó en su día.
Keira rompió el silencio con unas negaciones ¿Qué pasaba? La muchacha se había alterado al terminar de leer el relato con un final tan trágico como ese. -Romeo y Julieta... ¿Esperabas un final feliz lleno de pajaritos y flores silvestres? Casi todas las mujeres esperais finales tan llenos de luz...- se masajeó vagamente los hombros poco a poco a sí mismo -Y sí... te sorprendería las locuras que hace la gente por amor. Supongo que nunca has oido hablar de un tal Werther... No, lo dudo, pero tampoco faltaría mucho para tu nacimiento, quizá unos diez años...- la miró atentamente -Ese hombre se volvió loco de amor y celos, tanto que llegó a suicidarse creo... Además de ese tipo y esa pinturesca pareja que has leido, ha habido miles de hechos, tragedias, comedias, asesinatos, traiciones... todo a por amor, porque el amor lo puede todo.- se dio cuenta enseguida de que estaba dejándose llevar por viejos vestigios de sentimientos que su corazón aún rezumaba cuando hablaba con Keira -O eso dicen- rectificó.
La muchacha se levantó de su asiento y se ofreció a darle un masaje al vampiro al ver que este se mostraba cargado, aunque realmente tenía los músculos rígidos de agotamiento y falta de alimento. Se deshizo de su camisa despacio y dejó su torso al descubierto mientras la chica se posicionaba tras él. Comenzó a masajearle despacio mientras reflexionaba con Ash -¿Pasarnos algo parecido? Nunca se sabe...- guardó un minuto de silencio -Nunca podemos saber qué nos deparará el futuro, querida. Estamos juntos, eso es lo que importa. El alba volverá a llegar mañana y quizá todo haya cambiado por cualquier estúpida razón, como siempre pasa en esta miserable vida.- dijo cerrando los ojos, abandonándose a las caricias que le proporcionaba la chica -Nunca he pensado que el placer sea algo que debas de tener en cuenta para todo, pues con la sangre me he contentado siempre...- escuchaba en silencio las palabras de la joven -Somos... nosotros- tomó a la chica de los brazos con un giro y tiró de ella hasta sentársela sobre él, separándole las piernas con las suyas -Somos lo que queremos ser... y siempra será así- comenzó a besarla despacio, con sumo cuidado, acariciándole el rostro.
Poco a poco, empezó a sentir una curiosa sensación de bienestar por todo su cuerpo. Su cansancio desaparecía y se notaba inquieto, ansioso, necesitaba mover las manos de aquel angelical rostro. Los besos lo fueron consumiendo hasta que la pasión hico mella en él, devorándole los labios con ímpetu pero sin llegar a herirla ni hacerle daño. Sus brazos descendían dibujando el contorno de su cuerpo hasta que finalmente decidieron, juguetonas, subir nuevamente hasta una zona prohibida, envuelta en pecado. Podía olerla, podía sentirla como nunca antes había sentido a un humano ¡Era delicioso! No podía controlarse. Aferró con ambas manos la blusa de la mujer y dio un fuerte tirón hasta rasgarla en una mitad exacta, cortándola de forma vertical, contemplando tras aquel apasionado y lujurioso beso el hermoso torso de la mujer. Delirante, acarició los pechos de aquella diosa que tenía sobre él, continuando con aquel beso que no quería terminar jamas. La apretaba contra sí mismo, la olía, la saboreaba... todo era un jugoso baile digno del diablo.
Mas mala fue su suerte, o buena -según se mire- cuando descendía besándole el cuello con frenesí hasta llegar al busto, donde continuó con aquella labor, jugando con su propia lengua y la fina y suave piel de la dama, cuando su más oscuro instinto salió y estuvo a punto de clavar sus colmillos en aquella obra de arte del mismísimo Dios. Entonces la puerta se abrió de golpe -¡Debería ver las caras de todos los que hay abajo, los ha dejado impresionados am...- el Ghoul se quedó de piedra observando la escena mientras Ash, furibundo, se giró para tapar a Keira atrás de él -¡¿No te han enseñado a llamar a la puerta, inútil?!- el muchacho extravió la mirada, con semblante triste -Lo siento, señor, pero es que... todos hablan de usted abajo, quería ver que estaban bien... ambos, pero veo que sí. Si no le importa, pasaré la noche en una habitación que está justo aquí al lado para estar pendiente si ocurriese algo, sería buena idea que mañana partiésemos de una vez, el ambiente está caldeado- decía mientras se marchaba el muchacho, cerrando la puerta con suavidad -...Deberíamos dormir...- Ash se acercó a la puerta y se cercioró de que estaba bien cerrada, pero no usó la llave, pues temía que Keira no pudiese escapar si ocurría algo -La puerta hace un buen ruido al abrir o cerrar... escucharemos si alguien viene.- regresó entonces junto a la mujer y se tumbó en la cama junto a ella -Siento lo de la camisa, te compraré alguna nueva antes de partir... algo debe de haber por aquí. Descansa, han sido noches enteras sin dormir y un viaje agotador... mañana llegaremos a Hungría por fin...- la invitó entonces a recostarse, tirándo de la sábana para que pudiese taparse del frío y de la mirada del hombre que yacía a su lado, preparado para protegerla de cualquier mal, dispuesto a morir por ella, por amor.
Keira rompió el silencio con unas negaciones ¿Qué pasaba? La muchacha se había alterado al terminar de leer el relato con un final tan trágico como ese. -Romeo y Julieta... ¿Esperabas un final feliz lleno de pajaritos y flores silvestres? Casi todas las mujeres esperais finales tan llenos de luz...- se masajeó vagamente los hombros poco a poco a sí mismo -Y sí... te sorprendería las locuras que hace la gente por amor. Supongo que nunca has oido hablar de un tal Werther... No, lo dudo, pero tampoco faltaría mucho para tu nacimiento, quizá unos diez años...- la miró atentamente -Ese hombre se volvió loco de amor y celos, tanto que llegó a suicidarse creo... Además de ese tipo y esa pinturesca pareja que has leido, ha habido miles de hechos, tragedias, comedias, asesinatos, traiciones... todo a por amor, porque el amor lo puede todo.- se dio cuenta enseguida de que estaba dejándose llevar por viejos vestigios de sentimientos que su corazón aún rezumaba cuando hablaba con Keira -O eso dicen- rectificó.
La muchacha se levantó de su asiento y se ofreció a darle un masaje al vampiro al ver que este se mostraba cargado, aunque realmente tenía los músculos rígidos de agotamiento y falta de alimento. Se deshizo de su camisa despacio y dejó su torso al descubierto mientras la chica se posicionaba tras él. Comenzó a masajearle despacio mientras reflexionaba con Ash -¿Pasarnos algo parecido? Nunca se sabe...- guardó un minuto de silencio -Nunca podemos saber qué nos deparará el futuro, querida. Estamos juntos, eso es lo que importa. El alba volverá a llegar mañana y quizá todo haya cambiado por cualquier estúpida razón, como siempre pasa en esta miserable vida.- dijo cerrando los ojos, abandonándose a las caricias que le proporcionaba la chica -Nunca he pensado que el placer sea algo que debas de tener en cuenta para todo, pues con la sangre me he contentado siempre...- escuchaba en silencio las palabras de la joven -Somos... nosotros- tomó a la chica de los brazos con un giro y tiró de ella hasta sentársela sobre él, separándole las piernas con las suyas -Somos lo que queremos ser... y siempra será así- comenzó a besarla despacio, con sumo cuidado, acariciándole el rostro.
Poco a poco, empezó a sentir una curiosa sensación de bienestar por todo su cuerpo. Su cansancio desaparecía y se notaba inquieto, ansioso, necesitaba mover las manos de aquel angelical rostro. Los besos lo fueron consumiendo hasta que la pasión hico mella en él, devorándole los labios con ímpetu pero sin llegar a herirla ni hacerle daño. Sus brazos descendían dibujando el contorno de su cuerpo hasta que finalmente decidieron, juguetonas, subir nuevamente hasta una zona prohibida, envuelta en pecado. Podía olerla, podía sentirla como nunca antes había sentido a un humano ¡Era delicioso! No podía controlarse. Aferró con ambas manos la blusa de la mujer y dio un fuerte tirón hasta rasgarla en una mitad exacta, cortándola de forma vertical, contemplando tras aquel apasionado y lujurioso beso el hermoso torso de la mujer. Delirante, acarició los pechos de aquella diosa que tenía sobre él, continuando con aquel beso que no quería terminar jamas. La apretaba contra sí mismo, la olía, la saboreaba... todo era un jugoso baile digno del diablo.
Mas mala fue su suerte, o buena -según se mire- cuando descendía besándole el cuello con frenesí hasta llegar al busto, donde continuó con aquella labor, jugando con su propia lengua y la fina y suave piel de la dama, cuando su más oscuro instinto salió y estuvo a punto de clavar sus colmillos en aquella obra de arte del mismísimo Dios. Entonces la puerta se abrió de golpe -¡Debería ver las caras de todos los que hay abajo, los ha dejado impresionados am...- el Ghoul se quedó de piedra observando la escena mientras Ash, furibundo, se giró para tapar a Keira atrás de él -¡¿No te han enseñado a llamar a la puerta, inútil?!- el muchacho extravió la mirada, con semblante triste -Lo siento, señor, pero es que... todos hablan de usted abajo, quería ver que estaban bien... ambos, pero veo que sí. Si no le importa, pasaré la noche en una habitación que está justo aquí al lado para estar pendiente si ocurriese algo, sería buena idea que mañana partiésemos de una vez, el ambiente está caldeado- decía mientras se marchaba el muchacho, cerrando la puerta con suavidad -...Deberíamos dormir...- Ash se acercó a la puerta y se cercioró de que estaba bien cerrada, pero no usó la llave, pues temía que Keira no pudiese escapar si ocurría algo -La puerta hace un buen ruido al abrir o cerrar... escucharemos si alguien viene.- regresó entonces junto a la mujer y se tumbó en la cama junto a ella -Siento lo de la camisa, te compraré alguna nueva antes de partir... algo debe de haber por aquí. Descansa, han sido noches enteras sin dormir y un viaje agotador... mañana llegaremos a Hungría por fin...- la invitó entonces a recostarse, tirándo de la sábana para que pudiese taparse del frío y de la mirada del hombre que yacía a su lado, preparado para protegerla de cualquier mal, dispuesto a morir por ella, por amor.
Ash Ravnos- Vampiro Clase Alta
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Re: Viaje hacia lo inesperado
Inesperadamente, el joven me tomó por los brazos, con un giro ágil me posiciono sobre el, haciéndome separar las piernas y flexionarlas hacia atrás junto a las suyas para besarme como desde hacia tiempo había deseado. Sin duda alguna, esos momentos en los que acariciábamos nuestros labios y jugábamos entre nosotros, esos momentos en los que todo lo que sentíamos quedaba expresado con tales besos eran los que mas me gustaba compartir con el. Sentía que quería llevarme así toda la vida…me gustaba tanto y me sentía tan bien, que quise llegar a mas. Acaricié su torso, sus hombros, su cuello, hasta llevar las manos a entrelazarlas con su pelo. Cada vez los besos fueron más ardientes, mis manos acariciaron con pasión el resto de su cuerpo y mis caderas poco a poco empezaron a moverse despacio pero con ritmo marcado. No objeté, no quise parar el recorrido de las manos del joven cuando llegaron a una de las zonas mas placer me proporcionaban e hicieron que gimiese, quería que siguiese por donde quisiese, que me recorriesen el cuerpo con ímpetu y que no parase jamás. El calor se hacia notorio en nuestros cuerpos, la cara se encontraba totalmente ruborizada y no pude evitar gemir entrecortadamente cuando Ash rompió la camisa que llevaba haciendo que mi torso quedase desnudo ante el. Aproveche cuando sus besos fueron a parar a la zona descubierta para expresarle el proporcional placer que sentía con pequeños mordiscos en la oreja, saboreándole cada milímetro de piel que encontraba al alcance. Llego un momento en el que tenía decidido el querer llegar a mas, con los ojos cerrados miré hacia el techo para saborear una vez mas el calor de los juegos del hombre, para volver a la posición inicial y empujarle despacio hacia atrás hasta quedar tumbados. Yo seguía encima de el, casi podía decirse que mi posición… al no haber cambiado la situación de las piernas, los apasionados movimientos y la respiración lenta, entrecortada y sensual mostraban la necesidad de unirme completamente a el…Y quizá lo hubiese hecho, si no fuera porque alguien entró en la habitación haciendo que toda aquel ambiente mágico desapareciese por completo.
Se trataba de Mikah, que como si fuese amigo íntimo y amo de la taberna, hacía abierto las puertas de la habitación con la intención de entrar y echar unas risas con Ash. Este, furioso, rápidamente se puso frente a mi, ocultándome de la vista del muchacho, y menos mal, pues cuando aquello ocurrió no sabia explicarme como habíamos llegado a ese punto y no pude evitar avergonzarme. Me cubrí rápidamente con la sabana y agaché el rostro esperando que el ghoul se marchase. Aproveche que el joven se pusiese en pie para ir hacia la puerta cuando Mikah se marcho para salir rápidamente de la cama y buscar algo con lo que taparme, pues si seguía así de desnuda, estaba segura de que iba a estallar de la vergüenza, sobretodo después de aquello. Lo primero que vi fuer la bolsa de Ash, así que no dude en hacerme con una de sus camisas anchas blancas y me la puse. Era curioso notar que era una de las pocas veces en las que me sentía cómoda y notaba que me sentaba bien una prenda, aun viéndose que la camisa era de varias tallas superior a la mía y parecía una vestido al casi llegar a la rodilla. Me giré para comprobar que ya el vampiro había vuelto a la cama y se había recostado en esta. Al mirarle, recuerdos de hacia unos segundos llegaron a mi mente, a la vez que lo hacia aquella pregunta que me hice sobre porqué no podía yo ser su pareja; además, solo con verle con el torso desnudo sobre la cama, me volvía a atraer. Así, que decidí hacer lo que más me apetecía sin temor y me quité la falda, quedando solamente cubierta por la camisa del joven, la cual terminé desabrochar en parte por la zona del pecho. Me dirigí hacia la cama y me acosté junto a Ash, acercándome a el lo mas posible y acurrucándome en su pecho. Quería volver a sentir su piel con la mía y no iba a esperar mas –Ash…yo ya se que soy…quiero ser tuya- cerré los ojos, besé varias veces y acaricié la piel del joven hasta que quedé completamente dormida.
Durante aquel día, que a juzgar por el ambiente de la habitación parecía más bien noche, mientras dormía curiosamente hablé en sueños varias veces –Quiero…quiero que bebas de mi- -Quiero ser como tu…- fue lo poco que balbuceé en voz baja y si me enteraba de que Ash habia oído aquello, yo misma no sabría explicarme el porqué de mis palabras. Cuando desperté el sol estaba cayendo y yo seguía en la misma posición con la que me había acostado, un poco despeinada, pero aun con el joven a mi lado, el cual supuse que se hallaba dormido. No pude en un principio evitar sonrojarme al recordar todo lo que había sucedido hacia horas, me sentía avergonzada e incluso temía que el muchacho mencionase aquello, pues estaba segura de que me llegaría un ataque de histeria a causa de mi orgullo. Pero a pesar de todo, sonreí, sonreí porque me había resultado agradable encontrarle a mi lado nada mas despertar. Me moví lentamente por la cama para no despertar al joven, hasta quedar al borde de la cama sentada, donde con pena me quité la camisa del vampiro y me vestí otra muda que llevaba en la bolsa. Me puse en pie y pensé que ya era hora, por mucho que no quisiese abandonar la estancia, de partir hacia nuestro próximo destino así que fui hacia el lado de la cama donde Ash dormía y le besé en la mejilla con suavidad para despertarle.
Tras arreglar la bolsa y volver a meter a Atem dentro con cuidado, esperando que el vampiro me siguiese, bajé las escaleras con la intención de salir del lugar. El salón seguía repleto de borrachos, diría que había más que la noche anterior, y ese hombre viajo y sudoroso seguía tras la barra contando sátiras y burlas sin gracia alguna. Me acerqué rápidamente al tabernero esperando que el joven no me detuviese –Oye…sobre lo que me dijiste ayer…antes de subir…- dije con voz juguetona, suave y una cara avergonzada que en poco se transformó en un rostro de ira, pues en cuanto pude, eché el brazo hacia atrás para tomar impulso y propinarle al sucio hombre un puñetazo directo a la boca – ¡No se me ha olvidado pedazo de imbécil!- sacudí las manos, alegre y volví a retomar mi camino -¿Nos vamos?-
Se trataba de Mikah, que como si fuese amigo íntimo y amo de la taberna, hacía abierto las puertas de la habitación con la intención de entrar y echar unas risas con Ash. Este, furioso, rápidamente se puso frente a mi, ocultándome de la vista del muchacho, y menos mal, pues cuando aquello ocurrió no sabia explicarme como habíamos llegado a ese punto y no pude evitar avergonzarme. Me cubrí rápidamente con la sabana y agaché el rostro esperando que el ghoul se marchase. Aproveche que el joven se pusiese en pie para ir hacia la puerta cuando Mikah se marcho para salir rápidamente de la cama y buscar algo con lo que taparme, pues si seguía así de desnuda, estaba segura de que iba a estallar de la vergüenza, sobretodo después de aquello. Lo primero que vi fuer la bolsa de Ash, así que no dude en hacerme con una de sus camisas anchas blancas y me la puse. Era curioso notar que era una de las pocas veces en las que me sentía cómoda y notaba que me sentaba bien una prenda, aun viéndose que la camisa era de varias tallas superior a la mía y parecía una vestido al casi llegar a la rodilla. Me giré para comprobar que ya el vampiro había vuelto a la cama y se había recostado en esta. Al mirarle, recuerdos de hacia unos segundos llegaron a mi mente, a la vez que lo hacia aquella pregunta que me hice sobre porqué no podía yo ser su pareja; además, solo con verle con el torso desnudo sobre la cama, me volvía a atraer. Así, que decidí hacer lo que más me apetecía sin temor y me quité la falda, quedando solamente cubierta por la camisa del joven, la cual terminé desabrochar en parte por la zona del pecho. Me dirigí hacia la cama y me acosté junto a Ash, acercándome a el lo mas posible y acurrucándome en su pecho. Quería volver a sentir su piel con la mía y no iba a esperar mas –Ash…yo ya se que soy…quiero ser tuya- cerré los ojos, besé varias veces y acaricié la piel del joven hasta que quedé completamente dormida.
Durante aquel día, que a juzgar por el ambiente de la habitación parecía más bien noche, mientras dormía curiosamente hablé en sueños varias veces –Quiero…quiero que bebas de mi- -Quiero ser como tu…- fue lo poco que balbuceé en voz baja y si me enteraba de que Ash habia oído aquello, yo misma no sabría explicarme el porqué de mis palabras. Cuando desperté el sol estaba cayendo y yo seguía en la misma posición con la que me había acostado, un poco despeinada, pero aun con el joven a mi lado, el cual supuse que se hallaba dormido. No pude en un principio evitar sonrojarme al recordar todo lo que había sucedido hacia horas, me sentía avergonzada e incluso temía que el muchacho mencionase aquello, pues estaba segura de que me llegaría un ataque de histeria a causa de mi orgullo. Pero a pesar de todo, sonreí, sonreí porque me había resultado agradable encontrarle a mi lado nada mas despertar. Me moví lentamente por la cama para no despertar al joven, hasta quedar al borde de la cama sentada, donde con pena me quité la camisa del vampiro y me vestí otra muda que llevaba en la bolsa. Me puse en pie y pensé que ya era hora, por mucho que no quisiese abandonar la estancia, de partir hacia nuestro próximo destino así que fui hacia el lado de la cama donde Ash dormía y le besé en la mejilla con suavidad para despertarle.
Tras arreglar la bolsa y volver a meter a Atem dentro con cuidado, esperando que el vampiro me siguiese, bajé las escaleras con la intención de salir del lugar. El salón seguía repleto de borrachos, diría que había más que la noche anterior, y ese hombre viajo y sudoroso seguía tras la barra contando sátiras y burlas sin gracia alguna. Me acerqué rápidamente al tabernero esperando que el joven no me detuviese –Oye…sobre lo que me dijiste ayer…antes de subir…- dije con voz juguetona, suave y una cara avergonzada que en poco se transformó en un rostro de ira, pues en cuanto pude, eché el brazo hacia atrás para tomar impulso y propinarle al sucio hombre un puñetazo directo a la boca – ¡No se me ha olvidado pedazo de imbécil!- sacudí las manos, alegre y volví a retomar mi camino -¿Nos vamos?-
Keira Brandford- Humano Clase Baja
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Re: Viaje hacia lo inesperado
Una vez la chica se había puesto cómoda con una prenda del vampiro, Ash la observó hasta que llegó a dormirse tras confesar que quería ser suya. El hombre permaneció pensativo durante largos minutos intentando encontrar un modo en el que comunicarle más claramente lo que sentía por ella, pero maldición, ese no era su estilo. Siempre había sido serio, frio... ¿Ahora tocaba convertirse en un gatito rosa? No podía evitarlo de igual forma, pues cuando estaba con ella, no hacía más que contener sus impulsos de someterla a sus besos y caricias como hacía momentos estaba haciendo. Aún creía sentir las caderas de la bella mujer contoneándose sobre su cuerpo, sentía el calor que hacía tiempo había perdido ¿Cómo no se había dado cuenta de que no era realmente su sangre lo que le atraía de esa forma sobrehumana?
La muchacha terminó sumiéndose en un profundo sueño en el que balbuceaba algunas palabras entre las que Ash pudo distinguir una extraña petición en la que pedía "ser como él", que bebiera de ella ¿Estaría hablando en serio? No podía ser, no quería pensar en ello... tanto tiempo sin alimentarse como es debido podría hacerle perder la noción de los latidos del corazón, podría matarla, poner fin a su deslumbrante existencia... y no buscaba eso bajo ningún concepto, ni se arriesgaría a ello.
Al cabo del tiempo, él también sucumbió a los brazos de Morfeo y descansó todo lo que no había podido en el coche. Se sumió en profundos sueños con retazos de la mirada de la mujer que yacía a su lado. Se dejó seducir por sus labios, por su aroma propio, por su piel, por el olor de su sangre... todo era maravillosamente perfecto en el más estricto sentido de la palabra, pero su mundo onírico se desvaneció en las tinieblas cuando se pudo ver a sí mismo devorando la poca esencia vital que habitaba tan gloriosa figura como la de Keira. Sus ojos inyectados en la sangre que estaba fluyendo a través de sus colmillos palpitaba en sus orbes verdosos, clavados en una faz aterradora, digna del más temible demonio. A su vera se hallaba él, Norbert, mirándolo con una estúpida sonrisa llena de placer "¿Es esto lo que quieres? Es lo que conseguirás si la llevas siempre a tu lado, no la podrías proteger eternamente de mí, porque tú eres peor... Y lo sabes" Aquellas palabras resonaron en su mente con un susurro mortal, despertándose de golpe cuando la oscura habitación abandonaba la cálida temperatura del día, abandonándose al crepúsculo, envuelta solo por el tenue resplandor de las velas.
Se sobresaltó, irguiéndose raudo con los ojos muy abiertos, buscando por la habitación el más mínimo rastro de Norbert... pero solo estaba Keira, preparándose para marchar. El vampiro hizo lo propio y se engalanó para partir a su destino. Descendió junto a Keira por las escaleras sin mencionar palabra y contempló divertido la escena que montó la muchacha antes de salir de aquella tasca.
Se dirigió hacia el carruaje directamente sintiendo el frescor de la umbra nocturna en sus ojos, aquel pequeño viento frio que causaba un punzante dolor en la piel como si fueran millones de microscópicas cuchillas que se ensartaban en la carne... maravilloso dolor. -¡Ya casi estamos!- dijo Mikah acariciando a los caballos, aguardando que subieran al transporte, cosa que Ash no tardó en hacer, esperando a que ella subiese antes. Finalmente, los caballos comenzaron a galopar nuevamente rumbo a Hungría, como Ash había ordenado al muchacho. -Keira... ¿Qué piensas ahora de este mundo?- hizo una pausa -Quiero decir... ahora conoces a los vampiros, a los licántropos... conoces distintos tipos como yo o Norbert. Hay muchísimas más criaturas a parte de nosotros, todas las leyendas que alguna vez hayas oido son tan ciertas como lo que tú y yo hicimos anoche- se frotaba las manos, nervioso -Mientras dormías, tú... decías que querías que bebiese de ti, ser como yo... ¿Es que te lo has planteado alguna vez?- preguntó sin decir nada mas, callándose al instante, sin mirarla.
Observaba los matojos pasar, el camino que parecía hacerse interminable mientras la luna cruzaba el cielo como un barco sobre el mar, silenciosa y pausada. No pasarían más de dos horas de viaje cuando Mikah avisó al vampiro de que había una mansión de pinta sospechosa a varios metros por delante. Ash ordenó detenerse, pues le llamaba poderosamente la atención que hubiese una mansión abandonada en medio de la nada en las proximidades de Hungría ¿Y si por casualidad Padre estaba ahí? El vampiro bajó raudo del carruaje cuando los caballos se detuvieron y analizó el lugar; nada, solamente esa gran mansión en frente de un gran rio ¿Quién construiría semejante edificio en ese lugar? De igual forma la casa parecía vieja, con la fachada bastante dañada y envuelta en enredaderas, manchas de moho y rodeada de serpientes y varios lagartos. -Veamos... ¿Quién se esconderá aquí dentro?- sin previo aviso, caminó hacia la puerta y llamó a la misma con insistencia mientras una maliciosa sonrisa se dibujaba en su rostro, sospechaba que encontrarían a alguien interesante sin duda. Mas cuando la puerta se abrió, su expresión desapareció de inmediato, era ella, la condesa. Keira estaba en una situación complicada...
La muchacha terminó sumiéndose en un profundo sueño en el que balbuceaba algunas palabras entre las que Ash pudo distinguir una extraña petición en la que pedía "ser como él", que bebiera de ella ¿Estaría hablando en serio? No podía ser, no quería pensar en ello... tanto tiempo sin alimentarse como es debido podría hacerle perder la noción de los latidos del corazón, podría matarla, poner fin a su deslumbrante existencia... y no buscaba eso bajo ningún concepto, ni se arriesgaría a ello.
Al cabo del tiempo, él también sucumbió a los brazos de Morfeo y descansó todo lo que no había podido en el coche. Se sumió en profundos sueños con retazos de la mirada de la mujer que yacía a su lado. Se dejó seducir por sus labios, por su aroma propio, por su piel, por el olor de su sangre... todo era maravillosamente perfecto en el más estricto sentido de la palabra, pero su mundo onírico se desvaneció en las tinieblas cuando se pudo ver a sí mismo devorando la poca esencia vital que habitaba tan gloriosa figura como la de Keira. Sus ojos inyectados en la sangre que estaba fluyendo a través de sus colmillos palpitaba en sus orbes verdosos, clavados en una faz aterradora, digna del más temible demonio. A su vera se hallaba él, Norbert, mirándolo con una estúpida sonrisa llena de placer "¿Es esto lo que quieres? Es lo que conseguirás si la llevas siempre a tu lado, no la podrías proteger eternamente de mí, porque tú eres peor... Y lo sabes" Aquellas palabras resonaron en su mente con un susurro mortal, despertándose de golpe cuando la oscura habitación abandonaba la cálida temperatura del día, abandonándose al crepúsculo, envuelta solo por el tenue resplandor de las velas.
Se sobresaltó, irguiéndose raudo con los ojos muy abiertos, buscando por la habitación el más mínimo rastro de Norbert... pero solo estaba Keira, preparándose para marchar. El vampiro hizo lo propio y se engalanó para partir a su destino. Descendió junto a Keira por las escaleras sin mencionar palabra y contempló divertido la escena que montó la muchacha antes de salir de aquella tasca.
Se dirigió hacia el carruaje directamente sintiendo el frescor de la umbra nocturna en sus ojos, aquel pequeño viento frio que causaba un punzante dolor en la piel como si fueran millones de microscópicas cuchillas que se ensartaban en la carne... maravilloso dolor. -¡Ya casi estamos!- dijo Mikah acariciando a los caballos, aguardando que subieran al transporte, cosa que Ash no tardó en hacer, esperando a que ella subiese antes. Finalmente, los caballos comenzaron a galopar nuevamente rumbo a Hungría, como Ash había ordenado al muchacho. -Keira... ¿Qué piensas ahora de este mundo?- hizo una pausa -Quiero decir... ahora conoces a los vampiros, a los licántropos... conoces distintos tipos como yo o Norbert. Hay muchísimas más criaturas a parte de nosotros, todas las leyendas que alguna vez hayas oido son tan ciertas como lo que tú y yo hicimos anoche- se frotaba las manos, nervioso -Mientras dormías, tú... decías que querías que bebiese de ti, ser como yo... ¿Es que te lo has planteado alguna vez?- preguntó sin decir nada mas, callándose al instante, sin mirarla.
Observaba los matojos pasar, el camino que parecía hacerse interminable mientras la luna cruzaba el cielo como un barco sobre el mar, silenciosa y pausada. No pasarían más de dos horas de viaje cuando Mikah avisó al vampiro de que había una mansión de pinta sospechosa a varios metros por delante. Ash ordenó detenerse, pues le llamaba poderosamente la atención que hubiese una mansión abandonada en medio de la nada en las proximidades de Hungría ¿Y si por casualidad Padre estaba ahí? El vampiro bajó raudo del carruaje cuando los caballos se detuvieron y analizó el lugar; nada, solamente esa gran mansión en frente de un gran rio ¿Quién construiría semejante edificio en ese lugar? De igual forma la casa parecía vieja, con la fachada bastante dañada y envuelta en enredaderas, manchas de moho y rodeada de serpientes y varios lagartos. -Veamos... ¿Quién se esconderá aquí dentro?- sin previo aviso, caminó hacia la puerta y llamó a la misma con insistencia mientras una maliciosa sonrisa se dibujaba en su rostro, sospechaba que encontrarían a alguien interesante sin duda. Mas cuando la puerta se abrió, su expresión desapareció de inmediato, era ella, la condesa. Keira estaba en una situación complicada...
Ash Ravnos- Vampiro Clase Alta
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Fecha de inscripción : 31/10/2011
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Re: Viaje hacia lo inesperado
-No sabría explicarme…siento miedo hacia este mundo, pero, no a los seres que en este habitan…es otra cosa distinta- Sentí algo extraño y nuevo cuando Ash recordó lo sucedido la noche anterior. Un pequeño calor invadió mi cuerpo fruto de los recuerdos y la vergüenza que estaba sintiendo. Definitivamente, no me sentía capaz de comentar nada de lo ocurrido con el joven a pesar de que, en oposición a mi ideología, aquella noche se había convertido en algo mágico para mi que hubiese deseado finalizar como verdaderamente quería ¿Pero como? ¿Cómo iba a hacer tal cosa si había estado manteniendo la cabeza inclinada para que el joven no me mirase directamente y descubriese la cortedad que sentía? Iba a ser difícil sin duda, volver a mantener un contacto con el sin que mi corazón latiese tan deprisa -¿Yo dije eso?...Espera ¿Hablo en sueños?- no salía de mi asombro con las palabras del joven, no era el haber balbuceado un par de frases lo que me preocupaba, sino el significado de estas. Había desvelado mi intención más oculta y más insegura de darle mi sangre…y la otra no la llegué a entender, pero me provocó cierta intranquilidad. Ser como el. Era cierto que el era distinto a mi, pero ¿Qué problemas podría acatar aquello si tan siquiera sabia el futuro que nos depararía a ambos? Decidí pensar en aquello en otro momento y buscar una escapatoria respuesta que darle al joven, que aunque no me miraba, esperaba que le contestase –No… no se Ash, estaba dormida…no se que significa lo que dije… seguramente seria un recuerdo perdido sobre lo que me dijiste…que beberías mi sangre si yo…Déjalo. Serán tonterías-
El coche paró en medio del camino y acto seguido el vampiro no dudo un solo instante y bajó de este para comprobar que era con lo que nos habíamos topado. Una mansión de aspecto antiguo y descuidado se situaba a un lado del camino. Parecía que estaba abandonada, pero a juzgar por el rápido acercamiento a esta del joven, Ash no pensaba lo mismo. Seguí los pasos del vampiro hasta llegar junto a el, justo en el momento en el que las puertas de abrieron a manos de una señora de aspecto elegante, cabellos rojizos y piel clara, que parecía ser la dueña del lugar –Oh… ¡Viajeros! ¡Cuánto tiempo sin recibir viajeros! Pasad, pasad- Dijo la mujer mientras nos miraba con cara asombrada de arriba abajo. Pasé hacia lo que se suponía que era el recibidor y antes de poder hacer nada esta se había encargado de liberarme del paso de mi maleta para dejarla en el suelo –Pero bueno ¿Puede saberse que hacían un par de viajeros realizando su trayectoria a altas horas de la noche? Deberíais estar descansando y para eso esta mi casa –dijo casi riendo a carcajadas sin apartar esa mirada atónita de nosotros. Nos miraba como si nos estuviese examinando, como si se estuviese asegurando de que no éramos simples moribundos, cosa que me pareció normal. Reparó varias veces durante un largo periodo en mi, era la mas pobre de los dos, sin duda –Cuan bella…Pero ¿Sois pareja? No veo anillo en vuestras manos- su mirada de repente se tornó seria –No, no. En absoluto. Solo…somos compañeros, teníamos que hacer un viaje con el mismo destino y decidimos ir juntos… ¿verdad?- dije nerviosa, pues no sabia si era adecuado responder lo contrario tras los hechos ocurridos. –Mejor- la voz de la mujer sonó seria y cortante ¿Qué le había molestado? Debería haber sido un alivio para ella si es que temía que la Inquisición nos persiguiese por nuestros actos. Al poco tiempo volvió a sonreír –Mi nombre es Erebeth- -Yo soy Keira Brandford, y el es Ash Ravnos- -De acuerdo, estoy segura de que queréis daros un baño, Keira. Yo me quedaré conversando con el Sr Ravnos mientras disfrutáis de mis cálidas aguas. Venid, querida- Miré a Ash con cara preocupada antes de que la mujer arrastrase fácilmente de mi, había algo que no me gustaba nada.
El baño fue cuanto menos incomodo, pues fue Erebeth quien sin preguntar, me despojó de mis ropajes rápidamente y prácticamente me bañó. Era todo demasiado incomodo. Ella no paraba de contar cosas alegremente mientras acariciaba mi pelo y lavaba mi espalda –Tiene usted una piel estupenda…y un pelo absolutamente manejable… Además, huele tan bien…- Me encontraba en una bañera un tanto pequeña, por lo que me fue imposible apartarme ante sus palabras, de una habitación demasiado oscura, no parecía ser el baño de la casa desde luego. –El Sr Ravnos parece un joven muy apuesto…es agradable a la vista- -Si, si que lo es…- dije dejándome llevar por su figura dibujada en mis pensamientos. La mujer rápidamente se puso en pie y volvió a poner esa cara tan llena de ira de antes -¿Le ocurre algo?- -¡No! Bajaré a conversar con Ravnos, quédese usted aquí si quiere, subiré su equipaje después- se giró para salir de la habitación –Pero si no…- No me dio tiempo a comentar, pues ella ya se había marchado, y es que sin mi ropa no podía salir de aquel baño. Y tampoco quería quedarme de brazos cruzado sin saber que era lo que pretendía conversar con Ash. Era todo demasiado sospechoso, y por lo que había dicho antes, a ella también le agradaba la presencia del vampiro…-¿Me habría puesto mala cara por pensar igual que ella? ¿Y si…?- Miles de ideas se me cruzaban por la cabeza solo de pensar en lo que aquella mujer pretendía hacer con el joven, y solo una iba a salir a la luz: ponerme en pie, tomar la toalla y…intentar hacer algo.
Salí a hurtadillas del baño para dirigirme al borde de las escaleras para intentar oír la conversación que mantenían. Solo oí risotadas de parte de la mujer ¿Qué pretendía? No podía obviar sentir celos por la situación y quería hacer algo, pero en mi situación, sin ropa, no podía hacer nada. Un estornudo inoportuno, causado tener la piel y los cabellos aun húmedos, y por sostener aquella toalla que al frio no podía contrarrestar, salió sin querer de mí y corrí rápidamente hacia el pasillo para intentar fingir que estaba buscando mi habitación. Y de repente, una de las puertas cerradas de aquel largo corredor me llamó la atención. Se situaba casi al final y era de color madera oscuro, lo curioso es que un hedor característico. ¿Qué habría dentro? Alcé mi mano, dispuesta a averiguarlo.
El coche paró en medio del camino y acto seguido el vampiro no dudo un solo instante y bajó de este para comprobar que era con lo que nos habíamos topado. Una mansión de aspecto antiguo y descuidado se situaba a un lado del camino. Parecía que estaba abandonada, pero a juzgar por el rápido acercamiento a esta del joven, Ash no pensaba lo mismo. Seguí los pasos del vampiro hasta llegar junto a el, justo en el momento en el que las puertas de abrieron a manos de una señora de aspecto elegante, cabellos rojizos y piel clara, que parecía ser la dueña del lugar –Oh… ¡Viajeros! ¡Cuánto tiempo sin recibir viajeros! Pasad, pasad- Dijo la mujer mientras nos miraba con cara asombrada de arriba abajo. Pasé hacia lo que se suponía que era el recibidor y antes de poder hacer nada esta se había encargado de liberarme del paso de mi maleta para dejarla en el suelo –Pero bueno ¿Puede saberse que hacían un par de viajeros realizando su trayectoria a altas horas de la noche? Deberíais estar descansando y para eso esta mi casa –dijo casi riendo a carcajadas sin apartar esa mirada atónita de nosotros. Nos miraba como si nos estuviese examinando, como si se estuviese asegurando de que no éramos simples moribundos, cosa que me pareció normal. Reparó varias veces durante un largo periodo en mi, era la mas pobre de los dos, sin duda –Cuan bella…Pero ¿Sois pareja? No veo anillo en vuestras manos- su mirada de repente se tornó seria –No, no. En absoluto. Solo…somos compañeros, teníamos que hacer un viaje con el mismo destino y decidimos ir juntos… ¿verdad?- dije nerviosa, pues no sabia si era adecuado responder lo contrario tras los hechos ocurridos. –Mejor- la voz de la mujer sonó seria y cortante ¿Qué le había molestado? Debería haber sido un alivio para ella si es que temía que la Inquisición nos persiguiese por nuestros actos. Al poco tiempo volvió a sonreír –Mi nombre es Erebeth- -Yo soy Keira Brandford, y el es Ash Ravnos- -De acuerdo, estoy segura de que queréis daros un baño, Keira. Yo me quedaré conversando con el Sr Ravnos mientras disfrutáis de mis cálidas aguas. Venid, querida- Miré a Ash con cara preocupada antes de que la mujer arrastrase fácilmente de mi, había algo que no me gustaba nada.
El baño fue cuanto menos incomodo, pues fue Erebeth quien sin preguntar, me despojó de mis ropajes rápidamente y prácticamente me bañó. Era todo demasiado incomodo. Ella no paraba de contar cosas alegremente mientras acariciaba mi pelo y lavaba mi espalda –Tiene usted una piel estupenda…y un pelo absolutamente manejable… Además, huele tan bien…- Me encontraba en una bañera un tanto pequeña, por lo que me fue imposible apartarme ante sus palabras, de una habitación demasiado oscura, no parecía ser el baño de la casa desde luego. –El Sr Ravnos parece un joven muy apuesto…es agradable a la vista- -Si, si que lo es…- dije dejándome llevar por su figura dibujada en mis pensamientos. La mujer rápidamente se puso en pie y volvió a poner esa cara tan llena de ira de antes -¿Le ocurre algo?- -¡No! Bajaré a conversar con Ravnos, quédese usted aquí si quiere, subiré su equipaje después- se giró para salir de la habitación –Pero si no…- No me dio tiempo a comentar, pues ella ya se había marchado, y es que sin mi ropa no podía salir de aquel baño. Y tampoco quería quedarme de brazos cruzado sin saber que era lo que pretendía conversar con Ash. Era todo demasiado sospechoso, y por lo que había dicho antes, a ella también le agradaba la presencia del vampiro…-¿Me habría puesto mala cara por pensar igual que ella? ¿Y si…?- Miles de ideas se me cruzaban por la cabeza solo de pensar en lo que aquella mujer pretendía hacer con el joven, y solo una iba a salir a la luz: ponerme en pie, tomar la toalla y…intentar hacer algo.
Salí a hurtadillas del baño para dirigirme al borde de las escaleras para intentar oír la conversación que mantenían. Solo oí risotadas de parte de la mujer ¿Qué pretendía? No podía obviar sentir celos por la situación y quería hacer algo, pero en mi situación, sin ropa, no podía hacer nada. Un estornudo inoportuno, causado tener la piel y los cabellos aun húmedos, y por sostener aquella toalla que al frio no podía contrarrestar, salió sin querer de mí y corrí rápidamente hacia el pasillo para intentar fingir que estaba buscando mi habitación. Y de repente, una de las puertas cerradas de aquel largo corredor me llamó la atención. Se situaba casi al final y era de color madera oscuro, lo curioso es que un hedor característico. ¿Qué habría dentro? Alcé mi mano, dispuesta a averiguarlo.
Keira Brandford- Humano Clase Baja
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Re: Viaje hacia lo inesperado
La expresión del vampiro se endurecía por momentos mientras aquella aparente mujer agradable les invitaba a pasar, dirigiéndose a Keira con fingida simpatía. Trataba a ambos como si fuesen unos buenos y amables viajeros sin intenciones de causar daño ¿Extraño? Para nada, no era un caracter extraño de aquella a la que habían encontrado. Decía llamarse Ersebeth, pero Ash conocía la verdadera naturaleza bajo aquel rostro ¿Y Keira? Ella sin embargo no parecía sospechar demasiado de tanta hospitalidad, debía de decírselo cuanto antes pero sin levantar sospecha ante la condesa, pues se decía que su ira era digna de temer ¿Se habría percatado, no obstante, de la naturaleza de Ash? Elizabeth Bathory, la legendaria dama sangrienta, se hallaba presente ante la pareja comportándose cuan amable doncella de una mansión.
Invitó a Keira a subir a bañarse entre cambiantes tonos de humor, dejando un rastro de preocupación en el rostro de la muchacha y al vampiro no le extrañaba. Dejó que subiera, sin embargo, pues a sabiendas de los horribles crímenes de la susodicha mujer imaginaba que no sería capaz de ejecutar a la señorita Brandford con su querido compañero presente en la mansión ¿Y si había cambiado? Cuando las mujeres desaparecieron, un hombre que transitaba por la edad de la cuarentena se acercó al moreno con aires corteses y extremadamente amables -¿Me permite el señor? ¿Debería llevar algún equipaje a las habitaciones?- decía mientras le quitaba la gabardina al vampiro con cuidado y sobretodo, sin obtener el permiso. -Espere, yo...- el hombre cortó las palabras del vampiro con un rápido ademán con la mano derecha, mostrando la palma -Ambos viajeros son ahora los invitados de la señorita Erebeth, permítame acomodarlos estimado señor. Muy seguramente os propondrá pasar aquí la noche antes de partir, avisaré al muchacho de los caballos- se marchó tras aquellas palabras tan raudo como su cuerpo le permitía ¿Qué estaba pasando en esa casa? Ash comenzaba a sospechar que aquella diabólica mujer no había cambiado lo más mínimo desde hace casi 300 años desde su supuesta muerte.
El oscuro se sentó en un cómodo pero antiguo sillón enorme cuya madera ya crujía, aguardando conocer noticia alguna sobre Keira. Afinaba su olfato y su oido, pero no oía nada extraño, solo susurros que provenían del piso de arriba, pero sí que emanaba un extraño hedor desde un rincón de aquel pasillo superior ¿Qué era? Lo desconocía, porque no era sangre evidentemente, cosa que le tranquilizaba ligeramente.
No transcurrieron muchos minutos desde aquella conversación con el "criado" de Erebeth cuando esta descendía por las escaleras a paso ligero con un semblante digno del mejor de los jueces que ha dado la historia. -Señor Ravnos- se aproximó mucho más y sonrió, desvelando un semblante deslumbrante, parecía incluso ser más joven de lo que aparentó al principio -Me gustaría invitarle a usted y su hermosa acompañante a hospedaros en mi humilde hogar hasta que pase la próxima luna ¿Querréis comer, verdad? Seguro que los senderos son duros, muy duros...- No se había percatado hasta entonces debido a su preocupación de que esa mujer hablaba francés de una forma extraordinariamente fluida, a diferencia del tosco acento de su sirviente ¿Pero cómo lo sabía? -Le agradezco su hospitalidad... Erebeth- puntilleó -Es algo que he de consultar con la dama, si nos permite. Por mi parte, no me inoportuna en absoluto, pues tengo la extraña sensación de que nos conocemos de antes... ¿No le parece a usted?- sonrió pícaramente, a lo que Elizabeth correspondió conjuntándolo con un coqueto abaniqueo con su mano -¡Oh! Más quisiera haberle conocido antes... y a esa preciosa mujer que viaja con usted- su mirada parecía perderse en un mar infinito, riendo -Tiene un cabello precioso, una piel sedosa, unos ojos deslumbrantes, un cuerpo escultural... Es tan joven, tan angelical...- se mordió los labios de forma sugerente a la vez que incosciente. Reparó en ello cuando pudo comprobar la seriedad que se remarcaba en la faz de Ash, que sabía perfectamente a qué se refería.
La conversación se interrumpió cuando ambos giraron la cabeza al unísono hacia el piso de arriba, pues había sonado un estornudo o algo similar. La maléfica mujer se inclinó en una reverencia gentil hacia Ash y se dispuso a subir las escaleras -Parece que la señorita Keira va a resfriarse si desatiendo la temperatura del agua... Nos veremos después, querido...- ascendió por la estructura agitando los dedos de la mano, juguetona. Ash se sintió morir entonces "¡Estúpida!" pensó cuando aquel estornudo retumbó en el silencio del piso superior. Sin duda era ella, Ersebeth, Elizabeth ¡Bathory! Ella fue una de los vampiros más crueles que habían conocido los tiempos modernos además de ser la precursora de los mitos de los "humanos que se alimentan de sangre". En aquellos años, asesinó a docenas de jóvenes como Keira de formas brutales y se bañó en su sangre, a parte de mantener relaciones sexuales con algunas otras y beber de su dulce fluido vital hasta secarlas. Ash siguió a Bathory al piso superior mientras el sirviente entraba cargando con la maleta del vampiro, seguido del Ghoul.
Una vez arriba, se apegó a una esquina para escuchar a Bathory, que había sorprendido a Keira haciendo algo que no le había sentado nada bien. Una vez más, esa mujercilla fue experta en meterse en problemas por su incapacidad de estarse quieta -¿Se puede saber qué está haciendo, madame Keira?- Ash suspiró cansado -No debería usted fisgar en un hogar ajeno, es de mala educación ¿Así agradece mi amabilidad?- el tono de voz de Elizabeth era tan seco que casi parecía que las paredes se rasgaban con cada palabra que pronunciaba. Aunque a la vez, mostraba una expresión tan amable que haría estremecer a cualquiera. -Esa puerta da solo a un viejo almacén donde guardo tristes recuerdos de un pasado...- explicó, acercándose a la joven, tomándola por los hombros, olfateando su piel húmeda -Las pertenencias de mi difunto marido, sus pinturas, sus cartas de amor... todo.- fingía el dolor en sus palabras tan bien como Ash sabía hacerlo -Discúlpeme, se lo ruego. Pero no puedo permitir que nadie entre en esta habitación, ni siquiera yo... El aroma antiguo, mohoso, oxidado, putrefacto que brota de esas cuatro paredes son los fantasmas que me atormentan en mis oscuras noches de soledad... ¿Alguna vez ha perdido a un ser amado? ¿Alguna vez ha añorado sus caricias cuando la luna alcanza su apogeo en el firmamento?- disimuladamente, comenzó a acariciar el cuerpo de Keira, con tanta delicadeza que casi parecía estar recolocándole la toalla -Ojalá que no... le aseguro que nada puede ser más terrorífico que la soledad que un frágil corazón puede sentir cuando pierde el calor, el dulce sabor de los...- suspiró -...besos, las caricias, el intenso placer...- apretó los hombros de Keira, dejándose llevar por sus macabras imaginaciones de poseer el cuerpo de Keira para sí, aunque también se colaba el vampiro entre sus ensoñaciones -¿Interrumpo algo?- decidió irrumpir entonces, cuando percibió que la condesa no se contendría si estuviesen a solas -Se las ve a ambas muy a gusto, disfrutando de una compañía agradable- esbozó una sonrisa -Aunque, querida mía, cogerás frio con una toalla húmeda como abrigo...- la expresión de Bathory se descompuso cuando oyó a Ash referirse cariñosamente a Keira -Sí, una grata compañía, sin duda alguna- cortó de forma seca nuevamente -Muy grata a pesar de ser una fisgona ¿Verdad, bonita? Pero bueno, no importa demasiado- se alejó de Keira y se paró junto al vampiro -Avisaré a Nikolai de que se adelante en preparar la comida, quizá querais descansar después de haber pasado toda la noche de viaje...- posó su mano sobre el pecho de Ash -Se le ve tenso, señor Ravnos... permítame después acercarme a su habitación para, bueno, ayudarle a preparar un rico baño con mi toque personal...- dicho aquello, miró a Keira por encima del hombro, la recorrió de arriba abajo y con aires de superioridad marchó escalera abajo.
Aprovechando aquella intimidad escasa, Ash se acercó a la joven y la tomó por los hombros -¿Estás herida? ¿Te ha dicho algo extraño?- la examinó con cuidado, pero aquella inspección terminó siendo un sin fin de caricias en la piel semi desnuda de la chica -Ella es la condesa- le susurró al oido, abrazándola, en parte para protegerla, acercársela... y en otra parte para disimular en caso de que alguno les viese -Erebeth, Ersebeth, Elizabeth, Isabel... Según el lugar del mundo donde preguntes te dirán un nombre, pero es la misma condesa sangrienta. Es un vampiro como yo, aunque no es una antigua. Su sangre parece tan diluida que ni tan siquiera puede hacer uso del poder más simple, por eso seguramente no te habrás sentido atraida por ella como les pasó entonces a tantas chicas como tú... en cuya sangre se bañaba cada día esa mujer que acababa de hablarte- sintió quitarse un peso de encima cuando informó a Keira de la precaria situación en la que la chica se encontraba -No te separes de mi, por favor. No conozco realmente sus intenciones, no sé si está interesada en ti... o en mí. El caso es que te protegeré, no dejaré que se te acerque, pasaremos el día juntos, descansando y en cuanto el sol oculte sus rayos nos alejaremos cuanto antes de aquí... Ella no es una criatura con la que se puede negociar, es muy caprichosa, siempre lo ha sido...- desde abajo, se pudo oir la voz de Nikolai avisando de que la comida estaría lista en breve, que se dispusieran a bajar -Vístete cuanto antes, estando así la provocas tanto como a mí...- acarició su cuello con un dedo, pero lo transladó a sus labios -No permitiré que nada malo te ocurra... y partimos con la ventaja de que no parece reconocer mi esencia, no parece saber que soy lo que soy. Te esperaré en el pasillo, arreglate y comportémonos como si ignorásemos quién es realmente ¿De acuerdo? No te pasará nada, confía en mi...
Invitó a Keira a subir a bañarse entre cambiantes tonos de humor, dejando un rastro de preocupación en el rostro de la muchacha y al vampiro no le extrañaba. Dejó que subiera, sin embargo, pues a sabiendas de los horribles crímenes de la susodicha mujer imaginaba que no sería capaz de ejecutar a la señorita Brandford con su querido compañero presente en la mansión ¿Y si había cambiado? Cuando las mujeres desaparecieron, un hombre que transitaba por la edad de la cuarentena se acercó al moreno con aires corteses y extremadamente amables -¿Me permite el señor? ¿Debería llevar algún equipaje a las habitaciones?- decía mientras le quitaba la gabardina al vampiro con cuidado y sobretodo, sin obtener el permiso. -Espere, yo...- el hombre cortó las palabras del vampiro con un rápido ademán con la mano derecha, mostrando la palma -Ambos viajeros son ahora los invitados de la señorita Erebeth, permítame acomodarlos estimado señor. Muy seguramente os propondrá pasar aquí la noche antes de partir, avisaré al muchacho de los caballos- se marchó tras aquellas palabras tan raudo como su cuerpo le permitía ¿Qué estaba pasando en esa casa? Ash comenzaba a sospechar que aquella diabólica mujer no había cambiado lo más mínimo desde hace casi 300 años desde su supuesta muerte.
El oscuro se sentó en un cómodo pero antiguo sillón enorme cuya madera ya crujía, aguardando conocer noticia alguna sobre Keira. Afinaba su olfato y su oido, pero no oía nada extraño, solo susurros que provenían del piso de arriba, pero sí que emanaba un extraño hedor desde un rincón de aquel pasillo superior ¿Qué era? Lo desconocía, porque no era sangre evidentemente, cosa que le tranquilizaba ligeramente.
No transcurrieron muchos minutos desde aquella conversación con el "criado" de Erebeth cuando esta descendía por las escaleras a paso ligero con un semblante digno del mejor de los jueces que ha dado la historia. -Señor Ravnos- se aproximó mucho más y sonrió, desvelando un semblante deslumbrante, parecía incluso ser más joven de lo que aparentó al principio -Me gustaría invitarle a usted y su hermosa acompañante a hospedaros en mi humilde hogar hasta que pase la próxima luna ¿Querréis comer, verdad? Seguro que los senderos son duros, muy duros...- No se había percatado hasta entonces debido a su preocupación de que esa mujer hablaba francés de una forma extraordinariamente fluida, a diferencia del tosco acento de su sirviente ¿Pero cómo lo sabía? -Le agradezco su hospitalidad... Erebeth- puntilleó -Es algo que he de consultar con la dama, si nos permite. Por mi parte, no me inoportuna en absoluto, pues tengo la extraña sensación de que nos conocemos de antes... ¿No le parece a usted?- sonrió pícaramente, a lo que Elizabeth correspondió conjuntándolo con un coqueto abaniqueo con su mano -¡Oh! Más quisiera haberle conocido antes... y a esa preciosa mujer que viaja con usted- su mirada parecía perderse en un mar infinito, riendo -Tiene un cabello precioso, una piel sedosa, unos ojos deslumbrantes, un cuerpo escultural... Es tan joven, tan angelical...- se mordió los labios de forma sugerente a la vez que incosciente. Reparó en ello cuando pudo comprobar la seriedad que se remarcaba en la faz de Ash, que sabía perfectamente a qué se refería.
La conversación se interrumpió cuando ambos giraron la cabeza al unísono hacia el piso de arriba, pues había sonado un estornudo o algo similar. La maléfica mujer se inclinó en una reverencia gentil hacia Ash y se dispuso a subir las escaleras -Parece que la señorita Keira va a resfriarse si desatiendo la temperatura del agua... Nos veremos después, querido...- ascendió por la estructura agitando los dedos de la mano, juguetona. Ash se sintió morir entonces "¡Estúpida!" pensó cuando aquel estornudo retumbó en el silencio del piso superior. Sin duda era ella, Ersebeth, Elizabeth ¡Bathory! Ella fue una de los vampiros más crueles que habían conocido los tiempos modernos además de ser la precursora de los mitos de los "humanos que se alimentan de sangre". En aquellos años, asesinó a docenas de jóvenes como Keira de formas brutales y se bañó en su sangre, a parte de mantener relaciones sexuales con algunas otras y beber de su dulce fluido vital hasta secarlas. Ash siguió a Bathory al piso superior mientras el sirviente entraba cargando con la maleta del vampiro, seguido del Ghoul.
Una vez arriba, se apegó a una esquina para escuchar a Bathory, que había sorprendido a Keira haciendo algo que no le había sentado nada bien. Una vez más, esa mujercilla fue experta en meterse en problemas por su incapacidad de estarse quieta -¿Se puede saber qué está haciendo, madame Keira?- Ash suspiró cansado -No debería usted fisgar en un hogar ajeno, es de mala educación ¿Así agradece mi amabilidad?- el tono de voz de Elizabeth era tan seco que casi parecía que las paredes se rasgaban con cada palabra que pronunciaba. Aunque a la vez, mostraba una expresión tan amable que haría estremecer a cualquiera. -Esa puerta da solo a un viejo almacén donde guardo tristes recuerdos de un pasado...- explicó, acercándose a la joven, tomándola por los hombros, olfateando su piel húmeda -Las pertenencias de mi difunto marido, sus pinturas, sus cartas de amor... todo.- fingía el dolor en sus palabras tan bien como Ash sabía hacerlo -Discúlpeme, se lo ruego. Pero no puedo permitir que nadie entre en esta habitación, ni siquiera yo... El aroma antiguo, mohoso, oxidado, putrefacto que brota de esas cuatro paredes son los fantasmas que me atormentan en mis oscuras noches de soledad... ¿Alguna vez ha perdido a un ser amado? ¿Alguna vez ha añorado sus caricias cuando la luna alcanza su apogeo en el firmamento?- disimuladamente, comenzó a acariciar el cuerpo de Keira, con tanta delicadeza que casi parecía estar recolocándole la toalla -Ojalá que no... le aseguro que nada puede ser más terrorífico que la soledad que un frágil corazón puede sentir cuando pierde el calor, el dulce sabor de los...- suspiró -...besos, las caricias, el intenso placer...- apretó los hombros de Keira, dejándose llevar por sus macabras imaginaciones de poseer el cuerpo de Keira para sí, aunque también se colaba el vampiro entre sus ensoñaciones -¿Interrumpo algo?- decidió irrumpir entonces, cuando percibió que la condesa no se contendría si estuviesen a solas -Se las ve a ambas muy a gusto, disfrutando de una compañía agradable- esbozó una sonrisa -Aunque, querida mía, cogerás frio con una toalla húmeda como abrigo...- la expresión de Bathory se descompuso cuando oyó a Ash referirse cariñosamente a Keira -Sí, una grata compañía, sin duda alguna- cortó de forma seca nuevamente -Muy grata a pesar de ser una fisgona ¿Verdad, bonita? Pero bueno, no importa demasiado- se alejó de Keira y se paró junto al vampiro -Avisaré a Nikolai de que se adelante en preparar la comida, quizá querais descansar después de haber pasado toda la noche de viaje...- posó su mano sobre el pecho de Ash -Se le ve tenso, señor Ravnos... permítame después acercarme a su habitación para, bueno, ayudarle a preparar un rico baño con mi toque personal...- dicho aquello, miró a Keira por encima del hombro, la recorrió de arriba abajo y con aires de superioridad marchó escalera abajo.
Aprovechando aquella intimidad escasa, Ash se acercó a la joven y la tomó por los hombros -¿Estás herida? ¿Te ha dicho algo extraño?- la examinó con cuidado, pero aquella inspección terminó siendo un sin fin de caricias en la piel semi desnuda de la chica -Ella es la condesa- le susurró al oido, abrazándola, en parte para protegerla, acercársela... y en otra parte para disimular en caso de que alguno les viese -Erebeth, Ersebeth, Elizabeth, Isabel... Según el lugar del mundo donde preguntes te dirán un nombre, pero es la misma condesa sangrienta. Es un vampiro como yo, aunque no es una antigua. Su sangre parece tan diluida que ni tan siquiera puede hacer uso del poder más simple, por eso seguramente no te habrás sentido atraida por ella como les pasó entonces a tantas chicas como tú... en cuya sangre se bañaba cada día esa mujer que acababa de hablarte- sintió quitarse un peso de encima cuando informó a Keira de la precaria situación en la que la chica se encontraba -No te separes de mi, por favor. No conozco realmente sus intenciones, no sé si está interesada en ti... o en mí. El caso es que te protegeré, no dejaré que se te acerque, pasaremos el día juntos, descansando y en cuanto el sol oculte sus rayos nos alejaremos cuanto antes de aquí... Ella no es una criatura con la que se puede negociar, es muy caprichosa, siempre lo ha sido...- desde abajo, se pudo oir la voz de Nikolai avisando de que la comida estaría lista en breve, que se dispusieran a bajar -Vístete cuanto antes, estando así la provocas tanto como a mí...- acarició su cuello con un dedo, pero lo transladó a sus labios -No permitiré que nada malo te ocurra... y partimos con la ventaja de que no parece reconocer mi esencia, no parece saber que soy lo que soy. Te esperaré en el pasillo, arreglate y comportémonos como si ignorásemos quién es realmente ¿De acuerdo? No te pasará nada, confía en mi...
Ash Ravnos- Vampiro Clase Alta
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Re: Viaje hacia lo inesperado
Pegué un salto cuando la voz de Erebeth resonó a mis espaldas. Rápidamente me giré y abrí la boca para intentar justificarme, pero las palabras no salieron de mis labios. –Yo…yo solo estaba, estaba buscando mi habitación y…- sin duda me había pillado con las manos en la masa, aunque ¿de que? ¿Que había tras aquella puerta que tan pecado parecía? La mujer se acercó a mí y se situó a mis espaldas. No dudó en comenzar a acariciarme tal y como lo había hecho en el baño mientras me explicaba que lo que se hallaba en aquella habitación eran pertenencias viejas del que había sido su esposo, ahora difunto. Y relataba cada palabra con tanto drama y tanto énfasis a veces colocado entre frases que no supe que responder, solo podía sentirme incomoda por tener las manos de aquella señora acariciándome los hombros –Lo siento mucho, no sabia de que se trataba. De haberlo sabido no hubiese intentado abrir la puerta- De repente, apareció Ash, haciendo que la puesta en escena que estaba haciendo Erebeth se esfumase con la atmósfera que para ella parecía ser intima. Yo por mi parte solo pude gritar su nombre e intentar recolocarme la toalla ¡Que situación! No era ni mucho menos la que había deseado, pero era de extrema vergüenza que me encontrase así, no debía, no podía verme así. –Date la vuelta al menos, por dios- si el joven fuese normal, de seguro que lo habría hecho antes de que se lo pidiese, pero así era Ash, se podía decir que aquellas cosas de cierta forma las hacia para buscarme las cosquillas de forma juguetona. La expresión junto con la voz de Erebeth, volvieron a tornarse a un modo más serio y cortante, como la anterior vez. Parecía haber algo que le molestaba y estaba segura de que era nuestra relación. Cada vez que el joven y yo nos mostrábamos algún tipo de cariño, ella se volvía de esa forma, y aquello solo podía significar que de su antojo corría como capricho el querer al vampiro.
La mujer decidió marcharse, no sin antes avisar de que la cena estaría lista en poco, acariciar e insinuarse frente al joven y mirarme de forma despreciativa. Cuando desapareció del piso, Ash se acercó inesperadamente hacia mí, tomándome por los hombros y preguntado por mi estado de forma asustadiza –Estoy bien, estoy bien, pero apártate por el amor de Dios- me abrazó haciendo caso omiso a mis palabras. Me zarandeé un par de veces pero quedé quieta al comprobar que no lo hacía por pura satisfacción, sino que quería informarme de algo serio. Y tan serio que era. -¿Ella también es vampiro? ¿Y como que mató a mas mujeres como yo? ¿Piensa asesinarme? – con cada palabra susurrada en el tono mas bajo posible, el temor se hacia mas preso mi cuerpo, tanto, que yo también acabé por abrazarme a Ash sin importar lo que aquello conllevase. Era aquello entonces lo que me mantenía inquieta cada vez que la mujer se encontraba a mi lado. –Ash por favor no me dejes sola. No te vayas con ella, mantente lejos de ella. Tenemos que irnos ya, no pienso quedarme aquí un solo instante más con esa mujer. Va a matarme si sigo aquí y a ti te llevará con ella – estaba totalmente alterada. La voz de un hombre sonó indicando que era la hora de cenar y haciéndome entender que no era posible escapar en ese momento y que lo mejor que podía hacer era tranquilizarme. Tras la sugerencia del joven, de que me vistiese me separé de el con cuidado, no sin antes darle un rempujón por lo que acababa de decir –Ten cuidado tu, Ash. No estas en condiciones de hacer nada. Baja…pero no te sientes junto a ella, por favor- Seguramente, había notado cuan celosa podía ponerme por una simple caricia de ella.
Busqué de habitación en habitación hasta que encontré una n la que se hallaba mi bolso. Curiosamente, encima de lo que parecía ser la cama, se encontraba un vestido blanco, para nada pomposo y sin embargo elegante, de caída lisa y frunce bajo el pecho –Oh, no…esto ya lo he vivido antes- Sin duda, aquella mujer quería que me vistiese de gala y no eran las circunstancias para llevarle la contraria, por lo que acabé poniéndomelo sin rechistar, y una vez mas, me realzaba figuras que no tenia que realzar. Me fijé en que en la habitación había tres armarios y no dudé un solo segundo en abrirlos. Dentro había vestidos de todos los colores y de formas extrañas, parecían llegados de distintos países…y rápidamente lo comprendí. Cerré las puertas he intenté no pensar en que posiblemente llevaba puesto un vestido que había pertenecido a otra chica como yo, cuando aun vivía.
Tras bajar al primer piso y llegar al comedor encontré a ambos vampiros ya sentados para cenar –Tardas demasiado en vestirte, querida. Pero da igual, el Sr Ravnos y yo estábamos compartiendo aficiones- dijo la mujer entre risotadas mientras acariciaba la mano del vampiro, cosa que invadió de ira mi cuerpo, pues estaba claro que Ash no había conseguido deshacerse de ella, y ella no pensaba dejarle. Me senté lo más lejos posible de la mujer y admiré el alimento que allí se servía. Todo con muy buen aspecto pero… ¿Y si estaba envenenado? ¿Y si era una trampa? ¿Y si tenían medicamentos para dejarme dormida? Miré al joven con cara de preocupación esperando que el me dijese que hacer. Y de repente, un ángel llegó para salvarme de la situación. Atem, que había estado correteando por toda la mansión, se había subido a la mesa y había tirado al suelo un par de platos -¡Atem! ¿Qué haces tu aquí?- dije mientras lo tomaba entre mis brazos. Erebeth se puse rápidamente en pie sulfurada y se acercó a mi con aire amenazador -¡Un gato! ¡Un sucio gato! ¡Odio a los gatos! ¡No consiento que haya gatos en mi casa! Lo siento Keira pero el gato se va a la calle- -¿Cómo va a irse a la calle? Es mío, y de mi lado no se va a mover- -¡Cuanta osadía! Pues si el gato no se va de aquí, te vas tu con el a la habitación ¡Vamos!- me tomó de forma violenta del brazo y me arrastró escaleras arribas, llevándome a la habitación –Te he dado cobijo e iba a darte alimento ¿Y asi me lo pagas? Quédate ahí encerrada con tu sucia rata y no salgas. Mas tarde vendré a verte…por si querer comer algo…antes de irte- dicho esto, cerró la puerta de la habitación con dureza y me dejó encerrada sola con Atem
Estaba claro que si Ash no venia a por mi, Erebeth iba a matarme esa misma noche. Mi preocupación era que la mujer engatusase al vampiro y este no consiguiese darse cuenta de lo que pretendía.
La mujer decidió marcharse, no sin antes avisar de que la cena estaría lista en poco, acariciar e insinuarse frente al joven y mirarme de forma despreciativa. Cuando desapareció del piso, Ash se acercó inesperadamente hacia mí, tomándome por los hombros y preguntado por mi estado de forma asustadiza –Estoy bien, estoy bien, pero apártate por el amor de Dios- me abrazó haciendo caso omiso a mis palabras. Me zarandeé un par de veces pero quedé quieta al comprobar que no lo hacía por pura satisfacción, sino que quería informarme de algo serio. Y tan serio que era. -¿Ella también es vampiro? ¿Y como que mató a mas mujeres como yo? ¿Piensa asesinarme? – con cada palabra susurrada en el tono mas bajo posible, el temor se hacia mas preso mi cuerpo, tanto, que yo también acabé por abrazarme a Ash sin importar lo que aquello conllevase. Era aquello entonces lo que me mantenía inquieta cada vez que la mujer se encontraba a mi lado. –Ash por favor no me dejes sola. No te vayas con ella, mantente lejos de ella. Tenemos que irnos ya, no pienso quedarme aquí un solo instante más con esa mujer. Va a matarme si sigo aquí y a ti te llevará con ella – estaba totalmente alterada. La voz de un hombre sonó indicando que era la hora de cenar y haciéndome entender que no era posible escapar en ese momento y que lo mejor que podía hacer era tranquilizarme. Tras la sugerencia del joven, de que me vistiese me separé de el con cuidado, no sin antes darle un rempujón por lo que acababa de decir –Ten cuidado tu, Ash. No estas en condiciones de hacer nada. Baja…pero no te sientes junto a ella, por favor- Seguramente, había notado cuan celosa podía ponerme por una simple caricia de ella.
Busqué de habitación en habitación hasta que encontré una n la que se hallaba mi bolso. Curiosamente, encima de lo que parecía ser la cama, se encontraba un vestido blanco, para nada pomposo y sin embargo elegante, de caída lisa y frunce bajo el pecho –Oh, no…esto ya lo he vivido antes- Sin duda, aquella mujer quería que me vistiese de gala y no eran las circunstancias para llevarle la contraria, por lo que acabé poniéndomelo sin rechistar, y una vez mas, me realzaba figuras que no tenia que realzar. Me fijé en que en la habitación había tres armarios y no dudé un solo segundo en abrirlos. Dentro había vestidos de todos los colores y de formas extrañas, parecían llegados de distintos países…y rápidamente lo comprendí. Cerré las puertas he intenté no pensar en que posiblemente llevaba puesto un vestido que había pertenecido a otra chica como yo, cuando aun vivía.
Tras bajar al primer piso y llegar al comedor encontré a ambos vampiros ya sentados para cenar –Tardas demasiado en vestirte, querida. Pero da igual, el Sr Ravnos y yo estábamos compartiendo aficiones- dijo la mujer entre risotadas mientras acariciaba la mano del vampiro, cosa que invadió de ira mi cuerpo, pues estaba claro que Ash no había conseguido deshacerse de ella, y ella no pensaba dejarle. Me senté lo más lejos posible de la mujer y admiré el alimento que allí se servía. Todo con muy buen aspecto pero… ¿Y si estaba envenenado? ¿Y si era una trampa? ¿Y si tenían medicamentos para dejarme dormida? Miré al joven con cara de preocupación esperando que el me dijese que hacer. Y de repente, un ángel llegó para salvarme de la situación. Atem, que había estado correteando por toda la mansión, se había subido a la mesa y había tirado al suelo un par de platos -¡Atem! ¿Qué haces tu aquí?- dije mientras lo tomaba entre mis brazos. Erebeth se puse rápidamente en pie sulfurada y se acercó a mi con aire amenazador -¡Un gato! ¡Un sucio gato! ¡Odio a los gatos! ¡No consiento que haya gatos en mi casa! Lo siento Keira pero el gato se va a la calle- -¿Cómo va a irse a la calle? Es mío, y de mi lado no se va a mover- -¡Cuanta osadía! Pues si el gato no se va de aquí, te vas tu con el a la habitación ¡Vamos!- me tomó de forma violenta del brazo y me arrastró escaleras arribas, llevándome a la habitación –Te he dado cobijo e iba a darte alimento ¿Y asi me lo pagas? Quédate ahí encerrada con tu sucia rata y no salgas. Mas tarde vendré a verte…por si querer comer algo…antes de irte- dicho esto, cerró la puerta de la habitación con dureza y me dejó encerrada sola con Atem
Estaba claro que si Ash no venia a por mi, Erebeth iba a matarme esa misma noche. Mi preocupación era que la mujer engatusase al vampiro y este no consiguiese darse cuenta de lo que pretendía.
Keira Brandford- Humano Clase Baja
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Re: Viaje hacia lo inesperado
Aguardando nervioso la llegada de la muchacha sana y salva, Ash obedeció las palabras de Keira y se sentó no demasiado cerca de Bathory, pues la entendía. No obstante, aquella insaciable mujer cambió de asiento para colocarse junto al vampiro -Realmente le gusta mantener cercanía con sus invitados ¿Verdad?- la mujer sonrió ante aquella pregunta y se aproximó más si cabe al moreno -Por supuesto, siempre me ha gustado examinarles bien, conocerles... así conocí a mi difunto esposo ¿Quién sabe? Quizá vuelva a aparecer el amor en mi vida de esta manera... ¿No cree?- comenzó a reir divertida mientras acariciaba la mano de Ash, que intentaba zafarse de aquella perseverante mujer sin conseguirlo, riéndole las gracias.
Afortunadamente Keira irrumpió en el comedor cortando la conversación de golpe, recibiendo una crítica por parte de la malvada señora señalando la tardanza en vestirse. Ash sin embargo casi aplaudió su aparición, porque realmente le había salvado seguramente de un flirteo nada disimulado y para colmo, podía apreciar lo tan preciosa que era engalanada de esa manera -Toda una princesa- observó el vampiro, forzando así que Bathory quitase su mano de la suya, ofendida. Finalmente la chica se sentó ojeando el banquete que habían preparado: una gran mesa repleta de distintos trozos de carne perfectamente dorados al fuego, copas de vino y demás delicias muy típicas de los más adinerados de París ¿Desde cuando una persona así viviría en una mansión tan vieja como en la que estaban? Ash no sabría contestar a esa pregunta. Observaba a la muchacha dubitativa respecto a los alimentos presentes a ella... y era comprensible a fin de cuentas. Fue el travieso Atem quien la salvó de probar bocado cuando derribó un par de platos al suelo.
Bathory arremetió contra el animal y Keira en un arrebato furioso, obligándola a ir a su habitación. Expectante, el vampiro permaneció en la mesa examinando un pedazo de carne que olía con insistencia... era bastante peculiar, pero a la vez familiar. Mientras tanto, la mujer bajaba ansiosa las escaleras -Disculpe, señor Ravnos... pero es que no soporto a los felinos, son tan... desobedientes, sucios y fisgones...- Ash arqueó una ceja -Permítame discrepar, los gatos son de los animales domésticos más pulcros que hay ¿Será que prefiere los perros?- Bathory respondió con una mueca de asco -Oh ¡Aun peores! No saben distinguir de lo que es comida y de lo que es basura... ¡Incluso los he visto devorar carne pútrida, como cadaveres de ratas o pájaros!- El vampiro no comprendía aquel desdén hacia los animales domésticos. Cierto era que Atem era traviesillo y que los perros en ocasiones resultan un tanto asquerosillos... pero ¿Comer carne podrida? ¿Cadáveres? ¿Qué más le daría a ellla...? Entonces lo entendió.
Con una rapidez envidiable, Ash se laventó y recolocó la silla con educación -Si me permite, también estoy cansado y me gustaría dormir- Bathory sonrió -¡Pero señor Ravnos! No ha probado un bocado...- dijo sugerente, mientras Ash negaba con la cabeza -Lo lamento, pero no tengo apetito- echó a andar, pero la mujer lo detuvo -Claro, será eso...- lo miraba por encima del hombro -¿Sabe que es de mala educación rechazar el alimento del anfitrión?- Ash la miró de la misma forma, con suma frialdad -De tan mala eduación como tratar así a una invitada. Buenas noches, Erebeth- el vampiro se encaminó escalera arriba mientras la doncella siniestra le seguía con la mirada desde el umbral del comedor, no iba a ser tan sencillo.
Transcurrieron unas cuantas horas en las que Ash intentaba descansar, pero no podía. El sol ya debía de estar cayendo y la intranquilidad que sentía por el bienestar de la muchacha le quemaba como el mismísimo astro rey ¿Estaría bien? Permanecía sentado en el borde de la cama, aguardando, esperando el momento cual depredador de que el sol cayese, hasta que por fin, a través de la lejana ventana, podía observar algunas estrellas en el cielo de aquel azul oscuro. -Es la hora...- se levantó y presto partió hacia la habitación de Keira con el desparpajo y el silencio que el mismísimo Atem había tenido para rondar por la casa sin que nadie le hubiese visto. Lentamente abrió la puerta y se coló en la habitación de la muchacha con una sonrisa en los labios ¡No le habían visto! O eso creía, pues una mirada se cernía sobre su silueta nocturna desde el otro lado del pasillo.
Una vez dentro, el moreno se acercó a la cama con delicadeza, posando una mano sobre el cuerpo de la mujer -Keira, soy yo- susurró el vampiro para que no se asustara y supiera quién era el individuo que había a su lado -No te preocupes, estoy aquí... No dejaré que te pase nada.- Ash se asomó a la ventana y observó que el coche de caballos estaba estacionado frente a un abrebadero donde los caballos reposaban -Levántate, es hora de irnos de aquí cuanto antes. Aún tengo que buscar a Mikah... ¿Dónde diablos estará ese muchacho?- pensaba, pues la última vez que lo vio estaba con aquel sirviente de Bathory al que no había vuelto a ver. La calma nocturna envolvía la casa y hacía fácil la conversación entre susurros del vampiro que animaba juguetón a la muchacha a levantarse de la cama para huir de la mansión cuanto antes. Pero cuan grande fue su desdicha cuando oyó pasos por el pasillo.
Sin esperar ni pedir permiso, el muchacho se infiltró entre las sábanas de la mujer y se tapó con ellas junto a Keira, abrazándola para que solo pareciese haber una figura en caso de que alguien entrase, echo que fue más que evidente para el vampiro. La puerta se abrió despacio con un ligero crujido, seguidos de unos pasos firmes, lentos y rítmicamente llevados ¿Sería el Ghoul? No, Ash conocía su olor... y ahí fuera, tras la blanca tela, había una mujer ávida de una falsa juventud. Toda la habitación permanecía en silencio, un tenso silencio que podría cortarse con una cuchilla, pues ni él se movía impidiendo que la joven lo hiciera y Bathory tampoco actuaba ¿Qué estaría haciendo? Las dudas de Ash se disiparon cuando la sábana se destapó con violencia y una fria hoja de metal atravesó la carne del vampiro, clavándose en su hombro -¡Lo sabía!- Ash cogió a Keira con el brazo que tenía hábil y la separó de la cama echándola a un lado -Lo llevaba sospechando desde que os vi a ambos...- Elizabeth daba pequeños latigazos en su mano con la hoja de un sable muy familiar, el sable del vampiro -Tú...- el chico se levantó de la cama taponándose la herida con la mano, que no dejaba de sangrar -Había algo en ti, señor Ravnos, que no me inspiraba tranquilidad. A parte, vuestro atractivo físico y magnetismo son envidiables... Intenté cautivarte pero había algo que no lo permitía... ¡Y es esa ramera! Esa hermosa ratita que adora a su minino...- la mueca de odio que dirigió hacia Keira hizo estremecer a Ash al imaginar qué le haría si no la detenía -Así que he decidido aislaros... Vuestro cochero se encuentra actualmente "ocupado" con mi sirviente, le encanta azotar a los chicos malos con látigos de seis colas... sería mi hombre ideal si no fuera por su edad- se burlaba de su sirviente ignorando que ella tenía cerca de tresicentos años -¿Qué pasa, Bathory? ¿Es la primera vez que intentas asesinar a una mujercita por celos en lugar de por querer ser joven?- Bathory sonrió -...Es horrible vivir eternamente con este cuerpo mustio. Ojalá este magnifico don me hubiese llegado con su edad, con... ¿Cuantos años tendrá esta muchachita? ¡No lo sé y da igual! Tan solo quiero su cuerpo, su físico. Quiero persuadir a los hombres más poderosos con esa mirada tan llamativa, con ese cuerpo escandalosamente maravilloso... Quiero tener entre mis piernas a los hombres más hermosos y entre mis manos las gargantas de los más despreciables magnates ¡Podría llegar a ser reina...! Y no una simple condesa- aquella explicación voluntaria, aquella reflexión de la mujer no hico más que esclarecer el motivo por el que anhelaba ser joven a pesar de ser un vampiro.
Ash observó a Keira por el rabillo del ojo y luego volvió su vista a Bathory -Te conozco desde entonces... He oido tus leyendas miles de veces, siempre distintas. Llegué a verte una vez, aunque tú a mí no. Te reconocí en cuanto te vi este amanecer, pero supe que tu sangre está tan diluida como la de tantos vampiros actuales- sonrió -¿Sangre diluida? ...- Ash dio un paso al frente -¿No te has dado cuenta de que yo soy igual que tú?- Bathory arqueó una ceja -Estaba sospechándolo... huir de la luz del sol viajando de noche cuando todo es más peligroso, no probaste bocado a pesar de tener tan mal aspecto... ese apego por la muchacha... ¿Es tuya, verdad? ¿La tomas como tu propiedad?- Ash negó con la cabeza -No me pertenece... de la forma en la que tú crees. Pero si tu don tuviese la fortaleza que debería tener, hubieses reconocido mi naturaleza con nada más verme ¡Eres otra basura nocturna al igual que tantos! No haceis más que convertiros unos entre otros y debilitais la fuerza que..-¡Cállate! No me importan tus creencias respecto al Padre ¿Creerías en un hombre que se retiró dejando a sus hijos vagar por el mundo sembrando la destrucción que siempre detestó? Déjalo escondido en su cueva... Todos somos iguales ¡Tú no eres distinto a mí!- dejándose llevar por la furia y el complejo de superioridad, se avalanzó sobre Ash clavándole una nueva estocada en el estómago, abriendo su piel con tanta facilidad como una hoja de papel. El vampiro retrocedió unos pasos mientras la hoja de metal salía despacio de su carne bañada en sangre, una sangre tan roja y acuosa que casi parecía vino -¿Ves? ¿Donde están esos vampiros cuyas heridas se curaban tan deprisa que se podía ver? ¿Esos poderes extraordinarios? ¿La levitación, el poder de escrutar las mentes, borrar memorias...? ¡Son solo cuentos de niños! Son los cuentos de vampiros para atemorizar vampiros, como nosotros para los humanos- Ash cayó al suelo de espaldas con ambas manos sujetándose la abdomen -Tu Ghoul... estaría tan decepcionado de verte así, señor Ravnos... Él, que se niega en rotundo a unirse a mí por protegerte, por amor a su señor ¡Esos delirios le llavarán a morir esta noche igual que a ti! Al igual, por supuesto, que la señorita Keira... ¿No tienes nada que decir a tu querido chupa sangre del tres al cuarto antes de que perezca bajo su propia espada? Me encantará ver una emotiva escena de amor antes de un relajante baño tibio...- sonrió con maldad.
Afortunadamente Keira irrumpió en el comedor cortando la conversación de golpe, recibiendo una crítica por parte de la malvada señora señalando la tardanza en vestirse. Ash sin embargo casi aplaudió su aparición, porque realmente le había salvado seguramente de un flirteo nada disimulado y para colmo, podía apreciar lo tan preciosa que era engalanada de esa manera -Toda una princesa- observó el vampiro, forzando así que Bathory quitase su mano de la suya, ofendida. Finalmente la chica se sentó ojeando el banquete que habían preparado: una gran mesa repleta de distintos trozos de carne perfectamente dorados al fuego, copas de vino y demás delicias muy típicas de los más adinerados de París ¿Desde cuando una persona así viviría en una mansión tan vieja como en la que estaban? Ash no sabría contestar a esa pregunta. Observaba a la muchacha dubitativa respecto a los alimentos presentes a ella... y era comprensible a fin de cuentas. Fue el travieso Atem quien la salvó de probar bocado cuando derribó un par de platos al suelo.
Bathory arremetió contra el animal y Keira en un arrebato furioso, obligándola a ir a su habitación. Expectante, el vampiro permaneció en la mesa examinando un pedazo de carne que olía con insistencia... era bastante peculiar, pero a la vez familiar. Mientras tanto, la mujer bajaba ansiosa las escaleras -Disculpe, señor Ravnos... pero es que no soporto a los felinos, son tan... desobedientes, sucios y fisgones...- Ash arqueó una ceja -Permítame discrepar, los gatos son de los animales domésticos más pulcros que hay ¿Será que prefiere los perros?- Bathory respondió con una mueca de asco -Oh ¡Aun peores! No saben distinguir de lo que es comida y de lo que es basura... ¡Incluso los he visto devorar carne pútrida, como cadaveres de ratas o pájaros!- El vampiro no comprendía aquel desdén hacia los animales domésticos. Cierto era que Atem era traviesillo y que los perros en ocasiones resultan un tanto asquerosillos... pero ¿Comer carne podrida? ¿Cadáveres? ¿Qué más le daría a ellla...? Entonces lo entendió.
Con una rapidez envidiable, Ash se laventó y recolocó la silla con educación -Si me permite, también estoy cansado y me gustaría dormir- Bathory sonrió -¡Pero señor Ravnos! No ha probado un bocado...- dijo sugerente, mientras Ash negaba con la cabeza -Lo lamento, pero no tengo apetito- echó a andar, pero la mujer lo detuvo -Claro, será eso...- lo miraba por encima del hombro -¿Sabe que es de mala educación rechazar el alimento del anfitrión?- Ash la miró de la misma forma, con suma frialdad -De tan mala eduación como tratar así a una invitada. Buenas noches, Erebeth- el vampiro se encaminó escalera arriba mientras la doncella siniestra le seguía con la mirada desde el umbral del comedor, no iba a ser tan sencillo.
Transcurrieron unas cuantas horas en las que Ash intentaba descansar, pero no podía. El sol ya debía de estar cayendo y la intranquilidad que sentía por el bienestar de la muchacha le quemaba como el mismísimo astro rey ¿Estaría bien? Permanecía sentado en el borde de la cama, aguardando, esperando el momento cual depredador de que el sol cayese, hasta que por fin, a través de la lejana ventana, podía observar algunas estrellas en el cielo de aquel azul oscuro. -Es la hora...- se levantó y presto partió hacia la habitación de Keira con el desparpajo y el silencio que el mismísimo Atem había tenido para rondar por la casa sin que nadie le hubiese visto. Lentamente abrió la puerta y se coló en la habitación de la muchacha con una sonrisa en los labios ¡No le habían visto! O eso creía, pues una mirada se cernía sobre su silueta nocturna desde el otro lado del pasillo.
Una vez dentro, el moreno se acercó a la cama con delicadeza, posando una mano sobre el cuerpo de la mujer -Keira, soy yo- susurró el vampiro para que no se asustara y supiera quién era el individuo que había a su lado -No te preocupes, estoy aquí... No dejaré que te pase nada.- Ash se asomó a la ventana y observó que el coche de caballos estaba estacionado frente a un abrebadero donde los caballos reposaban -Levántate, es hora de irnos de aquí cuanto antes. Aún tengo que buscar a Mikah... ¿Dónde diablos estará ese muchacho?- pensaba, pues la última vez que lo vio estaba con aquel sirviente de Bathory al que no había vuelto a ver. La calma nocturna envolvía la casa y hacía fácil la conversación entre susurros del vampiro que animaba juguetón a la muchacha a levantarse de la cama para huir de la mansión cuanto antes. Pero cuan grande fue su desdicha cuando oyó pasos por el pasillo.
Sin esperar ni pedir permiso, el muchacho se infiltró entre las sábanas de la mujer y se tapó con ellas junto a Keira, abrazándola para que solo pareciese haber una figura en caso de que alguien entrase, echo que fue más que evidente para el vampiro. La puerta se abrió despacio con un ligero crujido, seguidos de unos pasos firmes, lentos y rítmicamente llevados ¿Sería el Ghoul? No, Ash conocía su olor... y ahí fuera, tras la blanca tela, había una mujer ávida de una falsa juventud. Toda la habitación permanecía en silencio, un tenso silencio que podría cortarse con una cuchilla, pues ni él se movía impidiendo que la joven lo hiciera y Bathory tampoco actuaba ¿Qué estaría haciendo? Las dudas de Ash se disiparon cuando la sábana se destapó con violencia y una fria hoja de metal atravesó la carne del vampiro, clavándose en su hombro -¡Lo sabía!- Ash cogió a Keira con el brazo que tenía hábil y la separó de la cama echándola a un lado -Lo llevaba sospechando desde que os vi a ambos...- Elizabeth daba pequeños latigazos en su mano con la hoja de un sable muy familiar, el sable del vampiro -Tú...- el chico se levantó de la cama taponándose la herida con la mano, que no dejaba de sangrar -Había algo en ti, señor Ravnos, que no me inspiraba tranquilidad. A parte, vuestro atractivo físico y magnetismo son envidiables... Intenté cautivarte pero había algo que no lo permitía... ¡Y es esa ramera! Esa hermosa ratita que adora a su minino...- la mueca de odio que dirigió hacia Keira hizo estremecer a Ash al imaginar qué le haría si no la detenía -Así que he decidido aislaros... Vuestro cochero se encuentra actualmente "ocupado" con mi sirviente, le encanta azotar a los chicos malos con látigos de seis colas... sería mi hombre ideal si no fuera por su edad- se burlaba de su sirviente ignorando que ella tenía cerca de tresicentos años -¿Qué pasa, Bathory? ¿Es la primera vez que intentas asesinar a una mujercita por celos en lugar de por querer ser joven?- Bathory sonrió -...Es horrible vivir eternamente con este cuerpo mustio. Ojalá este magnifico don me hubiese llegado con su edad, con... ¿Cuantos años tendrá esta muchachita? ¡No lo sé y da igual! Tan solo quiero su cuerpo, su físico. Quiero persuadir a los hombres más poderosos con esa mirada tan llamativa, con ese cuerpo escandalosamente maravilloso... Quiero tener entre mis piernas a los hombres más hermosos y entre mis manos las gargantas de los más despreciables magnates ¡Podría llegar a ser reina...! Y no una simple condesa- aquella explicación voluntaria, aquella reflexión de la mujer no hico más que esclarecer el motivo por el que anhelaba ser joven a pesar de ser un vampiro.
Ash observó a Keira por el rabillo del ojo y luego volvió su vista a Bathory -Te conozco desde entonces... He oido tus leyendas miles de veces, siempre distintas. Llegué a verte una vez, aunque tú a mí no. Te reconocí en cuanto te vi este amanecer, pero supe que tu sangre está tan diluida como la de tantos vampiros actuales- sonrió -¿Sangre diluida? ...- Ash dio un paso al frente -¿No te has dado cuenta de que yo soy igual que tú?- Bathory arqueó una ceja -Estaba sospechándolo... huir de la luz del sol viajando de noche cuando todo es más peligroso, no probaste bocado a pesar de tener tan mal aspecto... ese apego por la muchacha... ¿Es tuya, verdad? ¿La tomas como tu propiedad?- Ash negó con la cabeza -No me pertenece... de la forma en la que tú crees. Pero si tu don tuviese la fortaleza que debería tener, hubieses reconocido mi naturaleza con nada más verme ¡Eres otra basura nocturna al igual que tantos! No haceis más que convertiros unos entre otros y debilitais la fuerza que..-¡Cállate! No me importan tus creencias respecto al Padre ¿Creerías en un hombre que se retiró dejando a sus hijos vagar por el mundo sembrando la destrucción que siempre detestó? Déjalo escondido en su cueva... Todos somos iguales ¡Tú no eres distinto a mí!- dejándose llevar por la furia y el complejo de superioridad, se avalanzó sobre Ash clavándole una nueva estocada en el estómago, abriendo su piel con tanta facilidad como una hoja de papel. El vampiro retrocedió unos pasos mientras la hoja de metal salía despacio de su carne bañada en sangre, una sangre tan roja y acuosa que casi parecía vino -¿Ves? ¿Donde están esos vampiros cuyas heridas se curaban tan deprisa que se podía ver? ¿Esos poderes extraordinarios? ¿La levitación, el poder de escrutar las mentes, borrar memorias...? ¡Son solo cuentos de niños! Son los cuentos de vampiros para atemorizar vampiros, como nosotros para los humanos- Ash cayó al suelo de espaldas con ambas manos sujetándose la abdomen -Tu Ghoul... estaría tan decepcionado de verte así, señor Ravnos... Él, que se niega en rotundo a unirse a mí por protegerte, por amor a su señor ¡Esos delirios le llavarán a morir esta noche igual que a ti! Al igual, por supuesto, que la señorita Keira... ¿No tienes nada que decir a tu querido chupa sangre del tres al cuarto antes de que perezca bajo su propia espada? Me encantará ver una emotiva escena de amor antes de un relajante baño tibio...- sonrió con maldad.
Ash Ravnos- Vampiro Clase Alta
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Re: Viaje hacia lo inesperado
Tras varias horas de una incertidumbre que solo provocó que diese cientos de vueltas alrededor de aquella oscura habitación, caí rendida en sueños cuando menos lo esperé. Seguramente hubiese tenido un sueño no demasiado profundo, quizás hubiese tenido una pesadilla si no fuera porque la caricia de alguien me sobresaltó e hizo que mi siesta finalizase. Era el joven, a quien no pude evitar alegrarme de ver tras conocer la verdadera identidad de la anfitriona –Menos mal que estas aquí. Pensé que llegaría antes esa mujer- dije mientras me incorporaba para acabar sentada en la cama llenándome las manos al rostro, en un gesto de incertidumbre y desesperación -¿Qué vamos a hacer ahora? ¿Cómo vamos a escapar de aquí sin que nadie nos vea? Esa mujer no quita el ojo de encima ni a mi ti a mi, me pone de los nervios…- no me levanté de la cama de igual forma. El joven me animó a hacerlo de forma juguetona y le correspondí de la misma manera haciéndome la perezosa, por con un límite, pues no era ni el momento ni el lugar de hacerlo.
Cuando me disponía a ponerme en pie para marchar, el vampiro hizo que pausase mi acción, pues en un rápido movimiento se tumbó junto a mí en la cama y nos tapó a ambos con las sabanas, para colocarse a mi lado pasando su brazo alrededor de mi cuerpo. Si no fuese por aquella posición pensaría que estaba jugar, peor no fue así. Se oyeron pasos que se acercaban al unísono despacio hacia la habitación. Me apegué al joven lo más que pude y cerré los ojos con fuerza. Cuando los pasos cruzaron la habitación corté mi respiración, ya no solo para que no me oyese, sino porque mi propio cuerpo se negaba a reaccionar preso del miedo. Se hizo un largo silencio y pensé que se había marchado, pero cuando menos lo esperé las sabanas se destaparon dejando nuestros cuerpos a la vista de ella, Erebeth. Abrí los ojos rápidamente cuando un sonido extraño hizo que me alterase. La pérfida no había venido solo con las intenciones de descubrir nuestro cariño, sino que había venido también a matarnos y muestra de ello era el ataque repentino que había realizado haciendo que una daga se clavase en el hombro de Ash – ¡No, no, no!- el vampiro me tomó con su brazo ágil y me sacó rápidamente de la cama. ¡No podía ser cierto! Esta vez la herida del vampiro si que no iba a curarse y ante aquella mujer yo no tenia nada que hacer ¿Pero que diantres? Prefería perecer entre las manos de aquella bruja antes de ver como la vida de Ash se fugaba ante mis ojos. Cuando el joven se puso en pie me acerqué rápidamente a el para examinarle la herida sin perder de vista a la anfitriona. Estaba tan nerviosa que solo podía distinguir sangre, sangre, sangre que no desaparecía y tampoco iba a hacerlo. Posé mi mano sobre la suya para ayudarle a taponar la herida, no podía hacer otra cosa, era completamente inútil mi existencia en aquella habitación
Erebeth y Ash mantuvieron una conversación, que a diferencia de la que tubo el mismo y Norbet, esta la entendí mejor. Entendí que el pobre Mikah se encontraba en una situación mas dolorosa que la nuestra, comprendí el descabellado plan que la mujer tenía por origen de sus asesinatos, alcancé a entender un mínimo de lo que los vampiros consideraban a los humanos que acompañaban a los de su raza y sus ultimas palabras no entraron en mi consciencia. Entonces, la mujer se abalanzó hacia el joven y le propino un nuevo ataque con su daga justo en el estomago -¡No!- Cuando Ash cayó al suelo me puse de rodillas junto a el y tomé su cuerpo entre mis brazos. Acaricié su cara y alejé los cabellos de su rostro –No, Ash…no por favor- pasé la mano varias veces por su herida pero no había nada que hacer, nada que yo pudiese hacer. El llanto fue inevitable. Nunca habia temido tanto por la vida de una persona, nunca me habia encontrado con tanta incertidumbre y tanta impotencia como la que llegué a sentir en aquel momento. El joven se estremecía de dolor ante mí y la mujer estaba dispuesta a seguir con sus planes. Coloqué mi frente junto a la del vampiro y las palabras últimas dedicadas a mi de Erebeth, verdaderamente que las agradecí, pues el llamar al vampiro ‘’chupa sangre’’ hizo que se me ocurriese una idea que llevaba en mi cabeza meses y que pensé que no llegaría a realizar. Me daba miedo, temía que aquella pesadilla que tuve se llegase a convertir en la realidad, pero me daba igual, no iba a dejar que Ash se desangrase. Fingiendo que le abrazaba desesperadamente, rodeé el cuello del joven colocando su faz entre mi hombro y pecho –Muérdeme… y no pares- dije decidida, en un susurro cerca del oído del vampiro mientras lo abrazaba con fuerza para que no parase de beber aunque temiese por mi vida si aceptaba mi propuesta. Estaba dispuesta a poner de mi parte de una vez por todas. -¡Que romántico todo!... ¡Me da asco! Acabemos con esto de una vez por todas- la mujer se colocó a mis espaldas, tomó la daga con las dos manos y elevó los brazos dispuesta a hacer un tajo ascendente directo a mi espalda, para acabar con mi vida y la de Ash.
Cuando me disponía a ponerme en pie para marchar, el vampiro hizo que pausase mi acción, pues en un rápido movimiento se tumbó junto a mí en la cama y nos tapó a ambos con las sabanas, para colocarse a mi lado pasando su brazo alrededor de mi cuerpo. Si no fuese por aquella posición pensaría que estaba jugar, peor no fue así. Se oyeron pasos que se acercaban al unísono despacio hacia la habitación. Me apegué al joven lo más que pude y cerré los ojos con fuerza. Cuando los pasos cruzaron la habitación corté mi respiración, ya no solo para que no me oyese, sino porque mi propio cuerpo se negaba a reaccionar preso del miedo. Se hizo un largo silencio y pensé que se había marchado, pero cuando menos lo esperé las sabanas se destaparon dejando nuestros cuerpos a la vista de ella, Erebeth. Abrí los ojos rápidamente cuando un sonido extraño hizo que me alterase. La pérfida no había venido solo con las intenciones de descubrir nuestro cariño, sino que había venido también a matarnos y muestra de ello era el ataque repentino que había realizado haciendo que una daga se clavase en el hombro de Ash – ¡No, no, no!- el vampiro me tomó con su brazo ágil y me sacó rápidamente de la cama. ¡No podía ser cierto! Esta vez la herida del vampiro si que no iba a curarse y ante aquella mujer yo no tenia nada que hacer ¿Pero que diantres? Prefería perecer entre las manos de aquella bruja antes de ver como la vida de Ash se fugaba ante mis ojos. Cuando el joven se puso en pie me acerqué rápidamente a el para examinarle la herida sin perder de vista a la anfitriona. Estaba tan nerviosa que solo podía distinguir sangre, sangre, sangre que no desaparecía y tampoco iba a hacerlo. Posé mi mano sobre la suya para ayudarle a taponar la herida, no podía hacer otra cosa, era completamente inútil mi existencia en aquella habitación
Erebeth y Ash mantuvieron una conversación, que a diferencia de la que tubo el mismo y Norbet, esta la entendí mejor. Entendí que el pobre Mikah se encontraba en una situación mas dolorosa que la nuestra, comprendí el descabellado plan que la mujer tenía por origen de sus asesinatos, alcancé a entender un mínimo de lo que los vampiros consideraban a los humanos que acompañaban a los de su raza y sus ultimas palabras no entraron en mi consciencia. Entonces, la mujer se abalanzó hacia el joven y le propino un nuevo ataque con su daga justo en el estomago -¡No!- Cuando Ash cayó al suelo me puse de rodillas junto a el y tomé su cuerpo entre mis brazos. Acaricié su cara y alejé los cabellos de su rostro –No, Ash…no por favor- pasé la mano varias veces por su herida pero no había nada que hacer, nada que yo pudiese hacer. El llanto fue inevitable. Nunca habia temido tanto por la vida de una persona, nunca me habia encontrado con tanta incertidumbre y tanta impotencia como la que llegué a sentir en aquel momento. El joven se estremecía de dolor ante mí y la mujer estaba dispuesta a seguir con sus planes. Coloqué mi frente junto a la del vampiro y las palabras últimas dedicadas a mi de Erebeth, verdaderamente que las agradecí, pues el llamar al vampiro ‘’chupa sangre’’ hizo que se me ocurriese una idea que llevaba en mi cabeza meses y que pensé que no llegaría a realizar. Me daba miedo, temía que aquella pesadilla que tuve se llegase a convertir en la realidad, pero me daba igual, no iba a dejar que Ash se desangrase. Fingiendo que le abrazaba desesperadamente, rodeé el cuello del joven colocando su faz entre mi hombro y pecho –Muérdeme… y no pares- dije decidida, en un susurro cerca del oído del vampiro mientras lo abrazaba con fuerza para que no parase de beber aunque temiese por mi vida si aceptaba mi propuesta. Estaba dispuesta a poner de mi parte de una vez por todas. -¡Que romántico todo!... ¡Me da asco! Acabemos con esto de una vez por todas- la mujer se colocó a mis espaldas, tomó la daga con las dos manos y elevó los brazos dispuesta a hacer un tajo ascendente directo a mi espalda, para acabar con mi vida y la de Ash.
Keira Brandford- Humano Clase Baja
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Re: Viaje hacia lo inesperado
Los ojos del vampiro se convirtieron en un símil de focos verdosos cuando Keira le abrazó y ofreció aquel bendito alimento. Ash titubeó unos segundos, pero estaba demasiado débil como para pensar en nadie más, solo quería sobrevivir y salvar a la chica, sabiendo que si no la obedecía en aquella petición la perdería para siempre. Así que el nocturno abrió sus fauces despacio, mostrando unos blancos y afilados colmillos que se pronunciaron bajo el fulgor de la luna que entraba por el ventanal. Sus colmillos perforaron las ropas de la muchacha y se clavaron despacio en la piel de la joven, atravesando la carne para abrir paso a la sangre.
Al contrario que cualquier otro tipo de herida, aquella no hacía más que provocar un extraño placer mezclado con un ligero dolor que solo incrementaba aquella sensación, similar a la que Ash estaba sintiendo. Él se sentía rejuvenecer, sentía de nuevo su entorno, lo veía más claro que nunca. Se veía poderoso, superior a toda criatura existente a su alrededor, era el ser más cercano a Dios en kilómetros a la redonda, era inmortal, había regresado el verdadero Ash, el vampiro Antiguo.
Por otro lado, Bathory estaba preparada para asestar el golpe final con intención de ensartar a la joven bajo el sable, pero Ash se alzó raudo dejando a Keira caer a su lado para tomar el brazo de la mujer. La escena se tornaba cada vez más tétrica gracias a la sonrisa ensangrentada del muchacho que miraba a Bathory con aquellos ojos deslumbrantes y los cabellos revueltos, retomando aquel aspecto de demonio que hacía tiempo no mostraba. -¿Pero qué...? ¡Deberías estar yaciendo impasible a mis pies, como todos los hombres!- forcejeaba la mujer, sollozando al darse cuenta de su debilidad -Yo no soy un hombre- retorció su brazo lo suficiente para que el dolor la hiciera soltar la espada, que cayó al suelo con estrépito -...Tú...- sus ojos muertos parecían enlagrimarse -Soy tu anterior, soy un ancillae, un Antiguo... Sangre negra- la miró a los ojos durante unos segundos, lo suficiente para que Bathory percibiese a ese ser que tenía delante dentro de ella, como si intentase retorcerle el cerebro y sus pensamientos -Es así como deben acabar los cuentos para vampiros infantiles...- la mujer cedía, sus piernas temblaban, se flexionaban y terminaron por rendirse ante la grandiosidad de la criatura presente -No... no... ¡Te lo diré! ¡Te diré dónde se rumorea que han visto al Padre! ¡Te diré mis secretos, te dejaré mi hogar, seré tu esclava en todo lo que desees pero por favor... para!- los gritos desesperados de Elizabeth ahogaron la mansión en un constante escándalo que se pudo oir por doquier. Lo suficiente para que el victorioso Mikah que retozaba furioso sobre el cadaver de su agresor subió presto en pos de ayudar a su querido amo, pensando que estaba siendo torturado. Mas cuan grande fue su sorpresa al encontrar a la dama sangrienta retorciéndose de dolor en el piso mientras su señor se alzaba gigantesco ante ella -¡¿Dónde están?!- Elizabeth temblaba -¡Italia! ¡Los vieron en Italia!- gritó casi con placer al dejar de sentir aquel tremendo dolor de cabeza que la torturaba. Se llevó una mano a la boca y se la acarició despacio, saboreando el bienestar que sentía. Pero no duró demasiado, pues cuando alzó su mirada, un demonio antiguo alzaba un viejo sable que descendió con brutalidad sobre el rostro ya marchito de aquella vampiro, destajando su carne como si fuese mantequilla -Gracias- susurró envainando de nuevo su arma, observando el desfigurado rostro de Bathory.
Sin dedicarle una sola mirada a Mikah, se volvió hacia la muchacha para tomarla en brazos. Confiaba en que se encontrase bien después de haberla mordido, pues no había bebido demasiada sangre de ella, solo lo suficiente para poder resurgir de sus cenizas. -¡Nos vamos!- ordenó a Mikah, que salió disparado como alma que lleva el diablo hacia el coche. Por su parte, Ash descendía por las escaleras con cuidado de no molestar a Keira -No te preocupes, todo irá bien... Estás a salvo- decía con dulzura, pero esperando que la muchacha no le mirase, sabía que tendría el rostro salpicado de sangre además de presentar ese aspecto que la muchacha aborrecería.
Se apresuró una vez en el Hall a llegar al carruaje para subirla al asiento -¡Tú, ve a las habitaciones y recoge las maletas. Nuestro próximo destino es Italia, aprovechemos que la noche aún es joven y quizá podamos llegar a un lugar donde reposar antes de que salga el sol- dicho esto, Ash subió junto a la mujer y se sentó a su lado, abrazándola con mucho mimo y cuidado de no incomodarla mientras Mikah hacía su labor.
Un estallido del látigo sobre los maderos hicieron que los caballos iniciaran su marcha tras un largo y merecido descanso. Elizabeth había resultado saber lo que Ash anhelaba conocer; el supuesto paradero del Padre. Quizá la información no fuera cierta, pues bien dijo que eran rumores... aunque no perdía nada por probar suerte en aquel país. El coche prosiguió su camino durante los senderos nocturnos con un ritmo agradable, sin sobresaltos, solamente estaban él y Keira a su lado, protegida entre sus brazos, nadie la volvería a amenazar...
Al contrario que cualquier otro tipo de herida, aquella no hacía más que provocar un extraño placer mezclado con un ligero dolor que solo incrementaba aquella sensación, similar a la que Ash estaba sintiendo. Él se sentía rejuvenecer, sentía de nuevo su entorno, lo veía más claro que nunca. Se veía poderoso, superior a toda criatura existente a su alrededor, era el ser más cercano a Dios en kilómetros a la redonda, era inmortal, había regresado el verdadero Ash, el vampiro Antiguo.
Por otro lado, Bathory estaba preparada para asestar el golpe final con intención de ensartar a la joven bajo el sable, pero Ash se alzó raudo dejando a Keira caer a su lado para tomar el brazo de la mujer. La escena se tornaba cada vez más tétrica gracias a la sonrisa ensangrentada del muchacho que miraba a Bathory con aquellos ojos deslumbrantes y los cabellos revueltos, retomando aquel aspecto de demonio que hacía tiempo no mostraba. -¿Pero qué...? ¡Deberías estar yaciendo impasible a mis pies, como todos los hombres!- forcejeaba la mujer, sollozando al darse cuenta de su debilidad -Yo no soy un hombre- retorció su brazo lo suficiente para que el dolor la hiciera soltar la espada, que cayó al suelo con estrépito -...Tú...- sus ojos muertos parecían enlagrimarse -Soy tu anterior, soy un ancillae, un Antiguo... Sangre negra- la miró a los ojos durante unos segundos, lo suficiente para que Bathory percibiese a ese ser que tenía delante dentro de ella, como si intentase retorcerle el cerebro y sus pensamientos -Es así como deben acabar los cuentos para vampiros infantiles...- la mujer cedía, sus piernas temblaban, se flexionaban y terminaron por rendirse ante la grandiosidad de la criatura presente -No... no... ¡Te lo diré! ¡Te diré dónde se rumorea que han visto al Padre! ¡Te diré mis secretos, te dejaré mi hogar, seré tu esclava en todo lo que desees pero por favor... para!- los gritos desesperados de Elizabeth ahogaron la mansión en un constante escándalo que se pudo oir por doquier. Lo suficiente para que el victorioso Mikah que retozaba furioso sobre el cadaver de su agresor subió presto en pos de ayudar a su querido amo, pensando que estaba siendo torturado. Mas cuan grande fue su sorpresa al encontrar a la dama sangrienta retorciéndose de dolor en el piso mientras su señor se alzaba gigantesco ante ella -¡¿Dónde están?!- Elizabeth temblaba -¡Italia! ¡Los vieron en Italia!- gritó casi con placer al dejar de sentir aquel tremendo dolor de cabeza que la torturaba. Se llevó una mano a la boca y se la acarició despacio, saboreando el bienestar que sentía. Pero no duró demasiado, pues cuando alzó su mirada, un demonio antiguo alzaba un viejo sable que descendió con brutalidad sobre el rostro ya marchito de aquella vampiro, destajando su carne como si fuese mantequilla -Gracias- susurró envainando de nuevo su arma, observando el desfigurado rostro de Bathory.
Sin dedicarle una sola mirada a Mikah, se volvió hacia la muchacha para tomarla en brazos. Confiaba en que se encontrase bien después de haberla mordido, pues no había bebido demasiada sangre de ella, solo lo suficiente para poder resurgir de sus cenizas. -¡Nos vamos!- ordenó a Mikah, que salió disparado como alma que lleva el diablo hacia el coche. Por su parte, Ash descendía por las escaleras con cuidado de no molestar a Keira -No te preocupes, todo irá bien... Estás a salvo- decía con dulzura, pero esperando que la muchacha no le mirase, sabía que tendría el rostro salpicado de sangre además de presentar ese aspecto que la muchacha aborrecería.
Se apresuró una vez en el Hall a llegar al carruaje para subirla al asiento -¡Tú, ve a las habitaciones y recoge las maletas. Nuestro próximo destino es Italia, aprovechemos que la noche aún es joven y quizá podamos llegar a un lugar donde reposar antes de que salga el sol- dicho esto, Ash subió junto a la mujer y se sentó a su lado, abrazándola con mucho mimo y cuidado de no incomodarla mientras Mikah hacía su labor.
Un estallido del látigo sobre los maderos hicieron que los caballos iniciaran su marcha tras un largo y merecido descanso. Elizabeth había resultado saber lo que Ash anhelaba conocer; el supuesto paradero del Padre. Quizá la información no fuera cierta, pues bien dijo que eran rumores... aunque no perdía nada por probar suerte en aquel país. El coche prosiguió su camino durante los senderos nocturnos con un ritmo agradable, sin sobresaltos, solamente estaban él y Keira a su lado, protegida entre sus brazos, nadie la volvería a amenazar...
Ash Ravnos- Vampiro Clase Alta
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