Solo una leve gota de sangre. [Stephen Windsor]

por Invitado Dom Jul 04, 2010 5:52 pm

Política social, aristocracia imperial, dos términos que aborrecían a muchos más albergaban a otros dentro de sus culpables placeres y los que estos ofrecían, todos caían rendidos a tus pies por ser un figura de alto mando social, te creía un dios, una anomalía rodeada de riquezas y dinero que con un solo sonar de dedos tenias el mundo y sus alrededores a tus pies, eso sin embargo me causaba una extensa e irónica risa, la ingenuidad de los seres humanos no tenia limites, su ignorancia, sus bajos dejes de grandeza, no sabían nada, no tenían ni la más remota idea que en su "mundo equilibrado" existían mas creaturas que ni en sus peores sueños se hubieran imaginado, capaces de seducir, asesinar, tomar lo mejor de los seres humanos en sus manos para luego desperdiciarlo a su antojo, curioso, pero muy cierto, o eso pensaba mientras estaba sentada en uno de los bancos de piedra que rodeaban mi castillo, una copa del más antiguo vino reposaba en mis manos y embriagaba mis labios con su exquisito sabor, mis piernas cruzadas cubiertas por ajustados pantaloncillos y botas de cuero daban a mi posición un aire vago y simple, mis dedos delineaban el brillo del cristal de uno de los mejores juegos de copas de mi castillo mientras mi vista seguía cada movimiento de los humanos presentes en los jardines de mi morada, no crean, aun el espectáculo de tortura y esclavitud de inútiles mortales bajo mi mando no era visto, al contrario, una clase de equitación junto a las figuras de clase alta del mundo humano era el escenario presentado frente a mis ojos y causante de mi vestuario, las luces del atardecer y los matices naranjas y purpuras indicaban el pasado ocaso que se desvanecía dándole paso al manto nocturno, era la única oportunidad donde cumplía tal capricho pasando por alto las absurdas preguntas de los docentes que con varias monedas a parte de su paga se conformaban y dejaban a un lado sus interrogatorios sin sentido.

-Todo esta listo Lady Lefevre, si lo permite vendremos la semana próxima, puede avisarnos si desea un cambio de horarios. Malcon era un hombre mayor, ya entrado en edad, poseía muchos conocimientos de la historia parisina, aunque su charla continua solo se tratase de su familia, era por ello que mi trato con el no era muy constante a menos que fuera referente a su paga y a sus deberes como maestro, estaba encantado de ocupar ese puesto en mis intereses, claro está que no sabía de mi naturaleza y se contrariaba por el momento que le dedicaba a su enseñanza, sin embargo no hay nada que el dinero no pueda pagar y su silencio estaba seguro solo con un poco de mi fortuna, en cambio...su ayudante, un joven se rasgos tropicales y exquisitos, una piel dorada acompañada de unos ojos del color de la miel, su cabello negro bien peinado para ser de una clase media y trabajar con aquel molesto anciano, su mirada me recorría totalmente, mi rostro, el modesto escote de la camisa blanca ajustada por un corsé negro como la noche, mis piernas y el blanco pantalón, no perdía detalle y eso me enorgullecía, coloque uno de mis formados bucles tras mi oído e incline la cabeza con cortesía -No ha de preocuparse Lord De Rosse, le informare con algunos de mis criados si hay algún cambio, nuevamente agradezco su asistencia. Parecía apresurado ya que tras una inclinación se retiro de los jardines guiado por una de mis criadas, su ayudante permaneció intacto en su posición, a Malcon no pareció molestarle su presencia ya que el resonar de los caballos me aviso que se había retirado, el está frente a mi, repitiendo lo insignificante que era y sin saber lo que le esperaba.

Mi mirada repaso sus rasgos nuevamente y enseguida capte sus intenciones, era atrevido y no le temia a nada, para sus ojos solo era un duquesa, una mujer facil de dominar, alguien que cedería a sus deseos por un encuentro furtivo de miradas, que lamentable...lo errado que estaba. No es necesario narrar todos los detalles ocurridos, el me seguía, cada uno de mis pasos e intentaba tomar mi cuerpo, tocar mi piel pero como si de una serpiente se tratase huía con facilidad y en menos tiempo del pensado, guiado por mis encantos nos hallamos en el bosque, fue entonces que agradecí que cerca de mí se encontrara aquel místico, solitario y oscuro lugar, solo la luna y el roce de las ramas formaban parte del audio para ambos cuando mi espalda se poso en un árbol dándole la bienvenida...a lo desconocido. Ingenuamente se acerco a mi persona, no perdió tiempo y sus aventureras manos tomaron mi cintura, estaba decidido, seguro a que mis deseos se igualaban a él, sus labios navegaron por mi cuello, dando besos torpes y deseosos, lo dejaría disfrutar solo unos segundos más, me apretó a su cuerpo con sus cálidas manos en mi espalda y fue cuando decidí dar pie a la función, mis labios buscaron los suyos y tras un frio beso pasaron a su cuello, dejando solo segundos aquel contacto para que lo disfrutara, para que cayera rendido ante mí, encontré aquel lugar, suave y sensible, cálido ante mis labios y apetecible bajo mi nariz, no lo pensé mas y mis colmillos se mostraron en su inmensidad y simplemente...el murió. Sus ojos se abrieron de par en par ante la incisión y de forma rápida bebí su sangre hasta saciarme y dejarlo inerte, helado y sin vida, deje caer el cuerpo sin importar mas y lo vi con una cínica sonrisa, sus ojos mirando al cielo pidiendo una inútil fe que nunca apareció, como si de un muñeco de porcelana se tratase, la incisión estaba cubierta por su blanca camisa, no había muestras de sangre y mi satisfacción era completa, empecé a caminar a mi hogar, mis ojos brillaban en contraste con la luna y fue cuando me detuve y voltee a ver el rostro inerte tras de mi -No lo tome a mal Monsieur, solo fue una leve gota de sangre. Reí sarcásticamente haciendo repicar las campanillas que incluía mi voz y fue entonces cuando seguí mi camino guiado por el brillo nocturno.

por Invitado Miér Jul 07, 2010 1:48 am

Cuando caía el atardecer, me levanté de mi cama sin muchos ánimos, me sentía algo débil y sabía bien la razón..."La sed". Nunca me había gustado el hecho de dormir en un sótano o en algún ataúd, prefería tener mi vida lo más cercana a la humana posible, es lo que quería y así lo hacía además las cortinas eran lo bastante gruesas como para prohibir el paso a cualquier rayo solar que quisiera entrar. Al levantarme y cambiarme de ropa a la usual me percaté que no se escuchaba demasiado ruido y lo más seguro era que mis hermanos no estuvieran ahí.

Salí de mi habitación viendo como los sirvientes y mayordomos ponían la vista sobre mi, solo hice un gesto con mi mano para saludarlos, no me quería acercar demasiado debido a mi sed. El que se atrevió a acercarse, y siempre lo hacía, era Phillipe, un mayordomo que conocía hace tantos años ya y siempre se daba cuenta cuando me sucedía algo, el se acercó a mi para decirme algo, era lo obvio - Monseiur Windsor, ¿Está usted sediento? - Me susurró sin dudar, él siempre había sido así y no me temía, cosa que agradecía bastante. - Si Phillipe...y bastante - comenté encogiéndome de hombros, todos los presentes sabían nuestro secreto pero sabían que no podían decírselo a nadie ya que estaban amenazados de muerte.

Noté como Phillipe se ponía ansioso - Monseiur, si gustad puede beber de mi - me dijo cabizbajo, el era siempre tan amable y considerado, yo iba a seguir mi camino pero puse una de mis manos en su hombro - No te preocupes, esta noche saldré a cazar - le dirigí una sonrisa y seguí mi camino, saliendo a los terrenos de lo que ahora era mi hogar, vi como uno de mis hermanos estaba sentado leyendo, no le presté atención y fui donde estaba uno de los carruajes para pedirle a alguien que me llevara al bosque, si tenía suerte me encontraría a algún humano o sino me conformaría solo con algún animal.

La persona encargada del carruaje no dudó siquiera un segundo en aceptar en llevarme, el sabía perfectamente a lo que iba y no preguntó nada en absoluto, tenía mi mirada fija en la ruta con mis oídos bien atentos por si alguien decidía atacarnos pero no había sido así. Una vez que llegamos mi carruaje se alejó de aquél lugar para estar a salvo y yo comencé mi cacería, solo vi a un par de animales los cuales no dudé en atacar, pero no se me hacía suficiente ya que hace mucho no bebía sangre humana y mi estado físico comenzaba a deteriorarse, a lo lejos vi dos figuras notando rápidamente que era una vampira y un humano, sabía en lo que eso terminaría.

Me acerqué a ambos sigilosamente, tomando en cuenta que el humano no debía verme porque obviamente no era la idea entorpecer la caza de un vampiro hambriento, una vez que lo vi en el suelo caminé normalmente sin importarme si ella me veía o no, inspeccioné al humano muerto notando que no le quedaba ni una sola gota de sangre y solo sonreí - Ha sido un trabajo limpio, por un momento tuve las esperanzas de encontrar algo - comenté encogiéndome de hombros sonriente, mi idea de beber sangre humana se habían esfumado por esa noche.

por Invitado Miér Jul 07, 2010 11:33 am

No había dado muchos pasos, aun no me alejaba por completo para que el lugar solo quedara de fondo para la imagen de una figura maldita posterior a uno de sus tantos crímenes. Deseaba con verdadero querer el aire de mi hogar, el silencio de mi habitación, el roce de las cortinas con el aire nocturno que se desprendía del manto estrellado e infinito, era como mi paraíso personal después de escrutar la vista sin vida y fría de los cadáveres que utilizaba en su momento de vida para mis propios fines. Además del sonido armónico y atrayente de mi violín cuando necesitaba transportarme a otro tipo de ambiente que no tuviera nada que ver con mi diario vivir o las copas de vino que de alguna forma exquisita me llenaban y daban un gusto diferente a mi paladar.

Iba a retirarme finalmente cuando sentí un olor diferente, no era la frescura del bosque oscuro, ni tampoco el hedor fétido y simple del cadáver que reposaba bajo la copa del árbol mezclado con un perfume barato y sin esencia definida aparente, era un aroma ya conocido para mi, exótico y de un dulce amargo, suena contradictorio pero era referido a lo adictivo que podía llegar a ser tan simple efluvio inmortal, si, a eso me refería, no era cualquier humano curioso que a altas horas se despierta para analizar los misterios del bosque, era una figura inmortal y divina como tantas que había visto en mi recorrido de la eternidad, su voz me hablo, una voz varonil y grave al oyente que tuviera el placer de escucharla, hablaba de un modo simple, casual y despreocupado como si poco le importara perder la esperanza de sangre humana esa noche, aun de espalda solté una risa musical, sin ningún aparente de sarcasmo o ironía, solo simple y armoniosa -De saber que no sería la única hubiera controlado mi sed Monsieur, pero nos encontramos en los bosques parisinos, siempre hay un curioso que no cesa de buscar los peligros a los que ilusamente no teme. Mis ojos se dirigieron a mis alrededores, a las hojas secas de algunos árboles que por su debilidad caían en un camino guiado por el viento, las aves nocturnas ocultándose del terror de la noche en sus cálidos nidos, solo la musicalidad de nuestras voces era escuchada y las pisadas realizadas en el camino que deseábamos, me voltee haciendo que mis bucles suaves y bien formados se acoplaran en la caída de mis hombros y lo que esto ameritaba y sin mas preámbulos me acerque a aquel desconocido de la noche.

Solo unos pasos y el tronar de las ramas rotas fueron necesarios para acabar a una distancia considerable de aquel ser, era como cada uno de nosotros, una tez pálida y de apariencia fuerte, rasgos finos y perfectamente formados, un brillo en sus ojos claros y la virilidad y fuerza reflejada en cada una de sus masculinas facciones, una complexión fuerte sin exageraciones, no erraba bajo ningún concepto al decir que él era un no-muerto como coloquialmente nos llamaban en las leyendas de los pueblos lejanos. Me incline hacia el chico muerto de rasgos tropicales, ni de su nombre había tenido idea, pase mis dedos por su frio e inerte rostro, por su cuello donde solo la sangre caliente y sin utilidad corría inútilmente tras los últimos pasados latidos de su corazón -A veces me pregunto que sentirán cuando descubren que no somos lo que piensan. Era como una conversación con mi subconsciente solo que esta vez los pensamientos habían escapado en voz alta, bien era sabido mi cambio de temperamento y aquella interrogante sonó con una intervención inocente y una curiosidad infantil que esperaba ser contestada, alce mis ojos grises ante el joven presente y me levante con cuidado mientras veía sus ojos, o lo que me permitía la luz del astro lunar, solo podía percibir su brillo y la figura mística iluminada por el manto nocturno -Amelie Lefevre. No necesite una presentación aristocrática, solo un nombre fue lo que mis labios brotaron mientras me quedaba quieta con mi vista fija en el, como dos figuras de mármol forjadas por el más famoso artista cuya belleza no tiene comparación y sosiega al vidente que tenga el placer de solo observarlas de reojo.

por Invitado Sáb Jul 10, 2010 12:54 am

La noche estaba tranquila, el sonido de las hojas secas resonaban con cada uno de mis pasos mientras veía a la otra inmortal. Ella no mostraba ninguna incomodidad por haber sido avistada por otro de su tipo mientras comía, pero claro, después de tanto tiempo todos debíamos estar acostumbrados a ser visto por nuestros pares ya que hasta debimos cazar más de una vez en grupo.

Compartir su alimento, mencionaba ella, lo que me pareció gracioso, aunque pudo haber sido agradable, la sed de sangre humana ya era necesaria en estos tiempos y no podría depender siempre de la sangre animal, una pequeña probada de aquel humano no habría estado mal - Bueno, podré buscar alguna otra presa esta noche - Dije con cierta calma, cuando en realidad si habría esperado compartir aquella sangre.

Me quedé rondando al cuerpo muerto de aquel hombre que había sido derrotado por los encantos de esta mujer, escuchando el sonido de mis pasos y los de ellas, el sonido de la noche era ninguno, los animales sabían a qué se enfrentaban ahí, por lo que era más seguro permanecer ocultos en sus madrigueras y nidos. Decisión bastante sabia de ellos ya que después de todo, era su instinto, no así el de los humanos que eran curiosos, intrigados, llevados por el peligro, lo que finalmente acabaría como aquel junto a mis pies.

Para cuando me di cuenta la mujer ya estaba cerca de mí, sus ojos mostraban claramente la satisfacción de su presa, al parecer estaba examinando mi contextura. Se comenzó a inclinar a mi lado, solo para ver que en realidad se acercaba al muerto, ahí fue cuando ella murmuró su pregunta. - Que pensarán?... - Me dije a mi mismo en un susurro, aun que de todas maneras sabía que ella lo habría escuchado. Fue cuando comencé a pensar, que sentirán, era una curiosa pregunta el saber si sentían miedo o algo por el estilo, ¿Cuándo fue la última vez que cacé un humano? Ha pasado un largo tiempo y nunca me he fijado en sus expresiones, después de todo, uno debe ser rápido para atacar y alimentarse.

- Supongo, que tiempo no hemos de tener para detenernos en pensar en esos pequeños detalles cuando la sed nos convoca… Habremos de asumir que es miedo. - Contesté finalmente a la pregunta. Ya llevaba tantos siglos sin ser humano que no recordaba como era que me intrigó la pregunta de la vampira.

Cuando dijo su nombre pude reconocerla de inmediato, no era cualquier mujer, era de la realeza, su nombre era destacado, más de alguna vez debí de haberme cruzado con ella sin haberlo notado, alguna cena o celebración importante donde nos invitan. - Stephen Windsor - Contesté - Un gusto en conocerla - Agregué formalmente.

por Invitado Jue Jul 29, 2010 3:59 pm

Humanos como aquel había de sobra, de hecho existían mas de lo que se pudiese imaginar, no solamente debían de caer ante nuestros encantos ya que era cierto que tanto vampiros como vampiresas sin importar el género, alcanzábamos el triunfante sabor del éxito al usar nuestra sensualidad y delicadeza con los pobres humanos que sin saberlo se dejaban llevar por palabras armónicas y joviales que los conllevaban a un fin seguro que ni ellos mismos sospechaban, no, había mas, con tan solo una mirada a nuestros brillantes y penetrantes ojos un pobre mortal podía caer ante cualquiera de nuestras peticiones, no había necesidad de uso de don alguno, tan siquiera las mas legendarias y antiguas habilidades, quedaban desquiciados, anhelantes ante nuestra mirada, nuestra belleza, la maravilla de que habíamos tenido una especie de compasión al fijarnos en ellos así sea para lograr nuestros más oscuros fines, y todo acababa en ello...en el miedo -No tenga duda de que encontrara el éxito en tal búsqueda, muchos curiosos vienen al bosque a estas horas. Asegure con un tono de voz un tanto inocente y armónico, una sonrisa suave y delicada se curvo en mis carnosos labios, como si con ella asegurara la dependencia de lo que decía.

Si me daba cuenta, poca conveniencia me había traído el hacer esa pregunta a viva voz, a los hilos de viento que transcurrían a nuestro alrededor y que había hecho que de alguna forma y otra el hubiera escuchado mi parlamento y respondiera a mi duda. No, no lo tomaría como una duda, sabia el miedo, sabia el temor que nosotros mismos transmitíamos, la piel erizada de un mortal cuando nuestros filosos colmillos traspasaban su fina piel en busca de aquel elixir, ese liquido divino y necesario que llenaba nuestros más profundos placeres, los ojos desorbitados, el frio posterior, las suplicas acalladas en una voz que no podría salir, como nos apretaban rogándonos piedad sin saber que no la obtendrían, que era lo que menos podrían pedirnos, algunas lagrimas en las jóvenes mujeres que se perderían la flor de su juventud, luchas imperdibles de los hombre que pensaban que con un golpe podrían detenernos...mas y mas reacciones pasaban como los hilos de una obra de teatro por mi memoria, muchas vistas y vividas pero que sin embargo solo me hastiaban, me aburrían, solo eso podían causar en mi, lastima y burla, internamente y aunque no compaginaba con las facciones que en aquel momento mantenía, era lo que sentía, en aquel profundo y oscuro abismo que simbolizaba mi inexistente corazón -Ciertamente opino lo mismo, esos insignificantes detalles no valen la pena, ellos...no valen la pena. Hice una mueca de una irónica lastima que fue sustituida a los segundos por una repentina sonrisa, me aparte del cadáver quedando a unos pocos metros del joven inmortal.

Mis pensamientos sobre la victima que esa noche me había visto antes de cerrar sus ojos por última vez se vieron apartados cuando aquel inmortal juvenil de suave voz menciono su nombre, enseguida mis ojos se toparon con los suyos y pude reconocerlo, entendiendo a su vez la familiaridad que tan extraña se me hacía. No era alguien cualquiera, un inmortal como los demás, al contrario era de una clase elevada, una clase alta que poseía grandes riquezas y mas allá de lo que se pudiera imaginar, si lo había visto, en esos eventos a los cuales asistíamos solo los pudientes y poderosos, no habíamos entablado conversación alguna mas sin embargo recordaba a la perfección a todos los rostros vistos esa noche, cada uno de ellos con detalles, incluso el de mi acompañante -Un placer conocerle joven Windsor al igual que verlo de nuevo. Comente con una leve inclinación de mi cuerpo y mi rostro donde mis cabellos, como era de esperarse, aprovecharon a oportunidad para caer por mis hombros como suaves y bien formados resortes todo aquello como una costumbre ante las presentaciones. Aun no recordaba el evento social en que lo había visto, eran variados a lo que asistía y sinceramente no tenía la intención de seleccionar el buscado. No rompí el contacto visual que manteníamos, era de mi agrado mantenerlo puesto que lo consideraba una muestra de educación además de los detalles de pensamientos y gestos que constantemente dejaban mucho a decir -Así que su intención en venir a este lugar era encontrar alguna especie de presa. Asegure aunque todo daba a una interrogante tras de sí que el podría responder si lo deseaba. Apoye mi espalda en el tronco de un árbol que se encontraba tras de mí, no era necesario pero solo fue una reacción ante la conversación que se había establecido.

Offf: Lamento la tardanza, deberes que hacer Smile

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