AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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El despertar de la Musa
2 participantes
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El despertar de la Musa
La muerte, como la dulce amiga que es, nos visita, se sienta a nuestro lado y nos contempla en silencio.
Sus ojos vacios nos miran sin reproche ni sentimiento alguno, simplemente curiosa de nuestra forma.
Ella espera en silencio a nuestro lado, como si deseara que ocurriese algo…Pero hace mucho tiempo que nos vino a buscar y aquí seguimos.
De vez en cuando continúa visitándonos. Pues aun espera que queramos acompañarla, sin saber que no podemos seguirla…Sin sospechar que nunca podremos caminar junto a ella…
Sin embargo en aquel momento yo sentía que la muerte me había llevado.
Pues en aquel momento la desolación me impedía ver algo que tuviese sentido, en aquel instante no había mas que vacío para mi, cerré los ojos y espere sin respirar. Esperé que ocurriese algo que me hiciese reaccionar, levantarme… y seguir viviendo…
Pasaron los segundos y yo espere…y espere sin que ocurriese nada.
Sin embargo de pronto alguien respiro tomando una gran bocanada de aire con desesperación.
Abrí los ojos, y por un momento pensé que me hallaba entre pesadillas, pero recordé que ya no tenía que dormir para encontrarme en una. Pero no se trataba de eso.
Contemple con asombro sus espasmos, sus movimientos bruscos, y de pronto su columna, que se arqueaba a la vez que ella despertaba, levantándose con rapidez, con fuerza y con violencia. Teniendo en su rostro los rasgos totalmente definidos, así como también su tés que ahora se mostraba aun más pálida en total oposición con sus ojos azules, antes tan calmados y pacíficos y ahora tan chispeante y vivos, como si por ellos manase la electricidad. Sus labios rojizos y carnosos mostraban una dentadura perfecta y blanca, cuyos colmillos asomaban indicando de ese modo que ella estaba lista para actuar.
Una sonrisa apareció en mi rostro, ella estaba viva…Ella vivía!!!...Y sus ojos, sus actos, su cuerpo, sus labios…Todo habia cambiado, ella seguía siendo la misma, sin embargo sus rasgos se habían perfeccionado aun mas, aunque eso fuese casi imposible de creer para mi.
Me quede por un momento petrificado. Sintiéndome desbordado de alegría y a la vez lleno de angustia.
¿Qué había hecho!?...La había condenado!! Verla allí en todo su esplendor significaba que acababa de condenarla a la sed eterna. Y lo había hecho por egoísmo, por no querer perderla…Por no poder vivir sin su presencia…
Pero no me arrepentía, aunque sabia que ahora me exponía a su infinito odio y a su eterno desprecio.
Observe como ella aniquilaba a aquella mascota que acercándose había alertado sus reflejos ahora extremadamente rápidos, ágiles y certeros.
Esa mirada y esa posición me eran demasiado familiares. Su cuerpo se levanto agil haciendo ademán de querer salir de aquella habitación.
Me levante de un salto y le tome por la espalda sosteniendo sus brazos y su tórax con fuerza a la vez que empujaba de ella conmigo hacia atrás. Ambos caímos al suelo con violencia mientras nos revolvíamos. Ella aun de espaldas a mi y sobre mi intentaba liberarse de mi abrazo, pero yo le sostuve con fuerza impidiéndoselo.
Rox! Rox cálmate! Tranquila!... Soy yo! Soy yo cielo! ...No voy a soltarte, así que no luches contra mi! Sus uñas se agarraron a mi carne rasguñándose y entonces yo acerque una de mis muñecas a su rostro. Ella agarro mi brazo enterrándome las uñas y sus dientes encontraron mi piel desgarrándola con sus afilados dientes para después beber de mí con ansias como había hecho yo con ella esa misma noche.
Su sed infinita me preocupó, tenia que sacarla de allí o todos los que estuviesen cerca peligrarían, entendía demasiado bien como se sentía ella en aquel momento. Nada bastaría para saciarla.
Le sostuve con un brazo lo más fuertemente que pude, mientras ella se distraía y me mordía, bebiendo con necesidad y posesión, masticando incluso mi carne para obtener mas de mi, mientras yo intentaba calmar su mente entrando en ella y sosegándola un poco, aunque sabia que su conversión y su transformación en neófita le impedirían querer parar,ella iba a estar demasiado sedienta y su sed le haría imparable. Era asi como funcionaba, una vez empezabas simplemente no podias contenerte mas…
Tenia que llevarla lejos.
Le deje beber hasta que note que el que empezaba a cansarse era yo. Ella aprovecho ese pequeño momento en que mis fuerzas flaquearon para soltarse de mi agarre, pero yo tome uno de sus brazos y levantándome con ella forcejee ante sus manos que empujaban mi rostro hacia atrás y desgarraban la piel de mi cuello y pecho con sus uñas intentando liberarse de mi.
Se removió aun inquieta y yo forcejee agarrando sus brazos y cayendo sobre ella en la cama, tomé las mismas sabanas y procuré enredarlas en sus manos y brazos, entorpeciendo así sus movimientos. Rodamos sobre el lecho ante gritos y pataleos que nos hicieron caer de esta, mientras yo me sentaba sobre ella y utilizaba la tela para envolverla aun mas.
Rox me miro iracunda, enseñándome los colmillos con una mirada antinatural llena de odio hacia mi. Y yo con el cabello en la cara y el cuerpo desgarrado en parte le contemplé notando la respiración agitada y el dolor ante sus rasguños. Sintiendo como los colmillos también habían aflorado ante el hambre que me había vuelto a surgir por el hecho de que ella bebiese de mi.
-Lo siento querida…Créeme… Hago esto por tu bien...Espero que algun dia puedas perdonarme por todo lo que te he hecho esta noche...Pero no me queda otra opción... Entré en su mente con fuerza, doblegándola de forma tajante, severa. Sabiendo que incluso podría causarle cierto dolor por querer manipular sus sentidos. Pero no tenía otra alternativa. Entré en su mente obligándola a sentirse extremadamente cansada, ordenando a su cuerpo mantener rigidez, impidiendo que sus músculos se moviesen y confundiendo su mente, para que no pudiese saber con certeza que ocurría, incitandola a la somnolencia. Sabía que la sed impediría que se durmiese, pero al menos por un rato ella estaría lo suficientemente confusa como para sacarla de allí.
Envuelta y precipitadamente amordazada con las sabanas, le tome desde el suelo y situándole sobre mi hombro me dispuse a llevarla. Teníamos que irnos de allí, y aquel era el momento.
....
Pasaron unas cuantas horas hasta que llegamos al destino que tenia en mente. Nos ubicábamos en las afueras, en las montañas de los Pirineos. Lo suficientemente lejos de Paris como para no reconocer a nadie, ni para que se levantase ninguna sospecha sobre nosotros.
Roxanne a mi lado descansaba aun confusa sobre la hierba, amordazada ahora con cuerdas que le había puesto antes de aquel improvisado viaje. Mientras yo esperaba cerca suyo que despertase totalmente de aquel estado de confusión y rigidez, ella rompería las cuerdas con facilidad y se liberaría sin problemas en cuanto sus reflejos volviesen a estar al cien por ciento.
Tome una bocanada de aire e intente pensar con calma. Aquella noche había sido extremadamente larga, y habían demasiadas cosas rondando en mi cabeza. Pero solo una importaba y eso era que ella esta bien. Al fin estaba bien...
La muerte se había ido y se había marchado sola. Yo me había encargado de despedirla sin saber si era eso lo que ella deseaba. Pero ya no había vuelta atrás, esperaría su odio y su desprecio de buen gusto si era así como debía ser...
Frente nuestro las montañas se alzaban esplendorosas entre las sombras de la naturaleza. Sobre nosotros la oscuridad de la noche y el brillo de las estrellas nos iluminaban tenuemente, con una belleza infinita.
Relativamente cerca se apreciaba un pequeño pueblo, con habitantes que seguramente dormirían tranquilos, en calma y totalmente ajenos al gran peligro que les rodeaba.
Sus ojos vacios nos miran sin reproche ni sentimiento alguno, simplemente curiosa de nuestra forma.
Ella espera en silencio a nuestro lado, como si deseara que ocurriese algo…Pero hace mucho tiempo que nos vino a buscar y aquí seguimos.
De vez en cuando continúa visitándonos. Pues aun espera que queramos acompañarla, sin saber que no podemos seguirla…Sin sospechar que nunca podremos caminar junto a ella…
Sin embargo en aquel momento yo sentía que la muerte me había llevado.
Pues en aquel momento la desolación me impedía ver algo que tuviese sentido, en aquel instante no había mas que vacío para mi, cerré los ojos y espere sin respirar. Esperé que ocurriese algo que me hiciese reaccionar, levantarme… y seguir viviendo…
Pasaron los segundos y yo espere…y espere sin que ocurriese nada.
Sin embargo de pronto alguien respiro tomando una gran bocanada de aire con desesperación.
Abrí los ojos, y por un momento pensé que me hallaba entre pesadillas, pero recordé que ya no tenía que dormir para encontrarme en una. Pero no se trataba de eso.
Contemple con asombro sus espasmos, sus movimientos bruscos, y de pronto su columna, que se arqueaba a la vez que ella despertaba, levantándose con rapidez, con fuerza y con violencia. Teniendo en su rostro los rasgos totalmente definidos, así como también su tés que ahora se mostraba aun más pálida en total oposición con sus ojos azules, antes tan calmados y pacíficos y ahora tan chispeante y vivos, como si por ellos manase la electricidad. Sus labios rojizos y carnosos mostraban una dentadura perfecta y blanca, cuyos colmillos asomaban indicando de ese modo que ella estaba lista para actuar.
Una sonrisa apareció en mi rostro, ella estaba viva…Ella vivía!!!...Y sus ojos, sus actos, su cuerpo, sus labios…Todo habia cambiado, ella seguía siendo la misma, sin embargo sus rasgos se habían perfeccionado aun mas, aunque eso fuese casi imposible de creer para mi.
Me quede por un momento petrificado. Sintiéndome desbordado de alegría y a la vez lleno de angustia.
¿Qué había hecho!?...La había condenado!! Verla allí en todo su esplendor significaba que acababa de condenarla a la sed eterna. Y lo había hecho por egoísmo, por no querer perderla…Por no poder vivir sin su presencia…
Pero no me arrepentía, aunque sabia que ahora me exponía a su infinito odio y a su eterno desprecio.
Observe como ella aniquilaba a aquella mascota que acercándose había alertado sus reflejos ahora extremadamente rápidos, ágiles y certeros.
Esa mirada y esa posición me eran demasiado familiares. Su cuerpo se levanto agil haciendo ademán de querer salir de aquella habitación.
Me levante de un salto y le tome por la espalda sosteniendo sus brazos y su tórax con fuerza a la vez que empujaba de ella conmigo hacia atrás. Ambos caímos al suelo con violencia mientras nos revolvíamos. Ella aun de espaldas a mi y sobre mi intentaba liberarse de mi abrazo, pero yo le sostuve con fuerza impidiéndoselo.
Rox! Rox cálmate! Tranquila!... Soy yo! Soy yo cielo! ...No voy a soltarte, así que no luches contra mi! Sus uñas se agarraron a mi carne rasguñándose y entonces yo acerque una de mis muñecas a su rostro. Ella agarro mi brazo enterrándome las uñas y sus dientes encontraron mi piel desgarrándola con sus afilados dientes para después beber de mí con ansias como había hecho yo con ella esa misma noche.
Su sed infinita me preocupó, tenia que sacarla de allí o todos los que estuviesen cerca peligrarían, entendía demasiado bien como se sentía ella en aquel momento. Nada bastaría para saciarla.
Le sostuve con un brazo lo más fuertemente que pude, mientras ella se distraía y me mordía, bebiendo con necesidad y posesión, masticando incluso mi carne para obtener mas de mi, mientras yo intentaba calmar su mente entrando en ella y sosegándola un poco, aunque sabia que su conversión y su transformación en neófita le impedirían querer parar,ella iba a estar demasiado sedienta y su sed le haría imparable. Era asi como funcionaba, una vez empezabas simplemente no podias contenerte mas…
Tenia que llevarla lejos.
Le deje beber hasta que note que el que empezaba a cansarse era yo. Ella aprovecho ese pequeño momento en que mis fuerzas flaquearon para soltarse de mi agarre, pero yo tome uno de sus brazos y levantándome con ella forcejee ante sus manos que empujaban mi rostro hacia atrás y desgarraban la piel de mi cuello y pecho con sus uñas intentando liberarse de mi.
Se removió aun inquieta y yo forcejee agarrando sus brazos y cayendo sobre ella en la cama, tomé las mismas sabanas y procuré enredarlas en sus manos y brazos, entorpeciendo así sus movimientos. Rodamos sobre el lecho ante gritos y pataleos que nos hicieron caer de esta, mientras yo me sentaba sobre ella y utilizaba la tela para envolverla aun mas.
Rox me miro iracunda, enseñándome los colmillos con una mirada antinatural llena de odio hacia mi. Y yo con el cabello en la cara y el cuerpo desgarrado en parte le contemplé notando la respiración agitada y el dolor ante sus rasguños. Sintiendo como los colmillos también habían aflorado ante el hambre que me había vuelto a surgir por el hecho de que ella bebiese de mi.
-Lo siento querida…Créeme… Hago esto por tu bien...Espero que algun dia puedas perdonarme por todo lo que te he hecho esta noche...Pero no me queda otra opción... Entré en su mente con fuerza, doblegándola de forma tajante, severa. Sabiendo que incluso podría causarle cierto dolor por querer manipular sus sentidos. Pero no tenía otra alternativa. Entré en su mente obligándola a sentirse extremadamente cansada, ordenando a su cuerpo mantener rigidez, impidiendo que sus músculos se moviesen y confundiendo su mente, para que no pudiese saber con certeza que ocurría, incitandola a la somnolencia. Sabía que la sed impediría que se durmiese, pero al menos por un rato ella estaría lo suficientemente confusa como para sacarla de allí.
Envuelta y precipitadamente amordazada con las sabanas, le tome desde el suelo y situándole sobre mi hombro me dispuse a llevarla. Teníamos que irnos de allí, y aquel era el momento.
....
Pasaron unas cuantas horas hasta que llegamos al destino que tenia en mente. Nos ubicábamos en las afueras, en las montañas de los Pirineos. Lo suficientemente lejos de Paris como para no reconocer a nadie, ni para que se levantase ninguna sospecha sobre nosotros.
Roxanne a mi lado descansaba aun confusa sobre la hierba, amordazada ahora con cuerdas que le había puesto antes de aquel improvisado viaje. Mientras yo esperaba cerca suyo que despertase totalmente de aquel estado de confusión y rigidez, ella rompería las cuerdas con facilidad y se liberaría sin problemas en cuanto sus reflejos volviesen a estar al cien por ciento.
Tome una bocanada de aire e intente pensar con calma. Aquella noche había sido extremadamente larga, y habían demasiadas cosas rondando en mi cabeza. Pero solo una importaba y eso era que ella esta bien. Al fin estaba bien...
La muerte se había ido y se había marchado sola. Yo me había encargado de despedirla sin saber si era eso lo que ella deseaba. Pero ya no había vuelta atrás, esperaría su odio y su desprecio de buen gusto si era así como debía ser...
Frente nuestro las montañas se alzaban esplendorosas entre las sombras de la naturaleza. Sobre nosotros la oscuridad de la noche y el brillo de las estrellas nos iluminaban tenuemente, con una belleza infinita.
Relativamente cerca se apreciaba un pequeño pueblo, con habitantes que seguramente dormirían tranquilos, en calma y totalmente ajenos al gran peligro que les rodeaba.
Jerarld Délvheen- Vampiro/Realeza
- Mensajes : 476
Fecha de inscripción : 14/08/2011
Edad : 794
Localización : Paseando por el techo de casa...
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Re: El despertar de la Musa
Mis músculos tenían vida propia, no había otra explicación del por qué me quemaban, del por qué de esos latigazos que me incitaban a gritar y destruir todo cuanto me rodeaba, del por qué de aquellos espasmos que me desquiciaba y no sabía cómo poner fin. Mi garganta ardía y mi boca seca suplicaba aquello que la saciaba… sangre.
Intenté moverme para dar rienda suelta a aquellas sensaciones que mi cuerpo albergaba, sintiéndome de nuevo como un adolescente cuyas hormonas revolucionarias me empujaban a correr, por ejemplo. Con suma facilidad, me deshice de aquello que me ataba, unas cuerdas que parecían fuertes a simple vista, pero que para mí sólo fueron meros hilos de coser, fáciles de quebrar, molestos de igual modo. Me puse en pie de un brinco y me limité a cerrar los ojos pese a lo extrañamente incómodo que me pareció, para centrar mi atención en el resto de los sentidos, pudiendo así, describir aquél entorno cuyo mis pies nunca habían pisado. La brisa nocturna, fresca y que siempre llevaba aromas a mis renovados pulmones, me indicó de la cercanía de un pueblo pequeño, probablemente una aldea de pocos habitantes y los cuales se dedicaban casi exclusivamente a la ganadería. Los árboles se mecían con el viento que procedía del sur y alborotaba mis cabellos. Mi piel ya no sentía frío, ahora todo me parecía cálido en comparación a la temperatura corporal de mi anatomía. Una flor de almendro viajó hasta posarse sobre mi hombro derecho, ignorándola hasta que cayó a mis pies desnudos, recordándome que seguían sin más ropas que una sábana que me envolvía torpemente. A lo lejos, un búho uruló y la luz de una vivienda se apagó. Con un simple paso al frente, pude escuchar casi divertida cómo varios perros ladraban hacia mi dirección. Y aunque ya tenía en mente qué debía hacer, qué era aquello que mi cuerpo necesitaba, antes… debía plantarle cara.
Ladeé mi figura casi fantasmagórica hacia donde se encontraba Jerarld, contemplándome en silencio, quizás esperando mi próximo paso. Dejé entonces, que el silencio se arremolinara en nuestros labios, sólo por unos momentos. En un pestañeo, me di cuenta hasta qué punto mi vista humana me había engañado todo ese tiempo, puesto que nada de lo que ahora veía en él, se acercaba un atisbo a la concepción que había tenido de aquél hombre, sentado ahora bajo la copa de un árbol. Sus rasgos parecían ser tallados por las mismísimas manos de un escultor clásico, idealizando cada contorno de sus facciones. Y sus ojos, claros, pulcros, casi hipnotizantes… me robaron el aliento por un segundo. ¿Cómo había podido ser tan ciega? ¿Cómo no había podido fijarme en aquellos detalles? El aletea de sus pestañas me conmovió, devolviéndome a la realidad de una sed que me enloquecía por momentos. Y rompí el silencio con una voz que no identifiqué como mía, un tanto más aguda, quizás más fría o más dulcificada. No sabría decirlo.
- Sólo dime por qué lo hiciste.
Tragué saliva, con la inútil esperanza de saciar mínimamente aquél escozor. Obviamente, no funcionó, lo que me puso un tanto más nerviosa y ansiosa. En la aldea, una puerta se abrió y se cerró unos segundos después, escuchándose unos pasos cansados que guiaban un pequeño rebaño de ovejas camino a la montaña. Aquél pastor sería mi primera víctima si Jerarld no lo impedía. Y en el fondo, muy en el fondo de mi ser, deseaba que lo hiciera. Rezaba para que Jerarld impidiera que aquél buen hombre fuera mi presa aquella fatídica noche de invierno en el que, por cierto, los copos de nieve empezaban a caer del cielo para poco a poco, ir tiñendo el verde de las montañas en un manto de marfil que pronto, muy pronto, se cubriría de escarlata.
Intenté moverme para dar rienda suelta a aquellas sensaciones que mi cuerpo albergaba, sintiéndome de nuevo como un adolescente cuyas hormonas revolucionarias me empujaban a correr, por ejemplo. Con suma facilidad, me deshice de aquello que me ataba, unas cuerdas que parecían fuertes a simple vista, pero que para mí sólo fueron meros hilos de coser, fáciles de quebrar, molestos de igual modo. Me puse en pie de un brinco y me limité a cerrar los ojos pese a lo extrañamente incómodo que me pareció, para centrar mi atención en el resto de los sentidos, pudiendo así, describir aquél entorno cuyo mis pies nunca habían pisado. La brisa nocturna, fresca y que siempre llevaba aromas a mis renovados pulmones, me indicó de la cercanía de un pueblo pequeño, probablemente una aldea de pocos habitantes y los cuales se dedicaban casi exclusivamente a la ganadería. Los árboles se mecían con el viento que procedía del sur y alborotaba mis cabellos. Mi piel ya no sentía frío, ahora todo me parecía cálido en comparación a la temperatura corporal de mi anatomía. Una flor de almendro viajó hasta posarse sobre mi hombro derecho, ignorándola hasta que cayó a mis pies desnudos, recordándome que seguían sin más ropas que una sábana que me envolvía torpemente. A lo lejos, un búho uruló y la luz de una vivienda se apagó. Con un simple paso al frente, pude escuchar casi divertida cómo varios perros ladraban hacia mi dirección. Y aunque ya tenía en mente qué debía hacer, qué era aquello que mi cuerpo necesitaba, antes… debía plantarle cara.
Ladeé mi figura casi fantasmagórica hacia donde se encontraba Jerarld, contemplándome en silencio, quizás esperando mi próximo paso. Dejé entonces, que el silencio se arremolinara en nuestros labios, sólo por unos momentos. En un pestañeo, me di cuenta hasta qué punto mi vista humana me había engañado todo ese tiempo, puesto que nada de lo que ahora veía en él, se acercaba un atisbo a la concepción que había tenido de aquél hombre, sentado ahora bajo la copa de un árbol. Sus rasgos parecían ser tallados por las mismísimas manos de un escultor clásico, idealizando cada contorno de sus facciones. Y sus ojos, claros, pulcros, casi hipnotizantes… me robaron el aliento por un segundo. ¿Cómo había podido ser tan ciega? ¿Cómo no había podido fijarme en aquellos detalles? El aletea de sus pestañas me conmovió, devolviéndome a la realidad de una sed que me enloquecía por momentos. Y rompí el silencio con una voz que no identifiqué como mía, un tanto más aguda, quizás más fría o más dulcificada. No sabría decirlo.
- Sólo dime por qué lo hiciste.
Tragué saliva, con la inútil esperanza de saciar mínimamente aquél escozor. Obviamente, no funcionó, lo que me puso un tanto más nerviosa y ansiosa. En la aldea, una puerta se abrió y se cerró unos segundos después, escuchándose unos pasos cansados que guiaban un pequeño rebaño de ovejas camino a la montaña. Aquél pastor sería mi primera víctima si Jerarld no lo impedía. Y en el fondo, muy en el fondo de mi ser, deseaba que lo hiciera. Rezaba para que Jerarld impidiera que aquél buen hombre fuera mi presa aquella fatídica noche de invierno en el que, por cierto, los copos de nieve empezaban a caer del cielo para poco a poco, ir tiñendo el verde de las montañas en un manto de marfil que pronto, muy pronto, se cubriría de escarlata.
Michelle Délvheen- Vampiro Clase Alta
- Mensajes : 161
Fecha de inscripción : 02/11/2011
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Re: El despertar de la Musa
Me levante mientras observaba su rostro sereno. Sin poder evitar quedar hipnotizado por esos ojos que ahora parecían tan nítidos, tan serios, tan vivos y aun tan sumamente dulces…
Eleve el rostro hacia el cielo y contemple con calma como la oscuridad de la noche nos cubría. Mientras frágiles copos de nieve se abrían paso, cayendo en un sutil vaivén a nuestro alrededor.
Suspire mientras contemplaba el infinito. Pues era hora de aceptar lo que mis actos habian causado. Ella deseaba las respuestas y yo las tenía.
Baje poco a poco el rostro hasta encontrarme con su mirada.
No podía dejarte…No podía permitir que te fueras. Te quiero demasiado, te necesito demasiado…Solo que no lo comprendí hasta que te perdí…Hasta que la idea de tu desaparición fue una realidad. Solo entonces entendí que eres tu quien me da la vida y no al revés. Baje la cabeza mientras decía eso, avergonzado en parte y triste en otra. No al revés como yo había pensado… Negué con la cabeza sin poder reprimir una sonrisa al darme cuenta de cuan estúpido había sido al creer que podía vivir ajeno a lo que ella significaba para mi.
Camine unos cuantos pasos mas hacia ella y observe su piel pálida. Su figura quieta le hacia parecer la figura de un ángel, como si se tratase de una escultura perdida en el bosque, salvo por sus cabellos que se movían vivos como si fuesen de fuego ante la brisa de la noche. Su rostro escrutó mi semblante y ambos nos quedamos en silencio.
Analice sus rasgos esculpidos, apreciando la fragilidad aparente que demostraban esos ojos brillantes. Eleve mi mano hacia ella con lentitud y acaricie su mejilla con extrema delicadeza, como siempre solía hacer con ella cuando era humana. Deslizando el dorso de mis dedos sobre su suave y fría piel, tan pálida y perfecta, antes tan cálida y ahora tan similar a los copos de nieve que caían a su alrededor...
Desvíe la mirada hacia un lado y me concentre en el susurro de la noche. Sabia que había un humano en la lejanía que se disponía a recorrer la montaña. Me quede en silencio un momento poniendo atención a lo que él hacia.Sabia que aquel hombre estaba condenado aquella noche y quizás por ello sentí mas curiosidad aun en saber quien era.
Sus pasos lentos me hicieron percibir que iba con calma, escuchando incluso el murmullo de aquella hoja que masticaba entre sus dientes sin tener siquiera que mirarle.
Puedes verle?...Puedes sentir y escuchar cada hierba que sus pies pisan, cada inhalación y cada exhalación que hacen sus pulmones?... Es así como funciona…Nuestros sentidos perciben cada mínimo detalle de todo cuanto nos rodea sin tener que hacer el menor esfuerzo. Hemos sido creados para atraer, creados para llamar la atención…
Creados para atraer a las victimas, Creados para sentir constante sed…Hechos para que nos sea extremadamente facil matar… Pensé. Pues muchos usaban sus dones con ese fin, matando sin distinción alguna, ni siquiera por supervivencia. Simplemente decantándose por vanagloriarse en su propio poder…
Me quede en silencio, escuchando el murmullo de la mente de aquel pobre inocente que paseaba junto con sus animales en total calma, descubriendo que a aquél le encantaba salir y respirar el aire puro y frío de la mañana…Aquel día se había levantado pronto porque deseaba encargarse de sus animales brevemente, pues quería volver a casa sin demora. Él continúo caminando, pensando en su día, pensando en todas las cosas que tenia pendientes por hacer. Sus obligaciones le hacían sentirse malhumorado, cansado y fastidiado… hasta que entonces su atención se centro en algo que vio por el camino. Se encamino con calma hasta ello y tomo una flor silvestre, oliéndola. Sus pensamientos recordaron entonces a su mujer. Él pensaba llevársela como un simple detalle para alegrar su día...
Deje de escucharle y simplemente sonreí. Los humanos y la simplicidad de la vida misma, y de lo que les rodeaba me sorprendía. Para ellos un día era importantísimo, sin embargo para mi un dia era un simple día mas que continuaba en mi eternidad.
No podía evitar sentir cierta envidia de ellos. De sus vidas tan rápidas, tan efímeras y a la vez tan plenas. Era tan sumamente fácil destruirles, tan terriblemente fácil aniquilar sus sueños y esperanzas, tan condenadamente fácil tomar sus vidas y eliminar sus existencias…Que ni siquiera sospechaban el constante peligro al que eran expuestos.
La vida humana era demasiado frágil, por eso debía ser cuidada y respetada de seres como nosotros, que no podíamos mas que destruir aquello que tocábamos…Y aun así,A pesar de saber todo esto, yo había sido capaz de convertir a alguien…de condenar eternamente a una persona, y precisamente a la persona que mas me importaba… a la persona que ahora frente a mi, se preguntaba como había hecho yo hacia tantísimos años el “porque”…El gran “porque” de su condición... ¿Cómo explicarle mi egoísmo? ¿Cómo contarle que me sentía torturado y que jamás podría perdonarme por hacerle eso?...Le había condenado a una eternidad sin saber si era eso lo que ella deseaba…exactamente igual, exactamente de la misma forma que habían hecho conmigo...Claro que eso ella no lo sabia.
-Oh Roxanne ¿ podrás perdonarme alguna vez... o desearas eliminarme como desee e hice yo con mi creador? No me importa...Francamente ya no me importa si asi lo desearas. moriria feliz sabiendo que has sido tu quien se llevo mi vida consigo. Pues al fin y al cabo...es tuya...
Desvíe la mirada hacia Rox, ciertamente curioso. Pues ella con seriedad me observaba con aquella mirada pura y cristalina que ahora parecía atravesarme.
Fue entonces cuando reflexioné. ¿Sabría ella lo que pasaba por mi mente? Quizás había escuchado todo eso... ¿Podría ella escucharme así como yo también podía escuchar a los demás y comunicarme con ellos? ...Si era así eso significaba que...
Eleve el rostro hacia el cielo y contemple con calma como la oscuridad de la noche nos cubría. Mientras frágiles copos de nieve se abrían paso, cayendo en un sutil vaivén a nuestro alrededor.
Suspire mientras contemplaba el infinito. Pues era hora de aceptar lo que mis actos habian causado. Ella deseaba las respuestas y yo las tenía.
Baje poco a poco el rostro hasta encontrarme con su mirada.
No podía dejarte…No podía permitir que te fueras. Te quiero demasiado, te necesito demasiado…Solo que no lo comprendí hasta que te perdí…Hasta que la idea de tu desaparición fue una realidad. Solo entonces entendí que eres tu quien me da la vida y no al revés. Baje la cabeza mientras decía eso, avergonzado en parte y triste en otra. No al revés como yo había pensado… Negué con la cabeza sin poder reprimir una sonrisa al darme cuenta de cuan estúpido había sido al creer que podía vivir ajeno a lo que ella significaba para mi.
Camine unos cuantos pasos mas hacia ella y observe su piel pálida. Su figura quieta le hacia parecer la figura de un ángel, como si se tratase de una escultura perdida en el bosque, salvo por sus cabellos que se movían vivos como si fuesen de fuego ante la brisa de la noche. Su rostro escrutó mi semblante y ambos nos quedamos en silencio.
Analice sus rasgos esculpidos, apreciando la fragilidad aparente que demostraban esos ojos brillantes. Eleve mi mano hacia ella con lentitud y acaricie su mejilla con extrema delicadeza, como siempre solía hacer con ella cuando era humana. Deslizando el dorso de mis dedos sobre su suave y fría piel, tan pálida y perfecta, antes tan cálida y ahora tan similar a los copos de nieve que caían a su alrededor...
Desvíe la mirada hacia un lado y me concentre en el susurro de la noche. Sabia que había un humano en la lejanía que se disponía a recorrer la montaña. Me quede en silencio un momento poniendo atención a lo que él hacia.Sabia que aquel hombre estaba condenado aquella noche y quizás por ello sentí mas curiosidad aun en saber quien era.
Sus pasos lentos me hicieron percibir que iba con calma, escuchando incluso el murmullo de aquella hoja que masticaba entre sus dientes sin tener siquiera que mirarle.
Puedes verle?...Puedes sentir y escuchar cada hierba que sus pies pisan, cada inhalación y cada exhalación que hacen sus pulmones?... Es así como funciona…Nuestros sentidos perciben cada mínimo detalle de todo cuanto nos rodea sin tener que hacer el menor esfuerzo. Hemos sido creados para atraer, creados para llamar la atención…
Creados para atraer a las victimas, Creados para sentir constante sed…Hechos para que nos sea extremadamente facil matar… Pensé. Pues muchos usaban sus dones con ese fin, matando sin distinción alguna, ni siquiera por supervivencia. Simplemente decantándose por vanagloriarse en su propio poder…
Me quede en silencio, escuchando el murmullo de la mente de aquel pobre inocente que paseaba junto con sus animales en total calma, descubriendo que a aquél le encantaba salir y respirar el aire puro y frío de la mañana…Aquel día se había levantado pronto porque deseaba encargarse de sus animales brevemente, pues quería volver a casa sin demora. Él continúo caminando, pensando en su día, pensando en todas las cosas que tenia pendientes por hacer. Sus obligaciones le hacían sentirse malhumorado, cansado y fastidiado… hasta que entonces su atención se centro en algo que vio por el camino. Se encamino con calma hasta ello y tomo una flor silvestre, oliéndola. Sus pensamientos recordaron entonces a su mujer. Él pensaba llevársela como un simple detalle para alegrar su día...
Deje de escucharle y simplemente sonreí. Los humanos y la simplicidad de la vida misma, y de lo que les rodeaba me sorprendía. Para ellos un día era importantísimo, sin embargo para mi un dia era un simple día mas que continuaba en mi eternidad.
No podía evitar sentir cierta envidia de ellos. De sus vidas tan rápidas, tan efímeras y a la vez tan plenas. Era tan sumamente fácil destruirles, tan terriblemente fácil aniquilar sus sueños y esperanzas, tan condenadamente fácil tomar sus vidas y eliminar sus existencias…Que ni siquiera sospechaban el constante peligro al que eran expuestos.
La vida humana era demasiado frágil, por eso debía ser cuidada y respetada de seres como nosotros, que no podíamos mas que destruir aquello que tocábamos…Y aun así,A pesar de saber todo esto, yo había sido capaz de convertir a alguien…de condenar eternamente a una persona, y precisamente a la persona que mas me importaba… a la persona que ahora frente a mi, se preguntaba como había hecho yo hacia tantísimos años el “porque”…El gran “porque” de su condición... ¿Cómo explicarle mi egoísmo? ¿Cómo contarle que me sentía torturado y que jamás podría perdonarme por hacerle eso?...Le había condenado a una eternidad sin saber si era eso lo que ella deseaba…exactamente igual, exactamente de la misma forma que habían hecho conmigo...Claro que eso ella no lo sabia.
-Oh Roxanne ¿ podrás perdonarme alguna vez... o desearas eliminarme como desee e hice yo con mi creador? No me importa...Francamente ya no me importa si asi lo desearas. moriria feliz sabiendo que has sido tu quien se llevo mi vida consigo. Pues al fin y al cabo...es tuya...
Desvíe la mirada hacia Rox, ciertamente curioso. Pues ella con seriedad me observaba con aquella mirada pura y cristalina que ahora parecía atravesarme.
Fue entonces cuando reflexioné. ¿Sabría ella lo que pasaba por mi mente? Quizás había escuchado todo eso... ¿Podría ella escucharme así como yo también podía escuchar a los demás y comunicarme con ellos? ...Si era así eso significaba que...
Jerarld Délvheen- Vampiro/Realeza
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Re: El despertar de la Musa
Ni siquiera sabía qué era lo que quería escuchar de su boca. No me había planteado que aquello que le había impulsado a robarme la mortalidad a cambio de convertirme en un horrible depredador de humanos, tuviera una explicación coherente más allá del egoísmo de desear una marioneta que le acompañase el resto de la eternidad. No, definitivamente, no esperaba que Jerarld me diera semejante razón. No obstante, no fueron sus palabras las que me desarmaron y que mitigaron aquella semilla de ira e impotencia que empezaba a brotar en mis entrañas, sino el hecho de escuchar su voz distorsionada, como si me hablara en la lejanía. Y aunque por un momento pensé que sólo podía haber sido una alucinación, una broma del destino, algo me dijo que él era consciente de que yo había escuchado aquellas palabras dichas en silencio, pues sus labios no se movieron ni un ápice cuando fueron pronunciadas. Como acto reflejo a lo desconocido y confuso, retrocedí un paso, frunciendo el ceño a la vez que escrutaba su figura de arriba abajo, buscando quizás algo más en él, no contenta en descubrir de repente, su naturaleza real. ¿Dónde estaba la anestesia cuando se la necesitaba? ¿Por qué ahora mi cuerpo permanecía estático, ya sin temblores que cansaran mis músculos hasta hacerme desfallecer? Casi lo eché de menos en ese momento. Casi. Y aunque sabía que si Jerarld no me hubiera convertido en aquello que ahora era la muerte me hubiese llevado consigo pronto y ni tan siquiera por su culpa, aun no me veía capaz de agradecerle el heroico por su parte y tras el que probablemente, él esperara una reacción basada en dar brincos de alegría a su alrededor y cubrirle el rostro de besos y risas. Y aunque me hubiese gustado, no pude. Simplemente, mi mente vagaba muy lejos de todo lo que él había significado para mí. Ahora sólo sentía el escozor en mi garganta, mis músculos tensos a la espera de un ataque fortuito hacia aquél buen pastor que se aproximaba a nosotros… y me relamí. Alejé toda sensibilidad de mi persona, incluso aquél lazo que me ataba a Jerarld, mi creador y mi amor.
Así que mis labios siguieron sellados y mi cerebro sólo se focalizó en las distintas formas de matar y destripar a ese hombre. Dejé escapar entonces un suspiro y desvié la mirada de Jerarld mientras mi cuerpo giraba ciento ochenta grados, dándole ahora la espalda mientras la brisa volvía a mecer mis cabellos y traía a mis pulmones el aroma del pastor. Una sonrisa sádica y desquiciada cruzó mis labios y mis cejas enfatizaron una mirada fiera y hambrienta. Sin más, empecé a correr sendero abajo en busca de mi presa, ignorando si Jerarld me seguiría, me esperaría o si finalmente, se marcharía tal y como siempre había creído que había hecho hacía años.
Y llegué ante él, contemplando divertida mi reflejo desnudo en sus ojos cristalinos y puros que pronto, se abrieron desmesuradamente y palidecieron como si descubrieran en mi semblante al demonio que ahora habitaba en mí. Una ventisca le robó el sombrero de heno que cubría parte de sus marcadas facciones y dejaba vislumbrar su prominente nariz, sus labios carnosos y agrietados por el frío, su tez morena tostada por las largas horas bajo el sol, su cuello ancho que dejaba a la vista su arteria principal que tartamudeaba bajo su piel como si supiera lo que le esperaba. Pero no me apetecía jugar con él, primero, porque odiaba hacer daño a la gente pese a mis nuevos instintos depredadores, en segundo lugar, porque podía percibir su horror, sus temores e incluso… sus pensamientos, balbuceos y nombres que se le venían a la mente mientras rezaba una oración en una lengua que desconocía… y en tercero lugar, porque sentía demasiada sed como para entretenerme siquiera a disculparme por hincarle el diente. Y como dije anteriormente no quería hacer sufrir a aquél buen hombre, decidí actuar como había hecho con Sid hacía unos momentos. Era un ataque seco, tajante, directo y con la finalidad que perseguía entre manos, literalmente. De este modo, procedí a urdir mi mano derecha en su pecho y dar con su corazón latiente que, tras un titubeo, arranqué sin contemplaciones antes de ser testigo de cómo su robusto cuerpo caía frente a mí y me obligaba a retroceder con su músculo en mano. Y mientras mis ojos escrutaban aquél cuerpo inerte y mi mente, algo más clara, empezaba a maquinar el proceso de deshacerme del cadáver, mis colmillos succionaban la sangre con alevosía, relamiendo aquellas venas que con el tirón me había llevado y las esquinas que las arterias quebradas habían dejado para mi diversión. Y sólo cuando destruí aquél recipiente ahora vacío y de un horrible color grisáceo, supe que quería más, que seguía sedienta. Angustiada y confusa, busqué a Jerarld con la mirada, olisqueando el aire por si me llevaba donde él estuviera, comprendiendo que le necesitaba ahora más que nunca. ¿Sabría él como detener aquél asfixiante escozor? ¿Tendría la receta para saciarme definitivamente? Temía la respuesta a esas preguntas y aun así… estaba decidida a encontrarla. Y sabía que primero, debía acudir a mi creador.
Y tras aquellas montañas, el Sol vencía el pulso a la noche para coronarse en la bóveda celeste del día… mientras las nubes que depositaban sobre mi figura los últimos finos copos de nieve, iban desvaneciéndose como las horas.
Así que mis labios siguieron sellados y mi cerebro sólo se focalizó en las distintas formas de matar y destripar a ese hombre. Dejé escapar entonces un suspiro y desvié la mirada de Jerarld mientras mi cuerpo giraba ciento ochenta grados, dándole ahora la espalda mientras la brisa volvía a mecer mis cabellos y traía a mis pulmones el aroma del pastor. Una sonrisa sádica y desquiciada cruzó mis labios y mis cejas enfatizaron una mirada fiera y hambrienta. Sin más, empecé a correr sendero abajo en busca de mi presa, ignorando si Jerarld me seguiría, me esperaría o si finalmente, se marcharía tal y como siempre había creído que había hecho hacía años.
Y llegué ante él, contemplando divertida mi reflejo desnudo en sus ojos cristalinos y puros que pronto, se abrieron desmesuradamente y palidecieron como si descubrieran en mi semblante al demonio que ahora habitaba en mí. Una ventisca le robó el sombrero de heno que cubría parte de sus marcadas facciones y dejaba vislumbrar su prominente nariz, sus labios carnosos y agrietados por el frío, su tez morena tostada por las largas horas bajo el sol, su cuello ancho que dejaba a la vista su arteria principal que tartamudeaba bajo su piel como si supiera lo que le esperaba. Pero no me apetecía jugar con él, primero, porque odiaba hacer daño a la gente pese a mis nuevos instintos depredadores, en segundo lugar, porque podía percibir su horror, sus temores e incluso… sus pensamientos, balbuceos y nombres que se le venían a la mente mientras rezaba una oración en una lengua que desconocía… y en tercero lugar, porque sentía demasiada sed como para entretenerme siquiera a disculparme por hincarle el diente. Y como dije anteriormente no quería hacer sufrir a aquél buen hombre, decidí actuar como había hecho con Sid hacía unos momentos. Era un ataque seco, tajante, directo y con la finalidad que perseguía entre manos, literalmente. De este modo, procedí a urdir mi mano derecha en su pecho y dar con su corazón latiente que, tras un titubeo, arranqué sin contemplaciones antes de ser testigo de cómo su robusto cuerpo caía frente a mí y me obligaba a retroceder con su músculo en mano. Y mientras mis ojos escrutaban aquél cuerpo inerte y mi mente, algo más clara, empezaba a maquinar el proceso de deshacerme del cadáver, mis colmillos succionaban la sangre con alevosía, relamiendo aquellas venas que con el tirón me había llevado y las esquinas que las arterias quebradas habían dejado para mi diversión. Y sólo cuando destruí aquél recipiente ahora vacío y de un horrible color grisáceo, supe que quería más, que seguía sedienta. Angustiada y confusa, busqué a Jerarld con la mirada, olisqueando el aire por si me llevaba donde él estuviera, comprendiendo que le necesitaba ahora más que nunca. ¿Sabría él como detener aquél asfixiante escozor? ¿Tendría la receta para saciarme definitivamente? Temía la respuesta a esas preguntas y aun así… estaba decidida a encontrarla. Y sabía que primero, debía acudir a mi creador.
Y tras aquellas montañas, el Sol vencía el pulso a la noche para coronarse en la bóveda celeste del día… mientras las nubes que depositaban sobre mi figura los últimos finos copos de nieve, iban desvaneciéndose como las horas.
Michelle Délvheen- Vampiro Clase Alta
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Re: El despertar de la Musa
Observe como ella corría a una velocidad que nadie podría apreciar con verdadera nitidez. Simplemente sus reflejos estaban demasiado aumentados y ella sin tener que hacer el mínimo esfuerzo ahora se hallaba frente a aquel campesino, arrancando sus entrañas sin misericordia…
Observe con atención sus movimientos, apreciando con seriedad como ella acababa con él sin problema alguno.
Desvié la mirada, negando. Pues era mi entera culpa que ella ahora se hubiese convertido en…
Sin embargo algo me saco de mis cavilaciones, note algo; incertidumbre quizás, cierta angustia, preguntas, muchas preguntas, y no era yo quien sentía eso. Observe ceñudo hasta visualizarle. Aquello era extraño y no me lo esperaba, era como si de algún modo pudiese sentir fragmentos de lo que ella sentía…¿Seria aquello algún tipo de lazo, alguna tipo de unión?...quizás tendría algo que ver con ser yo su creador... Me moví utilizando mis reflejos, para aparecer sin demora a su lado.
Tome su hombro con rapidez para girarla hacia mí. Mirándola con ansiedad.
-Tranquila estoy aquí!. Estoy aquí…No te dejare sola, yo te ayudare con esto…Note como poco a poco la angustia bajaba y yo también me tranquilizaba…Era como si tuviese empatía con ella, quizás seria algo que iría mermando con el tiempo.
Le observe y mire el corazón que aun descansaba en su mano con el gesto ceñudo, para luego mirarle a ella sin poder evitar cierta actitud de reproche en mi mirar.
De pronto alguien salió de la casa que estaba a pocos metros. La mujer miro a todos lados, quizás alertada por los gritos que se escuchaban y contempló a aquel hombre, su marido, en el suelo. Se tapo la boca con ambas manos, intentando evitar así una mueca de autentico horror, pero no lo logro. Su grito resonó en la montaña de forma desgarradora.
Nos miro con total incredulidad y posteriormente con intención de avanzar hacia el cadáver, pero hice un gesto, extendiendo mi brazo hacia ella, mostrándole la palma de mi mano, y entonces ella se paro de golpe. Quedándose quieta mientras su semblante cambiaba, relajándose poco a poco. Le ordene que caminase con calma hasta situarse a un metro de Roxanne. Mientras ella a mi lado contemplaba quizás sin entender del todo que ocurría.
-No les arranques el corazón. No tienes que matar a nadie, no tienes que ser una asesina, solo beber de ellos y dejarles cuando su pulso comience a bajar…Sé que ahora el hambre te ciega, lo comprendo pues yo también me sentí así. Pero no debes preocuparte…Con el tiempo se aliviara, aunque nunca se ira del todo. La sed siempre estará ahí y te tentara con cada humano que conozcas o que intente acercarse, solo que con el paso de los años, podrás calmar y dominar la sed, impidiendo que ella te domine a ti…
Camine hacia la mujer que ahora con un gesto totalmente tranquilo miraba al frente, sin mirar nada en concreto. Las lágrimas aun se derramaban por sus mejillas ante su semblante sereno. Me fije en sus ojos y observe algunos de sus recuerdos, lamentando que le hubiésemos quitado algo tan querido…
Me comunique mentalmente con Roxanne, sabiendo que ella ya no debería asustarse de que me comunicase con ella de esa forma.
-Las arterias recorren todo el cuerpo, Lo podrás sentir a través de cada latido, puedes beber de la parte que más lo desees, pero ahora será mejor que lo hagas de sus muñecas o cuellos…Es más fácil acceder a las venas principales de esa forma…. Aparté el cabello de la mujer hacia un lado, exponiendo su cuello con cuidado. Ven…No te preocupes, ella no sentirá nada, está bajo mi manipulación. Yo puedo doblegar sus mentes…Es uno de mis dones…Hacer que sientan lo que yo desea que sientan. Por eso ella ahora se siente en calma... Comente sin sentirme orgulloso de ello. Me gire para mirar a Rox y contemple su semblante algo consternado, adivinando sus dudas. Negué con la cabeza ante su pregunta invisible. No. Nunca te manipule para que estuvieses conmigo, nunca te use, ni use tu mente contra tu voluntad. Si hubiese ocurrido ahora lo sabrías, lo habrías recordado…Yo no utilizo mis poderes de esa forma con mis semejantes, salvo que la ocasión no me deje otra alternativa… En todos estos años no borre ningún recuerdo, salvo cuando en alguna ocasión despertaste y me encontraste velando por tu sueño…Pero fue porque no podía dejar que supieses que yo estaba allí. Después de todo…¿Yo me había ido, recuerdas? Sonreí con cierto pesar. Yo tenía que haber desaparecido del mapa, tenía que haberle cuidado sin más, sin que ella supiese nunca que estaba allí, tenia que haber desaparecido de su existencia, darle la opción de tener todo lo que yo no podía darle…y ahora estaba ahí, con ella…Enseñándole a ser un ser de la noche…Pues por mi culpa ahora ella nunca envejecería, ni morirá, ni podría disfrutar de los pequeños placeres que la vida humana nos brinda, como sentir el frio, o el calor, o la sensación del sol sobre el rostro…Aquello me hizo recordar. Mire hacia las montañas. No nos quedaba mucho tiempo.
Camine hacia la casa dejando a Roxanne allí con aquella mujer, mientras al acercarme a la casa notaba que había alguien más…de hecho habían dos personas más. Y un pensamiento titubeante.
Tire de la puerta lentamente mientras me quedaba un momento en el umbral de aquella casa. Observando en silencio hasta que le vi.
Una segunda mujer en un rincón me apuntaba con una escopeta, mientras sus ojos enrojecidos me miraban, pensando solamente en el bienestar de…un bebe….Un bebe que se hallaba en una habitación que ahora estaba cerrada. Al parecer era su hijo…Ella vivía con aquel matrimonio.
Intente decirle algo, pero ella se adelanto con rabia. Y el disparo resonó atronador dentro de aquella casa.
Sentí el olor de la carne quemándose y fue entonces cuando mire a aquella mujer con seriedad. Di una orden a su mente haciéndole venir hasta mí , mientras me miraba el hombro con enfado, pues podía notar aquel fragmento de metal rozando mis huesos. Mis colmillos afloraron al percibir su cercanía. Tome su cabeza moviéndola hacia un lado, para poder así enterrar mis colmillos sobre su cuello. Bebí con ganas ante tan larga y "accidentada" noche, y tome aquella arma de sus manos antes de dejar que su cuerpo cayese con suavidad a mis pies.
Enterré los dedos en el orificio de mi hombro, escarbando hasta que encontré la bala y la saque. Notando como la sangre recién bebida surtía efecto, haciéndome sentir como si no hubiese ocurrido absolutamente nada, aunque aún no se cerrase la herida.
Me quede un instante pensativo, sabía que el ruido de aquel disparo podría haber alertado a los demás, pues habían tres casas que también estaban cerca. Tenía que llevarle pronto, tenía que hacer que bebiese y buscar un refugio, pues no quedaba mucho para la salida del sol.
Movi el rostro hacia un lado, sin girarme. Sabía que Rox se hallaba en el umbral a mis espaldas.
Tenemos que darnos prisa.
Observe con atención sus movimientos, apreciando con seriedad como ella acababa con él sin problema alguno.
Desvié la mirada, negando. Pues era mi entera culpa que ella ahora se hubiese convertido en…
Sin embargo algo me saco de mis cavilaciones, note algo; incertidumbre quizás, cierta angustia, preguntas, muchas preguntas, y no era yo quien sentía eso. Observe ceñudo hasta visualizarle. Aquello era extraño y no me lo esperaba, era como si de algún modo pudiese sentir fragmentos de lo que ella sentía…¿Seria aquello algún tipo de lazo, alguna tipo de unión?...quizás tendría algo que ver con ser yo su creador... Me moví utilizando mis reflejos, para aparecer sin demora a su lado.
Tome su hombro con rapidez para girarla hacia mí. Mirándola con ansiedad.
-Tranquila estoy aquí!. Estoy aquí…No te dejare sola, yo te ayudare con esto…Note como poco a poco la angustia bajaba y yo también me tranquilizaba…Era como si tuviese empatía con ella, quizás seria algo que iría mermando con el tiempo.
Le observe y mire el corazón que aun descansaba en su mano con el gesto ceñudo, para luego mirarle a ella sin poder evitar cierta actitud de reproche en mi mirar.
De pronto alguien salió de la casa que estaba a pocos metros. La mujer miro a todos lados, quizás alertada por los gritos que se escuchaban y contempló a aquel hombre, su marido, en el suelo. Se tapo la boca con ambas manos, intentando evitar así una mueca de autentico horror, pero no lo logro. Su grito resonó en la montaña de forma desgarradora.
Nos miro con total incredulidad y posteriormente con intención de avanzar hacia el cadáver, pero hice un gesto, extendiendo mi brazo hacia ella, mostrándole la palma de mi mano, y entonces ella se paro de golpe. Quedándose quieta mientras su semblante cambiaba, relajándose poco a poco. Le ordene que caminase con calma hasta situarse a un metro de Roxanne. Mientras ella a mi lado contemplaba quizás sin entender del todo que ocurría.
-No les arranques el corazón. No tienes que matar a nadie, no tienes que ser una asesina, solo beber de ellos y dejarles cuando su pulso comience a bajar…Sé que ahora el hambre te ciega, lo comprendo pues yo también me sentí así. Pero no debes preocuparte…Con el tiempo se aliviara, aunque nunca se ira del todo. La sed siempre estará ahí y te tentara con cada humano que conozcas o que intente acercarse, solo que con el paso de los años, podrás calmar y dominar la sed, impidiendo que ella te domine a ti…
Camine hacia la mujer que ahora con un gesto totalmente tranquilo miraba al frente, sin mirar nada en concreto. Las lágrimas aun se derramaban por sus mejillas ante su semblante sereno. Me fije en sus ojos y observe algunos de sus recuerdos, lamentando que le hubiésemos quitado algo tan querido…
Me comunique mentalmente con Roxanne, sabiendo que ella ya no debería asustarse de que me comunicase con ella de esa forma.
-Las arterias recorren todo el cuerpo, Lo podrás sentir a través de cada latido, puedes beber de la parte que más lo desees, pero ahora será mejor que lo hagas de sus muñecas o cuellos…Es más fácil acceder a las venas principales de esa forma…. Aparté el cabello de la mujer hacia un lado, exponiendo su cuello con cuidado. Ven…No te preocupes, ella no sentirá nada, está bajo mi manipulación. Yo puedo doblegar sus mentes…Es uno de mis dones…Hacer que sientan lo que yo desea que sientan. Por eso ella ahora se siente en calma... Comente sin sentirme orgulloso de ello. Me gire para mirar a Rox y contemple su semblante algo consternado, adivinando sus dudas. Negué con la cabeza ante su pregunta invisible. No. Nunca te manipule para que estuvieses conmigo, nunca te use, ni use tu mente contra tu voluntad. Si hubiese ocurrido ahora lo sabrías, lo habrías recordado…Yo no utilizo mis poderes de esa forma con mis semejantes, salvo que la ocasión no me deje otra alternativa… En todos estos años no borre ningún recuerdo, salvo cuando en alguna ocasión despertaste y me encontraste velando por tu sueño…Pero fue porque no podía dejar que supieses que yo estaba allí. Después de todo…¿Yo me había ido, recuerdas? Sonreí con cierto pesar. Yo tenía que haber desaparecido del mapa, tenía que haberle cuidado sin más, sin que ella supiese nunca que estaba allí, tenia que haber desaparecido de su existencia, darle la opción de tener todo lo que yo no podía darle…y ahora estaba ahí, con ella…Enseñándole a ser un ser de la noche…Pues por mi culpa ahora ella nunca envejecería, ni morirá, ni podría disfrutar de los pequeños placeres que la vida humana nos brinda, como sentir el frio, o el calor, o la sensación del sol sobre el rostro…Aquello me hizo recordar. Mire hacia las montañas. No nos quedaba mucho tiempo.
Camine hacia la casa dejando a Roxanne allí con aquella mujer, mientras al acercarme a la casa notaba que había alguien más…de hecho habían dos personas más. Y un pensamiento titubeante.
Tire de la puerta lentamente mientras me quedaba un momento en el umbral de aquella casa. Observando en silencio hasta que le vi.
Una segunda mujer en un rincón me apuntaba con una escopeta, mientras sus ojos enrojecidos me miraban, pensando solamente en el bienestar de…un bebe….Un bebe que se hallaba en una habitación que ahora estaba cerrada. Al parecer era su hijo…Ella vivía con aquel matrimonio.
Intente decirle algo, pero ella se adelanto con rabia. Y el disparo resonó atronador dentro de aquella casa.
Sentí el olor de la carne quemándose y fue entonces cuando mire a aquella mujer con seriedad. Di una orden a su mente haciéndole venir hasta mí , mientras me miraba el hombro con enfado, pues podía notar aquel fragmento de metal rozando mis huesos. Mis colmillos afloraron al percibir su cercanía. Tome su cabeza moviéndola hacia un lado, para poder así enterrar mis colmillos sobre su cuello. Bebí con ganas ante tan larga y "accidentada" noche, y tome aquella arma de sus manos antes de dejar que su cuerpo cayese con suavidad a mis pies.
Enterré los dedos en el orificio de mi hombro, escarbando hasta que encontré la bala y la saque. Notando como la sangre recién bebida surtía efecto, haciéndome sentir como si no hubiese ocurrido absolutamente nada, aunque aún no se cerrase la herida.
Me quede un instante pensativo, sabía que el ruido de aquel disparo podría haber alertado a los demás, pues habían tres casas que también estaban cerca. Tenía que llevarle pronto, tenía que hacer que bebiese y buscar un refugio, pues no quedaba mucho para la salida del sol.
Movi el rostro hacia un lado, sin girarme. Sabía que Rox se hallaba en el umbral a mis espaldas.
Tenemos que darnos prisa.
Jerarld Délvheen- Vampiro/Realeza
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Re: El despertar de la Musa
Un disparo y olor a pólvora y sangre. Fue suficiente para despistarme de aquél cadáver que yacía a mis pies y tras un gruñido, empezar a correr casi a la velocidad de la luz con tal de reunirme con Jerarld, quién pronto se percató de mi presencia situada en el umbral de la puerta de aquella choza. Mi ceño fruncido se enfatizó cuando contemplé la herida de mi creador y mis ojos se centraron en la mujer que aun sostenía el arma y se encontraba en el suelo con dos perforaciones en su cuello, visiblemente inconsciente. Pero mi oído desarrollado escuchó otro latido frágil, débil, pero lleno de vitalidad y salud. Era un tun-tún firme, seguro. Como gesto innato, paseé mi lengua por mis labios y una sonrisa macabra cruzó mi semblante antes de moverme con rapidez por el salón y abrir una puerta lateral que me mostró una pequeña estancia a oscuras todavía, con una vela a punto de consumirse, una mecedora de madera que crujía ante el vaivén del aire que se filtraba por la única ventana de la habitación y que mostraba un paisaje cada vez más claro gracias al alba que arañaba el cielo nocturno. Bajo la ventana, una cuna muy rudimentaria aguardaba un pequeño bebé envuelto en unas mantas y con unos cascabeles en una de sus manitas diminutas. Cuando la yema de mis dedos acariciaron su mejilla, sus ojitos grandes y despiertos me miraron con horror y pronto un llanto inundó la vivienda hasta hacerme retroceder unos pasos. ¿Qué me ocurría? ¿Cómo se me podía pasar por la cabeza el matar a ese niño? Tragué saliva y mi garganta ardió, empujándome hacia aquél manojo de sangre para succionarlo hasta que no quedara en él ni una sola gota de aquél elixir. Pero no podía hacerlo… yo no… ¿o sí?
- ¿Jer…?- susurré con voz trémula mientras mi espalda chocaba con el muro de la habitación y mis manos surcaban una vía de escape que me alejara de aquél pozo de tentación.
Pero mis ojos se inyectaron en sed y mis impulsos vencieron a mi humanidad que con un grito ahogado, fue testigo de cómo mi cuerpo se agazapaba sobre el pequeño e hincaba los colmillos en su muñeca, succionando con frenesí aquella sangre de sabor un tanto especial, más dulce, más sabrosa que la del pastor al que acababa de atacar. Aquello era un vicio, mi perdición, mi debilidad, mi adicción… y debía frenar. Jerarld me dijo que debía fijarme en el pulso de mi víctima y parar cuando estuviera a punto de detenerse… pero no podía escuchar nada ni sentir nada que no fuese el sabor de su sangre. Y tomé su cuerpecito entre mis brazos, oprimiéndolo con fuerza como si temiera que se desvaneciera en la nada. El pequeño dejó caer la cabeza hacia atrás y tras un jadeo, suspiró profundamente, cerrándosele aquellos ojos grisáceos…
Jerarld… por favor… deténme… , grité en mi cabeza, rezando para que él pudiese escuchar mis ruegos y viniera en mi busca, aunque entonces… supe que ya era demasiado tarde para aquél retoño cuyo corazón se detuvo y su respiración se congeló en el tiempo.
Ya no había nada más que succionar de él… ya no quedaba ningún resquicio de vida en su cuerpo ahora flácido y frágil como una muñeca de porcelana. Aun así, mis colmillos permanecieron incrustados en sus venas hasta que un centello de sol acarició mi hombro al descubierto y tuve que retroceder, apartando el cuerpo inerte del bebé con desdén mientras refunfuñaba a la herida causada por la luz. ¿Qué diablos…? Una mancha rojiza apareció en mi pulcra piel y por el aroma que se desprendía, parecía como si me hubiera quemado y la piel empezara a descomponerse, pero entonces… la herida empezó a regenerarse ante mis ojos con una velocidad completamente anómala. Aquello me asustó y confundió porque, sí, era cierto que sabía que algo en mí había cambiado, que ya no era la misma Roxanne de siempre… pero… ¿qué era realmente? ¿A caso existían los monstruos fantásticos? Si existían los vampiros tal y como sospechaba… ¿existían también los hombres-lobo, las brujas y los dragones? La herida sanó y por más que mis dedos buscaron una marca, nada encontraron. Protegida entre la sombra de la sala, veía cómo el sol iba ganando terreno y pronto iluminaría mis pies desnudos...
- ¿Jer…?- susurré con voz trémula mientras mi espalda chocaba con el muro de la habitación y mis manos surcaban una vía de escape que me alejara de aquél pozo de tentación.
Pero mis ojos se inyectaron en sed y mis impulsos vencieron a mi humanidad que con un grito ahogado, fue testigo de cómo mi cuerpo se agazapaba sobre el pequeño e hincaba los colmillos en su muñeca, succionando con frenesí aquella sangre de sabor un tanto especial, más dulce, más sabrosa que la del pastor al que acababa de atacar. Aquello era un vicio, mi perdición, mi debilidad, mi adicción… y debía frenar. Jerarld me dijo que debía fijarme en el pulso de mi víctima y parar cuando estuviera a punto de detenerse… pero no podía escuchar nada ni sentir nada que no fuese el sabor de su sangre. Y tomé su cuerpecito entre mis brazos, oprimiéndolo con fuerza como si temiera que se desvaneciera en la nada. El pequeño dejó caer la cabeza hacia atrás y tras un jadeo, suspiró profundamente, cerrándosele aquellos ojos grisáceos…
Jerarld… por favor… deténme… , grité en mi cabeza, rezando para que él pudiese escuchar mis ruegos y viniera en mi busca, aunque entonces… supe que ya era demasiado tarde para aquél retoño cuyo corazón se detuvo y su respiración se congeló en el tiempo.
Ya no había nada más que succionar de él… ya no quedaba ningún resquicio de vida en su cuerpo ahora flácido y frágil como una muñeca de porcelana. Aun así, mis colmillos permanecieron incrustados en sus venas hasta que un centello de sol acarició mi hombro al descubierto y tuve que retroceder, apartando el cuerpo inerte del bebé con desdén mientras refunfuñaba a la herida causada por la luz. ¿Qué diablos…? Una mancha rojiza apareció en mi pulcra piel y por el aroma que se desprendía, parecía como si me hubiera quemado y la piel empezara a descomponerse, pero entonces… la herida empezó a regenerarse ante mis ojos con una velocidad completamente anómala. Aquello me asustó y confundió porque, sí, era cierto que sabía que algo en mí había cambiado, que ya no era la misma Roxanne de siempre… pero… ¿qué era realmente? ¿A caso existían los monstruos fantásticos? Si existían los vampiros tal y como sospechaba… ¿existían también los hombres-lobo, las brujas y los dragones? La herida sanó y por más que mis dedos buscaron una marca, nada encontraron. Protegida entre la sombra de la sala, veía cómo el sol iba ganando terreno y pronto iluminaría mis pies desnudos...
Michelle Délvheen- Vampiro Clase Alta
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