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PARÍS, FRANCIA
AÑO 1842

Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.

Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.

¿Estás dispuesto a regresar más doscientos años atrás?



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Mensaje por Jerarld Délvheen Vie Jun 08, 2012 1:58 pm

Observe con horror como ella bebía de aquel bebe recién nacido. Notando que algo dentro de mi se removía con fiereza. Cerré los ojos con angustia ante un acto tan monstruoso, pero era así, había sido así. Ya no había nada que hacer, no habia vuelta atrás. Era yo quien había convertido a Rox en eso…La entera culpa, era mia y solo mía. El peso de todas sus victimas caería sobre mi conciencia de ahora en adelante.

Fue entonces, mientras la luz avanzaba por aquella misma ventana, que tome a Rox de la cintura, alejándola conmigo poco a poco en la habitación mientras observábamos desde las sombras como los rayos de luz avanzaban por la estancia, regándola de calidez.
Le sujete por la cintura y cerré los ojos mientras apoyaba la mejilla sobre sus cabellos rojizos susurrando.

-El sol nos está prohibido…Somos hijos de la noche, la eterna sed es nuestra condena, al igual que la luz…Podrás curarte cuando ella te toque, pero solo si la luz toca tu piel suavemente un instante…Pero si dejas que tu piel sea abrazada por la luz demasiados minutos…
Ardera…
Ardera infinitamente hasta que no queden más que cenizas…Nuestra esencia se reduce a cenizas, nada más.
Es por eso querida mía, que nunca pude pasear contigo en la mañana, que nunca pude contemplar junto a ti el amanecer…

Sonreí amargamente ante mis pensamientos. Le había condenado al mismo horror al que me habían condenado a mi y me sentía terriblemente egoísta por ello, ya que a pesar de mis actos…No me arrepentía de nada, de absolutamente nada. Pues ahora simplemente disfrutaba de su compañía, agradecido de poder tenerla a mi lado sin que importara nada mas.

Aquel día ambos nos refugiamos allí, a la espera de que volviese a atardecer.
Y asi como el paso de las horas es inevitable, la noche llego trayendo consigo nuestra libertad. Ambos salimos al encuentro de aquellas personas -que buscaban a sus vecinos-, mientras Rox hambrienta, les tendía trampas para hacerles venir hacia ella, devorando y aprendiendo con rapidez. Aniquilando con brevedad a aquel pequeño pueblito. Un pueblito que desapareció del mapa aquella noche, ya que me encargué a reducirlo a cenizas antes de que llegara el sol, para que nadie pudiese ver lo que allí había pasado. Convirtiendo en ceniza la vida de aquel lugar mientras me alejaba con ella de la mano, indicándole que no mirase atrás…

---------------------------------------------------------------

Los días pasaron y las semanas también, fueron momentos intensos en los que intente enseñar y controlar a mi inesperada “aprendiz”. Enseñándole a pasar desapercibida, a intentar controlar sus dones y sus impulsos…Intentando que doblegase su gran sed.
Pero era difícil, pues había pasado muy poco tiempo. Y las “artes” como muchos las llamaban tardaban en hacerse presentes.
Así que de este modo decidí que lo mejor para ella seria mantenerse en un lugar tranquilo, un lugar donde los aromas de las personas no se mesclaran ni enturbiasen su mente. Así que ambos partimos hacia una de mis casas de campo.

Pase mucho tiempo allí con ella, compartiendo mis días y mis noches con mi compañera. Saliendo de cacería cuando el hambre nos llamaba… Comentándole lo que había descubierto por accidente…E incluso presentándole a los niños…
Los niños, nuestros hijos. Nuestros dos pequeños monstruitos…Sonreía cada vez que pensaba en ellos. Y por eso, después de un mes y unos días, les había ido a buscar para traerles junto a mi a la casa de campo. Rox poco a poco lograba dominarse, y a pesar de lo mucho que me preocupaba su descontrol, podía ver en sus ojos aquel brillo maternal cada vez que les veia, aquello relucía muy en el fondo de su mirar, haciéndome confiar lo suficiente como para traerlos con nosotros algunos días antes de que tuviese que volver a mis quehaceres, o ver como se encontraban May y Néph, pues últimamente me faltaba tiempo para poder estar pendiente de mis hijos y eso si que no me lo podía perdonar…

Eran las doce de la noche en punto cuando mire la hora.
A mis costados, Elle y Gabriél dormían plácidamente mientras el carruaje nos conducía sobre la tierra en dirección a la casa.
Elle descansaba sombre mis rodillas, mientras yo acariciaba sus cabellos y Gabriél recostaba su cabeza sobre mi pecho, dejando su brazo sobre mi abdomen. Sus horarios de sueño aun seguían desfasados, pues se estaban acostumbrando recién a mantenerse despiertos por la noche, pero después de tan largo viaje, aun seguían cansados y el sueño les había llamado hacia más de media hora.
Mire por la ventana visualizando la gran casa de tres plantas que se elevaba sobre el terreno, con su aspecto clásico y rustico tan típico de las grandes casas de las afueras.
Fue entonces cuando el carruaje paro y yo desperté sutilmente a los niños, sin mucho éxito. Así que tome a Elle en brazos y sujeté a Biél por el hombro mientras este se agarraba a mi cintura aun demasiado adormilado para saber siquiera a donde le llevaba...
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Mensaje por Michelle Délvheen Vie Jun 08, 2012 2:36 pm

Sorbí con ansiedad de aquella copa de cristal que contenía las últimas gotas de sangre humana que me tocaba digerir antes de reencontrarme con mis hijos aquella noche, tal y como Jerarld me había implorado con tal de cumplir mis deseos maternales. Con la mano derecha manteniendo la cortina blanca alejada de mi campo de visión, mis ojos recorrían el sendero que conducía hasta aquella casa en la que me hallaba recluida con tal de no dañar a nadie más, suficientes vidas había arrebatado en un mes y medio, más de las necesarias, de eso estaba segura. ¿Era aquél precio justo para mantenerme con vida? Intentaba no pensar en ello frente a Jerarld, pues sabía, por su semblante triste y torturado, que aquellas ideas le robaban la alegría, que le inundaban de pena aunque jamás viera en sus ojos ni un atisbo de duda o reproche. Nunca entendí por qué no me odiaba, aunque comprendía el motivo por el que me aislaba y me distanciaba de la civilización, no le juzgaba por querer proteger a sus seres queridos que también eran los míos. Pero lo cierto era, que me enloquecían aquellas cuatro paredes, las únicas que prácticamente había visto tras mi conversión. Me sentía carcelera, reprimida, vigilada y sentenciada.

- ¡Auch!

La copa, hecha pedazos por uno de esos impulsos salvajes que a veces delataban mi naturaleza, había incrustado sus cristales diminutos en la palma de mi mano, haciéndola sangrar levemente. Relamí las heridas y me acerqué a la hoguera de la chimenea que había encendido tras la marcha de Jerarld aquella noche, vertiendo sobre el fuego cristal a cristal, admirando, entre el centello devorador de las brasas, mis heridas cerrarse con rapidez.

Apoyé mi frente sobre el hocico de aquél ciervo disecado que adornaba la chimenea y al abrir mis ojos, me vi reflejada en los suyos, de un oscuro color azabache, sin vida, sin aquella chispa de luminosidad, percatándome de pronto, que no admiraba su mirada vacía e infinita, sino que veía el reflejo de mis ojos. Jamás volvería a ser aquella muchacha risueña y llena de jovialdad, persiguiendo sueños, con la mera ilusión de albergar opción alguna de cumplirlos. Lo cierto era, que ya no disponía siquiera de esa oportunidad. Ahora, mi vida carecía de luz, envolviéndome en una desoladora oscuridad, en una tormentosa existencia basada en el arrebato de otras vidas inocentes con tal de subsistir en silencio tras las tinieblas de algo que no había elegido por propia voluntad, pero que tampoco podía rechazar.

La puerta se abrió de repente y una fresca ventisca nocturna inundó la estancia, llevándose consigo aquellos pensamientos para que Jerarld jamás se conviertiera en testigo de éstos. Ensayé una sonrisa vital un par de veces antes de girarme hacia él para contemplar, maravillada, el profundo sueño que acunaba a mis pequeños entre los brazos de su progenitor. Aquella estampa me enterneció, haciéndome sentir frágil como un terrón de azúcar a punto de derretirse sobre el humo de un café recién hecho. Jerarld era mi café, de alma cálida, cuyos brazos protectores abarcaban todo cuanto dieran de sí y más, como aquél humo que me embriagaba. No obstante, tras mi conversión, algo había cambiado entre ambos, tiñiendo mi boca de un sabor agridulce con cada beso que le robaba... como el café. Un café que ya no podría saborear del mismo modo por el simple hecho de no ser humana.

- Ven, acuéstalos en los sillones mientras les preparo las camas... debe haber sido un viaje demasiado largo para ellos, míralos, tan pequeños...- murmuraba, acariciando el rostro de Biél con ternura y delicadeza, como si pudiese romperse con un mero suspiro.

Alcé la vista a Jer y me limité a sonreírle, agachando luego la mirada para dar media vuelta y ayudarle con Elle, a quién dispuse sobre uno de los sillones más próximos de la hoguera para que no cogiera frío. Acomodé sus cabellos y tras contemplarlo unos minutos, besé su frente, disponiéndome a arreglar sus lechos para que descansar allí más cómodamente.
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Mensaje por Jerarld Délvheen Mar Jun 19, 2012 12:04 pm

Roxanne salió del salón mientras yo me quedaba contemplando a los niños, que dormidos en el sofá descansaban sumidos en el profundo mundo de los sueños.

Camine hacia la chimenea, y apoye uno de mis brazos cerca, contemplando las llamaradas que iluminaban tenuemente el salón donde me hallaba, percatándome del brillo que se alojaba entre las llamas. Observe que entre las cenizas y la madera se alojaban los resquicios de cristal, percibiendo el frágil aroma de la sangre...De su sangre…

Una sonrisa triste afloro en mis labios. Pues a pesar de lo pendiente que estaba de Roxanne estas últimas semanas, sabía que algo no iba como debía…
Su sueño era agitado, su mirar nostálgico. Parecía como si aquel brillo de jovialidad, de ilusión y de alegría comenzara a escapar de sus ojos con el pasar de los días y eso empezaba a preocuparme. Sabía que se trataba de una cuestión de tiempo, de acostumbrarse, de asimilar…Y por eso intentaba brindarle mi compañía, mi abrazo, mi cariño, procurando que supiese que yo estaba allí.
Pero a pesar de mis esfuerzos, me preguntaba con frecuencia si lo que hacia sería suficiente, si seria lo que ella necesitaba. me atormentaba la idea de no saber si estaba cuidando bien de Roxanne, o si por el contrario lo estaba empeorando todo aun mas. ¿le estaría aportando lo que lo que ella en verdad necesitaba?…

Un suspiro escapo de mi y entonces escuche sus pasos al acercarse. Me gire con lentitud hacia ella y observe sus andares elegantes, que le hacían parecer como si avanzara sobre una nube. Sus cabellos ondulantes se mecían casi con ternura ante su figura de aspecto frágil. Contemple su piel blanca, que ahora parecía relucir y deslumbrar en conjunto con aquellos ojos azules de largas pestañas y aquellos labios carnosos y carmesíes que se acercaban a mí. Su belleza era extrema, y la nostalgia de su mirar le convertía en una criatura aun más hermosa ante mis ojos. Como si incluso el dolor le aportase aquella esencia embriagadora.

Me contemplo un instante antes de que yo me acercase a ella. Acaricie su mejilla suavemente con el dorso de mi mano y le sonreí antes de desviar la mirada hacia los niños. Procediendo a tomar en brazos a Gabriél mientras ella tomaba a Elle.
Biél situó sus brazos alrededor de mi cuello, apoyando su cabeza en mi pecho y enrollando sus piernas alrededor de mi cintura mientras yo le sujetaba entre mis brazos, caminando con el de forma tranquila para no despertarle más. Llevándole escaleras arriba a una de las habitaciones que les habíamos preparado aquella noche. -Ambas habitaciones estaban una al lado de la otra, frente a estas habían mas habitaciones vacías. Y al final de aquel pasillo se encontraba la habitación principal, la nuestra.-
Le sostuve con un brazo mientras destapaba las mantas, depositándole con suavidad para poder quitarle el abrigo y los zapatos, acomodándole poco a poco mientras le tapaba. Apartando sus cabellos rojizos de su rostro, sin poder reprimir una sonrisa...
nuestros pequeños diablillos…Como les había extrañado.
Bese la frente de Biél con cuidado antes de levantarme y contemplar a Rox apoyada en el marco de la puerta con una sonrisa. Camine a hacia ella y tome su mano antes de mirar como en la habitación contigua Elle descansaba apaciblemente, mientras sus cabellos undulados y rojizos se desperraban en la blanca almohada, ante su gesto sereno y su respiración suave.
Cerramos las puertas sin hacer mucho ruido y ambos nos miramos en aquel pasillo oscuro aun con nuestros dedos enlazados. Nos giramos y comenzamos a caminar en silencio. Dirigiéndonos hacia nuestra habitación, donde nos adentramos cerrando la puerta.

Los ventanales estaban abiertos y las cortinas ondeaban con suavidad ante la escasa luz que entraba por la ventana.
Desabotone el cuello de mi camisa y me saque el abrigo y la chaqueta, dejándolos sobre una de las decoradas y exquisitas sillas cercanas. Arremangando mis mangas y sujetando un instante mi nuca, estirándome suavemente, pues aun me sentía algo rígido después del trayecto.

Hemos tenido un viaje tranquilo…
Los niños se durmieron a mitad de camino…Pero estuvieron casi todo el principio del trayecto hablándome de que deseaban verte, que te extrañaban y que querían jugar contigo. aunque créeme, ya saben hacer trampas, asi que no te fies de sus rostros inocentes.
Comente entre risas al recordar lo rápido que habían aprendido cuando les enseñé.
Por aquí ha habido novedades? Pregunte girándome hacia ella, percatándome de que me observaba en silencio.

Va todo bien?
Le mire un tanto extrañado y camine hacia ella tomándole de la cintura para poder encontrar sus ojos en la oscuridad. Me deje envolver por aquella mirada que me seguía pareciendo cálida y viva antes de acercarme a ella, aspirando su aliento por un momento antes de que nuestros labios tomasen contacto con suavidad permitiéndome sentir su tacto frio en mi piel. Me separe brevemente, manteniendo mi frente junto a la suya. Y cerré los ojos sin poder evitar la angustia, pues con aquel beso le había recordado a ella…Había recordado aquella noche en que ambos habíamos descubierto que nuestro hijo aun vivía. Había recordado su tristeza y desolación cuando encontramos la nota de Démian…y cuando le deje en su casa, durmiéndome antes de poder decirle nada…Soñando incluso con que me robaba un beso. Un beso como el que ahora yo había robado a Roxanne…
¿Porque…?
¿porque tenía que recordar todo eso justamente ahora?
Trague saliva y volví a respirar, percatándome de que había dejado de hacerlo por un instante.

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Mensaje por Michelle Délvheen Miér Jun 20, 2012 11:54 am

Juro que no busqué en su mente aquél recuerdo, que éste simplemente vino a mis retinas como si hubiese sido mi mente la que hubiera dibujado aquél rostro moreno de dulces facciones y rizado cabello achocolatado. Supe en ese momento, que mis dones telepáticos me habían obligado a ser testigo de los verdaderos sentimientos de Jerarld, unos que él mismo se empeñaba a negarme noche tras noche, aun enredados en la misma sábana y compartiendo algo más que el mismo oxígeno.

En dos segundos, miles de reacciones cruzaron mi mente, desde el ignorar aquél recuerdo, hasta usar el encandilamiento para reconquistarlo. Pero mirándole a esos ojos grisáceos, cristalinos, puros como el agua que baja libre por la montaña… supe que ya no me desnudaría con la mirada, que sus manos no buscarían el calor de mi piel, que sus labios no agonizarían sedientos por un beso mío. Todo cuanto ahora abrazaba, no me pertenecía. Ni siquiera aquél beso que me había robado pensando en otra mujer, la ladrona que había conquistado más que su corazón e hipnotizado su razón. ¿Quién era yo para atarle con las cuerdas del egoísmo?

Ascendí mis manos hacia su cuello, acariciando con mis pulgares aquellas mandíbulas ahora oprimidas con fuerza. Con mi frente pegada a la suya, sus ojos se mostraban como el más limpio cristal que reflejaba mi atormentada alma mediante una mirada que buscaba rozar la serenidad. No lo lograba, decidiéndome entonces a esbozar una pequeña sonrisa, de aquellas que solían robarle el aliento por unos segundos. Pero tampoco obtuve el efecto esperado y entonces, le sentí lejos de mí pese a que mis manos abrazaran ahora su nuca, apegándole a mi cuerpo que ya lloraba su pérdida.

- ¿Me amas, Jerarld?


La voz, mi voz, sonó frágil, trémula, como si estuviese a punto de quebrarse el hilo sobre el que caminaba titubeante. Y vacía pese a llenarla con otra sonrisa, una nerviosa como si tuviera un tic en la comisura de mis labios. Y sólo una vez había dejado escapar aquellas mágicas palabras que auguraban convertirse en mi condena aquella noche, me arrepentí de haber dejado volar mis pensamientos y emociones. Porque lo cierto es, que siempre supe la verdad. Desde la noche de su regreso a mí, desde que vi su anillo matrimonial y su rostro compungido por el dolor de una traición. Aquella noche, yo le había consolado, había logrado apaciguar el llanto de su alma, y con el hilo de la ternura creí haber sanado las heridas que aquella mujer había abierto en él. Por un momento, rebosé en esperanzas de haber borrado su recuerdo de la mente de Jerarld y ahora, todavía con aquella imagen gravada a fuego en mis retinas, entendí que jamás conseguiría algo así. Sabía que podría contar con su apoyo incondicional, su cariño, respeto, protección, pero nunca con su amor. Y aun así, aguardaba la respuesta de sus labios sellados como si de ellos dependiera que mi pecho se inundara ante el deshielo de mi alma. Él despegó los labios y su voz fue suficiente para que mi corazón se desprendiera lentamente de mis entrañas y llevándose todo a su paso, desapareció de mi cuerpo antes de llegar a la altura de los pies.

- Haz que te olvide… por favor, Jerarld… arráncame del corazón la razón por la que éste latía en vida.


La súplica deambuló por aquella sala más tiempo de lo que yo había calculado suficiente para no flaquear ante él, fallando en mi serena compostura para verme prácticamente arrodillada ante él, cayendo en sus brazos y rompiéndome en mil pedazos como si de una escultura de hielo en la escarcha me tratase. Apoyé mi cabeza sobre su pecho, llenándome de su aroma que perforaba cada uno de mis sentidos, quemándome los poros de mi piel ante la idea de no rozarle jamás, de olvidar incluso el sabor de su boca o el color de sus ojos.

Pero sólo el olvido podría, paradójicamente, devolverme la vida.
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Mensaje por Jerarld Délvheen Miér Jun 20, 2012 1:35 pm

Sostuve a Roxanne entre mis brazos, alarmado por un momento al verla decaer, frágil. Como si aun fuese humana…
Me arrodille junto a ella, Abrazándola contra mi pecho, con fuerza, con posesividad. Por un instante arrepentido de mis palabras, pero sabiendo que era lo que sentía.
Había pasado todo este tiempo a su lado intentando olvidar, intentando que mis ojos fuesen solo para ella, al igual que mi corazón y mi alma…
Pero lo notaba con cada beso, con cada mirada, con cada caricia…Le buscaba a ella. Buscaba a Eyra sin quererlo. Y cuando eso ocurría, podía percibir su desesperación, su dolor y su ansiedad creciendo por momentos, como si lo adivinase en mi mirar. Y yo intentaba engañarme, decirme que no era cierto, que solo era un reflejo. Que yo realmente necesitaba a Roxanne…solo a ella…
Pero ahora…de nada servía cegarme. De nada servía imaginar que solo se trataba de delirios míos…La verdad había salido de mis labios.

No…


Por más que había deseado decirle que le amaba, que le necesitaba, había mirado sus ojos sabiendo que no podría hacerle eso.
En aquel momento escuche su petición. Sorprendiéndome por un instante, y entiendolo inmediatamente…Aun arrodillado le abrace, presionándole contra mi, cerrando los ojos por un momento. Abrazándole con nostalgia, con cariño, con ansiedad, con preocupación ante sus palabras y ante lo que habría de sentir.
Odiaba tener que ser precisamente yo, el culpable de su dolor…Era como si desde que nos conocimos no hubiese hecho más que dañarla con mi presencia.

Oh Roxanne…Nunca pude darte lo que necesitabas….Y lo siento…No sabes cuánto lo siento…Le dije mientras apoyaba mi mejilla en sus cabellos, con los ojos cerrados, frunciendo el ceño ante lo que estaba haciendo. Sentí el aroma de sus lágrimas silenciosas, y entonces me separe brevemente de ella para poder ver aquellos ojos. Aparte sus cabellos con cuidado, y sostuve su rostro entre mis manos. Le contemple sintiéndome como un canalla…Pero aun así continúe, porque tenía que hacerlo, tenía que seguir, porque se lo debía...
Ya no había marcha atrás.

Te he querido Rox…Te he querido con todo mi corazón…y me llevare conmigo cada sonrisa, cada palabra, cada caricia… como el recuerdo de algo que jamás merecí…
Suspire mientras le observaba, y bese sus labios una última vez antes de que todos los momentos que habíamos pasado juntos pasaran por mi mente en forma de sus recuerdos.
...La forma en que le había conocido, como habíamos bailado, como habíamos escapado tantas noches, como habíamos visitado tantos parajes distintos,los recuerdos de cuando le hacia reír, los momentos en los que me contemplaba y sonreía antes de ponerse a pintar o a danzar. Los momentos en que algo comenzó a nacer entre nosotros sin que pudiésemos explicárnoslo,las mañanas y los despertares juntos, la noche en que tuve que marchar, todos aquellos días de tristeza, las cartas sin destinatario, las noches en que volvía a ella para darle más días de vida, luego el recuerdo de su transformación, su enorme sed, su descontrol, su angustia, su dolor y los niños, su mayor alegría, el recuerdo de sus sonrisas y de sus juegos, imágenes donde a veces aparecíamos los tres o los cuatro compartiendo momentos juntos como la familia que habíamos sido en aquel mes, y finalmente esa noche, esa charla, cada palabra que habia salido de mi boca y de la suya…

Tantos recuerdos…tantos momentos juntos…Casi una vida entera se esfumaba ahora como si fuese arena entre los dedos. Llenándose ahora solo con los instantes en los que no pensaba en mi o en nuestros hijos. Momentos en los que adoraba su trabajo,en los que deseaba ser actriz. Momentos en los que sus ilusiones de ser una artista afloraban hasta llegar al cielo, momentos en que la libertad era extrema, igual que su talento y su belleza…Su vida ahora estaría llena de eso.
No habría ningún nombre que revolotease por su mente, no habría el recuerdo de nadie, ni la decepción, ni el miedo, ni la angustia…Todo empezaría de cero, como si acabase de despertar de un largo sueño…y nada más.

Aun sosteniendo su rostro, manteniendo mi semblante delante del suyo, aun aspirando su aliento, aun rozando su nariz…susurre sobre sus labios…

Gracias…Gracias por quererme…

Y el murmullo de mi voz desapareció antes de que ella cerrase los ojos y su cabeza cayese por su propio peso contra mi pecho a la vez que yo le sostenía con cuidado, acunándole en mis brazos, abrazándole. Permaneciendo así un tiempo indeterminado…
No sé si fueron minutos u horas. Solo se que después le tome en brazos y le lleve a la cama, recostándole con cuidado. Apartando sus cabellos mientras me sentaba a su lado. Apoyando los codos sobre mis rodillas. Y ocultando mi rostro compungido entre mis manos.

Sabía que esta vez había hecho lo correcto. Había sido sincero con ella y había borrado mi recuerdo para darle un futuro...Para darle una vida feliz, una vida nueva, una vida en la que tuviese todo lo que necesitaba…

Una vida...sin mí.
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Mensaje por Michelle Délvheen Miér Jun 20, 2012 3:44 pm

Una fuerte migraña fue la responsable que me despertó de aquellos extraños sueños que se sucedían en mi mente, borrosos, inalcanzables, haciéndome incorporar dolorida y con mi mano derecha sobre mi sien, masajeándola en círculos. Abrí los ojos y no reconocí el paraje en el que me encontraba, ni el lecho sobre el que descansaba, ni los muebles de la sala, ni el aroma que se respiraba. ¿Cómo había llegado hasta allí? Lo último que recordaba era que debía regresar a mi habitación tras el espectáculo, pues un conocido noble me aguardaba impaciente sobre las sábanas de mi lecho... ¿Me encontraría en su residencia, quizás? Debía dejar de beber champagne, los estragos empezaban a hacer mella en mí.

Un tanto asustada ante la idea de permanecer un minuto más en aquél dormitorio vacío, decidí inspeccionar la casa por si recordaba algo de ella, con un poco de suerte, encontraría alguien que me indicara la salida. Pero tras el brinco para saltar de la cama y dirigirme a la puerta, algo me detuvo frente al maravilloso espejo situado en la pared contraria a la ventana. Boquiabierta, me acerqué a la superfície cristalina posando uno de mis dedos sobre ella, pues no comprendía cómo podía embellecerme tanto un mero espejo. Ahora, mi piel era más tersa, más blanca, más dura. Unas difuminadas sombras situadas bajo mis ojos me alertaron de que necesitaría más horas de sueño o terminaría con el cutis horrible. ¿Quién me adoraría entonces? Mis dientes parecían centellear, blancos y... ¡auch! afilados. Mis cabellos, en cambio, parecían haberse coloreado más todavía de aquél carmesí característico de mi cabello. Y todo en su conjunto, todo cuanto veía en aquél espejo, no lo reconocía como mío. ¿Sería un sueño? ¿Una alucinación? Retrocedí unos pasos meneando la cabeza cuando... la sangre se me heló en las venas, llevándome la mano sobre mi pecho izquierdo, conteniendo la respiración cuando me percaté de que bajo mi mano, nada latía. Mi pulso había desaparecido y con él, mi corazón. ¡¿Había muerto?!

Cuando de mi boca iba a salir un atronador grito desgarrado, el pomo de aquella puerta giró sigilosamente y contuve la respiración, abriendo los ojos de par en par y sintiendo cómo mis músculos se tensaban al momento mientras que la puerta ahora crujía mientras se abría ante mí.

Y allí, ante mi pocker face y la confusión que crecía en mi interior por momentos, descubrí al sujeto que había irrumpido en la sala.

- Mami... ¿me cantas una nana?- pidió la niña de cabellos rojizos situada en el umbral mientras se llevaba una de sus manos a sus ojos claros y se los rascaba como si le picasen.

Pero había algo que no encajaba en todo aquello... ¿mami? ¿Me había llamado... mami? ¿Y qué hacía ella ahí? Tantas preguntas y tanto silencio en mis labios no solucionaba el conflicto, así que pensé en ponerle remedio.

- Oh, pequeña, te confundes... No sé dónde puede estar tu madre, ¿quieres que la busquemos junt...?

No pude acabar la petición en cuanto por la ventana abierta se filtró una brisa noctura que trajo a mis pulmones el dulce y apetitoso aroma de... aquella niña. Al momento, mi boca salivó y algo innato me llevó a relamerme los dientes, percatándome que los colmillos eran ligeramente más alargados de lo que recordaba. Pero ahora ya no me importaban aquellos detalles anatómicos, ahora lo único que veía y tenía en mente era ella... y su sangre.

Dejando atrás cualquier pensamiento racional que me detuviese, mi cuerpo se agazapó para gruñir antes de lanzarse contra ella y su rostro lleno de horror en cuanto me vio venir, no pudiendo escapar de mí en cuanto la tomé del cuello y la empujé contra el espejo que momentos antes había adorado por lo que reflejaba de mí. La pequeña cayó sobre un montón de cristales rotos, percatándose que algunos de ellos se habían incrustado en su piel y ahora su sangre manaba de las heridas a la espera que yo bebiera de ella... Pero antes de poder avanzar, alguien me tomó por la cintura y daba tirones de mí para que retrocediera, volteándome hacia el niño que luchaba con todas sus fuerzas contra mí. Pero no fue suficiente y con tal de deshacerme de él, le empujé contra la ventana, quebrándose también los cristales en cuanto el pequeño salió despedido por el aire. La niña gritó llorando, alzándose de pronto para asomarse a la ventana y descubrir que el niño seguía vivo, oh, se llamaba Biél, lo supe porque escuché sus pensamien... ¿cómo? ¿desde cuando sabía hacer eso?

Antes de reaccionar, la niña saltó por la ventana y cayó gracilmente sobre el césped del jardín, pues lo cierto era que no había más de un par de metros desde aquella ventana, por lo que ambos corrían hacia el horizonte ilesos y horrorizados. Y yo, obviamente, fui tras ellos con las tripas rugiéndome y la garganta ardiéndome.
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Mensaje por Jerarld Délvheen Miér Jun 20, 2012 4:42 pm

Las horas habían pasado sin mas, sin que yo fuese consiente del paso del tiempo.
Después de dejar a Rox recostada, salí de la habitación y cerré atrás de mi. Caminando por el pasillo entre las sombras.
Fue entonces que quede fuera de las puertas de las habitaciones de los niños.
Baje la cabeza y solté un suspiro. ¿Como les diría lo de su madre? ¿Como les explicaría el hecho de que ella ya no les recordase?...
Podría borrarles la mente también…Pero la sola idea me robo una sonrisa y una negación de cabeza. Lo había hecho con Rox porque me lo había pedido…Solo por eso.
Con los niños tendría que hablar, tendría que explicárselos e intentar que lo entendiesen, que no se culpasen, ya que podrían pensar que tenían algo que ver…
Seria duro, pero intentaría ver la mejor forma de hacérselos entender.

Camine hacia el salón y me senté en uno de los sofás.
Apoye mi cabeza en el respaldo y extendí mi cabeza hacia atrás, sujetando mi frente. Sintiéndome como si en cualquier momento mí cabeza fuese a explotar.
Solté un resoplido y deje mis manos caer sobre mis piernas. Entonces gire el rostro, apoyando mi mejilla sobre la tela suave de la tapiceria, desviando mi mirada para contemplar las brasas que se consumían en la chimenea.
El fuego me hipnotizo, recordé en ese momento todos los instantes que había compartido con ella cerca de una chimenea, y una sonrisa triste asomo de mis labios antes de que notase mis parpados pesados.
Puede que ella ya nunca mas me recordase…Pero yo viviria con su recuerdo el resto de la eternidad…

En aquel momento cerré los ojos, durmiéndome al instante.

---------

La calma se hacia presente en nuestra casa, la tranquilidad y el silencio era casi absoluto. Pero la paz nunca dura mucho tiempo…
Un enorme grito me hizo abrir los ojos enseguida robándome la respiración.
Intente situarme un instante, percibiendo como la chimenea se apagaba definitivamente de forma brusca. Como si aquello fuese otra señal de que algo ocurría.
Me levante de un brinco dirigiéndome hacia las habitaciones de los niños.¿Serian pesadillas...?
¿o terrores nocturnos?....Esperaba incluso algunas bromas...
Pensé en mil cosas antes que en aquella idea que...Cuyo solo pensamiento despertaba todos mis terrores.
Abri hasta atrás la habitación de Elle y luego la de Biél. Percatándome de sus lechos vacios.

Elle!!...Gabriél!! De pronto el crujir de los cristales me alerto de que algo ocurría.
NIÑOOOSS!!!!
El alboroto venia de nuestra habitación. Comencé a correr por el pasillo al escuchar el ruido, y di un manotazo a la puerta, abriéndola bruscamente hacia atrás antes de adentrarme, para ver con asombro como el espejo y la ventana estaban hechos trizas ante la cortina que ondeaba.
El aroma de la sangre lleno mis pulmones de forma angustiosa.

Oh noo…NOOOOOO
Corrí hasta la ventana. Notando el aroma de nuestros hijos además de el de ella…
No podía ser...Uno de mis mayores terrores parecía estar haciéndose realidad.

Di un salto ágil por la ventana. Comenzando a usar la agilidad de nuestra raza. Internándome rápidamente en el bosque. Pues el aroma de la sangre era fuerte y constante… Tenia que encontrarles, antes que ella, si es que ellas no los tenía ya…
La sola idea hizo que sintiese como si arrancaran todas las entrañas de golpe.
Fue entonces que sentí el aroma de los niños y el de ella, estaban cerca de mi!
No tenía mucho tiempo que perder...
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Mensaje por Michelle Délvheen Miér Jun 20, 2012 5:20 pm

Si me pidieran que explicara cómo lo hice, no sabría qué responder, sinceramente. Sólo sé que cuando acorralé a lo niños en aquél precipicio, sus ojos se fijaron en mi y dejaron de gritar y llorar, quedando prácticamente hipnotizados por mí. Ladeé la cabeza y alcé una ceja, desarmada, sintiendo mis impulsos un tanto redimidos. Pero no por mucho tiempo, pues la sangre de la niña me empujaba a tomar uno de sus bracitos malheridos y tras lamer... oh, espera, eso es lo que hice precisamente... tomé uno de sus brazos y me acuchlillé frente a ella, lamiendo sus heridas sin importarme que mi lengua tropezara con restos de cristales rotos. Sus ojos, sin brillo alguno, me miraban anonadados, manteniendo los labios despegados y las pulsaciones normalizadas, así como su respiración.

- Me agradan los niño, no tengo nada en contra de vosotros, es sólo que... tengo hambre y tu olor...

Mordí mi labio inferior y cerré momentaneamente los ojos, sintiendo escalofríos en mi cuerpo y la piel erizada como si hubiese sentido un gran placer, el placer localizado en mi boca con el sabor de su dulce sangre infantil.

En realidad, pensé que eso sería suficiente para saciar aquella sed que nunca antes había padecido, pero lo cierto es que al probarla, mis sentidos se alertaron de nuevo y mi cuerpo sintió la incontrolable necesidad de beberme hasta la última gota de su sangre. Pero entonces, el niño me distrajo al intentar huir, así que no tuve más remedio y lanzarme sobre él y romperle una rodilla, impidiendo así que lo intentara de nuevo, boicoteando sus planes mientras Biél se retorcía de dolor en el suelo, gritando un nombre al que ni atención presté. Me centré de nuevo en la niña, quién ahora también parecía haber vuelto en sí. ¿Cómo controlarles como había logrado hacer momentos antes? Todo aquello empezaba a desquiciarme y de hecho, tiré de mis cabellos con fuerza mientras gritaba enfurecida, gruñendo en cuanto atisbé que lo que se proponía hacer la niña, era bajar trepando por el mismo precipicio, tomándola con fuerza por su mano y lanzándola hasta que cayó junto a su hermano, jadeantes ambos y viendo ante ellos la personificación de la Muerte.

Ellos balbuceaban cosas, palabras, súplicas. Me pedían que parara, que yo les quería, que ellos me amaban, que confiaban en mí. El niño me cantó incluso una canción de cuna que a decir verdad, recordaba como mía, pues era la misma que mi madre me cantaba cuando yo era pequeña. Aun así, ¿quién no conocía aquella nana? La pequeña no dejaba de llamarmé mamá, de hablarme de no se qué dibujos y pinturas, incluso volvieron a nombrarme a alguien a quién tampoco conocía. Todo esa locura sumada a la sed aberrante que me consumía por dentro, me llevó a saltar con la boca abierta y los dientes preparados para desgarrarles los órganos y beber de ellos hasta la saciedad.

Hasta que él se interpuso.
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Mensaje por Jerarld Délvheen Miér Jun 20, 2012 6:24 pm

Les escuche llamarme desesperados. Escuche las suplicas, y los gritos desgarradores de nuestros hijos. Y luego el aroma... Ese aroma golpeo mi pecho como si fuese una maza…
La sangre de los niños empezaba a ser derramada.

Avance notando que mi angustia crecía a cada segundo que pasaba. Mientras yo corría por aquel bosque, rompiendo sin pensar las ramas y todo lo que entorpecía mi camino.
Hasta que llegue a aquel precipicio, visualizando como Rox se abalanzaba sobre ellos con fiereza, haciendo uso de su agilidad.
Mi pesadilla queria hacerse realidad y no lo pensaba permitir.
Pues me abalancé aun mas veloz hacia ella, interponiéndome entre su cuerpo y el de los niños sin pensarlo, sin perder ni un solo segundo.

Sostuve a Roxanne encerrándola en mi abrazo y lanzándola al suelo conmigo en un feroz placaje, mientras sus brazos intentaban despegarse de mi y ambos nos removíamos fieros en el suelo de tierra.
Los niños gritaban asustados, y horrorizados con lo que veían.
Aun gritándole a su madre que parase. Que les escuchara mientras ella ahora me miraba a mi con ojos iracundos.

ROXANNE!!! BASTAA!!!
Tienes que dominarte, tienes que controlarte!!!
Grite mientras intentaba sostener sus brazos, notando que me costaba demasiado, pues sus piernas se removían entre las mías, desestabilizándome por la fuerza que empezaba a ejercer sobre mi.
Sus manos arañaron mi rostro y sus dientes buscaron mi piel, seguramente en el instinto salvaje de desgarrar todo a su paso. Note como mis colmillos afloraban también. Entre la rabia, la ira contenida y la tristeza que me causaba tener que luchar contra ella.
Pero en aquel momento ya no me encontraba con la joven calida, dulce y maternal que ella había sido…Ahora me encontraba con una inmortal sedienta. Con una inmortal que no obedecería a ninguna lógica ni a ninguna explicación.

En aquel momento, aun removiéndome encima de ella, se zafo de mis manos levantándose con rapidez mientras yo lo hacia también aun sosteniendo sus brazos. Ella grito amenazadora enseñándome sus colmillos. Dándome un empujón que me hizo chocar contra un arbol cercano. El crujido sonó atronador cuando quede encestado en el.
En aquel momento, ella giro el rostro hacia los niños, a la vez que estos intentaban alejarse de ella acercándose mas y mas al precipicio arrastrándose en la tierra mientras sus ojos aterrados observaban a su madre. Con el mas profundo pánico en su mirar.
El rastro de su sangre comenzaba a dejar un pequeño sendero hacia ellos mientras Roxanne sonreía.
Biél tomo a Elle agarrándola entre sus brazos, intentando protegerla mientras ella se agarraba firmemente a el aun intentando retroceder. Ambos con los ojos fijos en su madre.

No podía permitirlo…Simplemente…No podía…
Tome impulso apoyando el pie en el mismo tronco antes de abalanzarme varios metros, Agarrando a Roxanne con violencia, sujetándola con la mano izquierda de sus ropajes antes de girarla lo suficiente como para enterrar mi mano derecha en su pecho, empujándola lejos…demasiado lejos…
Roxanne se desestabilizo hacia atrás intentando agarrar el aire mientras el grito de los niños resonaba en el aire y en aquel momento fue como si el tiempo se congelase.

Roxanne cayó hacia atrás por aquel precipicio ante mi mirada de horror. Pero entonces me lance sobre la misma tierra, sujetando su mano, notando como mi cuerpo comenzaba a acercarse al vacío por el peso de ella mientras yo pataleaba intentando agarrarme a algo. Las piedras caían del precipicio queriendo llevarnos consigo mientra yo forcejeaba temeroso. Intentando agarrarme a algo y retroceder, sin lograrlo.
Sostuve su mano fuertemente mientras miraba sus ojos, aun sabiendo que ya no me recordaba…Pero implorando que algo en ella le hiciese frenar. Le hiciese entrar en razón…

Aguanta!!....
Por favor…Aguanta…
Indique haciendo esfuerzos para subirla mientras mi cuerpo se deslizaba por la tierra, aun intentando agarrarme a algo y agarrarla a ella…
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Mensaje por Michelle Délvheen Miér Jun 20, 2012 6:27 pm

- Dejarme morir... ¿capaz o incapaz?

Una sonrisa triste asomó en mis labios antes de sentir cómo mi mano resbalaba de entre la suya y antes de volver a parpadear, mi cuerpo se hallaba en suspenso en el aire, descendiendo a una velocidad vertiginosa aunque ni siquiera percibí, pareciéndome un tiempo eterno. Durante esos largos segundos, pude contemplar el rostro de horror de Jerarld, con la mano aun tendida hacia mí sin nada que sujetar entre sus dedos.

Y por supuesto, mis ojos se llenaron de amaneceres junto a él, del aroma a almendras tostadas que se desprendía de su piel, del fresco y dulce sabor de su saliva, el mar en un anochecer reflejado en sus ojos cristalinos, su voz aterciopelada susurrándome al oído cuánto me quería aun sabiendo que mentía, nuestros infantiles juegos en los que le pintaba la cara con los pigmentos al óleo, nuestras noches eternas enredados en el cuerpo del otro, sus bromas sobre los pelirrojos, el descubrir su secreto aquella noche en mi dormitorio, el tango de Roxanne que juntos bailamos al reencontrarnos tras tres años de vacío, la hoguera como único testigo de aquella lujuria que nos devoraba con lentitud, el reencontrarme con mis pequeños retoños fruto de mi amor por él, las promesas que se olvidaron, las palabras que nunca dije, el silencio que me había llevado hasta el mismo precipicio por el que ahora caía con gracia, casi como si flotara en una nube de azúcar, como aquella que él me compró una noche mientras paseábamos abrazados por el circo gitano, como aquella sensación que sentí cuando le conocí por primera vez, siendo ambos muy jóvenes, momento suficiente para prenderme de él y un par de días para enamorarme de tan carismática alma...

¿Realmente creías... que un poco de magia sería suficiente para hacerme olvidar éste sentimiento que aun vive bajo mi pecho? Iluso...

Reí tristemente para mis adentros antes de contemplar cómo una lágrima de cristal escapaba de uno de mis ojos y volvía a caer sobre mi mejilla, pues algo había detenido finalmente mi eterno descenso. Agaché la cabeza y contemplé, llena de serenidad, cómo mi estómago había sido atravesado por una rama de un árbol seco, tan seco y vacío como ahora me sentía, tosiendo unas gotas de sangre que se deslizaron por la comisura de mis labios y ensució mi pronunciado escote. No había dolor, ni siquiera tristeza o temor. Finalmente, la Muerte había venido a buscar a aquella que había intentado escapar de sus garras unos meses atrás, creyendo ingenuamente, que la vida y la inmortalidad podían proporcionarle aquello que le escaseaba... amor, felicidad, plenitud. Ahora, mientras esperaba casi impacientemente que mis ojos se cerraran tras perder la luminosidad que la vida les aportaba, comprendí lo inútil que había sido vivir aquella vida, pues ahora marcharía con las manos vacías, sin mis sueños cumplidos, habiendo dejado que el amor de mi vida se colara entre mis dedos sin intentar detenerle siquiera, sin haberle dicho, no aquella noche, lo que significaba para mí.

- Gracias a ti... Jerarld... -agonicé entre susurros, sabiendo que me escucharía de igual modo con la misma claridad.- Te quise, te quiero y te querré... hasta el fin de los tiempos.

Y así, sonriéndole de nuevo, queriendo que él conservara en su recuerdo aquella sonrisa cuando se acordara de mí, sentí cómo poco a poco, mi cuerpo se cubría de calidez. No cerré los ojos, queriendo contemplar al astro rey y la cegadora luminosidad que le acompañaba para llevárseme consigo a un mundo en el que seguro, ya no habrían más tinieblas ni oscuridad, sólo luz, la misma luz que irradiaban mis hijos, a los cuales les dediqué mis últimos pensamientos y rezos, prometiendo a quién quiera que estuviera en lo alto del firmamento, que yo siempre velaría por ellos, por Elle, Gabriél... el mejor regalo que pudo darme la vida.

Mi piel se agrietó dolorosamente, dejando escapar un pestilente olor a quemado y a putrefacción, algo que por suerte, no tuve que soportar mucho más tiempo, pues pronto empecé a convertirme en cenizas que la brisa se llevó hacia las profundidades del bosque que me rodeaba, dejando que mis párpados, finalmente, fuesen quienes apagaran la luz de mi vida, con la última imagen gravada en mi corazón... Jerarld...
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Mensaje por Jerarld Délvheen Miér Jun 20, 2012 8:22 pm

NOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOO

Fue mi grito desgarrador cuando observe que sus dedos se soltaban de los míos…
Intente tomarla otra vez, sin lograr agarrar nada más que el aire, mientras sentía como los niños llegaban hasta mi arrastrándose. Buscando en el precipicio a su madre que en el fondo de aquel abismo descansaba encestada en aquella rama.

Sus ojos me habían observado en el último instante, mirándome con la misma calidez, con el mismo amor, con la misma dulzura… con la misma vivacidad que caracterizaba a su persona. Demostrándome que su corazón aun me recordaba.
Que a pesar de todo, el amor había sido mas fuerte, mucho mas fuerte que todo lo demás…

Escuche sus últimas palabras, aun inclinado sobre el abismo. Aun sin poder, ni querer comprender lo que acababa de ocurrir.
¿Como decir adiós?…¿Como terminar algo que simplemente no se puede acabar?
Mi corazón había sido suyo también, mi amor le había pertenecido…Aunque las cosas no acabasen como esperábamos.
Sin embargo sabía que aquello no acabaría. Pues el cariño, y en definitiva el amor, no se destruiría jamás…

“Adiós…Adiós...oh amada mía…”

Cerré los ojos. Intentando no perder la cordura, intentando no desmoronarme…Esta vez había llegado tarde para salvarla…No había podido robarla de los brazos de la muerte…
Pero entonces, los gritos de los niños me hicieron despertar. Me hicieron retroceder, y sostenerles temeroso de que pudiesen caer, mientras ellos entre llantos y entre gritos de desesperación llamaban a su madre, implorando al cielo que se las devolviese, que la dejase con ellos…

Sostuve a los niños por sus cinturas mientras el sol comenzaba a salir por el horizonte. Ellos se agarraron a mis ropajes mientras aun demasiado cerca del abismo, la luz del sol tocaba nuestra piel. Sin que aquello me importase.
El dolor abrasador de sentir como me quemaba vivo, no se asomo ni tan solo un ápice al enorme sufrimiento que sentía, pues en aquel momento era como si alguien hubiese desgarrado mi pecho, dejándome vacío. Convertido en la nada…
Tal vez por eso, al sentir que mi pecho se hacia trizas, ni siquiera sentí el abrazador dolor de la luz sobre mi piel.
Sin embargo, aunque lo desee por un segundo, no podía quedarme ahí…No podía dejarme morir…
Tenia que luchar, tenia que seguir, tenia que hacerlo por nuestros hijos, tenia que cuidar de ellos. Tenia que seguir por ellos, por el futuro…Tenia que darles el cariño que su madre no podría darles…tenia que hacerlo por la que había sido mi amada…Porque se lo debía.

Aun notando como mi piel comenzaba a quemarse, tome a Elle y a Gabriél entre mis brazos. Sujetándoles firmemente mientras ellos se agarraban a mi ropa, tirando de ella. Mirando hacia atrás cuando me gire para caminar con ellos ante su pataleo y su llanto desconsolado…

Me moví veloz hacia nuestra casa, cerrando la puerta y notando como mi mejilla y mis manos quemadas comenzaban a sanar poco a poco.Los niños se soltaron de mi agarre, arrodillándose, adoloridos, dañados y aun sangrando.
Sin embargo en aquel momento, los tres quedamos por un instante en silencio. Agitados, y demasiado compungidos como para decir nada. Mientras yo aun miraba el interior de nuestra residencia, sin mirar nada en realidad. Pues mi mente no podía pensar, mis ojos no podían ver…Era como si por un momento me hubiesen quitado todos los sentidos y algo se hubiese secado en mi interior.

Me apoye en la puerta y deje que mi espalda se deslizara por la misma para acabar sentado delante de ellos. Mientras les miraba sin saber que hacer.
Las lagrimas ahora silenciosas se deslizaban por sus mejillas y entonces ellos se agarraron a mi. Tome sus rostros, y les contemple en silencio… viéndola a ella en cada gesto de sus semblantes…Y entonces por fin, note que algo volvía a removerse dentro de mí. Como si por un momento mi corazón hubiese vuelto a latir, y a sentir el profundo tormento que ahora sentía.
Note que mi mirar se volvía borroso por las lágrimas que se alojaban en mis ojos, ante mis hijos, a los que abrace firmemente… Notando como la pena nos carcomía a los tres. Notando como la perdida nos hacia morir un poco por dentro…Demostrándonos cual frágil puede ser la vida.

Ella os amaba…os amaba tanto como yo…
Nunca lo olvidéis hijos míos…Nunca lo olvidéis…

Sostuve a los niños contra mi pecho y el tiempo paso así, infinito en la tristeza…
Aquel dia perdi algo mas que a mi compañera…Perdí a mi amiga, perdí a aliada, a la madre de mis hijos…Perdí su sonrisa, su tacto, perdí su aroma, perdí su compañía, su humildad, su arte, su cariño…Perdí a una de las personas a las que mas amaba en el mundo…
Siempre era así…Los años pasaban y yo seguía perdiendo a mis seres queridos sin poderlo evitar…Teniendo toda la eternidad para sufrir y para recordarlo…
Era mi castigo, era mi precio…La inmortalidad a cambio de perder lo mas amado, lo mas deseado…Pero era el precio que ya había aceptado, una decisión que no podía volver atrás.

La noche acabo, trayendo consigo al día…Las horas pasaron y la vida siguió.
Los días pasaron…Y yo conté a nuestros pequeños lo que había ocurrido. Explicándoles de la forma mas coherente que pude, todo lo que había pasado su madre, explicándoles el inmenso amor que les tenia. Intentando que entendiesen lo que había sucedido aquella noche…
Sin embargo sabia que seria duro encajar aquel duro golpe, Pues aquello no se podria olvidar ni con el paso de las horas, ni con el paso de los días…

Pero teníamos todo el futuro por delante para sanar nuestras heridas juntos. La vida seguía y nosotros debíamos continuar.

...Ahora ya no había nada que hacer.
La muerte, victoriosa y orgullosa,
habia ganado al fin su partida…
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