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PARÍS, FRANCIA
AÑO 1842

Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.

Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.

¿Estás dispuesto a regresar más doscientos años atrás?



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Mensaje por Averno Lun Abr 24, 2017 4:53 pm


Cautivadores seres han de ser cautivados.


¿Cuántos meses habían pasado? Ciertamente el oscuro inmortal no los había contado, jamás contaba aquello, luego de concluir con uno de sus continuos rituales, Doreen Caracciolo había fallecido gracias a sus manos expertas, en el sótano los recuerdos de aquella humana existencia reposaban en los frascos que ella alguna vez había observado con error, quién podría saberlo, si se había imaginado ahí, suponía Averno que sí. Su antiguo ritual había terminado, el discordante existir del vampiro se había mantenido, un rostro más, un simple recuerdo que no sería olvidado, pero que engrosaría aquella lista interminable de seres. Averno podría ser melindroso, ¿no? Llevaba detenido ya mucho tiempo tras haberse complacido, la calma después de la tormenta para el hematófago no era nueva ventura, siempre había sido así, tanto por propia seguridad como para dosificar sus niveles. La subgerente de su empresa había desaparecido misteriosamente, las cartas a sus familiares habían llegado expresando la pena y eso había sido todo, se había quedado sin mujer para el mundo humano, que dolor, que pena. Jamás habría respuesta sobre el paradero, esta había muerto con aquella falsa identidad y la cuenta nueva había iniciado. Se trataba de una nueva oportunidad de encontrar ser llamativo.

Había abandonado la mansión del pantano, alejado de su enemigo número uno, aquel astro rey, ¿su objetivo? Ciertamente no había planeado nada en específico, desde que había quedado solo una vez más, tenía simplemente que volver a las cazas continuas nocturnas, ni si quiera se les podía considerar ya cazas pues había conocido ya a fondo los recovecos de la ciudad, se podía conseguir sangre de muchas fuentes y sin esforzarse demasiado. Empujar a un humano a un callejón oscuro tras haberlo perseguido por horas ya era casi un cliché de mal gusto cuando podías internarte en lugares especiales donde se conocía la existencia de vampiros y conseguir aquel elixir carmín sin problemas, no obstante eso tampoco era gusto de Averno, como siempre un sujeto antisocial dispuesto a encontrar su propio placer saltando toda regla social, incluso las que eran ajenas a las humanas. Nunca había un ritmo marcado para él, siempre una nueva noche traería un diferente resultado o una diferente chance de tomar, el vampiro vivía como siempre de su variedad y huyendo continuamente de la monotonía de su largo existir. Los anhelos de variedad y diversión seguían siendo su gran impulso, más allá de cualquier otra cosa.

El carruaje había encontrado donde quedar en reposo, una pequeña zona de clase alta, no se podía catalogar comercial así como tampoco residencial pues tenía mezcla de ambos tipos de estructuras dedicadas a. La caminata de Averno en solitario era acompañada por uno que otro hombre y mujer que andaba en pareja por las veredas. El bastón de nogal del vampiro golpeaba el suelo cada vez que este pisaba, no necesitaba el mismo en lo absoluto de manera física, pero la psicológica ya era un cuento viejo. A metros de distancia su fino sentido de la audición pudo captar algo diferente a risas y conversaciones banales de seres humanos, ¿y eso que era? Claramente música, y de la buena, de esa elegante que usualmente solo se suele encontrar en operas o teatros, así que fue llamado por ella. Al llegar simplemente se encontró con que era una especie de café cerrado, pero bastante amplio, pudo observar a hombres y mujeres claramente adinerados, sus finas ropas y el respeto que expresaban a los intérpretes y las pequeñas charlas que sostenían entre ellos. Todo apuntaba a que este establecimiento era un punto de reunión para eruditos y afanados del arte musical.

Averno durante toda su existencia siempre le ha sabido dar cierto valor a los humanos con talentos y capacidades que puedan resultar agradables o que simplemente les diferencies de otros seres humanos y es que siempre ha valido más un pensador que un hombre de músculos fuertes que trate la tierra. El musculo se puede entrenar y desarrollar, en cambio con ingenio y elocuencia se nace, si no se explota no se aprovecha, pero aquello es otro cantar. El vampiro ingresó sin ningún impedimento, su traje fino y elegante, impoluto sin si quiera una arruga, la pulcritud y la perfección que el vampiro siempre ha derrochado suele causar solamente buenas impresiones en las mentes humanas. Los ojos cafés del vampiro se pasearon por aquellos salones, los humanos estaban a sus anchas, un lugar sencillo en el cual escoger víctimas siendo él el victimario predilecto. Solamente fue cuestión de minutos, una hembra humana muy joven se apoderó del piano, desde su posición solamente podía observar su vestido, su espalda recta y sus cabellos pelirrojos. Averno acomodó ambas palmas sobre el agarre de su bastón, mismo que estaba delante de su pelvis y escuchó con atención la interpretación de la humana en atención.
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Mensaje por Klervi Malzieu Miér Abr 26, 2017 2:42 am

- ... algo más alegre... - sugirió su padre de cabello canoso, unido a una mirada tierna, que sin importar la edad que Klervi tuviera, seguiría admirándole como la pequeña criatura que fue en su primera semana fuera del vientre materno. La misma sabía cómo rehuir a los pedidos que constantemente sus padres aconsejaban para su vestimenta, tomo la mano de su padre entre las propias, beso su dorso y froto su mejilla contra esta, de forma dulce para que este no insistiera, pequeña acción que dio resultado.  

Sus hermanas no eran amantes del tipo de actividades a las que llevaban a Klervi, por lo que esa noche solo iban sus padres y uno de sus hermanos a la pequeña velada que se llevaría a cabo en un café, situado en el centro de Paris. La jeune fille subió al carruaje correspondiente, acomodando las faldas del vestido de un tono gris verdoso que eligió para la ocasión, y antes de escaparse de su madre, esta le coloco un par de finos collares para, según ella, darle algo de vida y que fuera más provocativa. Su cabello iba  totalmente recogido, dejando sus hombros y pecho a la destemplanza del frio nocturno.

A su llegada al café, sin lugar a la duda, ella era la persona que mas ansiaban tener, no por nada invitaban constantemente a su familia a encuentros donde se permitieran admirar las melodías que la menor de la familia Malzieu interpretaba más allá de la misma perfección, llegaban a sentir la entrega y pasión en cada una de las notas que el piano producía, incluso, les llegaba a erizar la piel, detalle que a la jeune fille le encantaba producir en las demás personas que tenían el placer de escucharla. Y por supuesto, todo era un protocolo que se debía respetar, antes de que su objetivo principal se pusiera en marcha, saludaban a los conocidos, se presentaban con aquellos que no conocían, unas risas aquí y otras allá, su madre era la que mas disfrutaba de aquello, Klervi muchas veces se quedaba atrás, revisando la mesa de bocadillos por si podía hacerse de uno antes de desviarse hacia el piano sin previo consentimiento de su padre.

Cosa que ocurrió esa misma noche, sus pies la separaron de los adultos, guiándola a su encuentro con un hermoso blanco piano de cola, segura de lo que hacía, subió la tapa de este para brindar a los invitados una mayor sonoridad. Se deslizo en el banquillo, situándolo a una distancia que le resultara cómodo, retiro los guantes de sus manos y en un pequeño calentar sus dedos agiles se movilizaron por las teclas del piano, sus pies tomaron su lugar en los pedales, y luego de unos segundos las melodías comenzaron a emerger, inundando el recinto, y a las afueras de este.

Nada ni nadie la detenía, cuando iniciaba se desconectaba de todos a su alrededor, se transportaba a una habitación blanca vacía, su posición era la correcta, más sus hombros y cabeza se movían para buscar las teclas correctas, impregnándose de los sentimientos que a ella misma le brotaban con cada nota entonada, era, de alguna manera, su manera de ignorar el que sus padres le exhibieran la mayoría del tiempo, para su único fin de buscarle un prospecto adecuado.

- Permítame presentarme, Gustave Malzieu - su padre, que tras unos minutos de escucharla continuo con sus presentaciones, había localizado a alguien ajeno a su usual circulo. Él, por herencia era un hombre bonachón, no había nacido aun la persona con la cual no simpatizara, y claro que al percatarse de que el nuevo invitado escuchaba a la menor de sus hijas en el piano, una sonrisa se ensancho en su rostro, mostrando el orgullo que le producía ser su progenitor - Si es amante de la buena música e interpretaciones, ha llegado al lugar correcto - su voz, amable y ronca, le invitaba a integrarse al grupo que detuvo sus actividades para prestar una autentica atención a Klervi - es la menor de mis hijas, la que toca el piano, y claro que si lo sabe apreciar, se dará cuenta  del gran don que se esconde en sus manos al tocar el piano - murmuro por lo bajo, cruzando un brazo sobre el pecho, y el otro a medias, tomándose del mentón para dirigir su mirada hacia la pequeña que se esmeraba con su presentación improvisada.

Klervi por su parte, se tomo unos segundos antes de iniciar su tercera pieza, movió sus manos en círculos y continuo, las tocaba de tres en tres, si deseaban seguir escuchándola deberían esperar un tiempo prudencial para que ella lo volviera hacer, por más que amara los halagos y detalles después de sus interpretaciones,  su madre le había solicitado no gastar todas las melodías en la primera hora, le sugirió dividir sus presentaciones para que los invitados pudieran comentarlo, y charlar un momento antes de que ella continuara cautivándoles, ya que, por el contrario, la actividad terminaba pronto si ella finalizaba en la primera hora de haber llegado, cosa que entristecía a los oyentes.
 
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Mensaje por Averno Miér Abr 26, 2017 11:38 pm


El vampiro había permanecido bastante quieto y silencioso, escuchando con atención la interpretación de la joven humana, talento por doquier se podía reconocer en este lugar, pero su atención había sido llamada por esa humana, incluso lejos, podía sentir como su corazón bombeaba más rápido debido al inmenso sentimiento adrenalínico que despotricaba al tocar, aquella humana disfrutaba siendo escuchada, de hacer saber a otros lo talentosa que resultaba. Amor propio, egocentrismo, sensación de valor, reconocimiento de capacidades, cualquier de las variantes resultaría válida para esta ocasión. Mas teniendo en cuenta la edad de la humana, probablemente simplemente se tratase de una muchacha emocionada por explotar su talento, llena de deseos de comerse Europa y quizás tocar en lo más relevantes lugares relacionados a la música y no solo aquí en un café rodeado de hombres y mujeres pretenciosas que seguramente se sentían muy superiores por el hecho de saber apreciar la música mientras que el vagabundo de la calle que pedía francos para alimentar a su desdichada familia por su carencia de habilidad, no tenía ni idea de lo que aquellos ruidos podían significar. Ciertamente era más que justo lo último, pero en comparación a Averno ellos seguían siendo incluso más insignificantes que el vagabundo.

Si algo aprendió a disfrutar el vampiro desde hace muchos años, este algo fue sin duda la tranquilidad, esta para poder disfrutar de lo que sea que esté haciendo en el momento. Un humano interrumpía aquella paz enfermiza que el vampiro resguardaba mientras escuchaba yo observaba a la humana de escasos años. En un inicio solamente parecía ser un hombre que intenta hacerse el inteligente, ¿por qué necesitaría Averno la confirmación de un humano para reconocer que estaba en un lugar tocado por las almas de los artistas musicales? Es más, hasta el menos educado de los sirvientes de un acomodado promedio podría darse cuenta de que este lugar tenía su toque especial El hematófago estuvo a punto de pronunciar palabras imperativas para que el sujeto cerrara la boca y se largara de su vista, sin embargo lo que vino después le hizo reprimir el accionar. Una sonrisa se mostró en el rostro pálido del vampiro, ¿un padre? ¿Un padre adulando a su hija por algo más que no fuera el marido adinerado que logró conseguir? Que interesante, eso fue lo que pensó en completo silencio, sabía que de continuar el hombre simplemente se alejaría.

Por el momento no le resultaba útil lejos así que respondería para retenerle y así poder seguir indagando un poco más de aquella muchacha — Es un placer, monsieur Gustave, no está carente de razón, el arte musical se nota es bienvenido entre estas paredes y los recurrentes de las mismas, parecen de cierto nivel…Alto — ¿Hacía cuantos años que no hablaba con un humano corriente? La mayoría de seres humanos que se acercaban a él solían ser todos entes femeninos, y evidentemente este hombre no venía a mostrarse a él o tenía interés en su persona, estaba tal vez pavoneando a su hija, ningún pecado, debería haber visto por su apariencia y su manera de vestir que se trataba Averno de un hombre adinerado y esos eran los preferidos de los padres con hijas solteras, no importaba que los hombres en cuestión superaran por muchos años a las pequeñas mercancías — Gael Granger, dueño de La Compagnie D'Assurance Du Chance, dígame, ¿las talentosas manos de su hija tienen la suerte de poseer un padre bien asegurado? — La venta de seguros tanto para la vida como para las posesiones aún no estaba demasiado empleada, solo las más altas esferas accedían a este servicio.

Así que escuchar un no de respuesta simplemente no iba a resultar sorpresivo, pero Averno lo había mencionado no por el interés de que Gael Granger tuviera un cliente más en su compañía aseguradora, no, lo había mencionado para que Gustave Malzieu cayera en la trampa eficaz e inevitable, el relacionarse con un hombre acreedor de fortuna y seguir hablando de lo excelente que resultaba ser su muchacha — Es joven, ¿su edad? Seguramente podrá desarrollarse mucho más en la materia, aunque claro… — La mirada afilada del vampiro se posó en el hombre — Estoy seguro de que estaría más interesado en que esa carrera no se diera y su hija se termine casando con un buen hombre, ¿no? — Había leído su mente, le bastaba con cambiar las palabras: “Un buen hombre” por, un hombre de fortuna para que el pensamiento del humano fuera replicado por su voz, evidentemente aquello no sucedería. La muchacha parecía ir terminando casi a la par que las palabras del vampiro. Por primera vez en la noche aplaudió con cuidado de que el bastón no cayera, realizó un gesto con la cabeza y se adelantó hacia el piano — Una buena performance, mademoiselle,
¿podría? —
Dejó el bastón contra la madera fina del piano, la mano extendida hacia el piano indicaba que lo deseaba ocupar o que buscaba un espacio sobre el banco, ambas le servirían.
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Mensaje por Klervi Malzieu Lun Mayo 01, 2017 12:33 am

¿Que representaba mayor importancia para los padres de Klervi? El apellido Malzieu era reconocido por su alto prestigio, por los buenos mozos que eran los varones mayores, y lo nobles y distinguidas que eran las damas de la familia del caballero cabeza de la familia. Debía admitir que su hija menor tenía fama propia, desde que le dejaron hacerse de un piano para interpretar las grandes obras de unos cuantos compositores que para la jeune fille era lo más cercano que podía existir a la perfección. Desde ese momento, muchos comenzaron apostar por el destino de su hija menor ¿sería parte de la historia como una brillante interprete que en algún momento llegaría a ser compositora? o por el contrario, tendría una vida monótona hasta envejecer poco a poco y buscarle esposos también a sus hijas, un triste destino para unas manos que desbordaban el talento.

Gustave estaba asegurado y se lo hizo saber con un asentimiento de cabeza y una sonrisa que le remarcaba los pómulos. - diecisiete- murmuro su edad para no interrumpir a los presentes que conforme las melodías iban perdiendo intensidad se silenciaban, con el afán de alargar el momento de concluir con su primera parte.  - Monsieur Granger, el hombre que tenga la fortuna de mostrar algún  tipo de interés por mi hija, deberá tener en cuenta el futuro de su carrera como pianista, si pensara en arrebatarle su felicidad, sería un hombre infame y sin ninguna posibilidad de hacerse con su mano.- su madre, que si le hubiera escuchado, estaría totalmente en desacuerdo, debía ser una mujer de hogar, velar por su esposo y darle herederos, era su único fin en la sociedad.

Su padre y los presentes acompañaron los aplausos, Klervi tomaba los guantes para volver a cubrir sus manos y de esa forma dar una leve reverencia para esperar hasta que volviera a ser momento de tocar el piano. Cosa que no sucedió, frunció el ceño al sentir la presencia de alguien que le cubrió la luz por un momento, desconcertada se deslizo por el banquillo, sin levantarse... era su territorio, no dejaría que alguien más se apoderara de él.

- Merci, Monsieur - inclino la cabeza levemente para concederle acompañarle, era la primera vez que, ella erróneamente pensó, deseaba tocar en conjunto, tenía experiencia en duetos, su institutriz al comienzo le acompañaba para darle seguridad en lo que hacía, para mostrarle la buena posición de los dedos para dar con las notas correctas y que estas fluyeran con elocuencia, no era nuevo para ella en ese aspecto, por lo cual se mostro accesible a la idea, además del detalle de ser agradecida con los cumplidos que le podían conceder - ¿Desea tocar algo en especifico? podría ser algo sencillo... - murmuro con soltura, dejando una vez más los guantes sobre el regazo, se percato de los murmullos alrededor, de las miradas que se volvían curiosas al ver aquel pequeño arrebato del nuevo invitado - he de suponer que es la primera vez que asiste a una de estas veladas, ¿imagino bien? - sus palabras eran respetuosas, rondando el filo del querer dejar el limite interpuesto entre lo que significaba tocar para ella cada una de esas noches y ceder su espacio a un desconocido - si le sirve de consejo... - los finos dedos de la jeune fille se deslizaron por las teclas, en una pequeña combinación - en el momento que la primera nota llega a su oído las personas desaparecerán, y le dejara un escenario solitario - con frecuencia se recordaba eso, era la razón por la cual se veía tan inmersa con cada nota que tocaba, dejaba fluir todo su ser en ello.

Pudo localizar a su madre con el rabillo del ojo, era la primera en desaparecer en sus pequeñas presentaciones, era la manera que tenia Klervi de respirar un segundo, lejos de la presión de una madre preocupada - ¿y bien? ¿Que desea tocar para acompañarle? - al levantar su cabeza, para verle tuvo una de aquellas revelaciones que le hacían pensar que estaba en lo incorrecto - ¿o prefiere que me retire? - ¿era eso no? se pregunto a sí misma en la cabeza, apartando las manos del piano, y sintiendo las mejillas sonrojadas por su falta de respeto hacia alguien mayor que incluso podía llegar a sentirse ofendido por sus palabras - si es así, le pido me disculpe por mi torpeza - lo menos que deseaba era darle una razón a sus padres para ir menguando aquellas actividades para ella.
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Mensaje por Averno Mar Mayo 02, 2017 2:09 am


Averno hizo el primer contacto con la humana, sí, efectivamente, tal como había pensado ella era. Difícilmente se alejaría del piano, se notaba como le costaba dar lo suyo, pero finalmente lo cedió. Averno estiró su traje hacia atrás y tomó asiento — Así es, mi primera vez aquí, su padre ya la presentó así que me presento, soy Gael Granger, un placer verle y haber podido ser testigo de su talento — Luego siguió escuchando, le gustaba hablar, y como es usual en un ser humano, le estaba menospreciando sin tener demasiada información, algo sencillo dijo ella. Averno carcajeó visiblemente, pero emitió una carcajada tan amable como falsa, su verdadera tendría que haber demostrado esa burla y mofa por alguien que no tiene ni idea de lo que está diciendo, pero no la emitió. Aquello evidentemente no sería en lo absoluto prudente para sus intereses, ¿y cuáles eran? Sencillo, conocer más a profundidad a esta muchacha que no solo esperaba marido, sino también uno que le dejara tocar, tenía un buen padre al menos, una lástima que esta familia ahora fuera el foco del vampiro que escuchaba las disculpas de la joven humana — En lo absoluto, le daré un consejo — Su mano izquierda palmeó el asiento.

Espero a que la hembra humana se sentara y finalmente procedió a retirar los guantes, sus uñas de color blanquecino se mostraron, eran puntiagudas además, un efecto de su transformación o su muerte para ser un no muerto. El hematófago observó a la muchacha — No le tome relevancia a lo que ve en mis manos — Ordenó para que la humana obedeciera a ello sin rechistar o cuestionarse, llevaba tiempo sin obligar a nadie, pero como siempre, lo había logrado sin problema — Ahora el consejo, debe ser un poco más calma cuando un desconocido se le acerca, me ha tomado por una persona que quizás no sabe demasiado, pero le puedo dar la razón al menos en lo que dice sobre la primera nota, cuando se realiza una actividad con pasión lo que a uno rodea suele interesar demasiado poco — Y ese sentir sí que podía comprenderlo, no precisamente por la música, pero sí cuando iba tras de algo que deseaba o cuando disfrutaba de ese algo que antes había deseado. Incluso en la mente perversa, retorcida y tan alejada de la normalidad que tenía Averno podía encontrar a veces similitudes con lo común de otros seres.

El vampiro observó a la humana y le sonrió — Solo diez minutos del piano, mademoiselle, luego volverá a ser suyo por el resto de la noche si así lo desea — Dicho aquello, paseó su mirada por el local observando cómo habían personas expectantes, los humanos eran curiosos por naturaleza y eso lo sabía bien, ahora mismo el nuevo que había osado tomar el piano frente a exquisitos hombres y mujeres era el foco de atención de todos estos incluyendo la familia de la muchacha que tenía a su lado. Los dedos del vampiro comenzaron a moverse, y las armonías iniciaron de golpe. Averno quizás no podía tocar con el sentimiento y el fervor de un ser humano, pero tenía la perfección y excelencia de cualquier profesional en la materia, muchos años había escuchado la música de piano y había terminado ejecutando él mismo maravillosas performances simplemente por la capacidad de poder hacerlo. No sabía si el público estaba satisfecho con su pieza musical, pero aparentemente la muchacha no tenía quejas ni más acotaciones respecto a su ejecucación pues no escuchaba que su vocecilla delgada se pegara a su oreja como antes había estado sucediendo. El hematófago prosiguió en lo suyo.

Cualquier cosa que Averno terminara haciendo la haría siempre con maestría envidiable, era parte de su sello personal plagado de orgullo errático y poco sensato. Se movían sus dedos, muñecas y manos completas de manera impecable, sin tropiezos, como si se deslizara por el instrumento de difícil movilidad.  No observó a la humana durante toda la interpretación, simplemente estaba centrado en lo que estaba haciendo, juzgando él mismo si lo que estaba haciendo estaba a la altura de sus estándares de calidad y para suerte del café lo estaba considerando correcto pues no se detuvo hasta que finalmente esos diez minutos solicitados antes hubieran transcurrido. Sus manos pararon sobre las blancas teclas y su cabeza se elevó, había terminado, ¿y cuál era su objetivo? ¿Entretener al insignificante populacho humano que le rodeaba? En lo absoluto, su objetivo era la muchacha que ahora observaba, estaba deseando captar su atención, generar que el interés naciera dentro de ella, eso que podría ser su final de darse y él concluir en que podría ser una más de aquellas que disfrutaban antes de su triste final. Averno se colocó los guantes nuevamente para ocultar así aquellos detalles particulares de su anatomía — ¿Desea aún tocar, o podría ofrecerme unos minutos de su noche para parlar? — Se levantó con lentitud y estiró su palma hacia arriba para ella. Que tomara su mano cerraría el “acto”.
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Mensaje por Klervi Malzieu Sáb Mayo 06, 2017 1:30 am

Aquellos sonidos que percibían sus oídos era algo completamente diferente a lo que la jeune fille estaba acostumbrada a interpretar. Sus ojos ignoraron por completo aquellas manos que podrían delatar cualquier tipo de señal de alerta, una señal que le habría alejado de inmediato de las cercanías de aquel hombre que intentaba acercarse a ella... cuando las notas comenzaron sus ojos se posaron gran parte de los minutos sobre las manos del hombre, siguiendo las notas que sus dedos tocaban con grata habilidad, no solo sorprendiéndola a ella, sino que al resto de los invitados también, eran notas cargadas que dejaban un sentir de frio a pesar de que el clima era cálido, digno de la primavera que adornaba los jardines y el ambiente de un una brisa acogedora sin llegar atraer el frio consigo; la blanquecina piel de Klervi se erizo, en ese momento se sintió alejada del resto de personas, era una espectadora tan cercano que pronto sus ojos subieron por los brazos de la única persona que se había atrevido a tomar el piano después de que la menor de los Malzieu hiciera su aparición...

Su madre no creía lo que veía, los ojos de su hija clavados en el rostro del caballero a su lado... Pero, no era como si estuviera viendo al hombre mas galán de su vida, no, al contrario, el ceño de la pequeña Klervi se encontraba fruncido, ¿Cuando aquella niña actuaria con normalidad? mas sin embargo, era la primera vez que la jeune fille alzaba la vista para de alguna forma evaluar a la persona que estaba a su costado, para ella nadie era digno de su atención y era evidente que el atrevimiento del caballero le saco de los parámetros que ella misma estableció para su entorno, incluso, en su rostro se podía percibir algo de confusión. ¿Cuándo fue la última vez que había sentido algo como aquella desolación en su pecho? ¿cuándo fue la última vez que al escuchar a alguien más su cuerpo había reaccionado?

Sentía como sus labios y su boca se iban secando gradualmente, hasta que los diez minutos se terminaron, minutos que no bastaron para ella, todas las personas volvieron aparecer en su rango de visión, podía sentir la mirada de su madre y los halagos que ahora no iban dedicados a ella, el café estallo en un pequeño conjunto de aplausos y ovaciones, todas para el hombre que se colocaba los guantes.  ¿de dónde había salido? y ¿por qué nunca escucho de este antes? alguien con tales cualidades, y siendo hombre debía de ser alguien reconocido, no alguien "simple"... por lo cual casi de inmediato al notar que pretendía alejarse del piano, le pidieron tocar alguna otra cosa para el resto de invitados.

Klervi se mordió el labio con fuerza, llegando a saborear su propia sangre al instante que tomaba la mano del hombre, movida por tantas emociones en su pecho, desde el egoísmo hasta la curiosidad por saber de tan perfecto interprete. Su madre pronto se perdió entre los invitados, y su Padre en medio de los tragos y buenas charlas solo espero a que pasaran los minutos para que su hija volviera a tocar el piano, y su hermano, pendiente una mujer en especial, cortejándole como todo un caballero...  nadie notaria la ausencia de la pequeña Klervi por el momento.

La jeune fille, guío al caballero a una zona fuera del café, a un pequeño balcón que tenía como vista los hermosos jardines que se resguardaban llenos de flores coloridas que se dejaban ver por pequeñas hileras de luz que les iluminaba de forma mágica, un lugar al que se permitía ir para conversar con las personas que eran de su interés, muchas veces eran solo profesores de piano a los cuales le gustaba pedir consejos, ahí se sentía en un ambiente limpio, lejos del alcohol y el humo de aquellos que fumaban como chimeneas, estaba a la vista de todos, pero lo suficientemente alejado para no tener que escuchar los parloteos ajenos, no podía darse el lujo de generar rumores a temprana edad, por lo que pronto soltó la mano del hombre.

- Klervi Malzieu, imagino ya habrá conocido a mi padre - ella le señalo, siendo lo suficientemente alto para ser reconocido desde cualquier ángulo - le gusta hablar mucho - incluso como ella misma cuando sabía o podía darse el lujo de ser engreída - debo confesar que me he sentido maravillada por la forma en la que ha interpretado en el piano, debo disculparme por mi impertinencia al pensar que solo se trataba de un principiante, o algún tipo de aficionado, es la primera vez que alguien me pide el piano de esa forma... estaba algo desconcertada. - le daba algo de vergüenza admitirlo, el que alguien fuera mejor que ella, que robara la atención que debía ser destinada solo a la menor de las señoritas Malzieu - fue algo digno de admirar...
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Musa || Klervi Malzieu Empty Re: Musa || Klervi Malzieu

Mensaje por Averno Dom Mayo 07, 2017 1:25 pm


Los humanos como era de esperar habían quedado satisfecho por pieza musical, e incluso estaban pidiendo que el vampiro interpretara otra, no obstante aquello no sucedería, no estaba ahí para ser como fuente de entretenimiento y goce de aquellos, siempre era lo contrario, los que le rodeaban estaban para servirle y satisfacerle a él. Por su puesto, aceptó la invitación de la joven muchacha, antes realizó una reverencia hacia los que habían aplaudido para anunciar así su retirada y para mala suerte de los espectadores representaba también el retiro de ambos pianistas pues la muchacha le alejó de los humanos en general, no estaban en una zona completamente alejada ahora, pero sí lo suficientemente lejana como para que nadie pudiera escuchar la posible conversación que mantendría con la joven pianista. Averno se acomodó los ropajes una vez estuvo frente a la muchacha y sostuvo con su derecha el bastón de nogal mientras escuchaba todo lo que decía. Tenía mucha razón en todo lo que estaba diciendo, aparentemente además de ser digna de su edad, era también una muchacha muy poco tímida, eso podía ser una bendición en la mayoría de los casos, y en algunos como este una maldición clara.

Aunque denotaba claramente el detalle de que a pesar de que ya la había presentado ella misma se presentara, un pequeño detalle que le daba a entender al vampiro que no le agradaba a la muchacha que hablaran en su nombre, ni si quiera su propio padre, era eso o los simples modales, pero en todo caso él adoptaba más la postura que fuera una mezcla más de lo primero con algo de lo segundo — No se equivoca, mademoiselle, pero es algo común en los hombres cuando hablan de sus hijas — Agregó como parte del acto, ciertamente el sujeto era insoportable para su gusto, si fuera un ser menos controlado le hubiera arrancado la lengua, pero el inmortal era justamente un sujeto dado a siempre apaciguar sus deseos cuando no era pertinente que estos fueran plasmados a la realidad. Averno sonrió por dentro cuando escuchó aquello, se trataba de una actitud evidente del ser humano, bueno, no de todos los seres humanos, solo de los que tenían la manera de darse cuenta cuando habían jodido una situación o a alguien con sus acciones. La humana estaba reconociéndole que su actuar había sido inadecuado. Aunque no admitió directamente el mal hecho, el menosprecio.

Y Averno sabía muy bien de aquello, sobre menospreciar y no admitir el desprecio, aunque de disculparse por supuesto que no sabía puesto que jamás lo había hecho, pero aquello ya se escapaba un tanto del tema en cuestión — Es parte de la juventud el errar, y es inherente del ser humano el cometer errores, si no se equivoca un ser entonces no sería humano — Acotó con métrica resolución — Puedo comprender su postura, nunca antes le había sucedido algo así de gente que no fuera de su entorno. Supongo que por ejemplo en lugares así solo suele hablar con pianistas y otros artistas que ya antes escuchó. Le aseguro que la sorpresa y lo variado suele ser mucho mejor que lo rutinario y conocido — Aunque claro, también mucho más peligroso, ¿no? Ahora mismo la humana estaba en peligro, en más peligro de lo que hubiera estado nunca jamás en todo su existir y eso justamente porque lo desconcertante como ella dice, había llegado a tocar sus narices de manera directa y sin contemplación alguna — Le agradezco sus palabras, y me consta la verdad de ellas, a los otros espectadores también les pareció digna, no suelo hacerlo constantemente, pero han sido años de práctica independiente — No mentía en lo último, siglos y siglos.

El vampiro avanzó hacia la pequeña baranda y apoyó el bastón contra el mismo, sus palmas se acomodaron en el borde y observó la calle tan bien puesta, el barrio rico y carente de la suciedad y pobreza corriente de la ciudad, hasta parecía como los seres humanos tenían esa facilidad para transportarse a otro mundo llegando así a ignorar la realidad que les rodea más allá de sus cuatro paredes — Dígame, mademoiselle, ¿cuál es su mayor deseo en la vida? ¿Qué sería eso que busca alcanzar? Eso que le haría sacrificarlo todo para llegar a tenerlo entre sus manos o conseguirlo — En caso de ser un estatus — ¿Existe algo que desee con tanta fiereza y vehemencia o no es de las personas que poseen algo así? — Los seres humanos eran demasiado apasionados, y por esta pasión solían perder mucho el control, algo en sus cerebros la mayoría de veces simplemente les hacía desconectar de la racionalidad, según él se trataba del instinto animal que aún quedaba ellos — Las mujeres y los hombres jóvenes están deseoso de mucho, de comerse el mundo, ¿usted? — Averno recompuso su postura y le firmemente, penetrando con su mirada café los ojos ajenos.
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Mensaje por Klervi Malzieu Mar Mayo 09, 2017 6:48 pm

¿Qué pensaba ella y no sus padres? Siempre podía tratarse de alguna especia de trampa de parte de alguna persona mal intencionada, para que Klervi sin más soltara todo lo que pensaba e hiciera quedar mal a su familia, a pesar de ser clara su pasión por las artes musicales, las mujeres debían ser vienes familiares, con un vientre que fuera puesto en uso e hiciera nacer a los herederos de la familia de quien le esposara, su objetivo era ser solo el dar vida... y no era que ella lo menospreciara, lo consideraba todo un don, una vocación de la cual no todas las mujeres merecían participar, pues la falta del talento era obvio y la crianza de los niños se iba directamente a institutrices que para su suerte, fue un gran ejemplo a seguir, le mostro el talento que guardaba sus manos, su voz... lejos de las garras de cualquier hombre que quisiera menospreciarle y encargarle la construcción de un hogar en que seria... inmensamente... infeliz.

Ningún hombre poseía tal mentalidad de aceptar que su mujer tenía una importancia mayor que la propia, un golpe duro al orgullo, y quizás era parte del porque sus padres le tenían en sociedad, no una libremente, ya que ninguno de los dos se ponía de acuerdo en lo que deseaban... - vera - comenzó, rebuscando en su cabeza las palabras correctas, las que dieran una respuesta en la que ella no quedara mal ni tampoco su familia, aunque era difícil, a veces su familia se ponía en ridículo por sí sola, conforme pasaran las horas aquello se haría evidente, sin embargo no solo su familia lo hacía, los "adultos" con tragos encima se volvían pesados, y después de cierta hora, la jeune fille se mantenía al margen de todos - como usted sabrá, lo que se supone yo debería querer se limita a una cosa en especifico, además de darle honor a mi familia - sus pies caminaron por aquel pequeño espacio, ordenando todas las ideas en su cabeza, no le veía, mantenía la mirada en alto y al frente - sin embargo - suspiro profundo, mentir no era una de sus cualidades - me he visto rodeada de tanto talento, de profesionales que son admirables a los cuales no les importa si uno es mujer o un hombre, solo admiran lo que pueden hacer los dedos, lo que ellos puedan crear, incluso la voz... las melodías mas altas son admirables - llegando a la esquina volvió a girar, esta vez se detuvo y fue capaz de observar aquel hombre frente a sus ojos.

Alto, de facciones firmes, con aires de ser alguien discreto y respetable, un hombre, por el cual muchas mujeres suspirarían por su atención, por un momento a solas con este, por un momento se sintió pequeña bajo su mirada, más no lo suficiente como para hacerla diezmar en su pensamiento y querer, solo era un individuo que poseía la clara confianza para preguntarle detalles que se debían resguardar en lo profundo del alma de la menor de los Malzieu - He tenido una cantidad considerable de pequeñas presentaciones, me han dado pequeñas probadas de lo que puede ser la grandeza - su rostro no mostraba emoción alguna que no fuera el de la seriedad, sus ojos por el contrario rebelaban que su deseo más grande se mantenía al lado de un piano, lejos de cualquier titulo, lejos de cualquier oficio en un hogar - sería contraproducente negar el anhelo de una grandeza completa ¿quién no la quiere? hasta las más sosegada de las mujeres sueña cada noche con ello, cada varón aquí presente... pretende tenerlo en algún momento, es cuestión de observarles por unos segundos para darse cuenta de ello - su mirada volvió al resto de los invitados, alegres, sonrientes, su madre con trozo de pastel le observaba desde lo alto de un pequeño grupo de mujeres, no era un secreto de lo que podían estar hablando, si estas también parecían tener la vista puesta en la jeune fille.

- para que alguien no tenga tales sentimientos, tendría que estar muerto en vida - pestaño un par de veces y como de costumbre, ignoro las miradas de aquel grupo - aun así, me temo que mis raíces se mantienen cerca de los deseos de mis padres, no me siento con la fiereza de cortar las raíces y causarles un malestar a mis progenitores, sería una vergüenza para ellos que la menor de sus hijas decidiera seguir pasos que les humille ante el resto de cuervos que solo esperan la caída de los grandes, Monsieur Granger - Klervi podía desear un centenar de cosas, mas no tenía un apoyo ahí para ello, no se atrevía si quiera a pensar en aventurarse sola por el mundo, era aun... demasiado joven.
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Mensaje por Averno Sáb Mayo 13, 2017 2:29 am


La mente del vampiro sospechó que aquello era común, quizás demasiado para su gusto, ¿cuántas mujeres tenían sueños frustrados o a medio camino de frustrarse por culpa de la manera que tenía la humanidad para gobernarse sobre sus estatutos sociales? Hiparquía había sentado hace muchísimos años ideas que sirvieron a autoras como Wollstonecraft para postular sus ideas feministas, todo en busca de los derechos de la mujer, derechos que ciertamente no eran reconocidos hoy tres años después de su muerte y probablemente durante cien años más o quizás doscientos o quizás por siempre. El ser humano ha sido siempre un ser humano de cambios, pero hay tres cosas que no han cambiado demasiado: El sexo, su deseo de sangre y su necesidad de clasificar como menos o más a otros seres. En el último caso evidentemente estaba encerrado la mujer para su mala suerte. No había sorpresa ni variedad ver hoy en dilema a una joven muchacha llena de talento con sus deseos propios y deseando dejarlos aflorar, pero llena de miedo por lo que la humanidad suponía que debía de estar ya marcado para ella como una realidad absoluta y si no se acomodaba a ello pues sería mal vista.

Así de simple resultaba ser la mente humana y su sociedad, todos con un rol especifico que cumplir y poco más, eran demasiado escasos aquellos seres humanos que se atrevían a cuestionar, a preguntar y repreguntarse, a salir a flote de lo común y lo corriente y usualmente estas audacias terminaban costando sus vidas, por ello no sería sorpresa para nadie que la joven que tenía tan cerca estuviera recelosa sobre sus pasos a futuro, ¿qué pasos daría finalmente y por qué debería interesarse en estos? Eran sus propias interrogantes y sus ideas para quizás echar la mirada más allá en su existir — ¿Qué considera más importante para su vida? ¿Qué considera más importante para su nombre? ¿Y qué considera más importante para la humanidad? Esa misma que le limita a poder cumplir sus deseos con libertad. ¿Qué necesita más su reino? ¿Una ama de casa más que provea a un hombre adinerado herederos sanos y rechonchos o una artista fina al piano que regale obras que quedarán enmarcadas para el resto de la posteridad? ¿Qué desea ser usted? ¿Una mujer más que será olvidada o…? ¿Qué considera más relevante? ¿Su familia o lo que podría hacer? — Averno le sonrió y realizó una reverencia educada dando a entender que la conversación había terminado.

No obstante no estaba terminada, todo dependería de ella, así como desde un inicio dependió para que ella fuera capaz de que él le declarara estas palabras que seguramente nadie le habría dicho jamás en su corta y tupida vida — Cuando tenga una respuesta venga a buscarme, estaré en la reunión, esperando por su respuesta — No aportó demasiado más así como tampoco le dio a entender cuál de las opciones dadas era mejor según su criterio, todo lo dejaría a elección libre de la joven pianista, ambas respuestas serían válidas para cualquier ser humano común y corriente y si resultaba serlo nada pasaría, sería solamente una mirada fallida, una candidata que quedó a medio camino, que se “salvó” a sí misma por su propia existencia de las garras del vampiro, para muchos una afortunada para él una pobre alma que se perdió lo más excitante de su propia existencia. Sabía que no era a la par una respuesta que ella podría dar con facilidad, por eso mismo estaba siendo considerado con la humanidad ajena al darle el tiempo suficiente para pensar. Podrían pensar que era poco o nulo para algo así.

No obstante era más que suficiente, en la vida de un ser humano nunca un extraño viene, te arranca de un piano y luego te pregunta que es lo que deseas hacer con tu existir que claramente es limitado y corto, tan efímero en una historia que avanza desde siempre y no parará con tu cuerpo. Es una decisión de vida, pero cuando te impacta tan de prisa, sin ninguna señal de que debía de haberse pensado en ello, entonces te deja mucho en lo que pensar. Averno se mezcló entre la multitud tal como había prometido y estuvo degustando de una que otra pieza musical, reconociendo que evidentemente no todos tenían aquel talento que había visto antes en la jovencita.

Horas después, cuando ya uno que otro comensal se iba retirando de aquel café, pudo observar una vez más tanto a la familia de la muchacha como a la muchacha, el vampiro con el bastón de nogal en la mano se dejó ver finalmente ante ellos, estaba segurísimo de que la joven terminaría acercándose a él con una respuesta conclusiva y no con un “no sé”, podría no ser la indicada, pero no se equivocaría con eso.
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Mensaje por Klervi Malzieu Sáb Mayo 20, 2017 12:30 am

Klervi no busco de nuevo a su madre, se podía decir que más bien la estaba evitando. Le era mucho más fácil pensar sin su cotorreo al lado. Y es que mientras otras personas se hacían del piano en su ausencia, ella prefirió tomar asiento con un chocolate caliente entre sus manos, y unos bocadillos sobre la mesa, no tenía intenciones de comerlos, solo los utilizaba para no tener que cruzar palabra con las personas que se acercaban para felicitarle y pedirle que volviera acercarse al piano, ya que los demás eran solo aficionados y el haber aceptado asistir a la velada era porque la menor de la familia Malzieu se haría cargo de la música, no lo pedían de forma amable, intentaban ordenarle…

Y es que, en esas pequeñas órdenes se enfrascaba su vida. Lo que más deseaba era alejarse de todos aquellos que pretendía tener poder sobre ella, solo por su corta edad o porque pensaban que la jeune fille les debía algo por ellos haber asistir a escucharla… como si ella hubiera pedido aquel público tan vulgar. Ninguna de esas personas era merecedora de poder deleitarse con sus interpretaciones, muy a su pesar… no sentía que alguien cuya presencia valiera la pena le estuviera viendo u escuchando.

O eso era lo que pensaba Klervi antes de prestarle atención a Monsieur Granger, caballero que no lograba localizar con la mirada, sus preguntas le habían generado más de una duda en la cabeza, ¿Por qué deseaba saber ese tipo de secretos? Los únicos que se repetían en el silencio del pensamiento, donde estaban seguros de las apariencias y familiares que tenían un futuro predestinado para ella. En cierto momento de la noche la familia se reunió, Klervi tenía ojos adormilados y su hermano mayor le desordeno el cabello con cariño.
- ¿Y Monsieur Granger? Es la primera vez que alguien toca mucho mejor que Klervi, tu cara de asombro fue espectacular – bromeaba este sin afán de ofender – podrías ofrecerle ser el nuevo maestro de música para Klervi, Padre, para perfeccionar su técnica.
La susodicha desvió la mirada al ver la figura del hombre ahí, a unos metros de distancia. Se aparto de su familia con n leve movimiento de cabeza, lo que ya era común, si existía alguien más ameno para cruzar palabra ella iría a donde estaba este, y a pesar de quedar pocos asistentes se aventuro para darle una respuesta clara a todas aquellas preguntas que el mayor realizo con anterioridad.

- Tengo su respuesta Monsieur Granger, no deseo ser una mujer común… como puede ver el café tiene muchas, e incluso la ciudad tiene suficientes como para echar de menos una. Si bien eso atentaría contra mi futura vida marital, es algo que me tiene sin cuidado, no es una cosa a la que quiera dedicarle tiempo, lo veo como una perdida ¿que ganaría yo siendo una sencilla mujer de casa? Criando niños malcriados, bordando en un sofá mientras las tardes pasan día tras día, las canas se adueñarían de mi cabello en un parpadear, mis dedos se volverían inútiles y olvidarían aquello que tanto aman.

Su voz era firme, su mirada reflejaba la misma pasión que presentaba cuando de hablar del piano se trataba. Hablaba en serio con su respuesta, muy a su pesar, su familia era numerosa y por una oveja descarriada no sufrirían mayores daños, teniendo la cantidad de dinero que tenían, debería ser suficiente para que todos olvidaran los mal entendidos referentes al miembro menor de la familia.

- Temo que no sería la mejor respuesta para mi familia, sin embargo es la sincera, deseo esto, tocar para sentirme viva, librarme de las ataduras de la sociedad en la que vivimos. Así mismo, si mis padres buscaran de alguna forma desheredarme por la vergüenza proporcionada, esperaría tener el éxito completo para poderme desprender de estos y hacer las cosas que así deseo. Sé que no tengo la edad necesaria, pero en algún momento la tendré para velar por mí misma. Sin temor a equivocarme, le diría que no temería a arriesgarlo todo por mi futuro como pianista.

Era lo que más deseaba, lo que su corazón anhelaba, más que a ninguna otra cosa en el mundo.
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Mensaje por Averno Miér Mayo 24, 2017 7:02 pm


El vampiro había escuchado a la perfección la conversación que la familia de la muchacha había estado teniendo, ¿tomarlo de profesor? Le hizo cierta gracia al inicio, su desarrollado sentido de la audición siguió atento y así fue como pudo captar como la muchacha se levantaba de la silla casi sin poder verla realmente, ahí vendría, la respuesta a una de las preguntas más complicadas de su vida, pero seguramente era una pregunta que estaba justamente latente. La había formulado así con esa intención, estaba en esa edad donde tendría que tomar una decisión o tarde o temprano alguien más la tomaría por ella, así funcionaban las cosas con los seres humanos, eran como pequeñas piezas de ajedrez para algunos más empoderados. En el caso de Averno el mundo mismo era su tablero y la pequeña pianista era justamente una de las nuevas piezas con las que se había topado y que por el momento se movía por voluntad propia hacia él. Averno le observó con tranquilidad, sin hacer ningún gesto mayor, en su mirada reconoció que había estado meditando la situación pues nos e veía ni soberbia ni sorprendida, tenía una mirada neutral que intentaba lucir madura y convincente.

El hematófago le guío con una mano en la espalda ajena hacia uno de los asientos cómodos y entonces se sentó dispuesto a escuchar su respuesta, ya podía escucharla sin realmente hacerlo, podía escuchar sus palabras apresurando sus ideales como artista, si no fuera a decir aquello, entonces su rostro mostraría resignación, tristeza y a la vez insatisfacción. Son sentires humanos que devastan a los mismos sin ningún tipo de clemencia, lo sabe bien pues justamente es él quien disfruta de generar aquellos sentires en estos seres que creen que lo tienen todo, en el caso de la muchacha que no tenía nada, estaba luchando justamente por ello. Una sonrisa se vio reflejada en el rostro del vampiro cuando ella terminó de hablar, asintió con suavidad un par de veces y realizó el gesto propio del aplauso mas sin emitir sonido alguno — Hoy finalmente hizo algo digno de mi aplauso — Pues a pesar de lo bien que tocaba, él no había hecho mayor afán tras la presentación más que con palabras mesuradas, ahora era momento para él de hacer su movimiento, los deseos de la mujer estaban expuestos a flor de piel y sin ningún filtro. Indefensa por su propia voluntad.

Tan confiada soltaba ella sus máximos anhelos, y quien los escuchara podría destruirlos todos o muy por el contrario cumplirle cada uno de ellos — Si lo ha dicho así, entonces supongo que está dispuesta a decepcionar a su familia con tal de seguir su propio camino y así mismo asumir cualquier consecuencia. Lo veo, lo apruebo, no obstante, hay maneras más inteligentes de vivir, ¿sabe? — Se acercó unos cuantos centímetros hacia la pianista y le dedicó unas caricias enguantadas con su palma derecha sobre el rostro fino y pálido — ¿Aceptaría un ofrecimiento que le permitiera satisfacerse a sí misma y a la vez también satisfacer a su familia? Yo puedo ofrecerle esa posibilidad, pero piénselo bien, soy un desconocido para usted, sería casi como pactar con el diablo — Y se quedaba corto, Averno era peor que el mismo diablo, para empezar él existía y en segundo lugar él estaba aquí justamente siendo capaz de cometer cualquier fechoría de manera material. No obstante en este momento el empresario no movería un dedo contra ella, el interés no estaba completamente cerrado, la tendría que seguir testeando, así hasta que finalmente estuviera seguro de que ella sería la adecuada para iniciar una vez más.

El vampiro acercó el bastón a su postura para no perderlo de vista y le miró una vez más — Lamentablemente no hay mucho tiempo para pensar sobre esta pregunta, pero le puedo asegurar que será algo progresivo, si acepta, yo buscaré una manera de acercarme a su familia, para así poder ayudarla. Quizás como compañero de negocios de su padre o quizás podría ofrecerle mis servicios como maestro, me he percatado de que han quedado bastante maravillados con la interpretación que hice. ¿Qué piensa, mademoiselle? ¿Sigue realmente tan comprometida con ese ideal? — Juntó sus palmas frente a su pelvis y simplemente aguardó en silencio, ya no era necesario que dijera mucho más por esta noche, al menos respecto de este asunto, todo lo que tenía que decir ya lo había dicho y probablemente había llenado la cabeza de la joven humana con demasiado, quizás más de lo que pudiera asimilar con corrección, pero esperaba que no fuera así y que supiera que responderle, que supiera que decisión tomar. Si se animaba a aceptar esa posibilidad de doble vía, entonces ya podrían avanzar con las siguientes actuaciones de ese plan. Iba a ser mucho más fácil de que ella pudiera pensar ahora mismo.
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