La oportunidad perdida es lo único que cuenta... [Isaac]

por **Isabell II de Castilla** Lun Mar 12, 2012 1:48 pm

"Sed espectadores atentos
allí donde no podáis ser actores"

José Enrique Rodó

Paris, con sus calles y gente abarrotada en excesos, exceso de pobreza, exceso de riqueza, alegrías, penas exceso de todo tipo nunca hallando un real equilibrio aunque ¿Qué rayos hacia en un país que no era mío queriendo arreglarle de alguna manera? pensaba de alguna forma a medida que mi escolta de buena gana comenzaba el ritual de vestir, uno por uno, medias, enaguas, top, falso para luego ir al falso del vestido y el top de arriba, una vez terminado venia el vestido y eso suponía casi una hora sin contar el cabello, pero que gran ritual, diría Fernando acercándose para hacerme reír a medida que me preparan, pero no, mi hermano no se hallaba ahí y por cosas de la vida se le había enviado de vuelta a España a ejercer el derecho a mandar como príncipe en vez de estarse comportando como un plebeyo aquí en Paris,
Aquello me había puesto triste, después de todo, Fernando era más sensato que José y yo juntos, y eso era mucho decir ya, aun así le extrañaba, extrañaba sus bromas a mitad de una ceremonia que suponía ser seria y elegante, su forma de ser, mirada, ojos, su forma de tratarme meramente como hermana y en su caso a veces no, aunque no de la forma que José lo hacia, solo pude sonreír, mis hermanos, los dos tan extraños, tan parecidos y a la vez tan distintos.

{Y así pasaban las horas, antes que pudiera decir que estaba lista toda su vida había pasado frente suyo, por lo que sonrió, al menos no se había aburrido y al mirarse al espejo pudo ver los efectos de una apariencia totalmente diferente pero muy suya, su sello personal y no tan personal de poco y casi nada de maquillaje, que le hacia ver en ella una belleza algo salvaje mezclada con la elegancia que una reina debía portar, su escolta le anunciaba que ya estaba completamente arreglada aunque ella ya lo hubo percibido y de una forma le entregaba el ultimo toque pero no menos importante, su corona.{

¿Qué otro lujo mas querría cuando veía todo el tiempo la gente pavoneándose de sus joyas, de las novedades y su gente, su propia gente moría de hambre, mendigos, vástagos, inocentes, que daría yo por encontrarme con el rey de Francia, sentarlo a hablar y decretar justicia… avancé en dirección al carruaje que me aguardaba tal cual aguardaba las noches como esta, una luna impactante y a pesar de no ser luna llena no dejaba de llamar la atención, su hermosura y los espacios que esta luna no dejaba ir, abarcaba en demasía su imponente luz, permitiendo así que los callejones oscuros dejaran de serlo y que en el viaje sea acompañado por cual dama de la noche de la cual estaré eternamente admirada; La Deleitosa luna.
Llegábamos al teatro con minutos a empezar aunque estaba cien por ciento segura de que aunque hubiese demorado, la función aun no habría comenzado solamente por dar el respeto de no empezar cuando una reina no ha llegado. Aunque observo al recepcionista antes de pisar la escalilla y tomar la mano delicada de este que viéndola y reconociéndola en su esplendor corrió prácticamente para tomar la mano de la soberana que solo tenia una pregunta que hacer, ¿Quién era aquellos ojos…? Aunque claro jamás me atrevería a mencionarlo en voz alta, solo una mirada y basto para que llamara mi atención cosa que pocas veces sucedía, nadie, nadie había sentido el placer de mi llamada ni de mis ojos hasta que vi los suyos, de alguna forma mi orgullo y la soberanía en placer me dieron ideas vagas de que aquel joven podría acompañarme por lo que solo hice un movimiento antes que mi escolta, se acercara con total soltura – quien este ese caballero de armadura azul y de ojos acorazadoramente intrigantes? Os podríais invitar a nuestro balcón, quizás halla mas que ojos bellos y mirada seductora e incluso una buena conversación… – y como si hubiera dictado una sentencia, su escolta avanzo en dirección al joven para perderse mientras se me invitaba a mi lugar en un balcón privado – espero se sienta cómoda majestad, cualquier cosa estaré fuera haciendo guardia – Isabell asintió en una jactante sonrisa – me parece que viene mi escolta con un invitado especial, os recuerdo para que lo tenga en mente… - el guardia de aquel teatro asintió y en una exagerada inclinación y en retroceso para no mostrarme su espalda desapareció entre las cortinas.

La obra comenzaba, los primeros sonidos de una música atraían por primera vez sus poco deleitables oídos que no siendo sencillos de complacer terminaba por retirarse cuatro actos antes e incluso si no le deleitaba en comienzo podría retirarse casi enseguida, y por fin dirigió su vista al espacio en el cual los actores demostrarían lo que sabían hacer –diferente… - su escolta aun no aparecía pero justo a tiempo de haberse acordado observo a una de sus damas de compañía que yacía a su lado levantarse para dar espacio al invitado entre que Isabell seguía con la mirada en el escenario aunque con una delicada sonrisa dibujada en su rostro, no sabia que esperar, pero se sabia interesada en conocerle, quizás conseguiría amistad, conversación, compañía o quizás algo mas, ¿Quién es digno de acompañar a su majestad? Ni ella misma lo sabia, solo lo sentía.

- Su Majestad, aquí esta su invitado especial - Ladeo su mirada hacia el joven no pudiendo apartar la vista de sus ojos y alzo su mano en saludo - Isabell... un placer

VESTIDO
CORONA