Cuando la realidad supera a la ficción[LIBRE]

por **Ayden Drönjak** Dom Mar 18, 2012 1:37 pm

La tenue luz de la luna iluminaba el adoquinado del suelo y se reflejaba en los charcos, arrancando destellos de plata al agua. Caminaba entre los grises edificios con la espalda encorvada y una capucha calada hasta los ojos, me pareció oír voces humanas, y dispuesto a pasar desapercibido me transformé en gato, un gato negro como la noche, y así, en mi forma felina, me fusioné con las sombras.

Al doblar una esquina me topé con una peculiar imagen, sobre los adoquines había un hombre arrodillado frente a un cadáver del que aún manaba sangre, el humano murmuraba una serie de palabras en un idioma extraño, y sus manos se iluminaban al terminar cada frase. Un humo verde comenzó a escapar de entre los labios del muerto para entrar en volutas por la boca del que había identificado como un brujo. Una sonrisa le iluminó el rostro cuando terminó se sorber lo que fuera que era eso. Entonces mis ojos se fijaron por primera vez en los ricos ropajes del brujo, en la bolsa que colgaba de su cintura y en la cantidad de francos que podían pasar a ser míos en el caso de que me hiciera con ellos.
Con un ronroneo y metamorfoseé en pantera, agazapado entre la negrura de la noche me coloqué a la espalda del brujo, y antes de que pudiera reaccionar salté sobre su espalda, siempre sigiloso, y le propiné un buen mordisco en la nuca, rompíendosela y provocándole una muerte súbita.

Volvía mi forma humana, y sin ningún tipo de escrúpulo me dediqué a saquear el cadáver, encontré una ostentosa daga de plata y monedas, además de alguna baratija. No era gran cosa, pero superaba con creces el dinero que podía ganar en 3 meses de trabajo.

-Ahora a salir antes de que me va alguien, no quiero que me acusen de soble asesinato y brujería-

por **Vanya Kiryakonova** Sáb Abr 14, 2012 9:04 am

Había sido un día agotador pero por fin terminaba. Tenía que cruzar la ciudad de punta a punta y salir de aquel cortijo de mala muerte donde había conseguido una cliente para poder llegar a casa, ese frío y húmedo cubículo que me servía de alojamiento pero que ni las ratas querían para descansar, a veces añoraba la casa de Rusia, resultaba mas cálida y aunque no fuera un palacio, al menos no vivía pensando que las paredes me iban a lapidar alguna noche. Como sea... estaba cansada y solo pensaba en echarme en el lecho de paja y arroparme hasta los ojos con una pequeña fogata para caldear el ambiente.

La iluminación era bastante precaria según te acercabas a los suburbios y una vez dentro mejor ni hablar. Todo estaba muy tranquilo aquella noche, no se veía a nadie por las calles. Salté un par de charcos y seguí mi camino balanceando el pequeño cesto de hilos y retales de tela, tarareaba por lo bajo pero me paré al escuchar algunos ruidos extraños. Avancé cautelosa y me asomé con curiosidad. La escena me heló la sangre y ahogué un grito echándome las manos a la boca, por lo que el cesto cayó y rodó por los adoquines mojados. ¿Estaba loca? Acababa de ver una bestia convertirse en hombre y robarle a dos cadáveres. Sentí la adrenalina correr por mis venas, mal momento y mal sitio. ¿Que era aquello, brujería? Esa gente era peligrosa, tendría que avisar que había tipos así en aquella zona. Miré el cesto que sequía rodando hasta la zona oscura donde había ocurrido todo y me giré para ocultarme tras el muro, con la intención de echar a correr, antes de que fuera muy tarde.

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