De la ficción a la realidad [libre]

por **Drania Albescu** Miér Dic 07, 2016 7:52 pm

-Muchos años atrás existía una familia, en la que todos vivían en paz. Una noche, cuando los niños se fueron a dormir, los padres hablaban entre sí. Uno de los hijos se despertó y para cuando veía que el padre se acercaba, este volvió a su cama. Su madre los despertó y su padre los acompaño al bosque. Fueron recogiendo maderas por el bosque pero cuando los niños quisieron darse cuenta, su padre ya no estaba por los alrededores. Asustados, fueron caminando por el bosque, encontrándose una casita de chocolate y de golosinas. Estab…- Drania fue interrumpida por uno de los niños que se había levantado de repente - ¡Hey! ¡Vuelve!

Drania Albescu estaba en su día libre y aprovechaba dicho día para poder prestar atención a los pobres niños del orfanato que echaban en falta el toque de una mujer que les leyera un cuento. Daba por hecho que en el orfanato les leían cuentos a menudo, pero por ella misma, por miedo a dejar rienda suelta a su inocencia y perderla por completo, por ello hacia lo que hacía en el orfanato. Leía y estaba con los niños. Les leía, a algunos los acostaba ella misma. Le hablaron de una muchacha de Rumania que también adoraba a los niños. Las monjas del orfanato le decían lo mucho que se parecía a esa mujer que ya no está entre ellos. Pena le daba a Drania. Podría haber tenido algo en común con aquella mujer. Nadie en el convento, ni siquiera la más veterana sabía dónde estaba dicha mujer.

Cuando termino el cuento, Drania estaba tomándose un té en la cocina del orfanato. Estaba pensativa y observando el reloj de pie en el pasillo, se quedó con la copla de que era momento para volver a su mansión. Estaba demasiado a gusto como para que ahora tuviera que abandonar dicho refugio infantil. Estaba haciendo un gran esfuerzo por integrarse en la sociedad parisina, además de quedarse embobada con novelas policiacas, estaba adquiriendo un cierto gusto a coser punto de cruz a gran nivel.

Estaba recogiendo en la sala de estar tras tomarse esa taza de té. Se colocaba la bufanda, recolocándose sus mechones ondulados se observaba en el espejo, mirándose con una sonrisa. El abrigo finalizo sobre sus hombros, estaba perfecto, no le había pasado nada de nada pero cuando se dirigía hacia la salida, le sobresalto un hilillo de sangre a sus pies. Se preguntó si…pero no, ya había tenido ese problema durante tres días dolorosos. Aquel rastro de sangre Drania no pudo evitar seguirlo, pero para cuando encontró la fuente de dicho misterio, se encontró a la niña que antes se había levantado cuando leía el cuento.

Fue tanto la conmoción, que cayó desmayada sobre el suelo de madera del orfanato.