AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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Una luz en la oscuridad [Diétrich & Aya]
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Una luz en la oscuridad [Diétrich & Aya]
Un zapato militar, una peluca rizada de color fucsia, un chaleco pastoril, una bota de vino vacía, una boina, un casco de bombero, un bigote negro, varios pares de gafas de distinto tipo de montura y color, una barca hinchable, un bastón de anciano, una falda escocesa, unas zapatillas de piel de oveja, un hábito franciscano, unos zapatos rojos de tacón, un peluche, una pierna de madera, una cítara, un pintalabios, una capa bizantina, unos prismáticos, una corona de plástico, un cepillo de dientes, una bandera pirata, un ojo de cristal, unas alas de mariposa, una máscara ninja, una cola de tigre, un abanico flamenco, un tapa-rabos, una baraja de cartas españolas, una coliflor, un guante de mano desproporcionada, un silbato policial, un corsé de encaje negro, varios trajes elegantes, una máscara con flecos indígena, muchas flores (algunas de cristal), un cuadro con dos agujeros yuxtapuestos en su centro, una enorme piruleta, un timón, otra peluca, un loro de plástico, un parasol de playa, un tutú rosa, un plumero para limpiar el polvo, un paracaídas, varias antorchas, una lápida de piedra, y más… mucho más, fue lo que le lancé al psicópata calvo que aun me apuntaba con aquél largo y afilado cuchillo. Y entre todos aquellos extravagantes objetos con los que le ataqué, a mis manos llegó una espléndida katana japonesa, con la que sonreí de forma casi delirante antes de ponerme en pie y desenvainando el arma antes de señalar su punta hacia él.
- 私からする!- le grité sulfurada y visiblemente demente tras aquella tensa situación en la que era consciente de que mi vida corría peligro.
Caminé con la espalda –aun vendada y cuyos latigazos continuaban infligiéndome dolor a la piel ya agonizante- pegada a la pared, sin dejar de apuntarle con la katana, dispuesta a hacer rodar cabezas calvas si él osaba dar un paso hacia mí. Cuando llegué a la altura de la pequeña ventana, demasiado lejos para que yo llegara, empecé a mover mobiliario hacia debajo de la apertura, montando algo así como un zigurat por el que poder subir y escapar de aquél sanatorio mental que era aquella residencia.
- さようなら- me despedí con un guiño triunfante antes de patear el cristal de la ventana y asomarme a ella demasiado, tanto que la montaña de objetos apilonados empezó a tambalearse y con ellos, mi cuerpo se desquilibró.
Usando la katana que llevaba entre manos, la clavé en la fachada de la casa justo cuando mi cuerpo iba a caer al vacío, aferrándome a la empuñadura con fuerza, moviendo mis piernas ahora sueltas mientras las yemas de mis dedos empezaban a sudar y empezaban a deslizar peligrosamente…
- 私からする!- le grité sulfurada y visiblemente demente tras aquella tensa situación en la que era consciente de que mi vida corría peligro.
Caminé con la espalda –aun vendada y cuyos latigazos continuaban infligiéndome dolor a la piel ya agonizante- pegada a la pared, sin dejar de apuntarle con la katana, dispuesta a hacer rodar cabezas calvas si él osaba dar un paso hacia mí. Cuando llegué a la altura de la pequeña ventana, demasiado lejos para que yo llegara, empecé a mover mobiliario hacia debajo de la apertura, montando algo así como un zigurat por el que poder subir y escapar de aquél sanatorio mental que era aquella residencia.
- さようなら- me despedí con un guiño triunfante antes de patear el cristal de la ventana y asomarme a ella demasiado, tanto que la montaña de objetos apilonados empezó a tambalearse y con ellos, mi cuerpo se desquilibró.
Usando la katana que llevaba entre manos, la clavé en la fachada de la casa justo cuando mi cuerpo iba a caer al vacío, aferrándome a la empuñadura con fuerza, moviendo mis piernas ahora sueltas mientras las yemas de mis dedos empezaban a sudar y empezaban a deslizar peligrosamente…
Edgar Dagson- Vampiro Clase Alta
- Mensajes : 185
Fecha de inscripción : 07/10/2011
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Re: Una luz en la oscuridad [Diétrich & Aya]
Esquive como pude los zapatos, los vestidos, las pelucas y el sinfín de artefactos que tenia ahí acumulados.
Meine mutter! ¿como había podido acumular tantos disfraces?...No llevaba tanto tiempo en Paris y ya me había visto inmerso en mas líos que si hubiese estado en el mismo vaticano! donde con suerte tenía unas cuantas horas para dormir entre misión y misión.
Aunque ahora que lo pensaba…No sabía como lo hacía, pero siempre causaba líos insospechados. La gente me malinterpretaba tanto que empezaba a dudar que se tratase de una cuestión de mi acento, de mi pronunciación de algunas palabras en francés, o de algo por el estilo..No, definitivamente se me daba bien crear caos, y lo acababa de descubrir!
Escuché a la joven mientras le miraba sereno, frunci el ceño mientras avanzaba lentamente, muy lentamente hacia ella, sabia que tenia que actuar con cautela si no queria que hubiesen heridos. Contemplé el arma entre sus manos e hice una mueca. Pues de entre todo lo que me había lanzado de aquel dichoso armario…menuda suerte había tenido ella al encontrar justamente eso! Una de las tantas katanas que tenia yo por casa!
Se suponía que todos lo objetos peligrosos estaba en su habitación correspondiente, pero por lo visto me había dejado esa, y aquello era porque el desorden que se empezaban a acumular en mi casa, empezaba a ser bestial!
Trague saliva al escucharla y abrí los ojos alarmado, quise hacer algo, pero no me habia dado tiempo a nada, observe con horror como ella se precipitaba por la ventana.
いいえ!!! Grite negando mientras corría hacia la allí. Quería decirle a la joven que se trataba de un error! De que yo no era un psicópata calvo!....Parpadee confuso mientras corría. Pues la frase tenía dos errores…Primero; YO NO ERA UN PSICÓPATA!!! , pero claro ella me vio con aquel cuchillo y….ais….y segundo…YO NO ERA CALVO!! Yo me rapaba desde muy joven por influencias de los budistas claro que eso no importaba en lo mas mínimo, mucho menos en esta situación!
Me asome preocupado y contemple a la joven que colgaba del mango de la katana. Aquella formidable espada que me había traído de Japón hacia unos años, era un arma como las que ya no se hacían. Y estaba aguantando de forma excepcional el peso de ella…
あぶない!!!!le grite en japonés de forma automática, pues había pasado algunos años allí destinado cuando había comenzado mi entrenamiento en el espionaje, aunque ya hubiesen pasado largos años de eso…Me asome cuanto pude, preocupado por verla colgando de allí. Solté un resoplido, aquella era la jovencita mas kamikaze que había conocido en mucho tiempo. Y aun me preguntaba porque me estaba tomando tantas molestias con alguien que momentos antes me había amenazado con una de mis armas.
Me asome por la ventana inclinándome lo que más pude hasta que logre tocar su mano. Le mire sin decir nada y extendí mis dedos hacia los de ella…Ella dudo un intante al mirarme.
-No voy a hacerte daño! Crees si quisiera hacerlo te estaría ayudando en vez de dejarte caer!!!!???..Vamos….Confía en mi! Comente preocupado al ver que sus dedos comenzaban a resbalar.
Me incline un poco mas y estuve a punto de perder el equilibrio, la espada se desnivelo comenzando a ceder por el peso. Vi el brillo del miedo brillar en mis propios ojos a través del reflejo de los ojos de ella. Y fue entonces cuando Aya soltó una de sus manos y agarro la mía. Comencé a tirar de ella hasta que le subí lo suficiente como para que ella sujetase mi otra mano antes de que la espada cayese sin más al vacio. Tire de ella rápidamente, y Aya se agarro de los ropajes de mi cuello mientras yo le sujetaba por debajo de los brazos sujetándola mientras me erguía y retrocedía, entrando con ella a través de la ventana, sin controlar la misma fuerza que hice para entrarla y que me hizo caer de espaldas por el tirón que di, cayendo con ella aparatosamente hacia atrás.
Las cortinas continuaron ondeando mientras ambos tomábamos aire. Yo por que aquella chica me estaba poniendo de los nervios y ella seguramente porque había estado a punto de tener una caída que con seguridad le había roto muchos huesos…
…-Maldita sea…Yo solo quería tomarme un té al llegar a casa y dormir hasta que saliese el sol….Tan difícil era eso!!!! Comente en voz alta, cansado, fastidiado y ahora con aquella jovencita que de una forma u otra…ya sabia demasiado de mi.
Me reincorpore y me senté poco a poco mientras la joven se me quitaba de encima quedando arrodillada delante mío.
-Señorita Aya…Por favor…Solté un suspiro y cerré los ojos mientras bajaba la cabeza…
Esto no puede seguir asi...Usted decía que quería trabajar para mí…de acuerdo…muy bien. Si usted desea eso yo lo aceptare, y por lo tanto tendremos que hacer algún tipo de…pacto…tendrá que confiar en mí y yo…Hice una mueca, pero continúe, porque quería arreglar todo esto…Y yo confiare en ti. Aunque tendrá que contarme más sobre sí misma, ¿quién es usted? ¿Que esta buscando...?
El silencio se hizo entre nosotros y yo comprendi que si deseaba su confianza, tambien tendria que ceder.
Mire hacia un lado,observando los libros desparramados, algunos muebles caidos y el desorden en general que habia en la casa. Ultimamente todo estaba mas desordenado de lo habitual,aunque esa noche se trataba en gran parte por culpa de la joven que estaba delante mío.
...Mi...Mi casa está llena de armas, Si, asi es. Tengo diferentes habitaciones con armas de fuego, armas blancas y luego algunas otras con cajas y mas cajas de libros que no he podido desembalar...No soy ni terrorista, ni un asesino, ni un psicópata...Yo trabajo para el vaticano, no llevo mucho tiempo aquí y mi labor es….Un tanto complicada…No sabia como comenzar a explicarle a la joven, después de todo ¿que le iba a decir? ¿Soy espia? ¿Soy cazador? ¿En ocasiones mato monstruos que parecen salidos de los mismos infiernos?...mmmm definitivamente era un poco complicado, solo que esperaba que la joven tuviese ánimos de continuar con aquel extraño “pacto de confianza” que le estaba proponiendo…Ya que por otra parte, necesitaba que desease escucharme. Ella sabia demasiado, y no solo mi labor se podría ver en peligro si no estaba atento, sino que ahora su vida podría verse alterada al verse relacionada conmigo.
Claro que eso... no se lo comentaría aun...
Meine mutter! ¿como había podido acumular tantos disfraces?...No llevaba tanto tiempo en Paris y ya me había visto inmerso en mas líos que si hubiese estado en el mismo vaticano! donde con suerte tenía unas cuantas horas para dormir entre misión y misión.
Aunque ahora que lo pensaba…No sabía como lo hacía, pero siempre causaba líos insospechados. La gente me malinterpretaba tanto que empezaba a dudar que se tratase de una cuestión de mi acento, de mi pronunciación de algunas palabras en francés, o de algo por el estilo..No, definitivamente se me daba bien crear caos, y lo acababa de descubrir!
Escuché a la joven mientras le miraba sereno, frunci el ceño mientras avanzaba lentamente, muy lentamente hacia ella, sabia que tenia que actuar con cautela si no queria que hubiesen heridos. Contemplé el arma entre sus manos e hice una mueca. Pues de entre todo lo que me había lanzado de aquel dichoso armario…menuda suerte había tenido ella al encontrar justamente eso! Una de las tantas katanas que tenia yo por casa!
Se suponía que todos lo objetos peligrosos estaba en su habitación correspondiente, pero por lo visto me había dejado esa, y aquello era porque el desorden que se empezaban a acumular en mi casa, empezaba a ser bestial!
Trague saliva al escucharla y abrí los ojos alarmado, quise hacer algo, pero no me habia dado tiempo a nada, observe con horror como ella se precipitaba por la ventana.
いいえ!!! Grite negando mientras corría hacia la allí. Quería decirle a la joven que se trataba de un error! De que yo no era un psicópata calvo!....Parpadee confuso mientras corría. Pues la frase tenía dos errores…Primero; YO NO ERA UN PSICÓPATA!!! , pero claro ella me vio con aquel cuchillo y….ais….y segundo…YO NO ERA CALVO!! Yo me rapaba desde muy joven por influencias de los budistas claro que eso no importaba en lo mas mínimo, mucho menos en esta situación!
Me asome preocupado y contemple a la joven que colgaba del mango de la katana. Aquella formidable espada que me había traído de Japón hacia unos años, era un arma como las que ya no se hacían. Y estaba aguantando de forma excepcional el peso de ella…
あぶない!!!!le grite en japonés de forma automática, pues había pasado algunos años allí destinado cuando había comenzado mi entrenamiento en el espionaje, aunque ya hubiesen pasado largos años de eso…Me asome cuanto pude, preocupado por verla colgando de allí. Solté un resoplido, aquella era la jovencita mas kamikaze que había conocido en mucho tiempo. Y aun me preguntaba porque me estaba tomando tantas molestias con alguien que momentos antes me había amenazado con una de mis armas.
Me asome por la ventana inclinándome lo que más pude hasta que logre tocar su mano. Le mire sin decir nada y extendí mis dedos hacia los de ella…Ella dudo un intante al mirarme.
-No voy a hacerte daño! Crees si quisiera hacerlo te estaría ayudando en vez de dejarte caer!!!!???..Vamos….Confía en mi! Comente preocupado al ver que sus dedos comenzaban a resbalar.
Me incline un poco mas y estuve a punto de perder el equilibrio, la espada se desnivelo comenzando a ceder por el peso. Vi el brillo del miedo brillar en mis propios ojos a través del reflejo de los ojos de ella. Y fue entonces cuando Aya soltó una de sus manos y agarro la mía. Comencé a tirar de ella hasta que le subí lo suficiente como para que ella sujetase mi otra mano antes de que la espada cayese sin más al vacio. Tire de ella rápidamente, y Aya se agarro de los ropajes de mi cuello mientras yo le sujetaba por debajo de los brazos sujetándola mientras me erguía y retrocedía, entrando con ella a través de la ventana, sin controlar la misma fuerza que hice para entrarla y que me hizo caer de espaldas por el tirón que di, cayendo con ella aparatosamente hacia atrás.
Las cortinas continuaron ondeando mientras ambos tomábamos aire. Yo por que aquella chica me estaba poniendo de los nervios y ella seguramente porque había estado a punto de tener una caída que con seguridad le había roto muchos huesos…
…-Maldita sea…Yo solo quería tomarme un té al llegar a casa y dormir hasta que saliese el sol….Tan difícil era eso!!!! Comente en voz alta, cansado, fastidiado y ahora con aquella jovencita que de una forma u otra…ya sabia demasiado de mi.
Me reincorpore y me senté poco a poco mientras la joven se me quitaba de encima quedando arrodillada delante mío.
-Señorita Aya…Por favor…Solté un suspiro y cerré los ojos mientras bajaba la cabeza…
Esto no puede seguir asi...Usted decía que quería trabajar para mí…de acuerdo…muy bien. Si usted desea eso yo lo aceptare, y por lo tanto tendremos que hacer algún tipo de…pacto…tendrá que confiar en mí y yo…Hice una mueca, pero continúe, porque quería arreglar todo esto…Y yo confiare en ti. Aunque tendrá que contarme más sobre sí misma, ¿quién es usted? ¿Que esta buscando...?
El silencio se hizo entre nosotros y yo comprendi que si deseaba su confianza, tambien tendria que ceder.
Mire hacia un lado,observando los libros desparramados, algunos muebles caidos y el desorden en general que habia en la casa. Ultimamente todo estaba mas desordenado de lo habitual,aunque esa noche se trataba en gran parte por culpa de la joven que estaba delante mío.
...Mi...Mi casa está llena de armas, Si, asi es. Tengo diferentes habitaciones con armas de fuego, armas blancas y luego algunas otras con cajas y mas cajas de libros que no he podido desembalar...No soy ni terrorista, ni un asesino, ni un psicópata...Yo trabajo para el vaticano, no llevo mucho tiempo aquí y mi labor es….Un tanto complicada…No sabia como comenzar a explicarle a la joven, después de todo ¿que le iba a decir? ¿Soy espia? ¿Soy cazador? ¿En ocasiones mato monstruos que parecen salidos de los mismos infiernos?...mmmm definitivamente era un poco complicado, solo que esperaba que la joven tuviese ánimos de continuar con aquel extraño “pacto de confianza” que le estaba proponiendo…Ya que por otra parte, necesitaba que desease escucharme. Ella sabia demasiado, y no solo mi labor se podría ver en peligro si no estaba atento, sino que ahora su vida podría verse alterada al verse relacionada conmigo.
Claro que eso... no se lo comentaría aun...
Diétrich Von Kraft- Inquisidor Clase Media
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Fecha de inscripción : 10/10/2011
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Re: Una luz en la oscuridad [Diétrich & Aya]
Mi aliento jadeante ahora acariciaba el rostro apacible de aquél que se había convertido en mi salvador. Sus ojos claros, brillantes, no parecían ocultar maldad alguna. A través de ellos, su alma apareció ante mí con una pureza que me cortaba la respiración… ¿Quién era él?
Antes de poder recuperar el sentido de la orientación y del espacio-tiempo, me vi arrodillada frente a él, con el pulso por las nubes, con algunos espasmos musculares, con una gota de sudor que resbalaba desde mi frente hasta mi mentón, cayendo sigilosamente sobre el dorso de mi mano. Entrelacé los dedos de mis manos y agaché la mirada ante las palabras de Diétrich. Lo que mi amo me pedía, era digno y lógico. Debía contarle mi historia tal y como él, del algún modo u otro, me había contado la suya sin ser eso necesario, pues ningún otro dueño había querido ponerme al tanto de su situación. No obstante, algo me decía que en aquél caso, me era necesario conocer a mi amo. ¿Cuestión de supervivencia, quizás? Si tenía la casa llena de armas y una habitación repleta de disfraces, algo me decía que no era simple decoración o fetiches de su tierra natal. Había algo más tras él. Algo que me aterraba si lo pensaba pero que ahora, frente a él, me sentía más segura que nunca.
- Mi nombre, señor, es Aya Yuuki Kuran. Tengo veinte y dos años de edad y provengo de una aldea de pescadores cercana a Kioto.-tragué saliva ruidosamente y tomé entre mis manos una pequeña guitarra de juguete que se hallaba junto a mí en aquél momento, jugueteando con sus cuerdas de plástico sin prestarle realmente atención. Cualquiera cosa me valía con tal de no mirar a mi amo.- Mi familia me vendió a una casa de geishas situada en la capital, como posteriormente hicieron con mis tres hermanas menores, teniendo yo unos ocho o nueve años. Allí, señor, me educaron como geisha y desarrollé las artes de la danza, la música y la literatura. Cuando cumplí los dieciséis años, una buena familia parisina me adoptó como sirvienta hasta que el matrimonio falleció, quedándome desamparada durante un tiempo, pues su primogénito, residente en París, rechazó mi compañía en cuanto me vio por la puerta.- un suspiro inocente escapó de mi boca y desvié la mirada hasta posarla sobre una muñeca de porcelana que descansaba sobre un armario cercano a la ventana por la que casi me había precipitado al vacío.- Desde entonces, trabajé para la familia Morel, entregándome a un nipón con el que iba a contraer matrimonio pero que finalmente, el acuerdo se rompió y…- el recuerdo de Osgar volvió a mi mente y por unos segundos, me robó el habla.- Y aquí me tiene, mi amo… a su entera disposición.- reverencié, alzando la vista hacia Diétrich y dulcificando mi rostro con una sonrisa, intentando alejar la imagen de niña con una triste historia detrás.
Antes de poder recuperar el sentido de la orientación y del espacio-tiempo, me vi arrodillada frente a él, con el pulso por las nubes, con algunos espasmos musculares, con una gota de sudor que resbalaba desde mi frente hasta mi mentón, cayendo sigilosamente sobre el dorso de mi mano. Entrelacé los dedos de mis manos y agaché la mirada ante las palabras de Diétrich. Lo que mi amo me pedía, era digno y lógico. Debía contarle mi historia tal y como él, del algún modo u otro, me había contado la suya sin ser eso necesario, pues ningún otro dueño había querido ponerme al tanto de su situación. No obstante, algo me decía que en aquél caso, me era necesario conocer a mi amo. ¿Cuestión de supervivencia, quizás? Si tenía la casa llena de armas y una habitación repleta de disfraces, algo me decía que no era simple decoración o fetiches de su tierra natal. Había algo más tras él. Algo que me aterraba si lo pensaba pero que ahora, frente a él, me sentía más segura que nunca.
- Mi nombre, señor, es Aya Yuuki Kuran. Tengo veinte y dos años de edad y provengo de una aldea de pescadores cercana a Kioto.-tragué saliva ruidosamente y tomé entre mis manos una pequeña guitarra de juguete que se hallaba junto a mí en aquél momento, jugueteando con sus cuerdas de plástico sin prestarle realmente atención. Cualquiera cosa me valía con tal de no mirar a mi amo.- Mi familia me vendió a una casa de geishas situada en la capital, como posteriormente hicieron con mis tres hermanas menores, teniendo yo unos ocho o nueve años. Allí, señor, me educaron como geisha y desarrollé las artes de la danza, la música y la literatura. Cuando cumplí los dieciséis años, una buena familia parisina me adoptó como sirvienta hasta que el matrimonio falleció, quedándome desamparada durante un tiempo, pues su primogénito, residente en París, rechazó mi compañía en cuanto me vio por la puerta.- un suspiro inocente escapó de mi boca y desvié la mirada hasta posarla sobre una muñeca de porcelana que descansaba sobre un armario cercano a la ventana por la que casi me había precipitado al vacío.- Desde entonces, trabajé para la familia Morel, entregándome a un nipón con el que iba a contraer matrimonio pero que finalmente, el acuerdo se rompió y…- el recuerdo de Osgar volvió a mi mente y por unos segundos, me robó el habla.- Y aquí me tiene, mi amo… a su entera disposición.- reverencié, alzando la vista hacia Diétrich y dulcificando mi rostro con una sonrisa, intentando alejar la imagen de niña con una triste historia detrás.
Edgar Dagson- Vampiro Clase Alta
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Fecha de inscripción : 07/10/2011
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