AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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Un Plan Urdido Entre Sombras (Fausto y Papa Borgia) {In Gladius Dei}
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Un Plan Urdido Entre Sombras (Fausto y Papa Borgia) {In Gladius Dei}
Si Dios está conmigo ¿Quién contra mí?
Romanos VIII , 13
La jornada laboral por fin termina, Su Santidad sube con paso cansado en el carruaje recargándose contra el respaldo cerrando los ojos para descansar al menos unos cuantos minutos antes de llegar a casa. Sabe a quién se encontrará ahí, sonríe pensando que es justo la persona a quien necesita para estos menesteres, no hay nadie más perfecto e ideal para cumplir con la misión que le encomendará y sabe de antemano que lo hará rápido, perfecto y sin conflictuarse la existencia ni hacerlo con la de Alejandro II. Aspira profundamente el olor a la madera del carruaje, a las telas que tapizan los asientos, un poco su propio aroma, pero sobre todo el del bosque, tan lleno de inmortalidad y paz.
Los caballos relinchan al tiempo que el restregar del látigo se escucha aunado a la voz del cochero que los incita a continuar a todo galope. Los cascos resuenan en el suelo... tacatac, tacatac, tacatac... Sus pensamientos son parte de una enorme maraña que lentamente va desenredándose. El Papa sólo piensa en lo que tiene por hacer, en las labores que le han encomendado como cabeza de la Suma Inquisición y que ahora mismo tiene todo resuelto y los roles encargados a quienes merecen llevarlos a cabo. Confía que sus decisiones y sus confianzas serán retribuídas de forma adecuada.
Un vaivén constante de un lado a otro al tiempo que el carruaje se cimbra con las ruedas avanzando por sobre los guijarros y las piedras, el Papa sólo se concentra en lo que tiene ante sí, la persona que tendrá que atender y que es tan importante hacerlo con todo el cuidado del mundo. Un paso en falso significará perder la imagen que él tiene del Sumo Pontífice y sería un error imperdonable. Tiene que mantener el tipo de una persona también intelectual, pero difícil de domeñar. Alejandro II no es cualquier humano, tiene que concientizarse que es el enviado de Dios, su representación en la Tierra y siempre debe hacérselo ver a Fausto.
No hay medias tintas con él, se es blanco o se es negro. No hay gris que pueda perdonar un desliz. No existe el error, ni la justificación y esa medida es para todos, incluiído Alejandro II. Si va con pies de plomo, si está atento a todos los cambios más mínimos de la expresión del cazador tanto facial como la que puede escucharse en la voz, entonces seguirá teniéndolo en el bolsillo. Él seguirá viéndolo como un igual y no perderá la supremacía que tanto trabajo le ha costado forjar desde que lo conoció. Darle los medios para alcanzar su último objetivo es justo uno de sus alicientes para tenerlo a su lado. Fausto no viene a perder su tiempo todo lo contrario, él llega con la finalidad de que en su oportunidad y no falta mucho para que considere que es el tiempo, se le entregue lo que él desea y lo que el Papa puede proporcionarle.
Luego de ello, Alejandro II sabe que no lo volverá a ver. Lo ha investigado con los espías en su oportunidad, tiene toda la información entre sus manos y sí, le pesa tener que prescindir de sus servicios algún día. Mas no es estúpido, no darle lo que busca significaría granjearse un enemigo muy poderoso y capaz de cosas temerarias. No hay encrucijada, no existe porque Alejandro II es demasiado astuto para no distinguir lo que debe hacer. Permitirá que el cazador marche cuando Fausto lo considere prudente y aunque lo lamentará, le entregará todo lo que él necesita para destruir a aquél que tanto odia y que afortunadamente, porque el Sumo Pontífice conoce quién es, no es parte de su Inquisición.
Todo cuadra, las piezas del rompecabezas encajan lentamente y ante el Papa pronto está su casa, su hogar. Deshabitado el día de hoy porque Juliet conforme a sus órdenes, ha partido ya con rumbo a París. Ni siquiera le dejó tomar sus cosas, en cuanto ella puso un pie en la casa ya un sirviente tenía todo su equipaje y la conducía al vehículo que la llevaría lejos. No quería que se encontrara con Fausto. No aún. No ahora. Es una de sus cartas maestras en caso de que lo de Lorenzo y Juliet no funcione lo cual es irrisible porque el propio Papa los ha visto juntos, la atracción no puede ser menos que la de la luna con la tierra. Esos dos están destinados a ser algo más que simples compañeros. Aún en caso de que no concrete... entonces tiene algo a su favor: Fausto.
Los celos de un italiano siempre son su defecto más grande. Lo ha comprobado el día de hoy al decirle a Lorenzo que Juliet bien podría ser ya mujer de un vampiro. La tensión en sus músculos fue tan notoria que no le cabe duda al Sumo Pontífice que esta vez, ganará. Y si no, tiene a Fausto para que infunda ese sentimiento que en Lorenzo es imposible de ignorar. Se nota cuánto le interesa su hija desde la forma en que la mira, la trata, cuasi corre para alcanzarla y robarle minutos de su tiempo. Y sabe que si Fausto entra en la ecuación, nada podría impedir que Lorenzo y Juliet estén juntos, a menos que la maldita mocosa lo eche a perder enamorándose de Fausto y entonces sí que sería el colmo de sus males.
Se talla los ojos con las manos y recompone sus ropas, su figura, para bajar en pos de la entrada de su hogar. Quisiera ir a ver a su prisionera en las mazmorras, notar si despertó o si bien, hay algún avance, pero primero el deber, luego el placer. Hoy le toca darle un baño y cambiarle las ropas. Sonríe con lascivia al pensar en ese cuerpo marfileño a su disposición. Sus pasos son apagados, cuasi silenciosos y llega hasta su sala donde su sonrisa se amplía al ver a su huésped acomodado en el sillón más acogedor del lugar. Pareciera el señor y amo de la mansión. Un monstruo vestido de humano. Una bestia disfrazada de cordero.
¿Quién diría que tras su rostro atractivo y su cuerpo que llama la atención de las féminas se esconde un demonio más sádico que el mismo Lucifer? El Diablo, así llegó Alejandro II a apodarlo. El Diablo porque no tiene piedad. El Diablo porque no sabe lo que es la bondad. El Diablo porque todo lo que toca se llena de podredumbre... El Diablo a disposición del enviado de Dios. El Diablo que lo encara y le hace ser consciente de su vulnerabilidad en tantas ocasiones que ha perdido la cuenta. El Diablo ante él, con esos ojos que parecieran atravesarlo y ver en sus entrañas vislumbrando la maldad que habita con el poder de hacerla emerger. El Diablo a quien mandará en pos de una niña inocente que peca de amable y está llena de una vitalidad que, al ser rozada por este Demonio, se marchitará cual flor en invierno.
El Diablo está en su casa...
- Bienvenido sea - sonríe con un brillo de felicidad porque realmente le agrada tenerlo con él, a su lado... bajo sus órdenes aunque sólo sea temporalmente.
Los caballos relinchan al tiempo que el restregar del látigo se escucha aunado a la voz del cochero que los incita a continuar a todo galope. Los cascos resuenan en el suelo... tacatac, tacatac, tacatac... Sus pensamientos son parte de una enorme maraña que lentamente va desenredándose. El Papa sólo piensa en lo que tiene por hacer, en las labores que le han encomendado como cabeza de la Suma Inquisición y que ahora mismo tiene todo resuelto y los roles encargados a quienes merecen llevarlos a cabo. Confía que sus decisiones y sus confianzas serán retribuídas de forma adecuada.
Un vaivén constante de un lado a otro al tiempo que el carruaje se cimbra con las ruedas avanzando por sobre los guijarros y las piedras, el Papa sólo se concentra en lo que tiene ante sí, la persona que tendrá que atender y que es tan importante hacerlo con todo el cuidado del mundo. Un paso en falso significará perder la imagen que él tiene del Sumo Pontífice y sería un error imperdonable. Tiene que mantener el tipo de una persona también intelectual, pero difícil de domeñar. Alejandro II no es cualquier humano, tiene que concientizarse que es el enviado de Dios, su representación en la Tierra y siempre debe hacérselo ver a Fausto.
No hay medias tintas con él, se es blanco o se es negro. No hay gris que pueda perdonar un desliz. No existe el error, ni la justificación y esa medida es para todos, incluiído Alejandro II. Si va con pies de plomo, si está atento a todos los cambios más mínimos de la expresión del cazador tanto facial como la que puede escucharse en la voz, entonces seguirá teniéndolo en el bolsillo. Él seguirá viéndolo como un igual y no perderá la supremacía que tanto trabajo le ha costado forjar desde que lo conoció. Darle los medios para alcanzar su último objetivo es justo uno de sus alicientes para tenerlo a su lado. Fausto no viene a perder su tiempo todo lo contrario, él llega con la finalidad de que en su oportunidad y no falta mucho para que considere que es el tiempo, se le entregue lo que él desea y lo que el Papa puede proporcionarle.
Luego de ello, Alejandro II sabe que no lo volverá a ver. Lo ha investigado con los espías en su oportunidad, tiene toda la información entre sus manos y sí, le pesa tener que prescindir de sus servicios algún día. Mas no es estúpido, no darle lo que busca significaría granjearse un enemigo muy poderoso y capaz de cosas temerarias. No hay encrucijada, no existe porque Alejandro II es demasiado astuto para no distinguir lo que debe hacer. Permitirá que el cazador marche cuando Fausto lo considere prudente y aunque lo lamentará, le entregará todo lo que él necesita para destruir a aquél que tanto odia y que afortunadamente, porque el Sumo Pontífice conoce quién es, no es parte de su Inquisición.
Todo cuadra, las piezas del rompecabezas encajan lentamente y ante el Papa pronto está su casa, su hogar. Deshabitado el día de hoy porque Juliet conforme a sus órdenes, ha partido ya con rumbo a París. Ni siquiera le dejó tomar sus cosas, en cuanto ella puso un pie en la casa ya un sirviente tenía todo su equipaje y la conducía al vehículo que la llevaría lejos. No quería que se encontrara con Fausto. No aún. No ahora. Es una de sus cartas maestras en caso de que lo de Lorenzo y Juliet no funcione lo cual es irrisible porque el propio Papa los ha visto juntos, la atracción no puede ser menos que la de la luna con la tierra. Esos dos están destinados a ser algo más que simples compañeros. Aún en caso de que no concrete... entonces tiene algo a su favor: Fausto.
Los celos de un italiano siempre son su defecto más grande. Lo ha comprobado el día de hoy al decirle a Lorenzo que Juliet bien podría ser ya mujer de un vampiro. La tensión en sus músculos fue tan notoria que no le cabe duda al Sumo Pontífice que esta vez, ganará. Y si no, tiene a Fausto para que infunda ese sentimiento que en Lorenzo es imposible de ignorar. Se nota cuánto le interesa su hija desde la forma en que la mira, la trata, cuasi corre para alcanzarla y robarle minutos de su tiempo. Y sabe que si Fausto entra en la ecuación, nada podría impedir que Lorenzo y Juliet estén juntos, a menos que la maldita mocosa lo eche a perder enamorándose de Fausto y entonces sí que sería el colmo de sus males.
Se talla los ojos con las manos y recompone sus ropas, su figura, para bajar en pos de la entrada de su hogar. Quisiera ir a ver a su prisionera en las mazmorras, notar si despertó o si bien, hay algún avance, pero primero el deber, luego el placer. Hoy le toca darle un baño y cambiarle las ropas. Sonríe con lascivia al pensar en ese cuerpo marfileño a su disposición. Sus pasos son apagados, cuasi silenciosos y llega hasta su sala donde su sonrisa se amplía al ver a su huésped acomodado en el sillón más acogedor del lugar. Pareciera el señor y amo de la mansión. Un monstruo vestido de humano. Una bestia disfrazada de cordero.
¿Quién diría que tras su rostro atractivo y su cuerpo que llama la atención de las féminas se esconde un demonio más sádico que el mismo Lucifer? El Diablo, así llegó Alejandro II a apodarlo. El Diablo porque no tiene piedad. El Diablo porque no sabe lo que es la bondad. El Diablo porque todo lo que toca se llena de podredumbre... El Diablo a disposición del enviado de Dios. El Diablo que lo encara y le hace ser consciente de su vulnerabilidad en tantas ocasiones que ha perdido la cuenta. El Diablo ante él, con esos ojos que parecieran atravesarlo y ver en sus entrañas vislumbrando la maldad que habita con el poder de hacerla emerger. El Diablo a quien mandará en pos de una niña inocente que peca de amable y está llena de una vitalidad que, al ser rozada por este Demonio, se marchitará cual flor en invierno.
El Diablo está en su casa...
- Bienvenido sea - sonríe con un brillo de felicidad porque realmente le agrada tenerlo con él, a su lado... bajo sus órdenes aunque sólo sea temporalmente.
Papa Borgia- Humano Clase Alta/Miembro de la Iglesia
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Re: Un Plan Urdido Entre Sombras (Fausto y Papa Borgia) {In Gladius Dei}
Poncio Pilatos preguntó a Jesús de Nazaret: '¿Realmente eres el hijo de Dios?'
Y Jesús respondió: 'Tú lo has dicho.'
E Nomine (Denn sie wissen nicht was sie tun) - E Nomine
Y Jesús respondió: 'Tú lo has dicho.'
E Nomine (Denn sie wissen nicht was sie tun) - E Nomine
Cuando Fausto nació, incluso la sangre de su madre que le cubría todo el cuerpo significó un aspecto revelador más allá del acto acostumbrado del parto y las vísceras. El dolor de la carne se quedó impregnado en su cuerpo, en su camino, en su esencia y hasta las veces en que sus progenitores lo trataban con forzado afecto, algo le oprimía dentro de él, como si todavía estuviera queriendo salir al otro lado de un lugar del que supo el nombre más adelante: mediocridad. El olor de la mediocridad era peor que el de la sangre o el de la podredumbre, y ya desde su más tierna (tierna como la carne) infancia supo que antes recorrería el mundo junto a la avidez ceremonial de un vampiro que permanecer un segundo más desaprovechado por lo que nunca le había merecido. Y una de las reacciones que portaba ahora mismo sólo con la mundana simpleza de caminar consistía en alejarse completamente de ese hedor… alejarse o exterminarlo.
Para evitarlo, para eliminar cualquier evidencia de haber tenido ese olor cerca, incluso si había sido únicamente hasta los, casi, once años de edad y alzarse con pulcritud sobre los escombros de la mortalidad, Fausto había adquirido su nombre tras un orgullo desmedido con el que se había confeccionado la piel del mismísimo Diablo. Y quienes afirmaban que ‘más sabían los demonios por viejos que por demonios’ se encontraban en lo cierto a medias… Por lo menos, el cazador podía dar fe (y el uso de la expresión resultaba fieramente desternillante) de que gran parte del poder de Luzbel residía en el flamante repertorio de su conocimiento, no en el de su exterminio como tal. De modo que sólo con saberse de memoria las páginas de un libro entero a los dos segundos de haberle echado una simple ojeada, sólo con poder recitar las sagradas escrituras en arameo y sólo con aprenderse los movimientos exactos para paralizarle el corazón a una persona desde la rodilla… La sola capacidad de Fausto barría la debilidad de todo su entorno.
Una vez en la mansión del Santo Papa, acomodado en su sillón y a la espera de su propia disponibilidad, no le apetecía discernir en su memoria el momento exacto en que se decidió a pasear sus botas por los Estados Pontificios. Un aspirante a la certeza más existencial de la propia muerte, un profesor de teología, una sabiduría ambulante, de abrigo oscuro y fría mirada añil, como él... y después, la Iglesia. La Inquisición, un terreno más en el que depositar su inexpugnable huella, cual mayor coleccionista de saberes que se preciara. La humanidad le valía su risa despectiva sólo con el simple hecho de que alguien allí pudiera aprovecharse de unos grabados milenarios con parte de la delicia artística y filosófica de su propia historia para absorber de la fe ajena, armar el caos y elevarse en el podio de la ambición y el dominio, desbancando a humanos y sobrenaturales por igual. La entidad de ‘Dios’ en sí misma nunca había llamado más su atención que cualquiera de las otras tantas cosas que apestaban a su alrededor, recordándole a sus primeros y soporíferos años en la tierra. Sin embargo, cuando un hombre se alzaba sobre tal pretensión, como el aprovechamiento absoluto del opio del pueblo vestido de noble terciopelo, algo en Fausto se permitía otorgarle el beneficio de uno de los bienes más caros de su oscura persona: la duda. Alejandro II Borgia, si.
Ese Papa era el único líder de semejante organización con el que podría haber llegado a establecer una relación beneficiosa, y como en todos los recorridos de su vida (pues lo que engrandecía a Fausto no se relacionaba con los años totales que tuviera, sino con que no había detenido la experiencia en ni uno solo de ellos), el alemán no estrechó su mano, pero sí le dedicó una leve inclinación de su cabeza. Lo que para él suponía un apetitoso convenio en base a las necesidades de cada uno, sin olvidar nunca que no eran esbirros ni aliados, sino perros ayudándose a despejar el camino del otro por un corto período de tiempo. El nuevo Papa se parecía mucho a los escasísimos especímenes del planeta que lograban exprimirle algo de complicidad. Apenas habían necesitado entenderse más allá de las sonrisas a un lado y esa decisión esculpida en sus miradas que no se apartaba jamás del territorio que dominaban. Ninguno de los dos negaba su poder ni lo que podrían ser capaces de hacer con él, si las cosas no salían a su gusto (o si salían al gusto más placentero que se hubieran propuesto). Si algo les diferenciaba en ese terreno era que el líder Borgia tal vez pensase que sabía lo que Fausto necesitaba de él a cambio de sus actos, mas no… El origen de sus intenciones sólo podía ser revelado en el más puro secreto, al final de cualquier cruzada, y aun así, la forma en la que lo haría no reflejaría ni la mitad de lo que había realmente al otro lado. Ni Georgius ni Mefistófeles. Sólo el recuerdo de la figura del propio Fausto que ya se estaba enriqueciendo a su costa con el mero hecho de ampliar sus horizontes gracias a lo que Alejandro II le tuviera reservado en su plan.
Algo que el cazador también resaltaba a favor del Santo Padre era que no se auto-engañaba con la intervención del hombre alemán en aquella historia y eso le agradaba, que no fuera necesario molestarse en arrejuntar banalmente palabras con la boca para recordarle que la única causa reconocible para Fausto era Fausto. Alejandro II lo tenía claro y así lo transmitía, una sonrisa de una bestia para otra bestia, únicas en el tablero que habían dispuesto para ellos. Más personas, las que el Papa le señalara como objetivo, iban a quedar afectadas por ello, pero Fausto dudaba que ninguna de ellas fuese a ser tan interesante como esa diabólica unión momentáneamente forjada. Y cualquiera de esos mortales que iban a toparse con sus pasos afirmaría equívocamente que sólo buscaba cumplir una orden sin pensar en las consecuencias… Ja. La realidad de Fausto no concebía el altruismo ni la obediencia, jamás hacía nada que no saliera de sus designios, y en cuanto a las consecuencias… aquellas tampoco se presentaban tan sofisticadas como para poder predecirlas con esfuerzo, mucho menos con remordimientos ¿Qué culpa tenía él, si su huella era tan arrolladora y la de ellos, tan insípida como vulnerable?
Rezad vuestras oraciones.
Bienvenido vos… a vuestra humilde morada –respondió a la llegada de su anfitrión con irónico respeto, pero respeto a fin de cuentas (y viniendo de una persona como Fausto, era prácticamente igual a encontrar un tesoro enterrado). Se levantó del sofá frente a la papal presencia sólo cuando ésta dio señales de empezar a aproximarse hacia él, transmitiendo con ese gesto una muestra de mutuo acuerdo siempre y cuando Fausto estuviera dispuesto-. Sea lo que sea lo que tengáis pensado –referente a esa misión que fuera a encomendarle- pecaríais de falsa modestia, si dijerais que va a ser complicado.Última edición por Fausto el Lun Jul 09, 2012 7:56 am, editado 1 vez
Fausto- Cazador Clase Alta
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Re: Un Plan Urdido Entre Sombras (Fausto y Papa Borgia) {In Gladius Dei}
Hágase el milagro y hágalo el diablo.
Anónimo
Ojos que se pierden en la inmensidad del mundo, que vislumbran entre las sombras más profundas y la desesperación más desgarradora. Ahí, todos están y sólo pocos pueden emerger a la superficie denominada paraíso. Aunque algunos son mucho más sagaces e intrépidos porque en dirección contraria a ese edén, escarban en la tierra, puñado a puñado, con la materia entre las uñas continúan su labor hasta que las yemas de los dedos se queman con real intención de hacer daño y aún así persisten en su empeño hasta llegar a los enormes ríos de lava, de esa incandescencia que causa grandes sudores y reseca la garganta hasta que absolutamente nada queda más que el dolor y el anhelo por salir de ahí. Hay unos que escapan aterrados y pocos son los que ponen un pie entre las piedras y lento, pero inexorable, van avanzando con deliberada lentitud hasta que llegan a donde el arco griego se erige y palabras tan antiguas invocan a la derrota final:
¿Y qué sucede cuando hay entes como el que ahora mismo Alejandro II tiene ante sí, que se ríen de estas palabras prefabricadas y se adentra a los confines del infierno para no sólo empaparse del carmín conocimiento de los demonios y las almas que en constante purificación y abandono se prestan para ser los objetivos de aquéllos caídos que sólo buscan la venganza en formas de aberturas de piel con uñas punzocortantes dejando a la vista fragmentos de músculo, piel y llegan al hueso para dejar en él pequeños recuerdos de quién estuvo allí... Sadismo, tortura, desolación, pánico, horror, son los condimentos de las relaciones entabladas en esos lugares donde el sol jamás llega y no hay una sola mano que calme el dolor y la desesperación. Donde obviamente el Diablo ha pasado sus pies vagando entre las múltiples habitaciones para aprender todo concepto que rodea al de decadencia para emerger de nuevo a la tierra y hacer de ella su parque de recreo, su jardín donde puede aplicar y practicar cada conocimiento hasta perfeccionarlo.
Dichosos los que están de su lado, los que tienen un camino diferente al del cazador, pero los que no... - La situación es una y muy fácil, incluso podrás pensar que para algo así no debería contactarte, pero no hay lugar a errores, tiene que ser de un solo golpe, en una sola ejecución y sólo sé de alguien que puede hacerlo en esos términos y lo tengo frente a mí - las palabras del Sumo Pontífice sellan el destino de un alma más cuyo tiempo aún no es el de adentrarse en el infierno. Una de las pocas personas aún inocentes y cuya alma hermosa debiera poblar los confines del paraíso. Una flor tan exótica que terminará siendo arrancada de raíz y maltratada hasta que lento se marchite tras gritos de desesperación y dolor. La vida no es justa, ¿Alguien dice lo contrario? Y para el Sumo Pontífice, no hay mejor persona para hacer el trabajo que el mismísimo Diablo - Tú eres en quien pongo toda mi confianza para llegar hasta París e introducirte a la residencia de una Duquesa española. ¿El objetivo? Una niña de 17 años llamada Marianne Louvier quien no es otra que la mismísima Duquesa. ¿Las condiciones? Haz lo que tengas que hacer, yo no miraré atrás o adelante, te protegeré si debo, pero la quiero a ella viva, en buenas condiciones porque si se opone sé que tendrás que imponerte. Si la quieres tomar para tí, adelante, aunque preferiría que no, que llegara siendo doncella porque así aún tendría la mente despejada para responder a mis preguntas. Si después de tener mi información sigues interesado en ella, que me han dicho que es guapa, pues adelante, te la cederé - se sirve vino tinto, sabiendo que no es necesario que le ofrezca a su invitado. Él mismo podría hacerlo. Se acomoda en el asiento y observa con interés al cazador esperando mientras se deleita en el sabor del contenido de su copa, las preguntas que quizá él llegare a tener, aunque conociéndolo quizá con lo vertido sea más que suficiente, se sabe bien que el Diablo no requiere información porque él mismo la posee o se hace de ella. Y como Fausto es el Diablo...
"Quien pase por esta puerta pierda toda esperanza"
¿Y qué sucede cuando hay entes como el que ahora mismo Alejandro II tiene ante sí, que se ríen de estas palabras prefabricadas y se adentra a los confines del infierno para no sólo empaparse del carmín conocimiento de los demonios y las almas que en constante purificación y abandono se prestan para ser los objetivos de aquéllos caídos que sólo buscan la venganza en formas de aberturas de piel con uñas punzocortantes dejando a la vista fragmentos de músculo, piel y llegan al hueso para dejar en él pequeños recuerdos de quién estuvo allí... Sadismo, tortura, desolación, pánico, horror, son los condimentos de las relaciones entabladas en esos lugares donde el sol jamás llega y no hay una sola mano que calme el dolor y la desesperación. Donde obviamente el Diablo ha pasado sus pies vagando entre las múltiples habitaciones para aprender todo concepto que rodea al de decadencia para emerger de nuevo a la tierra y hacer de ella su parque de recreo, su jardín donde puede aplicar y practicar cada conocimiento hasta perfeccionarlo.
Dichosos los que están de su lado, los que tienen un camino diferente al del cazador, pero los que no... - La situación es una y muy fácil, incluso podrás pensar que para algo así no debería contactarte, pero no hay lugar a errores, tiene que ser de un solo golpe, en una sola ejecución y sólo sé de alguien que puede hacerlo en esos términos y lo tengo frente a mí - las palabras del Sumo Pontífice sellan el destino de un alma más cuyo tiempo aún no es el de adentrarse en el infierno. Una de las pocas personas aún inocentes y cuya alma hermosa debiera poblar los confines del paraíso. Una flor tan exótica que terminará siendo arrancada de raíz y maltratada hasta que lento se marchite tras gritos de desesperación y dolor. La vida no es justa, ¿Alguien dice lo contrario? Y para el Sumo Pontífice, no hay mejor persona para hacer el trabajo que el mismísimo Diablo - Tú eres en quien pongo toda mi confianza para llegar hasta París e introducirte a la residencia de una Duquesa española. ¿El objetivo? Una niña de 17 años llamada Marianne Louvier quien no es otra que la mismísima Duquesa. ¿Las condiciones? Haz lo que tengas que hacer, yo no miraré atrás o adelante, te protegeré si debo, pero la quiero a ella viva, en buenas condiciones porque si se opone sé que tendrás que imponerte. Si la quieres tomar para tí, adelante, aunque preferiría que no, que llegara siendo doncella porque así aún tendría la mente despejada para responder a mis preguntas. Si después de tener mi información sigues interesado en ella, que me han dicho que es guapa, pues adelante, te la cederé - se sirve vino tinto, sabiendo que no es necesario que le ofrezca a su invitado. Él mismo podría hacerlo. Se acomoda en el asiento y observa con interés al cazador esperando mientras se deleita en el sabor del contenido de su copa, las preguntas que quizá él llegare a tener, aunque conociéndolo quizá con lo vertido sea más que suficiente, se sabe bien que el Diablo no requiere información porque él mismo la posee o se hace de ella. Y como Fausto es el Diablo...
*sorry por lo corto que quedó. U_U Y ni pido disculpas por la tardanza, que sé andas de ausencia xD
Papa Borgia- Humano Clase Alta/Miembro de la Iglesia
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