AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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Enemigos entre aliados {Oksana Derevya} (In Gladius Dei )
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Enemigos entre aliados {Oksana Derevya} (In Gladius Dei )
Ese día no llevaba un vestido elegante, no está fingiendo ser una mujer de clase alta para conseguir el dinero de algún hombre y luego asesinarle, no es como aquellos años. Vestía con un traje de cuero negro y un chaleco blanco. En su cintura, junto con un largo cinturón, llevaba una hilera de cuchillos y revólveres de diferentes tipos, tres del primero, dos del segundo. Su cabello, como rara vez se encuentra, estaba acomodado en una cola de caballo alta, moviéndose en cada paso que daba por los largos pasillos del edificio.
Aquí no siente locura, su sed de sangre y asesinato se calma, como si los ángeles del cielo estuvieran a su alrededor, diciéndole que todo está bien y es bienvenida. Sus pensamientos, aunque siguen vagando en la demencia, se mantienen en ella y no salen en una explosión de bailes o movimientos sin sentidos
Había soñado con pisar esta tierra, siente que su piel se quema con solo sentir la brisa que choca contra las paredes. Sus pies duelen, aun protegidos por las zapatillas altas que lleva. Disfruta ese dolor que le causa estar entre las cruces, entre la tierra santificada por su señoría papal. Si pudiera, lloraría a cantaros hasta secarse de felicidad y alegría.
Nereza camina por los pasillos de la inquisición, el lugar donde por fin se siente que pertenece. Por años se sintió perdida, sola incluso, una bestia encerrada en la carne de una mujer. Aquí es una guerrera, dispuesta a dar la vida por el Papa, sin importarle que el llegue a saber de su existencia o no. Sabe que n oes el perdón del pontífice lo que necesita, si no el de su Dios, cuando esa señal celestial llegue, podrá darle un fin a su existencia, ir a donde su esposo, al que creyó asesinar, no quiso acompañarla.
Entreno durante toda la mañana para poder sentirse bien consigo misma. Sentir que es parte de un ejército que acabara con todo aquel que sea como ella. Derribo cuantas estatuas de madera le colocaron y recibió tantas balas en su cuerpo que saco mas plomo que sangre cuando termino. El traje con el que llego, acabo tirado en algún basurero de los vestidores.
Se quedo mirando los cuadros de algunos inquisidores y cazadores que habían hecho el servicio a la gran sede. Se alegro un momento y se imagino estando cerca de ellos, que su cuadro estuviera ahí, hasta que los pensamientos de alguien más interrumpieron los suyos.
Aquí no siente locura, su sed de sangre y asesinato se calma, como si los ángeles del cielo estuvieran a su alrededor, diciéndole que todo está bien y es bienvenida. Sus pensamientos, aunque siguen vagando en la demencia, se mantienen en ella y no salen en una explosión de bailes o movimientos sin sentidos
Había soñado con pisar esta tierra, siente que su piel se quema con solo sentir la brisa que choca contra las paredes. Sus pies duelen, aun protegidos por las zapatillas altas que lleva. Disfruta ese dolor que le causa estar entre las cruces, entre la tierra santificada por su señoría papal. Si pudiera, lloraría a cantaros hasta secarse de felicidad y alegría.
Nereza camina por los pasillos de la inquisición, el lugar donde por fin se siente que pertenece. Por años se sintió perdida, sola incluso, una bestia encerrada en la carne de una mujer. Aquí es una guerrera, dispuesta a dar la vida por el Papa, sin importarle que el llegue a saber de su existencia o no. Sabe que n oes el perdón del pontífice lo que necesita, si no el de su Dios, cuando esa señal celestial llegue, podrá darle un fin a su existencia, ir a donde su esposo, al que creyó asesinar, no quiso acompañarla.
Entreno durante toda la mañana para poder sentirse bien consigo misma. Sentir que es parte de un ejército que acabara con todo aquel que sea como ella. Derribo cuantas estatuas de madera le colocaron y recibió tantas balas en su cuerpo que saco mas plomo que sangre cuando termino. El traje con el que llego, acabo tirado en algún basurero de los vestidores.
Se quedo mirando los cuadros de algunos inquisidores y cazadores que habían hecho el servicio a la gran sede. Se alegro un momento y se imagino estando cerca de ellos, que su cuadro estuviera ahí, hasta que los pensamientos de alguien más interrumpieron los suyos.
Última edición por Nereza el Vie Jun 22, 2012 12:34 pm, editado 1 vez
Nereza- Condenado/Vampiro/Clase Alta
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Re: Enemigos entre aliados {Oksana Derevya} (In Gladius Dei )
Sus ojos enfocaban la lista de personalidades más buscadas por la inquisición, muchos de esos nombres figuraban entre conocidos y allegados, seres vivos a ojos de Oksana, quizá no del todo algunos de ellos, pero eso no los diferenciaba excepto por las habilidades obtenidas, cualidades que eran muy vistosas e interesantes para ella.
Agradecí poder tener en mis manos el papel que salvaría la vida o al menos pondría sobre advertida la presencia de la inquisición tras sus pasos, todos y cada uno de ellos me recordaban a Alejandro, también la frustración que me hacía sentir el simple hecho de no haberle podido ayudar cuando él me necesitaba – pero que podría hacer yo realmente – en ese entonces no conocía una sola cosa del combate cuerpo a cuerpo, tampoco las diferentes armas que podría usar en caso de encontrarme en peligro frente algún vampiro, licántropo o cualquier ser que estuviera dispuesto a lastimarme, a pesar de que existían muchos que no tenían las intensiones de lastimarnos, su sólo hecho de sobrevivir a las adversidades que la misma iglesia ponía, ellos trataban de escapar haciendo uso de sus habilidades, muchos de ellos nos odiaban a tal punto de asesinarnos sin piedad, aunque en mi caso tan sólo prefería ayudar a quienes en un pasado habrían hecho algo por mí.
Cerré el pergamino y lo guardé sobre mi torso muy discretamente, me levanté de mi asiento para dirigirme hacia la salida de la biblioteca, cuando un sonido llamó mi atención; la biblioteca de la inquisición consistía en una recepción suficientemente espaciosa para poder esclarecer asuntos de índole inmediata, había un encargado de recibir toda la información posible a través de nuestros informantes y categorizarla, frente a le recepción había un número considerable de retratos al oleo de varios inquisidores muy importantes, entre ellos el mío ya que era considerada la mano derecha de la líder de Facción y por lo tanto una mujer admirable, a palabras claro de mis allegados amigos e incluso de Thorna, mi líder, avance unos metros por delante distinguiendo una sombra delgada y largo cabello - Está prohibido avanzar más allá del primer piso de recepción, al menos que exista autorización – exprese sigilosa pero marcando un tono autoritario, guardando siempre mi distancia ya que para mí era extraño encontrar a alguien sin previo aviso dentro del piso en dónde me encontraba.
Agradecí poder tener en mis manos el papel que salvaría la vida o al menos pondría sobre advertida la presencia de la inquisición tras sus pasos, todos y cada uno de ellos me recordaban a Alejandro, también la frustración que me hacía sentir el simple hecho de no haberle podido ayudar cuando él me necesitaba – pero que podría hacer yo realmente – en ese entonces no conocía una sola cosa del combate cuerpo a cuerpo, tampoco las diferentes armas que podría usar en caso de encontrarme en peligro frente algún vampiro, licántropo o cualquier ser que estuviera dispuesto a lastimarme, a pesar de que existían muchos que no tenían las intensiones de lastimarnos, su sólo hecho de sobrevivir a las adversidades que la misma iglesia ponía, ellos trataban de escapar haciendo uso de sus habilidades, muchos de ellos nos odiaban a tal punto de asesinarnos sin piedad, aunque en mi caso tan sólo prefería ayudar a quienes en un pasado habrían hecho algo por mí.
Cerré el pergamino y lo guardé sobre mi torso muy discretamente, me levanté de mi asiento para dirigirme hacia la salida de la biblioteca, cuando un sonido llamó mi atención; la biblioteca de la inquisición consistía en una recepción suficientemente espaciosa para poder esclarecer asuntos de índole inmediata, había un encargado de recibir toda la información posible a través de nuestros informantes y categorizarla, frente a le recepción había un número considerable de retratos al oleo de varios inquisidores muy importantes, entre ellos el mío ya que era considerada la mano derecha de la líder de Facción y por lo tanto una mujer admirable, a palabras claro de mis allegados amigos e incluso de Thorna, mi líder, avance unos metros por delante distinguiendo una sombra delgada y largo cabello - Está prohibido avanzar más allá del primer piso de recepción, al menos que exista autorización – exprese sigilosa pero marcando un tono autoritario, guardando siempre mi distancia ya que para mí era extraño encontrar a alguien sin previo aviso dentro del piso en dónde me encontraba.
Oksana Derevya- Inquisidor Clase Alta
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Re: Enemigos entre aliados {Oksana Derevya} (In Gladius Dei )
Se seguía imaginando ella misma en uno de esos cuadros, pero, pensó con tristeza, que aquellos que se pintaban con esa valía indomable, deberían de ser humanos. Ella, una condenada a ser vampira para siempre, sabía que no podría jamás ser como ellos, súper las expectativas, ir mas allá de los limites. Todo en ella era límites y lo sabía.
No puede tocar la luz del sol, no puede alimentarse algo que no sea sangre, ni siquiera estaba segura si necesita respirar.
Quiso suspirar, pero ¿Aun puede hacerlo?. Antes que lo intentase, una voz interrumpió su pensamiento. No estaba muy familiarizada con aquellos que llaman “elite del Papa”. Nereza siempre fue una inquisidora por su cuenta, el Papa no sabe de su existencia y apenas Tamina.
-Es tan sorprendente que haya tantos héroes dentro de un grupo tan secreto ¿No te parece?
Le hablo sin respeto, por que para ella, todo inquisidor era igual. Sólo su santidad merecía que le hablara de usted y su líder de facción, pues Tamina es la responsable de mantenerlos a raya. Nereza sabía que si perdía un día el control, toda la inquisición la acabaría sin piedad ni descanso.
Su forma de hablar siempre había sido peculiar y aunque notaba cierta frialdad en el rostro de la recién aparecida, no se molesto en preguntar su nombre, mejor lo busco.
-Eres Oksana, la mano derecha de Thorna. ¿No es asi? Mi nombre es Nereza, un simple soldado.
Aunque no pertenece a la facción de los soldados realmente ¿Qué pensaría una letrada como Oksana, al enterarse de una vampira sin escrúpulos y locura extrema ha sido acogida por el Papa?
No quería descubrirlo, pero cuando entro a su mente para averiguar su nombre, algo le hizo querer entrar mas, se detuvo, prefirió no sacar información sin aviso de la persona.
Por un momento se sintió con confianza de contarle de Rayner, de su matrimonio fracasado, de la locura que le hizo pasar, del manicomio, del olor a cadáveres donde un vampiro la vino a consumir, de los asesinatos, de las estafas, de cómo consiguió su fortuna. Se detuvo a pensarlo y se contuvo. Algoe en la chica la hizo sentirte compatible, como si ambas hubieran perdido algo muy querido.
-Una In Gladius Dei debe de estar muy informada de la gente, de seguro ya sabias quien soy.
La reto con su frase, revelándose como alguien que sabe demasiado. La locura la impulsa a hacer estupideces como esa
No puede tocar la luz del sol, no puede alimentarse algo que no sea sangre, ni siquiera estaba segura si necesita respirar.
Quiso suspirar, pero ¿Aun puede hacerlo?. Antes que lo intentase, una voz interrumpió su pensamiento. No estaba muy familiarizada con aquellos que llaman “elite del Papa”. Nereza siempre fue una inquisidora por su cuenta, el Papa no sabe de su existencia y apenas Tamina.
-Es tan sorprendente que haya tantos héroes dentro de un grupo tan secreto ¿No te parece?
Le hablo sin respeto, por que para ella, todo inquisidor era igual. Sólo su santidad merecía que le hablara de usted y su líder de facción, pues Tamina es la responsable de mantenerlos a raya. Nereza sabía que si perdía un día el control, toda la inquisición la acabaría sin piedad ni descanso.
Su forma de hablar siempre había sido peculiar y aunque notaba cierta frialdad en el rostro de la recién aparecida, no se molesto en preguntar su nombre, mejor lo busco.
-Eres Oksana, la mano derecha de Thorna. ¿No es asi? Mi nombre es Nereza, un simple soldado.
Aunque no pertenece a la facción de los soldados realmente ¿Qué pensaría una letrada como Oksana, al enterarse de una vampira sin escrúpulos y locura extrema ha sido acogida por el Papa?
No quería descubrirlo, pero cuando entro a su mente para averiguar su nombre, algo le hizo querer entrar mas, se detuvo, prefirió no sacar información sin aviso de la persona.
Por un momento se sintió con confianza de contarle de Rayner, de su matrimonio fracasado, de la locura que le hizo pasar, del manicomio, del olor a cadáveres donde un vampiro la vino a consumir, de los asesinatos, de las estafas, de cómo consiguió su fortuna. Se detuvo a pensarlo y se contuvo. Algoe en la chica la hizo sentirte compatible, como si ambas hubieran perdido algo muy querido.
-Una In Gladius Dei debe de estar muy informada de la gente, de seguro ya sabias quien soy.
La reto con su frase, revelándose como alguien que sabe demasiado. La locura la impulsa a hacer estupideces como esa
Última edición por Nereza el Miér Mayo 16, 2012 12:43 pm, editado 1 vez
Nereza- Condenado/Vampiro/Clase Alta
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Re: Enemigos entre aliados {Oksana Derevya} (In Gladius Dei )
Ambas permanecíamos ahí como estatuas, recién talladas esperando a ser esculpidas por el mejor artesano, mis manos se deslizaron por mi cuerpo para apoyarlas sobre mi cintura afianzándome a ella, abrí mis piernas de tal modo que permitiera ponerme cómoda para escuchar a la inquisidora condenada, me sabia a la perfección todos los rostros de quienes conformaban el grupo elite de cazadores, no me pareció importante responder a su primera pregunta, pero el tono de voz condescendiente que usaba conmigo me resultaba altanero situación que me hizo responderle tajante – Esta no es una galería de arte para venir a contemplar cuadros – mis palabras salieron como serpientes de cascabel que asechan a su presa, punzantes como el veneno que te mata al ser mordido, con fuerza para hacerle notar mi molestia.
Mi mente se mantenía en blanco, la conocía y sabia a que me exponía frente a la sobrenatural – Sé quién eres, nosotros los bibliotecarios estamos informados de quienes forman parte de las filas de la Inquisición, cuáles son sus métodos, de dónde vienen e incluso que hacen aquí, a nosotros no se nos puede mentir, aunque seamos humanos comunes y corrientes, la información puede darte armas muy grandes – evidencie una parte de nuestro trabajo dentro de la biblioteca, Thorna mi líder, me había enseñado que estando en ello podría tener roces con inquisidores que se molestarían al saberse espiados por nosotros, pero era un requisito que el mismo Papa había impuesto como medida preventiva, le gustaba mantenerse informado.
Deje que mis pupilas descansaran tras mis parpados – porque la luz me lastimaba un poco después de haberme mantenido enfocada en la afortunada lista – mi mente también descansó, aunque una sensación extraña comenzó a invadirme, por mi experiencia sabia de que se trataba, entonces mis labios se abrieron para agregar algo más a la intrusa – Agradecería mucho que dejaras de hurgar en mi cabeza, es incomodo tener a alguien más en ella, me es suficiente con tenerme a mi misma – expuse con notoria molestia al instante en que mis ojos se abrieron abruptamente y mis músculos se tensaron gracias a la situación en la que me encontraba – Te pido que abandones el lugar de inmediato, tu presencia hace que los otros no se concentren del todo y sabes muy bien que el santo padre no permite fallas o mala información – volví a decirle con la misma intensión de que abandonara la biblioteca, su olor, su sola presencia me ponía de mal humor además que se había atrevido a navegar por mis pensamientos como si lo tuviera permitido acción que alimentó mi rabia, no tenía la autoridad de matarla quizá, pero si gozaba del poder para sacarla del lugar aunque yo prefería mantenerme serena e indiferente para guardar apariencias.
Mi mente se mantenía en blanco, la conocía y sabia a que me exponía frente a la sobrenatural – Sé quién eres, nosotros los bibliotecarios estamos informados de quienes forman parte de las filas de la Inquisición, cuáles son sus métodos, de dónde vienen e incluso que hacen aquí, a nosotros no se nos puede mentir, aunque seamos humanos comunes y corrientes, la información puede darte armas muy grandes – evidencie una parte de nuestro trabajo dentro de la biblioteca, Thorna mi líder, me había enseñado que estando en ello podría tener roces con inquisidores que se molestarían al saberse espiados por nosotros, pero era un requisito que el mismo Papa había impuesto como medida preventiva, le gustaba mantenerse informado.
Deje que mis pupilas descansaran tras mis parpados – porque la luz me lastimaba un poco después de haberme mantenido enfocada en la afortunada lista – mi mente también descansó, aunque una sensación extraña comenzó a invadirme, por mi experiencia sabia de que se trataba, entonces mis labios se abrieron para agregar algo más a la intrusa – Agradecería mucho que dejaras de hurgar en mi cabeza, es incomodo tener a alguien más en ella, me es suficiente con tenerme a mi misma – expuse con notoria molestia al instante en que mis ojos se abrieron abruptamente y mis músculos se tensaron gracias a la situación en la que me encontraba – Te pido que abandones el lugar de inmediato, tu presencia hace que los otros no se concentren del todo y sabes muy bien que el santo padre no permite fallas o mala información – volví a decirle con la misma intensión de que abandonara la biblioteca, su olor, su sola presencia me ponía de mal humor además que se había atrevido a navegar por mis pensamientos como si lo tuviera permitido acción que alimentó mi rabia, no tenía la autoridad de matarla quizá, pero si gozaba del poder para sacarla del lugar aunque yo prefería mantenerme serena e indiferente para guardar apariencias.
Oksana Derevya- Inquisidor Clase Alta
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Re: Enemigos entre aliados {Oksana Derevya} (In Gladius Dei )
Nereza sonreía ante las palabras de Oksana, no porque se burlara de ella, simplemente por que no las comprendía. ¿Qué tanto podría entender una loca? Posiblemente sólo que la mujer frente a ella tiene una posición alta en la jerarquía y que por su parte, Nereza es una simple soldado dedicada a matar, de seguro lo mas vergonzoso visto ante los ojos de una investigadora como la señorita en frente.
Aun le hablaran con frialdad, se mantenía un mutada, como si de una platica cordial se tratase, como si hablaran dos amigas de toda la vida y que ahora que están juntas no pueden evitar celebrar con gritos de alegría.
-Las galerías de arte se podrían encontrar en cualquier lado. El arte mismo de una pared, es digno de apreciarse, el arte de una corteza o la misma brisa invisible en nuestros rostros ¿No lo crees?
Siguió viendo los rostros de los cazadores e inquisidores que adornaban la pared, sin pensar mucho en el estar ahí o no, incluso sin tener la intención de molestar a Oksana. La realidad fue que no le molesto en lo mas mínimo que supiera que es lo que hace, quien es o incluso, que es. Interesada solo por llegar a ver su rostro en la pared ¿A si Dios la perdonaría?
-No te esfuerces mucho conmigo, si bien has de saber de mi como lo dices, no comprenderé muchas de tus palabras
Le dijo sin voltear a verle, sus ojos pasaban por el rostro de su compañera de vez en cuando. La mirada rígida hubiera llenado de miedo a cualquiera ¿Por qué a ella no? Seguramente su tiempo lejos de este edificio, su propio deseo individual de ganarse el cielo, la mantuvo tan lejos de humanos que ya no reconoce emociones, eso o simplemente quiere molestarla.
-Ya he escuchado como hablan de nosotros, bestias de caza que deben de morir. Pecados andantes que sólo piensan en asesinar. Monstruos irracionales que no les interesa a quien asesinan, mientras tengan su propia existencia.
La vio de frente y se le acerco, los arreglos metálicos de su atuendo hacían un leve eco por el pasillo vacio. Le sonrío, como si de alguien de confianza se tratase.
-¿Tú piensas eso?
Una pequeña voz le decía en su cabeza que retrocediera, que provocaba a Oksana, pero esa voz suele ser acallada por los gritos de demencia que suelen escucharse en el espacio entre sus orejas.
Aun le hablaran con frialdad, se mantenía un mutada, como si de una platica cordial se tratase, como si hablaran dos amigas de toda la vida y que ahora que están juntas no pueden evitar celebrar con gritos de alegría.
-Las galerías de arte se podrían encontrar en cualquier lado. El arte mismo de una pared, es digno de apreciarse, el arte de una corteza o la misma brisa invisible en nuestros rostros ¿No lo crees?
Siguió viendo los rostros de los cazadores e inquisidores que adornaban la pared, sin pensar mucho en el estar ahí o no, incluso sin tener la intención de molestar a Oksana. La realidad fue que no le molesto en lo mas mínimo que supiera que es lo que hace, quien es o incluso, que es. Interesada solo por llegar a ver su rostro en la pared ¿A si Dios la perdonaría?
-No te esfuerces mucho conmigo, si bien has de saber de mi como lo dices, no comprenderé muchas de tus palabras
Le dijo sin voltear a verle, sus ojos pasaban por el rostro de su compañera de vez en cuando. La mirada rígida hubiera llenado de miedo a cualquiera ¿Por qué a ella no? Seguramente su tiempo lejos de este edificio, su propio deseo individual de ganarse el cielo, la mantuvo tan lejos de humanos que ya no reconoce emociones, eso o simplemente quiere molestarla.
-Ya he escuchado como hablan de nosotros, bestias de caza que deben de morir. Pecados andantes que sólo piensan en asesinar. Monstruos irracionales que no les interesa a quien asesinan, mientras tengan su propia existencia.
La vio de frente y se le acerco, los arreglos metálicos de su atuendo hacían un leve eco por el pasillo vacio. Le sonrío, como si de alguien de confianza se tratase.
-¿Tú piensas eso?
Una pequeña voz le decía en su cabeza que retrocediera, que provocaba a Oksana, pero esa voz suele ser acallada por los gritos de demencia que suelen escucharse en el espacio entre sus orejas.
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Re: Enemigos entre aliados {Oksana Derevya} (In Gladius Dei )
¿Bestias?, ¿Asesino?, qué más daba, ¿No eran los hombres asesinos cuando mataban por gusto en la caza?, ¿No eran las mujeres asesinas cuando mataban a sus hijos en sus vientres?, ¿A caso no era de una bestia tratar de violar mujeres?. El mundo estaba lleno de pecado, y yo, a pesar de ser una inquisidora, supuestamente ferviente a dios y a su causa, podía juzgar a todos esos que sin piedad le dábamos muerte.
Antes de llegar hasta la cima dónde me encontraba, el destino jugaba conmigo drásticamente, no sólo quitándome a los padres que tanto amaba, también, al hombre y hermanos que sin deberla o temerla se habían implicado en mi oscuro camino. Quizá todo eso estaba viviendo dentro de mi, sirviéndome como impulsos para realizar apropiadamente mis tareas dentro de la inquisición. Yo al igual que la mujer que estaba enfrente de mí, no éramos nadie para lanzar las primeras piedras en contra de nuestros enemigos y sin embargo, lo hacíamos.
Una y otra vez rasgaba mis ojos hacia los suyos, parecían desconcertados y hasta con una pizca de anhelo al ver los cuadros que colgaban en la pared, entre esos retratos se encontraba el mio en la cima de la sección de mi facción al igual que el de Thorna Shapplin, mi líder. A su pie dos leyendas que contenían mi nombre y “Mano derecha de Líder de Facción”. Me sentía hasta cierto punto orgullosa de haber logrado mi cometido, todos teníamos una razón y un motivo para encontrarnos en esos cuadros, cada quien mantenía sus secretos a expensas de otros. Mi secreto era únicamente encontrar lo que tanto deseaba encontrar, pese a ello mi mente se mantia serena y casi sin pensamientos algunos, sólo aquello que me permitirían afrontar la situación. No estaba frente a cualquier enemiga, se trataba de una mujer astuta y devota pese a su situación inmortal.
Aclaré mi garganta para responder con firmeza a sus cuestionamientos los cuales no me parecieron nada absurdos, era cierto, que entre la población inquisidora había quienes pensaban en eso – Yo no soy como “cualquiera” tengo mi propio criterio para discernir lo que es real y lo que sólo son suposiciones. – proseguí caminando pausadamente hasta su espalda, el olor que desprendía era diferente, muy parecido al de él…- Los seres humanos son bestias también, asesinan, traicionan, son perversos y hasta desleales. Quizá muchos allá afuera piensen que usted son unos asesinos, que sólo sirven para hacer el trabajo sucio encomendado por el santo Padre. Pero si buscan la redención, es un pago justo a realizar ¿No lo crees? – Mis palabras fueron certeras y sinceras, aunque no me agradaba estar frente a ella, no podía juzgarla, sin embargo, su notoria fidelidad hacia el santo padre y la iglesia me causaban cierta desconfianza.
Antes de llegar hasta la cima dónde me encontraba, el destino jugaba conmigo drásticamente, no sólo quitándome a los padres que tanto amaba, también, al hombre y hermanos que sin deberla o temerla se habían implicado en mi oscuro camino. Quizá todo eso estaba viviendo dentro de mi, sirviéndome como impulsos para realizar apropiadamente mis tareas dentro de la inquisición. Yo al igual que la mujer que estaba enfrente de mí, no éramos nadie para lanzar las primeras piedras en contra de nuestros enemigos y sin embargo, lo hacíamos.
Una y otra vez rasgaba mis ojos hacia los suyos, parecían desconcertados y hasta con una pizca de anhelo al ver los cuadros que colgaban en la pared, entre esos retratos se encontraba el mio en la cima de la sección de mi facción al igual que el de Thorna Shapplin, mi líder. A su pie dos leyendas que contenían mi nombre y “Mano derecha de Líder de Facción”. Me sentía hasta cierto punto orgullosa de haber logrado mi cometido, todos teníamos una razón y un motivo para encontrarnos en esos cuadros, cada quien mantenía sus secretos a expensas de otros. Mi secreto era únicamente encontrar lo que tanto deseaba encontrar, pese a ello mi mente se mantia serena y casi sin pensamientos algunos, sólo aquello que me permitirían afrontar la situación. No estaba frente a cualquier enemiga, se trataba de una mujer astuta y devota pese a su situación inmortal.
Aclaré mi garganta para responder con firmeza a sus cuestionamientos los cuales no me parecieron nada absurdos, era cierto, que entre la población inquisidora había quienes pensaban en eso – Yo no soy como “cualquiera” tengo mi propio criterio para discernir lo que es real y lo que sólo son suposiciones. – proseguí caminando pausadamente hasta su espalda, el olor que desprendía era diferente, muy parecido al de él…- Los seres humanos son bestias también, asesinan, traicionan, son perversos y hasta desleales. Quizá muchos allá afuera piensen que usted son unos asesinos, que sólo sirven para hacer el trabajo sucio encomendado por el santo Padre. Pero si buscan la redención, es un pago justo a realizar ¿No lo crees? – Mis palabras fueron certeras y sinceras, aunque no me agradaba estar frente a ella, no podía juzgarla, sin embargo, su notoria fidelidad hacia el santo padre y la iglesia me causaban cierta desconfianza.
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Re: Enemigos entre aliados {Oksana Derevya} (In Gladius Dei )
Fidelidad, se cruzo por su mente la palabra mientras veía los ojos de Oksana. Debería de tenerla para estar entre esos cuadros ¿No es así? Fidelidad al padre, al Papa, a la iglesia y todo lo que representa. Pero Nereza no podría evitar pensar en que esta mal, se sintió herida por si misma al creer que una inquisidora podría esteren este lugar no para servir al cielo, si no para acallar sus propios demonios de venganza.
Entonces pudo llegar a entender, que no serian tan diferentes, la vampira luchaba por sus ideales de limpiar el mundo de los que son como ella, para ganarse el cielo, que le fue negado por un brujo, por un amor que nunca debió experimentar ¿Cuál será la historia de la bibliotecaria? Llena de dolor ¿No es así?
-Entonces, si somos parecidas, tu y yo. Pues si afirmas que así son los humanos. Tu eres una asesina también ¿No es así?
Dijo para voltear a verla de nuevo, pasando sus ojos por el cuadro de su rostro, junto con el de su líder de facción, no pudo evitar pensar en su lideresa, tan fría y poco cortes, sin embargo, la seguiría hasta el fin del mundo a protegerla como si fuera su madre, si no hubiera parecido ante la cólera.
-Parece que en este lugar todos tienen su historia triste y de venganzas, pero si hablas así de los humanos, hablas también así de ti.
No pudo evitar sentir lastima por la humana y algo de coraje, no se sintió cómoda pensando en que, si fueran de la misma facción, no la seguiría, pero pensar así, sería ir en contra de lo que su santidad mande. Presintió, con algo de amargura, que pronto tendría que enfrentarse a esa posibilidad.
¿Cómo pensar en confiar en alguien como esta mujer, que parece tener odio hacia el humano, mas que a los que son como ella? Ella debería odiarla por ser vampira ¿No? A menos que…
Entonces pudo llegar a entender, que no serian tan diferentes, la vampira luchaba por sus ideales de limpiar el mundo de los que son como ella, para ganarse el cielo, que le fue negado por un brujo, por un amor que nunca debió experimentar ¿Cuál será la historia de la bibliotecaria? Llena de dolor ¿No es así?
-Entonces, si somos parecidas, tu y yo. Pues si afirmas que así son los humanos. Tu eres una asesina también ¿No es así?
Dijo para voltear a verla de nuevo, pasando sus ojos por el cuadro de su rostro, junto con el de su líder de facción, no pudo evitar pensar en su lideresa, tan fría y poco cortes, sin embargo, la seguiría hasta el fin del mundo a protegerla como si fuera su madre, si no hubiera parecido ante la cólera.
-Parece que en este lugar todos tienen su historia triste y de venganzas, pero si hablas así de los humanos, hablas también así de ti.
No pudo evitar sentir lastima por la humana y algo de coraje, no se sintió cómoda pensando en que, si fueran de la misma facción, no la seguiría, pero pensar así, sería ir en contra de lo que su santidad mande. Presintió, con algo de amargura, que pronto tendría que enfrentarse a esa posibilidad.
¿Cómo pensar en confiar en alguien como esta mujer, que parece tener odio hacia el humano, mas que a los que son como ella? Ella debería odiarla por ser vampira ¿No? A menos que…
Nereza- Condenado/Vampiro/Clase Alta
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Re: Enemigos entre aliados {Oksana Derevya} (In Gladius Dei )
-Sí- dije tajante mirándole a los ojos con mi usual rostro serio y decidido -Soy asesina, pero más por imposición que por gusto- respondí dando media vuelta para alejarme unos cuantos pasos de ella y continuar -Quienes asesinamos por imposición es gracias a otros que tratan de convertirnos en sus títeres. Pero lógicamente eso no llega a convertirse en realidad cuando ese “otro” sabe a lo que se atiene y conoce perfectamente lo que viene detrás de sus imposiciones – mis palabras eran certeras y llenas de doble sentido. Me refería al santo padre al cual muchos sobrenaturales odiaban por quitarles de sus familias.
Era cierto que Alejandro era un hombre de poca confianza, tanto Thorna como yo estábamos seguras de que en algún momento aquellos inmortales que servían a la inquisición habrían de desaparecer y eso gracias a la ambición tan repugnante del Papa.
Tomé un libro viejo y polvoriento, sople con fuerza para quitar un poco de la mugre que se le encimaba en la portada revelando el nombre de éste, se trataba de la lista más extensa de sobrenaturales que había servido desde antes de la llegada de Nereza a la Inquisición. Era un escrito amplio, y de gran grosor –Dicen que han muerto muchos de ustedes en el cumplimiento de la palabra del señor. ¿No crees que es extraño que ninguno esté en esos retratos? –Me persigné al pronunciar la palabra “dios” de los labios.
– Como sabes la Inquisición es un organismo que se viene creando desde hace muchos años, prácticamente desde que la iglesia fue fundada y la fe de dios fue reconocida en el mundo, pero también desde que existen los …- en la pausa a mi discurso, mis ojos se volvieron a entornar en los suyos sin detenerse, recorriéndola desde la cabeza hasta los pies – los…sobrenaturales – concluí alzando el libro para ofrecérselo y ésta lo hojeara – Puedes ver que es un gran número de decesos principalmente suyos -.
Tenía las claras intensiones de no medirme con mis comentarios, estaba segura de que en ese instante Nereza no podía hacer nada más que gruñir y exasperarse, pero fuera en combate ambas seriamos rivales de temer. Mis pensamientos se mantenían enfocados en lo que estaba siguiendo en ese instante, tenía conocimiento de que existían vampiros que leían nuestros movimientos anticipándose a ellos, entre otras tantas habilidades sobrenaturales. Ciertamente no temía a enfrentarla, pero algo que no sabía que era, me decía que debía ser precavida.
Era cierto que Alejandro era un hombre de poca confianza, tanto Thorna como yo estábamos seguras de que en algún momento aquellos inmortales que servían a la inquisición habrían de desaparecer y eso gracias a la ambición tan repugnante del Papa.
Tomé un libro viejo y polvoriento, sople con fuerza para quitar un poco de la mugre que se le encimaba en la portada revelando el nombre de éste, se trataba de la lista más extensa de sobrenaturales que había servido desde antes de la llegada de Nereza a la Inquisición. Era un escrito amplio, y de gran grosor –Dicen que han muerto muchos de ustedes en el cumplimiento de la palabra del señor. ¿No crees que es extraño que ninguno esté en esos retratos? –Me persigné al pronunciar la palabra “dios” de los labios.
– Como sabes la Inquisición es un organismo que se viene creando desde hace muchos años, prácticamente desde que la iglesia fue fundada y la fe de dios fue reconocida en el mundo, pero también desde que existen los …- en la pausa a mi discurso, mis ojos se volvieron a entornar en los suyos sin detenerse, recorriéndola desde la cabeza hasta los pies – los…sobrenaturales – concluí alzando el libro para ofrecérselo y ésta lo hojeara – Puedes ver que es un gran número de decesos principalmente suyos -.
Tenía las claras intensiones de no medirme con mis comentarios, estaba segura de que en ese instante Nereza no podía hacer nada más que gruñir y exasperarse, pero fuera en combate ambas seriamos rivales de temer. Mis pensamientos se mantenían enfocados en lo que estaba siguiendo en ese instante, tenía conocimiento de que existían vampiros que leían nuestros movimientos anticipándose a ellos, entre otras tantas habilidades sobrenaturales. Ciertamente no temía a enfrentarla, pero algo que no sabía que era, me decía que debía ser precavida.
Oksana Derevya- Inquisidor Clase Alta
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Re: Enemigos entre aliados {Oksana Derevya} (In Gladius Dei )
Sonrió con ironía, ya había husmeado en la biblioteca de la inquisición, no de forma directa al menos. Uno de los, posiblemente, menores empleados del lugar fue fácilmente seducido por la vampiresa, al menos para darle toda la información que ella necesitaba acerca de los sobrenaturales en ese lugar. No es que el chico supiera mucho, pero lo suficiente para que ella estuviera satisfecha.
Con la mirada de reto y la voz seca de Oksana, seguía pensando en lo preocupante que sería el trabajar con ella. Quiso imaginarse que eso nunca pasaría, pero el destino suele jugar bromas muy pesadas, así que su mente la transporto a una situación donde ningún líder, ni siquiera el suyo propio, estuviera a la orden del día y solo ella estuviera presente. Si tuviera corazón, se aceleraría en espera del conflicto. ¿Acaso ignoraría las ordenes de una bibliotecaria y haría lo que se le antojara? Después de toda, Nereza era un soldado, alguien hecha para combatir y matar, su instinto la domina no la parte racional como a su, no muy alegre, compañera.
Tomó el libro y fingió una mirada de asombro al hojear y no encontrarse con ningún nombre de un sobrenatural, de un vampiro, de un brujo, de un cambiaformas, ni siquiera un lobo. Aun sabiendo todo eso, su mente se mantenía en la obediencia absoluta del santo padre.
-Se que no somos deseados por los humanos, pero sin nosotros no habrían recuperado cantidades infinitas de territorio, quien sabe, tal vez ni siquiera el Vaticano pudiera haber existido sin que un vampiro haya levantado algunas piedras. La inquisición nunca podría quitar las manchas de sangre de los que son como yo. Así que los honrare y seré la primera en estar en este lugar y en ese libro, la gloria lo vale.
Sus ojos se volvieron como los de su compañera por un momento, fríos y con algo de rencor, por un segundo quiso decir algo mas, pero la cordura la abandono, con ella sus ojos volvieron a parecer dos planetas completamente ajenos a la tierra.
Con la mirada de reto y la voz seca de Oksana, seguía pensando en lo preocupante que sería el trabajar con ella. Quiso imaginarse que eso nunca pasaría, pero el destino suele jugar bromas muy pesadas, así que su mente la transporto a una situación donde ningún líder, ni siquiera el suyo propio, estuviera a la orden del día y solo ella estuviera presente. Si tuviera corazón, se aceleraría en espera del conflicto. ¿Acaso ignoraría las ordenes de una bibliotecaria y haría lo que se le antojara? Después de toda, Nereza era un soldado, alguien hecha para combatir y matar, su instinto la domina no la parte racional como a su, no muy alegre, compañera.
Tomó el libro y fingió una mirada de asombro al hojear y no encontrarse con ningún nombre de un sobrenatural, de un vampiro, de un brujo, de un cambiaformas, ni siquiera un lobo. Aun sabiendo todo eso, su mente se mantenía en la obediencia absoluta del santo padre.
-Se que no somos deseados por los humanos, pero sin nosotros no habrían recuperado cantidades infinitas de territorio, quien sabe, tal vez ni siquiera el Vaticano pudiera haber existido sin que un vampiro haya levantado algunas piedras. La inquisición nunca podría quitar las manchas de sangre de los que son como yo. Así que los honrare y seré la primera en estar en este lugar y en ese libro, la gloria lo vale.
Sus ojos se volvieron como los de su compañera por un momento, fríos y con algo de rencor, por un segundo quiso decir algo mas, pero la cordura la abandono, con ella sus ojos volvieron a parecer dos planetas completamente ajenos a la tierra.
Nereza- Condenado/Vampiro/Clase Alta
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Re: Enemigos entre aliados {Oksana Derevya} (In Gladius Dei )
Yo sólo demostraba lealtad a mis ideales, pensamientos y todo lo que competía en mi interior eran ideas más que nada deliberadas en información que compartía con mi líder de Facción. Por otro lado, continuaba fingiendo que nada me importaba más que cumplir con los designios del santo padre, el representante de dios en la tierra. Maldito hombre, un desgraciado en toda la extensión de la palabra, pero no era a él lo que despreciaba del todo, también, despreciaba a los estúpidos sobrenaturales que usaban su fuerza contra sus iguales.
Cuando Nereza tomó el libro la mirada que le ofrecí fue justamente la misma que alcanzan a ver todos mis enemigos, llena de fuerza, firmeza y con unas enormes ganas de acabar con todo a mi paso, mi corazón se aceleró y pude notar como mis bellos del cuerpo se erizaron. Eran nombres, nombres de seres sobrenaturales que habían muerto por la ambición de un viejo avaro, que no le era suficiente con las ganancias de la Iglesia y la adoración de los hombres en sus diferentes facetas. El mundo se estaba llenando de favoritismos y fieles que rozaban el límite de la ignorancia. Para mi adoraban imágenes sin causa, pedazos de barro en buen estado en los que depositaban gran parte de su fe, estaban al borde del fanatismo, asesinaban sin pensar en que era lo que venía detrás de un rostro, de una mirada cansada.
Siempre que pensaba en las posibilidades que existían de acabar con el legado de la Iglesia e me revolvían las entrañas, el humor me cambiaba y me daba cuenta que muchas veces para poder continuar con la farsa asesinaba con la misma esperanza de no perder la vida y defendía a capa y espada las ambiciones del anticristo. Eran esos malditos los que habían asesinado al hombre que amaba y eso no se los permitiría, no saldrían triunfantes olvidándolo, escribiendo su nombre en un libro de desertores de Dios.
Mi mente aún en blanco y con cierto grado de desaprobación a la inmortal por encontrarse en la habitación, arrebaté el libro con desagrado, nada me aterrorizaba más que ver a hijos hipócritas juzgar lo que tenían a sus ojos. Lo cerré con fuerza levantando un poco de polvo entre sus hojas, el sólo hecho de pensar que podía en algún momento compartir combate con Nereza me asqueaba, no sabía cómo actuar en aquella decisión dónde su vida fácilmente estuviera en mis manos. Pero hubo algo que en su intercambio de palabras me hizo comprender ¿Era pena lo que alcanzaba a apreciar en sus ojos inyectados por la sangre?, quizá tanto Nereza como yo teníamos algo en común y eso era precisamente los que nos impulsaba a actuar bajo tal circunstancia.
-Tienes razón, el Vaticano no tendría lo que ahora tiene en sus manos, la enorme cantidad de territorio que tenemos y ganancias también, es gracias a seres sobrenaturales que han traído sus servicios a la causa de Dios. Lo que me hace pensar que estás orgullosa de ser quien eres, un chupasangre, con cierta habilidad por encima de los humanos ¿Eso no es una aberración? ¿Eso no te lleva lejos de ser normal? No eres un ser humano aunque quieras reivindicarte, por más que te flageles e intentes disminuir el castigo, te gustó ser lo que eres ahora…Lo disfrutaste en su momento…y quizá lo sigas haciendo, si fueses humano, tal vez ni estarías aquí-
Mi lengua parecía una serpiente que destilaba todo su veneno por sobre la inquisidora, no me importaba que fuera más hábil que yo o mucho más fuerte. La voluntad presente en mi así como el valor no podía esconderlo, mucho menos mi arrogancia, surgía por debajo de la piel, mis ojos se enfocaron firmes, sin titubear algo, lo que fuera que existiera en mi carácter me hacia ser una inquisidora de temer, una verdadera arma para matar.
Cuando Nereza tomó el libro la mirada que le ofrecí fue justamente la misma que alcanzan a ver todos mis enemigos, llena de fuerza, firmeza y con unas enormes ganas de acabar con todo a mi paso, mi corazón se aceleró y pude notar como mis bellos del cuerpo se erizaron. Eran nombres, nombres de seres sobrenaturales que habían muerto por la ambición de un viejo avaro, que no le era suficiente con las ganancias de la Iglesia y la adoración de los hombres en sus diferentes facetas. El mundo se estaba llenando de favoritismos y fieles que rozaban el límite de la ignorancia. Para mi adoraban imágenes sin causa, pedazos de barro en buen estado en los que depositaban gran parte de su fe, estaban al borde del fanatismo, asesinaban sin pensar en que era lo que venía detrás de un rostro, de una mirada cansada.
Siempre que pensaba en las posibilidades que existían de acabar con el legado de la Iglesia e me revolvían las entrañas, el humor me cambiaba y me daba cuenta que muchas veces para poder continuar con la farsa asesinaba con la misma esperanza de no perder la vida y defendía a capa y espada las ambiciones del anticristo. Eran esos malditos los que habían asesinado al hombre que amaba y eso no se los permitiría, no saldrían triunfantes olvidándolo, escribiendo su nombre en un libro de desertores de Dios.
Mi mente aún en blanco y con cierto grado de desaprobación a la inmortal por encontrarse en la habitación, arrebaté el libro con desagrado, nada me aterrorizaba más que ver a hijos hipócritas juzgar lo que tenían a sus ojos. Lo cerré con fuerza levantando un poco de polvo entre sus hojas, el sólo hecho de pensar que podía en algún momento compartir combate con Nereza me asqueaba, no sabía cómo actuar en aquella decisión dónde su vida fácilmente estuviera en mis manos. Pero hubo algo que en su intercambio de palabras me hizo comprender ¿Era pena lo que alcanzaba a apreciar en sus ojos inyectados por la sangre?, quizá tanto Nereza como yo teníamos algo en común y eso era precisamente los que nos impulsaba a actuar bajo tal circunstancia.
-Tienes razón, el Vaticano no tendría lo que ahora tiene en sus manos, la enorme cantidad de territorio que tenemos y ganancias también, es gracias a seres sobrenaturales que han traído sus servicios a la causa de Dios. Lo que me hace pensar que estás orgullosa de ser quien eres, un chupasangre, con cierta habilidad por encima de los humanos ¿Eso no es una aberración? ¿Eso no te lleva lejos de ser normal? No eres un ser humano aunque quieras reivindicarte, por más que te flageles e intentes disminuir el castigo, te gustó ser lo que eres ahora…Lo disfrutaste en su momento…y quizá lo sigas haciendo, si fueses humano, tal vez ni estarías aquí-
Mi lengua parecía una serpiente que destilaba todo su veneno por sobre la inquisidora, no me importaba que fuera más hábil que yo o mucho más fuerte. La voluntad presente en mi así como el valor no podía esconderlo, mucho menos mi arrogancia, surgía por debajo de la piel, mis ojos se enfocaron firmes, sin titubear algo, lo que fuera que existiera en mi carácter me hacia ser una inquisidora de temer, una verdadera arma para matar.
Oksana Derevya- Inquisidor Clase Alta
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Re: Enemigos entre aliados {Oksana Derevya} (In Gladius Dei )
Era divertido para ella, cada nuevo rostro de frialdad que le daba Oksana, era un deleite para ella, por mas que tratase de ocultarlo, le gustaba causar ese efecto en su compañera inquisidora ¡Acaso era un pecado? Seguramente. Se alejaría un poco de la idea de las puertas con San Pedro de frente, todo para pensar en sacar algo mas que un rostro de ira. Podía percibir todas esas emociones ¿Su interlocutora se daría cuenta también?
Nereza sentía toda esa frialdad y lo mas importante, no era hacia quien debería. No pudo evitar sentir algo de tristeza al darse cuenta que tal vez, alguien a quien podría admirar no viva para la inquisición, no al menos como ella quisiera.
La miro con los ojos de ira de nuevo, rápidamente el blanco se volvió rojo.
-Ya basta
Le dijo viéndola de frente sin miedo alguno. La locura la abandono, esta vez jugaría a su nivel, no dejaría que una mujer que se hace llamar la segunda mejor de toda una facción piense así de lo que ella ama.
-Tal vez puedes haber sufrido mil y un pesadillas. Si no te llena el camino que has elegido…Déjalo. Quítate de tu tan vanagloriado lugar. Si no yo misma destruiré ese cuadro que, al parecer, sólo a mi me causa orgullo.
Apretó los puños con tanta fuerza que sus uñas fueron marcadas en sus palmas. No podría atacarla, no debía hacerlo. Una compañera y alguien, que se supone, debería de respetar.
Ya no dejaba de pensar que la diversión había acabado rápido, quería que su locura regresara, que aunque posiblemente lo haría, podría seguir sin impórtale la conversación.
-Y tal vez estés entrenada para bloquear tu mente pero, querida, no puedes bloquear tu corazón. No importa cuanto entrenamiento hayas tenido, tu cerebro siempre estará separado de tu pecho. Y el orquestador de latidos, el creador del odio y el amor, jamás puede pasar desapercibido para mí.
La verdad es que aplaudía su actitud, Nereza había sido una persona de emociones y hoy, que es un monstruo, lo sigue siendo. No podría ocultar su odio, su amor o su tristeza, sólo sería ensombrecido por su locura.
-Puedo verte completamente…
La miro con la misma frialdad que ella, esta vez no desapareció y pensó “¿Qué haría el día en que tuvieran que estar en el mismo lado, luchar mano a mano o peor protegerla?”
Nereza sentía toda esa frialdad y lo mas importante, no era hacia quien debería. No pudo evitar sentir algo de tristeza al darse cuenta que tal vez, alguien a quien podría admirar no viva para la inquisición, no al menos como ella quisiera.
La miro con los ojos de ira de nuevo, rápidamente el blanco se volvió rojo.
-Ya basta
Le dijo viéndola de frente sin miedo alguno. La locura la abandono, esta vez jugaría a su nivel, no dejaría que una mujer que se hace llamar la segunda mejor de toda una facción piense así de lo que ella ama.
-Tal vez puedes haber sufrido mil y un pesadillas. Si no te llena el camino que has elegido…Déjalo. Quítate de tu tan vanagloriado lugar. Si no yo misma destruiré ese cuadro que, al parecer, sólo a mi me causa orgullo.
Apretó los puños con tanta fuerza que sus uñas fueron marcadas en sus palmas. No podría atacarla, no debía hacerlo. Una compañera y alguien, que se supone, debería de respetar.
Ya no dejaba de pensar que la diversión había acabado rápido, quería que su locura regresara, que aunque posiblemente lo haría, podría seguir sin impórtale la conversación.
-Y tal vez estés entrenada para bloquear tu mente pero, querida, no puedes bloquear tu corazón. No importa cuanto entrenamiento hayas tenido, tu cerebro siempre estará separado de tu pecho. Y el orquestador de latidos, el creador del odio y el amor, jamás puede pasar desapercibido para mí.
La verdad es que aplaudía su actitud, Nereza había sido una persona de emociones y hoy, que es un monstruo, lo sigue siendo. No podría ocultar su odio, su amor o su tristeza, sólo sería ensombrecido por su locura.
-Puedo verte completamente…
La miro con la misma frialdad que ella, esta vez no desapareció y pensó “¿Qué haría el día en que tuvieran que estar en el mismo lado, luchar mano a mano o peor protegerla?”
Nereza- Condenado/Vampiro/Clase Alta
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Re: Enemigos entre aliados {Oksana Derevya} (In Gladius Dei )
Mi posición cambió al escucharla, firme y determinada, retadora incluso, me contuve frente a Nereza, mi elocuencia muchas veces había sido parte de las cosas que aprendí con bastante fluidez en la Inquisición, no temía lo que podía pasar, por ocasiones se me iba a la lengua al tratar de relacionarme con los inquisidores pero no me importaba el resultado de aquella conversación.
Escuchándola con bastante curiosidad y atención mis ojos se deslizaron hasta la pared de dónde pendían lujosamente los cuadros, en los cuales destacaban las pinturas de Thorna, mi líder de facción y yo su mano derecha. Dicen que obsequiar el beneficio de la duda a quienes conocemos es lo mejor que podemos hacer, para darnos cuenta de que es lo que piensan, eso era lo que forjaba con mi líder, ella resultaba para una mujer enigmática y con pocas palabras, pero también, me había enseñado a organizar mis prioridades dentro de la Inquisición y todos los meritos o logros obtenidos se los debía a sus consejos certeros.
-Puedes destruirlos si quieres, todos y cada uno de los cuadros que ves aquí, o el mío si te causa mayor satisfacción poder borra mi imagen de ésta habitación.- agregué despectiva, la despreocupación que denotaba mi rostro era muy usual en mi, casi nada a lo que me enfrentaba me causaba miedo o terror, tenía experiencia con el trato de sobrenaturales, después de todo lo que había realizado para la causa de Dios. Me enfrentaba a bestias encolerizadas por la ira, desde vampiros hasta cambiaformas y todos ellos luchando por poder sobrevivir a la Iglesia.
-Esto no es nada Nereza, podrías destrozar la inquisición completa y no borrarías ni una sola acción de lo que he hecho para la institución, para Dios mismo. Si bien es cierto que todos tenemos motivos que nos han traído hasta aquí, tanto tú como yo somos diferentes y quizá sepas contemplar mi corazón, pero no las palabras reales que salen en cada latido-
Volví mi rostro para poderle contemplar de nueva cuenta, sus ojos estaban inyectados por la sangre, evidentemente mis palabras hacían su trabajo -¿Te molesta verme?, quizá cuando me toque liderar una verdadera misión en dónde en un futuro tenga que ponerme a cargo de la Inquisición, sin absolutamente algún líder, deberás proteger todo esto junto conmigo. Quizá no tengas otra opción más que guardarte el orgullo y tragártelo de una vez por todas- me aventuré a decir aquello por futuros hechos que podrían pasar, estábamos conscientes del peligro que nos acechaba como una manada de lobos hambrientos, deseaban asesinarnos con o sin razones. Nosotros éramos un estorbo para muchos y el odio se había propagado por incontables países de Europa. La iglesia así como sus sirvientes se encargaban de acabar con los que a su criterio eran condenados y anormales, no existía nada más allá de la fuerza natural de Dios, un Dios que exigía la sangre de sobrenaturales que incluso jamás en su vida habían atentado contra la vida de seres humanos comunes.
Escuchándola con bastante curiosidad y atención mis ojos se deslizaron hasta la pared de dónde pendían lujosamente los cuadros, en los cuales destacaban las pinturas de Thorna, mi líder de facción y yo su mano derecha. Dicen que obsequiar el beneficio de la duda a quienes conocemos es lo mejor que podemos hacer, para darnos cuenta de que es lo que piensan, eso era lo que forjaba con mi líder, ella resultaba para una mujer enigmática y con pocas palabras, pero también, me había enseñado a organizar mis prioridades dentro de la Inquisición y todos los meritos o logros obtenidos se los debía a sus consejos certeros.
-Puedes destruirlos si quieres, todos y cada uno de los cuadros que ves aquí, o el mío si te causa mayor satisfacción poder borra mi imagen de ésta habitación.- agregué despectiva, la despreocupación que denotaba mi rostro era muy usual en mi, casi nada a lo que me enfrentaba me causaba miedo o terror, tenía experiencia con el trato de sobrenaturales, después de todo lo que había realizado para la causa de Dios. Me enfrentaba a bestias encolerizadas por la ira, desde vampiros hasta cambiaformas y todos ellos luchando por poder sobrevivir a la Iglesia.
-Esto no es nada Nereza, podrías destrozar la inquisición completa y no borrarías ni una sola acción de lo que he hecho para la institución, para Dios mismo. Si bien es cierto que todos tenemos motivos que nos han traído hasta aquí, tanto tú como yo somos diferentes y quizá sepas contemplar mi corazón, pero no las palabras reales que salen en cada latido-
Volví mi rostro para poderle contemplar de nueva cuenta, sus ojos estaban inyectados por la sangre, evidentemente mis palabras hacían su trabajo -¿Te molesta verme?, quizá cuando me toque liderar una verdadera misión en dónde en un futuro tenga que ponerme a cargo de la Inquisición, sin absolutamente algún líder, deberás proteger todo esto junto conmigo. Quizá no tengas otra opción más que guardarte el orgullo y tragártelo de una vez por todas- me aventuré a decir aquello por futuros hechos que podrían pasar, estábamos conscientes del peligro que nos acechaba como una manada de lobos hambrientos, deseaban asesinarnos con o sin razones. Nosotros éramos un estorbo para muchos y el odio se había propagado por incontables países de Europa. La iglesia así como sus sirvientes se encargaban de acabar con los que a su criterio eran condenados y anormales, no existía nada más allá de la fuerza natural de Dios, un Dios que exigía la sangre de sobrenaturales que incluso jamás en su vida habían atentado contra la vida de seres humanos comunes.
Oksana Derevya- Inquisidor Clase Alta
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Re: Enemigos entre aliados {Oksana Derevya} (In Gladius Dei )
Dio una media sonrisa a su interlocutora, sus ojos no abandonaron el rojo escarlata esta vez, brillaban ante la tenue luz de la sala, que había cambiado mientras hablaban, pues el día seguía avanzando allá afuera.
Si, un día tendría que proteger a Oksana, pues su misión radicaba en brindar su espada a los que, consideraba, sus hermanos. No dejo de sonreír al mirarle, no porque le gustara escuchar a una humana hablándole con aires de superioridad, si no por la lectura que había entre esas líneas frías.
-Seguramente aun debes de recordar, hundido en tu memoria como una estaca en el corazón, cuando perdiste alguien especial ¿Vedad? Tal vez fue una hermosa mañana de primavera o un calurosa tarde verano, incluso una fría noche de invierno frente a algún lago congelado en Rusia. No es que haya estado ahí, pero tus líneas de rencor y frialdad parecen algo personal a mi estirpe, pero no a la de un vampiro, si no a la de una inquisidora.
Su sonrisa, amplia en ese momento, contrastaba con sus ojos, que no dejaban de brillar en un rojo causante de la envidia de cualquier tela fina.
Caminó hacia los cuadros para verlos de cerca, los rostro de ambas mujeres, tanto Oksana como Thorna, parecían firmes y llenos de rencores, pensó en todas las historias que ocultaran esos ojos duros, que de seguro fueron las causas del camino que eligieron. No las miraba con miedo, ya no les tenía envidia, simplemente quería saber la historia de sus miradas.
Giro su cabeza hacia Oksana.
-Sería una pena deshacerme de los cuadros, creo que para ti no representan el orgullo, si no…
Se detuvo para pensar un momento. Si ese corazón de mujer que se encontraba frente ella estaba tan cubierto, tan dañado, tan lleno de rencor y odio…¿Por qué ella tendría que exponerla? La transformaría en un monstruo, podría hacer que llevaran a Oksana a la hoguera y con eso todo rastro de hilo negro dentro del Vaticano se revelaría, sería considerada una heroína y el mismo Papa le daría su bendición. Pero no quería la hipocresía, no así. No sería diferente a lo que ella misma detesta, a lo que renuncio la Noche que Antonio Velázquez le regreso su Violín, cuando le dijeron que su esposo, el que creyó asesinar, seguía vivo.
Si seguía por esta senda, descubriría, seguramente, que Oksana no quiere al santo Papa, que de seguro por la culpa del anciano de blanco la mujer perdió algo valioso, sus padres, el amor, sus hermanos o, peor aun, su futuro.
-…tu propia historia.
Concluyo su frase. El día de mañana, ahora estaba segura, tendría que proteger a Oksana. La detestaba, de eso no dudaría, pero por los días venideros, la debería de considerar su hermana.
-Eres un monstruo peor de lo que yo siempre sería y estas mas orgullosa de serlo de lo que yo fui las noches que asesinaba a hombres ricos. Estas llena de odio y rencor hacia algo que se supone que representas, si alguien más llegara a verte, te mataría….espero que no me arrebaten ese placer. Porque no es el orgullo lo que me hace levantarme todas las noches, es la tristeza y créeme que será la tristeza la que me mueva a cortarte la cabeza la noche que sea necesaria. Hasta que esa luna aparezca, aquí estaré, hermana, para protegerte.
Presintió que la noche en que tendría que colocarse entre ella y la oscuridad, se acercaba.
Si, un día tendría que proteger a Oksana, pues su misión radicaba en brindar su espada a los que, consideraba, sus hermanos. No dejo de sonreír al mirarle, no porque le gustara escuchar a una humana hablándole con aires de superioridad, si no por la lectura que había entre esas líneas frías.
-Seguramente aun debes de recordar, hundido en tu memoria como una estaca en el corazón, cuando perdiste alguien especial ¿Vedad? Tal vez fue una hermosa mañana de primavera o un calurosa tarde verano, incluso una fría noche de invierno frente a algún lago congelado en Rusia. No es que haya estado ahí, pero tus líneas de rencor y frialdad parecen algo personal a mi estirpe, pero no a la de un vampiro, si no a la de una inquisidora.
Su sonrisa, amplia en ese momento, contrastaba con sus ojos, que no dejaban de brillar en un rojo causante de la envidia de cualquier tela fina.
Caminó hacia los cuadros para verlos de cerca, los rostro de ambas mujeres, tanto Oksana como Thorna, parecían firmes y llenos de rencores, pensó en todas las historias que ocultaran esos ojos duros, que de seguro fueron las causas del camino que eligieron. No las miraba con miedo, ya no les tenía envidia, simplemente quería saber la historia de sus miradas.
Giro su cabeza hacia Oksana.
-Sería una pena deshacerme de los cuadros, creo que para ti no representan el orgullo, si no…
Se detuvo para pensar un momento. Si ese corazón de mujer que se encontraba frente ella estaba tan cubierto, tan dañado, tan lleno de rencor y odio…¿Por qué ella tendría que exponerla? La transformaría en un monstruo, podría hacer que llevaran a Oksana a la hoguera y con eso todo rastro de hilo negro dentro del Vaticano se revelaría, sería considerada una heroína y el mismo Papa le daría su bendición. Pero no quería la hipocresía, no así. No sería diferente a lo que ella misma detesta, a lo que renuncio la Noche que Antonio Velázquez le regreso su Violín, cuando le dijeron que su esposo, el que creyó asesinar, seguía vivo.
Si seguía por esta senda, descubriría, seguramente, que Oksana no quiere al santo Papa, que de seguro por la culpa del anciano de blanco la mujer perdió algo valioso, sus padres, el amor, sus hermanos o, peor aun, su futuro.
-…tu propia historia.
Concluyo su frase. El día de mañana, ahora estaba segura, tendría que proteger a Oksana. La detestaba, de eso no dudaría, pero por los días venideros, la debería de considerar su hermana.
-Eres un monstruo peor de lo que yo siempre sería y estas mas orgullosa de serlo de lo que yo fui las noches que asesinaba a hombres ricos. Estas llena de odio y rencor hacia algo que se supone que representas, si alguien más llegara a verte, te mataría….espero que no me arrebaten ese placer. Porque no es el orgullo lo que me hace levantarme todas las noches, es la tristeza y créeme que será la tristeza la que me mueva a cortarte la cabeza la noche que sea necesaria. Hasta que esa luna aparezca, aquí estaré, hermana, para protegerte.
Presintió que la noche en que tendría que colocarse entre ella y la oscuridad, se acercaba.
Nereza- Condenado/Vampiro/Clase Alta
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Re: Enemigos entre aliados {Oksana Derevya} (In Gladius Dei )
La rabia de pronto me llegó, bien tenía razón en usar las palabras que usaba, cualquiera que me conociera podría decir que tenía atravesada un cuchillo en la garganta. La saliva pasó con dificultad, las manos las empuñé y la mirada se volvió desafiante.
Debía evitar otra confrontación con la inmortal, sino, quien sabe que nos llevaría a desembocar en la situación la cual se tornaba evidentemente más densa. Mis labios resecos los remojé con un poco de la saliva que a duras penas generaban mis papilas gustativas y entonces, sólo entonces de meditar mi respuesta abrí la boca – No sabes de que hablas, te estás metiendo en un terreno dónde te será imposible salir de seguir así, nada de lo que suceda o haya sucedido en toda mi existencia, por bueno o malo que sea te incumbe, te sugiero que te mantengas al margen y cumplas las expectativas que tienen de ti tanto el Papa como los demás inquisidores…- me limité a mirarla luego de concluir con mi discurso, usualmente me mostraba más pedante de lo que regularmente era, con ella nada me nacía más que poderle espetar todo lo que decía.
Para todo, sin excepción tenía una respuesta predilecta, casi la mayor parte del tiempo buscaba hacer quedar mal bajo palabra a mis enemigos. La sangre me hervía, quería poner la primera estaca que tuviera en mis manos sobre su pecho y hacer que explotara en mil pedazos, que se desvaneciera en el aire, que el sol tomara justicia y la calcinara bajo una mañana de verano o una tarde quizá. De no ser por las cadenas y el lugar en dónde nos encontrábamos seguramente optaría por dirigirla yo misma hasta ese destino. El pensarlo me llenaba de gracia, furor, llenaba mis venas de adrenalina y justo era lo que debía impedir en el molesto instante, nuestra confrontación no podía continuar, al menos que deseáramos morir ese día.
Curveando mis labios me perfile nuevamente a ella y alcance a echa un último vistazo a los cuadros que estaban frente a nosotras, solté un profundo suspiro el cual llevaba todas las frustraciones de no poder acabar con su vida y mis ojos los entorne a los de Nereza – Vete, nada tienes que hacer aquí, no es un lugar para condenados…- conferí dando un paso al costado para depositar nuevamente el libro de registros sobre una mesita bastante vieja y acabado, el polvo se levantó con el movimiento y soplé para dispersarlo. Volví a retomar mi posición extendiendo mi brazo diestro en dirección a la salida ofreciéndole el paso a la vampiresa - ¿Me haces el favor? que debemos de continuar con el trabajo que tenemos aquí.– tratando de sonar lo más hipócritamente cortes de lo que había sido en mi vida ofrecí una falsa tregua entre nosotros, aunque las miradas hablaran por sí mismas, quería aplastarla pero hasta cierto punto respetaba a quien tenía frente a mí.
Debía evitar otra confrontación con la inmortal, sino, quien sabe que nos llevaría a desembocar en la situación la cual se tornaba evidentemente más densa. Mis labios resecos los remojé con un poco de la saliva que a duras penas generaban mis papilas gustativas y entonces, sólo entonces de meditar mi respuesta abrí la boca – No sabes de que hablas, te estás metiendo en un terreno dónde te será imposible salir de seguir así, nada de lo que suceda o haya sucedido en toda mi existencia, por bueno o malo que sea te incumbe, te sugiero que te mantengas al margen y cumplas las expectativas que tienen de ti tanto el Papa como los demás inquisidores…- me limité a mirarla luego de concluir con mi discurso, usualmente me mostraba más pedante de lo que regularmente era, con ella nada me nacía más que poderle espetar todo lo que decía.
Para todo, sin excepción tenía una respuesta predilecta, casi la mayor parte del tiempo buscaba hacer quedar mal bajo palabra a mis enemigos. La sangre me hervía, quería poner la primera estaca que tuviera en mis manos sobre su pecho y hacer que explotara en mil pedazos, que se desvaneciera en el aire, que el sol tomara justicia y la calcinara bajo una mañana de verano o una tarde quizá. De no ser por las cadenas y el lugar en dónde nos encontrábamos seguramente optaría por dirigirla yo misma hasta ese destino. El pensarlo me llenaba de gracia, furor, llenaba mis venas de adrenalina y justo era lo que debía impedir en el molesto instante, nuestra confrontación no podía continuar, al menos que deseáramos morir ese día.
Curveando mis labios me perfile nuevamente a ella y alcance a echa un último vistazo a los cuadros que estaban frente a nosotras, solté un profundo suspiro el cual llevaba todas las frustraciones de no poder acabar con su vida y mis ojos los entorne a los de Nereza – Vete, nada tienes que hacer aquí, no es un lugar para condenados…- conferí dando un paso al costado para depositar nuevamente el libro de registros sobre una mesita bastante vieja y acabado, el polvo se levantó con el movimiento y soplé para dispersarlo. Volví a retomar mi posición extendiendo mi brazo diestro en dirección a la salida ofreciéndole el paso a la vampiresa - ¿Me haces el favor? que debemos de continuar con el trabajo que tenemos aquí.– tratando de sonar lo más hipócritamente cortes de lo que había sido en mi vida ofrecí una falsa tregua entre nosotros, aunque las miradas hablaran por sí mismas, quería aplastarla pero hasta cierto punto respetaba a quien tenía frente a mí.
Oksana Derevya- Inquisidor Clase Alta
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Fecha de inscripción : 19/03/2012
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Re: Enemigos entre aliados {Oksana Derevya} (In Gladius Dei )
Como si pasara la tormenta, expulso aire, que nunca ha necesitado, a través de sus pulmones y labios muertos hace años. Cerró sus ojos suavemente y los mantuvo así durante unos instantes. Mientras lo hacía, el tiempo se detuvo para ella y un tren de pensamientos llego, sus ideas transformadas en hechos, recibiendo las espadas por Oksana, protegiéndola de todo mal, como su ángel guardián, se vio a si misma, recibiendo flechas que atravesarían su piel, gritando a Oksana que corriese y huyera que ella no dejaría que la lastimaran, aunque decía con sus ojos que la única razón sería por que Nereza misma sería la que lo haría, la que le pondría fin a su vida.
-Un conflicto se acerca, hermana, y si tengo que estar contigo, te prometo que ninguna espada, flecha, hacha, cuchillo o navaja, tocara tu piel cálida, aunque luches por aparentar que es como la mía, fría.
Abrió sus ojos suavemente, para recuperar su color vivo de nuevo, ausente de toda ira, el rojo había desaparecido y ahora la miraba con completa ternura. Más por su expresión fría, su coraje contenido. Pensó en ella como una mujer fina y pura, que sabe ocultar sus sentimientos y pensamientos a los humanos, pero no a los que son como ella. Busco la idea de ofrecerle ayuda, pero sería el acto más hipócrita del universo del señor.
Caminó hacia ella con total calma, viendo hacia el libro de registros, antiguo y lleno de una historia que ella misma ya sabía, desde otras fuentes, de rumores y de asesinatos. Ya sabía que había como ella en el Vaticano, y ahora se había puesto la meta de llegar a tener un puesto como el de Oksana. Mientras caminaba, volteo hacia el retrato de Silver y se dibujo una media sonrisa al imaginarse en su lugar. Si el no podía cumplir con la misión de su jefa de facción, Nereza aparecería con ella, dándole fuerza y mirando a Oksana como verdaderas iguales.
-Aun cuando sabemos nuestros destinos, hermana, mantendré mi promesa hasta que la estaca que tanto desear que atraviese mi corazón, la tengas en la mano.
La miro inclinando la cabeza y por un momento quiso saber, de verdad, la historia de dolor que había en su pecho, oculta en los latidos de su alma, que aunque estaba viva, parecía muerta a través de ese escudo tan fuerte que se a puesto hace tantos años.
-Espero que tu dolor, no sea por alguien como yo, un brujo me lastimo también y por su culpa soy lo que ves hoy, eso es lo que hace que siga aquí. Adiós, Hermana
Dijo dirigiéndose a las escaleras de forma seria elegante, sosteniendo sus armas para no hacer mas ruido del necesario por sus pasos.
-Y rezare por ti esta noche
-Un conflicto se acerca, hermana, y si tengo que estar contigo, te prometo que ninguna espada, flecha, hacha, cuchillo o navaja, tocara tu piel cálida, aunque luches por aparentar que es como la mía, fría.
Abrió sus ojos suavemente, para recuperar su color vivo de nuevo, ausente de toda ira, el rojo había desaparecido y ahora la miraba con completa ternura. Más por su expresión fría, su coraje contenido. Pensó en ella como una mujer fina y pura, que sabe ocultar sus sentimientos y pensamientos a los humanos, pero no a los que son como ella. Busco la idea de ofrecerle ayuda, pero sería el acto más hipócrita del universo del señor.
Caminó hacia ella con total calma, viendo hacia el libro de registros, antiguo y lleno de una historia que ella misma ya sabía, desde otras fuentes, de rumores y de asesinatos. Ya sabía que había como ella en el Vaticano, y ahora se había puesto la meta de llegar a tener un puesto como el de Oksana. Mientras caminaba, volteo hacia el retrato de Silver y se dibujo una media sonrisa al imaginarse en su lugar. Si el no podía cumplir con la misión de su jefa de facción, Nereza aparecería con ella, dándole fuerza y mirando a Oksana como verdaderas iguales.
-Aun cuando sabemos nuestros destinos, hermana, mantendré mi promesa hasta que la estaca que tanto desear que atraviese mi corazón, la tengas en la mano.
La miro inclinando la cabeza y por un momento quiso saber, de verdad, la historia de dolor que había en su pecho, oculta en los latidos de su alma, que aunque estaba viva, parecía muerta a través de ese escudo tan fuerte que se a puesto hace tantos años.
-Espero que tu dolor, no sea por alguien como yo, un brujo me lastimo también y por su culpa soy lo que ves hoy, eso es lo que hace que siga aquí. Adiós, Hermana
Dijo dirigiéndose a las escaleras de forma seria elegante, sosteniendo sus armas para no hacer mas ruido del necesario por sus pasos.
-Y rezare por ti esta noche
Nereza- Condenado/Vampiro/Clase Alta
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Re: Enemigos entre aliados {Oksana Derevya} (In Gladius Dei )
Los ojos los llevé hasta la puerta principal de la habitación en dónde nos encontrábamos Nereza y yo, mis labios los remojé puesto que ellos se habían secado con la charla a profundidad que hace unos instantes lleváramos a cabo. En mi cabeza las preguntas bombardearon mi conciencia, la conciencia que hace no mucho tiempo volvía a mí como suspiros de inocencia y retoques al corazón. Ella no tenía la culpa de mi pasado, tampoco de mi presente, mucho menos de los motivos que me llevaron hasta la Inquisición, la parte despectiva de mis ojos desapareció, sus ojos se volvieron tranquilizadores para el espíritu violento que a veces me impulsaba, la adrenalina dejó de fluir, sólo entonces, mi cuerpo pasó a un estado de reposo limitándose a postrarse de pie ante la inmortal.
Incontables eran las veces que había atravesado el corazón de un vampiro, sin la premura de un pensamiento o la llegada de las dudas, era o no era así de simple. Maldita sea, por un instante contemplé la posibilidad de perdonarla, pero su fidelidad hacia el Papa me repugnaba, asesinos que servían sin fin a Dios ¿Pero quién era Dios realmente?, el maldito que se vestía con oro y seda o un hombre que no conocíamos. Los deseos hipócritas de Alejandro mascullaban el orgullo y volvía en contra a las naciones, muchas de ellas separadas por la ambición, por el poder ¿Pero quiénes éramos nosotros para interrumpir el curso de la vida? ¿Quién era él para ordenar acabar con aquellos que nacían bajo ciertas condenas, magia, no vida por el desprecio de otros seres sobrenaturales guiados por el instinto, la pasión e incluso la avaricia, el temor a la soledad o el desprecio por su raza. Entonces volví a la misma idea de un principio, todos y cada uno éramos una especie de títeres movidos por hilos que no tenían escrúpulos.
Lancé una suspiro al aire, añoré paciencia para llevar a cabo las tareas que me concederían en días próximos, muchas de ellas dónde posiblemente me vería obligada a continuar asesinando para guardar las apariencias –situación que empezaba a ponerme endemoniadamente de mal humor todos los días- sacudí la cabeza y devolví la mirada contemplando su rostro pálido. ¿La comprendía? ¿Era Nereza la que por primera vez me mostraba cierta misericordia y un poco de humildad?, aunque dejándose llevar por la orden de un bien común; La inquisición, el Papa y Dios. Pero lo hacía, cumplía las expectativas, mantenía a flote su fe pasara lo que pasara y dejando atrás las diferencias me hacían saber sus acciones futuras. No fallaría y debía corresponderle de la misma manera para continuar con aquel bajo perfil “Una más a quien debo de cuidar la espalda, otra más a la que ansío atravesarle el corazón, Pero no debo...¡tonta, tonta, estúpidaOksana!”. Nos parecíamos tanto, nos debíamos el respeto que a simple vista teníamos la una de la otra, optando por seguir mi consejo, ella se dirigió hasta la puerta echando una última mirada a los cuadros sostenidos en la pared y entonces, interrumpí su avance.
-Tampoco te defraudaré mi querida hermana- concedí una sonrisa un tanto cínica para la ocasión, mis labios los moje con un poco de saliva para volver a articular palabras muy bien escogidas -Tengo la vaga impresión de que pronto podré demostrártelo, de que el destino podrá ponernos a prueba y aunque las circunstancias o roces entre nosotros no ayuden mucho, no existirá fuerza o mal que me haga claudicar…- el semblante se tornó serio y determinado, tenía obligaciones muy bien definidas, una situación en ausencia de líderes o manos derechas en algún módico caso me pondría por delante como encargada de defender las estructuras de la santa sede y aunque sabia estaba en todo el derecho de hacerme a un costado, los sobrenaturales no perdonarían la vida de ningún inmortal o mortal que estuviese dentro de aquel edificio, eran los gajes del oficio de trabajar para el diablo encubierto de ángel.
Terminé desviando la mirada, pero antes de ello realicé un ademán permitiéndole que ésta saliera finalmente de la habitación. Di media vuelta alejándome también, para empezar a encaminarme hacia un pequeño escritorio lleno de libros en dónde una nota muy importante anunciaba los próximos planes que estaban por desarrollarse en mentes ajenas a la inquisición, ninguno servía a Dios y su objetivo éramos nosotros -Si que el destino se empeña en ponerme a prueba…- dije en voz baja suspirando una vez más levantando la mirada notando a lo lejos de un enorme ventanal el cielo enrojecido por la próxima tormenta y los relámpagos anunciando su inminente llegada.
Incontables eran las veces que había atravesado el corazón de un vampiro, sin la premura de un pensamiento o la llegada de las dudas, era o no era así de simple. Maldita sea, por un instante contemplé la posibilidad de perdonarla, pero su fidelidad hacia el Papa me repugnaba, asesinos que servían sin fin a Dios ¿Pero quién era Dios realmente?, el maldito que se vestía con oro y seda o un hombre que no conocíamos. Los deseos hipócritas de Alejandro mascullaban el orgullo y volvía en contra a las naciones, muchas de ellas separadas por la ambición, por el poder ¿Pero quiénes éramos nosotros para interrumpir el curso de la vida? ¿Quién era él para ordenar acabar con aquellos que nacían bajo ciertas condenas, magia, no vida por el desprecio de otros seres sobrenaturales guiados por el instinto, la pasión e incluso la avaricia, el temor a la soledad o el desprecio por su raza. Entonces volví a la misma idea de un principio, todos y cada uno éramos una especie de títeres movidos por hilos que no tenían escrúpulos.
Lancé una suspiro al aire, añoré paciencia para llevar a cabo las tareas que me concederían en días próximos, muchas de ellas dónde posiblemente me vería obligada a continuar asesinando para guardar las apariencias –situación que empezaba a ponerme endemoniadamente de mal humor todos los días- sacudí la cabeza y devolví la mirada contemplando su rostro pálido. ¿La comprendía? ¿Era Nereza la que por primera vez me mostraba cierta misericordia y un poco de humildad?, aunque dejándose llevar por la orden de un bien común; La inquisición, el Papa y Dios. Pero lo hacía, cumplía las expectativas, mantenía a flote su fe pasara lo que pasara y dejando atrás las diferencias me hacían saber sus acciones futuras. No fallaría y debía corresponderle de la misma manera para continuar con aquel bajo perfil “Una más a quien debo de cuidar la espalda, otra más a la que ansío atravesarle el corazón, Pero no debo...¡tonta, tonta, estúpidaOksana!”. Nos parecíamos tanto, nos debíamos el respeto que a simple vista teníamos la una de la otra, optando por seguir mi consejo, ella se dirigió hasta la puerta echando una última mirada a los cuadros sostenidos en la pared y entonces, interrumpí su avance.
-Tampoco te defraudaré mi querida hermana- concedí una sonrisa un tanto cínica para la ocasión, mis labios los moje con un poco de saliva para volver a articular palabras muy bien escogidas -Tengo la vaga impresión de que pronto podré demostrártelo, de que el destino podrá ponernos a prueba y aunque las circunstancias o roces entre nosotros no ayuden mucho, no existirá fuerza o mal que me haga claudicar…- el semblante se tornó serio y determinado, tenía obligaciones muy bien definidas, una situación en ausencia de líderes o manos derechas en algún módico caso me pondría por delante como encargada de defender las estructuras de la santa sede y aunque sabia estaba en todo el derecho de hacerme a un costado, los sobrenaturales no perdonarían la vida de ningún inmortal o mortal que estuviese dentro de aquel edificio, eran los gajes del oficio de trabajar para el diablo encubierto de ángel.
Terminé desviando la mirada, pero antes de ello realicé un ademán permitiéndole que ésta saliera finalmente de la habitación. Di media vuelta alejándome también, para empezar a encaminarme hacia un pequeño escritorio lleno de libros en dónde una nota muy importante anunciaba los próximos planes que estaban por desarrollarse en mentes ajenas a la inquisición, ninguno servía a Dios y su objetivo éramos nosotros -Si que el destino se empeña en ponerme a prueba…- dije en voz baja suspirando una vez más levantando la mirada notando a lo lejos de un enorme ventanal el cielo enrojecido por la próxima tormenta y los relámpagos anunciando su inminente llegada.
Oksana Derevya- Inquisidor Clase Alta
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