Dos sin comienzo [Faylinn]

por **Andy Di Médici** Vie Abr 06, 2012 1:32 am

''Abre tus ojos, mira dentro. ¿Estás satisfecho
con la vida que estás viviendo?."

A media tarde, el sol tras nubes tan solo dejaba que minúsculas pero perceptibles hilachas de luz impactaran contra el pasto y reflejara tenuemente con el agua del lago, un panorama bastante agradable para el Lycan, nunca había pasado tanto tiempo en París, por ende no había podido disfrutar de las diferentes estaciones o cambios climáticos de la ciudad de luces, menos aún tiempo para interactuar con los diferentes personajes que en esta ciudad se encontraban, una ciudad que no solo encerraba amor, elegancia, sino también misterio, claro para él, que ya era un hombre de mundo por sus tantos viajes y años ya mucho que esconderle había, en Florencia era bastante conocido en el bajo mundo de los Lycans, bajo no por ser negativo, bajo por lo oculto, esperaba en París encontrara más como ellos y de seguro otros seres bastante diferentes.

Un par de días antes el hombre había ayudado a una mujer bastante extravagante, fue algo muy pequeño, tan solo le presto un abrigo, a fin de cuentas se podía notar en su misma aura el dejo de indiferencia y hermetismo que mantenía la blanca mujer, un hermetismo que en algún punto generaba misterio, maldita la hora en que lo prohibido y lo oculto atraían al hombre, siempre esa curiosidad de ver, lo que no se puede entender a simple vista. Más maldita aún la manía de este italiano de siempre buscar lo difícil, desconocido e inhóspito. Eso o simplemente le había gustado, quizá ambos casos igual de complicados.

En medio de sus pensamientos esa burbuja mental se rompió ya que sus sentidos captaron al causante de esto, no creía en las coincidencias, pensaba que cada hecho en la linea del tiempo ocurría por una razón en especifico, y la persona que divagaba por sus pensamientos en ese justo momento se paseaba frente a él justo en ese mismo instante, la rutina de los sentidos es el placer, por eso se lo regalaba así mismo. El suave viento frio estremecía su piel, el sol cegaba levemente su vista, y la tranquila melodía natural acurrucaba a sus oídos, de alguno seguro se olvidaba.

¿No?

Su curiosidad ganó, era una oportunidad excelente para dejar que esa atracción le empujara a hablar y entablar un vinculo más extenso que el anterior con la muchacha pálida. Este se levantó, sintiendo en menos medida el agua tranquila de la orilla que refrescaba las plantas de sus pies tan solo para acercarse un poco a la joven , evidentemente le llevaba muchos más años por encima a quien le estaba por hablar. Se quedó a solo unos centímetros de ella, su caballo y su calzado estaban algo lejos ya - Bonita tarde, ¿no le parece? - menciono amable y tranquilo como la vez que le dio el abrigo