AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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El comienzo [Privado]
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El comienzo [Privado]
¿Quién dijo que era el fin?
Desde que abandoné la residencia Appleby, mi vida había dado un giro considerable. Los lujos y mi apellido Appleby, se quedó encerrado con la antigua Abbey, la que acataba órdenes y obligaciones. No era de esta época, siempre lo sentí así. Alguien que pensase con mi misma libertad era inusual y un escándalo...aún no encontré a nadie que pensase de la misma manera. La vida, se me iba apagando entre esas cuatro paredes y el ilusionarme...me llevó a creer y esperar algo de alguien que no salió bien. Era imposible porque él siempre utilizó esa palabra...en vez de luchar.
Para mí el amor, carecía de sentido. El hecho de oír hacia mi persona “serías la última mujer sobre la faz de la tierra”, aquello...fue el detonante para que cogiese las riendas de mi vida, ser yo misma y labrar mi propio futuro, seguir mi camino. Ya no había vuelta atrás, el hecho de haber tenido las mejores experiencias de mi vida con Astrid y Lazarus, me llevaron a decidir convertirme en algo que aún no era. Los seres sobrenaturales eran la única razón por la que mi compañero de juegos no se encontrase a mi lado ni antes de ser cómo fui ni ahora... mi carácter se volvió más sombrío y frío, distante.. más nunca perdí esa candidez que aún sentía en mi inútil corazón.
No me faltaba valor y coraje, los necesitaría para mi misión. Quería convertirme en alguien tan fuerte y valiente como esa joven que sin pestañear se deshizo del vampiro y tan sabio como Lazarus a la hora de mirar a los ojos a la misma muerte. Nunca me pude sentir más arropada y protegida que aquel hombre en la que en mi soledad, encontré aquel día cuando caminaba por el silencioso cementerio.
La orden se fue haciendo más conocida cuando fue dirigida por aquel hombre que de mis tierras natales llegó a Paris, liderándola. Sabía que no iba a ser un camino de rosas, sería duro y estaba dispuesta no solo a intentarlo si no a conseguirlo. Cuando algo me proponía siempre lo conseguía y esta vez, así sería. Estaba segura que necesitaba ese soplo de aire fresco, metas y objetivos...convertirme en una persona fuerte no solo físicamente si no también mentalmente.
Acudí a la dirección indicada tras un par de noches visitar ciertos locales frecuentados por cazadores. Mi atuendo no era el de lujosos vestidos, ahora vestía siempre de colores oscuros , sentir que pasaba desapercibida era una sensación muy distinta a ser el centro de atención pues en mi caso... siempre quise que eso sucediera, ser invisible para el mundo y me dejasen vivir en paz, hacer lo que realmente me llenase y no acudir a bailes absurdos para buscar maridos.
Me ocultaba tras una capucha oscura, mi cabello dorado me delataba demasiado, conseguí dar con la puerta que me abriría un mundo de posibilidades muy distintos a todos los que conocía. Llamé un par de veces y me dieron paso.
-Buenas tardes , me gustaría reunirme con el señor Blackmore. -no titubee, mi mirada segura de mí misma, esperaba me echasen a patadas pero si eso ocurría, volvería a llamar...una y otra vez, porque sabía que en ese instante ese era mi sitio.
Desde que abandoné la residencia Appleby, mi vida había dado un giro considerable. Los lujos y mi apellido Appleby, se quedó encerrado con la antigua Abbey, la que acataba órdenes y obligaciones. No era de esta época, siempre lo sentí así. Alguien que pensase con mi misma libertad era inusual y un escándalo...aún no encontré a nadie que pensase de la misma manera. La vida, se me iba apagando entre esas cuatro paredes y el ilusionarme...me llevó a creer y esperar algo de alguien que no salió bien. Era imposible porque él siempre utilizó esa palabra...en vez de luchar.
Para mí el amor, carecía de sentido. El hecho de oír hacia mi persona “serías la última mujer sobre la faz de la tierra”, aquello...fue el detonante para que cogiese las riendas de mi vida, ser yo misma y labrar mi propio futuro, seguir mi camino. Ya no había vuelta atrás, el hecho de haber tenido las mejores experiencias de mi vida con Astrid y Lazarus, me llevaron a decidir convertirme en algo que aún no era. Los seres sobrenaturales eran la única razón por la que mi compañero de juegos no se encontrase a mi lado ni antes de ser cómo fui ni ahora... mi carácter se volvió más sombrío y frío, distante.. más nunca perdí esa candidez que aún sentía en mi inútil corazón.
No me faltaba valor y coraje, los necesitaría para mi misión. Quería convertirme en alguien tan fuerte y valiente como esa joven que sin pestañear se deshizo del vampiro y tan sabio como Lazarus a la hora de mirar a los ojos a la misma muerte. Nunca me pude sentir más arropada y protegida que aquel hombre en la que en mi soledad, encontré aquel día cuando caminaba por el silencioso cementerio.
La orden se fue haciendo más conocida cuando fue dirigida por aquel hombre que de mis tierras natales llegó a Paris, liderándola. Sabía que no iba a ser un camino de rosas, sería duro y estaba dispuesta no solo a intentarlo si no a conseguirlo. Cuando algo me proponía siempre lo conseguía y esta vez, así sería. Estaba segura que necesitaba ese soplo de aire fresco, metas y objetivos...convertirme en una persona fuerte no solo físicamente si no también mentalmente.
Acudí a la dirección indicada tras un par de noches visitar ciertos locales frecuentados por cazadores. Mi atuendo no era el de lujosos vestidos, ahora vestía siempre de colores oscuros , sentir que pasaba desapercibida era una sensación muy distinta a ser el centro de atención pues en mi caso... siempre quise que eso sucediera, ser invisible para el mundo y me dejasen vivir en paz, hacer lo que realmente me llenase y no acudir a bailes absurdos para buscar maridos.
Me ocultaba tras una capucha oscura, mi cabello dorado me delataba demasiado, conseguí dar con la puerta que me abriría un mundo de posibilidades muy distintos a todos los que conocía. Llamé un par de veces y me dieron paso.
-Buenas tardes , me gustaría reunirme con el señor Blackmore. -no titubee, mi mirada segura de mí misma, esperaba me echasen a patadas pero si eso ocurría, volvería a llamar...una y otra vez, porque sabía que en ese instante ese era mi sitio.
Abbey Appleby- Cazador Clase Alta
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Fecha de inscripción : 23/03/2011
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Re: El comienzo [Privado]
Tras el escritorio caoba se encontraba el siempre impoluto capitán Blackmore, uno de sus asistentes entró y le dio el recado de que una señorita de apellido Appleby quería reunirse con él. Trató de recordar ¿la conocía? sin duda el apellido era británico como él, pero no estaba seguro de haber coincidido con ella antes.
Se levantó cerrando un par de archivadores mientra la hacía pasar. Observó la esbelta figura de cabellos dorados que dejaba caer su capucha para presentarse. Tenía todas las hechuras de una dama de alta clase, la delicadeza propia de quien no ha trabajado jamás con sus propias manos ni ha sufrido los rigores del hambre y el frío. El rostro le era vagamente familiar pero como no la acababa de ubicar, no hizo comentario al respecto.
— Buenas tardes señorita Appleby.— La dama le tendió la mano y el caballero la tomó y depositó un breve beso en el dorso, como estaba mandado, ante todo era un Lord inglés, un caballero.— Espero disculpe el desorden.— Uy, sí. El desorden...si era un maniático de la pulcritud, apenas había un par de informes sobre su mesa perfectamente contenidos en unas carpetas de cartón marrón.— ¿Puedo ofrecerle un té? a estas horas no suelo beber brandy, y hago que lo traigan de la madre patria, un Earl Grey como está mandado por la tradición.— esbozó una breve sonrisa amable haciendo que sus ojos se achinaran más de lo habitual, observando cada detalle del rostro de aquella mujer. Podría ser bruja o licántropa, vampira no por la hora que era, pero nunca se sabía lo que podía esconder una bonita cara detrás. Le hizo un gesto a su asistente que fue en busca del té y cerró la puerta.— Usted dirá.— le hizo un gesto para que tomase asiento delante de su escritorio mientras él hacía lo propio en su butaca rozando con los dedos la daga oculta bajo la mesa.
Se levantó cerrando un par de archivadores mientra la hacía pasar. Observó la esbelta figura de cabellos dorados que dejaba caer su capucha para presentarse. Tenía todas las hechuras de una dama de alta clase, la delicadeza propia de quien no ha trabajado jamás con sus propias manos ni ha sufrido los rigores del hambre y el frío. El rostro le era vagamente familiar pero como no la acababa de ubicar, no hizo comentario al respecto.
— Buenas tardes señorita Appleby.— La dama le tendió la mano y el caballero la tomó y depositó un breve beso en el dorso, como estaba mandado, ante todo era un Lord inglés, un caballero.— Espero disculpe el desorden.— Uy, sí. El desorden...si era un maniático de la pulcritud, apenas había un par de informes sobre su mesa perfectamente contenidos en unas carpetas de cartón marrón.— ¿Puedo ofrecerle un té? a estas horas no suelo beber brandy, y hago que lo traigan de la madre patria, un Earl Grey como está mandado por la tradición.— esbozó una breve sonrisa amable haciendo que sus ojos se achinaran más de lo habitual, observando cada detalle del rostro de aquella mujer. Podría ser bruja o licántropa, vampira no por la hora que era, pero nunca se sabía lo que podía esconder una bonita cara detrás. Le hizo un gesto a su asistente que fue en busca del té y cerró la puerta.— Usted dirá.— le hizo un gesto para que tomase asiento delante de su escritorio mientras él hacía lo propio en su butaca rozando con los dedos la daga oculta bajo la mesa.
Axel Blackmore- Cazador Clase Alta
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Fecha de inscripción : 07/12/2016
Re: El comienzo [Privado]
Oír mi apellido de un paisano resultaba tremendamente extraño. En mi gesto de desagrado, chasqueé la lengua. Mi gesto se endureció, volvía a estar en tensión. Conocía hasta que punto aquel hombre tenía poder y acceso pero no esperé que supiese de mi familia. En estos momentos, estaba en búsqueda y captura, si llegase a mis padres el punto de mi paradero...todo se iría el garete.
-Lynn. La señorita Appleby está muerta -lo dije con decisión, a la vez que le devolvía el saludo con una elegante reverencia. Los ingleses y el protocolo, aunque me lo saltaba mil veces..mi educación no la perdí pero sí la elegancia...pues no, yo no era como mis hermanas y de verdad dudase que fuese de esa familia que no tenía nada que ver conmigo.
-Discúlpeme, pero no desearía que nadie supiese dónde me encuentro... no podría cumplir lo que realmente deseo, y no es otra cosa que pertenecer a la orden. -esperé su burla o un “está loca”. No lo culpaba … -Tengo coraje, me he librado de morir varias veces a manos de seres sobrenaturales. Quiero que me entrene... ser la mejor, valerme por mí misma ...aun más -
ante lo último, alcé la barbilla orgullosa, si alguien podía ayudarme...era él, sabía perfectamente que estaba en el lugar adecuado. No contesté a si quería un té, no vine allí para eso. Carraspeé, dando un paso más hacia el imponente inglés, intachables modales y uno de los mejores...cazadores reconocidos y no solo por los de su clan.
-Odio el té, deseo un whisky, gracias -sonreí de medio lado, con toda naturalidad crucé la habitación y me senté frente a él, cruzando las piernas... volvía a olvidarme del protocolo, ahora no era útil ni lo más mínimo -Sé que no sera fácil, me caeré mil veces... tendré que mirar a los ojos a la muerte, enfrentarme con uñas y dientes... y le aseguro que tiene a la persona adecuada, no le defraudaré... y espero, que por favor mi apellido quede en el anonimato, no he estado aquí -
-Lynn. La señorita Appleby está muerta -lo dije con decisión, a la vez que le devolvía el saludo con una elegante reverencia. Los ingleses y el protocolo, aunque me lo saltaba mil veces..mi educación no la perdí pero sí la elegancia...pues no, yo no era como mis hermanas y de verdad dudase que fuese de esa familia que no tenía nada que ver conmigo.
-Discúlpeme, pero no desearía que nadie supiese dónde me encuentro... no podría cumplir lo que realmente deseo, y no es otra cosa que pertenecer a la orden. -esperé su burla o un “está loca”. No lo culpaba … -Tengo coraje, me he librado de morir varias veces a manos de seres sobrenaturales. Quiero que me entrene... ser la mejor, valerme por mí misma ...aun más -
ante lo último, alcé la barbilla orgullosa, si alguien podía ayudarme...era él, sabía perfectamente que estaba en el lugar adecuado. No contesté a si quería un té, no vine allí para eso. Carraspeé, dando un paso más hacia el imponente inglés, intachables modales y uno de los mejores...cazadores reconocidos y no solo por los de su clan.
-Odio el té, deseo un whisky, gracias -sonreí de medio lado, con toda naturalidad crucé la habitación y me senté frente a él, cruzando las piernas... volvía a olvidarme del protocolo, ahora no era útil ni lo más mínimo -Sé que no sera fácil, me caeré mil veces... tendré que mirar a los ojos a la muerte, enfrentarme con uñas y dientes... y le aseguro que tiene a la persona adecuada, no le defraudaré... y espero, que por favor mi apellido quede en el anonimato, no he estado aquí -
Abbey Appleby- Cazador Clase Alta
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Fecha de inscripción : 23/03/2011
Localización : París-Londres
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Re: El comienzo [Privado]
El capitán juntó las manos sobre el escritorio, analizando cada gesto, cada reacción, cada inflexión en el tono de la voz de Abbey. Era bueno conociendo a las personas, comprendiendo sus motivaciones, sus resortes y lo que les llevaba a actuar de una u otra manera. Cuando la señorita británica renegó del té estiró una de las comisuras de sus labios hacia un lado, eso era nuevo. Una inglesa que odiaba el té ¡menudo sacrilegio!.
Se tomó unos segundos para responder, y el silencio fue un tiempo bien marcado, sin apartar su profunda y entornada mirada, enigmática y cambiante, como siempre, en los ojos azules de la mujer.
— Si necesita empezar de cero, nadie aquí la va a juzgar, pero admítame el consejo: Si está huyendo de algo, no es la mejor forma de solucionarlo. Los muertos del armario tienen tendencia a resucitar.
Se levantó despacio, se notaba en sus hechuras que su cuerpo estaba fibroso y entrenado para la edad que ostentaba, llegando casi a la cuarentena, el lord inglés tenía una de esas plantas envidiadas por su elegancia, la fortaleza, la seguridad y la calma que ostentaba. Sacó una botella de un armario y vertió dos dedos del líquido marrón en un vaso tallado de fino cristal, era un whisky escocés de doce años. Devolvió la botella la armario y de nuevo se giró pausadamente.
— tiene fuerza y determinación, eso puedo verlo. Pero está llena de ira. La ira es mala consejera en un cazador. Verá, le explicaré cómo funciona esto. Nosotros somos humanos, sangramos morimos o quedamos lisiados, y nadie no los agradece. Ellos son inmortales, son poderosos y son más. Es así de simple. Cometa un sólo error y será fatal. Será lo último que haga.
Le dejó el vaso delante y él reposó el trasero sobre la esquina de la mesa apoyando las manos en el borde y mirándola.
— Entiendo que esto no lo hace porque le parezca loable nuestra misión. Esto se trata de un viaje personal, usted necesita hacerse fuerte, encontrar seguridad, llegar al punto en que nada maneje el hilo de sus pasos salvo usted misma. No es una mala motivación, no me malinterprete. Le ayudaré en ese viaje, pero tenga clara una cosa...esta es mi casa y voy a ser peor que un dolor de muelas. Para empezar, disfrute de ese whisky porque será el último en mucho tiempo. Aquí nadie entrena bajo los efectos del alcohol, tenemos juguetitos que pueden hacer mucho daño si se despista. Y si decide embriagarse fuera de aquí...usted misma, ya sabe lo que acecha ahí fuera.
Sonrió irónicamente y se separó de la mesa para regresar a su asiento.
— Empezará por la instrucción básica con Aldo Rains, un experto cazador en lucha cuerpo a cuerpo que antes fue soldado. Cuando la complete pasará a ser entrenada por Xaryne Ackerman apodada La Muerte Negra, y por mi propia hermana, Lady Aveline Blackmore a la que conocen como La Parca. Seguiré de cerca sus progresos y la presionaré tanto como pueda para que abandone. Demuéstreme que vale para esto y le prometo que si lo supera tendrá una nueva vida y una nueva familia.
Sacó una carpeta y la abrió, dispuesto a seguir trabajando en los asuntos de la Orden de Hellsing, haciendo clara alusión a aquella conversación había terminado.
— La acompañarán abajo y podrá ver las instalaciones y conocer a Aldo. Nos vemos mañana a las 6, señorita Lynn.— dio un sorbo a su taza y esbozó media sonrisa.— y... debería reconsiderar usted lo de té.
Se tomó unos segundos para responder, y el silencio fue un tiempo bien marcado, sin apartar su profunda y entornada mirada, enigmática y cambiante, como siempre, en los ojos azules de la mujer.
— Si necesita empezar de cero, nadie aquí la va a juzgar, pero admítame el consejo: Si está huyendo de algo, no es la mejor forma de solucionarlo. Los muertos del armario tienen tendencia a resucitar.
Se levantó despacio, se notaba en sus hechuras que su cuerpo estaba fibroso y entrenado para la edad que ostentaba, llegando casi a la cuarentena, el lord inglés tenía una de esas plantas envidiadas por su elegancia, la fortaleza, la seguridad y la calma que ostentaba. Sacó una botella de un armario y vertió dos dedos del líquido marrón en un vaso tallado de fino cristal, era un whisky escocés de doce años. Devolvió la botella la armario y de nuevo se giró pausadamente.
— tiene fuerza y determinación, eso puedo verlo. Pero está llena de ira. La ira es mala consejera en un cazador. Verá, le explicaré cómo funciona esto. Nosotros somos humanos, sangramos morimos o quedamos lisiados, y nadie no los agradece. Ellos son inmortales, son poderosos y son más. Es así de simple. Cometa un sólo error y será fatal. Será lo último que haga.
Le dejó el vaso delante y él reposó el trasero sobre la esquina de la mesa apoyando las manos en el borde y mirándola.
— Entiendo que esto no lo hace porque le parezca loable nuestra misión. Esto se trata de un viaje personal, usted necesita hacerse fuerte, encontrar seguridad, llegar al punto en que nada maneje el hilo de sus pasos salvo usted misma. No es una mala motivación, no me malinterprete. Le ayudaré en ese viaje, pero tenga clara una cosa...esta es mi casa y voy a ser peor que un dolor de muelas. Para empezar, disfrute de ese whisky porque será el último en mucho tiempo. Aquí nadie entrena bajo los efectos del alcohol, tenemos juguetitos que pueden hacer mucho daño si se despista. Y si decide embriagarse fuera de aquí...usted misma, ya sabe lo que acecha ahí fuera.
Sonrió irónicamente y se separó de la mesa para regresar a su asiento.
— Empezará por la instrucción básica con Aldo Rains, un experto cazador en lucha cuerpo a cuerpo que antes fue soldado. Cuando la complete pasará a ser entrenada por Xaryne Ackerman apodada La Muerte Negra, y por mi propia hermana, Lady Aveline Blackmore a la que conocen como La Parca. Seguiré de cerca sus progresos y la presionaré tanto como pueda para que abandone. Demuéstreme que vale para esto y le prometo que si lo supera tendrá una nueva vida y una nueva familia.
Sacó una carpeta y la abrió, dispuesto a seguir trabajando en los asuntos de la Orden de Hellsing, haciendo clara alusión a aquella conversación había terminado.
— La acompañarán abajo y podrá ver las instalaciones y conocer a Aldo. Nos vemos mañana a las 6, señorita Lynn.— dio un sorbo a su taza y esbozó media sonrisa.— y... debería reconsiderar usted lo de té.
Axel Blackmore- Cazador Clase Alta
- Mensajes : 144
Fecha de inscripción : 07/12/2016
Re: El comienzo [Privado]
Los muertos de mi armario no iban a volver, se marcharon para siempre y si volvían , volvería a mirarlos cara a cara, enfrentarlos como una vez no pude llegar. ¿Por qué estaba allí? Esa era la pregunta que rondaba mi cabeza una y otra vez, podía simplemente haber seguido mis pasos a otro lugar y mi destino...fue estar ahora mismo frente aquel hombre. Podía mandarme a paseo o por el contrario... darme la oportunidad no solo de empezar de cero, descubrirme a mí misma.
Le observé en silencio, mis orbes azules se centraron en él cuando comenzó a hablar. Sentí como se me secaba la boca, dependía todo de lo que me dijese, lo que pretendía hacer conmigo pues en ese despacho era un títere en sus manos. La ira me abanderaba y era consciente de que no era bueno, menos si pretendía dedicarme a cazar sobrenaturales, a saber defenderme cuerpo a cuerpo y a pensar de otro modo que no fuese erróneo, llevar mis acciones a un camino al caos absoluto.
-Sé que el camino no es fácil, está repleto de obstáculos y que esos seres nos superan con creces en fuerza y no poseo tal cosa , no por ser mujer... no he entrenado en mi vida. Tal como dice , tendré que darlo todo... calmar mi ira, controlarla y utilizarla de un modo distinto...uno que estoy segura van a saber guiarme -sonreí de medio lado, necesitaba justo eso que fuesen duros conmigo y no me tratasen como a una estúpida niña rica, si no a una igual... pues iba a dar mi cien por cien o más.
Me advertía de los peligros de fuera, no era tan necia como para saber que en el instante en el que pisabas la calle, tu vida podía acabar en un segundo. Hubo algo que me dejó petrificada, se notó en como apreté los dedos en la ropa, arrugándola... “una vida y una familia” ¿no era eso lo que más ansiaba en este mundo? Tuve que bajar un segundo la mirada, ese maldito hombre había encontrado mi punto débil, carecía de eso y ansiaba tener ambas cosas por muy estúpido que sonase.
-No le decepcionaré, tengalo por seguro-le ofrecí mi mano para pactar aquel contrato inexistente en papel pero que sin duda había sentenciado mi vida para siempre. Sonreí ampliamente, dejando escapar un suspiro de alivio -Quisiera conocer las instalaciones y a las personas que harán eso posible -bebí de un golpe la bebida que me ofreció y me levanté decidida, esperando que él me mostrase, el camino a mi libertad... solo había hecho más que empezar.
Le observé en silencio, mis orbes azules se centraron en él cuando comenzó a hablar. Sentí como se me secaba la boca, dependía todo de lo que me dijese, lo que pretendía hacer conmigo pues en ese despacho era un títere en sus manos. La ira me abanderaba y era consciente de que no era bueno, menos si pretendía dedicarme a cazar sobrenaturales, a saber defenderme cuerpo a cuerpo y a pensar de otro modo que no fuese erróneo, llevar mis acciones a un camino al caos absoluto.
-Sé que el camino no es fácil, está repleto de obstáculos y que esos seres nos superan con creces en fuerza y no poseo tal cosa , no por ser mujer... no he entrenado en mi vida. Tal como dice , tendré que darlo todo... calmar mi ira, controlarla y utilizarla de un modo distinto...uno que estoy segura van a saber guiarme -sonreí de medio lado, necesitaba justo eso que fuesen duros conmigo y no me tratasen como a una estúpida niña rica, si no a una igual... pues iba a dar mi cien por cien o más.
Me advertía de los peligros de fuera, no era tan necia como para saber que en el instante en el que pisabas la calle, tu vida podía acabar en un segundo. Hubo algo que me dejó petrificada, se notó en como apreté los dedos en la ropa, arrugándola... “una vida y una familia” ¿no era eso lo que más ansiaba en este mundo? Tuve que bajar un segundo la mirada, ese maldito hombre había encontrado mi punto débil, carecía de eso y ansiaba tener ambas cosas por muy estúpido que sonase.
-No le decepcionaré, tengalo por seguro-le ofrecí mi mano para pactar aquel contrato inexistente en papel pero que sin duda había sentenciado mi vida para siempre. Sonreí ampliamente, dejando escapar un suspiro de alivio -Quisiera conocer las instalaciones y a las personas que harán eso posible -bebí de un golpe la bebida que me ofreció y me levanté decidida, esperando que él me mostrase, el camino a mi libertad... solo había hecho más que empezar.
Abbey Appleby- Cazador Clase Alta
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Re: El comienzo [Privado]
Cuando Abbey se marchó había podido comprobar con sus ojos que las instalaciones tenían de todo y que los hombres y mujeres que pasaban por allí a entrenar, a charlar, a buscar información en la biblioteca, habían conseguido dejar a un lado sus intereses particulares y hacer equipo, familia. Ese mérito sin duda se le debía adjudicar a Lord Blackmore, que trabajando incansablemente por y para la Orden, había conseguido volver a hacerla un lugar seguro, un punto de reunión, una casa nodriza donde todos los cazadores y aquellos que qusieran serlo, fueran bienvenidos, atendidos y valorados. Había conseguido construir puentes, lazos, hacer que ese sentimiento de pertenencia, de hermanadad, los uniese para ser más fuertes y estar más orgainzados.
Los cazadores más veteranos entrenaban a nuevos aspirantes sin cesar, y después cada cazador tenía unas lecciones asignadas para instruir a los alumnos, porque todos y cada uno de ellos tenían cosas buenas que compartir.
Aldo tendría mucho trabajo con Abbey, pues no había entrenado en su vida, pero en peores huertos se había metido. Al principio haría que le doliesen hasta las pestañas, pero pasados los primeros tres meses, las cosas mejorarían. Axel se pasaba casi siempre a ver qué tal le iba a la nueva y no hacía comentarios, sólo sus gestos hablaban por él. Un día le dijo a la británica que en la pizarra de apuestas de los combates había una nueva: a ver cuantos meses tardaba en desistir y largarse. Esperaba que eso le sirviese de acicate, porque la mayoría de cazadores habían puesto entre uno y tres meses, incluido él. Claro que lo que no sabía ella era que esa apuesta siempre la ponían cuando empezaba un novato, para herir su orgullo y hacer que quisiera superarse, al menos hasta batir la fecha de la apuesta.
Superó el tercer mes y borraron la apuesta de la pizarra, poniendo otra: si invitaría a una ronda o no. La mayoria pusieron que no, salvo Axel que escribió un "si" seguido de este texto: "(Pero sólo a whisky porque odia el té)".
Este tipo de cosas, a demás de la camaradería que se respiraba en la plaza de Tetre, hacían que aquel lugar fuera un santuario, un espacio zen para los cazadores. El día que Aldo le dio el pase a la siguiente fase, montaron una pequeña fiesta en el comedor. La cena era lo de siempre, allí sólo se cocinaban cosas sencillas, pero alguien había traído un pastel, seguramente Rex Braco, el gigantón de la barba que adoraba el dulce. Axel bajó una botella de brandy, Una de las gemelas Riekova trajo vodka y los 15 o 20 cazadores que pululaban por allí a esas horas celebraron su pase a la siguiente ronda felicitando a Lynn y diciendole que aun estaba a tiempo de abandonar, que si no les tocaría palmar dinero en la apuesta. Axel se acercó a ella después de haber bebido un par de vasos, era una excepción y se lo podían permitir.
— Bueno señorita Lynn... ha conseguido superar el primer tramo. Veo que su determinación sigue férrea...todavía no he conseguido doblegarla para que me acompañe con una taza de té... pero no se confíe, sé que lo lograré. He hablado con Aldo y teniendo en cuenta que para ser bueno luchando cuerpo a cuerpo se necesitan entre tres y cinco años de práctica y entrenemiento, quizás podamos enseñarla con las armas a distancia mientras sigue practicando las artes marciales con él. ¿Qué le parece? mañana empezará con Matsuda y los kunai japoneses. Afine la puntería, la va a necesitar.
Los cazadores más veteranos entrenaban a nuevos aspirantes sin cesar, y después cada cazador tenía unas lecciones asignadas para instruir a los alumnos, porque todos y cada uno de ellos tenían cosas buenas que compartir.
Aldo tendría mucho trabajo con Abbey, pues no había entrenado en su vida, pero en peores huertos se había metido. Al principio haría que le doliesen hasta las pestañas, pero pasados los primeros tres meses, las cosas mejorarían. Axel se pasaba casi siempre a ver qué tal le iba a la nueva y no hacía comentarios, sólo sus gestos hablaban por él. Un día le dijo a la británica que en la pizarra de apuestas de los combates había una nueva: a ver cuantos meses tardaba en desistir y largarse. Esperaba que eso le sirviese de acicate, porque la mayoría de cazadores habían puesto entre uno y tres meses, incluido él. Claro que lo que no sabía ella era que esa apuesta siempre la ponían cuando empezaba un novato, para herir su orgullo y hacer que quisiera superarse, al menos hasta batir la fecha de la apuesta.
Superó el tercer mes y borraron la apuesta de la pizarra, poniendo otra: si invitaría a una ronda o no. La mayoria pusieron que no, salvo Axel que escribió un "si" seguido de este texto: "(Pero sólo a whisky porque odia el té)".
Este tipo de cosas, a demás de la camaradería que se respiraba en la plaza de Tetre, hacían que aquel lugar fuera un santuario, un espacio zen para los cazadores. El día que Aldo le dio el pase a la siguiente fase, montaron una pequeña fiesta en el comedor. La cena era lo de siempre, allí sólo se cocinaban cosas sencillas, pero alguien había traído un pastel, seguramente Rex Braco, el gigantón de la barba que adoraba el dulce. Axel bajó una botella de brandy, Una de las gemelas Riekova trajo vodka y los 15 o 20 cazadores que pululaban por allí a esas horas celebraron su pase a la siguiente ronda felicitando a Lynn y diciendole que aun estaba a tiempo de abandonar, que si no les tocaría palmar dinero en la apuesta. Axel se acercó a ella después de haber bebido un par de vasos, era una excepción y se lo podían permitir.
— Bueno señorita Lynn... ha conseguido superar el primer tramo. Veo que su determinación sigue férrea...todavía no he conseguido doblegarla para que me acompañe con una taza de té... pero no se confíe, sé que lo lograré. He hablado con Aldo y teniendo en cuenta que para ser bueno luchando cuerpo a cuerpo se necesitan entre tres y cinco años de práctica y entrenemiento, quizás podamos enseñarla con las armas a distancia mientras sigue practicando las artes marciales con él. ¿Qué le parece? mañana empezará con Matsuda y los kunai japoneses. Afine la puntería, la va a necesitar.
Axel Blackmore- Cazador Clase Alta
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Re: El comienzo [Privado]
La meta era clara. Llegar a mi objetivo único: valerme por mí misma en todos los sentidos. Y ellos me ayudaron. Me ayudaron a conocerme mejor, a saber de lo que era capaz, a no tenderme la mano para levantarme pues tenía que hacerlo sola, defenderme a capa y espada de golpes, controlar mis emociones, canalizar la ira y rabia que me había perseguido durante tanto tiempo...
Pasé los peores tres meses de mi vida a la par de los más intensos. Hubo momentos en los que no podía ni respirar pero siempre tuve presente el motivo por el que lo hacía , dándome el aliento que necesitaba para levantarme y ponerme en pie, en guardia y no dejar que nada ni nadie acabase conmigo. Con respecto a lo de las apuestas, me dio exactamente igual. No tenía nada que demostrarles, solo a mí misma y fui el claro ejemplo de superación.
Ya no era la joven aparentemente débil y de mal carácter, ahora era fuerte en todos los sentidos...física y mentalmente. El carácter no perdió ni un ápice, ahora era mucho más fría y distante, solo confiaba en aquellos que estos meses me lo habían enseñado y dado todo...el que más, el señor Blackmore. Su indiferencia me alentó a seguir y no rendirme, nadie creía en mí y si me dio esa última oportunidad no podía dejarla pasar como otro tren en mi vida.
Negué, no iba a rendirme ni a abandonar, a día de hoy lo tenía muy claro. Mi ira se había convertido en lo que era capaz de hacer y transformarla en algo muy diferente.
-El té es para los débiles -sonreí con picardía, algunos me miraron como si estuviese completamente loca de haberle dicho algo así, sobre todo a él -Pero le acompañaré a un té por tan solo que pierdan la apuesta todos estos... y no, no me he rendido. ¿Tan seguro estaba de que así fuese? Nunca se está preparado, pero no es lo mismo salir a oscuras que con una antorcha encendida...además, tendremos que aprovechar el té para la tarta ¿no señor Blackmore? -cogí mi taza y esperé ese té, significaba mucho más que eso y ambos lo sabíamos [colo=white]-Sigo preparada para todo, esto es el principio y sé que hay más. Además... he ganado bastante dinero haciéndoles a todos estos morder el polvo [/color]-
Pasé los peores tres meses de mi vida a la par de los más intensos. Hubo momentos en los que no podía ni respirar pero siempre tuve presente el motivo por el que lo hacía , dándome el aliento que necesitaba para levantarme y ponerme en pie, en guardia y no dejar que nada ni nadie acabase conmigo. Con respecto a lo de las apuestas, me dio exactamente igual. No tenía nada que demostrarles, solo a mí misma y fui el claro ejemplo de superación.
Ya no era la joven aparentemente débil y de mal carácter, ahora era fuerte en todos los sentidos...física y mentalmente. El carácter no perdió ni un ápice, ahora era mucho más fría y distante, solo confiaba en aquellos que estos meses me lo habían enseñado y dado todo...el que más, el señor Blackmore. Su indiferencia me alentó a seguir y no rendirme, nadie creía en mí y si me dio esa última oportunidad no podía dejarla pasar como otro tren en mi vida.
Negué, no iba a rendirme ni a abandonar, a día de hoy lo tenía muy claro. Mi ira se había convertido en lo que era capaz de hacer y transformarla en algo muy diferente.
-El té es para los débiles -sonreí con picardía, algunos me miraron como si estuviese completamente loca de haberle dicho algo así, sobre todo a él -Pero le acompañaré a un té por tan solo que pierdan la apuesta todos estos... y no, no me he rendido. ¿Tan seguro estaba de que así fuese? Nunca se está preparado, pero no es lo mismo salir a oscuras que con una antorcha encendida...además, tendremos que aprovechar el té para la tarta ¿no señor Blackmore? -cogí mi taza y esperé ese té, significaba mucho más que eso y ambos lo sabíamos [colo=white]-Sigo preparada para todo, esto es el principio y sé que hay más. Además... he ganado bastante dinero haciéndoles a todos estos morder el polvo [/color]-
Abbey Appleby- Cazador Clase Alta
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Re: El comienzo [Privado]
Observó el gesto de Abbey, la había estado observando cada día que entrenaba con Aldo, había escuchado los gritos y las burlas que éste solía mascullarles a los nuevos miembros de la Orden, porque tenían que ser tan fuertes mental como físicamente. Esa mujer lo era, tenía mucha fuerza interior, mucha determinación, mucho pasado empujando por dejar hueco a un futuro diferente.
— le diré un secreto... siempre apostamos a que ninguno supera los tres meses, generalmente todos los hacen, lo cual corrobora que a los cazadores no nos gusta perder ni a las chapas.— esbozó media sonrisa y le dio un sorbo al té, que después del brandy sabía a agua sucia, como le dijo una vez Ackerman.
La fiestecilla se prolongó un rato más, había tarta y alcohol y el capitán estaba de buen humor para dejarles hacer tonterías como batirse en la Arena, pero sin armas mortales, porque podían tener un disgusto, así que dos de los asistentes cogieron unos Tantōs japoneses y se pusieron a atizarse, con los demás jaleando y riéndose. Axel los miró y sintió una punzada de orgullo.
— son todos muy valientes y generosos...la gente ahí fuera no sabe que es a costa de nuestra vida por lo que ellos duermen seguros. Se encontrará con muchos más obstáculos, algunos muy duros de superar y digerir. Pero no pierda nunca de vista el foco de todo esto: combatimos la oscuridad para que la humanidad esté segura. Cuando se sienta flaquear...piense en un ser querido, si tiene sobrinos, vecinos...piense en su desamparo y el terror si una criatura los alcanza...Escúcheme señorita Lynn. Usted tendrá sus motivos personales para todo esto, y le dije que le ayudaría, puede hablar conmigo cuando lo necesite, aquí estaré. Pero ser cazadores de la Orden de Hellsing implica un compromiso total con esta causa. Queremos dejar el mundo mejor que como lo encontramos, queremos contrarrestar la balanza de la injusticia frente a seres muy poderosos y crueles. Aunque nos cueste la vida. Ya le dije que no sería un camino de rosas, nunca lo es, el sacrificio es enorme. Pero nos tenemos los unos a los otros y la certeza de estar haciendo lo correcto, la ilusión de legarles a nuestros hijos, si es que los hay, un mundo mejor.
Apuró el té y le puso la mano en el hombro a Abbey levantándose y esgrimiendo una sonrisa divertida.
— Hora de morder el polvo!
Se descalzó al llegar a la Arena y enarboló uno de los bastones de madera, siendo celebrado por los que estaban allí, que querían ver a su capitán peleando con quien fuera. Lubert Mortymer, alias Morty "el segador" se presentó voluntario. Era un crack con la guadaña y los kukris, las armas de filo curvo, de ahí su apodo. Pero con los Tantōs no estaba tan versado. Ambos hombres se enzarzaron en una lluvia d egolpes donde los bastones chocaban entre si y se movían con rapidez, pero Lord Blackmore estaba más que harto de entrenar con Aveline y con armas orientales, donde su hermana luchaba hasta con los ojos vendados, así que no tardó en hacer caer a Morty arrancando aplausos y jolgorio.
— le diré un secreto... siempre apostamos a que ninguno supera los tres meses, generalmente todos los hacen, lo cual corrobora que a los cazadores no nos gusta perder ni a las chapas.— esbozó media sonrisa y le dio un sorbo al té, que después del brandy sabía a agua sucia, como le dijo una vez Ackerman.
La fiestecilla se prolongó un rato más, había tarta y alcohol y el capitán estaba de buen humor para dejarles hacer tonterías como batirse en la Arena, pero sin armas mortales, porque podían tener un disgusto, así que dos de los asistentes cogieron unos Tantōs japoneses y se pusieron a atizarse, con los demás jaleando y riéndose. Axel los miró y sintió una punzada de orgullo.
— son todos muy valientes y generosos...la gente ahí fuera no sabe que es a costa de nuestra vida por lo que ellos duermen seguros. Se encontrará con muchos más obstáculos, algunos muy duros de superar y digerir. Pero no pierda nunca de vista el foco de todo esto: combatimos la oscuridad para que la humanidad esté segura. Cuando se sienta flaquear...piense en un ser querido, si tiene sobrinos, vecinos...piense en su desamparo y el terror si una criatura los alcanza...Escúcheme señorita Lynn. Usted tendrá sus motivos personales para todo esto, y le dije que le ayudaría, puede hablar conmigo cuando lo necesite, aquí estaré. Pero ser cazadores de la Orden de Hellsing implica un compromiso total con esta causa. Queremos dejar el mundo mejor que como lo encontramos, queremos contrarrestar la balanza de la injusticia frente a seres muy poderosos y crueles. Aunque nos cueste la vida. Ya le dije que no sería un camino de rosas, nunca lo es, el sacrificio es enorme. Pero nos tenemos los unos a los otros y la certeza de estar haciendo lo correcto, la ilusión de legarles a nuestros hijos, si es que los hay, un mundo mejor.
Apuró el té y le puso la mano en el hombro a Abbey levantándose y esgrimiendo una sonrisa divertida.
— Hora de morder el polvo!
Se descalzó al llegar a la Arena y enarboló uno de los bastones de madera, siendo celebrado por los que estaban allí, que querían ver a su capitán peleando con quien fuera. Lubert Mortymer, alias Morty "el segador" se presentó voluntario. Era un crack con la guadaña y los kukris, las armas de filo curvo, de ahí su apodo. Pero con los Tantōs no estaba tan versado. Ambos hombres se enzarzaron en una lluvia d egolpes donde los bastones chocaban entre si y se movían con rapidez, pero Lord Blackmore estaba más que harto de entrenar con Aveline y con armas orientales, donde su hermana luchaba hasta con los ojos vendados, así que no tardó en hacer caer a Morty arrancando aplausos y jolgorio.
Axel Blackmore- Cazador Clase Alta
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Re: El comienzo [Privado]
El máximo respeto y admiración al capitán Blackmore, su hermana y los demás cazadores que me ayudaron a superarme estos meses. Nunca olvidaría aquella oportunidad, la que me convertiría en alguien diferente, más fuerte físicamente y encontrar mi camino. Me buscaban, era un hecho, mi padre no se cansaría de obligarme a permanecer en ese sitio que nunca me perteneció. No era como mis hermanas, nací en una época a la que no pertenecía.
Y encontré mi verdadera vocación , la Orden de cazadores que tenían una forma de ver la vida muy similar a la mía. Sonreí de medio lado, las apuestas formaban parte de ese “juego” de superación, conocí a muchos cazadores, personas que necesitaban ese cambio...algunos no tenían esa determinación esencial y otros...su transformación superaba con creces sus expectativas.
Las palabras del señor Blackmore, siempre me hacían reflexionar...replantearme ciertas cosas y ver lo más importante y valioso que tenía en mi vida. Pero...esta vez, sentí una punzada de decepción... le decepcionaría porque no podía ni era capaz de hacer caso a su consejo. No era fácil. No tenía a nadie, Abbey Lynn Appeby...seguía allí, entre las cuatro paredes de su habitación...oyendo alguna de sus compañeras cantar desafinada.
-No tengo a nadie. Siento si no puedo seguir su consejo pero creo que con pensar en la familia, aunque no sea de sangre... me refiero a estos truhanes. A usted, a su familia...-lo último lo murmuré, con una breve sonrisa, para mí era suficiente luchar para que todos los que ahora mismo compartían mi techo, quedasen a salvo pues sabía que con los ojos cerrados...todos y cada uno de ellos lo harían igual por mí.
Centré mi mirada en la taza de té vacía que había dejado el capitán. El perfume de su hermana, inundó mis sentidos, sonreí y dejé escapar un suspiro. Esa mujer era impresionante, con razón era llamada “la parca”. Me acomodé para ver la pelea, el capitán...era un digno rival, ambos hermanos eran un ejemplo seguir para todos nosotros.
-Debe sentirse orgullosa, dichosa -sonreí tomando una taza de té y servirle uno a la mujer, conocía sus gustos, demasiado observadora para no conocer paso por paso como hacerle ese té. -No sé si es una apuesta o no pero... compartiré con usted un té, pero que no se entere su hermano...está empeñado en que me guste tanto como él -sonreí observando la habilidad con la que se desenvolvían en el campo de batalla -¿Cuándo se sabe cuál es el momento? No me refiero a la lucha, es algo innato saber cuando se está preparada...me refiero a la vida. ¿Cuándo? Cuando sabes que puedes rehacer aquello que perdiste, volver a escribir un diario nuevo... en la que páginas en blanco esperan ser escritas
Y encontré mi verdadera vocación , la Orden de cazadores que tenían una forma de ver la vida muy similar a la mía. Sonreí de medio lado, las apuestas formaban parte de ese “juego” de superación, conocí a muchos cazadores, personas que necesitaban ese cambio...algunos no tenían esa determinación esencial y otros...su transformación superaba con creces sus expectativas.
Las palabras del señor Blackmore, siempre me hacían reflexionar...replantearme ciertas cosas y ver lo más importante y valioso que tenía en mi vida. Pero...esta vez, sentí una punzada de decepción... le decepcionaría porque no podía ni era capaz de hacer caso a su consejo. No era fácil. No tenía a nadie, Abbey Lynn Appeby...seguía allí, entre las cuatro paredes de su habitación...oyendo alguna de sus compañeras cantar desafinada.
-No tengo a nadie. Siento si no puedo seguir su consejo pero creo que con pensar en la familia, aunque no sea de sangre... me refiero a estos truhanes. A usted, a su familia...-lo último lo murmuré, con una breve sonrisa, para mí era suficiente luchar para que todos los que ahora mismo compartían mi techo, quedasen a salvo pues sabía que con los ojos cerrados...todos y cada uno de ellos lo harían igual por mí.
Centré mi mirada en la taza de té vacía que había dejado el capitán. El perfume de su hermana, inundó mis sentidos, sonreí y dejé escapar un suspiro. Esa mujer era impresionante, con razón era llamada “la parca”. Me acomodé para ver la pelea, el capitán...era un digno rival, ambos hermanos eran un ejemplo seguir para todos nosotros.
-Debe sentirse orgullosa, dichosa -sonreí tomando una taza de té y servirle uno a la mujer, conocía sus gustos, demasiado observadora para no conocer paso por paso como hacerle ese té. -No sé si es una apuesta o no pero... compartiré con usted un té, pero que no se entere su hermano...está empeñado en que me guste tanto como él -sonreí observando la habilidad con la que se desenvolvían en el campo de batalla -¿Cuándo se sabe cuál es el momento? No me refiero a la lucha, es algo innato saber cuando se está preparada...me refiero a la vida. ¿Cuándo? Cuando sabes que puedes rehacer aquello que perdiste, volver a escribir un diario nuevo... en la que páginas en blanco esperan ser escritas
Abbey Appleby- Cazador Clase Alta
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Re: El comienzo [Privado]
Aveline peleaba en la Arena con Axel, como tantas y tantas veces habían hecho en sus vidas, entrenando juntos, superándose juntos, volcando en la lucha todo su ser, todo cuanto eran y la forma en la que veían el mundo, y se movía endiabladamente rápido.
Los Tantō no tenían misterio para la Parca, cuyas habilidades cuerpo a cuerpo eran legendarias, a veces entrenaban con los ojos vendados, pues los seres de la noche les sacaban esa ventaja, que podían ver en la oscuridad. Siempre era un espectáculo digno de ver, incluso en un momento así, en el que no se jugaban nada y estaba de celebración. Aveline Faith tenía sus propios motivos para ser lo que era, no distaban mucho de los de Axel, pero ella no era la primogénita ni se esperaba de ella que fuera una líder y una inspiración. Sin embargo por nacer mujer, siempre se vio obligada a superarse, a dar más que el resto, a demostrar todos y cada uno de sus progresos y logros, y por ello era extremadamente competitiva y cabezota. No soltaba la presa a menos que cayese muerta.
De inmediato le cayó bien la señorita rubia, de claro acento británico. Le recordaba un poco a ella, al cliché en el que la querían convertir; en el caso de faith no su familia, que siempre la apoyaron en el camino que tomó, sino la sociedad y el resto del mundo. Sin embargo la señorita "pija" estaba dándolo todo y su determinación la llevaba por buen camino.
Aceptó ese té y frunció los labios en una mueca irónica.
— el té es sagrado, como ya le habrá dicho mi hermano, somos demasiado británicos como para olvidarnos de algo así, pero gracias por tenerlo en cuenta y hacer el esfuerzo. Aunque si le digo la verdad, disfruto más de un buen brandy añejo, pero ya sabe... la normas. Nada de alcohol entre estas paredes, sólo en ocasiones.
La Parca no era precisamente la mejor persona a quien preguntar sobre asuntos emocionales, pues ella misma estaba sumida en una situacion bastante anómala. Se iba a casar con Stein Ackerman, y lo apreciaba, se buscaban y se encontraban en una relación tormentosa en la cual eran incapaces de darse al 100% el uno al otro. Y luego estaba Corbin, que los había desarmado a ambos, y que estaba en el medio de la pareja, haciendo de cemento para unirlos. Un trío muy bien avenido, que se complemenataban para ser un todo. Eran los tres muy liberales en ese aspecto y no sufrían por ello, pero cuanto menos, era una situación extraña.
— ¿Cómo se sabe? pues le diré que cuando los humanos hacemos planes, los dioses beben y juegan a los dados, y lo que les salga, es nuestro destino. Da igual cuanto planifique y cuanto se esfuerce, el momento cuando llega, golpea y derrumba los cimientos de tu ser. Pero puede llegar preparada y entrenada para ese día, y que la reconstrucción de su vida sea menos problemática. Hay que destruir para crear, eso es un hecho. Usted ya ha empezado por lo primero, destruyendo y dejando atrás aquello que era un lastre y una pesadez. Y cuando llegue el momento de barrerlo todo y empezar a construir, estará reparada. Eso es todo cuanto puedo decirle, yo no soy muy buena dando consejos sentimentales, créame, a estas alturas ya habrá escuchado cosas.
Aveline parecía la perfecta dama inglesa, educada, culta, una estrella de la Ópera en su puesto de primera arpista...pero había otra Faith detrás la que sólo unos pocos conocían bien, tan pocos como su familia, Axel, Stein y Corbin. Esas dos mujeres formaban su todo, y había que amarlas a ambas, porque eran indisolubles.
Los Tantō no tenían misterio para la Parca, cuyas habilidades cuerpo a cuerpo eran legendarias, a veces entrenaban con los ojos vendados, pues los seres de la noche les sacaban esa ventaja, que podían ver en la oscuridad. Siempre era un espectáculo digno de ver, incluso en un momento así, en el que no se jugaban nada y estaba de celebración. Aveline Faith tenía sus propios motivos para ser lo que era, no distaban mucho de los de Axel, pero ella no era la primogénita ni se esperaba de ella que fuera una líder y una inspiración. Sin embargo por nacer mujer, siempre se vio obligada a superarse, a dar más que el resto, a demostrar todos y cada uno de sus progresos y logros, y por ello era extremadamente competitiva y cabezota. No soltaba la presa a menos que cayese muerta.
De inmediato le cayó bien la señorita rubia, de claro acento británico. Le recordaba un poco a ella, al cliché en el que la querían convertir; en el caso de faith no su familia, que siempre la apoyaron en el camino que tomó, sino la sociedad y el resto del mundo. Sin embargo la señorita "pija" estaba dándolo todo y su determinación la llevaba por buen camino.
Aceptó ese té y frunció los labios en una mueca irónica.
— el té es sagrado, como ya le habrá dicho mi hermano, somos demasiado británicos como para olvidarnos de algo así, pero gracias por tenerlo en cuenta y hacer el esfuerzo. Aunque si le digo la verdad, disfruto más de un buen brandy añejo, pero ya sabe... la normas. Nada de alcohol entre estas paredes, sólo en ocasiones.
La Parca no era precisamente la mejor persona a quien preguntar sobre asuntos emocionales, pues ella misma estaba sumida en una situacion bastante anómala. Se iba a casar con Stein Ackerman, y lo apreciaba, se buscaban y se encontraban en una relación tormentosa en la cual eran incapaces de darse al 100% el uno al otro. Y luego estaba Corbin, que los había desarmado a ambos, y que estaba en el medio de la pareja, haciendo de cemento para unirlos. Un trío muy bien avenido, que se complemenataban para ser un todo. Eran los tres muy liberales en ese aspecto y no sufrían por ello, pero cuanto menos, era una situación extraña.
— ¿Cómo se sabe? pues le diré que cuando los humanos hacemos planes, los dioses beben y juegan a los dados, y lo que les salga, es nuestro destino. Da igual cuanto planifique y cuanto se esfuerce, el momento cuando llega, golpea y derrumba los cimientos de tu ser. Pero puede llegar preparada y entrenada para ese día, y que la reconstrucción de su vida sea menos problemática. Hay que destruir para crear, eso es un hecho. Usted ya ha empezado por lo primero, destruyendo y dejando atrás aquello que era un lastre y una pesadez. Y cuando llegue el momento de barrerlo todo y empezar a construir, estará reparada. Eso es todo cuanto puedo decirle, yo no soy muy buena dando consejos sentimentales, créame, a estas alturas ya habrá escuchado cosas.
Aveline parecía la perfecta dama inglesa, educada, culta, una estrella de la Ópera en su puesto de primera arpista...pero había otra Faith detrás la que sólo unos pocos conocían bien, tan pocos como su familia, Axel, Stein y Corbin. Esas dos mujeres formaban su todo, y había que amarlas a ambas, porque eran indisolubles.
Aveline Blackmore- Cazador Clase Alta
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Re: El comienzo [Privado]
Las palabras de la señorita Blackmore me indicaban justo lo que deseaba saber. No importaba si planificaba, imaginaba...pues al final el destino era el destino. Las pérdidas a lo largo de mi corta vida, habían hecho mella hasta convertirme en quién soy. Él ya no estaba, volvió a marcharse sin tan siquiera despedirse...con un “te quiero de verdad” que me supo a absolutamente a poco. No creía en nada , solo en mí misma y ahora...en lo que representaba.
La Abbey Lynn Appleby que todos conocían... se había evaporado. Me seguían buscando, era un hecho pero ahora ya no era esa joven con otros ideales e intereses, aparte..me encontraba capaz de enfrentarme a todo. Sonreí cortés a la dama, acompañándola en aquel té, aquel que tantas veces me dieron de beber , obligada. Me gustaba más el café, oscuro como la misma noche e intenso, su sabor te dejaba con ganas de más...y justo, así me definía. Alma incansable que busca la paz, una que no había encontrado aún.
Me sentí libre, yo misma en unos brazos que me habían dejado sola, a mi merced. Admiraba a aquella mujer, la dama inglesa perfecta y un arma letal. La mezcla perfecta, de ellos había aprendido tanto que por muchas vidas que viviese...jamás podría pagarles lo que habían hecho de mí. Sacar esa parte escondida , el principio de seguramente lo que me llegase a convertir.
-No lo veo como consejos sentimentales. La verdad es que el tema de “sentimientos” no es que...sea un tema del que entienda demasiado. Más bien...no sé realmente ni lo que he preguntado, disculpeme... creo que soy más nula en el tema sentimental que el de las armas cuando llegué aquí -me reí por lo bajo, sin dejar de observar al señor Blackmore luchar -Ahora , lo único que me importa es servir a la Orden, mi vida anterior se ha destruido como lo demás que conocía. Ya no soy esa niña consentida que se lo daban todo e intentaban conseguir “colocarme” con algún tipo rico que me garantizaría una vida cómoda sin emoción. Y creo que ¿por qué no conseguir ambas cosas? Usted lo tiene... bueno, lo supongo...creo que me estoy metiendo en un jardín del que ahora no sé salir -me reí, mirándola a los ojos... no esperaba ser entrometida, en realidad... volví a ser yo misma sin querer... ella me daba esa confianza - Hacen una labor magnífica. Estas personas...necesitan una nueva vida... todos somos ahora, aquello que pensábamos desear … y no estábamos tan seguros de conseguir. Tampoco sé cuando se tiene todo...y no me refiero a tener un status, todo bien material lujoso... -
La Abbey Lynn Appleby que todos conocían... se había evaporado. Me seguían buscando, era un hecho pero ahora ya no era esa joven con otros ideales e intereses, aparte..me encontraba capaz de enfrentarme a todo. Sonreí cortés a la dama, acompañándola en aquel té, aquel que tantas veces me dieron de beber , obligada. Me gustaba más el café, oscuro como la misma noche e intenso, su sabor te dejaba con ganas de más...y justo, así me definía. Alma incansable que busca la paz, una que no había encontrado aún.
Me sentí libre, yo misma en unos brazos que me habían dejado sola, a mi merced. Admiraba a aquella mujer, la dama inglesa perfecta y un arma letal. La mezcla perfecta, de ellos había aprendido tanto que por muchas vidas que viviese...jamás podría pagarles lo que habían hecho de mí. Sacar esa parte escondida , el principio de seguramente lo que me llegase a convertir.
-No lo veo como consejos sentimentales. La verdad es que el tema de “sentimientos” no es que...sea un tema del que entienda demasiado. Más bien...no sé realmente ni lo que he preguntado, disculpeme... creo que soy más nula en el tema sentimental que el de las armas cuando llegué aquí -me reí por lo bajo, sin dejar de observar al señor Blackmore luchar -Ahora , lo único que me importa es servir a la Orden, mi vida anterior se ha destruido como lo demás que conocía. Ya no soy esa niña consentida que se lo daban todo e intentaban conseguir “colocarme” con algún tipo rico que me garantizaría una vida cómoda sin emoción. Y creo que ¿por qué no conseguir ambas cosas? Usted lo tiene... bueno, lo supongo...creo que me estoy metiendo en un jardín del que ahora no sé salir -me reí, mirándola a los ojos... no esperaba ser entrometida, en realidad... volví a ser yo misma sin querer... ella me daba esa confianza - Hacen una labor magnífica. Estas personas...necesitan una nueva vida... todos somos ahora, aquello que pensábamos desear … y no estábamos tan seguros de conseguir. Tampoco sé cuando se tiene todo...y no me refiero a tener un status, todo bien material lujoso... -
Abbey Appleby- Cazador Clase Alta
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Re: El comienzo [Privado]
Le dio un sorbo a su taza y frunció los labios, en ese gesto tan característico suyo cuando estaba hilando un pensamiento que podía incluir sarcasmo, ironía o una simple broma.
— Servir a la Orden es servir a la Humanidad. Los principios, los cimientos que mueven a todos estos hombres y mujeres, pueden ser distintos en cada caso. Para algunos sólo es un trabajo al que se han visto abocados. Para otros es una necesidad de adrenalina que anula el resto de sensaciones...qué sé yo. Pero finalmente todos ellos están aqui combatiendo la oscuridad, velando para que sus amigos y conocidos duerman tranquilos sin que nadie sepa la verdad, sin reconocimientos ni medallas. Una vida de sacrificios a cambio de... nada. Eso dirían algunos. Un grupo de chalados que van de héroes.— sonrió de medio lado.— esa definición me gusta. Asi que ya es una chalada que va de héroe por méritos propios.
Sacó de su bolsillo un papel doblado, era un folleto anunciando el estreno de la nueva Opera El Barbero de Sevilla y se lo tendió a Abbey.
— se estrena el viernes, la invito a venir, como ya sabrá soy la arpista principal. No pierda a su gemela consentida, la que intentaban casar con cualquiera, ya sabe. Una vez que aceptamos que nuestra vida "secundaria" en realidad es la principal y es la importante, hacer vida pública con normalidad, no sólo es práctico, también nos ayuda a ver el mundo como es. Los paseos le sabrán mejor, los vestidos le parecerán más bonitos y disfrutará de los pequeños placeres que ahora le suponen una carga. Porque cuando la noche se cierne, ya no hay nada bonito, ni bueno, ni para disfrutar, tan sólo sangre y justicia.
Y hablando de aquello, iba siendo hora de darle a Abbey "el susto". Todo cazador novato era emboscado en algun callejón, pareciendo que sería un ataque de sobrenaturales, para darle ese susto que debía llevar siempre despierto en el cuerpo. Lo hablaría con Axel. Podrían hacerlo la noche de la Opera, así si ella actuaba en el papel de sorprendida, Abbey caería en la trampa pensando que estaban siendo atacados por vampiros.
— Servir a la Orden es servir a la Humanidad. Los principios, los cimientos que mueven a todos estos hombres y mujeres, pueden ser distintos en cada caso. Para algunos sólo es un trabajo al que se han visto abocados. Para otros es una necesidad de adrenalina que anula el resto de sensaciones...qué sé yo. Pero finalmente todos ellos están aqui combatiendo la oscuridad, velando para que sus amigos y conocidos duerman tranquilos sin que nadie sepa la verdad, sin reconocimientos ni medallas. Una vida de sacrificios a cambio de... nada. Eso dirían algunos. Un grupo de chalados que van de héroes.— sonrió de medio lado.— esa definición me gusta. Asi que ya es una chalada que va de héroe por méritos propios.
Sacó de su bolsillo un papel doblado, era un folleto anunciando el estreno de la nueva Opera El Barbero de Sevilla y se lo tendió a Abbey.
— se estrena el viernes, la invito a venir, como ya sabrá soy la arpista principal. No pierda a su gemela consentida, la que intentaban casar con cualquiera, ya sabe. Una vez que aceptamos que nuestra vida "secundaria" en realidad es la principal y es la importante, hacer vida pública con normalidad, no sólo es práctico, también nos ayuda a ver el mundo como es. Los paseos le sabrán mejor, los vestidos le parecerán más bonitos y disfrutará de los pequeños placeres que ahora le suponen una carga. Porque cuando la noche se cierne, ya no hay nada bonito, ni bueno, ni para disfrutar, tan sólo sangre y justicia.
Y hablando de aquello, iba siendo hora de darle a Abbey "el susto". Todo cazador novato era emboscado en algun callejón, pareciendo que sería un ataque de sobrenaturales, para darle ese susto que debía llevar siempre despierto en el cuerpo. Lo hablaría con Axel. Podrían hacerlo la noche de la Opera, así si ella actuaba en el papel de sorprendida, Abbey caería en la trampa pensando que estaban siendo atacados por vampiros.
Aveline Blackmore- Cazador Clase Alta
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Re: El comienzo [Privado]
Tenía muy claro cual era mi misión y objetivo, seguía las normas como debía y me superaba a cada día que pasaba . Vivía mi día a día como si fuese el último, mi búsqueda seguía siendo mi única prioridad y si había llegado hasta aquí, era cuestión de tiempo conseguir dónde se encontraba a quien buscaba.
Mis orbes azules, se clavaron en aquel folleto. Hacía mucho tiempo que no acudía a un evento como aquel, en realidad, ya ni recordaba cuando fue la última vez que hice algo acorde a mi clase. Tampoco lo echaba de menos, para mí aquella vida...no, aquella vida no era para mí aunque por unos segundos...recordé lo divertido que me resultaba fastidiar a mis hermanas en el teatro, me lo pasaba tan bien que sin querer se me dibujó una breve sonrisa.
-Será un placer oírla, señorita Blackmore -sonreí con sinceridad, leyendo por encima la sipnosis de la obra...claro que tenía un problema, la clase de vestuario en cuestión la había dejado en aquellas cuatro paredes... con mi anterior vida -Los vestidos ya no forman parte de mi vestuario cotidiano... más bien del pasado. No tengo ninguno e ir a comprar uno me resulta demasiado pesado, la mayoría me lo traían mis hermanas. Si dispone de uno, prometo devolverlo en excelentes condiciones -no debí pedírselo pero la verdad, necesitaba también volver en mis pasos, mirar al frente y presentar a la nueva Abbey Appleby.
-Allí estaré. Se lo prometo -suspiré, quizás no fuese sola... se lo pediría a alguien ¿por qué no? Solo era eso, no significaba nada... tampoco quería que se hiciese ideas equivocadas -Gracias por el folleto -me mordí el labio inferior, desviando la mirada hacia las personas que mostraban sus habilidades, el jaleo me empezaba a dar dolores de cabeza -Si me disculpa, me retiro... y de nuevo gracias -con el folleto en la mano, me perdí entre los pasillos... ya era hora de salir a la luz, sin importarme nada más que yo misma.
Mis orbes azules, se clavaron en aquel folleto. Hacía mucho tiempo que no acudía a un evento como aquel, en realidad, ya ni recordaba cuando fue la última vez que hice algo acorde a mi clase. Tampoco lo echaba de menos, para mí aquella vida...no, aquella vida no era para mí aunque por unos segundos...recordé lo divertido que me resultaba fastidiar a mis hermanas en el teatro, me lo pasaba tan bien que sin querer se me dibujó una breve sonrisa.
-Será un placer oírla, señorita Blackmore -sonreí con sinceridad, leyendo por encima la sipnosis de la obra...claro que tenía un problema, la clase de vestuario en cuestión la había dejado en aquellas cuatro paredes... con mi anterior vida -Los vestidos ya no forman parte de mi vestuario cotidiano... más bien del pasado. No tengo ninguno e ir a comprar uno me resulta demasiado pesado, la mayoría me lo traían mis hermanas. Si dispone de uno, prometo devolverlo en excelentes condiciones -no debí pedírselo pero la verdad, necesitaba también volver en mis pasos, mirar al frente y presentar a la nueva Abbey Appleby.
-Allí estaré. Se lo prometo -suspiré, quizás no fuese sola... se lo pediría a alguien ¿por qué no? Solo era eso, no significaba nada... tampoco quería que se hiciese ideas equivocadas -Gracias por el folleto -me mordí el labio inferior, desviando la mirada hacia las personas que mostraban sus habilidades, el jaleo me empezaba a dar dolores de cabeza -Si me disculpa, me retiro... y de nuevo gracias -con el folleto en la mano, me perdí entre los pasillos... ya era hora de salir a la luz, sin importarme nada más que yo misma.
Abbey Appleby- Cazador Clase Alta
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Re: El comienzo [Privado]
— Descuide, le enviaré uno aquí a la Sede, más o menos tenemos la misma talla. Después del concierto iremos a divertirnos un rato, esta vez mi hermano el aguafiestas nos permite un poco de diversión. Nos vemos el viernes, señorita Lynn.
La Parca abandonó la plaza de Tertre y lo mismo fueron haciendo el resto de cazadores conforme se iban acabando los combates y las risas. Los siguientes días pasaron sin pena ni gloria, como siempre, sumidos en aquella extraña rutina de entrenar, cazar y atender una doble vida que a veces podía ser desquiciante. El vestido llegó a la Sede, no se podía decir que La Parca no tuviera estilo. Escogió el amarillo como color porque la señorita Lynn era muy de amarillos, un color potente, singular, atrevido y a la vez elegante, perfecto para una mujer con redaños como ella.
La función estaba repleta, era una nueva obra largamente deseada, pues siempre se estaban escuchando los clásicos en el programa, y los asiduos querían nuevos espectáculos. Lady Blackmore portaba el vestido negro de rigor, todos los músicos iban de negro y las mujeres no eran excepción, pero como siempre, el suyo estaba bordado con cristales, gritando a los cuatros vientos el poderío de la ingelsa.
Mucha gente de la alta sociedad se daba cita en el teatro Garnier, en el hall la esperaban tanto el capitán Blackmore como Stein Ackerman, el marido de Aveline. No es que el alemán fuera muy amante de la música, al contrario que Axel, pero por nada del mundo se perdería la sorpresa de después.
Ocuparon su palco, como siempre, y dio comienzo la función, bajo la atenta mirada de más de dos mil personas, tal era el aforo del edificio.
La Parca abandonó la plaza de Tertre y lo mismo fueron haciendo el resto de cazadores conforme se iban acabando los combates y las risas. Los siguientes días pasaron sin pena ni gloria, como siempre, sumidos en aquella extraña rutina de entrenar, cazar y atender una doble vida que a veces podía ser desquiciante. El vestido llegó a la Sede, no se podía decir que La Parca no tuviera estilo. Escogió el amarillo como color porque la señorita Lynn era muy de amarillos, un color potente, singular, atrevido y a la vez elegante, perfecto para una mujer con redaños como ella.
- vestido:
La función estaba repleta, era una nueva obra largamente deseada, pues siempre se estaban escuchando los clásicos en el programa, y los asiduos querían nuevos espectáculos. Lady Blackmore portaba el vestido negro de rigor, todos los músicos iban de negro y las mujeres no eran excepción, pero como siempre, el suyo estaba bordado con cristales, gritando a los cuatros vientos el poderío de la ingelsa.
- vestido:
Mucha gente de la alta sociedad se daba cita en el teatro Garnier, en el hall la esperaban tanto el capitán Blackmore como Stein Ackerman, el marido de Aveline. No es que el alemán fuera muy amante de la música, al contrario que Axel, pero por nada del mundo se perdería la sorpresa de después.
Ocuparon su palco, como siempre, y dio comienzo la función, bajo la atenta mirada de más de dos mil personas, tal era el aforo del edificio.
Aveline Blackmore- Cazador Clase Alta
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Re: El comienzo [Privado]
Regresé de un paseo por la ciudad, fue tranquilo y renovador. Necesitaba cambiar de aires, estos meses habían sido intensos pero aún quedaba más. Acababa de empezar y por supuesto no iba a rendirme, progresé y no defraudé , eso era lo más importante...creían en mí. Si mi padre me viese ahora, lo imaginaba con las manos en la cabeza...me tacharía de demente y me encerraría en un hospital mental. ¡Una Appleby cazadora de demonios! Cada día que pasaba tenía más claro, que los sucesos ocurridos en la residencia Appleby...tenían que ver con ataques sobrenaturales y el foco de ello, fue aquella tarde-noche con la señorita Bergés.
Me acordé de ella durante unos minutos, no la había vuelto a ver y me hubiese gustado al menos...compartir otra tarde de confidencias, no tenía amigos pero sí enemigos. Al recorrer el pasillo, me informaron de que tenían algo para mí...no recordé el qué hasta que la funda de terciopelo negro me fue entregada junto con una caja. Caí en la cuenta de que aquel debía de ser el vestido y complementos de Lady Blackmore.
Cuidadosamente, lo dejé encima de mi cama. No es que fuese una habitación grande y lujosa...para mí sola perfecta. Un pequeño armario y escritorio, una mesita de noche y un baño. Podía darme el placer de fundirme en un baño de espuma, uno de esos placeres de la vida. Una vez aseada, frente al vestido y complementos...resoplé. Los fantasmas del pasado volvían al recordar como fui una vez, una joven obstinada que no le temía miedo a nada...casi igual que ahora, con la diferencia de que ya dejé de ser una niña...pues desapareció en cuanto salí de aquel lugar de señoritas.
Quedé maravillada ante aquel vestido, era precioso...además de uno de mis colores favoritos. Un gusto exquisito. Tardé más de lo debido en colocarme bien cada botón y peinarme, me recogí el pelo en un semi recogido, sujeto con dos horquillas doradas en el pelo, el cual daban un toque perfecto. Las horquillas fue lo único que me llevé de allí. Y tras ver la hora de comienzo en el folleto, me dispuse a salir evitando que me viesen...las burlas con lo de “parecer una señorita” iba a causar revuelo en la Orden.
No podía negar que echase de menos aquellos brillos, el vuelo de la falda, lo coqueta que me sentía al mirarme de reojo en cualquier cristal de escaparate. Fui andando hasta el lugar indicado, no me importaba que me reconociesen, aunque como siempre...me las ingenié para ocupar mi sitio en el menor tiempo posible. Desde allí, podía verse el escenario por completo, segunda planta al lado izquierdo...compartía balcón con una familia al completo y la agradable señora, me sentó al lado de su hijo soltero al que ignoré por completo. Bajé la mirada disimuladamente a las personas que ocupaban sus sillas, mi familia no parecía estar allí...tampoco esperaba que nadie me abordase, había cambiado pues esa noche sí que podía afirmar que tomé las riendas de mi propia vida.
Me acordé de ella durante unos minutos, no la había vuelto a ver y me hubiese gustado al menos...compartir otra tarde de confidencias, no tenía amigos pero sí enemigos. Al recorrer el pasillo, me informaron de que tenían algo para mí...no recordé el qué hasta que la funda de terciopelo negro me fue entregada junto con una caja. Caí en la cuenta de que aquel debía de ser el vestido y complementos de Lady Blackmore.
Cuidadosamente, lo dejé encima de mi cama. No es que fuese una habitación grande y lujosa...para mí sola perfecta. Un pequeño armario y escritorio, una mesita de noche y un baño. Podía darme el placer de fundirme en un baño de espuma, uno de esos placeres de la vida. Una vez aseada, frente al vestido y complementos...resoplé. Los fantasmas del pasado volvían al recordar como fui una vez, una joven obstinada que no le temía miedo a nada...casi igual que ahora, con la diferencia de que ya dejé de ser una niña...pues desapareció en cuanto salí de aquel lugar de señoritas.
Quedé maravillada ante aquel vestido, era precioso...además de uno de mis colores favoritos. Un gusto exquisito. Tardé más de lo debido en colocarme bien cada botón y peinarme, me recogí el pelo en un semi recogido, sujeto con dos horquillas doradas en el pelo, el cual daban un toque perfecto. Las horquillas fue lo único que me llevé de allí. Y tras ver la hora de comienzo en el folleto, me dispuse a salir evitando que me viesen...las burlas con lo de “parecer una señorita” iba a causar revuelo en la Orden.
No podía negar que echase de menos aquellos brillos, el vuelo de la falda, lo coqueta que me sentía al mirarme de reojo en cualquier cristal de escaparate. Fui andando hasta el lugar indicado, no me importaba que me reconociesen, aunque como siempre...me las ingenié para ocupar mi sitio en el menor tiempo posible. Desde allí, podía verse el escenario por completo, segunda planta al lado izquierdo...compartía balcón con una familia al completo y la agradable señora, me sentó al lado de su hijo soltero al que ignoré por completo. Bajé la mirada disimuladamente a las personas que ocupaban sus sillas, mi familia no parecía estar allí...tampoco esperaba que nadie me abordase, había cambiado pues esa noche sí que podía afirmar que tomé las riendas de mi propia vida.
Abbey Appleby- Cazador Clase Alta
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Re: El comienzo [Privado]
Así que una nueva cazadora. Llegaban nuevos todos los meses, pero hasta que Stein no se casó con Aveline, no empezó a darse cuenta de lo complicada que podía ser la Orden desde dentro. Tampoco es que le importara demasiado la Orden y Faith lo sabía, pero sí le importaba ella, y ella era, en parte, la Orden de Hellsing. No solía meterse en asuntos de cazadores más allá de lo que la Logia o su propio aburrimiento le dictaban, pero cuando Faith le propuso participar en "el susto", su sempiterna sonrisa burlona lo dijo todo. Claro que se apuntaba.
Pero lo primero era la fachada. Había que fingir normalidad en la ópera, y eso de fingir ante la gente se le daba de miedo. No por nada era uno de los mentalistas más brillantes de París. Su trabajo consistía en interpretar la mente de las personas, en descubrir sus secretos más oscuros para después poder manipularlas a su favor. Sí, no se podía decir que fuera loable, pero era útil cuando te movías en una sociedad donde si no eras un tiburón, eras el pez más pequeño del océano. Vio a la señorita Appleby llegar con Aveline, tan bella como siempre. Faith me había contado que aquella novata no era como otros, debía venir de una casa noble y había roto con todo por alguna razón. Con sólo un vistazo a su mente podía descubrir por qué, pero Ave me había pedido que no lo hiciera... más bien convencido para ello. Tenía unas maneras muy efectivas para hacer que le prometiera cosas, y todo dentro de la alcoba.
Stein iba elegante, como siempre, con un traje impecable y el pelo algo revuelto, pero de una manera que no se viera desaliñado, sino informal, dando un toque rebelde a todos los repeinados del público que lucían la gomina como si se la echaran por toneladas. Dio un casto beso en el dorso de la mano de Lynn, como Faith le había dicho que se hacía llamar y el protocolo dictaba, y un beso en los labios a su esposa. Quizás no tan casto como la situación requería, pero conteniéndose. Sonrió de lado y se presentó:
- Buenas noches señorita, soy Stein Ackerman, el marido de la mejor arpista de la obra, aquí presente. Espero que disfrute del espectáculo de esta noche con nosotros.
Lo que la cazadora no sabía era que el verdadero espectáculo iba a comenzar después de la función. Vieron la obra y se quedaron esperando a que la mayoría del público saliera para no internarse en la marabunta. Pero Stein se disculpó un momento, alegando que había alguien a quien debía saludar e internándose entre el gentío. A Stein no le entusiasmaba la ópera especialmente, la única música que le gustaba salía de su voz o su guitarra, o de la boca de Aveline, pero tanta parafernalia le aburría. En cambio, las bromas le entusiasmaban, sobre todo si se incluían sustos de por medio. Había quedado con dos cazadores un callejón cercano. Rex Braco y Kyle Reeves, pareja inseparable de cazadores y casi como hermanos, se habían prestado voluntarios para ser los sujetos de lo que Stein estaba maquinando.
No tenían por qué fiarse del brujo, ya que su reputación le precedía, pero era hermano de La Muerte Negra y marido de La Parca, eso decía lo suficiente a su favor. Se encontraron como habían acordado y Stein obró su magia mental. El truco consistía en que cuando salieran, Lynn viera a los cazadores con los rasgos de dos vampiros. Sólos ería una ilusión en su mente, pero para ella los cazadores tendrían otra cara y colmillos letales, adornados, por dos ojos rojo escarlata que le pondrían los pelos de punta. Realizado el conjuro, Stein se escondió en una azotea para ver el espectáculo y los cazadores embrujados se agazaparon, esperando para salir a la señal de Aveline.
Pero lo primero era la fachada. Había que fingir normalidad en la ópera, y eso de fingir ante la gente se le daba de miedo. No por nada era uno de los mentalistas más brillantes de París. Su trabajo consistía en interpretar la mente de las personas, en descubrir sus secretos más oscuros para después poder manipularlas a su favor. Sí, no se podía decir que fuera loable, pero era útil cuando te movías en una sociedad donde si no eras un tiburón, eras el pez más pequeño del océano. Vio a la señorita Appleby llegar con Aveline, tan bella como siempre. Faith me había contado que aquella novata no era como otros, debía venir de una casa noble y había roto con todo por alguna razón. Con sólo un vistazo a su mente podía descubrir por qué, pero Ave me había pedido que no lo hiciera... más bien convencido para ello. Tenía unas maneras muy efectivas para hacer que le prometiera cosas, y todo dentro de la alcoba.
Stein iba elegante, como siempre, con un traje impecable y el pelo algo revuelto, pero de una manera que no se viera desaliñado, sino informal, dando un toque rebelde a todos los repeinados del público que lucían la gomina como si se la echaran por toneladas. Dio un casto beso en el dorso de la mano de Lynn, como Faith le había dicho que se hacía llamar y el protocolo dictaba, y un beso en los labios a su esposa. Quizás no tan casto como la situación requería, pero conteniéndose. Sonrió de lado y se presentó:
- Buenas noches señorita, soy Stein Ackerman, el marido de la mejor arpista de la obra, aquí presente. Espero que disfrute del espectáculo de esta noche con nosotros.
Lo que la cazadora no sabía era que el verdadero espectáculo iba a comenzar después de la función. Vieron la obra y se quedaron esperando a que la mayoría del público saliera para no internarse en la marabunta. Pero Stein se disculpó un momento, alegando que había alguien a quien debía saludar e internándose entre el gentío. A Stein no le entusiasmaba la ópera especialmente, la única música que le gustaba salía de su voz o su guitarra, o de la boca de Aveline, pero tanta parafernalia le aburría. En cambio, las bromas le entusiasmaban, sobre todo si se incluían sustos de por medio. Había quedado con dos cazadores un callejón cercano. Rex Braco y Kyle Reeves, pareja inseparable de cazadores y casi como hermanos, se habían prestado voluntarios para ser los sujetos de lo que Stein estaba maquinando.
No tenían por qué fiarse del brujo, ya que su reputación le precedía, pero era hermano de La Muerte Negra y marido de La Parca, eso decía lo suficiente a su favor. Se encontraron como habían acordado y Stein obró su magia mental. El truco consistía en que cuando salieran, Lynn viera a los cazadores con los rasgos de dos vampiros. Sólos ería una ilusión en su mente, pero para ella los cazadores tendrían otra cara y colmillos letales, adornados, por dos ojos rojo escarlata que le pondrían los pelos de punta. Realizado el conjuro, Stein se escondió en una azotea para ver el espectáculo y los cazadores embrujados se agazaparon, esperando para salir a la señal de Aveline.
Stein Ackerman- Hechicero Clase Media
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Re: El comienzo [Privado]
Los cazadores se escondieron en los callejones traseros de la Opera Garnier, a donde se dirigían Aveline y Abbey charlando sobre la obra y sobre la gente que estaba esa noche presenciando el espectáculo. Ambas portaban sus preciosos e incómodos vestidos de gala, nada apropiados para una lucha o cacería, peinadas con esmero y sencillamente con aspecto de damas desvalidas de la alta sociedad.
La inglesa le dijo que podrían tomar unas copas en un lugar menos pomposo y lleno de snobs, por eso caminaron hacia el suburbio. Fue al girar cuando se encontraron de frente con dos figuras oscuras. Faith ya sabía quiénes eran y qué es lo que oba a suceder allí, así que se detuvo en seco frunciendo el ceño y deteniendo a Abbey con un susurro.
— en guardia...nunca se sabe lo que acecha en los callejones.— echó mano de la daga de su muslo, siempre la llevaba cuando portaba vestidos y enaguas.
Los cazadores se acercaron a ellas con rapidez, en un claro ataque frontal. Faith los veía como era, Rex y Kyle, pero Abbey los contemplaba como si fueran monstruos de ojos rojo, colmillos afilados y porte oscuro, gracias a la habilidad de Stein, que si no calculaba mal, estaría en la azotea observando. Trató de reprimir la sonrisa y la cambió por una de las suyas, depredadora y sobrada.
— Así que queréis bailar...pues bailemos.— Se enzarzó contra Rex, que tenía más tamaño, asestándole patadas y puñetazos como solía hacer en los entrenamoentos, pero sin darle en puntos vitales, ya que el grandullón era lento pero muy fuerte. A Rex le tenía que agradecer el par de litro de sangre que salvaron la vida de Stein, y le tenía mucho cariño por ello. Kyle sin embargo era sigiloso y rápido, y acechó a Abbey con pericia. El intercambio de patadas, bloqueos, ataques y defensas, fue rápido y sin más conversación. Pero de pronto salieron tres figuras más de un callejón y Faith frunció el ceño. ¿Más cazadores? no habían quedado en que sólo 2? ¿Qué narices había hecho Stein? igual quería cazarla a ella también en una broma.
Las otras figuras se lanzaron al ataque contra ellos y otros tres más les cerraron el paso por el principio del callejón. Aveline dejó de pelear con Rex y éste la miró encogiéndose de hombros. ¿Qué era aquello?. Una de las criaturas le asestó un zarpazo a Rex haciéndolo sangrar y otro a Faith la intentó acuhillar en serio, con lo cual cayó en la cuenta de que estaban siendo atacados de verdad.
— Replegáos!! Lynn estos dos son de los nuestros, los otros no!!!.— su voz apenas tuvo tiempo de surcar el aire mientras recibía el ataque de una de las seis criaturas, que encajó porque estaba tirando del brazo de la rubia para que se quedase espalda con espalda con ella y los otros dos cazadores, eso ya iba en serio.
La inglesa le dijo que podrían tomar unas copas en un lugar menos pomposo y lleno de snobs, por eso caminaron hacia el suburbio. Fue al girar cuando se encontraron de frente con dos figuras oscuras. Faith ya sabía quiénes eran y qué es lo que oba a suceder allí, así que se detuvo en seco frunciendo el ceño y deteniendo a Abbey con un susurro.
— en guardia...nunca se sabe lo que acecha en los callejones.— echó mano de la daga de su muslo, siempre la llevaba cuando portaba vestidos y enaguas.
Los cazadores se acercaron a ellas con rapidez, en un claro ataque frontal. Faith los veía como era, Rex y Kyle, pero Abbey los contemplaba como si fueran monstruos de ojos rojo, colmillos afilados y porte oscuro, gracias a la habilidad de Stein, que si no calculaba mal, estaría en la azotea observando. Trató de reprimir la sonrisa y la cambió por una de las suyas, depredadora y sobrada.
— Así que queréis bailar...pues bailemos.— Se enzarzó contra Rex, que tenía más tamaño, asestándole patadas y puñetazos como solía hacer en los entrenamoentos, pero sin darle en puntos vitales, ya que el grandullón era lento pero muy fuerte. A Rex le tenía que agradecer el par de litro de sangre que salvaron la vida de Stein, y le tenía mucho cariño por ello. Kyle sin embargo era sigiloso y rápido, y acechó a Abbey con pericia. El intercambio de patadas, bloqueos, ataques y defensas, fue rápido y sin más conversación. Pero de pronto salieron tres figuras más de un callejón y Faith frunció el ceño. ¿Más cazadores? no habían quedado en que sólo 2? ¿Qué narices había hecho Stein? igual quería cazarla a ella también en una broma.
Las otras figuras se lanzaron al ataque contra ellos y otros tres más les cerraron el paso por el principio del callejón. Aveline dejó de pelear con Rex y éste la miró encogiéndose de hombros. ¿Qué era aquello?. Una de las criaturas le asestó un zarpazo a Rex haciéndolo sangrar y otro a Faith la intentó acuhillar en serio, con lo cual cayó en la cuenta de que estaban siendo atacados de verdad.
— Replegáos!! Lynn estos dos son de los nuestros, los otros no!!!.— su voz apenas tuvo tiempo de surcar el aire mientras recibía el ataque de una de las seis criaturas, que encajó porque estaba tirando del brazo de la rubia para que se quedase espalda con espalda con ella y los otros dos cazadores, eso ya iba en serio.
Aveline Blackmore- Cazador Clase Alta
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Re: El comienzo [Privado]
La actuación había sido impecable, si bien oí que la señora Blackmore era una excelente arpinista, los comentarios se quedaban en nada con tan solo verla actuar. Tras conversar de forma breve con su marido , me dejó impresionada y se lo hice saber mientras ambas paseábamos por las calles de París. Me agradó volver a ser por unas horas, aquella señorita que fui, esos vestidos que ahora ondeaban juntos. El señor Ackerman no parecía acompañarnos y eso, me resultó extraño.
Fruncí el ceño ante sus palabras , ¿ataque? No llevaba el vestuario adecuado precisamente, así que mi primera reacción fue tomar el vestido por el borde del encaje y hacer un nudo a un lado, piernas libres. Dos , eran dos vampiros que se acercaban sin contemplaciones...llamándonos a gritos. Hacía mucho no bailaba y menos de esa forma, sonreí asintiendo con la cabeza...íbamos a bailar juntas, del mismo modo pero por separado.
Bajo el cinturón de seda, mi daga me esperaba dispuesta a todo. Recibí a mi acompañante de baile con varios golpes en el rostro y pecho, apartándole de mí lo suficiente para sacar el arma y enseñarla. No se daba por vencido , quería más e iba a dárselo. Pude esquivar varios golpes, un puñetazo me hizo soltar un bufido, me había dado y bien, pude sentir el pinchazo de una de mis costillas, romperse. No importó, seguí en pie. No estaban solos...más nos acechaban...querían de botín nuestros cuerpos inertes, gusto que no iba a darles.
No entendía nada, ¿cómo que no eran criaturas? si... miré a ambos, vampiros...no había duda a no ser que me estuviesen engañando. Una de las criaturas, aprovechó mi despiste para golpearme en el rostro, di un par de pasos hacia atrás. Mis ojos azules se clavaron en ésta quien tras un grito, volvió hacia mí dispuesta a todo. No le dejé avanzar, corrí hacia mi contrincante y asesté varios golpes en su estómago, una patada en el rostro y una sonrisa que le dediqué cuando el filo de mi daga se hundió en su corazón, me ensañé...hasta asegurarme que estaba muerta.
Corrí hacia mi compañera, deteniendo a uno de ellos que iba a atacar por la espalda. Una patada por lo bajo y le dejé caer, ahora su presa...era yo. Se lanzó de un salto, caímos al suelo y tras un forcejeo me tomo del cuello con una de sus zarpas, era fuerte y mis brazos luchaban para apartarlo de mí, no desistí hasta que una de mis piernas le apartó por el peco, haciendo presión con uno de mis pies. Me brotaba sangre de los labios, el vestido manchado de carmesí... allí íbamos a todo y nada.
Fruncí el ceño ante sus palabras , ¿ataque? No llevaba el vestuario adecuado precisamente, así que mi primera reacción fue tomar el vestido por el borde del encaje y hacer un nudo a un lado, piernas libres. Dos , eran dos vampiros que se acercaban sin contemplaciones...llamándonos a gritos. Hacía mucho no bailaba y menos de esa forma, sonreí asintiendo con la cabeza...íbamos a bailar juntas, del mismo modo pero por separado.
Bajo el cinturón de seda, mi daga me esperaba dispuesta a todo. Recibí a mi acompañante de baile con varios golpes en el rostro y pecho, apartándole de mí lo suficiente para sacar el arma y enseñarla. No se daba por vencido , quería más e iba a dárselo. Pude esquivar varios golpes, un puñetazo me hizo soltar un bufido, me había dado y bien, pude sentir el pinchazo de una de mis costillas, romperse. No importó, seguí en pie. No estaban solos...más nos acechaban...querían de botín nuestros cuerpos inertes, gusto que no iba a darles.
No entendía nada, ¿cómo que no eran criaturas? si... miré a ambos, vampiros...no había duda a no ser que me estuviesen engañando. Una de las criaturas, aprovechó mi despiste para golpearme en el rostro, di un par de pasos hacia atrás. Mis ojos azules se clavaron en ésta quien tras un grito, volvió hacia mí dispuesta a todo. No le dejé avanzar, corrí hacia mi contrincante y asesté varios golpes en su estómago, una patada en el rostro y una sonrisa que le dediqué cuando el filo de mi daga se hundió en su corazón, me ensañé...hasta asegurarme que estaba muerta.
Corrí hacia mi compañera, deteniendo a uno de ellos que iba a atacar por la espalda. Una patada por lo bajo y le dejé caer, ahora su presa...era yo. Se lanzó de un salto, caímos al suelo y tras un forcejeo me tomo del cuello con una de sus zarpas, era fuerte y mis brazos luchaban para apartarlo de mí, no desistí hasta que una de mis piernas le apartó por el peco, haciendo presión con uno de mis pies. Me brotaba sangre de los labios, el vestido manchado de carmesí... allí íbamos a todo y nada.
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Re: El comienzo [Privado]
La broma empezó como debía, Rex y Kyle se abalanzaron sobre ellas, pero desde la azotea Stein se aseguraba de que sólo entrenaban, viéndose cómo apuntaban a puntos del cuerpod e sus contrincantes que no eran para nada mortales. Se entretuvo mirando a Aveline mientras se mordía el labio. Era grandiosa cuando peleaba, haciéndose obvio en cada uno de sus movimientos por qué le llamaban como a la princesa de la Muerte. La Parca. Braco estaba recibiendo pero a base de bien, y la señorita Appleby no se quedaba atrás con el Halcón Reeves.
Pero entonces, las tornas cambiaron en cuestión de segundos. Aparecieron tres figuras más y se unieron a la refriega, cosa que a Stein le extrañó sobremanera. ¿Tres más? ¿No tendrían que haberle avisado de eso? Pero entonces realizó un barrido mental y ahí estaba: No podía controlarlos. Eran vampiros. "¡Mierda!" Stein echó a correr escaleras abajo, no le faltaba agilidad en absoluto y llegó al suelo en cuestión de segundos. Resollando echó a correr hacia los cazadores y sin pensarlo, se abalanzó sobre el vampiro que acechaba a Abbey, rodando con él por el suelo y quedándose sobre su cuerpo. Los puñetazos volaron, a Stein le cayeron un par, unos cuantos más a la criatura, que trastabillando intentó apartarse del brujo, pero ya estaba preparado.
No podía hacerles frente con su poder mental, pero sí con el de los elementos. Conjuró una bola de fuego con voz grave y se la lanzó al desprevenido vampiro, que empezó a arder bajo un chillido de agonía constante. Stein se giró hacia los demás, jadeando mientras gritaba:
- ¡Acabad ya o vendrán más! - se sujetó las costillas, una patada había volado hasta ellas y sospechaba tener un par rotas.
Stein se colocó tras Ave con dos bolas más de fuego en las manos para cubrirle las espaldas. Si venían muchos más, lo iban a tener complicado.
Pero entonces, las tornas cambiaron en cuestión de segundos. Aparecieron tres figuras más y se unieron a la refriega, cosa que a Stein le extrañó sobremanera. ¿Tres más? ¿No tendrían que haberle avisado de eso? Pero entonces realizó un barrido mental y ahí estaba: No podía controlarlos. Eran vampiros. "¡Mierda!" Stein echó a correr escaleras abajo, no le faltaba agilidad en absoluto y llegó al suelo en cuestión de segundos. Resollando echó a correr hacia los cazadores y sin pensarlo, se abalanzó sobre el vampiro que acechaba a Abbey, rodando con él por el suelo y quedándose sobre su cuerpo. Los puñetazos volaron, a Stein le cayeron un par, unos cuantos más a la criatura, que trastabillando intentó apartarse del brujo, pero ya estaba preparado.
No podía hacerles frente con su poder mental, pero sí con el de los elementos. Conjuró una bola de fuego con voz grave y se la lanzó al desprevenido vampiro, que empezó a arder bajo un chillido de agonía constante. Stein se giró hacia los demás, jadeando mientras gritaba:
- ¡Acabad ya o vendrán más! - se sujetó las costillas, una patada había volado hasta ellas y sospechaba tener un par rotas.
Stein se colocó tras Ave con dos bolas más de fuego en las manos para cubrirle las espaldas. Si venían muchos más, lo iban a tener complicado.
Stein Ackerman- Hechicero Clase Media
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Re: El comienzo [Privado]
Iba a recibir un ataque por la espalda pero Abbey se lo quitó de encima, con la consecuencia de caer al suelo y tener que pelear en posición de desventaja. Escuchó el aviso de Stein y redobló sus fuerzas para entrar en modo La Parca. Se hizo con el cuchillo que blandía uno de ellos y con las dos armas en las manos comenzó la danza de la muerte, girando y moviéndose como una bailarina ejecutando sus piezas, precisa, rápida y letal. Un tajo, otro puñetazo, uno de los cuchillos hundidos en el corazón de la criatura... y así, con la ayuda de la enorme potencia de Rex y la velocidad de Kyle, acabaron con la mayoría. Fue éste último el que levantó a Abbey del codo, aunque ella aún lo veía como un monstruo. Pero claro, esos dos habían luchado a su lado, debía ser muy confuso para ella.
Cuando acabaron con los que se les habían venido encima, echaron a correr para salir del callejón, ya no quedaba nada del peinado y el atuendo elegante de ambas mujeres, salpicadas de sangre y despeinadas. Stein aún conservaba el traje bastante limpio y los otros dos cazadores fueron regresando a sus formas originales ante los ojos de la rubia.
— Joder!! este ha sido un susto al novato de lo más real.— bromeó Kyle. Pararon un coche grande y se metieron todos dentro, rumbo a la Sede.
— Señorita Lynn, esto era otra prueba, un susto que se le da a los novatos para que crena que es un combate real y ver cómo reaccionan... pero en verdad se ha convertido en uno de verdad. Menudo infierno.— Aveline miró a los dos cazadores y esgrimió una sonrisa malévola.— con el hechizo de Stein estabais más guapos, así sois la mar de ordinarios.
Ellos estallaron en falsas quejas riéndose y aprovechando el comentario para hacerse bromas entre ellos. Habían estado a punto de tener un buen problema, pero lo habían hecho muy bien y así es como funcionaba aquello.
— Bien hecho señorita Lynn, seguramente tenga algo roto, su primera marca de guerra. Aurelius se lo curará. Ya ve, en nuestro mundo no se puede ir tranquilo ni a la Opera...ni fiarse de nadie... pero puede sentirse muy orgullosa de lo que ha hecho, se ha cargado a dos y me ha salvado el pellejo. Así es como funciona, así es lo que hacemos. Peleamos juntos y nos marchamos juntos.
Cuando acabaron con los que se les habían venido encima, echaron a correr para salir del callejón, ya no quedaba nada del peinado y el atuendo elegante de ambas mujeres, salpicadas de sangre y despeinadas. Stein aún conservaba el traje bastante limpio y los otros dos cazadores fueron regresando a sus formas originales ante los ojos de la rubia.
— Joder!! este ha sido un susto al novato de lo más real.— bromeó Kyle. Pararon un coche grande y se metieron todos dentro, rumbo a la Sede.
— Señorita Lynn, esto era otra prueba, un susto que se le da a los novatos para que crena que es un combate real y ver cómo reaccionan... pero en verdad se ha convertido en uno de verdad. Menudo infierno.— Aveline miró a los dos cazadores y esgrimió una sonrisa malévola.— con el hechizo de Stein estabais más guapos, así sois la mar de ordinarios.
Ellos estallaron en falsas quejas riéndose y aprovechando el comentario para hacerse bromas entre ellos. Habían estado a punto de tener un buen problema, pero lo habían hecho muy bien y así es como funcionaba aquello.
— Bien hecho señorita Lynn, seguramente tenga algo roto, su primera marca de guerra. Aurelius se lo curará. Ya ve, en nuestro mundo no se puede ir tranquilo ni a la Opera...ni fiarse de nadie... pero puede sentirse muy orgullosa de lo que ha hecho, se ha cargado a dos y me ha salvado el pellejo. Así es como funciona, así es lo que hacemos. Peleamos juntos y nos marchamos juntos.
Aveline Blackmore- Cazador Clase Alta
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Fecha de inscripción : 07/01/2017
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