El comienzo de todo [Privado]

por **Djordje1** Dom Mar 31, 2013 11:42 pm

El día había llegado, finalmente es esta noche, nunca pensé que el tiempo iba a volara tan rápido, no me lo esperé ¿Por qué yo? ¿Por qué yo fui elegido para esto? No entiendo, preguntas, preguntas y más preguntas se encuentran en mi cabeza, sin respuesta alguna. Nunca he comprendido -O es que no quiero hacerlo- Porque yo fui "condenado" a casarme con una mujer que solo la he visto tres veces en mi vida, tres veces, y ahora pediré formalmente su mano, para casarme dentro de dos semanas, es injusto, muy injusto de un hombre que no la ama, de seguro ella esta enamorada de alguien más, bien, déjenme libre, y a ella también para que ambos fuéramos felices con las personas correctas, nunca me agrado este matrimonio, fue arreglado, desde que tuvo un año, y ella un par de meses de nacida, ambos fuimos marcados por el destino, un destino que se volverá infierno o tal vez no pero ¿Cómo actuar con ella? Si no se nada de su vida, nada ni ella de mi vida, este matrimonio de seguro sera un fracaso, estoy seguro.

En este momento, me encuentro en un hostal en la ciudad de parís, necesito encontrar una casa para mi familia, que solo era mi madre, y mi hermana pequeña de quince años de edad. Mi señor padre había muerto en altamar, pero antes de irse me hizo jurar que cumpliera lo que prometido, sin pensarlo lo hice pero nunca pensé que consistía en casarme con la hija del otro capitán de unos de los barcos más "poderoso" por decirlo de ese modo, era un pirata, había tenido una mujer, que esa mujer se volvería mi esposa en dos semanas, dos malditas semanas.-Hijo, el carruaje nos esta esperando para llevarnos al evento.- Mi madre, la mujer más importante para mi, se acerco a mi para hacerme la corbata, nunca he aprendido hacerme una, no me gustan, pero las uso en días especiales, como este.-De acuerdo madre, me estaba alistando, sabes que Verónica me hizo jugar con ella.- Así se llamaba mi hermana de quince años, alce mi mano diestra y la posee en la mejilla de mi madre.- La cumpliré, fue la ultima voluntad de mi padre, cueste lo que cueste lo haré.- Una sonrisa delicada fue que le dedique a mi madre, agache un poco mi rostro y le di un pequeño beso en su frente.- Listo Djordje, así vestido de ese modo, te pareces tanto a tu padre.- Siempre me comparaba con él, me sentía orgulloso asentí levemente y pase a su lado.- Vamonos .-Fue lo dije, para sentir que mi madre tomaba mi brazo para ir a ese carruaje que me llevaba a mi destino.

Al salir de hostal, miré como nos abrían la puerta, primero deje que subirá mi madre, después mi hermana y por ultimo yo, indique al chófer donde iba hacer el evento y solamente él asintió, sintiendo como el carruaje se movía, al recorrer las calles de parís pude conocerlas nuevamente, no recordaba mucho, al estar pequeño nos fuimos a España pero ahora al volver por mi casamiento, volverá mis recuerdos de la niñez. Tardamos como unos treinta minutos en llegar al puerto, donde se iba celebrar mi matrimonio, pero no de un barco de aquí si no un poco más alejado, retirado, porque al ser piratas tenemos que escondernos, aunque escondíamos nuestros barcos como "barcos de carga" Al llegar, mire que nos abrió la puerta, salí yo primero, después ayude a mi hermana a salir, y por ultimo a mi señora madre, le di la paga al chófer y comencé a caminar por la tierra, las dos mujeres se engancharon a mis brazos, y levantando su vestido para que no se estropearan.

Al caminar, miré a una joven pasar, era hermosa, se me hacia familiar pero a mi cerebro no llegaba ningún recuerdo de ella, era tan hermosa que por un momento me quede observándola, hasta que recibía un codazo por parte de Verónica, y retome el camino hacia el barco, alguien había llamado mi atención por primera vez, pero es una desgracia que me tenia que casar con una mujer que de seguro nunca me iba agradar. De repente, escuche una queja, voltee un poco, para mirar que la mujer que había visto se había tropezar, claro con ese vestido.- Perdone, ustedes vayan debo de ayudar.- Sin dar tiempo a que me dijeran algo, fui hasta donde estaba la joven, me acerque a ella, extendí mi mano.-Disculpe, se encuentra bien.- Hable, fuerte y claro, ella volteo a verme, su rostro, un ángel para mi, ella lo pensó, varias veces antes de darme la mano, sonríe un poco.- ¿Esta bien?.- Apreté un poco aquella mano y de un jalón la acerque a mi cuerpo, ella en modo de defensa puso sus manos mi pecho.- Perdone....-La solté mirándola solamente.

por **Nicole Rosenberg** Sáb Abr 06, 2013 1:50 am

Un vestido elegante con el cual le costaba caminar, respirar, moverse y hacer cualquier cosa de persona normal; en eso estaba metida.
¿Quién la había puesto ahí? Sus padres obviamente, ellos habían sido los de la brillante idea de comprometerla incluso a pesar de que ella detestaba esa idea con todo su ser pero como iba a poder defenderse si apenas era una bebé a la que le eligieron el destino.
Todo debía ser por el bien de sus padres claro, nada podía hacerse. ¿Por qué había tenido que nacer chica? De ser hombre esa clase de tonterías como matrimonios por conveniencia no tendrían por que ser aceptados, pero no lo era, y por esa razón debía aceptar su destino por mucho que deseara rebanarse la garganta con algún cuchillo de alguien de la tripulación.
Nicole había pensado incluso como eliminar a quien sería su futuro marido, desafortunadamente para sus planes debía esperar después de la boda y dar algo de tiempo para que todo el asunto fuera creíble y entonces todos la compadecieran… a la pobre viuda.

A pesar del aspecto frágil y angelical que las ropas como las que usaba en ese momento le hacían lucir, la joven pirata era todo menos frágil y delicada. Era tan valiente, astuta y buena en combate como cualquiera de la tripulación que llevaba el capitán Rosenberg, su padre.
De haber podido llevaría en aquellos momentos un pantalón cómodo y algunas armas, pero no, debía lucir linda y delicada para que su futuro marido y su familia la vieran.
Tampoco era como que ella creía que a él le interesara como se vería ella, después de todo él también era un capitán pirata.
- Nicole, quita esa cara que luces horrible -
La joven dirigió la mirada a su madre sin mostrar la mínima intención de cambiar el aspecto de su cara para después volver a observar el paisaje mientras el carruaje se movía en dirección al puerto, lugar donde se llevaría a cabo el inicio de su infierno..
- Te hablan Nicole, obedece -
La voz del capitán Rosenberg era fuerte y demandante, como no serlo si era la voz que guiaba a los hombres que conformaban la tripulación. Al final de todo ella no era más que un miembro de aquella embarcación por eso, acataba cada orden que se le indicaba.
- Esta bien -
Respondió al momento que sonreía, intentando lucir lo más natural posible.

El carruaje se detuvo bruscamente y después de que descendieron emprendieron el camino al lugar donde se encontraban ocultos los barcos. Hacerlos pasar por barcos de carga funcionaba a la perfección pero aún así los mantenían alejados para no levantar sospechas.
Sus padres se alejaron con paso veloz porque querían estar a tiempo, dejando a Nicole detrás, con aquel vestido caminar le costaba.
Maldijo como toda una pirata y jaloneo un poco de su apresante vestimenta cuando observo a un joven que llamo su atención. En esos momentos dio un paso pero todo aquello que llevaba y la distracción momentánea hizo que el pie se le doblara, al no poderse mover como deseaba con semejante vestimenta fue a parar al suelo.
- Perfecto -
Dijo mientras estaba sentada en el piso, sin saber como lograría levantarse; hasta que una voz llegó a sus oídos y al mirar de quien se trataba descubrió al apuesto joven que antes le había llamado la atención.
Estiro su mano para recibir la ayuda que le era ofrecida; tan rápido como ambas manos tuvieron contacto fue levantada.
- Sí, estoy bien… pero podría estar mejor -
Su mirada se perdió en la ajena, de tal manera que hasta que el no se disculpo no se percato de que sus cuerpos estaba muy cerca el uno del otro, provocando un sonrojo que nunca antes había tenido.
- No, descuide. Ha sido usted muy amable en ayudarme -
La mano que antes la sujetaba ya no lo hacía más, pero ni sabiendo eso se separo de él. Su corazón latía acelerado ante la cercanía y de manera decidida tomo la mano del joven entre la suya de nuevo.
- ¿Cómo podré pagar tu amabilidad? -
Maldito el día en que le habían quitado la posibilidad de elegir un hombre como aquel para casarse.

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