El comienzo [Privado]

Recuerdo del primer mensaje :

¿Quién dijo que era el fin?






Desde que abandoné la residencia Appleby, mi vida había dado un giro considerable. Los lujos y mi apellido Appleby, se quedó encerrado con la antigua Abbey, la que acataba órdenes y obligaciones. No era de esta época, siempre lo sentí así. Alguien que pensase con mi misma libertad era inusual y un escándalo...aún no encontré a nadie que pensase de la misma manera. La vida, se me iba apagando entre esas cuatro paredes y el ilusionarme...me llevó a creer y esperar algo de alguien que no salió bien. Era imposible porque él siempre utilizó esa palabra...en vez de luchar.

Para mí el amor, carecía de sentido. El hecho de oír hacia mi persona “serías la última mujer sobre la faz de la tierra”, aquello...fue el detonante para que cogiese las riendas de mi vida, ser yo misma y labrar mi propio futuro, seguir mi camino. Ya no había vuelta atrás, el hecho de haber tenido las mejores experiencias de mi vida con Astrid y Lazarus, me llevaron a decidir convertirme en algo que aún no era. Los seres sobrenaturales eran la única razón por la que mi compañero de juegos no se encontrase a mi lado ni antes de ser cómo fui ni ahora... mi carácter se volvió más sombrío y frío, distante.. más nunca perdí esa candidez que aún sentía en mi inútil corazón.

No me faltaba valor y coraje, los necesitaría para mi misión. Quería convertirme en alguien tan fuerte y valiente como esa joven que sin pestañear se deshizo del vampiro y tan sabio como Lazarus a la hora de mirar a los ojos a la misma muerte. Nunca me pude sentir más arropada y protegida que aquel hombre en la que en mi soledad, encontré aquel día cuando caminaba por el silencioso cementerio.

La orden se fue haciendo más conocida cuando fue dirigida por aquel hombre que de mis tierras natales llegó a Paris, liderándola. Sabía que no iba a ser un camino de rosas, sería duro y estaba dispuesta no solo a intentarlo si no a conseguirlo. Cuando algo me proponía siempre lo conseguía y esta vez, así sería. Estaba segura que necesitaba ese soplo de aire fresco, metas y objetivos...convertirme en una persona fuerte no solo físicamente si no también mentalmente.

Acudí a la dirección indicada tras un par de noches visitar ciertos locales frecuentados por cazadores. Mi atuendo no era el de lujosos vestidos, ahora vestía siempre de colores oscuros , sentir que pasaba desapercibida era una sensación muy distinta a ser el centro de atención pues en mi caso... siempre quise que eso sucediera, ser invisible para el mundo y me dejasen vivir en paz, hacer lo que realmente me llenase y no acudir a bailes absurdos para buscar maridos.

Me ocultaba tras una capucha oscura, mi cabello dorado me delataba demasiado, conseguí dar con la puerta que me abriría un mundo de posibilidades muy distintos a todos los que conocía. Llamé un par de veces y me dieron paso.

-Buenas tardes , me gustaría reunirme con el señor Blackmore. -no titubee, mi mirada segura de mí misma, esperaba me echasen a patadas pero si eso ocurría, volvería a llamar...una y otra vez, porque sabía que en ese instante ese era mi sitio.

Los objetivos habían sido neutralizados, entre todos arrastraron fuera a los alfa, la hembra en concreto estaba aun medio despierta, con los que una de las gemelas la mandó a hablar con morfeo inyectándole otro dardo. Abbey había hecho un soberbio trabajo al conseguir inmovilizarla con la cadena de plata, pero por contra uno de los dardos se le había clavado a ella cuando el humo provocó la confusión.

Antes de que su cabeza diera contr el suelo empedrado, Axel la agarró, amortiguando su caída.

— ah, no de eso nada...señorita Lynn no es hora de una siesta...ya sabía yo que seguñia siendo una dama para algunas cosas...— se lo dijo medio en broma ahora que la situación estaba controlada, pero a los pocos segundos la rubia se quedó frita entre los barzos del capitán.— Menos mal que mi mujer no ve estas cosas...

Murmuró mientras se levantaba con cierta dificultad, que la mujer no es que pesase poco y Axel no era como Rex, pero al grandullón lo necesitaban para transportar a los licántropos caídos.

Abandonaron la guarida, Aveline esperaba fuera controlando el perímetro. Se podía decir que la misión había sido un éxito rotundo, gracias a la coordinación, al trabajo en equipo y la preparación previa. Unidos vencían, separados perdían. En su caso, la unión hacía la fuerza y eso había quedado demostrado de lleno.

— vamos a la sede, vigilad que no se despierten.— mandó a varios cazadores con el carro de ventanas oscuras donde estaban los rehenes, y ellos se subieron a otro que los dejaría en la plaza de Tertre un rato después.

Dejó a Abbey en la enfermería, el hermano Aurelius cuidaría de ella, le haría los rituales wiccanos para la expulsión de toxinas y venenos y seguramente con eso fuera suficiente. Necesitaban asegurar el cautiverio de esos dos alfas, para lo cual instalaron a cada uno en una celda, atados con cadenas y grilletes de plata que contenía pinchos internos, así si cambiaban de forma se lo clavarían emponzoñándose y muriendo.

Los ambarinos ojos de la lican, le sobresaltaron pero poco pudo moverse, sólo cerrar los ojos con fuerza esperando el impacto contra el suelo. Tan compenetrados que él, Axel Blackmore no la dejó caer. Una breve sonrisa y un suspiro de alivio, supo que estaba respaldada en todo momento y la confianza plena de que con ellos como escudo jamás le ocurriría nada.

-¿Se refiere a dormir en su regazo? No me toca a mí ese papel…pero esta noche se lo arrebato a su prometida por un segundo. No me suelte -el efecto del tranquilizante pronto hizo efecto, la risa de la cazadora, la parálisis de su cuerpo le impedía casi respirar por lo que lo hacía despacio, consciente de que dormirse sería un error - Lo siento pero tengo mucho sueño, no retiro eso de que no esté nada mal, señor Blacmore, su futura mujer tiene mucha suerte. La protegerá y se perderá en sus brazos, disfrutando de su…cuerpo. Qué descarada -medio dormida, no sabía lo que estaba diciendo, frotó su mejilla en su pecho y suspiró de lo más tranquila -Gracias, Axel

Nunca lo tuteaba pero esa vez fue necesaria. El tiempo transcurrido no se supo cuánto pasó pero al abrir los ojos, ya era de día. Poco a poco se fue incorporando, estaba desnuda pues tuvieron que extraer el veneno colocando en su piel unos bichos pegajosos los cuales se quitó uno a uno estampándolos contra la pared.

-El señor Aurelius me va a hacer fija aquí… -entornó los ojos, el hombre se acercó para asegurarse de que se encontraba bien, el líquido llevaba ese efecto. -Estoy bien, sólo necesito mi ropa. -el hombre fue a llamar a cargos mayores, fue alertado de que así lo hiciese cuando despertase. El destino de los licántropos no lo conocía y tampoco le importaba, la misión se había completado con éxito. De manera torpe se intentó bajar de la camilla, intentando ponerse de pie sin éxito, aún se encontraba mareada pues el efecto no era el mismo que en los lican.

-Y he tenido sueños extraños…con…no, no lo digas, Abbey -se dijo a sí misma, intentando colocarse la sabana por encima,conocía el efecto de esa droga…sólo esperaba no haber dicho nada comprometedor -Antes de que diga nada… olvídelo, no quise decir lo que dije cuando me …no lo recuerdo pero sea lo que sea…no -ya estaba loca, qué más daba.

Aurelius enarcaba una ceja escuchando las tonterías de la señorita Appleby, sin duda estaba bajo los efectos de la droga que llevaban impregnados en las armas. Por experiencia sabía que se decían muchas chorradas cuando se estaba bajo el efecto de los tóxicos, los medicamentos o las anestesias, pero también sabía que solía ser el reflejo del subconsciente.

Faith se descojonaba a costa de su hermano, que resoplaba y les decía que eran unos idiotas, la señorita Appleby no estaba en su sano juicio en ese momento, él sabía lo que era ser envenenado y no se lo deseaba a nadie, así que no iba a juzgarla por lo que dijera en ese instante.

— Dejadla descansar, se lo ha ganado. Y tú cuida de que no le queden secuelas. Tenemos la misión bien atada, eso es lo importante, y sin bajas. Bien hecho. Vete a casa, o mi sobrino acabará naciendo aquí.— le dijo a su hermana, y mandó al ex fraile a la enfermería.

Se perdió por el pasillo rumbo a las celdas donde estaban extrayendo la información a los alfas de aquella manada. Al paerecer no se doblegaban, pero el frasco de acónito que llevaba en el bolsillo quizás les soltase la lengua. Tenía la sospecha de que tenían algo que ver con las actividades de Carlo D. Appleby y su grupo de apoyo, los que habían hundido a los Blackmore en la ruina. Si era así, les sacaría toda la información y pasarían a mejor vida, porque ellos no eran hermanitas de la caridad, eran cazadores y su misión era eliminar objetivos prioritarios.

El daño colateral le llevó a farfullar un sinfín de tonterías sin sentido. En alguna que otra ocasión se le escapó lo agradable que resultaba a la vista Axel Blackmore, lo más cerca que estuvo fue cuando entrenaban y le enseñaba el arte de la lucha cuerpo a cuerpo, el manejo de armas de doble filo y los puntos clave en el cuerpo humano para que el golpe fuese letal.

Murmuró alguna cosa más que sólo ella comprendió y se sumió en un sueño profundo con un fin reparador. No podía saber cuánto tiempo pasó desde que cerró los ojos pero al despertar, Aurelius se encontraba ordenando su cajón de ungüentos, se giró al oír el movimiento de la joven al incorporarse, Abbey le preguntó con la mirada qué hacía allí...al menos no se encontraba en la camilla del infierno.

-He vuelto a burlar a la muerte...perfecto ¿Y el capitán? -el hombre le indicó donde se encontraba el señor Blackmore y su primera parada fue buscarle, necesitaba oír de su propia voz que había sido un éxito.

A medida que se iba acercando a la puerta de madera labrada, el paso se fue aminorando, intentaba recordar cuál fue su último movimiento y sólo podía ver la desagradable cabeza del licantropo impactar contra el suelo, abatido pero...había algo más. llamó un par de veces pero no esperó a que le diesen permiso, tan absorta y concentrada al recordar que al verlo de frente, los ojos azules de la manzana se abrieron de golpe ¿llegó a ser tan insolente?

-Capitán, siento mi pequeño lapsus de...la inyección -se sonrojó ligeramente, ella sonrojada y ante nada más y nada menos que al líder de la Orden, lo primero que se le pasó por la cabeza fue lo que se escapó de sus labios -Necesito un té, nunca pensé que lo diría pero lo necesito y... si dije algo incómodo, ...no lo siento porque no me arrepiento de lo que digo o hago pero supongo que no querría escucharlo y... mejor me sirvo el té, los efectos siguen causando estragos

Aún no se había recuperado de esa noche, quería más... estaba dispuesta a ello.

-¿Cuál es la próxima misión?`-

El capitán enarcó la ceja, estaba hasta cierto modo acostumbrado a sembrar "furor" entre las damas, pero en su trabajo nadie se atrevía a decirle ese tipo de cosas sino era en clave de humor, provocandolo para un combate o algo similar. Sin duda la joven Appleby necesitaba urgentemente un compañero de correrías.

—Descuide, el hermano Aurelius tiene drogas que te pueden hascer rebuznar, lo tengo bien comprobado. Pero si no fuera por él la mayoría estaríamos muertos.

Se recostó hacia atrás en el sillón juntando los dedos de las manos pensativo, la pregunta de Abbey era la misma que se estaba haciendo él desde que había subido de las mazmorras donde torturaban a los alfas para extraerles la información. Los ejecutarían al alba cuando ya no hubiera nada más que les pudiera ser de utilidad.

— Su padre no se anda con tonterías, está unido y bien unido a gente muy peligrosa, vampiros poderosos y clanes de licántropos que extrañamente también están a su servicio. No logro entender esa conexión, ningún lobo trabaja para vampiros si puede evitarlo, así que no consigo descubrir qué hay en el fondo de esta cuestión. Su próxima misión será averiguar que hilos invisibles unen esas dos razas con su padre. No quiero que lo haga de forma que se exponga a él, tire de viejos contactos, utilice nuestros medios para lograrlo, llévese a Kyle, es sigiloso como una sombra y puede obtener la información que se precise sin ser visto. Llévese también a Rovina Riekova, su gemela está en otra misión, y no tiene problemas en usar sus encantos con los hombres.

El capitán trataría de descubrir mediante los registros financieros y los sobornos a los funcionarios de la cámara de comercio, qué unía a Carlo con esos sobrenaturales que les estaban haciendo la vida imposible. Existía un entramado empresarial muy opaco con toda esa chusma y lo iba a poner negro sobre blanco, pero ni él ni su hermana podían encargarse de la labor de incógnito, era demasiado complicado en su posición, pero Abbey sí podría, apenas la conocían en París, podía ser desde una simple burguesa a una dama, serviría para la misión que de ahora en adelante llamarían "El Lazo de diablo".

Se avecinaban cambios, desde aquel encuentro con su padre y el enfrentamiento con Lord Blackmore senior, desde esa noche estaban en constante vigilancia, ningún cazador salía solo y la alerta roja se había extendido por toda la ciudad, avisando a los países vecinos...lo peor estaba por llegar. Abbey intentó mantener la compostura, comportarse de forma más comedida y no tan impulsiva pero eso significaba dejar de ser ella misma por lo que lo dijo tal como lo pensaba...menos mal que ese hombre era la elegancia personificada.

-Eso intento encontrar, ese vínculo...no me puedo hacer ni una idea de lo que está detrás pero no es cualquier cosa. Mi padre siempre ha mantenido sus amigos cerca pero a sus enemigos más, no creo que él sea un vampiro, si no un humano con privilegios...puede manejar a su antojo y cubrirse de gloria con las habilidades y magia de estos seres...es a lo único que he llegado a descubrir y...algo más

Acortó las distancias, dando un par de pasos hacia él, sabía que la próxima sería clave para desvelar las verdaderas intenciones de Lord Appleby. Dejó un sobre en la mesa, el sello representaba a la familia en la que nació pero no pertenece, una carta de su padre.

-Es antigua, el ultimatúm para que me comportase bien, a su merced...y grave error. Tiene su firma, el molde del sello...no se si sirva para algo pero le aseguro que encontraré su punto débil y lo destruiré -dejó escapar un suspiro -Empezar por los acuerdos de la clase alta, cuando bebe se va de la lengua... y una reunión de esa índole sería perfecto para empezar. Quizás me esté precipitando pero apunta alto y caerán como abejas a la miel...iré sola, sé que cometí un error pero es necesario. Soy invisible ante los ojos de los demás, una repudiada con apellido manchado, nadie sospechará -los acuerdos comerciales y de posición...los favoritos de su padre pero ¿y si destruía todo archivo existente? la palabra de Carlo no valía nada.