AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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El viaje del Titanic {LIBRE MASIVO}
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El viaje del Titanic {LIBRE MASIVO}
Es 10 de abril de 1912, toda la ciudad costera de Southampton respiraba nervios y felicidad por el acontecimiento de esa mañana.
Brillando ante la luz del sol, con el metal exhalando excitación y la gente amontonándose a su alrededor, se presentaba al Titanic. Reluciente, con sus letras en dorado sobre su metal de color negro azabache. La nave más grande del mundo, apenas una milla mayor que su hermana, el Olimpic, estaba por hacer su viaje inaugural.
Hombres y mujeres de todas las clases sociales hacían fila para ver la enorme nave que parecía orgullosa de su construcción. El “inhundible” le dijeron en la prensa, pues su constructor Thomas Andrews, la nombró así “La nave que no se puede hundir, ni perecer”. Por raro que pareciera, muchos en la prensa lo creyeron y la llamarían así durante los periódicos de esa mañana, repartidos por niños gritando la noticia que haría, aun mas, famosos a los dueños de White Star Liner, la Línea encargada de un nuevo sistema de viaje. Prometerían un viaje como este cada tres semanas, en cualquiera de las tres naves, Titanic y sus hermanas.
El destino de ese viaje sería New York, con una pequeña parada en Cherbourg en Francia y otra en Queenstown en Irlanda para recoger más pasajeros. Para el 11 de abril por la noche, habría más de 2000 personas en la nave.
Nereza, arreglada para la ocasión, con un vestido rojo sangre, como suelen ser sus favoritos, guantes blancos que cubrían sus manos enteramente y un sombrero que no dejaba entrar el sol y ,gracias a él, no acabar hecha cenizas, miraba desde el carruaje a la gente que se empujaba para estar frente al capitán Edward Smith y escucharlo decir las palabras inaugurales. A ella no le interesaban mucho lo que tenían que decirle antes de entrar, sólo le importaba que algún achichincle del primer, segundo o tercer oficial diera la orden para que pasaran los de primera clase, a los que ella pertenecía, así que prefirió mirar hacia el otro lado, donde los de segunda y tercera clase esperaban su turno.
Hombres sudorosos, con camisas algo sucias o sacos con agujeros, eran los que desfilaban en esta última, mientras los de segunda, eran un poco más refinados, con ropa más o menos buena y un rostro limpio, sin esos molestos pelos que suelen picar la piel cuando dan un beso.
Ella sabía que podría haber tomado el barco en Cherbourg, era más cerca de París, pero no quería regresar ahí, no es su intención encontrarse con viejos recuerdos de fracasos ante una vida que espera no regresar. ¿Qué tanto puede cambiar un ser como ella? Se supone que no tiene la oportunidad, no es humana.
Lo cierto es que por primera vez en varios años, estaba en un lugar por su libertad, no por una orden del Papa, al cual luchaba por seguir estimando, pero desde lo sufrido con esa guerra hace más de un siglo, se le hacia difícil confiar en cualquier Papa, tal vez Borgia la había dejado temerosa del Dios al que buscaba perdón, aun. La marca de la cruz quemada continuaba a la mitad de su espalda, seguia siendo fiel al señor de los cielos, que podría nunca voltear a verla.
El sonido del primer silbato la hizo salir de su letargo pensamiento y sonrió ante la dicha de ir en una aventura, de navegar el mar sin tener una misión puesta en la frente, sin tener que preocuparse por la asquerosa vida que se niega a dejarla descansar un solo día.
El cochero bajo de su escalón y le abrió la puerta, Nereza extendió su mano delicadamente mientras el hombre la ayudó a bajar, con cuidado para que su vestido no sufriera ningún daño. Vio hacia el caballo, se sintió extraña en uno de esos, de todos modos, ya existían esos modernos autos, ya tenía uno o dos esperándole en New York.
Su ayudante cargó sus maletas, indicándole a la señorita que es tiempo de partir a abordar. Abrió su sombrilla para que no arriesgarse a que el sol le tocara y salió de la sombra provocada por el carruaje hacia la entrada del barco.
Se sintió aliviada por estar entre gente de la clase alta, no es que no disfrutara de la compañía de todo tipo de personas, pero sabe que hay mas posibilidad de encontrarse a seres como ella entre esa multitud.
-Disculpe-dijo al casi chocar con una mujer de vestido azul pálido, que la miro con comprensión, seguramente por estar tan feliz como el resto de la gente.
El Chofer le dio las maletas a uno de los mozos del barco y prosiguió a despedirse de su patrona. Violeta, como la conocían, estiro la mano hacia su subalterno y este la beso sobre el guante. Ella no suele ser cruel con aquellos a los que le paga por sus servicios, pues algunos podrían enterarse de lo que es y quién sabe, podrían buscar el matarla.
Al subir, se inclino en la barandilla del barco y no pudo evitar pensar en el increíble viaje que estaría por comenzar.
Brillando ante la luz del sol, con el metal exhalando excitación y la gente amontonándose a su alrededor, se presentaba al Titanic. Reluciente, con sus letras en dorado sobre su metal de color negro azabache. La nave más grande del mundo, apenas una milla mayor que su hermana, el Olimpic, estaba por hacer su viaje inaugural.
Hombres y mujeres de todas las clases sociales hacían fila para ver la enorme nave que parecía orgullosa de su construcción. El “inhundible” le dijeron en la prensa, pues su constructor Thomas Andrews, la nombró así “La nave que no se puede hundir, ni perecer”. Por raro que pareciera, muchos en la prensa lo creyeron y la llamarían así durante los periódicos de esa mañana, repartidos por niños gritando la noticia que haría, aun mas, famosos a los dueños de White Star Liner, la Línea encargada de un nuevo sistema de viaje. Prometerían un viaje como este cada tres semanas, en cualquiera de las tres naves, Titanic y sus hermanas.
El destino de ese viaje sería New York, con una pequeña parada en Cherbourg en Francia y otra en Queenstown en Irlanda para recoger más pasajeros. Para el 11 de abril por la noche, habría más de 2000 personas en la nave.
Nereza, arreglada para la ocasión, con un vestido rojo sangre, como suelen ser sus favoritos, guantes blancos que cubrían sus manos enteramente y un sombrero que no dejaba entrar el sol y ,gracias a él, no acabar hecha cenizas, miraba desde el carruaje a la gente que se empujaba para estar frente al capitán Edward Smith y escucharlo decir las palabras inaugurales. A ella no le interesaban mucho lo que tenían que decirle antes de entrar, sólo le importaba que algún achichincle del primer, segundo o tercer oficial diera la orden para que pasaran los de primera clase, a los que ella pertenecía, así que prefirió mirar hacia el otro lado, donde los de segunda y tercera clase esperaban su turno.
Hombres sudorosos, con camisas algo sucias o sacos con agujeros, eran los que desfilaban en esta última, mientras los de segunda, eran un poco más refinados, con ropa más o menos buena y un rostro limpio, sin esos molestos pelos que suelen picar la piel cuando dan un beso.
Ella sabía que podría haber tomado el barco en Cherbourg, era más cerca de París, pero no quería regresar ahí, no es su intención encontrarse con viejos recuerdos de fracasos ante una vida que espera no regresar. ¿Qué tanto puede cambiar un ser como ella? Se supone que no tiene la oportunidad, no es humana.
Lo cierto es que por primera vez en varios años, estaba en un lugar por su libertad, no por una orden del Papa, al cual luchaba por seguir estimando, pero desde lo sufrido con esa guerra hace más de un siglo, se le hacia difícil confiar en cualquier Papa, tal vez Borgia la había dejado temerosa del Dios al que buscaba perdón, aun. La marca de la cruz quemada continuaba a la mitad de su espalda, seguia siendo fiel al señor de los cielos, que podría nunca voltear a verla.
El sonido del primer silbato la hizo salir de su letargo pensamiento y sonrió ante la dicha de ir en una aventura, de navegar el mar sin tener una misión puesta en la frente, sin tener que preocuparse por la asquerosa vida que se niega a dejarla descansar un solo día.
El cochero bajo de su escalón y le abrió la puerta, Nereza extendió su mano delicadamente mientras el hombre la ayudó a bajar, con cuidado para que su vestido no sufriera ningún daño. Vio hacia el caballo, se sintió extraña en uno de esos, de todos modos, ya existían esos modernos autos, ya tenía uno o dos esperándole en New York.
Su ayudante cargó sus maletas, indicándole a la señorita que es tiempo de partir a abordar. Abrió su sombrilla para que no arriesgarse a que el sol le tocara y salió de la sombra provocada por el carruaje hacia la entrada del barco.
Se sintió aliviada por estar entre gente de la clase alta, no es que no disfrutara de la compañía de todo tipo de personas, pero sabe que hay mas posibilidad de encontrarse a seres como ella entre esa multitud.
-Disculpe-dijo al casi chocar con una mujer de vestido azul pálido, que la miro con comprensión, seguramente por estar tan feliz como el resto de la gente.
El Chofer le dio las maletas a uno de los mozos del barco y prosiguió a despedirse de su patrona. Violeta, como la conocían, estiro la mano hacia su subalterno y este la beso sobre el guante. Ella no suele ser cruel con aquellos a los que le paga por sus servicios, pues algunos podrían enterarse de lo que es y quién sabe, podrían buscar el matarla.
Al subir, se inclino en la barandilla del barco y no pudo evitar pensar en el increíble viaje que estaría por comenzar.
Última edición por Nereza el Miér Abr 18, 2012 4:43 pm, editado 1 vez
Nereza- Condenado/Vampiro/Clase Alta
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Re: El viaje del Titanic {LIBRE MASIVO}
Era un buen tiempo para ir conociéndose con su prometida, Nixie. Iban en viajes, aunque por dentro a Deidara le dolía gastar el dinero. Él se enteró por el news paper de la ciudad, a cerca de un gran barco, jamás construido. De repente le vino una idea. Hacer más viajes junto con su amada y además en un barco y viajar como reyes a América. Visitar por primera vez América, no haría daño y sería una gran idea explorar junto a ella. Rubio de cabello largo, lo tenía recogido y peinado de una forma elegante. Con un sombrero y un traje formal.
Comportándose de una forma muy tacaña, él siempre guarda el dinero, antes de conocer a la mujer de su vida, odiaba gastar dinero como para pagar la entrada como uno de la clase alta. Sin embargo, gastó todo para su queridísima prometida, Nixie y estaba dispuesto a gastar y hacer realidad los deseaos y caprichos de su amada. Hasta daría su propia vida. No se sorprendía por el gran barco que veía desde lejos, de la ventana. - El poeta y el vino, no funcionan sin una rima…un escritor sin inspiración, sigue siendo la misma vieja canción. – de repente pensó un pequeño fragmento para una poesía pero luego negó con la cabeza. El carruaje se ha detenido, ya habían llegado casi la entrada al barco. Él sale de la carreta de la primera clase, era muy lujosa, como el gran vestido y muy lujoso, incluso era más lujoso que el carruaje, que todas las chicas posiblemente tengan mucha envidia tan solo mirarla. Unos decorados tan extravagantes y todas aquellas joyas que ella tenía, se hacía notar por todos. Deidara salió del carruaje y abre la puerta del lado donde estaba sentada Nixie, Deidara se pone delante de ella y le extiende la mano para que ella la tomara y salga de allí adentro y que luzca su apariencia, se veía tan hermosa.
Le sonrió algo emocionado, mirando hacia adentro, miró el hermoso rostro de Nixie. – Ya llegamos, Señorita Nixie – Dijo Deidara esperando a que ella tomada su mano para salir de allí. Iba también junto con sus sirvientes y en especial, Singhtfield, su fiel sirviente. De repente Deidara pensó que ese nombre no era de donde él provenía y a la vez, también pensaba mucho sobre su nombre, el nombre de Deidara parecía no tener significado, y no era la primera vez que lo piensa. Y eso no importa, sólo en su mente deambulaba la imagen de Nixie, todo el tiempo. Cayó como un tonto, hechizado de amor por ella.
Comportándose de una forma muy tacaña, él siempre guarda el dinero, antes de conocer a la mujer de su vida, odiaba gastar dinero como para pagar la entrada como uno de la clase alta. Sin embargo, gastó todo para su queridísima prometida, Nixie y estaba dispuesto a gastar y hacer realidad los deseaos y caprichos de su amada. Hasta daría su propia vida. No se sorprendía por el gran barco que veía desde lejos, de la ventana. - El poeta y el vino, no funcionan sin una rima…un escritor sin inspiración, sigue siendo la misma vieja canción. – de repente pensó un pequeño fragmento para una poesía pero luego negó con la cabeza. El carruaje se ha detenido, ya habían llegado casi la entrada al barco. Él sale de la carreta de la primera clase, era muy lujosa, como el gran vestido y muy lujoso, incluso era más lujoso que el carruaje, que todas las chicas posiblemente tengan mucha envidia tan solo mirarla. Unos decorados tan extravagantes y todas aquellas joyas que ella tenía, se hacía notar por todos. Deidara salió del carruaje y abre la puerta del lado donde estaba sentada Nixie, Deidara se pone delante de ella y le extiende la mano para que ella la tomara y salga de allí adentro y que luzca su apariencia, se veía tan hermosa.
Le sonrió algo emocionado, mirando hacia adentro, miró el hermoso rostro de Nixie. – Ya llegamos, Señorita Nixie – Dijo Deidara esperando a que ella tomada su mano para salir de allí. Iba también junto con sus sirvientes y en especial, Singhtfield, su fiel sirviente. De repente Deidara pensó que ese nombre no era de donde él provenía y a la vez, también pensaba mucho sobre su nombre, el nombre de Deidara parecía no tener significado, y no era la primera vez que lo piensa. Y eso no importa, sólo en su mente deambulaba la imagen de Nixie, todo el tiempo. Cayó como un tonto, hechizado de amor por ella.
Deidara Crawford- Gitano
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Re: El viaje del Titanic {LIBRE MASIVO}
Miro una última vez hacia el puerto, esperando encontrarse con algo que la atara de regreso a la tierra, alguna señal del cielo que le gritase que se quedara, pero nada paso. Sonrió ante la idea de regresar, de darle la vuelta al aventura y pasiones que le esperan en el viaje y en su destino.
Ya había conocido América, después de todo, estaba al servicio del Vaticano, el cual le insistía en moverse de ciudad en ciudad, de país en país, cazando a los seres como ella, aquellos que ella condena con su propia fuerza.
No quiso pensar en muertes en destruir o asesinar, prefirió concentrarse en un joven, que algo bobo, llegaba en un carruaje, de seguro del mismo nivel social que ella, decidió, con un aire divertido, humear en su mente.
Ahí adentro había un amor descontrolable por la chica que lo acompañaba, algo que parecía brotar a chorros de él. Nereza no pudo evitar la nostalgia, por un momento dejo la felicidad y se equilibro entre la locura, la cual no la ha tocado en mucho tiempo y el recuerdo del marido que ella creyó matar. El hombre que reapareció años después y que ahora debe de estar muerto, sólo sus descendientes, según a escuchado, se mueven por el mundo protegiendo a los brujos y gitanos.
Regreso a tierra, donde el mozo, con una amabilidad extraordinaria, le comenzaba a guiar hacia su camarote, el cual sería, según sus especificaciones, sumamente lujoso. De un blanco polar, con mezas de caoba y cama con sabanas de seda. Pidió tener una ventana con cortinas oscuras, lo cual nadie entendió, pero si el sol la tocarse mientras duerme, sería su repentino fin.
Mientras se movía, pudo ver a las otras clases acomodándose para entrar, felices de llegar a América para encontrar sus sueños hechos realidad.
Ella no tenía sueños, tal vez metas, la de algún día ir al cielo ¿A un vampiro se le permitiría entrar? Nunca lo ha sabido.
Ya había conocido América, después de todo, estaba al servicio del Vaticano, el cual le insistía en moverse de ciudad en ciudad, de país en país, cazando a los seres como ella, aquellos que ella condena con su propia fuerza.
No quiso pensar en muertes en destruir o asesinar, prefirió concentrarse en un joven, que algo bobo, llegaba en un carruaje, de seguro del mismo nivel social que ella, decidió, con un aire divertido, humear en su mente.
Ahí adentro había un amor descontrolable por la chica que lo acompañaba, algo que parecía brotar a chorros de él. Nereza no pudo evitar la nostalgia, por un momento dejo la felicidad y se equilibro entre la locura, la cual no la ha tocado en mucho tiempo y el recuerdo del marido que ella creyó matar. El hombre que reapareció años después y que ahora debe de estar muerto, sólo sus descendientes, según a escuchado, se mueven por el mundo protegiendo a los brujos y gitanos.
Regreso a tierra, donde el mozo, con una amabilidad extraordinaria, le comenzaba a guiar hacia su camarote, el cual sería, según sus especificaciones, sumamente lujoso. De un blanco polar, con mezas de caoba y cama con sabanas de seda. Pidió tener una ventana con cortinas oscuras, lo cual nadie entendió, pero si el sol la tocarse mientras duerme, sería su repentino fin.
Mientras se movía, pudo ver a las otras clases acomodándose para entrar, felices de llegar a América para encontrar sus sueños hechos realidad.
Ella no tenía sueños, tal vez metas, la de algún día ir al cielo ¿A un vampiro se le permitiría entrar? Nunca lo ha sabido.
Nereza- Condenado/Vampiro/Clase Alta
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Re: El viaje del Titanic {LIBRE MASIVO}
La vida junto a Deidara no podría ser mejor para Nixie. Con el tiempo había reconocido que lo que en un principio era amistad y curiosidad se estaba volviendo amor por él hombre. Cada día lo que sentía por el aumentaba y en el fondo agradecía al destino con haberla llevado hasta él aunque seguía extrañando a su familia.
La llenaba de regalos y la invitaba a viajar y conocer el mundo. Todo era demasiado para ella, una chica de granja pero Deidara no admitía replica y por mucho que dijera no podía ir en su contra. La última idea de su prometido había sido comprarle muchos vestidos y hacerle llenar unos baúles pues decía que iban a hacer el viaje de su vida.
Esa mañana Deidara había entrado sonriente en su habitación, apenas le había dado tiempo a Nixie a taparse con las mantas cuando se cegó un poco ante la recien abierta luz del día. Un beso robado y luego le pidió que se vistiera rápido pues el viaje tenía que comenzar. Se colocó el vestido que Deidara había elegido para ella, un hermoso y elegante vestido celeste con adornos en dorado y tras peinarse con el pelo en un semirrecogido salió a desayunar. No les dio apenas tiempo pues se detuvo a despedirse de la criada que siempre había estado con ella, ya que ambos, según tenía entendido iban a compartir camarote en el viaje. Cuando supo esto los nervios se instauraron en ella pero sabía que Deidara no le haría daño por lo que decidió relajarse.
Ya estaban en el carruaje y notaba que en vez de empezar a ver los paisajes de París comenzaban a acercarse al muelle. Una gran multitud se situaba alrededor del carruaje y apenas podían avanzar aunque Sing era un gran conductor y gracias a él pudieron avanzar hasta lo que parecía un enorme barco. Los recuerdos del naufragio se hicieron de nuevo visibles y temió un poco que pasara lo de la última vez por lo que tomó la mano de Deidara.
Cierto es que se daban muestras de cariño y afecto pero aunque poco a poco debía haberse acostumbrado a ello, cada vez que lo tocaba o era tocada sentía una corriente eléctrica y este también era el caso. Estaba nerviosa por lo que podría pasar, no sabía a donde iban, ni si iban a llegar a su destino pero con una mirada al hombre sus nervios desaparecieron y sonrió mirandolo con una cálida sonrisa.
Cuando se separó de él para dejarlo bajar apenas pasaron unos segundos cuando volvió a verlo. Si, debía reconocerlo, me había echo adicta a él… Tomé su mano y salí del carruaje notando como las miradas se posaban en mi. Eso hizo que los nervios volvieran y que tras nada mas bajar del carruaje me acercara lo maximo posible a Deidara, para sentir su calor y así sentirme segura.
Comenzaron a caminar por una pasarela que les conducía al interior del barco y se sorprendió al ver lo lujoso del lugar. Caminaba siguiendo a su prometido que le daba suaves tirones en el brazo para que siguieran al caballero que les indicaría su camarote y tras varios minutos caminando llegaron a una de las puertas. Su boca se abrió de la impresión al ver la pequeña antesala que daba lugar a un espacioso dormitorio. Bueno, espacioso teniendo en cuenta que se trataba de un barco pero no podía dudar que estaba en un camarote de primera clase.
Una gran sonrisa se instauró en su cara y aun estando el sirviente presente saltó a abrazar a Dei, colgandose de su cuello y escondiendo su pecho.-Es hermoso… gracias por todo, no se como te agradeceré esto…-le dije en un susurro a su oído aunque al notar el carraspeo del sirviente no pude evitar ruborizarme y comenzar a separarme lentamente de él.
La llenaba de regalos y la invitaba a viajar y conocer el mundo. Todo era demasiado para ella, una chica de granja pero Deidara no admitía replica y por mucho que dijera no podía ir en su contra. La última idea de su prometido había sido comprarle muchos vestidos y hacerle llenar unos baúles pues decía que iban a hacer el viaje de su vida.
Esa mañana Deidara había entrado sonriente en su habitación, apenas le había dado tiempo a Nixie a taparse con las mantas cuando se cegó un poco ante la recien abierta luz del día. Un beso robado y luego le pidió que se vistiera rápido pues el viaje tenía que comenzar. Se colocó el vestido que Deidara había elegido para ella, un hermoso y elegante vestido celeste con adornos en dorado y tras peinarse con el pelo en un semirrecogido salió a desayunar. No les dio apenas tiempo pues se detuvo a despedirse de la criada que siempre había estado con ella, ya que ambos, según tenía entendido iban a compartir camarote en el viaje. Cuando supo esto los nervios se instauraron en ella pero sabía que Deidara no le haría daño por lo que decidió relajarse.
Ya estaban en el carruaje y notaba que en vez de empezar a ver los paisajes de París comenzaban a acercarse al muelle. Una gran multitud se situaba alrededor del carruaje y apenas podían avanzar aunque Sing era un gran conductor y gracias a él pudieron avanzar hasta lo que parecía un enorme barco. Los recuerdos del naufragio se hicieron de nuevo visibles y temió un poco que pasara lo de la última vez por lo que tomó la mano de Deidara.
Cierto es que se daban muestras de cariño y afecto pero aunque poco a poco debía haberse acostumbrado a ello, cada vez que lo tocaba o era tocada sentía una corriente eléctrica y este también era el caso. Estaba nerviosa por lo que podría pasar, no sabía a donde iban, ni si iban a llegar a su destino pero con una mirada al hombre sus nervios desaparecieron y sonrió mirandolo con una cálida sonrisa.
Cuando se separó de él para dejarlo bajar apenas pasaron unos segundos cuando volvió a verlo. Si, debía reconocerlo, me había echo adicta a él… Tomé su mano y salí del carruaje notando como las miradas se posaban en mi. Eso hizo que los nervios volvieran y que tras nada mas bajar del carruaje me acercara lo maximo posible a Deidara, para sentir su calor y así sentirme segura.
Comenzaron a caminar por una pasarela que les conducía al interior del barco y se sorprendió al ver lo lujoso del lugar. Caminaba siguiendo a su prometido que le daba suaves tirones en el brazo para que siguieran al caballero que les indicaría su camarote y tras varios minutos caminando llegaron a una de las puertas. Su boca se abrió de la impresión al ver la pequeña antesala que daba lugar a un espacioso dormitorio. Bueno, espacioso teniendo en cuenta que se trataba de un barco pero no podía dudar que estaba en un camarote de primera clase.
Una gran sonrisa se instauró en su cara y aun estando el sirviente presente saltó a abrazar a Dei, colgandose de su cuello y escondiendo su pecho.-Es hermoso… gracias por todo, no se como te agradeceré esto…-le dije en un susurro a su oído aunque al notar el carraspeo del sirviente no pude evitar ruborizarme y comenzar a separarme lentamente de él.
Dominic Cooper- Vampiro Clase Alta
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Re: El viaje del Titanic {LIBRE MASIVO}
No inspeccionó durante mucho tiempo la elegante habitación. Le tenía más interés al barco en si, sobre que misterios guardaba, la vida de sus habitantes y los elegantes construcciones que podría llegar a encontrarse.
Salió de la habitación a explorar el interior del barco. Su vestido hacia un ligero sonido al rosar por el suelo, sus zapatos negros creaban un sonido suave contra la madera brillante del suelo, para luego pasar a la enorme alfombra donde se encontraba la entrada principal, con un enrome reloj dorado marcando la hora.
-Pronto zarparemos-se dijo así mismo mientras veía a la multitud entrar y salir.
Quería salir, ver por última vez el muelle, pero sería arriesgado, ya fue suficientemente valiente al salir al sol en su condición, aun siente los rayos quemando levemente su piel.
Estaba lejos de su hogar original, España estaba a kilómetros de ahí. Estaba sola, sin su enemigo, sin su esposo y sin su santa inquisición, sólo ella en su absolutes.
Suspiro, al menos fingió hacerlo, mientras caminaba hacia el reloj, marcando después del medio día.
El barco comenzó su movimiento suavemente, desde su posición pudo escuchar a la gente gritando, vitoreando, despidiéndose de todos sus seres queridos.
Por instinto, corrió hacia la popa y pudo ver a su chofer sonriéndole a lo lejos, agito el brazo. Su sonrisa fue sincera, por un momento se sintió humana, hasta que un pequeño rayo de sol quemo su mejilla.
Salió de la habitación a explorar el interior del barco. Su vestido hacia un ligero sonido al rosar por el suelo, sus zapatos negros creaban un sonido suave contra la madera brillante del suelo, para luego pasar a la enorme alfombra donde se encontraba la entrada principal, con un enrome reloj dorado marcando la hora.
-Pronto zarparemos-se dijo así mismo mientras veía a la multitud entrar y salir.
Quería salir, ver por última vez el muelle, pero sería arriesgado, ya fue suficientemente valiente al salir al sol en su condición, aun siente los rayos quemando levemente su piel.
Estaba lejos de su hogar original, España estaba a kilómetros de ahí. Estaba sola, sin su enemigo, sin su esposo y sin su santa inquisición, sólo ella en su absolutes.
Suspiro, al menos fingió hacerlo, mientras caminaba hacia el reloj, marcando después del medio día.
El barco comenzó su movimiento suavemente, desde su posición pudo escuchar a la gente gritando, vitoreando, despidiéndose de todos sus seres queridos.
Por instinto, corrió hacia la popa y pudo ver a su chofer sonriéndole a lo lejos, agito el brazo. Su sonrisa fue sincera, por un momento se sintió humana, hasta que un pequeño rayo de sol quemo su mejilla.
Nereza- Condenado/Vampiro/Clase Alta
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