Viaje a otro mundo(libre)

Solo me hacía falta una cosa. Y esa cosa, era claramente lo que siempre me había permitido evadirme del mundo que me reodeaba, de la opresión que sentía entre las paredes de una gran casa, para pensar que hay más cosas a parte de lo que nuestros ojos veían. Que el mundo era más que un simple trozo de universo en el que los seres más detestables habían establecido su imperio. Un libro, todo aquello lo conseguía solamente con sumergirme entre sus letras, un atisvo de esperanza siempre guardados en ellos. Era algo fantástico, al menos, para mí lo era. Tras llegar a mis oidos que la biblioteca parisina abría todos los días y que albergaba muchísimos libros, me pareció buena idea ir a echar un vistazo a dicha colección. Con suerte encontraría algún libro de mis poetas favoritos, o simplemente algún libro sobre historias del mundo.

No tardé en ordenar que fueran en busca de un carruaje que pudiera llevarme hacia la biblioteca, pues aquel día el sol no brillaba, unas nubes grises se habían adueñado del cielo aquella mañana. Ordené que Angelo, mi caballo, fuera el primero en la fila de caballos del carruaje. Me fiaba más de él que de cualquier otro. En el camino, mi entretención consistía en mirar por pequeña ventana de mi transporte, observando a los demás, como si de una obra de arte se tratasen. Se parecía en ciertos aspectos en lo que era la vida italiana, aunque tampoco sabía por qué había pensado en que sería diferente...quizás por las costumbres, cultura, idioma...eso era lo único realmente diferente. Pero la vida, era exactamente igual de miserable para la mayor parte de la población. Lo que hizo que aun me sintiera peor con el mundo.

El caruaje se detuvo y la puerta se abrió, permitiéndome salir al exterior. El conductor del caruaje fue quién la abrió, tendiéndome la mano para darme apoyo al bajar. Tras poner los pies sobre el suelo, hice una leve inclinación de cabeza al mismo para agradecerle el gesto. Le indiqué que esperara fuera, no era mi intención tardar o quedarme allí durante demasiado tiempo. Tan solo lo justo para mirar lo que realmente necesitaba. Abrí la puerta de la biblioteca, asombrándome por ella. Comprobando que lo que me habían dicho era completamente cierto. Hermosa, como ninguna, aunque seguía prefiriendo la italiana...supuse que era por estar acostumbrada a estar en ella.

Al entrar todo permanecía en silencio, como debía ser, el bibliotecário inclinó la cabeza hacia mí con una sonrisa y yo le devolví el saludo exactamente igual. Caminé entre aquellas estanterias llenas de libros, deteniéndome cada vez que veía algún género o escritor que me interesara, pero yo venía específicamente a por algo,asique proseguí en mi busca del ejemplar.

Alfieri, Pietro Giordani...libros de la literatura italiana. Me sorprendió gratamente encontrarme aquellos escritores en la biblioteca francesa. Realmente tenía toda clase de libros...pero no el que estaba buscando. Y eso que estaba ordenado por orden alfabético. Fue entonces cuando me sentí un tanto decepcionada con la misma, ¿cómo no podían tener ni un solo libro de Pietro Metastasio?. Me resultaba increíble aquel hecho, teniendo en cuenta que era uno de los dramaturgos intalianos más revelador y famoso de Italia. Pero claro, esto era Francia, no podía esperar más. O eso era lo que supuse.

No obstante no cesé en mi búsqueda, decían que la esperanza era lo último que se perdía,¿no?. Gracias a eso encontré otras muchas obras de mi interés personal, las cuales agarré entre mis manos para, posiblemente, llevármelos. Fue entonces, cuando me giré para seguir caminando, cuando me encontré con la mirada de un pastor. Debía serlo por sus vestimentas, eso o solo aparentaba serlo con algún fin...pero como eso era fantasear demasiado, ordené a mi mente creer que era cierto lo que estaba viendo, aquel hombre no era más que un fiel siervo del Señor.

No era yo especialmente religiosa, para los tiempos que discurrían...pero claro, eso era algo que yo mantenía en secreto. Por fuera era unajóven casta y pura, seguidora de los mandamientos de Dios. Fiel creyente en las leyes cristianas. Incluso iba a confesarme...pero solo porque mi madre así lo quería. Por suerte para mí, en Francia no pisaría ni un día la Iglesia a no ser que fuera completamente necesario.

Incliné la cabeza, de nuevo, como saludo acompañado de una leve sonrisa. -Buenos días,¿cómo está?.-di por terminado el saludo de esa manera y cambié de estantería. Justo a la de enfrente. Por si acaso ahí se podría encontrar el libro que andaba buscando.

Miré hacia otro lado cuando él contestó de aquella manera tan seca y cortante...¿qué pasaba en esta ciudad?. Todo me trataban como si fuera una mala persona, o como si simplemente me odiaran por decir un simple hola. Era increíble pero estaba empezando a desear volver a Italia. Donde todos eran conocidos y nadie me trataba con asco en la voz.- Usted perdone.-mis sentimientos hacia dentro, sin mostrar nada de ira, apatía o enfado. Siempre neutral y educada...odiaba tanto aparentar. Proseguí seguidamente con mi búsqueda, ignorándo a todo lo demás.

Autores y más autores. Decidí entonces dejar los libros que llevaba encima, amontonados unos encima de otros, en una de las baldosas de la estantería que estaba cercana a mí. De ese modo me sería más rápido buscar. Pero cuando me di la vuelta, me encontré con aquel señor. Y para mi sorpresa empezó a hablar italiano. Hacía unos días que no oía mi propio idioma, a pesa de que yo pensara en italiano y tradujera mis palabras al francés. Un francés en el que aun me costaba la pronunciación y la formación de algunas oraciones.

Se disculpó, y yo no pude más que aceptar dicha disculpa.-No se preocupe, todos tenemos malos días.-ya que me habló en italiano, yo también lo hice. Algo que me aliviaba por otra parte...Se ofreció a ayudarme en mi búsqueda, pero yo no quería molestarlo, se veía bastante inmerso en su trabajo como para ponerse a hacer el tonto conmigo. Pero si lo pensaba bien...no me vendría mal algo de ayuda.-Bueno, no quisiera molestarle o entretenerlo.-eso dije primeramente, por educación más que nada.- Pero si realmente quiere ayudarme, puede buscar cualquier obra de Pietro Metastasio.-no se si sabía quien era, tampoco hacía falta que lo conociera...-Muchas gracias.-terminé de hablar.