AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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Vuelta de Viaje ~ Libre ~
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Vuelta de Viaje ~ Libre ~
Las velas estaban izadas, ordené que la tripulación volviese con el barco a su destino hasta nueva orden. Llegué a aquella ciudad tan deseada para todos y la cual no regresaba desde hacía unos años.
Me quedé un tiempo en el puerto, con ambas manos en los bolsillos mientras tocaba aquel pequeño saco de mi bolsillo, tan preciado. Me quedé observando el mar, a la vez que paseaba lentamente por el filo del muelle, adorando cada minuto de mi vida en el mar, y el poco de lo que recordaba de tierra firme. Las historias y palabras que mi abuelo me contaba desde que era niño fueron memorizadas en mi cabeza, y una de cada ellas las pretendía realizar.
Cuando tuve mi primer barco, supe casi al instante como manejarlo. Mis ayudantes eran los mas valiosos que pude encontrar por todo el mundo, y mas aun las reliquias que ibamos encontrando en cada lugar.
Cerré los ojos e inspiré el aroma a mar que inundaba mis sentidos, abriendo mis ojos poco a poco para volover a esta absurda realidad. Mi camisa blanca, de seda, me volvía ahacer recordar que simplemente era un caballero de la nobleza, y que jamas nadie diría que fuese un pirata.
Me quedé un tiempo en el puerto, con ambas manos en los bolsillos mientras tocaba aquel pequeño saco de mi bolsillo, tan preciado. Me quedé observando el mar, a la vez que paseaba lentamente por el filo del muelle, adorando cada minuto de mi vida en el mar, y el poco de lo que recordaba de tierra firme. Las historias y palabras que mi abuelo me contaba desde que era niño fueron memorizadas en mi cabeza, y una de cada ellas las pretendía realizar.
Cuando tuve mi primer barco, supe casi al instante como manejarlo. Mis ayudantes eran los mas valiosos que pude encontrar por todo el mundo, y mas aun las reliquias que ibamos encontrando en cada lugar.
Cerré los ojos e inspiré el aroma a mar que inundaba mis sentidos, abriendo mis ojos poco a poco para volover a esta absurda realidad. Mi camisa blanca, de seda, me volvía ahacer recordar que simplemente era un caballero de la nobleza, y que jamas nadie diría que fuese un pirata.
Vincenzo Danislăv- Hechicero/Realeza
- Mensajes : 339
Fecha de inscripción : 01/07/2010
Edad : 37
Localización : Roma.
Re: Vuelta de Viaje ~ Libre ~
Me iba a trasladar desde la mansión de mi familia en Italia, hasta la que habían mandado construir expresamente para mi en la misma capital de Francia, París. No era una decisión propia, pero no me importaba mudarme por algún tiempo a la bella ciudad que ya en ocasiones había visitado con mi padre, había sido de mi agrado, y esta era una muy buena ocasión para reunirme con mis primos, los principes de Italia, a diferencia de mí que era una simple condesa. No es que no viera ni notara la importancia y privilegios del título y de pertenecer a la familia real italiana pero entre ser princesa o condesa, la respuesta es muy clara, pero para mi desgracia no era yo la protagonista.
Había decidido viajar en el barco de mi padre y no en un compartimento, grande y lujoso, de tren que también poseía mi familia, porque no me gustaban las altas velocidades, me mareban incluso más que el dulce, para algunos, ruido y balanceo del barco, por muy grande que fuera. Así que, para lo malo que me resultaba a mi los trayectos de los viajes, este no había ido tan mal. Había pasado casi todo el tiempo en mi camarote, tumbada en la cama con la atención de varias criadas y el dolor de cabeza no había sido muy grande, casi inexistente.
El día que llegué, las doncellas me despertaron un poco máspronto de lo normal para vestirme, con un apretado corsé y una bonito vestido violeta, sobre el que reposaba un caliente abrigo de piel, recojerme el pelo en un complicado peinado, colocarme las joyas, esta vez, zafiros y diamentes, como el anillo que nunca me quitaba y maquillarme ligeramente las mejillas, ya de por sí algo rosadas. Al estar de pié noté con mucha más intensidad el balanceo de las olas, algo que me mareó al instante, dejandome el estómago revuelto y sin apétito alguno, así que el delicioso y abundante desayuno que habían preparado para mí fué desperdiciado casi por completo.
Bajé al muelle con la ayuda del capitán, aun mareada y tambalenadome. Mis sirvientes y criados, venidos al igual que yo, desde Roma, que pronto se unirían al servicio francés contratado para la mansión, iban detrás de mí con mis múltiples maletas y baúles, cargados de joyas, preciosos vestidos y demás pertenencias de las que no me podía separar. Cuando ya estaba casi llegando al carruaje, oí como caía al suelo uno de los caros baúles que llevaba uno de los criados, y aunque con esas cosas solía ser bastante malhumorada, y más si la persona, objeto de mi ira, no eran de mi mismo circulo social, tuve que reprimirme al ver a la gente que había en el lugar. El estúpido del criado había chocado con un apuesto caballero de camisa blanca, si no fallaba mi ojo, de seda, lo que indicaba que era digno de mis respetos. Y, seria, completamente seria, me acerqué adonde estaban los dos hombres, e indiqué a todos que llevaran el equipaje al carruaje.-Perdone a mi criado señor...-dije con voz melosa y suave , sin poder terminar la frase dado mi desconocimiento del nombre de aquel hombre, a pesar de que su cara se me hacía muy familiar.
Había decidido viajar en el barco de mi padre y no en un compartimento, grande y lujoso, de tren que también poseía mi familia, porque no me gustaban las altas velocidades, me mareban incluso más que el dulce, para algunos, ruido y balanceo del barco, por muy grande que fuera. Así que, para lo malo que me resultaba a mi los trayectos de los viajes, este no había ido tan mal. Había pasado casi todo el tiempo en mi camarote, tumbada en la cama con la atención de varias criadas y el dolor de cabeza no había sido muy grande, casi inexistente.
El día que llegué, las doncellas me despertaron un poco máspronto de lo normal para vestirme, con un apretado corsé y una bonito vestido violeta, sobre el que reposaba un caliente abrigo de piel, recojerme el pelo en un complicado peinado, colocarme las joyas, esta vez, zafiros y diamentes, como el anillo que nunca me quitaba y maquillarme ligeramente las mejillas, ya de por sí algo rosadas. Al estar de pié noté con mucha más intensidad el balanceo de las olas, algo que me mareó al instante, dejandome el estómago revuelto y sin apétito alguno, así que el delicioso y abundante desayuno que habían preparado para mí fué desperdiciado casi por completo.
Bajé al muelle con la ayuda del capitán, aun mareada y tambalenadome. Mis sirvientes y criados, venidos al igual que yo, desde Roma, que pronto se unirían al servicio francés contratado para la mansión, iban detrás de mí con mis múltiples maletas y baúles, cargados de joyas, preciosos vestidos y demás pertenencias de las que no me podía separar. Cuando ya estaba casi llegando al carruaje, oí como caía al suelo uno de los caros baúles que llevaba uno de los criados, y aunque con esas cosas solía ser bastante malhumorada, y más si la persona, objeto de mi ira, no eran de mi mismo circulo social, tuve que reprimirme al ver a la gente que había en el lugar. El estúpido del criado había chocado con un apuesto caballero de camisa blanca, si no fallaba mi ojo, de seda, lo que indicaba que era digno de mis respetos. Y, seria, completamente seria, me acerqué adonde estaban los dos hombres, e indiqué a todos que llevaran el equipaje al carruaje.-Perdone a mi criado señor...-dije con voz melosa y suave , sin poder terminar la frase dado mi desconocimiento del nombre de aquel hombre, a pesar de que su cara se me hacía muy familiar.
Margherita A. Pellegrini- Realeza Italiana
- Mensajes : 127
Fecha de inscripción : 21/08/2010
Localización : Paris, Francia
Re: Vuelta de Viaje ~ Libre ~
Sentí de repente como algo me sacaba de mi "ensueño" y me golpeaba bruscamente, haciéndose caer de mis manos aquella navaja que casualmente encontré hace un año en uno de mis viajes a tierras aun desconocidas para la gran mayoría de los hombres.
Se partió en dos, e hice una mueca no era de gran valor, pero ya la había perdido.
Cogí los restos cuando la cara asustada del hombre le delataba, una pequeña, y hermosa mujer se acercaba a nosotros y escusaba a su entonces criado.
- No se preocupe, no tiene importancia.
Lancé los restos a lo lejos, al mar. lo preferiría así antes que dejarlos en otras manos o en la simple basura.
El hombre se dio media vuelta y cogiendo a peso el equipaje de la señorita (muy abultado) me sugirió que estaba de viaje.
- un gusto signorina, mi nombre es Vincenzo, y el suyo?
Mi tono quizá italiano me delató, pude ver en su rostro a penas una pizca de sorpresa.
Se partió en dos, e hice una mueca no era de gran valor, pero ya la había perdido.
Cogí los restos cuando la cara asustada del hombre le delataba, una pequeña, y hermosa mujer se acercaba a nosotros y escusaba a su entonces criado.
- No se preocupe, no tiene importancia.
Lancé los restos a lo lejos, al mar. lo preferiría así antes que dejarlos en otras manos o en la simple basura.
El hombre se dio media vuelta y cogiendo a peso el equipaje de la señorita (muy abultado) me sugirió que estaba de viaje.
- un gusto signorina, mi nombre es Vincenzo, y el suyo?
Mi tono quizá italiano me delató, pude ver en su rostro a penas una pizca de sorpresa.
Vincenzo Danislăv- Hechicero/Realeza
- Mensajes : 339
Fecha de inscripción : 01/07/2010
Edad : 37
Localización : Roma.
Re: Vuelta de Viaje ~ Libre ~
Hice bien, en no gritar al criado, pues además de una conversación con el hermoso chico, que al parecer era muy educado y amable, que miró con comprensión al simple sirviente, evitó que mi dolor de cabeza reciente aumentara por gritarle.-¡Oh! Pero si la tiene Señor!-dije al ver como tiraba una pequeña y no muy valiosa navaja, a las profundidades del mar.-Ha roto su pequeña navaja, debería pagarsela, ¿cuánto dinero le debo, por el desdichado objeto?-dije en un perfecto francés estudiado y practicado con institutrices francesas, durante muchos años, desde que era muy niña.
Me abroché el caliente y caro abrigo, pues el frío viento me recorría todo el cuerpo, y esperé a oir la respuesta del hombre que tenía delante, y del que me había parecido escuchar en su primera frase, un notable acento italiano algo descuidado, al hablar otra lengua. Pero mis sospechas fueron corroboradas al escuchar de su boca una típica palabra italina italiana con la que se refirió a mí y al aprender su nombre: Vicenzo. A lo mejor, lo conocía de algún acto social en el castillo de los reyes, familiares míos, mis padres o algún amigo en común que tuvieramos, o de simples paseos por la hermosa y cálida ciudad que acababa de dejar atrás por la que estaba pisando ahora mismo con mis finos y pequeños pies.
-El gusto es mío, señor Vicenzo. Soy Margherita Alessandra Pellegrini, condesa de Italia.-dije con notable orgullo en mi tono de voz.-¿Parece que somo paisanos no es así, señor Vicenzo?-dije con una melodiosa y suave voz, sonriente, dejando entreveer mi perfecta y blanca dentadura.
Me abroché el caliente y caro abrigo, pues el frío viento me recorría todo el cuerpo, y esperé a oir la respuesta del hombre que tenía delante, y del que me había parecido escuchar en su primera frase, un notable acento italiano algo descuidado, al hablar otra lengua. Pero mis sospechas fueron corroboradas al escuchar de su boca una típica palabra italina italiana con la que se refirió a mí y al aprender su nombre: Vicenzo. A lo mejor, lo conocía de algún acto social en el castillo de los reyes, familiares míos, mis padres o algún amigo en común que tuvieramos, o de simples paseos por la hermosa y cálida ciudad que acababa de dejar atrás por la que estaba pisando ahora mismo con mis finos y pequeños pies.
-El gusto es mío, señor Vicenzo. Soy Margherita Alessandra Pellegrini, condesa de Italia.-dije con notable orgullo en mi tono de voz.-¿Parece que somo paisanos no es así, señor Vicenzo?-dije con una melodiosa y suave voz, sonriente, dejando entreveer mi perfecta y blanca dentadura.
Margherita A. Pellegrini- Realeza Italiana
- Mensajes : 127
Fecha de inscripción : 21/08/2010
Localización : Paris, Francia
Re: Vuelta de Viaje ~ Libre ~
Le correspondí la sonrisa, y tomé su mano para besarle el dorso, con delicadeza. La oía hablar, la veía moverse, y por su actitud, parecía una muchacha criada en cuna de plata, al igual que yo, pero me era divertido pensar que podría hacer al respecto. Si mostrarle tal y como soy, un chico adinerado de la capital italiana, o hacerla creer que soy otra persona..
Todo era cuestión de esperar.
- No se preocupe, no era muy importante.
Y asi era, un objeto mas encontrado en una de mis muchas vistas ciudades. Observé como otro de sus sirvientes se apresuraba a alcanzarla, por lo poco que pude oir su carruaje ya estaba listo para partir. Sonreí, bien podría conocer a esta amable señorita, y hacerla entender el significado de la palabra humildad de una forma divertida.. al parecer, se tomaba muy a pecho eso de hablar solo con "aristocratas", se la veía en su mirada, con esos resplandecientes ojos color azul, en su forma de hablar, en cada palabra o acento que sin exito para mis oidos no podía esconder. Mi bella italia..
Todo era cuestión de esperar.
- No se preocupe, no era muy importante.
Y asi era, un objeto mas encontrado en una de mis muchas vistas ciudades. Observé como otro de sus sirvientes se apresuraba a alcanzarla, por lo poco que pude oir su carruaje ya estaba listo para partir. Sonreí, bien podría conocer a esta amable señorita, y hacerla entender el significado de la palabra humildad de una forma divertida.. al parecer, se tomaba muy a pecho eso de hablar solo con "aristocratas", se la veía en su mirada, con esos resplandecientes ojos color azul, en su forma de hablar, en cada palabra o acento que sin exito para mis oidos no podía esconder. Mi bella italia..
Vincenzo Danislăv- Hechicero/Realeza
- Mensajes : 339
Fecha de inscripción : 01/07/2010
Edad : 37
Localización : Roma.
Re: Vuelta de Viaje ~ Libre ~
Sonrió de una manera resplandeciente y que lo hacía todavia más bello si cabía esperar. Era el típico italino, atractivo, educado y bello, pero no era como los qe yo conocía, este era más amable y le rodeaba un halo de intriga y misterio, era especial y no solo por su belleza, delicadeza y dulzura que pude comprobar al sentir sus suaves labios sobre mi delicada y fría por la temperatura que hacía al lado del mar y por el viento. Decidí meter las manos en el bolsillo escondiendo junto a ellas mi apreciada anillo de zafiros y diamentes que portaba siempre conmigo.
Me quedé escuchando la respuesta del señor Vicenzo, y oí como uno de los criados, molestos en ocasiones, útiles en otras, se acercaba. Decidí ignorarlo y quedarme mirándo al recién conocido caballero.-Insisto, señor Vicenzo, no sería una molestia para mí. En cambio usted no puede decir lo mismo, aunque no fuera muy valiosa, tendría algún tipo de valor, aunque solo fuera sentimental.-dije por continuar la conversación de una forma discreta y educada, y no tanto por preocupación por elobjeto perdido.
El criado, al ver que no decidía acompañarlo hasta el carruaje, decidió alejarse, seguro que pensó que no estaba de demasiado humor, y que estaba pendiente de otras cosas, así que se alejó para asegurarse de que uno de los carruajes tenía todas mis pertenencias en perfecto estado y que el otro estaba listo para cuando yo decidiera montar.
-¿Y qué hace por aquí, señor Vicenzo?-pregunté con efusividad, era casualidad que dos italianos llegaran a París al mismo tiempo, dejando atrás su hermosa y atrayente tierra, aunque casi todas las cosas del maravilloso mundo donde vivíamos estaban echar por cuestión de azar y no tanto por decisiones propias. Me aclaré un poco la garganta, sin mucho estruendo por supuesto, pues no sería muy propio, y con curiosidad sonreí espectante.
Me quedé escuchando la respuesta del señor Vicenzo, y oí como uno de los criados, molestos en ocasiones, útiles en otras, se acercaba. Decidí ignorarlo y quedarme mirándo al recién conocido caballero.-Insisto, señor Vicenzo, no sería una molestia para mí. En cambio usted no puede decir lo mismo, aunque no fuera muy valiosa, tendría algún tipo de valor, aunque solo fuera sentimental.-dije por continuar la conversación de una forma discreta y educada, y no tanto por preocupación por elobjeto perdido.
El criado, al ver que no decidía acompañarlo hasta el carruaje, decidió alejarse, seguro que pensó que no estaba de demasiado humor, y que estaba pendiente de otras cosas, así que se alejó para asegurarse de que uno de los carruajes tenía todas mis pertenencias en perfecto estado y que el otro estaba listo para cuando yo decidiera montar.
-¿Y qué hace por aquí, señor Vicenzo?-pregunté con efusividad, era casualidad que dos italianos llegaran a París al mismo tiempo, dejando atrás su hermosa y atrayente tierra, aunque casi todas las cosas del maravilloso mundo donde vivíamos estaban echar por cuestión de azar y no tanto por decisiones propias. Me aclaré un poco la garganta, sin mucho estruendo por supuesto, pues no sería muy propio, y con curiosidad sonreí espectante.
Margherita A. Pellegrini- Realeza Italiana
- Mensajes : 127
Fecha de inscripción : 21/08/2010
Localización : Paris, Francia
Re: Vuelta de Viaje ~ Libre ~
- Nada del otro mundo señorita, siempre me fascinó conocer otros lugares y aqui me ve.
Hice un gesto con ambas manos mostrando mi cuerpo tal y como estaba allí, de pie hablando frente a ella. La miré unos instantes a los ojos tan profundos como el mar pero careciendo de su mismo color.
Una de mis manos tocaba aquel preciado dije antiguo que guardaba en mi bolsillo, mientras que con la otra señalaba su carruaje.
- Supongo que tendrá prisa por marcharse a su nueva residencia.
Observé su gesto contrariado, y sonreí interiormente. Cuanto la habría cautivado como para hacerla esperar su carruaje para tan solo hablar con un simple chico? Simple, esa palabra me gustaba, pero debía de reconocer que no era para nada así. A pesar de mi herencia, y mi acaudalada fortuna ahora mas latente que hace unos años, me hacía sentir igual, que cualquiero otra persona. Para nada me sentía rico, ni pobre, solamente un poco desdichado por algunos aspectos de mi vida que ansiaba esclarecer a la mayor brevedad posible, y no acabar siendo un pobre viejo que cuenta historias de piratas, como mi difunto bisabuelo.
- Que la trajo a usted por aqui? Decidí preguntar, de seguro que su visita ya estaba muy bien preparada.
Hice un gesto con ambas manos mostrando mi cuerpo tal y como estaba allí, de pie hablando frente a ella. La miré unos instantes a los ojos tan profundos como el mar pero careciendo de su mismo color.
Una de mis manos tocaba aquel preciado dije antiguo que guardaba en mi bolsillo, mientras que con la otra señalaba su carruaje.
- Supongo que tendrá prisa por marcharse a su nueva residencia.
Observé su gesto contrariado, y sonreí interiormente. Cuanto la habría cautivado como para hacerla esperar su carruaje para tan solo hablar con un simple chico? Simple, esa palabra me gustaba, pero debía de reconocer que no era para nada así. A pesar de mi herencia, y mi acaudalada fortuna ahora mas latente que hace unos años, me hacía sentir igual, que cualquiero otra persona. Para nada me sentía rico, ni pobre, solamente un poco desdichado por algunos aspectos de mi vida que ansiaba esclarecer a la mayor brevedad posible, y no acabar siendo un pobre viejo que cuenta historias de piratas, como mi difunto bisabuelo.
- Que la trajo a usted por aqui? Decidí preguntar, de seguro que su visita ya estaba muy bien preparada.
Vincenzo Danislăv- Hechicero/Realeza
- Mensajes : 339
Fecha de inscripción : 01/07/2010
Edad : 37
Localización : Roma.
Re: Vuelta de Viaje ~ Libre ~
-¡Oh! Si, tiene usted razón, viajar es una de mis pasioens también. El problema es que el trayecto hasta el destino se me hace insoportablemente eterno.-dije con sinceridad, posiblemente la frase más sincera que había pronunciado hasta aquel momento de aquella inesperada conversación.
Observé que metía una de las manos en un bolsillo, al igual que yo había hecho con las mías momentos antes, pero al parecer el viajero caballero que frente a mí tenía, removía y tocaba algo que su bolsillo contenía, parecía aferrarse a él, como si temiera perderlo... Y ahí estaba yo en acción, bueno más bien mi mente en acción. Haciendo suposiciones sin parar, suposiciones que en diversas ocasiones resultaban no ser ciertas. A lo mejor me había equivocado en juzgar tan bien a aquel caballero tan pronto, pues bien la camisa podía ser robada o... quien sabe. Pero, tampoco había nada mejor que hacer aquella tarde.
-¿Prisa?, Oh no, señor Vicenzo, conozco bien la casa y ¿por que habría de tener prisa por verla, si, será mi alojamiento en París pero, pasaré más tiempo en las calles que ahi dentro estudiando, o al menos eso espero.- dije con mi ya, casi estática pero a la vez dulce sonrisa.-Pero, si le estoy importunando o retrasando, solo hágamelo saber y volveré de vuelta a mi carruaje con los sirvientes.-dije con un tono de voz sereno.
-Bueno, en realidad, y aunque disfrute mucho de mi situación actual, no fue una idea o decisión propia. Fue de mi adorado padre. Quiere, que perfeccione mi francés-francés que hablaba rozando la perfección.-y termine mis estudios, tanto intelectuales como religiosos.-pronuncié orgullosa, de mi misma, de mi familia, y de mi religión, que fielmente practicaba. Pestañee varias veces seguidas y esbocé una media sonrisa, más natural a la anterior, pero igual de melosa y dulce.
Observé que metía una de las manos en un bolsillo, al igual que yo había hecho con las mías momentos antes, pero al parecer el viajero caballero que frente a mí tenía, removía y tocaba algo que su bolsillo contenía, parecía aferrarse a él, como si temiera perderlo... Y ahí estaba yo en acción, bueno más bien mi mente en acción. Haciendo suposiciones sin parar, suposiciones que en diversas ocasiones resultaban no ser ciertas. A lo mejor me había equivocado en juzgar tan bien a aquel caballero tan pronto, pues bien la camisa podía ser robada o... quien sabe. Pero, tampoco había nada mejor que hacer aquella tarde.
-¿Prisa?, Oh no, señor Vicenzo, conozco bien la casa y ¿por que habría de tener prisa por verla, si, será mi alojamiento en París pero, pasaré más tiempo en las calles que ahi dentro estudiando, o al menos eso espero.- dije con mi ya, casi estática pero a la vez dulce sonrisa.-Pero, si le estoy importunando o retrasando, solo hágamelo saber y volveré de vuelta a mi carruaje con los sirvientes.-dije con un tono de voz sereno.
-Bueno, en realidad, y aunque disfrute mucho de mi situación actual, no fue una idea o decisión propia. Fue de mi adorado padre. Quiere, que perfeccione mi francés-francés que hablaba rozando la perfección.-y termine mis estudios, tanto intelectuales como religiosos.-pronuncié orgullosa, de mi misma, de mi familia, y de mi religión, que fielmente practicaba. Pestañee varias veces seguidas y esbocé una media sonrisa, más natural a la anterior, pero igual de melosa y dulce.
Margherita A. Pellegrini- Realeza Italiana
- Mensajes : 127
Fecha de inscripción : 21/08/2010
Localización : Paris, Francia
Re: Vuelta de Viaje ~ Libre ~
Asi que no me equivocaba en lo mas absoluto. Aquella señorita la educaron como a una muñeca: sonrie saluda reza y asiente. Las pautas que debería seguir cualquier dama "supuestamente, de la realeza.
A pesar de ello, no me incomodé, sabía que en cuanto tuviese oportunidad la haría ver cosas que jamás habría visto, y que sabía a ciencia cierta que le gustaría volver a ver, palpar, sentir, tanto como yo lo hacía desde que tenía uso de razón.
A pesar de mi alto estatus social, jamás me privaba de ciertas comodidades, pero prefería dejar a un lado aquellas cosas, todo menos la religión, una buena copa de vino y una compañía adecuada en el momento apropiado.
Mostré de nuevo mi sonrisa, tan sincera y respetuosa, aunque de por si no quitaba el encanto que me decían que tenía, algo que yo no podía remediar aunque quisiese, pero... quien querría?
- Como me iba a importunar vuestra compañía? Dejeme decirle que se equivoca.. no todos los dias uno se encuentra con alguien tan encantadora y bella, además de proceder del mismo pais que le vio nacer, no cree?
Vi que su rostro se tornaba a un color algo mas normal que cuando comenzamos a hablar, lo que me decía que había sufrido serios mareos en aquel barco del cual bajó.
Le mostré con mi mano un asiento de piedra a unos metros de nosotros, y le lancé a su mayordomo un par de monedas de oro.
- Traigale agua a la señorita, y quedese con la vuelta.
Le mostré el asiento, no iba a obligarla a sentarse, pero debido a su estado, quizá lo conveniese correcto.
- No viaja usted mucho en barco, no es asi?
A pesar de ello, no me incomodé, sabía que en cuanto tuviese oportunidad la haría ver cosas que jamás habría visto, y que sabía a ciencia cierta que le gustaría volver a ver, palpar, sentir, tanto como yo lo hacía desde que tenía uso de razón.
A pesar de mi alto estatus social, jamás me privaba de ciertas comodidades, pero prefería dejar a un lado aquellas cosas, todo menos la religión, una buena copa de vino y una compañía adecuada en el momento apropiado.
Mostré de nuevo mi sonrisa, tan sincera y respetuosa, aunque de por si no quitaba el encanto que me decían que tenía, algo que yo no podía remediar aunque quisiese, pero... quien querría?
- Como me iba a importunar vuestra compañía? Dejeme decirle que se equivoca.. no todos los dias uno se encuentra con alguien tan encantadora y bella, además de proceder del mismo pais que le vio nacer, no cree?
Vi que su rostro se tornaba a un color algo mas normal que cuando comenzamos a hablar, lo que me decía que había sufrido serios mareos en aquel barco del cual bajó.
Le mostré con mi mano un asiento de piedra a unos metros de nosotros, y le lancé a su mayordomo un par de monedas de oro.
- Traigale agua a la señorita, y quedese con la vuelta.
Le mostré el asiento, no iba a obligarla a sentarse, pero debido a su estado, quizá lo conveniese correcto.
- No viaja usted mucho en barco, no es asi?
Vincenzo Danislăv- Hechicero/Realeza
- Mensajes : 339
Fecha de inscripción : 01/07/2010
Edad : 37
Localización : Roma.
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