Robin Ballard

DATOS PERSONALES

Nombre del personaje: Robin Ballard
Edad: 18 años
Especie: Humano
Clase social: Baja
Orientación sexual: Heterosexual
Lugar de origen: Rouen (Francia)

DESCRIPCIÓN FÍSICA

Spoiler:

Es un jovencito menudo para su edad, de aspecto delicado y frágil pero rápido como un gamo. Robin está acostumbrado a que los demás intenten aprovecharse de él usando la fuerza y ha tenido que desarrollar a cambio otras cualidades como velocidad para huir, agilidad para saltar y flexibilidad para colarse por cualquier agujero. No puede decirse que sea guapo pero tampoco destaca por su fealdad. Tiene unos ojos castaños muy expresivos algo separados y saltones, con largas pestañas oscuras. Su nariz es fina y tal vez demasiado larga, haciendo juego con el resto de su rostro. El labio superior es algo más fino que el inferior y ostenta ese hoyuelo característico de las personas con mentón partido, algo que apenas se nota. Tiene el pelo del mismo color que los ojos y lo lleva muy corto, con algunos mechones de mayor longitud sobre la frente a modo de flequillo. La raya siempre a la derecha y generalmente se peina con fijador, dejando a la vista sus grandes orejas. Es muy blanco de piel y tiene pecas sobre el puente de la nariz, se le acentúan en verano cuando le golpea el sol.

DESCRIPCIÓN PSICOLÓGICA

Cuentan que en el mundo también hay gente afortunada. Gente a la que las cosas le salen bien, que tiene motivos para reír de verdad hasta que se queda ronca. Nunca han probado el sabor de las lágrimas ni han notado en el pecho la sensación de que algo se desgarraba tan hondo que jamás podría ser reparado. Dicen que se los reconoce porque tienen la mirada franca y limpia y porque sus besos saben a sinceridad. Porque no temen que llegue la noche, sus sueños no traen angustia. Porque no tienen un cajón con llave en el corazón donde guardan los pequeños recuerdos que matan el alma. Robin no es de esa clase de persona pero se esfuerza para aparentarlo porque la vida no regala nada a los que no luchan para merecerlo. Es simpático, alegre y jovial cuando está en el trabajo. En su comportamiento se observan a veces ciertas incoherencias, ¿cómo describirlo? como si tuviera que pensar siempre cómo sentarse o cómo caminar. Es un muchacho algo peculiar en sus maneras, algo teatral, pero nadie sospecha que esconda nada raro. Simplemente a su edad todos los chicos tienen la cabeza llena de pájaros, ya ves tú, todavía sueñan con cambiar el mundo y empiezan a darse cuenta de que les hierve la sangre cuando se cruzan con alguna joven bonita. Seguramente Robin será un buen reportero algún día porque es muy constante en sus tareas y muy entregado, siempre sale el último de la redacción y entra el primero por las mañanas. Su madre debe de echarlo de menos en casa.

Pero Robin sí esconde algo y no tiene familia que lo añore, solo un padre que si lo encuentra lo matará. Cuando llegó a París era un muchacho inquieto y de mirada huidiza que caminaba rápido y con el cuello de la chaqueta subido, procurando no hacer ruido y no llamar la atención. Alquiló una habitación en una casa de huéspedes donde vive desde entonces y poco a poco se ha ido acomodando, relajando su talante a ojos vistas y tornándose un poco más confiado. Es muy perspicaz y celoso de su vida privada, pero eso no es de extrañar teniendo en cuenta sus circunstancias... porque Robin Ballard es una mujer. Un buen día decidió que no podría salir adelante sola si no se disfrazaba de hombre, y por eso cogió ropas masculinas, se cortó el pelo y se encaminó a París a empezar de nuevo allí donde nadie le conoce. Su nombre es unisex y por eso existe en los registros, no ha tenido que inventarse otro, pero todas las mañanas se venda el pecho y reza para que nadie lo note bajo la camisa. De momento tiene una edad en la que aún no es raro que no le salga barba, así que ya se preocupará por ese detalle a su debido tiempo. El caso es que Robin está sola porque no puede confiarle a nadie toda la verdad sobre sí misma, y eso la aísla de los demás y le impide hacer amistad estrecha con nadie. Tener que cuidar sus modales constantemente acaban por amargar a cualquiera, y por eso la chica se siente muchas veces triste y cansada de su situación. Podría decirse pues que tiene dos caras: el hombrecito despreocupado aprendiz de periodista y la muchacha arisca y melancólica.

HISTORIA

El padre de Robin siempre fue un patán, pero cuando todavía tenía trabajo al menos no pasaba en casa tantas horas como para que su familia se diera cuenta de ello. Los cuatro - sus dos progenitores, Robin y su hermano mayor Vincent - vivían en Rouen, una ciudad situada al noroeste de Francia y relativamente cerca de París. El cabeza de familia llevaba un negocio de vinos y licores que fue echándose a perder hasta que se fue definitivamente a la quiebra. Fue entonces cuando Eugene Ballard decidió beberse todas las existencias de su almacén de alcohol y empezar a pegar a su mujer y a sus hijos con la correa del cinturón. Al principio era solo alguna paliza aislada cuando estaba muy borracho o cuando los niños hacían demasiado ruido, pero después se convirtió en una costumbre casi diaria. Audrey-Marie, su esposa, solía ponerse en medio para que no maltratara a sus hijos. En cuanto veía que su marido se quitaba el cinturón para golpear a alguno de sus pequeños la buena mujer se tiraba sobre ellos para cubrirlos de los latigazos, y por eso ninguno de los dos creyó a Eugene cuando les aseguró que su madre se había largado. Una mañana simplemente ya no estaba allí. La noche anterior los dos hermanos habían dormido en el granero porque no soportaban más los gritos de la enorme discusión que estaba estallando dentro de su hogar, y por eso no pudieron saber qué había sido de Audrey-Marie. Sin embargo los dos creían secretamente que a su padre se le había ido la mano y que el cuerpo sin vida de su esposa estaba ahora enterrado en alguna parte del bosque donde ya nadie lo encontraría nunca.

Al quedar huérfanos las palizas de Eugene no encontraban ya obstáculo ninguno para cebarse en sus carnes. Vincent trataba de proteger a Robin pero no siempre le era posible, y los niños fueron creciendo entre golpe y golpe sin acudir casi a la escuela y sin que el resto de los vecinos, con quienes no guardaban mucha relación, se enteraran de nada. Finalmente Vincent cumplió dieciocho años y anunció que se marchaba de allí, que no soportaba más aquella vida de reo y que se llevaba con él a su hermana pequeña, que entonces tenía dieciséis. La cosa se acaloró, Eugene estaba ebrio de nuevo y acabó empujando a su hijo contra el canto de piedra de la chimenea, matándolo al instante. Robin se quedó muda de horror sabiendo que ya no le quedaba nadie, que nunca podría salir de allí y que aquel asesino repugnante iba a gobernar su vida para siempre. En un arrebato de rebeldía y valor resolvió meter todas las cosas de Vincent en una maleta, vestir sus ropas, cortarse el pelo y subir en la primera carreta llena de paja que encontró en uno de los caminos.

Quiso la suerte por fin sonreírle y llevarla hasta París, donde encontró pronto colocación en la redacción de Le Figaro. Tiene un sueldo muy modesto porque es el chico de los recados, pero le alcanza justo para pagarse una habitación en una casa de huéspedes que regenta un viejo matrimonio que la tratan bien. Ahora siempre tiene comida caliente en la mesa y algo parecido a un hogar donde nadie le pega, pero en sueños su padre todavía la persigue con el cinturón y cada vez que se viste por las mañanas ve a Vincent en ella. Las únicas huellas que nunca se borran son las que quedan en el alma.

DATOS EXTRA

— A causa de las palizas que sufrió de pequeña tiene la espalda llena de cicatrices del cinturón de su padre.
— Se ha prometido a sí misma que nunca dejará que los demás la vean llorar.
— A veces habla en voz alta con su hermano Vincent como si pudiera oírla. La ayuda a aclarar sus ideas pero parece que esté mal de la azotea.