AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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Como aguja en pajar (Robin Ilie)
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Como aguja en pajar (Robin Ilie)
No sé con exactitud cuando desapareció Akseli, mi hermano. Por lo general, desaparecíamos durante un par de días sin aviso previo y regresábamos del mismo modo. Sin embargo ya han pasado más que un par de días y sé que algo ha sucedido. No puedo afirmar con exactitud la gravedad de mis palabras. No me atrevo a asegurar cosa mala o buena con respecto a él, aunque en el fondo quiera pensar que solamente desapareció con su prometida por motivos de peso que tal vez no llegaré a saber. A veces, cuando él se iba, avisaba a Lanna que tardaría buscando que ella no se preocupara demás por si no regresaba rápido; pero ella tampoco sabía nada esta vez.
Cuando se vive mucho con alguien es imposible no hacer predicciones con respecto a comportamientos, actitudes, rumbos, gustos y todo lo que tenga alternativa alguna; es por eso que ahora recorro París como si buscara una hábil aguja en medio de un hirsuto pajar por no encontrarle sentido común a este asunto. Soy un cabeza dura, un obstinado hermano mayor que aún pretende cuidar de su hermano menor por más que éste tenga más de cinco mil años de edad y sepa cuidarse sólo tan bien como lo hace él. Pero no tengo opción, mi mente no ha podido encontrar descanso desde que dejé de verlo. Creo que ha pasado más de un mes, no estoy seguro porque detesto contar los días y darme cuenta que no aparece por ningún lado.
He recorrido cuanto he podido y me frustra saber que a pesar de ser yo un buscador no he dado ni con una sola pista de su paradero. Esta habilidad me ha resultado por completo inútil y no estoy seguro del porqué. Es un don desaprovechado porque quizás estoy demasiado cansado para poder dar con algo. He intentado descansar bien, por supuesto, pero no es cuestión fácil cuando las ideas asaltan mi mente y siento la necesidad de seguir en la búsqueda aún cuando sé que el día no me lo permite y que soy el doble de inútil mientras el sol se encuentra en lo más alto de este cielo que no me guía para nada. En mi mente tengo una especie de lista de lugares recorridos: Teatros, casas de todo tipo, callejones, circos, parques, plazas, pantanos, burdeles... he dejado el bosque para lo último por encontrarlo en extremo predecible, pero se me terminaron las opciones en París y sólo me queda ese lugar por recorrer. De no encontrar nada, pasaré a la siguiente ciudad y arrasaré Francia y lo que me sea necesario en el intento.
La noche cayó por fin tras horas de espera que parecieron una eternidad de impotencia. Siento sed, pero no me importa, no puedo evitar caminar con un rumbo bien marcado hacia los bosques y nada puede lograr distraerme de esto que esperaba. Durante la búsqueda me he alimentado poco, sí, pero he reconocido en mí un modo salvaje de hacerlo que hasta ahora no conocía. Muerdo a mi víctima con ira, con tal rapidez y violencia que incluso parecería un neófito a primera vista por más que llevo demasiado tiempo sobre esta tierra maldita por nuestra causa. ¿Cuánto puedo encontrar en ese vasto territorio? hay pocos humanos allí, pero exceso de licántropos y vampiros por sobre cualquier otra especie; después, los cambiaformas. No tengo nada que temer, soy demasiado viejo para ser vencido tan rápido y confío en mi astucia para salir más que bien librado de una lucha si se llega a presentar. No obstante evitaría cualquier enfrentamiento que me robara tiempo y, tampoco estoy de humor para permitir que me detenga nadie.
El camino me resultó más corto de lo creí. Con rapidez mis pies se hallaron pisando esa especie de alfombra que formaban los pastos, las hojas y piñas caídas de los árboles. El ambiente era húmedo como era de esperarse de la primavera y los pequeños animales iban siendo más evidentes por doquier. Una fina brisa había bañado hasta hace pocas horas todo a su paso y la soledad era aún mayor a causa de eso mismo. Todo me molestaba más, a diferencia de la mayoría, yo detestaba la primavera.
Como era de esperarse, no encontré absolutamente nada. Ni un rastro de mi hermano había quedado tras su partida. Me sentía molesto en extremo, frustrado hasta el cansancio y agotado como nunca. Avancé un poco más y a lo lejos divisé una casa y reconocí un sólo corazón que latía con una velocidad algo mayor que la de un humano normal ¿Alimentarme me ayudaría un poco a pasar aquél amargo trago de esa especie de derrota? Avancé sin más, iba a alimentarme y me tenía sin cuidado de quien se tratara esta vez. Hombre o mujer, joven o viejo, lo que fuere vendría a ser mi cena. Avancé con determinación y toque entonces en aquella humilde morada tres pausadas veces, como si la muerte avisara su llegada sólo por mero ego o hipocresía.
Cuando se vive mucho con alguien es imposible no hacer predicciones con respecto a comportamientos, actitudes, rumbos, gustos y todo lo que tenga alternativa alguna; es por eso que ahora recorro París como si buscara una hábil aguja en medio de un hirsuto pajar por no encontrarle sentido común a este asunto. Soy un cabeza dura, un obstinado hermano mayor que aún pretende cuidar de su hermano menor por más que éste tenga más de cinco mil años de edad y sepa cuidarse sólo tan bien como lo hace él. Pero no tengo opción, mi mente no ha podido encontrar descanso desde que dejé de verlo. Creo que ha pasado más de un mes, no estoy seguro porque detesto contar los días y darme cuenta que no aparece por ningún lado.
He recorrido cuanto he podido y me frustra saber que a pesar de ser yo un buscador no he dado ni con una sola pista de su paradero. Esta habilidad me ha resultado por completo inútil y no estoy seguro del porqué. Es un don desaprovechado porque quizás estoy demasiado cansado para poder dar con algo. He intentado descansar bien, por supuesto, pero no es cuestión fácil cuando las ideas asaltan mi mente y siento la necesidad de seguir en la búsqueda aún cuando sé que el día no me lo permite y que soy el doble de inútil mientras el sol se encuentra en lo más alto de este cielo que no me guía para nada. En mi mente tengo una especie de lista de lugares recorridos: Teatros, casas de todo tipo, callejones, circos, parques, plazas, pantanos, burdeles... he dejado el bosque para lo último por encontrarlo en extremo predecible, pero se me terminaron las opciones en París y sólo me queda ese lugar por recorrer. De no encontrar nada, pasaré a la siguiente ciudad y arrasaré Francia y lo que me sea necesario en el intento.
La noche cayó por fin tras horas de espera que parecieron una eternidad de impotencia. Siento sed, pero no me importa, no puedo evitar caminar con un rumbo bien marcado hacia los bosques y nada puede lograr distraerme de esto que esperaba. Durante la búsqueda me he alimentado poco, sí, pero he reconocido en mí un modo salvaje de hacerlo que hasta ahora no conocía. Muerdo a mi víctima con ira, con tal rapidez y violencia que incluso parecería un neófito a primera vista por más que llevo demasiado tiempo sobre esta tierra maldita por nuestra causa. ¿Cuánto puedo encontrar en ese vasto territorio? hay pocos humanos allí, pero exceso de licántropos y vampiros por sobre cualquier otra especie; después, los cambiaformas. No tengo nada que temer, soy demasiado viejo para ser vencido tan rápido y confío en mi astucia para salir más que bien librado de una lucha si se llega a presentar. No obstante evitaría cualquier enfrentamiento que me robara tiempo y, tampoco estoy de humor para permitir que me detenga nadie.
El camino me resultó más corto de lo creí. Con rapidez mis pies se hallaron pisando esa especie de alfombra que formaban los pastos, las hojas y piñas caídas de los árboles. El ambiente era húmedo como era de esperarse de la primavera y los pequeños animales iban siendo más evidentes por doquier. Una fina brisa había bañado hasta hace pocas horas todo a su paso y la soledad era aún mayor a causa de eso mismo. Todo me molestaba más, a diferencia de la mayoría, yo detestaba la primavera.
Como era de esperarse, no encontré absolutamente nada. Ni un rastro de mi hermano había quedado tras su partida. Me sentía molesto en extremo, frustrado hasta el cansancio y agotado como nunca. Avancé un poco más y a lo lejos divisé una casa y reconocí un sólo corazón que latía con una velocidad algo mayor que la de un humano normal ¿Alimentarme me ayudaría un poco a pasar aquél amargo trago de esa especie de derrota? Avancé sin más, iba a alimentarme y me tenía sin cuidado de quien se tratara esta vez. Hombre o mujer, joven o viejo, lo que fuere vendría a ser mi cena. Avancé con determinación y toque entonces en aquella humilde morada tres pausadas veces, como si la muerte avisara su llegada sólo por mero ego o hipocresía.
Jarko Nygard- Vampiro Clase Alta
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Re: Como aguja en pajar (Robin Ilie)
Nadie nos prometió un jardín de rosas, hablamos del peligro de estar vivos.
Fito Páez
Estaba tranquila en mi hogar, mi santuario. Ese lugar en el cual podía hacer cuanto quisiera sin temor a que alguien irrumpiera en él. Mi familia y yo siempre nos habíamos sentido a salvo en ese lugar, claro que ahora la única que se sentía a salvo era yo; considerando que mis padres fueron en busca de un mejor lugar en el cual pasar sus últimos años de vida.
La muerte es algo de esperarse para toda criatura sobre este mundo, pero para nosotros los cambiaformas ella llegaba mucho más lento que para las personas normales y tal vez era por eso que no me dolía tanto el saber que mi familia llegaba al final de su existencia en aquel mundo.
Aquella casita en los limites de París y los bosques, que terminaba dando más a los bosques que a la ciudad en si, era lo único que me quedaría de ellos y del tiempo que pase a su lado después de que abandonaran esta tierra. No podía sentirme más complacida de tener algo que me recordara a ellos y mucho menos un sitio como aquel que me hacía sentir segura, pese a que cualquiera diría que era de lo más arriesgado vivir en ese lugar.
No negaba que era peligroso pero nunca me había pasado nada malo y tampoco tenia miedo a nada ni nadie que se atreviera a acercarse a mi hogar, sabía siempre que podría encontrar la manera de salir bien librada de cualquier situación desfavorable en la que me encontrara. No era mero ego, sino que existían pruebas a lo largo de mi historia que me hacían encontrarme segura respecto a eso.
Ese día había observando como el sol desaparecía entre las copas de los arboles, estuve recostada en el pasto fuera de mi casa hasta que no quedo ningún rayo de sol, solo la profunda oscuridad en la que se sumían los bosques. Igual que si fuera de día, permanecí en ese lugar, recostada e inmóvil escuchando con atención los sonidos que el bosque ofrecía; ese era después de todo mi hogar y lo amaba.
Después de haber estado algo de tiempo ahí me levante con algo de pesadez para caminar hacia la casa aquella, que más que una casa en si, era una cabaña sencilla. Tenía hambre y lo mejor seria tomar algo para la cena y después ir a dormir si es que podía conciliar el sueño ya que últimamente tenia demasiada energía y me había visto en la necesidad de salir a correr por los bosques hasta sentirme físicamente exhausta como para poder dormir como deseaba.
Llevaba prácticamente muy poco tiempo dentro de la cabaña y aún me era imposible encontrar algo que fuera decente para comer cuando un leve sonido me llamo la atención. Era una especie de pisadas que bien pudieron pasar desapercibidas sino fuera por el hecho de que los animales actuaron de una manera poco usual, todos huyeron de las cercanías de mi casa. Salir a ver que era lo que se encontraba en el exterior era por lejos, lo más peligroso que pudiera hacer, así que me mantuve en silencio aguardando a ver si aquellas pisadas se acercaban y después se alejaban sin más. Esperaba que eso fuera lo que sucediera o entonces debería encontrar la manera de librarme de quien fuera que estuviese por ahí.
Guarde silencio y me mantuve inmóvil, escuchando entonces como en la puerta tocaban tres veces. Con la cercanía de quien fuera que estaba en el exterior de la casa, me llego el aroma a muerte, el aroma de un vampiro.
– Largo… – mencione de manera firme desde el interior – alejate vampiro, aquí no hay nada para ti – cruce los brazos pese a que la puerta nos separaba y ninguno de nosotros podía mirarse. No es que tuviera miedo de enfrentarle, solo que más valía que se fuera de mi casa o entonces tendríamos un problema.
Fito Páez
Estaba tranquila en mi hogar, mi santuario. Ese lugar en el cual podía hacer cuanto quisiera sin temor a que alguien irrumpiera en él. Mi familia y yo siempre nos habíamos sentido a salvo en ese lugar, claro que ahora la única que se sentía a salvo era yo; considerando que mis padres fueron en busca de un mejor lugar en el cual pasar sus últimos años de vida.
La muerte es algo de esperarse para toda criatura sobre este mundo, pero para nosotros los cambiaformas ella llegaba mucho más lento que para las personas normales y tal vez era por eso que no me dolía tanto el saber que mi familia llegaba al final de su existencia en aquel mundo.
Aquella casita en los limites de París y los bosques, que terminaba dando más a los bosques que a la ciudad en si, era lo único que me quedaría de ellos y del tiempo que pase a su lado después de que abandonaran esta tierra. No podía sentirme más complacida de tener algo que me recordara a ellos y mucho menos un sitio como aquel que me hacía sentir segura, pese a que cualquiera diría que era de lo más arriesgado vivir en ese lugar.
No negaba que era peligroso pero nunca me había pasado nada malo y tampoco tenia miedo a nada ni nadie que se atreviera a acercarse a mi hogar, sabía siempre que podría encontrar la manera de salir bien librada de cualquier situación desfavorable en la que me encontrara. No era mero ego, sino que existían pruebas a lo largo de mi historia que me hacían encontrarme segura respecto a eso.
Ese día había observando como el sol desaparecía entre las copas de los arboles, estuve recostada en el pasto fuera de mi casa hasta que no quedo ningún rayo de sol, solo la profunda oscuridad en la que se sumían los bosques. Igual que si fuera de día, permanecí en ese lugar, recostada e inmóvil escuchando con atención los sonidos que el bosque ofrecía; ese era después de todo mi hogar y lo amaba.
Después de haber estado algo de tiempo ahí me levante con algo de pesadez para caminar hacia la casa aquella, que más que una casa en si, era una cabaña sencilla. Tenía hambre y lo mejor seria tomar algo para la cena y después ir a dormir si es que podía conciliar el sueño ya que últimamente tenia demasiada energía y me había visto en la necesidad de salir a correr por los bosques hasta sentirme físicamente exhausta como para poder dormir como deseaba.
Llevaba prácticamente muy poco tiempo dentro de la cabaña y aún me era imposible encontrar algo que fuera decente para comer cuando un leve sonido me llamo la atención. Era una especie de pisadas que bien pudieron pasar desapercibidas sino fuera por el hecho de que los animales actuaron de una manera poco usual, todos huyeron de las cercanías de mi casa. Salir a ver que era lo que se encontraba en el exterior era por lejos, lo más peligroso que pudiera hacer, así que me mantuve en silencio aguardando a ver si aquellas pisadas se acercaban y después se alejaban sin más. Esperaba que eso fuera lo que sucediera o entonces debería encontrar la manera de librarme de quien fuera que estuviese por ahí.
Guarde silencio y me mantuve inmóvil, escuchando entonces como en la puerta tocaban tres veces. Con la cercanía de quien fuera que estaba en el exterior de la casa, me llego el aroma a muerte, el aroma de un vampiro.
– Largo… – mencione de manera firme desde el interior – alejate vampiro, aquí no hay nada para ti – cruce los brazos pese a que la puerta nos separaba y ninguno de nosotros podía mirarse. No es que tuviera miedo de enfrentarle, solo que más valía que se fuera de mi casa o entonces tendríamos un problema.
Robin Ilie- Cambiante Clase Baja
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Fecha de inscripción : 10/03/2014
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Re: Como aguja en pajar (Robin Ilie)
"Largo" la voz de una mujer sonó con determinación dentro de aquella casa de pobre apariencia. Era una voz joven, firme pero al tiempo era la única que podía sonar dentro de aquél lugar en el que no sentí la presencia de nadie más.
Sus palabras, todas ellas, resultaron una provocación a mi ira, como cuando el gas propano se esparce y atrae la llama para terminar por destruir todo lo que esté a su alcance. Ahora bien ¿Qué era exactamente ella que conocía tras las paredes mi naturaleza? sentía la tibieza de su cuerpo al otro lado, escuchaba el compás de su corazón y el ritmo de su respiración; pero no olía como un licántropo y aun así era humana. Sólo podía ser una cosa: una cambiante, como llamaba yo a los suyos. No obstante erraba cuando decía que nada había para mí adentro porque ella estaba allí constituyendo mi necesidad, su sangre se sentía en el aire en medio de la corta distancia y era seguramente potenciada por mi sed y por el enojo que poseía y que aumentaba de más en más conforme pasaban los días sin saber nada de mi hermano. Era increíble hasta el punto en que me afectaba su ausencia, él era mi única familia y si alguna vez tenía que proteger a alguien, ese era a él y, por más que su fuerza se equiparara con la mía yo seguía siendo el hermano mayor y como tal pensaba.
Acerqué la mano al picaporte, iba a entrar sin importarme en qué animal pudiera mutar ella, incluso aunque se convirtiera en un enorme oso podría enfrentarme a él con facilidad; yo era demasiado viejo como para ser vencido tan fácilmente.
Por lo general no mato por mero gusto sino que me detengo un poco, observo y luego me alimento tras haber meditado en la vida de ese otro. Debo decir que soy de esos que leen la mente y que prefiere matar a mentirosos y a gente que no le resulta realmente útil a nadie. Quizás juego a ser Dios con sus vidas, sí, pero alguien jugó primero a lo mismo con la mía y soy esclavo desde entonces de esta maldita necesidad de pagar vida con vida o alimentar a mi muerte con más muerte. Ahora, tengo a una mujer del otro lado en que no he reparado y prefiero no hacerlo. Me digo a mí mismo con dificultad y en medio de mi molestia que la muerte les llega a todos y seguro que ella ya ha vivido el doble de lo que le correspondería si fuera una persona normal. Un cambiante siempre vive una vida entera cuando apenas demuestra la mitad de ella.
Giré la manija de la puerta y la empujé al tiempo que irrumpía de forma violenta y obviamente abusiva. La mujer estaba justo tras la misma pero a una distancia prudente como para no haberla propulsado lejos en medio del impacto de la gruesa y vieja madera que la había mantenido lejos de mí por tan poco tiempo. Ingresé con fiereza y de golpe me abalancé sobre ella empujándola con el antebrazo justo encima del pecho y golpeando su cuerpo en el impacto contra la pared. Estaba dispuesto a morderla a tal velocidad que notara todo cuando le clavara los colmillos en el cuello y empezara a bebérmele la vida, pero para mi desgracia se me ocurrió mirarla antes y a una distancia demasiado corta de su rostro me quedé observándola, como si sus facciones fueran todo lo opuesto a lo que yo había imaginado y, por un momento me olvidé incluso de mi ira y casi me sentí espantado. Era demasiado parecida a... no, me niego a creerlo, aunque no puedo dejar de mirarla.
Sus palabras, todas ellas, resultaron una provocación a mi ira, como cuando el gas propano se esparce y atrae la llama para terminar por destruir todo lo que esté a su alcance. Ahora bien ¿Qué era exactamente ella que conocía tras las paredes mi naturaleza? sentía la tibieza de su cuerpo al otro lado, escuchaba el compás de su corazón y el ritmo de su respiración; pero no olía como un licántropo y aun así era humana. Sólo podía ser una cosa: una cambiante, como llamaba yo a los suyos. No obstante erraba cuando decía que nada había para mí adentro porque ella estaba allí constituyendo mi necesidad, su sangre se sentía en el aire en medio de la corta distancia y era seguramente potenciada por mi sed y por el enojo que poseía y que aumentaba de más en más conforme pasaban los días sin saber nada de mi hermano. Era increíble hasta el punto en que me afectaba su ausencia, él era mi única familia y si alguna vez tenía que proteger a alguien, ese era a él y, por más que su fuerza se equiparara con la mía yo seguía siendo el hermano mayor y como tal pensaba.
Acerqué la mano al picaporte, iba a entrar sin importarme en qué animal pudiera mutar ella, incluso aunque se convirtiera en un enorme oso podría enfrentarme a él con facilidad; yo era demasiado viejo como para ser vencido tan fácilmente.
Por lo general no mato por mero gusto sino que me detengo un poco, observo y luego me alimento tras haber meditado en la vida de ese otro. Debo decir que soy de esos que leen la mente y que prefiere matar a mentirosos y a gente que no le resulta realmente útil a nadie. Quizás juego a ser Dios con sus vidas, sí, pero alguien jugó primero a lo mismo con la mía y soy esclavo desde entonces de esta maldita necesidad de pagar vida con vida o alimentar a mi muerte con más muerte. Ahora, tengo a una mujer del otro lado en que no he reparado y prefiero no hacerlo. Me digo a mí mismo con dificultad y en medio de mi molestia que la muerte les llega a todos y seguro que ella ya ha vivido el doble de lo que le correspondería si fuera una persona normal. Un cambiante siempre vive una vida entera cuando apenas demuestra la mitad de ella.
Giré la manija de la puerta y la empujé al tiempo que irrumpía de forma violenta y obviamente abusiva. La mujer estaba justo tras la misma pero a una distancia prudente como para no haberla propulsado lejos en medio del impacto de la gruesa y vieja madera que la había mantenido lejos de mí por tan poco tiempo. Ingresé con fiereza y de golpe me abalancé sobre ella empujándola con el antebrazo justo encima del pecho y golpeando su cuerpo en el impacto contra la pared. Estaba dispuesto a morderla a tal velocidad que notara todo cuando le clavara los colmillos en el cuello y empezara a bebérmele la vida, pero para mi desgracia se me ocurrió mirarla antes y a una distancia demasiado corta de su rostro me quedé observándola, como si sus facciones fueran todo lo opuesto a lo que yo había imaginado y, por un momento me olvidé incluso de mi ira y casi me sentí espantado. Era demasiado parecida a... no, me niego a creerlo, aunque no puedo dejar de mirarla.
Jarko Nygard- Vampiro Clase Alta
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Fecha de inscripción : 07/01/2013
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Re: Como aguja en pajar (Robin Ilie)
Lo único que pensaba, una y otra vez, era:
«No vas a vivir eternamente; no vas a vivir eternamente»
Francis Scott Fitzgerald
Existió el silencio y lo agradecí como se agradece un rayo de sol en las frías mañanas invernales. Eso me daba tiempo para pensar en una manera de actuar debidamente si es que aquel vampiro no se alejaba de mi hogar. La reacción más natural ante una amenaza de aquel estilo era que terminara por abandonar mi casa, buscara un refugio o la forma de perder a aquel inmortal y volviese luego para ver si es que causaba algún daño en la estructura de mi único patrimonio. Eso era lo que debía hacer, pero no lo haría; no dejaría mi hogar en manos de un ser como aquellos y menos debido a que no sabía cual era su intensión, ya que en otras ocasiones escuche que existían vampiros que llegaban a lugares solitarios y se instalaban en alguna casa que les agradara y el punto es que no podía saber realmente si era que deseaba matarme o quedarse con mi hogar.
Mi cuerpo se tenso ante el ligero sonido que produjo la mano ajena en la manija de la puerta. Él no pensaba irse de aquel lugar y yo tampoco, así que el destino ejercería su jugada sobre ambos.
Comparada con los vampiros, pueden tratarme como un ser inferior, pero estaba dispuesta a dejar mi vida en aquel lugar con tal de defenderme y mostrar que quien fuera aquel inmortal, le daría tanta batalla como me fuera posible. Los cambiaformas tenemos una vida mayor a la humana pero nunca equiparable con la vida de una de aquellas sanguijuelas que pueden sobrevivir generaciones de los nuestros. Ese era otro punto que se encontraba en mi desventaja o quizás la ventaja; los vampiros jóvenes aunque fuertes no estaban demasiado acostumbrados aún a la manera de ser de su cuerpo y era más sencillo terminar con ellos o escapar que con vampiros más experimentados o en términos más mortales, viejos; ante esos existía realmente poco que pudiese hacerse.
El silencio seguía siendo el rey del momento. Ningún animal hacía sonido alguno y mi cuerpo para ese punto se estaba preparando para lo que debiera hacer. Mis hombros temblaban no por miedo sino como una preparación para el momento en que mi cuerpo debiera cambiar a una de sus formas animales.
La intromisión del desconocido fue tan rápida que me impidió cambiar y únicamente cuando mi cuerpo fue a dar sobre una de las paredes es que gruñí molesta, no porque él hubiese entrado, sino porque al parecer ese era mi final y no había hecho nada real para evitarlo solo que mis manos estaban sobre su pecho a manera de la única defensa que podría usar para evitar que bebiera de mi, una defensa que no sería de mucho.
Aquel vampiro tenía los cabellos largos y una expresión fría en el rostro, le mire fijamente porque me llevaría aquel rostro a la muerte, no lo olvidaría nunca y de eso estaba segura. Contrario a lo que espere, no sucedía nada, se había quedado mirándome y parecía que mi buscaba algo que había perdido o que esperaba haber perdido.
– ¿Qué esperas? Si piensas matarme que sea de una vez, sino, largo de mi hogar – jugaba con mi suerte, pero la espera siempre es más angustiosa que el acto en si y si mi fin se encontraba en sus manos, más valía que llegara ya.
«No vas a vivir eternamente; no vas a vivir eternamente»
Francis Scott Fitzgerald
Existió el silencio y lo agradecí como se agradece un rayo de sol en las frías mañanas invernales. Eso me daba tiempo para pensar en una manera de actuar debidamente si es que aquel vampiro no se alejaba de mi hogar. La reacción más natural ante una amenaza de aquel estilo era que terminara por abandonar mi casa, buscara un refugio o la forma de perder a aquel inmortal y volviese luego para ver si es que causaba algún daño en la estructura de mi único patrimonio. Eso era lo que debía hacer, pero no lo haría; no dejaría mi hogar en manos de un ser como aquellos y menos debido a que no sabía cual era su intensión, ya que en otras ocasiones escuche que existían vampiros que llegaban a lugares solitarios y se instalaban en alguna casa que les agradara y el punto es que no podía saber realmente si era que deseaba matarme o quedarse con mi hogar.
Mi cuerpo se tenso ante el ligero sonido que produjo la mano ajena en la manija de la puerta. Él no pensaba irse de aquel lugar y yo tampoco, así que el destino ejercería su jugada sobre ambos.
Comparada con los vampiros, pueden tratarme como un ser inferior, pero estaba dispuesta a dejar mi vida en aquel lugar con tal de defenderme y mostrar que quien fuera aquel inmortal, le daría tanta batalla como me fuera posible. Los cambiaformas tenemos una vida mayor a la humana pero nunca equiparable con la vida de una de aquellas sanguijuelas que pueden sobrevivir generaciones de los nuestros. Ese era otro punto que se encontraba en mi desventaja o quizás la ventaja; los vampiros jóvenes aunque fuertes no estaban demasiado acostumbrados aún a la manera de ser de su cuerpo y era más sencillo terminar con ellos o escapar que con vampiros más experimentados o en términos más mortales, viejos; ante esos existía realmente poco que pudiese hacerse.
El silencio seguía siendo el rey del momento. Ningún animal hacía sonido alguno y mi cuerpo para ese punto se estaba preparando para lo que debiera hacer. Mis hombros temblaban no por miedo sino como una preparación para el momento en que mi cuerpo debiera cambiar a una de sus formas animales.
La intromisión del desconocido fue tan rápida que me impidió cambiar y únicamente cuando mi cuerpo fue a dar sobre una de las paredes es que gruñí molesta, no porque él hubiese entrado, sino porque al parecer ese era mi final y no había hecho nada real para evitarlo solo que mis manos estaban sobre su pecho a manera de la única defensa que podría usar para evitar que bebiera de mi, una defensa que no sería de mucho.
Aquel vampiro tenía los cabellos largos y una expresión fría en el rostro, le mire fijamente porque me llevaría aquel rostro a la muerte, no lo olvidaría nunca y de eso estaba segura. Contrario a lo que espere, no sucedía nada, se había quedado mirándome y parecía que mi buscaba algo que había perdido o que esperaba haber perdido.
– ¿Qué esperas? Si piensas matarme que sea de una vez, sino, largo de mi hogar – jugaba con mi suerte, pero la espera siempre es más angustiosa que el acto en si y si mi fin se encontraba en sus manos, más valía que llegara ya.
Robin Ilie- Cambiante Clase Baja
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Fecha de inscripción : 10/03/2014
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Re: Como aguja en pajar (Robin Ilie)
La vida nos juega malas pasadas todo el tiempo, pero en ocasiones se vuelve tan irónica, que la burla que nos planta es tal que quedamos atónitos, absortos al contemplar las artimañas que ejecuta para dejarnos boquiabiertos. ¿Qué clase de broma era aquella? todo en conjunto era una mala combinación: Mi hermano, desaparecido y yo frente a alguien idéntico a quien nos convirtió. Todo en una misma noche, todo por la misma búsqueda.
Por un momento sentí que presioné mi brazo sobre ella con más fuerza, apreté los dientes y la miré con ira como si se tratara de la mismísima Dominique de antaño, aunque bien sabía que no era ella. La mujer frente a mí era de piel tibia y al mantenerme tan firmemente la mirada pude notar un aire de rebeldía que me recordó aún más a mi creadora que, de haber sido ella, me habría lanzado a varios metros de distancia e incluso estaba seguro que habría destruido al menos una pared y un par de muebles en el medio de aquél golpe. Sin dejar de mirarla liberé apenas el brazo para mantenerla cautiva pero no ahogarla en uno de mis arrebatados recuerdos. Me sentí confundido porque a pesar de todo, esta situación me liberaba de la presión de la perdida de mi hermano. Pero su peso era peor, era como omitir una carga poniendo otra más pesada arriba que aplasta la primera, pero que sigue estando allí y que volverá a sucumbir cuando la segunda desaparezca.
Quería soltarla, quería matarla, quería besarla para buscar en sus labios el sabor compartido de Dominique que no había olvidado, quería preguntarle cosas, quería largarme y todo en esa mezcla en mi cabeza me mantenía inmóvil, como un estúpido que entra a matar y luego se queda mirando a su víctima como un soberano enfermo.
-¿A esto llamas hogar?- le pregunté con una voz medio ronca producto de la excitación de la noche y sus malditas burlas. Yo era víctima de las circunstancias pero, ella también. Yo entraba en su casa, la aprisionaba, hacía lo que se me antojaba y además era tan atrevido de mofarme de lo que llamaba hogar. No obstante no sólo me refería al ambiente físico de la casa, sino que además no se sentía el aroma de nadie más allí, no se veía nada que pudiera representar la presencia de algún otro. -Tu apellido ¿Cuál es?- ahora empezaba a parecer un asesino a sueldo, un sujeto que buscaba a alguien en particular para darle fin por motivos ridículos. Sin embargo quería saber si podía ser descendiente de aquella inmortal asesinada por los Nygard hace tanto tiempo, aunque fuera improbable que conservara un mismo apellido siendo de un origen distinto y con tantos años y combinaciones de familias diferentes durante siglos. -Responde rápido, no soy muy paciente, mujer- Sentí deseos de soltarla para ver en que era capaz de cambiar, como si eso corroborara que se trataba de otra persona, pero también tuve otra idea de probarlo, tenía un sabor más que recordaba de Dominique y esa era su sangre...
Con la mano libre moví sus cabellos largos y rojizos de su hombro, pasé mis dedos sobre la vena que resaltaba y me incliné apenas. Intenté contenerme, pero realmente no quería, necesitaba hacerlo, por eso había entrado. -Shhh- le susurré como si fuera a gritar sin tener idea, sin importarme lo que hiciera sino sólo lo que dijera. Apoyé mis fríos labios en su cuello, me mantuve así durante unos segundos escuchando su corazón y entonces, sin más preámbulos ni esperas, la mordí.
Por un momento sentí que presioné mi brazo sobre ella con más fuerza, apreté los dientes y la miré con ira como si se tratara de la mismísima Dominique de antaño, aunque bien sabía que no era ella. La mujer frente a mí era de piel tibia y al mantenerme tan firmemente la mirada pude notar un aire de rebeldía que me recordó aún más a mi creadora que, de haber sido ella, me habría lanzado a varios metros de distancia e incluso estaba seguro que habría destruido al menos una pared y un par de muebles en el medio de aquél golpe. Sin dejar de mirarla liberé apenas el brazo para mantenerla cautiva pero no ahogarla en uno de mis arrebatados recuerdos. Me sentí confundido porque a pesar de todo, esta situación me liberaba de la presión de la perdida de mi hermano. Pero su peso era peor, era como omitir una carga poniendo otra más pesada arriba que aplasta la primera, pero que sigue estando allí y que volverá a sucumbir cuando la segunda desaparezca.
Quería soltarla, quería matarla, quería besarla para buscar en sus labios el sabor compartido de Dominique que no había olvidado, quería preguntarle cosas, quería largarme y todo en esa mezcla en mi cabeza me mantenía inmóvil, como un estúpido que entra a matar y luego se queda mirando a su víctima como un soberano enfermo.
-¿A esto llamas hogar?- le pregunté con una voz medio ronca producto de la excitación de la noche y sus malditas burlas. Yo era víctima de las circunstancias pero, ella también. Yo entraba en su casa, la aprisionaba, hacía lo que se me antojaba y además era tan atrevido de mofarme de lo que llamaba hogar. No obstante no sólo me refería al ambiente físico de la casa, sino que además no se sentía el aroma de nadie más allí, no se veía nada que pudiera representar la presencia de algún otro. -Tu apellido ¿Cuál es?- ahora empezaba a parecer un asesino a sueldo, un sujeto que buscaba a alguien en particular para darle fin por motivos ridículos. Sin embargo quería saber si podía ser descendiente de aquella inmortal asesinada por los Nygard hace tanto tiempo, aunque fuera improbable que conservara un mismo apellido siendo de un origen distinto y con tantos años y combinaciones de familias diferentes durante siglos. -Responde rápido, no soy muy paciente, mujer- Sentí deseos de soltarla para ver en que era capaz de cambiar, como si eso corroborara que se trataba de otra persona, pero también tuve otra idea de probarlo, tenía un sabor más que recordaba de Dominique y esa era su sangre...
Con la mano libre moví sus cabellos largos y rojizos de su hombro, pasé mis dedos sobre la vena que resaltaba y me incliné apenas. Intenté contenerme, pero realmente no quería, necesitaba hacerlo, por eso había entrado. -Shhh- le susurré como si fuera a gritar sin tener idea, sin importarme lo que hiciera sino sólo lo que dijera. Apoyé mis fríos labios en su cuello, me mantuve así durante unos segundos escuchando su corazón y entonces, sin más preámbulos ni esperas, la mordí.
Última edición por Jarko Nygard el Mar Jun 17, 2014 9:44 pm, editado 1 vez
Jarko Nygard- Vampiro Clase Alta
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Re: Como aguja en pajar (Robin Ilie)
Su brazo presiono aun más en mi contra, robando la fuerza y debilitando mis intentos de obtener aire; él como vampiro no debía preocuparse por cosas como esas, no por nada es que estaban muertos, viviendo una vida que era robada a todos aquellos de quienes bebían una gota de sangre, existiendo más tiempo que nadie y más vacíos que la muerte.
Aún con la respiración casi impedida y esa mirada sobre mi, me negaba a apartar los ojos de él. Buscaba en su mirada el motivo del porque no acababa conmigo ya, ¿Qué era lo que le llevaba a permanecer solo viendo en mi dirección?
El aire regreso completamente a mis pulmones cuando su brazo se relajo sobre mi, pero aún estaba demasiado cerca como para que pudiera yo buscar la manera de liberarme o atacarle, sin embargo, debido a la desesperación que mi cuerpo había sentido al verse casi privado por el valioso aire, había sujetado con fuerza y de manera que me pareció más imploración que una lucha, el brazo del vampiro.
La molestia de sus palabras burlonas me llego al rostro, sentía el calor de la ira inundar mi rostro y mis labios formar una mueca de descontento dedicada únicamente para él. La voz del hombre era molesta a mis oídos, pero ante su pregunta comencé a creer que me dejaría en libertad.
– Sí, esto es lo que llamo hogar. No todos podemos engatusar a las humanos para conseguir riquezas y lugares decentes, vampiro – no era necesario buscar demasiado para notar que su manera de moverse, hablar y la textura de las telas que llevaba encima pertenecían a alguien que podría mofarse de pertenecer a la clase alta de París; eso solo volvía más extraño el que estuviese en esas zonas poco usuales de caza. Esa clase de vampiros más bien andaban detrás de jovencitas que se morían por tener un amorío con algún hombre y las cuales solo terminaban asesinadas, olvidadas por el mundo y por supuesto por los vampiros.
¿Mi apellido? Ahí estaba entonces la razón. Realmente buscaba a alguien y a pesar de que no era el momento de desviar mi atención, permanecí pensando sobre quién se le habría perdido.
– Ilie. ¿Tú, quién eres?– respondí hasta que sus palabras me apuraron a hacerlo y pregunte solo en un acto no sé si de cortesía o por lo sumida que había estado en mis pensamientos – Y a quien quiera que estés buscando, no se encuentra aquí, te lo aseguro – resople y deje de mirarle, ladeando apenas mi cabeza a un lado – De no tener nada más que hacer te pido que te largues y que dejes de invadir mi espacio.
En ese punto, no tenía más opción que aguardar por su partida aunque pronto esa idea de que me dejaría vivir se desvaneció nuevamente. Los dedos fríos del vampiro alejaron de mi cuello los cabellos que le cubrían, un muro inútil cuando un vampiro encontraba lo que buscaba para alimentarse. Notaba mi corazón acelerarse conforme se acercaba más a mi. Sus labios se posaron en mi cuello, ahí donde se encontraba la vena que le llamaba a beber de ella y un estremecimiento me recorrió el cuerpo.
Había tenido una esperanza muy estúpida; mi vida terminaba ahí, en manos de ese hombre que sin contenerse más clavo sus colmillos en mi, mientras que de mis labios salía una especie de aullido, aún en aquellas circunstancias mi naturaleza de cambiante quería protegerme de él, lograr liberarme y ante esa advertencia que me daba mi propio cuerpo comencé a empujarle. No quería morir sin sentir que había luchado por vivir.
Aún con la respiración casi impedida y esa mirada sobre mi, me negaba a apartar los ojos de él. Buscaba en su mirada el motivo del porque no acababa conmigo ya, ¿Qué era lo que le llevaba a permanecer solo viendo en mi dirección?
El aire regreso completamente a mis pulmones cuando su brazo se relajo sobre mi, pero aún estaba demasiado cerca como para que pudiera yo buscar la manera de liberarme o atacarle, sin embargo, debido a la desesperación que mi cuerpo había sentido al verse casi privado por el valioso aire, había sujetado con fuerza y de manera que me pareció más imploración que una lucha, el brazo del vampiro.
La molestia de sus palabras burlonas me llego al rostro, sentía el calor de la ira inundar mi rostro y mis labios formar una mueca de descontento dedicada únicamente para él. La voz del hombre era molesta a mis oídos, pero ante su pregunta comencé a creer que me dejaría en libertad.
– Sí, esto es lo que llamo hogar. No todos podemos engatusar a las humanos para conseguir riquezas y lugares decentes, vampiro – no era necesario buscar demasiado para notar que su manera de moverse, hablar y la textura de las telas que llevaba encima pertenecían a alguien que podría mofarse de pertenecer a la clase alta de París; eso solo volvía más extraño el que estuviese en esas zonas poco usuales de caza. Esa clase de vampiros más bien andaban detrás de jovencitas que se morían por tener un amorío con algún hombre y las cuales solo terminaban asesinadas, olvidadas por el mundo y por supuesto por los vampiros.
¿Mi apellido? Ahí estaba entonces la razón. Realmente buscaba a alguien y a pesar de que no era el momento de desviar mi atención, permanecí pensando sobre quién se le habría perdido.
– Ilie. ¿Tú, quién eres?– respondí hasta que sus palabras me apuraron a hacerlo y pregunte solo en un acto no sé si de cortesía o por lo sumida que había estado en mis pensamientos – Y a quien quiera que estés buscando, no se encuentra aquí, te lo aseguro – resople y deje de mirarle, ladeando apenas mi cabeza a un lado – De no tener nada más que hacer te pido que te largues y que dejes de invadir mi espacio.
En ese punto, no tenía más opción que aguardar por su partida aunque pronto esa idea de que me dejaría vivir se desvaneció nuevamente. Los dedos fríos del vampiro alejaron de mi cuello los cabellos que le cubrían, un muro inútil cuando un vampiro encontraba lo que buscaba para alimentarse. Notaba mi corazón acelerarse conforme se acercaba más a mi. Sus labios se posaron en mi cuello, ahí donde se encontraba la vena que le llamaba a beber de ella y un estremecimiento me recorrió el cuerpo.
Había tenido una esperanza muy estúpida; mi vida terminaba ahí, en manos de ese hombre que sin contenerse más clavo sus colmillos en mi, mientras que de mis labios salía una especie de aullido, aún en aquellas circunstancias mi naturaleza de cambiante quería protegerme de él, lograr liberarme y ante esa advertencia que me daba mi propio cuerpo comencé a empujarle. No quería morir sin sentir que había luchado por vivir.
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Re: Como aguja en pajar (Robin Ilie)
Su mirada era todo un reto, era como si me dijera “Adelante, mátame. O suéltame y te mataré yo”. Quizás ella no lo pensara así, de ese modo tan literal, pero le encontré significado a sus ojos clavados en los míos con una rabia apenas normal para un acto como el que yo estaba llevando a cabo. Seguramente si la situación hubiese sido al revés, yo estaría por completo irritado, más que ahora; frustrado al punto que arremetería contra quien me aprisionaba en la menor oportunidad, así como intuí que pasaría con ella.
-Qué mujer prejuiciosa- mis palabras de nuevo parecieron una burla, como solía parecer cada vez que abría la boca en algún tipo de sarcasmo. No me preocupé en aclarar nada, realmente las riquezas Nygard habían sido producto de una herencia, en principio, y luego una mera habilidad para los negocios que, en mi caso, venía a ser como el hobbie de mi inmortalidad. Pero no había nada que pudiera decir para cambiar aquello y menos un tema de negocios cuando yo le estaba quitando el aire y ella se hallaba colgada de mi brazo esperando la menor oportunidad para quedar libre de mi presa.
Pese a todo, ella tenía razón en otras cosas, en que debía largarme y dejarla tranquila, por ejemplo. Sin embargo no había escapatoria. Si no se hubiera parecido a Dominique, quizás ya me habría alimentado de ella sin tanto preámbulo; cosa que no hubiera hecho estando en mis cabales, tranquilo, sin angustias. Pero su parecido con aquella mujer me había enceguecido al punto que ni siquiera yo sabía cómo iba a reaccionar, no tenía claro si era mejor perdonarle la vida para atormentarme con gusto con su rostro un par de años más o si por el contrario era mejor eliminar de nuevo aquella figura que tantos recuerdos traían a mi mente y a mi cuerpo. Con mis labios sobre su cuello y con apenas un poco de su sangre sobre mis labios reconocí en su voz airada que no era a quien yo buscaba, aunque el asunto es que yo jamás la había buscado a ella. Una vez más maldecí completamente la desaparición de mi hermano al punto que parecía haber sido absorbido por la mismísima tierra. ¿Se habría enterrado acaso? De ser así abriría los túneles necesarios tan sólo para comprobar que vivía. Me gastaría las manos una y otra vez en el intento, con el objetivo de vivir en paz sabiendo que no le había perdido.
Suspiré, cerré los ojos con fuerza y apenas probé su sangre sin absorber nada más que lo que me había dado su cuerpo en cuanto lo presioné con los colmillos. No podía matarla, no en esas circunstancias en que su parecido podía haberle salvado la vida por ahora. Levanté el rostro y la miré de nuevo –No vas a morir hoy. No eres a quien buscaba pero no importa quién soy.– liberé apenas el brazo dejándola respirar para que su agitado corazón recuperar su latir habitual y dejara de retumbarme de tal modo en la cabeza –Dime si has visto a alguien parecido a mí en estos días. Necesito que me lo digas todo- mi voz sonaba más calmada aunque el ceño fruncido no había abandonado mi rostro. Tomé aire de nuevo sin necesitarlo y apoyé las manos sobre la pared teniéndola a ella en el medio y frente a mi rostro –No sé en qué te transformes, pero si eres inteligente no vas a arriesgar tu vida ahora que sabes que vas a seguir respirando. No cometas ninguna tontería porque no me costará deshacerme de ti. Creo que ambos lo tenemos claro. Pero responde a lo que te pregunto y seguirás aquí, en esto a lo que llamas hogar por más que se nota que aquí vives tú sola- la advertencia estaba clara, no había más que decir. Aun así, por más que mi voz parecía más calma, la verdad es que me consumía la angustia y la desesperación. Los resultados de mi búsqueda seguían siendo nulos con respecto a él, pero, como si se tratara de una broma eterna, había encontrado a una mujer de la cual no me sería fácil retirar la mirada.
-Qué mujer prejuiciosa- mis palabras de nuevo parecieron una burla, como solía parecer cada vez que abría la boca en algún tipo de sarcasmo. No me preocupé en aclarar nada, realmente las riquezas Nygard habían sido producto de una herencia, en principio, y luego una mera habilidad para los negocios que, en mi caso, venía a ser como el hobbie de mi inmortalidad. Pero no había nada que pudiera decir para cambiar aquello y menos un tema de negocios cuando yo le estaba quitando el aire y ella se hallaba colgada de mi brazo esperando la menor oportunidad para quedar libre de mi presa.
Pese a todo, ella tenía razón en otras cosas, en que debía largarme y dejarla tranquila, por ejemplo. Sin embargo no había escapatoria. Si no se hubiera parecido a Dominique, quizás ya me habría alimentado de ella sin tanto preámbulo; cosa que no hubiera hecho estando en mis cabales, tranquilo, sin angustias. Pero su parecido con aquella mujer me había enceguecido al punto que ni siquiera yo sabía cómo iba a reaccionar, no tenía claro si era mejor perdonarle la vida para atormentarme con gusto con su rostro un par de años más o si por el contrario era mejor eliminar de nuevo aquella figura que tantos recuerdos traían a mi mente y a mi cuerpo. Con mis labios sobre su cuello y con apenas un poco de su sangre sobre mis labios reconocí en su voz airada que no era a quien yo buscaba, aunque el asunto es que yo jamás la había buscado a ella. Una vez más maldecí completamente la desaparición de mi hermano al punto que parecía haber sido absorbido por la mismísima tierra. ¿Se habría enterrado acaso? De ser así abriría los túneles necesarios tan sólo para comprobar que vivía. Me gastaría las manos una y otra vez en el intento, con el objetivo de vivir en paz sabiendo que no le había perdido.
Suspiré, cerré los ojos con fuerza y apenas probé su sangre sin absorber nada más que lo que me había dado su cuerpo en cuanto lo presioné con los colmillos. No podía matarla, no en esas circunstancias en que su parecido podía haberle salvado la vida por ahora. Levanté el rostro y la miré de nuevo –No vas a morir hoy. No eres a quien buscaba pero no importa quién soy.– liberé apenas el brazo dejándola respirar para que su agitado corazón recuperar su latir habitual y dejara de retumbarme de tal modo en la cabeza –Dime si has visto a alguien parecido a mí en estos días. Necesito que me lo digas todo- mi voz sonaba más calmada aunque el ceño fruncido no había abandonado mi rostro. Tomé aire de nuevo sin necesitarlo y apoyé las manos sobre la pared teniéndola a ella en el medio y frente a mi rostro –No sé en qué te transformes, pero si eres inteligente no vas a arriesgar tu vida ahora que sabes que vas a seguir respirando. No cometas ninguna tontería porque no me costará deshacerme de ti. Creo que ambos lo tenemos claro. Pero responde a lo que te pregunto y seguirás aquí, en esto a lo que llamas hogar por más que se nota que aquí vives tú sola- la advertencia estaba clara, no había más que decir. Aun así, por más que mi voz parecía más calma, la verdad es que me consumía la angustia y la desesperación. Los resultados de mi búsqueda seguían siendo nulos con respecto a él, pero, como si se tratara de una broma eterna, había encontrado a una mujer de la cual no me sería fácil retirar la mirada.
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Re: Como aguja en pajar (Robin Ilie)
Sentirme la presa que es incapaz de defenderse mínimamente me frustraba más, uniéndola junto a la falta de aire, era aquello lo peor que podía estarme sucediendo. Pronto me di cuenta, de que aquello que estaba pasando estaba lejos de terminar pues a medida que el aire regresaba poco a poco, volviendo la claridad a mis pensamientos y la fuerza a mi cuerpo vi en su rostro esa sonrisa que me gustaría borrar de su rostro. Su cara y sus gestos eran peores que pensar en poder morir en manos de un vampiro, comenzaba a pensar que podía dar mi vida a cualquiera que no fuera aquel inmortal molesto que me tenia presa entre su cuerpo y la pared.
El aire se ausentaba nuevamente en mi cuerpo, no debido a la presión que podía fácilmente ejercer en mi cuello, sino a la peligrosa cercanía que estaba manteniendo para conmigo. Sus colmillos estaban lentamente entrando en mi piel y el terror se apodero de todo mi cuerpo. Era definitivamente como un animal indefenso ante un grupo de cazadores expertos cuya única finalidad es derramar la sangre de la incauta criatura. ¿Había sido incauta? La presencia del depredador aquel me decía que si. Me resistía con inutilidad a su cercanía, mis brazos y mi cuerpo entero trataban de librarme de él, que con cada movimiento mío se volvía más firme y me daba menos oportunidades de escapar y de sobrevivir. Ya me podía ver a mi misma abrazando a la muerte, dandole la bienvenida que aquel inmortal jamás podría darle cuando nuevamente me sentí libre conforme sus labios se alejaban de mi cuello.
La respiración se me normalizaba una vez más y los latidos de mi aterrorizado corazón regresaban poco a poco a un ritmo normal.
– ¿Qué demonios te pasa? – era únicamente el juguete momentáneo de aquel ser oscuro. ¿Se deleitaba de esa manera con todas sus presas? – Si no piensas matarme deja de estar jugando o haciendo tonterías – era un desconocido pero le estaba odiando con una intensidad que nadie podría comprender más que yo. Note la ligera molestia que sus colmillos dejaron en mi cuello y resople frustrada – Me importa quien eres porque si no te decides a matarme haré que te arrepientas de estar aquí molestándome – la firmeza en mis palabras era una promesa para mi misma de que no olvidaría aquel ser. Ni muerta se libraría él de mi y de mi ira.
Sus palabras eran confusas para mi. Me hallaba completamente en libertad de su agarre pero no del acorralamiento en que me mantenía y no tenía más opción que responder a sus ridículas peticiones que para mi no tenían ganancia alguna más que la de seguir viva para buscarle después.
– No he visto a nadie que se parezca a ti. Nadie es tan repulsivo y molesto de eso puedo estar segura – ya con la libertad de movimiento que tenía, me cruce de brazos, creando otro muro que no me separaba mucho de él ni del peligro que representaba – ¿Qué tanto quieres que te diga? Si nada de mi ni de mi hogar te interesa y ya respondí a tus ridículas peticiones vete – desvíe la mirada cuando me recordó que estaba en aquel lugar sola – No necesito de nadie más para vivir, pero ahora gracias a ti la casa necesitara arreglos – eran quejas ridículas y lo sabía – ¿Qué te hizo pensar que sabría de alguien como tu? Por estos lugares no suele pasar mucha gente, así que a quien planeas encontrar, seguramente no esta aquí – le mire entonces y sonreí – Si te comportas así siempre seguramente han huido de ti.
El aire se ausentaba nuevamente en mi cuerpo, no debido a la presión que podía fácilmente ejercer en mi cuello, sino a la peligrosa cercanía que estaba manteniendo para conmigo. Sus colmillos estaban lentamente entrando en mi piel y el terror se apodero de todo mi cuerpo. Era definitivamente como un animal indefenso ante un grupo de cazadores expertos cuya única finalidad es derramar la sangre de la incauta criatura. ¿Había sido incauta? La presencia del depredador aquel me decía que si. Me resistía con inutilidad a su cercanía, mis brazos y mi cuerpo entero trataban de librarme de él, que con cada movimiento mío se volvía más firme y me daba menos oportunidades de escapar y de sobrevivir. Ya me podía ver a mi misma abrazando a la muerte, dandole la bienvenida que aquel inmortal jamás podría darle cuando nuevamente me sentí libre conforme sus labios se alejaban de mi cuello.
La respiración se me normalizaba una vez más y los latidos de mi aterrorizado corazón regresaban poco a poco a un ritmo normal.
– ¿Qué demonios te pasa? – era únicamente el juguete momentáneo de aquel ser oscuro. ¿Se deleitaba de esa manera con todas sus presas? – Si no piensas matarme deja de estar jugando o haciendo tonterías – era un desconocido pero le estaba odiando con una intensidad que nadie podría comprender más que yo. Note la ligera molestia que sus colmillos dejaron en mi cuello y resople frustrada – Me importa quien eres porque si no te decides a matarme haré que te arrepientas de estar aquí molestándome – la firmeza en mis palabras era una promesa para mi misma de que no olvidaría aquel ser. Ni muerta se libraría él de mi y de mi ira.
Sus palabras eran confusas para mi. Me hallaba completamente en libertad de su agarre pero no del acorralamiento en que me mantenía y no tenía más opción que responder a sus ridículas peticiones que para mi no tenían ganancia alguna más que la de seguir viva para buscarle después.
– No he visto a nadie que se parezca a ti. Nadie es tan repulsivo y molesto de eso puedo estar segura – ya con la libertad de movimiento que tenía, me cruce de brazos, creando otro muro que no me separaba mucho de él ni del peligro que representaba – ¿Qué tanto quieres que te diga? Si nada de mi ni de mi hogar te interesa y ya respondí a tus ridículas peticiones vete – desvíe la mirada cuando me recordó que estaba en aquel lugar sola – No necesito de nadie más para vivir, pero ahora gracias a ti la casa necesitara arreglos – eran quejas ridículas y lo sabía – ¿Qué te hizo pensar que sabría de alguien como tu? Por estos lugares no suele pasar mucha gente, así que a quien planeas encontrar, seguramente no esta aquí – le mire entonces y sonreí – Si te comportas así siempre seguramente han huido de ti.
Última edición por Robin Ilie el Miér Ago 06, 2014 9:11 am, editado 1 vez
Robin Ilie- Cambiante Clase Baja
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Re: Como aguja en pajar (Robin Ilie)
Sentí deseos de destrozar aquél lugar, de deshacerlo en mil pedazos para acallar mi ira. Y podía hacerlo, podía matar a la mujer y eliminar la evidencia como hacía siempre. Pero eso no haría aparecer a mi hermano y tampoco me borraría de la mente el rostro de Dominique hecha cambiaformas. No eran idénticas, pero el parecido era tan aterrador que era como si se tratara de una melliza, de esas que tienen sus diferencias pero que al tiempo son increíblemente similares. Tenía su ímpetu, aunque por suerte no su seducción. Lo absolutamente malo era que no lo necesitaba, ese cabello besado por el fuego al igual que su carácter era suficiente para mí. Por eso me portaba así, por eso me confundía al punto de no saber qué hacer y se mezclaba de modo desagradable con todo al punto de obligarme a intentar controlar una terrible cólera como no la tenía hace muchos años.
-No me hagas repetir nada. No me contraríes. Dije que no iba a matarte pero no tientes al destino más de lo que está tentado.- la cabeza empezaba a retumbarme, sentía las venas de mis frente y cuello remarcarse con fuerza debido a la fuerza que ejercía sobre mi cuerpo a modo de control. Necesitaba hacer algo, hacer catarsis, lo que fuera. Retiré el brazo de la pared y lo volví a la misma con rapidez y estampando un fuerte puño sobre la pared que, en efecto, se resquebrajó en el impacto. Piedra desmoronada cayó al suelo y una corriente de aire ingreso por el recién hecho agujero. Empezaba a destrozar lo que no era mío y la verdad continuaba igual -¿Sí? Pues apréndetelo bien, te lo voy a decir claro para que me des caza si crees ser tan valiente. Me encantaría que lo hicieras.- acerqué mi boca a su oído y con sequedad y lentitud le revelé mi nombre, vocalizando claro, diciéndole a mi modo que lo recordara –Jarko Nygard. Búscame y cumple tu palabra. Quiero ver como lo haces.- me retiré y la miré a escasos centímetros del rostro, como un asesino o más bien como un depredador que acecha y acorrala a su presa por mero gusto. Parecía más un lobo que amenaza a otro más pequeño sin necesidad de hacer demasiado. Provocar, de eso se trataba todo.
Con violencia me retiré de su lado y le di la espalda, sin creer que pudiera hacer algo realmente útil. –No busco a nadie parecido a mí en carácter. Si conocieras a quien busco quizás ni siquiera pudieses odiarle- di la vuelta y la miré de nuevo –Pero mírame bien el rostro porque busco a alguien similar a mí y cuyos cabellos largos son inconfundiblemente similares a los míos aunque algo más cortos y ondulados.- dicho esto, me senté en una silla de madera que estaba en el lugar junto a una mesa elaborada con similitud. Me recliné apenas y entrelacé mis manos sin retirarle la mirada. –Me iré cuando se me dé la gana.- una mirada al lugar fue suficiente para comprobar que desde antes de mi llegada ya venía necesitando arreglos –Más que arreglos necesita un cambio. Pero es tu problema, quizás te guste vivir así y no vine precisamente a dar opiniones al respecto. Mi estadía aquí depende de tus respuestas. Dime cuanto tiempo llevas viviendo aquí, qué haces para sostenerte, dime a quienes has visto desde hace treinta días pasar por este lugar- unas preguntas podían servirme de algo, otras no, pero aun así preguntaba mientras me devanaba los sesos pensando si ella tenía razón, si finalmente Akseli se habría alejado de mí cansado de mi constante mal humor, de mis quejas sobre sus mujeres que parecían más fieras que damas, de mis inconformidades con todo y de mi mal trato hacia Lanna como a todo el mundo. Era posible, yo no podía negarlo, pero conocía a mi hermano lo suficiente como para creer que me lo habría dicho. Prefería encontrarlo y que me lo dijera él mismo, pero alejarme tranquilo y tomar por primera vez rumbos distintos sabiendo que él seguía caminando por la misma tierra que yo. -¿Por qué no te limitas a responder en vez de estar especulando? No sabes porque estoy aquí y más vale que no busques lo que no has perdido- continuaba hablando, lo que no sabía era si ella se daba cuenta que no era capaz de irme y que tampoco había dejado de mirarla ni un solo segundo. No podía, no quería y sentía aplacar mi ira y provocarla de nuevo en un molesto ir y venir que podría dar como resultado final cualquier cosa inesperada.
-No me hagas repetir nada. No me contraríes. Dije que no iba a matarte pero no tientes al destino más de lo que está tentado.- la cabeza empezaba a retumbarme, sentía las venas de mis frente y cuello remarcarse con fuerza debido a la fuerza que ejercía sobre mi cuerpo a modo de control. Necesitaba hacer algo, hacer catarsis, lo que fuera. Retiré el brazo de la pared y lo volví a la misma con rapidez y estampando un fuerte puño sobre la pared que, en efecto, se resquebrajó en el impacto. Piedra desmoronada cayó al suelo y una corriente de aire ingreso por el recién hecho agujero. Empezaba a destrozar lo que no era mío y la verdad continuaba igual -¿Sí? Pues apréndetelo bien, te lo voy a decir claro para que me des caza si crees ser tan valiente. Me encantaría que lo hicieras.- acerqué mi boca a su oído y con sequedad y lentitud le revelé mi nombre, vocalizando claro, diciéndole a mi modo que lo recordara –Jarko Nygard. Búscame y cumple tu palabra. Quiero ver como lo haces.- me retiré y la miré a escasos centímetros del rostro, como un asesino o más bien como un depredador que acecha y acorrala a su presa por mero gusto. Parecía más un lobo que amenaza a otro más pequeño sin necesidad de hacer demasiado. Provocar, de eso se trataba todo.
Con violencia me retiré de su lado y le di la espalda, sin creer que pudiera hacer algo realmente útil. –No busco a nadie parecido a mí en carácter. Si conocieras a quien busco quizás ni siquiera pudieses odiarle- di la vuelta y la miré de nuevo –Pero mírame bien el rostro porque busco a alguien similar a mí y cuyos cabellos largos son inconfundiblemente similares a los míos aunque algo más cortos y ondulados.- dicho esto, me senté en una silla de madera que estaba en el lugar junto a una mesa elaborada con similitud. Me recliné apenas y entrelacé mis manos sin retirarle la mirada. –Me iré cuando se me dé la gana.- una mirada al lugar fue suficiente para comprobar que desde antes de mi llegada ya venía necesitando arreglos –Más que arreglos necesita un cambio. Pero es tu problema, quizás te guste vivir así y no vine precisamente a dar opiniones al respecto. Mi estadía aquí depende de tus respuestas. Dime cuanto tiempo llevas viviendo aquí, qué haces para sostenerte, dime a quienes has visto desde hace treinta días pasar por este lugar- unas preguntas podían servirme de algo, otras no, pero aun así preguntaba mientras me devanaba los sesos pensando si ella tenía razón, si finalmente Akseli se habría alejado de mí cansado de mi constante mal humor, de mis quejas sobre sus mujeres que parecían más fieras que damas, de mis inconformidades con todo y de mi mal trato hacia Lanna como a todo el mundo. Era posible, yo no podía negarlo, pero conocía a mi hermano lo suficiente como para creer que me lo habría dicho. Prefería encontrarlo y que me lo dijera él mismo, pero alejarme tranquilo y tomar por primera vez rumbos distintos sabiendo que él seguía caminando por la misma tierra que yo. -¿Por qué no te limitas a responder en vez de estar especulando? No sabes porque estoy aquí y más vale que no busques lo que no has perdido- continuaba hablando, lo que no sabía era si ella se daba cuenta que no era capaz de irme y que tampoco había dejado de mirarla ni un solo segundo. No podía, no quería y sentía aplacar mi ira y provocarla de nuevo en un molesto ir y venir que podría dar como resultado final cualquier cosa inesperada.
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Re: Como aguja en pajar (Robin Ilie)
Unicamente lo deseaba lejos de mi y de mi hogar, pero si no pensaba hacerlo, por lo menos que me dejara de mirar de la manera en que lo hacía, como si tratara de culparme por todos los males de la tierra. Eso era algo que no me gustaba; él no me conocía, no tenía porque amenazarme cuando no hacía nada malo y mucho menos quizás culparme por algo que nunca en mi vida hice y que nunca haría.
Pese a que ya no me sentía tan en peligro como momentos antes, sus palabras eran una amenaza latente, diciendo que podía en cualquier instante cambiar de opinión y dejarme sin una gota de sangre en el cuerpo, o simplemente asesinada por el mero hecho de que podía hacerlo y yo no tendría manera alguna de impedírselo. Cuando su brazo se alejo no pensé que hiciera lo que siguió; el aire del exterior entro por el agujero en la pared y mi molestia únicamente se acrecentó ante sus actos de violencia sin sentido.
– Deja de destruir mi casa, anda, largate a la tuya donde seguramente puedes destrozar todo y tenerlo nuevamente en horas. No todos tenemos las posibilidades que tu – mis ojos fueron de arriba a abajo por su cuerpo, deteniendo mi vista únicamente cuando llegue hasta sus ojos y una sonrisa apareció en mis labios al escuchar el nombre del vampiro – Tranquilizate Jarko Nygard – mi voz sonó segura y burlona – Te buscare eso tenlo por seguro y ya veras de lo que soy capaz cuando alguien se gana mi desprecio como tu – amenazar vampiros no era precisamente a lo que deseaba dedicar mi vida en aquellos bosques, pero se lo merecía sin duda alguna y aunque aún podía asesinarme, ahora estaba más segura que nunca de que no lo haría solo para dejarme seguirle. Cuando su rostro quedo a escasos centímetros del mío, el frío que despedía a su cuerpo llegaba a la perfección hasta mi y me estremecí ligeramente pero no permití que eso mostrara debilidad ante él, sino que por el contrario fingí que lanzaba una mordida en su dirección solo para después reír divertida por mi propio acto.
Escuche su descripción de quien fuera que estaba buscando solo para rectificar con mis recuerdos que nadie con esas características estuvo nunca cerca de mi casa.
– Ya te dije que nadie ha venido por aquí, he estado sola y dudo que alguien aparte de ti vaya a venir a molestar a estas zonas – cruce los brazos, sin retirar la mirada de él ni un instante. Su seguridad era asombrosa,usaba mi casa como la suya y se sentaba hasta de una manera que yo consideraba retadora. Me quede en silencio, alejando mi cuerpo de la pared pero sin darle en ningún momento la espalda al vampiro – Mi casa es perfecta así como esta, menos por el agujero que has hecho tu – mis reclamos eran lógicos, aquel era mi hogar y él no tenía derecho alguno a causarle daños ni opinar al respecto. Enarque la ceja y suspire. Estaba claro que no llegaría a ningún lugar con Jarko hasta que no respondiera sus preguntas – Llevó algunos meses en este lugar, quizás cerca de medio año – me encogí de hombros – no llevo cuentas exactas. Me sostengo en base a lo que me dan los bosques, son una cambiante y no necesito de mucho además ropa y joyas son lujos que no necesito en gran cantidad así que poseo solo lo necesario como ya te habrás dado cuenta y a quienes he visto… – lo pensé detenidamente – solo a ti – no tenía tanto contacto con muchas personas y el contacto que tenía era realmente ocasional – eres él único que ha venido.
Caminaba de un lado a otro, incomoda por la comodidad que él transmitía estar viviendo en mi territorio. Nuestras miradas no se despegaban ni un segundo del otro y creía que únicamente era debido a la desconfianza que despertábamos en el otro; con todo y eso no pude evitar seguir tentando mi suerte con mis palabras y decir precisamente lo que pensaba – Si te pones a la defensiva debe ser porque tengo razón. Quien quiera que te dejara debe odiarte sino, no veo otra razón para que debas estar aquí, husmeando en lo que no te interesa e invadiendo lugares que no son tuyos – bufe molesta – y ya he respondidos tus inútiles preguntas pero sigues sin encontrar a quien quieres, así que – hice un gesto con la mano en dirección a la salida – puedes irte ahora, a menos que tus verdaderas intenciones de estar aquí sean otras, en cuyo caso me vería en la necesidad de exigir que respondas mis preguntas – detuve mis pasos, justo frente a él – ¿Qué esperas obtener de mi? Te resulto inútil ya que no sé a quien buscas y sin embargo, sigues estando aquí. Me miras de esa manera tan molesta y no creo que sea normal así que ahora habla tu ¿Qué quieres realmente? – poseía el derecho de saber esas cosas, al menos desde mi punto de vista.
Pese a que ya no me sentía tan en peligro como momentos antes, sus palabras eran una amenaza latente, diciendo que podía en cualquier instante cambiar de opinión y dejarme sin una gota de sangre en el cuerpo, o simplemente asesinada por el mero hecho de que podía hacerlo y yo no tendría manera alguna de impedírselo. Cuando su brazo se alejo no pensé que hiciera lo que siguió; el aire del exterior entro por el agujero en la pared y mi molestia únicamente se acrecentó ante sus actos de violencia sin sentido.
– Deja de destruir mi casa, anda, largate a la tuya donde seguramente puedes destrozar todo y tenerlo nuevamente en horas. No todos tenemos las posibilidades que tu – mis ojos fueron de arriba a abajo por su cuerpo, deteniendo mi vista únicamente cuando llegue hasta sus ojos y una sonrisa apareció en mis labios al escuchar el nombre del vampiro – Tranquilizate Jarko Nygard – mi voz sonó segura y burlona – Te buscare eso tenlo por seguro y ya veras de lo que soy capaz cuando alguien se gana mi desprecio como tu – amenazar vampiros no era precisamente a lo que deseaba dedicar mi vida en aquellos bosques, pero se lo merecía sin duda alguna y aunque aún podía asesinarme, ahora estaba más segura que nunca de que no lo haría solo para dejarme seguirle. Cuando su rostro quedo a escasos centímetros del mío, el frío que despedía a su cuerpo llegaba a la perfección hasta mi y me estremecí ligeramente pero no permití que eso mostrara debilidad ante él, sino que por el contrario fingí que lanzaba una mordida en su dirección solo para después reír divertida por mi propio acto.
Escuche su descripción de quien fuera que estaba buscando solo para rectificar con mis recuerdos que nadie con esas características estuvo nunca cerca de mi casa.
– Ya te dije que nadie ha venido por aquí, he estado sola y dudo que alguien aparte de ti vaya a venir a molestar a estas zonas – cruce los brazos, sin retirar la mirada de él ni un instante. Su seguridad era asombrosa,usaba mi casa como la suya y se sentaba hasta de una manera que yo consideraba retadora. Me quede en silencio, alejando mi cuerpo de la pared pero sin darle en ningún momento la espalda al vampiro – Mi casa es perfecta así como esta, menos por el agujero que has hecho tu – mis reclamos eran lógicos, aquel era mi hogar y él no tenía derecho alguno a causarle daños ni opinar al respecto. Enarque la ceja y suspire. Estaba claro que no llegaría a ningún lugar con Jarko hasta que no respondiera sus preguntas – Llevó algunos meses en este lugar, quizás cerca de medio año – me encogí de hombros – no llevo cuentas exactas. Me sostengo en base a lo que me dan los bosques, son una cambiante y no necesito de mucho además ropa y joyas son lujos que no necesito en gran cantidad así que poseo solo lo necesario como ya te habrás dado cuenta y a quienes he visto… – lo pensé detenidamente – solo a ti – no tenía tanto contacto con muchas personas y el contacto que tenía era realmente ocasional – eres él único que ha venido.
Caminaba de un lado a otro, incomoda por la comodidad que él transmitía estar viviendo en mi territorio. Nuestras miradas no se despegaban ni un segundo del otro y creía que únicamente era debido a la desconfianza que despertábamos en el otro; con todo y eso no pude evitar seguir tentando mi suerte con mis palabras y decir precisamente lo que pensaba – Si te pones a la defensiva debe ser porque tengo razón. Quien quiera que te dejara debe odiarte sino, no veo otra razón para que debas estar aquí, husmeando en lo que no te interesa e invadiendo lugares que no son tuyos – bufe molesta – y ya he respondidos tus inútiles preguntas pero sigues sin encontrar a quien quieres, así que – hice un gesto con la mano en dirección a la salida – puedes irte ahora, a menos que tus verdaderas intenciones de estar aquí sean otras, en cuyo caso me vería en la necesidad de exigir que respondas mis preguntas – detuve mis pasos, justo frente a él – ¿Qué esperas obtener de mi? Te resulto inútil ya que no sé a quien buscas y sin embargo, sigues estando aquí. Me miras de esa manera tan molesta y no creo que sea normal así que ahora habla tu ¿Qué quieres realmente? – poseía el derecho de saber esas cosas, al menos desde mi punto de vista.
Robin Ilie- Cambiante Clase Baja
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Re: Como aguja en pajar (Robin Ilie)
Hay momentos en que odio el amanecer y mi condición frente a él. Detesto las limitaciones, el control sobre mí, la necesidad de alejarme de algo que sé que me destruiría… pero el problema es que los limito a todos, busco controlarlo todo y pretendo que se alejen de mí a quienes quiero destruir. Soy la antítesis de mí mismo y de mi hermano a quien busco. Soy lo contrario a mis parámetros y lo disfruto con el cinismo propio del narcisista. Soy los errores y aciertos de mis años inmortales destruidos en el ahora por la pérdida y la confusión hecha cuerpo femenino, sin duda la peor de las armas.
-Esto se iba a caer tarde o temprano- repliqué con descaro refiriéndome a su hogar, aunque bien sabía que ella tenía razón. La cambiante tenía todo el derecho de enojarse, de abofetearme si quería, de decirme que me largara aunque no pudiera aplicar la fuerza ante mi evidente negativa. -¿Irás a destruir mi casa? Jaa, pues suerte con ello y con los humanos que están adentro. Si es que reparas en cosas como esas, claro- mi sarcasmo era obvio y de paso se notaba a leguas que dudaba que pudiera encontrarme y darme caza. Ella no podría matarme a menos que tuviera lugar un descuido por mi parte que no iba a permitirme. –Y… ¿Vas a defenderte así como lo haces ahora?- continué como si lo dicho por mí hace un momento no hubiese sido suficiente y fue claro que mi respuesta a su amague de lanzar un mordisco que nunca llegó a destino y que tampoco me inmutó, no eran más que una burla de mi parte. –Pues mucha suerte porque habilidad hay poca- le sonreí mofándome y provocándola a escasos centímetros de su rostro que por momentos parecía divertirse con algo que no tenía claro.
-Ya sé lo que me dijiste pero podrías estar mintiendo.- expresé pareciendo de lo más tranquilo e incluso me crucé de brazos teniendo en cuenta que mi postura frente a ella empezaba a cambiar, incluso llegué a sonreír al ver su molestia. Realmente no comprendía que me sucedía, pero tenía claro que su sola presencia le daba tal giro a mi vida que me llevaba la memoria al pasado, la ira al presente y una molesta pero inquietante intriga al futuro. –Así como cuando dices que esta casa es perfecta. ¿Perfecta para qué? Tiene tanta ventilación que no imagino aquí tu invierno, incluso el agujero que hice no hará demasiada diferencia. Si la tierra se moviese se vendría abajo y hay un par de cosas más en las que no voy a reparar porque sabes de lo que hablo- ¿Quién me creía yo? Estaba reaccionando de un modo extraño puesto que mezclaba la molestia que me traía su rostro con la atracción que me generaba el mismo. Hablaba con mi gusto por las humanas y lo cercano a ellas y también como el vampiro engreído hecho por tantos años.
-¿Dónde estabas antes?- quise saber como si de algún modo creyera posible algún tipo de conexión con Dominique, aunque era una tontería y ya lo sabía de antes. –Sé que eres una cambiante, lo que me causa curiosidad es saber en qué te transformas. Por ahora sólo sé que es algo con dientes- deduje mientras empezaba a creerle, a ver en esos ojos la sinceridad superponiéndose a la molestia y, recordé bien que jamás vi un gesto como ese en mi creadora. Esa diferencia me gustaba.
-Me iré cuando se me dé la gana, no entiendo tu prisa si no tienes nada que ocultar. Si a quien busco me odia o no, es otro tema, por ahora quiero que dejes de opinar de ese modo tan subjetivo. Permanezco aquí por eso mismo, eres inútil y estoy buscándote utilidad- si Akseli me odiaba nadie mejor que él para decírmelo. Mientras tanto seguiría buscándolo e intentando buscar un motivo más para permanecer allí, para reconocer el aroma de la cambiaformas para poder ubicarla de nuevo. Ella no me daría caza a mí, yo se la daría a ella llevándole la idea a mi estúpida obsesión de ver de nuevo el rostro de Dominique.
-Esto se iba a caer tarde o temprano- repliqué con descaro refiriéndome a su hogar, aunque bien sabía que ella tenía razón. La cambiante tenía todo el derecho de enojarse, de abofetearme si quería, de decirme que me largara aunque no pudiera aplicar la fuerza ante mi evidente negativa. -¿Irás a destruir mi casa? Jaa, pues suerte con ello y con los humanos que están adentro. Si es que reparas en cosas como esas, claro- mi sarcasmo era obvio y de paso se notaba a leguas que dudaba que pudiera encontrarme y darme caza. Ella no podría matarme a menos que tuviera lugar un descuido por mi parte que no iba a permitirme. –Y… ¿Vas a defenderte así como lo haces ahora?- continué como si lo dicho por mí hace un momento no hubiese sido suficiente y fue claro que mi respuesta a su amague de lanzar un mordisco que nunca llegó a destino y que tampoco me inmutó, no eran más que una burla de mi parte. –Pues mucha suerte porque habilidad hay poca- le sonreí mofándome y provocándola a escasos centímetros de su rostro que por momentos parecía divertirse con algo que no tenía claro.
-Ya sé lo que me dijiste pero podrías estar mintiendo.- expresé pareciendo de lo más tranquilo e incluso me crucé de brazos teniendo en cuenta que mi postura frente a ella empezaba a cambiar, incluso llegué a sonreír al ver su molestia. Realmente no comprendía que me sucedía, pero tenía claro que su sola presencia le daba tal giro a mi vida que me llevaba la memoria al pasado, la ira al presente y una molesta pero inquietante intriga al futuro. –Así como cuando dices que esta casa es perfecta. ¿Perfecta para qué? Tiene tanta ventilación que no imagino aquí tu invierno, incluso el agujero que hice no hará demasiada diferencia. Si la tierra se moviese se vendría abajo y hay un par de cosas más en las que no voy a reparar porque sabes de lo que hablo- ¿Quién me creía yo? Estaba reaccionando de un modo extraño puesto que mezclaba la molestia que me traía su rostro con la atracción que me generaba el mismo. Hablaba con mi gusto por las humanas y lo cercano a ellas y también como el vampiro engreído hecho por tantos años.
-¿Dónde estabas antes?- quise saber como si de algún modo creyera posible algún tipo de conexión con Dominique, aunque era una tontería y ya lo sabía de antes. –Sé que eres una cambiante, lo que me causa curiosidad es saber en qué te transformas. Por ahora sólo sé que es algo con dientes- deduje mientras empezaba a creerle, a ver en esos ojos la sinceridad superponiéndose a la molestia y, recordé bien que jamás vi un gesto como ese en mi creadora. Esa diferencia me gustaba.
-Me iré cuando se me dé la gana, no entiendo tu prisa si no tienes nada que ocultar. Si a quien busco me odia o no, es otro tema, por ahora quiero que dejes de opinar de ese modo tan subjetivo. Permanezco aquí por eso mismo, eres inútil y estoy buscándote utilidad- si Akseli me odiaba nadie mejor que él para decírmelo. Mientras tanto seguiría buscándolo e intentando buscar un motivo más para permanecer allí, para reconocer el aroma de la cambiaformas para poder ubicarla de nuevo. Ella no me daría caza a mí, yo se la daría a ella llevándole la idea a mi estúpida obsesión de ver de nuevo el rostro de Dominique.
Última edición por Jarko Nygard el Jue Sep 18, 2014 6:09 pm, editado 1 vez
Jarko Nygard- Vampiro Clase Alta
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Re: Como aguja en pajar (Robin Ilie)
A veces, para mantener tus principios no te queda otra opción que huir.
Gao Xingjian
Que llegara el maldito día de una vez, si es que se podía que le dieran los rayos del sol en esa apuesta cara de vampiro que poseía. No quería verle más ni oler ese aroma de inmortal que poseía y que seguramente no olvidaría y jamás, en parte por la promesa que me hacía a mi misma de encontrarle.
No era tan despreciable como para destruir el hogar de alguien más, no como él hacía con mi casa aunque tenía en la mente imágenes de como me gustaría que muriera ese despreciable vampiro que solo se burlaba de mi una y otra vez sin dar tregua alguna o mostrar intenciones de irse de una buena vez de mi hogar.
– ¿Así que quienes se encuentran contigo no te importan? Típico de tu raza sentirse superiores a todos solo por ser apuestos y poder tener todo cuanto desean – Un bruto con buena suerte por ser convertido en vampiro, lo único que hacía falta en mis viajes y descubrimientos, pero ahora que me topaba con uno, esperaba que no sucediera nunca más. Resople molesta por sus constantes burlas – Claro que se defenderme pero no vale la pena acabar sin hogar por un hombre de tu clase – aparte la mirada de su sonrisa y su rostro para no acabar mordiéndole realmente, ya que si a mordidas íbamos, me ganaría y por mucho.
Me detenía de andar de un lado a otro y puse las manos sobre mis caderas observando en dirección al vampiro de apellido Nygard. Cada vez que le miraba le notaba mucho más relajado.
– No te miento, que caso tendría hacerlo si lo único que deseo es que te largues de una vez Jarko Nygard – usaba su nombre para que se diera cuenta de que verdaderamente no le dejaría escapar de mi memoria tan fácil – Esta casa es perfecta con todo y lo que tiene, ha pertenecido a mi familia por mucho pero lamento que los que no tienen ese sentido de la muerte y el valor de las cosas no puedan entenderme – Para mi esa casa sería lo único que quedaría de mis padres una vez que murieran y no pensaba perderla por nada del mundo, aun cuando lo que decía era cierto y estaba más destruida que muchas. Sobre el invierno no estaba tan equivocado pero lo bueno de todo era que poseía más resistencia a cualquier persona normal y por eso era que no me afectaban tanto esos detalles. Mi mirada fue de él a recorrer mi hogar y suspire volviendo a enfocarme en el vampiro.
– Estaba por aquí y por allá. A mi familia le agrada viajar así que salimos a descubrir el mundo – camine sin darle la espalda, hasta apoyarla en una de las paredes y cruce los brazos frente a mi. No respondí a sus dudas sobre mis transformaciones porque no debía darle más explicaciones que las que se refirieran a la persona que buscara.
No pensaba irse por nada del mundo y eso junto con sus ganas de saber acerca de mis cambios animales me dio una idea.
– ¿Quieres saber en que soy útil y mis cambios? Puedo ayudarte con eso Nygard – le sonreí al tiempo que le mis manos iban a desatar parte de los listones que mantenían mi vestido sujeto al cuerpo; daba gracias también porque la puerta en ningún momento estuviera cerrada. Si el vampiro quería quedarse en mi casa bien, que lo hiciera, ya al amanecer regresaría a mi hogar sin interrupciones suyas – Tus dudas se resolverán – respire profundo sin separar la vista de él y fue así como mi cuerpo comenzó a cambiar, haciendo que el vestido cayera al suelo y dejándome en mi forma de zorro frente a él. Apenas fue necesario un movimiento para alejarme de las ropas antes de echarme a correr en dirección a la puerta y a la libertad que se encontraba tan cercana, en los bosques de mi infancia.
Cruce la puerta sin demora, creyendo que me vería ya libre de todo lo que pudiera implicar la presencia del inmortal; pero si yo era terca, existían quienes me superaban.
Gao Xingjian
Que llegara el maldito día de una vez, si es que se podía que le dieran los rayos del sol en esa apuesta cara de vampiro que poseía. No quería verle más ni oler ese aroma de inmortal que poseía y que seguramente no olvidaría y jamás, en parte por la promesa que me hacía a mi misma de encontrarle.
No era tan despreciable como para destruir el hogar de alguien más, no como él hacía con mi casa aunque tenía en la mente imágenes de como me gustaría que muriera ese despreciable vampiro que solo se burlaba de mi una y otra vez sin dar tregua alguna o mostrar intenciones de irse de una buena vez de mi hogar.
– ¿Así que quienes se encuentran contigo no te importan? Típico de tu raza sentirse superiores a todos solo por ser apuestos y poder tener todo cuanto desean – Un bruto con buena suerte por ser convertido en vampiro, lo único que hacía falta en mis viajes y descubrimientos, pero ahora que me topaba con uno, esperaba que no sucediera nunca más. Resople molesta por sus constantes burlas – Claro que se defenderme pero no vale la pena acabar sin hogar por un hombre de tu clase – aparte la mirada de su sonrisa y su rostro para no acabar mordiéndole realmente, ya que si a mordidas íbamos, me ganaría y por mucho.
Me detenía de andar de un lado a otro y puse las manos sobre mis caderas observando en dirección al vampiro de apellido Nygard. Cada vez que le miraba le notaba mucho más relajado.
– No te miento, que caso tendría hacerlo si lo único que deseo es que te largues de una vez Jarko Nygard – usaba su nombre para que se diera cuenta de que verdaderamente no le dejaría escapar de mi memoria tan fácil – Esta casa es perfecta con todo y lo que tiene, ha pertenecido a mi familia por mucho pero lamento que los que no tienen ese sentido de la muerte y el valor de las cosas no puedan entenderme – Para mi esa casa sería lo único que quedaría de mis padres una vez que murieran y no pensaba perderla por nada del mundo, aun cuando lo que decía era cierto y estaba más destruida que muchas. Sobre el invierno no estaba tan equivocado pero lo bueno de todo era que poseía más resistencia a cualquier persona normal y por eso era que no me afectaban tanto esos detalles. Mi mirada fue de él a recorrer mi hogar y suspire volviendo a enfocarme en el vampiro.
– Estaba por aquí y por allá. A mi familia le agrada viajar así que salimos a descubrir el mundo – camine sin darle la espalda, hasta apoyarla en una de las paredes y cruce los brazos frente a mi. No respondí a sus dudas sobre mis transformaciones porque no debía darle más explicaciones que las que se refirieran a la persona que buscara.
No pensaba irse por nada del mundo y eso junto con sus ganas de saber acerca de mis cambios animales me dio una idea.
– ¿Quieres saber en que soy útil y mis cambios? Puedo ayudarte con eso Nygard – le sonreí al tiempo que le mis manos iban a desatar parte de los listones que mantenían mi vestido sujeto al cuerpo; daba gracias también porque la puerta en ningún momento estuviera cerrada. Si el vampiro quería quedarse en mi casa bien, que lo hiciera, ya al amanecer regresaría a mi hogar sin interrupciones suyas – Tus dudas se resolverán – respire profundo sin separar la vista de él y fue así como mi cuerpo comenzó a cambiar, haciendo que el vestido cayera al suelo y dejándome en mi forma de zorro frente a él. Apenas fue necesario un movimiento para alejarme de las ropas antes de echarme a correr en dirección a la puerta y a la libertad que se encontraba tan cercana, en los bosques de mi infancia.
Cruce la puerta sin demora, creyendo que me vería ya libre de todo lo que pudiera implicar la presencia del inmortal; pero si yo era terca, existían quienes me superaban.
Robin Ilie- Cambiante Clase Baja
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Re: Como aguja en pajar (Robin Ilie)
Una carcajada salió de mis labios al escuchar como tergiversaba lo que yo acababa de decir. Jamás dije que los humanos que trabajaban para mí no me importaran, lo que le dije fue que le deseaba suerte y le advertí que ellos estarían allí, para que lo tuviera en cuenta si reparaba en ello, pero la muy terca oía lo que quería y entendía lo que le convenía. –Le explicaría lo que le dije si no supiera que igual va a entender lo que se le antoje. En fin, haga lo que quiera, pelee lo que le parezca y sígase quejando. Pasa lo mismo que con sus excusas sobre sus defensas, en el fondo sabe lo inútil que resultaría eso frente a alguien como yo- mi sinceridad parecía no tener límites aunque a los ojos de terceros pareciera grosería. Pero más allá de eso ¿Qué pasaría si de verdad le daba por quemar la casa con la gente adentro? Si era de día incluso yo corría peligro debido al estado de letargo causado por el sueño diurno, no tendría escape porque si huía del fuego, afuera me esperaría el sol. Pero la que se me cruzó por la mente fue Lanna. Estaba seguro que no se daría mañas para escapar y terminaría muriendo en cualquier desastre. Ya de por sí creía que podía morir ahogada con el almuerzo, bajando la escalera y un sinnúmero de ejemplos más que simularían la perfecta burla de la muerte para la inocencia humana. Pero lo mejor era no darle vueltas al asunto, ya tenía demasiado con la desaparición de mi hermano como para enfrascarme en cualquier asunto adicional que ni siquiera estaba confirmado.
-Al menos tiene buena memoria- repuse cuando mencionó mi nombre e incluso me pareció curioso el énfasis que hacía en él. Yo, por supuesto, comprendía bien el mensaje. –¿Qué no tengo sentido de la muerte?- me reí de nuevo por aquella idea, si alguien muerto no tiene idea del sentido que tiene eso mismo, no sé quién podría tenerlo. Sin embargo no le objeté nada, ya presentía que tendría que aguantar otra de sus pequeñas cantaletas para criticarme. Al final el único molesto no era yo, aunque ella sin duda tenía más motivos. –Aunque mira su hogar como si sopesara si tengo o no razón. En fin...- negué restándole importancia y me puse en pie, con la firme intención de acercármele de nuevo antes de partir, ya empezaba a resultarme monótona mi visita por no mencionar que inútil.
Pero esa frase acompañada por una sonrisa que no le había visto antes me dio una idea de lo que planeaba. Yo bajé el rostro sin dejar de mirarla, a la espera. Le sonreí también y me quedé inmóvil –Adelante- fue lo único que respondí mientras la veía desatarse el vestido. El cambio ocurrió pronto y una forma de zorro se reveló ante mis ojos. Pude detenerla, por supuesto, pero no tendría gracia. La dejé partir, yo era un rastreador y ese modo de correr de ella dejaría un sendero marcado en el aire fácil de seguir para cualquiera. Sin prisas tomé su ropa en mis manos, la iba a necesitar cuando la atrapara porque aunque me pareciera tentadora la idea, no iba a devolverla al hombro desnuda. Se lo merecía, sí, yo también me merecía aquello, pero no iba a rebasar los límites, tampoco era tan inconciente.
La ventaja exacta fue de cinco minutos en los que me dediqué a observar la puerta, reconociendo el aroma inconfundible de humana mezclado con zorro. Sonreía para mí mismo cuando terminó el tiempo de ventaja que le di y arranqué a toda velocidad tras ella, siguiéndole los pasos y alcanzándola seguro más rápido de lo que planeo. No obstante no la atrapé de inmediato, me reí tras ella dejándole saber que la había encontrado y que pronto tendría que dejar de correr.
-Al menos tiene buena memoria- repuse cuando mencionó mi nombre e incluso me pareció curioso el énfasis que hacía en él. Yo, por supuesto, comprendía bien el mensaje. –¿Qué no tengo sentido de la muerte?- me reí de nuevo por aquella idea, si alguien muerto no tiene idea del sentido que tiene eso mismo, no sé quién podría tenerlo. Sin embargo no le objeté nada, ya presentía que tendría que aguantar otra de sus pequeñas cantaletas para criticarme. Al final el único molesto no era yo, aunque ella sin duda tenía más motivos. –Aunque mira su hogar como si sopesara si tengo o no razón. En fin...- negué restándole importancia y me puse en pie, con la firme intención de acercármele de nuevo antes de partir, ya empezaba a resultarme monótona mi visita por no mencionar que inútil.
Pero esa frase acompañada por una sonrisa que no le había visto antes me dio una idea de lo que planeaba. Yo bajé el rostro sin dejar de mirarla, a la espera. Le sonreí también y me quedé inmóvil –Adelante- fue lo único que respondí mientras la veía desatarse el vestido. El cambio ocurrió pronto y una forma de zorro se reveló ante mis ojos. Pude detenerla, por supuesto, pero no tendría gracia. La dejé partir, yo era un rastreador y ese modo de correr de ella dejaría un sendero marcado en el aire fácil de seguir para cualquiera. Sin prisas tomé su ropa en mis manos, la iba a necesitar cuando la atrapara porque aunque me pareciera tentadora la idea, no iba a devolverla al hombro desnuda. Se lo merecía, sí, yo también me merecía aquello, pero no iba a rebasar los límites, tampoco era tan inconciente.
La ventaja exacta fue de cinco minutos en los que me dediqué a observar la puerta, reconociendo el aroma inconfundible de humana mezclado con zorro. Sonreía para mí mismo cuando terminó el tiempo de ventaja que le di y arranqué a toda velocidad tras ella, siguiéndole los pasos y alcanzándola seguro más rápido de lo que planeo. No obstante no la atrapé de inmediato, me reí tras ella dejándole saber que la había encontrado y que pronto tendría que dejar de correr.
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Re: Como aguja en pajar (Robin Ilie)
Una primera vez jamás se olvida
Marc Levy
Por supuesto que iba a entender lo que ella quisiera de las palabras que salieran de aquellos arrogantes labios. Se sentía con el derecho de hacer esas cosas porque él igual hacia y decía lo que quería en su casa; eso le había quitado el poco respeto en algún momento la cambiante pudiera expresar en dirección al vampiro, pero nada de eso pasaría ya, todo gracias a la manera en que ambos se trataban en esos momentos. Le temblaba el cuerpo de manera ligera, el temor a morir había sido suplido por la ira que generaba la presencia masculina cerca de ella, cada palabra del inmortal de nombre Jarko le causaba una nueva descarga de molestia que le recorría el cuerpo. Era un engreído, se burlaba de ella según las creencias de Robin y por eso se estaba tragando el coraje que eso le producía, ya buscaría la manera de vengarse de ese hombre, de una forma o de otra. De creer ella aún en milagros esperaría que misteriosamente, muriera aquel inmortal ahí en su propio hogar, de esa forma se desharía del maldito cadáver por su propia cuenta y todo estaría bien nuevamente. Desafortunadamente eso no parecía suceder.
Realmente no se quería mover, no buscaba darle más opciones para que su lengua siguiera soltando toda aquella sarta de tonterías que solo estaban terminando por hacer que Robin dijese algo, que de forma inevitable se hundiera más ella misma. Resoplo con molestia dirigiendo la mirada a Jarko cuando finalmente la idea de la libertad le cruzo la mente. Fue una idea tan cercana y maravillosa que pensó sería la mejor opción que tenía en aquello momentos e iba a utilizarle aunque fuera la ultima cosa que pudiera hacer. La sonrisa que acompañaba a sus palabras, la seguridad de la cambiante, todo estaba orientado a hacer creer al vampiro que no tenía intención alguna de hacer algo que fuera a molestarlo, pero para ese punto, la cambiante ya había hecho demasiado.
Cuando la forma animal salió por la puerta de la pequeña casa corrió a toda velocidad surcando aquellos bosques tan bien conocidos por ella. Creyó lograr su cometido cuando no existió lugar donde pudiera notar la presencia del vampiro y pese a todo continuo corriendo hasta que noto como todo cambiaba al momento de hacerse presente la risa. Su escape había resultado completamente inútil pero más que eso ¿Por qué seguía él sus pasos? Con frustración se detuvo, no tenía sentido agotarse más. La figura femenina se irguió nuevamente, dejando la imagen del zorro detrás y mostrando únicamente la desnudes del cuerpo de la cambiante.
– Deja de seguirme. Ya sabes que soy inútil para tus fines ¿Por qué te empeñas en molestarme? – su ojos escudriñaban la oscuridad, buscando el lugar por el cual aquel ser aparecería – ¿No tenías que buscar a alguien más? Anda a hacerlo y déjame en paz de una buena vez – frustración, molestia; dentro de ella existía toda una mezcla de sentimientos que le hacían sentir demasiado mal. La sensación de su debilidad, era de hecho de las peores. Saberse ahora si, completamente en las manos de alguien más que no parecía querer ceder. Ahora solo la idea del sol le quedaba para aferrarse a la cambiante; de no irse Jarko con la aparición del sol, entonces seguramente no se iría jamás.
Marc Levy
Por supuesto que iba a entender lo que ella quisiera de las palabras que salieran de aquellos arrogantes labios. Se sentía con el derecho de hacer esas cosas porque él igual hacia y decía lo que quería en su casa; eso le había quitado el poco respeto en algún momento la cambiante pudiera expresar en dirección al vampiro, pero nada de eso pasaría ya, todo gracias a la manera en que ambos se trataban en esos momentos. Le temblaba el cuerpo de manera ligera, el temor a morir había sido suplido por la ira que generaba la presencia masculina cerca de ella, cada palabra del inmortal de nombre Jarko le causaba una nueva descarga de molestia que le recorría el cuerpo. Era un engreído, se burlaba de ella según las creencias de Robin y por eso se estaba tragando el coraje que eso le producía, ya buscaría la manera de vengarse de ese hombre, de una forma o de otra. De creer ella aún en milagros esperaría que misteriosamente, muriera aquel inmortal ahí en su propio hogar, de esa forma se desharía del maldito cadáver por su propia cuenta y todo estaría bien nuevamente. Desafortunadamente eso no parecía suceder.
Realmente no se quería mover, no buscaba darle más opciones para que su lengua siguiera soltando toda aquella sarta de tonterías que solo estaban terminando por hacer que Robin dijese algo, que de forma inevitable se hundiera más ella misma. Resoplo con molestia dirigiendo la mirada a Jarko cuando finalmente la idea de la libertad le cruzo la mente. Fue una idea tan cercana y maravillosa que pensó sería la mejor opción que tenía en aquello momentos e iba a utilizarle aunque fuera la ultima cosa que pudiera hacer. La sonrisa que acompañaba a sus palabras, la seguridad de la cambiante, todo estaba orientado a hacer creer al vampiro que no tenía intención alguna de hacer algo que fuera a molestarlo, pero para ese punto, la cambiante ya había hecho demasiado.
Cuando la forma animal salió por la puerta de la pequeña casa corrió a toda velocidad surcando aquellos bosques tan bien conocidos por ella. Creyó lograr su cometido cuando no existió lugar donde pudiera notar la presencia del vampiro y pese a todo continuo corriendo hasta que noto como todo cambiaba al momento de hacerse presente la risa. Su escape había resultado completamente inútil pero más que eso ¿Por qué seguía él sus pasos? Con frustración se detuvo, no tenía sentido agotarse más. La figura femenina se irguió nuevamente, dejando la imagen del zorro detrás y mostrando únicamente la desnudes del cuerpo de la cambiante.
– Deja de seguirme. Ya sabes que soy inútil para tus fines ¿Por qué te empeñas en molestarme? – su ojos escudriñaban la oscuridad, buscando el lugar por el cual aquel ser aparecería – ¿No tenías que buscar a alguien más? Anda a hacerlo y déjame en paz de una buena vez – frustración, molestia; dentro de ella existía toda una mezcla de sentimientos que le hacían sentir demasiado mal. La sensación de su debilidad, era de hecho de las peores. Saberse ahora si, completamente en las manos de alguien más que no parecía querer ceder. Ahora solo la idea del sol le quedaba para aferrarse a la cambiante; de no irse Jarko con la aparición del sol, entonces seguramente no se iría jamás.
Robin Ilie- Cambiante Clase Baja
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Re: Como aguja en pajar (Robin Ilie)
Mientras permanecí en el hogar de la pelirroja le leí la mente y encontré su ira, sus recuerdos de la familia que vivió allí y le dejó como herencia aquél descuidado terreno que ella valoraba como si fuera lo más preciado. Encontré también que planeaba recordarme y vengarse de mí, como si en vez de hacerle un hueco en la pared se lo hubiera hecho en la vida misma ¿Tan transcendental era? Lo cierto es que jamás encontré nada de mi hermano y la supe inocente a los pocos minutos de estar allí. Mi estadía se debía ahora a otra cosa que me ocupaba la mente y me distraía hábilmente la ira.
Pero me veía obligado a seguir con ella, a mirarla más y volver cinco mil doscientos años atrás cuando era un humano, no tan ingenuo, pero finalmente humano. Dominicke nos había iniciado a mi hermano y a mí en algo que jamás imaginamos, al punto de tomarla los dos al tiempo sin importar nada más. Ella era una especie de reina para ambos y jamás se nos ocurrió disputar nada por ser el único en su vida. Estábamos dispuestos a hacer su voluntad ciegamente hasta el día en que abrimos los ojos y la matamos. Pero los años parecen haber pasado en vano. Mi hermano conserva una especie de camafeo o dije de ella el cual no recuerdo con claridad y yo, persigo a su copia de este siglo como si no quisiera dejar de mirarla más.
Ella se detuvo cuando le di alcance, se notaba que entendía bien que podía alcanzarla, sin contar que no podríamos correr por siempre. Ella se agotaría, a mí me ahuyentaría el amanecer. Era inútil, tanto como mi idea de mantenerla cerca. –¿Y como sabes cuales son mis fines? – hice acto de presencia, frunciendo el ceño comos si continuara molesto y acercándome a ella de frente e intentando no ser tan obvio en mi manera de ver ese cuerpo perfecto. La piel se notaba tersa, el cuerpo era el típico de alguien que se ejercita y poseía a sí mismo un par de senos redondos y generosos sin rayar en lo excesivo. La deseé, quise acariciar y beber de ese cuerpo que me incitaba, pero como si fuera un atrevimiento le lancé el vestido de inmediato –Toma, póntelo. No voy a matarte. Pero nos veremos pronto, Robin Ilie– parecí incapaz de articular alguna palabra más porque su cuerpo me había embelesado y tenía claro que debía retirarme y continuar mi búsqueda.
Le di la espalda y me alejé con calma, no le temía en absoluto a aquella fémina de carácter fuerte y estaba haciendo por fin lo que ella quería, dejarla en paz. ¿La buscaría luego? Por supuesto, ese rostro no se olvida, lo sé por experiencia.
Pero me veía obligado a seguir con ella, a mirarla más y volver cinco mil doscientos años atrás cuando era un humano, no tan ingenuo, pero finalmente humano. Dominicke nos había iniciado a mi hermano y a mí en algo que jamás imaginamos, al punto de tomarla los dos al tiempo sin importar nada más. Ella era una especie de reina para ambos y jamás se nos ocurrió disputar nada por ser el único en su vida. Estábamos dispuestos a hacer su voluntad ciegamente hasta el día en que abrimos los ojos y la matamos. Pero los años parecen haber pasado en vano. Mi hermano conserva una especie de camafeo o dije de ella el cual no recuerdo con claridad y yo, persigo a su copia de este siglo como si no quisiera dejar de mirarla más.
Ella se detuvo cuando le di alcance, se notaba que entendía bien que podía alcanzarla, sin contar que no podríamos correr por siempre. Ella se agotaría, a mí me ahuyentaría el amanecer. Era inútil, tanto como mi idea de mantenerla cerca. –¿Y como sabes cuales son mis fines? – hice acto de presencia, frunciendo el ceño comos si continuara molesto y acercándome a ella de frente e intentando no ser tan obvio en mi manera de ver ese cuerpo perfecto. La piel se notaba tersa, el cuerpo era el típico de alguien que se ejercita y poseía a sí mismo un par de senos redondos y generosos sin rayar en lo excesivo. La deseé, quise acariciar y beber de ese cuerpo que me incitaba, pero como si fuera un atrevimiento le lancé el vestido de inmediato –Toma, póntelo. No voy a matarte. Pero nos veremos pronto, Robin Ilie– parecí incapaz de articular alguna palabra más porque su cuerpo me había embelesado y tenía claro que debía retirarme y continuar mi búsqueda.
Le di la espalda y me alejé con calma, no le temía en absoluto a aquella fémina de carácter fuerte y estaba haciendo por fin lo que ella quería, dejarla en paz. ¿La buscaría luego? Por supuesto, ese rostro no se olvida, lo sé por experiencia.
Jarko Nygard- Vampiro Clase Alta
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Re: Como aguja en pajar (Robin Ilie)
Lo que es divertido de verdad es que el hombre más importante de tu vida, el que buscas desde siempre sin saber ni siquiera que existe, ese hombre acaba de pasar hace apenas unos segundos detrás de ti.
Marc Levy
Jarko era, pese a la manera en la que se comportaba. El único en haber estado tanto tiempo en su casa y con quien Robin tuviera algo similar a una conversación después de todo, tenía su carácter que le hacía muy poco soportable a los ojos de los demás pero aún así, parecía divertirle a aquel vampiro, cosa que le molestaba aún más y le llevaba a cuestionarse realmente sobre el motivo por el que estaba él ahí. No desconfiaba del todo en que estuviese buscando a alguien, todo porque nunca antes le vio por aquellos lugares y era imposible que le espiara o algo por el estilo, de hacerlo, la cambiante se hubiese percatado de eso. Sabía que detrás de ese vampiro existía algo más que no podía saber que era y quizás era eso lo que más le molestaba de la presencia de él.
Corrió tan rápido como había sido capaz de hacerlo y pese a todo, le alcanzo con demasiada facilidad que le hizo sentir pequeña e inútil. Su risa mientras le daba alcance solo consiguió hacer que se molestara mucho más con él y por eso es que había comenzado a reclamarle sin estar segura del todo del por qué, solo soltó todo cuanto sentía en el interior, todo cuanto le pasaba por la mente e incluso cosas que no creía querer decir. Estaba dandose por vencida, aceptando la presencia del Nygard cerca de ella por quien sabe cuanto tiempo.
– Pues creo saberlo porque has dicho que buscabas a alguien parecido a ti y obviamente yo no soy esa persona – resoplo con molestia y cruzo los brazos frente a si, olvidando por completo que estaba completamente desnuda, al menos hasta que le lanzo el vestido y la ira le revolvió el estomago. No era porque le hubiera visto desnuda o porque llevara su vestido como si nada; la molestia radicaba en que creía que la mirada del vampiro en el instante que hizo aquello era de repulsión y su ego femenino se sintió ofendido – Gracias, que amable – su tono se volvió sumamente sarcástico y pese a lo que el vampiro decía no hizo intento alguno de cubrirse el cuerpo. Entonces fue que escucho lo que parecía una despedida y se quedo helada en el sitio, cada vez sintiendo más partes de su ego herido.
Le observo darle la espalda y tiro el vestido al suelo. No iba a volver a usarlo nunca en su vida. Aquel maldito vampiro estaba jugando con ella y eso le era insoportable.
– Quisieras que nos viéramos Jarko Nygard, pero la siguiente vez quizás te vea mientras estas de frente al sol – dicho eso soltó un resoplido y cambio de nuevo su forma humana por la del zorro. Jarko había hecho más de la cuenta desde la perspectiva de Robin; había hecho cuanto quería solo para terminar observándola con aquella repulsión que ella creía y que no era nada de eso. De manera veloz corrió en dirección opuesta a la que siguiera el inmortal. No planeaba regresar a su casa más que por unas cosas; su hogar, ya no era un lugar seguro para ella.
TERMINADO
Marc Levy
Jarko era, pese a la manera en la que se comportaba. El único en haber estado tanto tiempo en su casa y con quien Robin tuviera algo similar a una conversación después de todo, tenía su carácter que le hacía muy poco soportable a los ojos de los demás pero aún así, parecía divertirle a aquel vampiro, cosa que le molestaba aún más y le llevaba a cuestionarse realmente sobre el motivo por el que estaba él ahí. No desconfiaba del todo en que estuviese buscando a alguien, todo porque nunca antes le vio por aquellos lugares y era imposible que le espiara o algo por el estilo, de hacerlo, la cambiante se hubiese percatado de eso. Sabía que detrás de ese vampiro existía algo más que no podía saber que era y quizás era eso lo que más le molestaba de la presencia de él.
Corrió tan rápido como había sido capaz de hacerlo y pese a todo, le alcanzo con demasiada facilidad que le hizo sentir pequeña e inútil. Su risa mientras le daba alcance solo consiguió hacer que se molestara mucho más con él y por eso es que había comenzado a reclamarle sin estar segura del todo del por qué, solo soltó todo cuanto sentía en el interior, todo cuanto le pasaba por la mente e incluso cosas que no creía querer decir. Estaba dandose por vencida, aceptando la presencia del Nygard cerca de ella por quien sabe cuanto tiempo.
– Pues creo saberlo porque has dicho que buscabas a alguien parecido a ti y obviamente yo no soy esa persona – resoplo con molestia y cruzo los brazos frente a si, olvidando por completo que estaba completamente desnuda, al menos hasta que le lanzo el vestido y la ira le revolvió el estomago. No era porque le hubiera visto desnuda o porque llevara su vestido como si nada; la molestia radicaba en que creía que la mirada del vampiro en el instante que hizo aquello era de repulsión y su ego femenino se sintió ofendido – Gracias, que amable – su tono se volvió sumamente sarcástico y pese a lo que el vampiro decía no hizo intento alguno de cubrirse el cuerpo. Entonces fue que escucho lo que parecía una despedida y se quedo helada en el sitio, cada vez sintiendo más partes de su ego herido.
Le observo darle la espalda y tiro el vestido al suelo. No iba a volver a usarlo nunca en su vida. Aquel maldito vampiro estaba jugando con ella y eso le era insoportable.
– Quisieras que nos viéramos Jarko Nygard, pero la siguiente vez quizás te vea mientras estas de frente al sol – dicho eso soltó un resoplido y cambio de nuevo su forma humana por la del zorro. Jarko había hecho más de la cuenta desde la perspectiva de Robin; había hecho cuanto quería solo para terminar observándola con aquella repulsión que ella creía y que no era nada de eso. De manera veloz corrió en dirección opuesta a la que siguiera el inmortal. No planeaba regresar a su casa más que por unas cosas; su hogar, ya no era un lugar seguro para ella.
TERMINADO
Robin Ilie- Cambiante Clase Baja
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