AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
Espacios libres: 11/40
Afiliaciones élite: ABIERTAS
Última limpieza: 1/04/24
En Victorian Vampires valoramos la creatividad, es por eso que pedimos respeto por el trabajo ajeno. Todas las imágenes, códigos y textos que pueden apreciarse en el foro han sido exclusivamente editados y creados para utilizarse únicamente en el mismo. Si se llegase a sorprender a una persona, foro, o sitio web, haciendo uso del contenido total o parcial, y sobre todo, sin el permiso de la administración de este foro, nos veremos obligados a reportarlo a las autoridades correspondientes, entre ellas Foro Activo, para que tome cartas en el asunto e impedir el robo de ideas originales, ya que creemos que es una falta de respeto el hacer uso de material ajeno sin haber tenido una previa autorización para ello. Por favor, no plagies, no robes diseños o códigos originales, respeta a los demás.
Así mismo, también exigimos respeto por las creaciones de todos nuestros usuarios, ya sean gráficos, códigos o textos. No robes ideas que les pertenecen a otros, se original. En este foro castigamos el plagio con el baneo definitivo.
Todas las imágenes utilizadas pertenecen a sus respectivos autores y han sido utilizadas y editadas sin fines de lucro. Agradecimientos especiales a: rainris, sambriggs, laesmeralda, viona, evenderthlies, eveferther, sweedies, silent order, lady morgana, iberian Black arts, dezzan, black dante, valentinakallias, admiralj, joelht74, dg2001, saraqrel, gin7ginb, anettfrozen, zemotion, lithiumpicnic, iscarlet, hellwoman, wagner, mjranum-stock, liam-stock, stardust Paramount Pictures, y muy especialmente a Source Code por sus códigos facilitados.
Victorian Vampires by Nigel Quartermane is licensed under a
Creative Commons Reconocimiento-NoComercial-SinObraDerivada 3.0 Unported License.
Creado a partir de la obra en https://victorianvampires.foroes.org
Últimos temas
Comportate como una bestia, no como un caballero [Privado]
2 participantes
Página 1 de 1.
Comportate como una bestia, no como un caballero [Privado]
La ciencia no nos ha enseñado aún
si la locura es o no lo más sublime de la inteligencia
» Edgar Allan Poe
si la locura es o no lo más sublime de la inteligencia
» Edgar Allan Poe
La eternidad suele volverse monótona cuando no se tiene un propósito adecuado por el cual vivir por siempre. Ya sea poder, dinero, mujeres, hombres, cualquiera cosa insignificante es mejor a no tener nada, y ella tenía una razón valida para seguir aquel mundo tan… poco valioso, ella era demasiado perfecta para vivir entre la pudrición, pero mientras no matara a se ser que la había llenado de venganza absoluta, no estaría tranquila. Cuando el ocaso estaba siendo presente, decidió que era momento de jugar a bailar con el sol, quiso sentir los rayos comenzar a calcinar su cuerpo, ¿qué se sentiría tentar a su suerte? Ella por su puesto no creía en la suerte, sólo en las consecuencias que llegaban a ocurrir por sus actos. Unos segundos bastaron para que volviera a esconderse cómo una rata en las tuberías, dentro de su sótano, de su hogar, dónde rápidamente buscó uno e aquellos humanos que le servían de alimento, que vivían cómo reyes, y al final se entregaban a la majestuosidad de ser arrancados de la vida por ella. Bastó sólo un cuerpo para volver a estar cómo nueva, el tiempo que llevaba en la no vida la hacía más fuerte, y más resistente a ese tipo de acciones, estaba preparada no sólo de forma física, también de forma psicológica, por eso mismo le divertía jugar con el dios el sol, dejándole en claro quien mandaba en la tierra.
Erianthe estaba aburrida, no deseaba ver el insoportable rostro de Ciro, desde su llegada a París se había dedicado a acecharlo, y no, no estaba dispuesta a hacerle creer a ese desgraciado, que estaba al pendiente de cada uno de sus movimientos. Hace un sigo atrás había tenido a su último amante, las relaciones carnales se vuelven monótonas, y son simplemente sustituidas por una buena ración de sangre. Ese liquido carmesí que tenía el poder (si la sangre era buena, por supuesto), de llevarla a incluso mejores orgasmos, pero ¿Qué pasaba entonces cuando la sangre podía jugar parte de una noche con un buen amante? Era tiempo de encontrar al siguiente, al indicado para follar hasta que el amanecer los invite a regresar a sus aposentos carentes de luz solar. Por eso aquella noche no buscaría nombres, ni apellidos, ni procedencias, sólo una buena compañía carnal.
No había luna que la acompañara aquella noche, el cielo estaba nublado, enojado porqué el sol se había ido a dormir en aquella zona del mundo. Las nubes se notaban grisáceas a causa del clima, y pocas gotas, pero las suficientes para que los hombres y mujeres dejaran desérticas las calles. Ella no entendía cómo era posible no disfrutaran tales climas. La debilidad del hombre lo esconde cuando la naturaleza se vuelve su enemiga, la lluvia era prosperidad, no calamidad, pero ellos tan ignorantes suelen esconderse de la misma. La vampiresa no dejaba de preguntarse cual sería el mejor lugar para encontrar a su presa. ¿Se estaba comportando cómo una gata en celo? Si, y no le importaba, su naturaleza le permitía hacer lo que se le viniera en gana, son ellos, las criaturas eternas que pueden dejarse llevar simplemente por sus instintos, por los impulsos, y deseos. No hay nivel de moralidad, sólo nivel de poder alcanzado, nivel de fuerza. Su figura de movía a velocidad humana, dejando que las gotas se colaran entre sus ropajes, haciendo que su figura comenzara a visualizarse entre los ropajes ya empapados, se veían sensual. Todo una tentación. Sus pasos iban sin un rumbo fijo, pero si con una meta a alcanzar. Se detuvo frente a un lugar particular, escuchando gritos, escuchando llantos, escuchando gemidos, todo volviéndose una sinfonía desgarradora. Con velocidad sobrehumana, avanzó, y se detuvo en uno de los ventanales principales, observando hacía el fondo del sanatorio mental.
Erianthe estaba aburrida, no deseaba ver el insoportable rostro de Ciro, desde su llegada a París se había dedicado a acecharlo, y no, no estaba dispuesta a hacerle creer a ese desgraciado, que estaba al pendiente de cada uno de sus movimientos. Hace un sigo atrás había tenido a su último amante, las relaciones carnales se vuelven monótonas, y son simplemente sustituidas por una buena ración de sangre. Ese liquido carmesí que tenía el poder (si la sangre era buena, por supuesto), de llevarla a incluso mejores orgasmos, pero ¿Qué pasaba entonces cuando la sangre podía jugar parte de una noche con un buen amante? Era tiempo de encontrar al siguiente, al indicado para follar hasta que el amanecer los invite a regresar a sus aposentos carentes de luz solar. Por eso aquella noche no buscaría nombres, ni apellidos, ni procedencias, sólo una buena compañía carnal.
No había luna que la acompañara aquella noche, el cielo estaba nublado, enojado porqué el sol se había ido a dormir en aquella zona del mundo. Las nubes se notaban grisáceas a causa del clima, y pocas gotas, pero las suficientes para que los hombres y mujeres dejaran desérticas las calles. Ella no entendía cómo era posible no disfrutaran tales climas. La debilidad del hombre lo esconde cuando la naturaleza se vuelve su enemiga, la lluvia era prosperidad, no calamidad, pero ellos tan ignorantes suelen esconderse de la misma. La vampiresa no dejaba de preguntarse cual sería el mejor lugar para encontrar a su presa. ¿Se estaba comportando cómo una gata en celo? Si, y no le importaba, su naturaleza le permitía hacer lo que se le viniera en gana, son ellos, las criaturas eternas que pueden dejarse llevar simplemente por sus instintos, por los impulsos, y deseos. No hay nivel de moralidad, sólo nivel de poder alcanzado, nivel de fuerza. Su figura de movía a velocidad humana, dejando que las gotas se colaran entre sus ropajes, haciendo que su figura comenzara a visualizarse entre los ropajes ya empapados, se veían sensual. Todo una tentación. Sus pasos iban sin un rumbo fijo, pero si con una meta a alcanzar. Se detuvo frente a un lugar particular, escuchando gritos, escuchando llantos, escuchando gemidos, todo volviéndose una sinfonía desgarradora. Con velocidad sobrehumana, avanzó, y se detuvo en uno de los ventanales principales, observando hacía el fondo del sanatorio mental.
Erianthe Keres- Vampiro Clase Alta
- Mensajes : 31
Fecha de inscripción : 02/07/2012
Edad : 34
Localización : Paris, Francia
DATOS DEL PERSONAJE
Poderes/Habilidades:
Datos de interés:
Re: Comportate como una bestia, no como un caballero [Privado]
-Dime Abraham, ¿Qué se siente saberlo?- Un hombre yacía en el suelo con la mirada perdida y sus manos completamente ensangrentadas. El dolor que padecía es indescriptible. Una masa, sólo una masa de carne despilfarrada sobre el suelo, sólo eso es lo que parece. Hay partes de su cuero cabelludo que se encuentran completamente calvas, los dientes de su boca han atravesado parte de sus labios abriéndolos grotescamente. El color rojo de la sangre lo baña por completo del cuello para abajo y existen diferentes matices. Parte de sus piernas han sido destrozadas con algún objeto de metal y los huesos que se asoman a la deriva amenazan con encajarse en la cara de Gilles. Sus manos, las mismas que ahora son clavadas a un pedazo de madera, dedo por dedo, no sólo se han manchado con el color carmesí de su propio jugo de vida, la pregunta que el vampiro le había hecho era para que respondiese ¿Qué se sentía quitar una vida?
El juego que Gilles hubo preparado para este hombre reparó en que el único amor de su vida fue encerrado en la misma habitación junto a él. El director del sanatorio los alimentó y cuidó como a ningún otro paciente y es que su excusa sería conocer, hasta dónde el hombre puede llegar con tal de defender ese efímero sentimiento llamado amor. La fidelidad se desquebraja cuando el egoísmo ataca por detrás sin oportunidad de ser enfrentad o burlado, la teoría así lo demostraba y hasta hoy, el vampiro no se había equivocado en lo absoluto, ni siquiera ese hombre con la pena consumiendo su interior, con el corazón destrozada y el alma profundamente herida, había podido demostrar al pseudo-doctor que su hipótesis era falsa. ¿Cómo había de hacerlo si Gilles lo arrinconó hasta la pared y no pudo ver otra salida? Aferrarse a la vida es a lo único que el hombre puede, porque ni siquiera un sentimiento barato puede contra el instinto primario de los animales y, llegados a este punto, todos lo somos.
-Vamos Abraham. Sólo quiero saber ¿Qué sentiste?- El rubio le escupió a la cara aún con el orgullo de no rendirse ante el verdugo, pero nada le serviría semejante osadía puesto que ya había perdido y, por supuesto, perdió más de lo imaginable. Gilles se levantó una vez terminada su hazaña con los dedos del hombre. Levantó la cabeza de una niña de ojos esmeralda y cabello castaño. Besó sus labios y olfateó la comisura de los mismos, todo esto frente al sujeto que torturaba no sólo física si no psicológicamente. Sujetó la cabeza de la pequeña con ambas manos, una la colocó debajo del mentón y la otra por encima de su nuca, así podría manipularla como el titiritero lo hace con sus muñecos. Agudizó su voz y fingió que era ella la que hablaba -¿Padre? ¿Padre, por qué lo hiciste?- La dulce nota provocó un estremecimiento en el cuerpo del hombre. Levantó la mirada para toparse con su hija de tan sólo diez años muerta, asesinada de la peor forma posible. Algún demente le había arrancado las extremidades para absorber su sangre y dejarla completamente seca, además presentaba una cruel mordida en su mejilla y sus ojos abiertos mostraron el infierno que padeció mientras vivía. Se la comieron viva. Su pequeño corazón, nada quedó de él, sus manos, sus pies, incluso su torso… los órganos internos colgaron del techo y la sangre decoraba toda la habitación en una fúnebre y aterradora imagen demoniaca. Pero el dolor, el sopor que sujetado a su pecho se encontraba esa noche, era más grande que cualquier porquería a la que Gilles lo expusiera. El arrepentimiento, la culpa y la muerte.
-¿No te parece fascinante Abraham? Tú, tú que juraste proteger a tu propia hija de cualquiera que le hiciera daño, no pudiste defenderla de un monstruo.- Arrojó la cabeza lejos de él y esta rodó centímetros fuera de la puerta. Gilles disfrutaba el momento, la gloria. Era como probarse a si mismo que no era el único malnacido de este mundo, le autocomplete reconocer que cualquiera puede aspirar a lo que él. –No. No fui yo quien le asesino ¿Lo recuerdas?- Arqueó una ceja recargándose sobre la pared. Una pierna apoyada en el muro y los brazos cruzados frente a su pecho. –Fuiste tú- Las palabras se entrometieron como miles de balazos en el cráneo del rubio. Estaba completamente deshecho. Saber lo que le hizo, entender y asimilar su propio holocausto fue un golpe duro que lo dejó aturdido durante más de tres horas. En ese estado de shock su rabia no pudo ser alimentada pero ahora que con más calma observó la situación, en sus ojos pudo darse a conocer esa chispa reconocible de venganza. –Oh, sí. Te hice uno como yo y esperé, esperé a que la sed te quemara en la garganta, esperé a que el hambre se volviese tu único pensamiento, tanto que no podrías reconocer a tu propia hija cuando te la ofreciera como alimento. He ahí el error del hombre. Creer que acabarán con la bestia, cuando ellos mismos se han vuelto una- Hizo resoplar sus labios. –Vamos, sé que puedes levantarte. Ya saciaste tu sed con ella, y lo que te he hecho no es nada en comparación con las súplicas de tu hija. Oh, sí. Si tan sólo te hubieses dado cuenta de mi excitación al verte así, seguramente no la habrías asesinado y tu falta de eso también hubiese sido saciada. Vuelvo a preguntar Abraham ¿No es fascinante como la ética y la moral del hombre, básicamente el amor, se pierde ante un deseo más apasionado que eso, algo como el hambre? Sí, yo te hice lo que eres, pero la elección de morir o asesinarla a ella, fue enteramente tuya…-
El juego que Gilles hubo preparado para este hombre reparó en que el único amor de su vida fue encerrado en la misma habitación junto a él. El director del sanatorio los alimentó y cuidó como a ningún otro paciente y es que su excusa sería conocer, hasta dónde el hombre puede llegar con tal de defender ese efímero sentimiento llamado amor. La fidelidad se desquebraja cuando el egoísmo ataca por detrás sin oportunidad de ser enfrentad o burlado, la teoría así lo demostraba y hasta hoy, el vampiro no se había equivocado en lo absoluto, ni siquiera ese hombre con la pena consumiendo su interior, con el corazón destrozada y el alma profundamente herida, había podido demostrar al pseudo-doctor que su hipótesis era falsa. ¿Cómo había de hacerlo si Gilles lo arrinconó hasta la pared y no pudo ver otra salida? Aferrarse a la vida es a lo único que el hombre puede, porque ni siquiera un sentimiento barato puede contra el instinto primario de los animales y, llegados a este punto, todos lo somos.
-Vamos Abraham. Sólo quiero saber ¿Qué sentiste?- El rubio le escupió a la cara aún con el orgullo de no rendirse ante el verdugo, pero nada le serviría semejante osadía puesto que ya había perdido y, por supuesto, perdió más de lo imaginable. Gilles se levantó una vez terminada su hazaña con los dedos del hombre. Levantó la cabeza de una niña de ojos esmeralda y cabello castaño. Besó sus labios y olfateó la comisura de los mismos, todo esto frente al sujeto que torturaba no sólo física si no psicológicamente. Sujetó la cabeza de la pequeña con ambas manos, una la colocó debajo del mentón y la otra por encima de su nuca, así podría manipularla como el titiritero lo hace con sus muñecos. Agudizó su voz y fingió que era ella la que hablaba -¿Padre? ¿Padre, por qué lo hiciste?- La dulce nota provocó un estremecimiento en el cuerpo del hombre. Levantó la mirada para toparse con su hija de tan sólo diez años muerta, asesinada de la peor forma posible. Algún demente le había arrancado las extremidades para absorber su sangre y dejarla completamente seca, además presentaba una cruel mordida en su mejilla y sus ojos abiertos mostraron el infierno que padeció mientras vivía. Se la comieron viva. Su pequeño corazón, nada quedó de él, sus manos, sus pies, incluso su torso… los órganos internos colgaron del techo y la sangre decoraba toda la habitación en una fúnebre y aterradora imagen demoniaca. Pero el dolor, el sopor que sujetado a su pecho se encontraba esa noche, era más grande que cualquier porquería a la que Gilles lo expusiera. El arrepentimiento, la culpa y la muerte.
-¿No te parece fascinante Abraham? Tú, tú que juraste proteger a tu propia hija de cualquiera que le hiciera daño, no pudiste defenderla de un monstruo.- Arrojó la cabeza lejos de él y esta rodó centímetros fuera de la puerta. Gilles disfrutaba el momento, la gloria. Era como probarse a si mismo que no era el único malnacido de este mundo, le autocomplete reconocer que cualquiera puede aspirar a lo que él. –No. No fui yo quien le asesino ¿Lo recuerdas?- Arqueó una ceja recargándose sobre la pared. Una pierna apoyada en el muro y los brazos cruzados frente a su pecho. –Fuiste tú- Las palabras se entrometieron como miles de balazos en el cráneo del rubio. Estaba completamente deshecho. Saber lo que le hizo, entender y asimilar su propio holocausto fue un golpe duro que lo dejó aturdido durante más de tres horas. En ese estado de shock su rabia no pudo ser alimentada pero ahora que con más calma observó la situación, en sus ojos pudo darse a conocer esa chispa reconocible de venganza. –Oh, sí. Te hice uno como yo y esperé, esperé a que la sed te quemara en la garganta, esperé a que el hambre se volviese tu único pensamiento, tanto que no podrías reconocer a tu propia hija cuando te la ofreciera como alimento. He ahí el error del hombre. Creer que acabarán con la bestia, cuando ellos mismos se han vuelto una- Hizo resoplar sus labios. –Vamos, sé que puedes levantarte. Ya saciaste tu sed con ella, y lo que te he hecho no es nada en comparación con las súplicas de tu hija. Oh, sí. Si tan sólo te hubieses dado cuenta de mi excitación al verte así, seguramente no la habrías asesinado y tu falta de eso también hubiese sido saciada. Vuelvo a preguntar Abraham ¿No es fascinante como la ética y la moral del hombre, básicamente el amor, se pierde ante un deseo más apasionado que eso, algo como el hambre? Sí, yo te hice lo que eres, pero la elección de morir o asesinarla a ella, fue enteramente tuya…-
Gilles Davignon- Vampiro Clase Alta
- Mensajes : 191
Fecha de inscripción : 06/11/2010
Re: Comportate como una bestia, no como un caballero [Privado]
Erianthe estaba entretenida por la cantidad de olores que se mezclaban, desde aquellos que llevaban a indicar la putrefacción, hasta algunas flores que se encontraban en el jardín trasero. Supo que cuando los humanos buscaban algún entretenimiento, o algún tipo de objeto para apreciar, ellos buscaban las flores, porque ellas tenían vida, olor, y claro, también un ciclo del cual no se podía corromper, porque se morían, se marchitaban de forma lenta y lastimosa. Para su buena suerte, ella no necesitaba terapias que contaran con flores, o estupideces relacionadas con algo humano, ella necesitaba sangre, algo carnal, un poco de diferencia en la monotonía de la vida. En olor le llevaba a un lugar en especial, ese de dónde provenía una voz completamente masculina, pero también con esa pista de atracción que cualquiera querría. Los vampiros por más horrorosos que fueran físicamente, tenían un imán que hacía a cualquier humano verles casi de la misma forma que un dios griego. Fue así como avanzó, como caminó entre los pasillos, llegando hasta las puertas más lejanas, las profundas, dónde sólo la luz de la luna acompañaba. ¿Eran quejidos? ¿Eran suplicas? ¿Eran sonrisas? No, ella no deseaba agudizar su oído para poder imaginar la escena que estaba por ver, necesitaba disfrutar en vivo, sin hacerse una idea en su mente, eso era lo erótico de la noche, experimentar, no imaginar. Por eso, sin importar los "riesgos".
- Pero ¿Qué tenemos aquí? - Preguntó con una sonrisa amplia al presenciar la escena de aquellas dos criaturas. Claramente se notaba la dominación de uno de ellos. El horror del sobrante, la escena era cruda para cualquier humano, pero para ella simplemente despertaba una gran curiosidad. - Me dijeron que aquí ayudaban a aliviar a los locos… ¿Acaso los hunden más? No, eso debe ser desagradable, pobrecitos los locos, siempre tan solos, siempre tan tristes, siempre tan malditos - Soltó palabras que quizás no tendrían sentido, pero que tenían mucho tras fondo. El problema sería si de verdad le entenderían. Erianthe era una vampiresa demasiado vieja, sino es que una de las más viejas, al menos que ella misma conocía, descontando claro, a Ciro, muchos de los vampiros con tiempo de antigüedad usaban las palabras con una distorsión que podría engañar a cualquiera, pero sólo un poco podría comprender en realidad. - Vine a que alivien mi locura y mi tormento ¿Quién de ustedes está disponible? - Volvió a preguntar con una sonrisa amplia en el rostro, sus pasos comenzaron a resonar por aquel cuarto, se agachó para observar el cuerpo de la niña, le movió la cabeza de un lado a otro, y negó, chasqueando un poco la lengua en señal de desaprobación - Era muy hermosa, quizás habría servido dejarla vivir un poco más, y después comerla, así fue un gran desperdicio. - Concluyó, volviéndose a poner de pie para observarles de nueva cuenta.
- Así que… ¿Quién de los dos es Gilles? Me han dicho que es quien se encarga de todo el lugar, y tengo muchas ganas de hablar de negocios con él, supongo que eres tú - Señaló al hombre castaño, mordisqueándose al labio inferior de manera sugerente, ella tenía en mente otra clase de negocios, nada que tuviera que ver con francos, y toda esa estupidez humana, ellos a final de cuentas no lo necesitaban, podían conseguir o no las cosas, a la fuerza o de forma dulce, aunque claro, el poder y las riquezas también eran parte de la ambición de los vampiros. - ¿Vas a terminar con esa vergüenza de criatura? Porqué podría hacerlo por ti, así nos ahorramos el perder un poco el tiempo, no es que sea una mujer muy paciente - Le guiñó el ojo, se acercó lentamente hasta poder encontrarse frente al castaño. Se sentía entretenida, el hombre emanaba el olor a la muerte, una peculiar, que se aferra a la locura enfermiza. Ella podía verlo en sus ojos, o incluso en la posición que tenía su cuerpo, los años que Erianthe llevaba en su no vida le daban la experiencia para poder con una simple mirada, comprender que había detrás de una mirada.
- Pero ¿Qué tenemos aquí? - Preguntó con una sonrisa amplia al presenciar la escena de aquellas dos criaturas. Claramente se notaba la dominación de uno de ellos. El horror del sobrante, la escena era cruda para cualquier humano, pero para ella simplemente despertaba una gran curiosidad. - Me dijeron que aquí ayudaban a aliviar a los locos… ¿Acaso los hunden más? No, eso debe ser desagradable, pobrecitos los locos, siempre tan solos, siempre tan tristes, siempre tan malditos - Soltó palabras que quizás no tendrían sentido, pero que tenían mucho tras fondo. El problema sería si de verdad le entenderían. Erianthe era una vampiresa demasiado vieja, sino es que una de las más viejas, al menos que ella misma conocía, descontando claro, a Ciro, muchos de los vampiros con tiempo de antigüedad usaban las palabras con una distorsión que podría engañar a cualquiera, pero sólo un poco podría comprender en realidad. - Vine a que alivien mi locura y mi tormento ¿Quién de ustedes está disponible? - Volvió a preguntar con una sonrisa amplia en el rostro, sus pasos comenzaron a resonar por aquel cuarto, se agachó para observar el cuerpo de la niña, le movió la cabeza de un lado a otro, y negó, chasqueando un poco la lengua en señal de desaprobación - Era muy hermosa, quizás habría servido dejarla vivir un poco más, y después comerla, así fue un gran desperdicio. - Concluyó, volviéndose a poner de pie para observarles de nueva cuenta.
- Así que… ¿Quién de los dos es Gilles? Me han dicho que es quien se encarga de todo el lugar, y tengo muchas ganas de hablar de negocios con él, supongo que eres tú - Señaló al hombre castaño, mordisqueándose al labio inferior de manera sugerente, ella tenía en mente otra clase de negocios, nada que tuviera que ver con francos, y toda esa estupidez humana, ellos a final de cuentas no lo necesitaban, podían conseguir o no las cosas, a la fuerza o de forma dulce, aunque claro, el poder y las riquezas también eran parte de la ambición de los vampiros. - ¿Vas a terminar con esa vergüenza de criatura? Porqué podría hacerlo por ti, así nos ahorramos el perder un poco el tiempo, no es que sea una mujer muy paciente - Le guiñó el ojo, se acercó lentamente hasta poder encontrarse frente al castaño. Se sentía entretenida, el hombre emanaba el olor a la muerte, una peculiar, que se aferra a la locura enfermiza. Ella podía verlo en sus ojos, o incluso en la posición que tenía su cuerpo, los años que Erianthe llevaba en su no vida le daban la experiencia para poder con una simple mirada, comprender que había detrás de una mirada.
Erianthe Keres- Vampiro Clase Alta
- Mensajes : 31
Fecha de inscripción : 02/07/2012
Edad : 34
Localización : Paris, Francia
DATOS DEL PERSONAJE
Poderes/Habilidades:
Datos de interés:
Re: Comportate como una bestia, no como un caballero [Privado]
¡Joder, sí! La culpa del hombre se veía atorada en sus ojos, ese par de orbes congelados en el tiempo con las estúpidas ganas de llorar hasta pulverizarse sin más nada, lastimeramente, ninguna lagrima podría escaparse de ellos. ¡Eso es lo que Gilles disfrutaba! El nudo en su garganta, las manos temblorosas, la cruda realidad se saberse un maldito asesino y entender que no sólo le arrancó la vida a su propia hija, sino que había disfrutado cada momento en que la sangre se ciñó sobre él y tocó por primera vez sus labios. El sabor fue jodidamente excitante, mucho mejor que la liberación orgásmica del sexo solo por follar, mucho más grande cualquier pútrida cosa terrenal a la que está acostumbrado el hombre. Quien habla de hambre no tiene ni puta de idea de lo que es hasta que está convertido en vampiro. Y él, un hombre desafortunado y de nombre Abraham, había padecido ese tipo de hambre desgarrador, no sólo fue su hija quien perdió la vida ese día, también la humanidad del propio neófito se difuminó al encarar todo su odio al hombre que tenía en frente. Gilles estalló en carcajadas, aplaude el patético intento del hombre por ponerse de pie tras la revelación dada y por supuesto que desea decapitar al vampiro.
-¿Matarías a tu madre?- Le cuestionó tras el primer zarpazo que el neófito le tiró a la cara. Gilles retrocedió dos pasos con natural rapidez y esquivó el ataque. Pudo haberse quedado en su sitio y recibir el castigo que se merece, pero había decidido que las cicatrices no le van muy bien a ese cuerpo perfecto que posee. ¡Era el titular del sanatorio! No es bien visto en la sociedad que un hombre con su poderío esté deforme o, ¿Sí? –Vamos Abraham. Recapacita, no lo hagas ahora. Tendrás toda una eternidad para matarme. Hoy, como tu linda madre que soy- El rostro de Gilles forma un puchero, tierno, dulce… ¡Al igual que el de una madre al preocuparse por su hijo! –Te ordeno vayas a la cama a descansar y meditar lo que has hecho- Se giró sobre sus talones. En ese momento, el hombre quiso atacarlo nuevamente pero Gilles se volvió contra él y lo empotró contra la esquina más cercana –Escúchame, pedazo de mierda. No me ganarás, estás hambriento, herido, débil y no pararías ni un puto segundo luchando contra mí. Haz lo que te digo o la muerte de tu Isabella habrá sido en vano porque su pendejo padre no pudo vengarla- Al entender que el hombre haría caso omiso a sus palabras, le rompió el cuello y lo puso a dormir.
Se apartó de él tronándose los huesos de ambos brazos. No, no había ignorado a la exuberante mujer que entró por la puerta y comenzó a decir estupidez y media sobre negocios. No tenía tiempo para ella, no tenía tiempo para el mundo, no tenía tiempo para nadie más que para él mismo. Irónico, se supone la eternidad está de su lado. Rugió. –Ni paciente, ni educada- Musitó con desdén limpiándose las manos que con anterioridad habían mutilado al neófito. Terminar con él no era una de las cosas que Gilles esperaba hacer y es que aún le queda un poco de juego con ese hombre. Lástima que la fulana llegase a interrumpir deliberadamente sus planes. No la juzga, no es que él sea el hombre más caballeroso del mundo, la verdad, ni conoce la palabra. Se encoge de hombros. -¿Y bien?- Preguntó con la ceja en lo alto acomodando los instrumentos de tortura sobre una mesa. -¿Hablarás sobre negocios o te quedarás como estúpida observándome todo el rato? Porque podrías hacer algo más interesante. – Escupió sosteniendo con su mano derecha una pinza para extirpar los dientes de sus víctimas, aunque Gilles nunca la había usado para eso. El encontró usos ilimitados para un artefacto tan rudimentario como ese, sólo es cuestión de arrojarle un poco de imaginación a las cosas y estas se vuelven en tu instrumento favorito de tortura. La última vez que usó el artefacto, le arrancó un testículo a uno de sus licántropos enjaulados. Las abre y las cierra frente a sus ojos imaginando qué cosas podría hacerle a esa vampiresa con ellas. Sus labios se retuercen, sonrisa siniestra.
-¿Matarías a tu madre?- Le cuestionó tras el primer zarpazo que el neófito le tiró a la cara. Gilles retrocedió dos pasos con natural rapidez y esquivó el ataque. Pudo haberse quedado en su sitio y recibir el castigo que se merece, pero había decidido que las cicatrices no le van muy bien a ese cuerpo perfecto que posee. ¡Era el titular del sanatorio! No es bien visto en la sociedad que un hombre con su poderío esté deforme o, ¿Sí? –Vamos Abraham. Recapacita, no lo hagas ahora. Tendrás toda una eternidad para matarme. Hoy, como tu linda madre que soy- El rostro de Gilles forma un puchero, tierno, dulce… ¡Al igual que el de una madre al preocuparse por su hijo! –Te ordeno vayas a la cama a descansar y meditar lo que has hecho- Se giró sobre sus talones. En ese momento, el hombre quiso atacarlo nuevamente pero Gilles se volvió contra él y lo empotró contra la esquina más cercana –Escúchame, pedazo de mierda. No me ganarás, estás hambriento, herido, débil y no pararías ni un puto segundo luchando contra mí. Haz lo que te digo o la muerte de tu Isabella habrá sido en vano porque su pendejo padre no pudo vengarla- Al entender que el hombre haría caso omiso a sus palabras, le rompió el cuello y lo puso a dormir.
Se apartó de él tronándose los huesos de ambos brazos. No, no había ignorado a la exuberante mujer que entró por la puerta y comenzó a decir estupidez y media sobre negocios. No tenía tiempo para ella, no tenía tiempo para el mundo, no tenía tiempo para nadie más que para él mismo. Irónico, se supone la eternidad está de su lado. Rugió. –Ni paciente, ni educada- Musitó con desdén limpiándose las manos que con anterioridad habían mutilado al neófito. Terminar con él no era una de las cosas que Gilles esperaba hacer y es que aún le queda un poco de juego con ese hombre. Lástima que la fulana llegase a interrumpir deliberadamente sus planes. No la juzga, no es que él sea el hombre más caballeroso del mundo, la verdad, ni conoce la palabra. Se encoge de hombros. -¿Y bien?- Preguntó con la ceja en lo alto acomodando los instrumentos de tortura sobre una mesa. -¿Hablarás sobre negocios o te quedarás como estúpida observándome todo el rato? Porque podrías hacer algo más interesante. – Escupió sosteniendo con su mano derecha una pinza para extirpar los dientes de sus víctimas, aunque Gilles nunca la había usado para eso. El encontró usos ilimitados para un artefacto tan rudimentario como ese, sólo es cuestión de arrojarle un poco de imaginación a las cosas y estas se vuelven en tu instrumento favorito de tortura. La última vez que usó el artefacto, le arrancó un testículo a uno de sus licántropos enjaulados. Las abre y las cierra frente a sus ojos imaginando qué cosas podría hacerle a esa vampiresa con ellas. Sus labios se retuercen, sonrisa siniestra.
Gilles Davignon- Vampiro Clase Alta
- Mensajes : 191
Fecha de inscripción : 06/11/2010
Re: Comportate como una bestia, no como un caballero [Privado]
Sus orbes iban y venían con tranquilidad por aquellas escena, sin duda aquello que estaba presenciando era único. Muchas veces ella había visto muertes sádicas, que no tenían ni una pizca de compasión, ella había sido participe y protagonista de muchos encuentros así, dónde sus víctimas terminaron sin siquiera una gota de sangre en su cuerpo, pero claramente aquel momento tenía tintes distintos, por ejemplo, el neófito no sólo buscaba sangre, sino una venganza. Esa última palabra la hacia sentir como si estuviera en casa. Le recordaba a ella. Su eternidad había surgido de eso, de quererle arrancar la cabeza a alguien de los suyos. ¿No era irónico? Su mayor tormento era alguien igual a ella. Negó mientras observaba entretenida, a diferencia del nuevo vampiro, ella se había resistido la sed, y todo al recordar que tenía que destruir a alguien. ¿Cuanto tiempo más resistiría al ver vampiros como Gilles o Ciro haciendo de las suyas? Pensándolo bien, a ella poco le importaba si Gilles terminaba con toda la raza humana, o con ella misma, pero antes debía cumplir su cometido. Avanzó de forma sigilosa por el lugar, ni siquiera el movimiento de su cuerpo o sus ropajes se podían percibir. La vampiresa se sentó sobre una mesa llena de pergaminos de todo tipo de tamaños, colores y temas, no es que le importara demasiado arruinar aquello que el anfitrión tuviera en ese lugar.
El cuerpo de la vampiresa había tomado una posición firme, estilizada, podía parecer una escultura romana, de esas que ahora estaban de moda, donde personificaban a cualquier miembro de una familia poderosa, a un dios, esos que aún eran parte de las creencias de algunos. Arqueó una ceja al notar las habilidades del vampiro antiguo, después sonrió con suma burla, aspiró profundamente el aroma fresco de la sangre del neófito, a ella le gustaba demasiado el liquido carmesí de los suyos, era una mezcla de naturalidad y también de putrefacción, si, todo eso era profundamente distinto, a ella no le gustaba lo común y corriente, de cierta manera no le importaba ser igual o diferente al resto. En su camino había aprendido a hacerse de criaturas que le pusieran mayores conocimientos y estrategias para su cometido. Lo escuchó, pero no quiso soltar palabra alguna, observó la pinza arqueando una ceja demasiado divertida. No le daba miedo la tortura, en realidad había aprendido a canalizar el dolor, los vampiros no necesitaban partes de su cuerpo para sobrevivir, la sangre y una buena fijación les regresaba sus extremidades. Se encogió de hombros antes de comenzar a hablar de nueva cuenta. Sus manos se colocaron en el borde de la mesa, sin apartar su respingado y bien formado trasero de ella.
- Me gustan las criaturas dementes, los humanos atrofiados, y no precisamente por divertidos, más bien por ocurrentes, ¿cuántos francos necesita? ¿cuántos desea para que me venda a los mejores locos, y más sexuales de su sanatorio? Si, ya lo sabe, una vampiresa adora mezclar el sexo y la sangre… Por eso he venido aquí, ya sabe, calidad, a menos que usted quiera darme lo que busco - Le guiñó un ojo de forma muy descarada, ella no se andaba con rodeos, buscaba con desesperación amantes, quien le diera placer en la cama, pero el principal cometido era tener por supuesto, un arma distinta para echarle en la cara a Ciro, él que se regocijaba de pasarle enfrente amantes, y aunque claramente ella no mostraba signos de molestia, el celo estaba latente, él era suyo, aunque lo negara, y tenía que mostrarle que no iba a jugar con su eternidad. - No tengo ni el mínimo interés de buscar sentimentalismos estúpidos, para eso están los débiles humanos, lo que yo busco es meramente carnal, necesito un cuerpo que me entretenga y me deje beber ¿más claro? ¿Quiere jugar con sus pinzas en mi cuerpo? - Comentó relamiéndose los labios con descaro, de forma arrojada, traviesa e insinuante.
El cuerpo de la vampiresa había tomado una posición firme, estilizada, podía parecer una escultura romana, de esas que ahora estaban de moda, donde personificaban a cualquier miembro de una familia poderosa, a un dios, esos que aún eran parte de las creencias de algunos. Arqueó una ceja al notar las habilidades del vampiro antiguo, después sonrió con suma burla, aspiró profundamente el aroma fresco de la sangre del neófito, a ella le gustaba demasiado el liquido carmesí de los suyos, era una mezcla de naturalidad y también de putrefacción, si, todo eso era profundamente distinto, a ella no le gustaba lo común y corriente, de cierta manera no le importaba ser igual o diferente al resto. En su camino había aprendido a hacerse de criaturas que le pusieran mayores conocimientos y estrategias para su cometido. Lo escuchó, pero no quiso soltar palabra alguna, observó la pinza arqueando una ceja demasiado divertida. No le daba miedo la tortura, en realidad había aprendido a canalizar el dolor, los vampiros no necesitaban partes de su cuerpo para sobrevivir, la sangre y una buena fijación les regresaba sus extremidades. Se encogió de hombros antes de comenzar a hablar de nueva cuenta. Sus manos se colocaron en el borde de la mesa, sin apartar su respingado y bien formado trasero de ella.
- Me gustan las criaturas dementes, los humanos atrofiados, y no precisamente por divertidos, más bien por ocurrentes, ¿cuántos francos necesita? ¿cuántos desea para que me venda a los mejores locos, y más sexuales de su sanatorio? Si, ya lo sabe, una vampiresa adora mezclar el sexo y la sangre… Por eso he venido aquí, ya sabe, calidad, a menos que usted quiera darme lo que busco - Le guiñó un ojo de forma muy descarada, ella no se andaba con rodeos, buscaba con desesperación amantes, quien le diera placer en la cama, pero el principal cometido era tener por supuesto, un arma distinta para echarle en la cara a Ciro, él que se regocijaba de pasarle enfrente amantes, y aunque claramente ella no mostraba signos de molestia, el celo estaba latente, él era suyo, aunque lo negara, y tenía que mostrarle que no iba a jugar con su eternidad. - No tengo ni el mínimo interés de buscar sentimentalismos estúpidos, para eso están los débiles humanos, lo que yo busco es meramente carnal, necesito un cuerpo que me entretenga y me deje beber ¿más claro? ¿Quiere jugar con sus pinzas en mi cuerpo? - Comentó relamiéndose los labios con descaro, de forma arrojada, traviesa e insinuante.
Erianthe Keres- Vampiro Clase Alta
- Mensajes : 31
Fecha de inscripción : 02/07/2012
Edad : 34
Localización : Paris, Francia
DATOS DEL PERSONAJE
Poderes/Habilidades:
Datos de interés:
Re: Comportate como una bestia, no como un caballero [Privado]
Dicen las malas lenguas que a una mujer no se le puede negar nada, menos cuando ha caído en la guarida del demonio solicitando ser poseía. Sí, eso se dice, pero existe un pequeño y para nada alarmante problema. A Gilles no le gustan las mujeres ‘fáciles’ el podría tener a cualquiera a sus pies si realmente se lo propone, siempre habrá mujerzuelas que estén dispuestas a mutilarse los pechos o partirse en dos sólo por obtener un maldito orgasmo de él. Eso es terriblemente patético. Es un hombre que gusta del sexo sádico, más allá de lo que la mente enfermiza y humana pudiese imaginar, pero para que eso realmente funcione existe un factor que la mujer ahí presente no había tomado en cuenta. La resistencia. Relamiéndose los labios, Gilles suspendió las imágenes en su cabeza y abandonó toda señal de erotismo ante esa representación. Bajó la mano y clavó los orbes en la mujer. No podía negarlo, era una belleza escultural, perfecta, potente y por mucho dominante. ¡Ahá! ¡Eso es! La mueca del hombre cambió repentinamente, de la decepción a la expectación. ¿Qué tan enferma estaba ella? ¿De qué sería capaz por obtener lo que exige?
-Mis locos no están a la venta- Se encogió de hombros. Entrecerró los ojos y se giró sobre los talones para acomodar alguna de las herramientas que se encontraban desperdigadas por el suelo. Encontró hecha una porquería la habitación, las manchas de sangre son difíciles de sacar cuando está se ha secado por completo y, ahora aún estaba fresca, debería limpiar. ¿Los cabellos de la vampiresa absorberían lo suficiente? Torció los labios arrojándole una mirada fugaz a su melena. No, no eran suficientes. Tal vez podría hacerla arrodillar y succionar el escurridero de sangre en cuatro patas mientras él lacera su espalda con alguna especie de cuchilla o algo parecido. ¡No! Sacudió la cabeza desechando esas posibilidades, se odiaba en los momentos en que su mente divagaba más de lo debido y no lograba concretar las labores que tenía al frente. Gilles estaba sufriendo episodios de pérdida de memoria y eso no le agradaba en lo absoluto. Frunció el ceño volviéndose hasta ella. La expresión de su rostro era desagradable, como si el vampiro deseara regurgitar algo que le cayó mal en el estómago. Abrió los ojos hasta el punto en que estos casi se desencajan de sus cuencas. Gruñó. –No es fácil fabricar enfermos para que una cualquiera venga a pedirlos por ¿Francos?- Estalla en carcajadas estridentes. Está claro que el dinero no le importa. Cuándo un hombre no acepta riquezas, ¿Qué se espera de él? Gilles calculó la edad de la mujer a través de sus ojos. Sus orbes cristalinos y la fina película detrás de sus párpados confirmaron lo que el aura demoniaca de Erianthe ya le había advertido al director del sanatorio. Era ella más ancestral y poderosa de lo que él jamás podría llegar a ser. Nuevamente, la retorcida mente del hombre se perdió en un punto oscuro.
Su sangre no servía, los malditos licántropos morían al cabo de varios segundos en que él inyectara el veneno vampírico. Lo había intentado con hombres, mujeres, niños e incluso ancianos. Nada daba resultado, la combinación de las dos maldiciones terminaba por destruir el cuerpo del lobo, pero jamás se le ocurrió experimentarlo a la inversa, hasta ahora. ¿Qué pasaría si utiliza la sangre de Erianthe? A Gilles le brillaron los ojos ante esta nueva develación. Sí, la usaría y ella a él. Mutuo acuerdo ¿No? –Pero sí tengo un precio- Caminó por el cuarto como alma poseída, buscando algo, sólo sumergido en su mente, respondiéndose entre dientes a si mismo y negando un par de veces con la cabeza ¿Dónde demonios lo dejó? ¡Bingo! De un frasco situado en las repisas más altas del lugar, sacó un corazón putrefacto, pese a su condición, el órgano parecía tener vida. -¿Podría alimentarlo?- Sugirió dejando el frasco en las manos de la vampiresa. –Los locos, el más salvaje es una niña que muerde, araña y berrea cuando la sodomizan.- Dice con dejo de demencia en el tono de su voz –Pero usted no quiere eso, no, no, no. ¡ALIMENTALO!- exige con un grito. –Ese es mi precio, tu sangre, tu cooperación para esto…- Con un tic en el ojo, le muestra una imagen que combina a ambas razas en una criatura colosal, de fuerza inimaginable y sed imparable. Esos serían los hijos de Gilles…. Vuelve a mirarla con su semblante retorcido, excitado, enfermo.
-Mis locos no están a la venta- Se encogió de hombros. Entrecerró los ojos y se giró sobre los talones para acomodar alguna de las herramientas que se encontraban desperdigadas por el suelo. Encontró hecha una porquería la habitación, las manchas de sangre son difíciles de sacar cuando está se ha secado por completo y, ahora aún estaba fresca, debería limpiar. ¿Los cabellos de la vampiresa absorberían lo suficiente? Torció los labios arrojándole una mirada fugaz a su melena. No, no eran suficientes. Tal vez podría hacerla arrodillar y succionar el escurridero de sangre en cuatro patas mientras él lacera su espalda con alguna especie de cuchilla o algo parecido. ¡No! Sacudió la cabeza desechando esas posibilidades, se odiaba en los momentos en que su mente divagaba más de lo debido y no lograba concretar las labores que tenía al frente. Gilles estaba sufriendo episodios de pérdida de memoria y eso no le agradaba en lo absoluto. Frunció el ceño volviéndose hasta ella. La expresión de su rostro era desagradable, como si el vampiro deseara regurgitar algo que le cayó mal en el estómago. Abrió los ojos hasta el punto en que estos casi se desencajan de sus cuencas. Gruñó. –No es fácil fabricar enfermos para que una cualquiera venga a pedirlos por ¿Francos?- Estalla en carcajadas estridentes. Está claro que el dinero no le importa. Cuándo un hombre no acepta riquezas, ¿Qué se espera de él? Gilles calculó la edad de la mujer a través de sus ojos. Sus orbes cristalinos y la fina película detrás de sus párpados confirmaron lo que el aura demoniaca de Erianthe ya le había advertido al director del sanatorio. Era ella más ancestral y poderosa de lo que él jamás podría llegar a ser. Nuevamente, la retorcida mente del hombre se perdió en un punto oscuro.
Su sangre no servía, los malditos licántropos morían al cabo de varios segundos en que él inyectara el veneno vampírico. Lo había intentado con hombres, mujeres, niños e incluso ancianos. Nada daba resultado, la combinación de las dos maldiciones terminaba por destruir el cuerpo del lobo, pero jamás se le ocurrió experimentarlo a la inversa, hasta ahora. ¿Qué pasaría si utiliza la sangre de Erianthe? A Gilles le brillaron los ojos ante esta nueva develación. Sí, la usaría y ella a él. Mutuo acuerdo ¿No? –Pero sí tengo un precio- Caminó por el cuarto como alma poseída, buscando algo, sólo sumergido en su mente, respondiéndose entre dientes a si mismo y negando un par de veces con la cabeza ¿Dónde demonios lo dejó? ¡Bingo! De un frasco situado en las repisas más altas del lugar, sacó un corazón putrefacto, pese a su condición, el órgano parecía tener vida. -¿Podría alimentarlo?- Sugirió dejando el frasco en las manos de la vampiresa. –Los locos, el más salvaje es una niña que muerde, araña y berrea cuando la sodomizan.- Dice con dejo de demencia en el tono de su voz –Pero usted no quiere eso, no, no, no. ¡ALIMENTALO!- exige con un grito. –Ese es mi precio, tu sangre, tu cooperación para esto…- Con un tic en el ojo, le muestra una imagen que combina a ambas razas en una criatura colosal, de fuerza inimaginable y sed imparable. Esos serían los hijos de Gilles…. Vuelve a mirarla con su semblante retorcido, excitado, enfermo.
Gilles Davignon- Vampiro Clase Alta
- Mensajes : 191
Fecha de inscripción : 06/11/2010
Re: Comportate como una bestia, no como un caballero [Privado]
Ella misma se sentía una loca. De las más grandes existentes, y eso que había conocido a una gran cantidad de vampiros, incluso licántropos y otras criaturas, como los humanos que le servían de alimento. Lo que no entendía era la mente de él, estaba en otros niveles, como por encima del racionamiento, pero más del análisis que podría darle un experto, o una experimentada como ella. Se sentía confundida, ni siquiera sus años, el tiempo de eternidad le validaban las cosas, simplemente dejaría de analizarlo, de analizar el lugar, se había metido por el propósito de tener una buena noche de placer, buscar lo necesario para hacer que Ciro sintiera la rabia que ella sentía cuando estaba con sus putas, aunque sonara absurdo, los celos, lo territoriales de los vampiros solían ser incluso niveles abismales que ninguna otra criatura podría comprender. Por que ellos no amaban, simplemente marcaban territorios, dejaban en claro que si ellos no mandaban, entonces nadie más lo haría. Él se notaba todo una criatura que no sólo dominaba por lo que decía, sino más bien por sus acciones, a cualquier otro lo pudo intimidar, pero a ella simplemente le daba curiosidad. Preguntas comenzaban a formarse en su cabeza, miles de ellas que poco a poco iban tomando las respuestas adecuadas, los locos no eran los enfermos, sino él. Ese que se encontraba frente a ella.
- ¿Así que tengo que pagar? ¿Desde cuando tengo que pagarle a un inferior simplemente por deseos enfermizos? - Rodó los ojos observando el frasco, pero no tenía ganas en realidad de hacer lo que él dijera, tenía orgullo, suficiente aguantaba con los berrinches y la prepotencia de Ciro, ¡No lo iba a aguantar a él! Era un loco, un maldito loco que estaba para servirle a ella, no ella a él. ¿Acaso no entendía la diferencia? Los años, la fuerza, la experiencia, todo le haría perder ante ella, pero dado que le gustaba correr riesgos, le dejaría perder, para restregarlo después en su cara. - Tu precio es ridículo ¿lo sabes? La sangre de un vampiro con tanto tiempo de antigüedad suele ser extremadamente costosa, valiosa, incluso deliciosa, la mía vale lo que tu nunca valdrás, además, sino me quieres dar lo que deseo, puedo tomarlo a la fuerza, me gusta jugar con vampiros como tu, suele ser más delicioso, aunque si me fastidio es fácil dejarte atrás, y conseguir de alguien más, no te creas tan especial, loco - Le sonrió de forma amplia, con malicia, con ese aire demente que sabía siempre lo había tenido. Una frágil mujer se había convertido en una de las peores bestias. ¿La subestimaba acaso? Entonces dejaría que él solo se tragara sus palabras.
- Tus locos pueden valer tan poco si yo lo deseo, así de sencillo, hay maneras de mover las influencias para ganar más de ellos, incluso antes de que tu puedas hacer un poco de corajes. ¿Que tienen de especial ellos? Nada, absolutamente nada, ni siquiera por tenerte a ti lo son, aburridos, queriendo hacer lo imposible, perdiendo tiempo de la eternidad cuando podrías invertir en otras cosas, ganar terreno, poder ante los demás ¡Eres tan absurdo! Seguro te sientes especial por estar en un sanatorio, ni siquiera puedes follar bien, porque seguramente tu inmortalidad de a quitado ese placer, sin embargo estás aquí queriendo mi sangre, que ridículo - Caminó por todo el lugar, a ella no le importaba nada de él, sólo quería su miembro dentro, pero no estaba dispuesta a dar nada a cambio, no cuando le hablaban de esa forma, a ella ¿Quién diablos era él? Nadie, ni siquiera había bajado la guardia contra su némesis ¿Por qué lo haría ante tal loco? Siguió su trayecto con la mirada, luego observó la puerta, todo apestaba, seguramente tanto como él, le volteó a ver con burla, nada de lo que él hiciera podría impresionarla ¿Darle su sangre? Que lo considerara de nuevo.
- ¿Así que tengo que pagar? ¿Desde cuando tengo que pagarle a un inferior simplemente por deseos enfermizos? - Rodó los ojos observando el frasco, pero no tenía ganas en realidad de hacer lo que él dijera, tenía orgullo, suficiente aguantaba con los berrinches y la prepotencia de Ciro, ¡No lo iba a aguantar a él! Era un loco, un maldito loco que estaba para servirle a ella, no ella a él. ¿Acaso no entendía la diferencia? Los años, la fuerza, la experiencia, todo le haría perder ante ella, pero dado que le gustaba correr riesgos, le dejaría perder, para restregarlo después en su cara. - Tu precio es ridículo ¿lo sabes? La sangre de un vampiro con tanto tiempo de antigüedad suele ser extremadamente costosa, valiosa, incluso deliciosa, la mía vale lo que tu nunca valdrás, además, sino me quieres dar lo que deseo, puedo tomarlo a la fuerza, me gusta jugar con vampiros como tu, suele ser más delicioso, aunque si me fastidio es fácil dejarte atrás, y conseguir de alguien más, no te creas tan especial, loco - Le sonrió de forma amplia, con malicia, con ese aire demente que sabía siempre lo había tenido. Una frágil mujer se había convertido en una de las peores bestias. ¿La subestimaba acaso? Entonces dejaría que él solo se tragara sus palabras.
- Tus locos pueden valer tan poco si yo lo deseo, así de sencillo, hay maneras de mover las influencias para ganar más de ellos, incluso antes de que tu puedas hacer un poco de corajes. ¿Que tienen de especial ellos? Nada, absolutamente nada, ni siquiera por tenerte a ti lo son, aburridos, queriendo hacer lo imposible, perdiendo tiempo de la eternidad cuando podrías invertir en otras cosas, ganar terreno, poder ante los demás ¡Eres tan absurdo! Seguro te sientes especial por estar en un sanatorio, ni siquiera puedes follar bien, porque seguramente tu inmortalidad de a quitado ese placer, sin embargo estás aquí queriendo mi sangre, que ridículo - Caminó por todo el lugar, a ella no le importaba nada de él, sólo quería su miembro dentro, pero no estaba dispuesta a dar nada a cambio, no cuando le hablaban de esa forma, a ella ¿Quién diablos era él? Nadie, ni siquiera había bajado la guardia contra su némesis ¿Por qué lo haría ante tal loco? Siguió su trayecto con la mirada, luego observó la puerta, todo apestaba, seguramente tanto como él, le volteó a ver con burla, nada de lo que él hiciera podría impresionarla ¿Darle su sangre? Que lo considerara de nuevo.
Erianthe Keres- Vampiro Clase Alta
- Mensajes : 31
Fecha de inscripción : 02/07/2012
Edad : 34
Localización : Paris, Francia
DATOS DEL PERSONAJE
Poderes/Habilidades:
Datos de interés:
Temas similares
» Compromiso con la bestia [Privado]
» El secreto de la Bestia 18+ [Privado]
» La guarida de la bestia (Privado)
» El hombre o la bestia | Privado
» Los ojos de la bestia... y el alma del angel -Privado- [+18]
» El secreto de la Bestia 18+ [Privado]
» La guarida de la bestia (Privado)
» El hombre o la bestia | Privado
» Los ojos de la bestia... y el alma del angel -Privado- [+18]
Página 1 de 1.
Permisos de este foro:
No puedes responder a temas en este foro.
Miér Sep 18, 2024 9:16 am por Afiliaciones
» REACTIVACIÓN DE PERSONAJES
Mar Jul 30, 2024 4:58 am por Frederick Truffaut
» AVISO #49: SITUACIÓN ACTUAL DE VICTORIAN VAMPIRES
Miér Jul 24, 2024 2:54 pm por Nigel Quartermane
» Ah, mi vieja amiga la autodestrucción [Búsqueda activa]
Jue Jul 18, 2024 4:42 am por León Salazar
» Vampirto ¿estás ahí? // Sokolović Rosenthal (priv)
Miér Jul 10, 2024 1:09 pm por Jagger B. De Boer
» l'enlèvement de perséphone ─ n.
Sáb Jul 06, 2024 11:12 pm por Vivianne Delacour
» orphée et eurydice ― j.
Jue Jul 04, 2024 10:55 pm por Vivianne Delacour
» Le Château des Rêves Noirs [Privado]
Jue Jul 04, 2024 10:42 pm por Willem Fokke
» labyrinth ─ chronologies.
Sáb Jun 22, 2024 10:04 pm por Vivianne Delacour