Spending the night in hell. {Eara}

Lo olía, era su olor aquel que estaba a metros de distancia de mi, ese olor que podría reconocer perfectamente, incluso en un lugar cerrado lleno de personas. Lo sentía, Jayden estaba cerca de mí, podía presentir cada paso que daba para intentar alcanzarme. Por mucho que intentase correr más rápido, intentar que perdiera mi rastro no era capaz de conseguirlo, seguía sintiéndolo detrás de mi, él intentaba alcanzarme con velocidad y yo esperaba con todas mis fuerzas que algo lo detuviera, que no fuera capaz de lograr encontrarme. Era la noche que más lo necesitaba a mi lado y por ello también era la noche más peligrosa para él, para todo el que estuviera cerca de mi presencia.

Pero no era solo por aquel vampiro por el que huía, ojalá fueran sus brazos sobre mi cuerpo, su muy grata compañía y las conversaciones durante horas, las causas de mi escapada. Ojalá solamente fuera eso, pero la vida no es tan fácil para todos como se puede llegar a creer, hay muchos demonios conviviendo con parisinos normales. Demonios que durante una noche se convertían en lo que realmente eran sin poder evitarlo, aquella parte se apoderaba de ti en cuanto la luna llena ocupara todo el cielo. Y yo, desgraciadamente, tenía ese monstruo dentro de mi. - ¡¡Largaos!! - grité con la voz desgarrada, llena de angustia, odio y dolor profundo. Un grito al aire que nadie podría entender, solo yo y tampoco estaba segura de para quién iba, no sabía si para aquella parte de si misma, si para Jayden o para la mismisima luna que tanto había amado no hacía tanto tiempo. No sabía hacia donde iba, por donde estaba pero no importaba ya que solamente tenía un único propósito en mi cabeza: alejarme de París, alejarme de cualquier humano todo lo que pudiese.

Mi cuerpo se movía solo por las calles más alejadas de la ciudad, giré demasiado rápido para meterme en un callejón, un giró veloz que hizo que parte de mi cuerpo chocase con un muro, haciendo varios rasguños en mi hombro y brazo izquierdo. Fue en ese momento, en ese segundo parada que lo sentí a pocos metros, un suspiro y sería capaz de alcanzarme. Tenía que ser más rápida, alejarme y que me perdiera el rastro. Recogí mi vestido para comenzar a correr de nuevo, un nuevo callejón que me había alejado de todo humano, un lugar oscuro y frío y que para mi desgracia descubrí que no tenía salida. Jayden estaba entrando en aquel callejón y yo estaba atrapada, los muros eran demasiado altos, no había ventanas ni puertas. Nada.

Grité con frustración y dolor, mirando una última vez a la entrada y buscando un lugar para esconderme del vampiro y de la luna. Mordí mi labio con fuerza, evitando gritar o por lo menos acallarlo un poco, ya comenzaban las largas horas del cambio, aquella tortura que me mataba cada mes. Había escuchado que más tarde serían las conversiones más rápidas, menos dolorosas pero ¿cuánto tiempo tenía que pasar para aquello? ¿cuántos años tenías que soportar aquella condena, aquella tortura? No lo sabía y tenía miedo de preguntar y escuchar una cifra alta. Levanté mi vista para verlo allí parado, mis ojos demostraban todo lo que sentía en aquel momento y también la súplica para que me dejara sola. - Aléjate de mi, Jayden... - mi voz salió dolida, contenida por el dolor, aquel que hizo que, con una nueva oleada, terminase tendida en el suelo - por favor...

Vi como se acercaba un poco más a mi, movimientos muy lentos para no asustarme , él se agachó y yo intenté encogerme, alejarme todo lo que pudiese de ese hombre que me calmaba incluso en momentos como el que estaban por empezar. Lo intenté, dios sabe que lo intenté fervientemente pero mi cuerpo no reaccionó, seguía de aquella forma y con los ojos fijos en los de él, pero aquel deseo de alejarme de él desapareció al sentir su mano en mi mejilla, al sentir como con esa caricia mis dolores desaparecían un segundo - No quiero que te haga daño. - Porque en cuanto me convertía en aquello, dejaba de ser yo, no había ningún conocimiento ni razón dentro de mi, ese monstruo se apoderaba de todo, con el único propósito de atacar a quien se acercara a él, matar porque si porque no había nadie que lo evitara. Mi voz al decir aquellas palabras seguía siendo de pura súplica, de un ruego tan profundo que haría cambiar de parecer hasta a la persona más fría del mundo, una voz aún más desgarrada por el dolor que momentos antes.

Pero una parte de mi tampoco deseaba que me hiciera caso, que esta vez aceptase mis palabras y mis ruegos y se fuera alejando de mi. No podía pensar en pasar todo esto sola ahora que había probado que era algo más "ameno" el hacerlo con él. No podía pensar en lo que podría pasar si él no estaba toda la noche conmigo para cuidarme, para protegerme de mi misma y proteger a todos los demás de mí. Cada luna llena estaba allí conmigo, asegurándose de que mi conciencia siguiera igual de limpia que siempre, y eso era algo que jamás podría llegar a agradecérselo del todo. Abrí la boca para volver a decirle que se marchara pero lo único que salió de mis labios fue un fuerte grito de dolor que hizo que me encogiese aún más en mi misma, estremeciendome de dolor y dejando ver ligeras gotitas perladas de sudor por mi frente. - No quiero que lo veas. - Mi respiración era fatigosa y rápida, siempre intentaba mirarlo a él cuando todo comenzaba porque él era mi punto en el horizonte, el único que podía conseguir que me calmase levemente y pudiera intentar recuperarme antes de una nueva oleada, pero esta vez mis ojos estaban cerrados al completo, mi labio estaba tan fuertemente mordido que empezaba a hincharse.