AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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A Night Between Heaven and Hell [Romina Di Lorenzo][+18]
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A Night Between Heaven and Hell [Romina Di Lorenzo][+18]
Ese preciado día de la semana en que me tocaba visitar mi lugar favorito de París. Mi cuerpo lo sabía y no lo digo solo por el bulto que tenía entre mis pantalones al despertar. Tampoco voy a decir como hice para calmarlo.
Ante todo, era un mujeriego y era la hora de calmar esa sed. Pasar la noche con la primera dama que lograse que el bulto volviese a mostrarse. En fin era una de esas pocas noches en las que me daba el lujo de ser un caballero y no era de sorprenderse. El poco dinero que ganaba como mercenario lo gastaba siempre en el burdel. Ya casi recibía trato de cliente habitual.
Y si, acababa de entrar en el burdel. Aquel aroma a mujeres sedientas y alcohol. Ah, mi pequeño paraíso en aquella ciudad que ocultaba sus más profundos deseos tras una falsa mascara llena de formalidades, leyes y protocolos. Era por eso que solo en ese lugar me gustaba aparentar ser un caballero.
Una de las recibidoras se acercó a mi para mostrarme el camino a la barra mientras dejaba que le toqueteara las nalgas. El camino lo sabía de memoria y ella también, pero le gustaba que entrase en su juego. Hacerla sentir importante mientras me olvidaba de todo y dejaba que me diera la bienvenida digna de un dios. Joder, como me gustaba aquel lugar. Un apasionado beso francés indicó la despedida y la encargada de la barra me servía el trago que me gustaba mientras veía aquel hermoso trasero alejarse.
Intercambie un par de palabras con la señora de las bebidas, bastante caballeroso de mi parte aunque ellas bien sabían que aquello solo era una fachada de mi parte.–¿Qué dices si esta noche reclamo el premio mayor querida?–Le dije mientras sentía su suave mano recorrer mi rostro. Sabía que se negaría y lo hizo pues ese era su trabajo. Servir las bebidas y sabía que si ella decía que no llegarían los matones para intentar sacarme. Preferí evitar la pelea rutinaria. Aquella noche mis ojos se centraron en una dama en especial. No la había visto muchas veces ya que estaba ocupado con otras.
Pero su bajada por las escaleras hizo que casi me olvidará de que estaba bebiendo mi vino favorito. Observe meticulosamente cada movimiento, cada paso y cada detalle. Era una hermosura como pocas veces se veían incluso en aquel lugar. Vi entonces que un viejo compañero mercenario era quien hacía la jugada con aquella diosa. Vacié mi copa y deje la paga por lo usual. La encargada de la barra entendió y sirvió dos inmediatamente. Agradeciendo me levanto y me retiro donde mie nuevo ángel se encontraba.
Toco el hombre de aquel compañero y este entiende que debe retirarse si no quería acabar mal. Dejo una copa frente a ella y tomo asiento donde estaba el otro. –De todas las noches que he venido, es raro que una dama logre dejarme casi sin aliento y palabras. La belleza que emana es digna y envidiable para una diosa–. Le hable tratando de disimular una sonrisa de bobo mientras dejaba todos los francos que había ahorrado sobre la mesa
–Espero que sea suficiente para que al menos por una noche me lleve al cielo como usted guste–.
Ante todo, era un mujeriego y era la hora de calmar esa sed. Pasar la noche con la primera dama que lograse que el bulto volviese a mostrarse. En fin era una de esas pocas noches en las que me daba el lujo de ser un caballero y no era de sorprenderse. El poco dinero que ganaba como mercenario lo gastaba siempre en el burdel. Ya casi recibía trato de cliente habitual.
Y si, acababa de entrar en el burdel. Aquel aroma a mujeres sedientas y alcohol. Ah, mi pequeño paraíso en aquella ciudad que ocultaba sus más profundos deseos tras una falsa mascara llena de formalidades, leyes y protocolos. Era por eso que solo en ese lugar me gustaba aparentar ser un caballero.
Una de las recibidoras se acercó a mi para mostrarme el camino a la barra mientras dejaba que le toqueteara las nalgas. El camino lo sabía de memoria y ella también, pero le gustaba que entrase en su juego. Hacerla sentir importante mientras me olvidaba de todo y dejaba que me diera la bienvenida digna de un dios. Joder, como me gustaba aquel lugar. Un apasionado beso francés indicó la despedida y la encargada de la barra me servía el trago que me gustaba mientras veía aquel hermoso trasero alejarse.
Intercambie un par de palabras con la señora de las bebidas, bastante caballeroso de mi parte aunque ellas bien sabían que aquello solo era una fachada de mi parte.–¿Qué dices si esta noche reclamo el premio mayor querida?–Le dije mientras sentía su suave mano recorrer mi rostro. Sabía que se negaría y lo hizo pues ese era su trabajo. Servir las bebidas y sabía que si ella decía que no llegarían los matones para intentar sacarme. Preferí evitar la pelea rutinaria. Aquella noche mis ojos se centraron en una dama en especial. No la había visto muchas veces ya que estaba ocupado con otras.
Pero su bajada por las escaleras hizo que casi me olvidará de que estaba bebiendo mi vino favorito. Observe meticulosamente cada movimiento, cada paso y cada detalle. Era una hermosura como pocas veces se veían incluso en aquel lugar. Vi entonces que un viejo compañero mercenario era quien hacía la jugada con aquella diosa. Vacié mi copa y deje la paga por lo usual. La encargada de la barra entendió y sirvió dos inmediatamente. Agradeciendo me levanto y me retiro donde mie nuevo ángel se encontraba.
Toco el hombre de aquel compañero y este entiende que debe retirarse si no quería acabar mal. Dejo una copa frente a ella y tomo asiento donde estaba el otro. –De todas las noches que he venido, es raro que una dama logre dejarme casi sin aliento y palabras. La belleza que emana es digna y envidiable para una diosa–. Le hable tratando de disimular una sonrisa de bobo mientras dejaba todos los francos que había ahorrado sobre la mesa
–Espero que sea suficiente para que al menos por una noche me lleve al cielo como usted guste–.
Brice Briand- Esclavo de Sangre/Clase Baja
- Mensajes : 33
Fecha de inscripción : 15/04/2016
Re: A Night Between Heaven and Hell [Romina Di Lorenzo][+18]
Como era de esperarse aquel día me tardé más en arreglar que en otra cosa, necesitaba verme más que atractiva si quería obtener las ganancias y ahorros que en Florencia tenía, de verdad necesitaba un sitio para mi, algo que fuera distinto al burdel donde pudiera deambular libremente y hacer y deshacer a mi antojo, sí, sabía que era algo exigente pero era lo que más deseaba en el mundo, claro está además de hombres.
Ya era bastante tarde, seguramente cuando bajara a la parte del bar los hombres ya estarían algo entonados sin embargo no me desanimaba, tenía ganas de pasarla bien, vamos que de mis compañeras por así decirlo era yo una de las pocas que disfrutaba de los placeres que ese empleo podía darnos, algunos caballeros sabían moverse bastante bien, otros necesitaban algunas instrucciones y alguna que otra mujer con deseos de satisfacción también aparecía entre los clientes sin embargo estas eran menos recurrentes, odiaba en cierta forma eso puesto que a mi parecer disfrutar de los placeres carnales era un pecado que debía permitirse a todos, estaba segura que iría al infierno por entregarme tan apasionadamente a mis instintos pero desde que recordaba me había gustado cuando mi interior se humedecía a causa de la excitación; cuando los hombres se ponían duros solo de mirarme y de imaginar como hacer de las suyas con mi cuerpo; no podía decir más puesto que la sola idea me ponía mal.
Una vez abajo miré a un mercenario que parecía muy entusiasmado con la idea de compartir habitación, no faltó mucho para que en medio de la plática otro con casi el aspecto igual apareciera en el mapa casi echando a patadas al otro hombre cosa que provocó una sutil y coqueta sonrisa en mi; acepté su trago y golpeé un poco con mis uñas la madera escuchándolo mientras un poco de la copa entraba en mi boca.-Gracias, gracias, ¿siempre acostumbra tomar lo que le gusta si o sí?.-pregunté aún con una sonrisa coqueta, miré el dinero sobre la mesa y asentí tomando todos y cada uno guardándolos bien, el hombre me causaba interés y ¿porqué negarme?, cuando podía disfrutar de su compañía.-Por supuesto cariño, vamos a un sitio donde pueda darte por lo que has pagado...por aquí.-terminé con el trago antes de guiarle por el burdel a los privados, un sitio donde podíamos pasarla mucho mejor.
Desnudate, anda, quiero verte...-pedí al tiempo que comenzaba a quitarme las tiras del corset con sensualidad y dedicación, luego me colocaba en la cama sonriente y veía a mi próximo amante no estaba nada mal y parecía distinto a los demás, quizá porque sus palabras me habían dejado con cierta curiosidad, "Como usted guste", normalmente los hombres me dictaban como querían gozar pero no tenía problema alguno con cumplir cualquier capricho que mi cliente quisiera.
Ya era bastante tarde, seguramente cuando bajara a la parte del bar los hombres ya estarían algo entonados sin embargo no me desanimaba, tenía ganas de pasarla bien, vamos que de mis compañeras por así decirlo era yo una de las pocas que disfrutaba de los placeres que ese empleo podía darnos, algunos caballeros sabían moverse bastante bien, otros necesitaban algunas instrucciones y alguna que otra mujer con deseos de satisfacción también aparecía entre los clientes sin embargo estas eran menos recurrentes, odiaba en cierta forma eso puesto que a mi parecer disfrutar de los placeres carnales era un pecado que debía permitirse a todos, estaba segura que iría al infierno por entregarme tan apasionadamente a mis instintos pero desde que recordaba me había gustado cuando mi interior se humedecía a causa de la excitación; cuando los hombres se ponían duros solo de mirarme y de imaginar como hacer de las suyas con mi cuerpo; no podía decir más puesto que la sola idea me ponía mal.
Una vez abajo miré a un mercenario que parecía muy entusiasmado con la idea de compartir habitación, no faltó mucho para que en medio de la plática otro con casi el aspecto igual apareciera en el mapa casi echando a patadas al otro hombre cosa que provocó una sutil y coqueta sonrisa en mi; acepté su trago y golpeé un poco con mis uñas la madera escuchándolo mientras un poco de la copa entraba en mi boca.-Gracias, gracias, ¿siempre acostumbra tomar lo que le gusta si o sí?.-pregunté aún con una sonrisa coqueta, miré el dinero sobre la mesa y asentí tomando todos y cada uno guardándolos bien, el hombre me causaba interés y ¿porqué negarme?, cuando podía disfrutar de su compañía.-Por supuesto cariño, vamos a un sitio donde pueda darte por lo que has pagado...por aquí.-terminé con el trago antes de guiarle por el burdel a los privados, un sitio donde podíamos pasarla mucho mejor.
Desnudate, anda, quiero verte...-pedí al tiempo que comenzaba a quitarme las tiras del corset con sensualidad y dedicación, luego me colocaba en la cama sonriente y veía a mi próximo amante no estaba nada mal y parecía distinto a los demás, quizá porque sus palabras me habían dejado con cierta curiosidad, "Como usted guste", normalmente los hombres me dictaban como querían gozar pero no tenía problema alguno con cumplir cualquier capricho que mi cliente quisiera.
Romina Di Lorenzo- Prostituta Clase Media
- Mensajes : 53
Fecha de inscripción : 18/04/2016
Re: A Night Between Heaven and Hell [Romina Di Lorenzo][+18]
Por eso me gustaba ese lugar, al carajo los modales y hola a la seducción. Y claro que me gustaba tomar lo que quería en el burdel. Creo que no me equivoqué al decir que esa noche tomaría el premio mayor. Mi mirada de pervertodo lo decía, estaba para pasar una y quizás más noches con ella.
- Más bien si alguien como tu me gusta, si la tomo. Aunque dudo que haya una mujer como tu-.Respondí mientras la seguía escaleras arriba. Si tarde un poco en responder, pero es que se pasaba. Podía decirse que apenas si sabía que hacer con tanta mujer. La habitación parecía bastante simple aunque con lujos para la época. Un baño y una cama, el resto era total privacidad para hacer lo que deseamos sin que nadie nos moleste. Como era de esperarse en un burdel. Realmente sentí como amigo también comenzó a despertarse cuando vi el corset dejaba descubierto parte de su cuerpo.
Agradecí entonces ser algo más que un humano común. ¿Cómo iba a ser posible que uno pudiese aguantar toda una noche con ella? Ahora entendía porque trabajaba ahí. Estaba sedienta y yo dispuesto a darle lo que deseaba. Claro, las ventajas de ser mujeriego era que sabía reconocer a una mujer de una señorita a penas la veía. ¡Y vaya que era toda una mujer!
Mis ropas volaron casi al instante que me lo ordenó, por suerte sabía a lo que iba y algunas ropas interiores no fueron necesarias. Bastante simple y más cuando se trataba de placer. No había que perder el tiempo con tanta sensualidad y eso era lo que me gustaba más de las humanas. Sabían que y como tenían que hacerlo.
-Tienes esta y muchas noches más para verme-. Me faltó poco para saltar sobre la cama, cuando dije eso. Quería y deseaba mucho de esa mujer. Quería acertar al decir que no seria la última noche.
-¿Puedo saber tu nombre? Así podré gritarlo cuando estés acabando conmigo
-, Dije apreciando su rostro angelical y seductor mientras mis manos se movían sobre sus pezones con fuerza. Apretaba con deseo y pellizcaba sus pezones levemente con lujuria. Era solo el comienzo pero tenerla así me provocaba demasiado y quería saber cuanto más si era ella quien tomase el control.
- Más bien si alguien como tu me gusta, si la tomo. Aunque dudo que haya una mujer como tu-.Respondí mientras la seguía escaleras arriba. Si tarde un poco en responder, pero es que se pasaba. Podía decirse que apenas si sabía que hacer con tanta mujer. La habitación parecía bastante simple aunque con lujos para la época. Un baño y una cama, el resto era total privacidad para hacer lo que deseamos sin que nadie nos moleste. Como era de esperarse en un burdel. Realmente sentí como amigo también comenzó a despertarse cuando vi el corset dejaba descubierto parte de su cuerpo.
Agradecí entonces ser algo más que un humano común. ¿Cómo iba a ser posible que uno pudiese aguantar toda una noche con ella? Ahora entendía porque trabajaba ahí. Estaba sedienta y yo dispuesto a darle lo que deseaba. Claro, las ventajas de ser mujeriego era que sabía reconocer a una mujer de una señorita a penas la veía. ¡Y vaya que era toda una mujer!
Mis ropas volaron casi al instante que me lo ordenó, por suerte sabía a lo que iba y algunas ropas interiores no fueron necesarias. Bastante simple y más cuando se trataba de placer. No había que perder el tiempo con tanta sensualidad y eso era lo que me gustaba más de las humanas. Sabían que y como tenían que hacerlo.
-Tienes esta y muchas noches más para verme-. Me faltó poco para saltar sobre la cama, cuando dije eso. Quería y deseaba mucho de esa mujer. Quería acertar al decir que no seria la última noche.
-¿Puedo saber tu nombre? Así podré gritarlo cuando estés acabando conmigo
-, Dije apreciando su rostro angelical y seductor mientras mis manos se movían sobre sus pezones con fuerza. Apretaba con deseo y pellizcaba sus pezones levemente con lujuria. Era solo el comienzo pero tenerla así me provocaba demasiado y quería saber cuanto más si era ella quien tomase el control.
Brice Briand- Esclavo de Sangre/Clase Baja
- Mensajes : 33
Fecha de inscripción : 15/04/2016
Re: A Night Between Heaven and Hell [Romina Di Lorenzo][+18]
Por supuesto que me gustaban los halagos, ¿a qué mujer no?, también gustaba de ver las debilidades provocadas por mi cuerpo, como los hombres se endurecían al posar los ojos en mis curvas; si bien no era la mujer más exuberante que que vieron en su vida sí tenía con qué defenderme, buenos y firmes pechos de un tamaño adecuado, mis caderas pronunciadas, una cintura pequeña que cuidaba con tanto esmero día con día a pesar de mis gustos culposos por los macarrones franceses, también estaba el hecho de que mi piel era tersa al tocarse, suave; en sí todo mi cuerpo era una invitación al pecado, por eso no era de extrañarse que todo ese trabajo extra viniera con palabras como las que escuchaba ahora.
-Gracias, pero seguro las hay, lo que no aseguro es que te hagan disfrutar tanto como yo...te digo ahora que volverás por más... - musité quitándome el corset completamente dejando que solamente una fina tela cubriera la parte inferior de mi cuerpo pero ahora mis pechos eran libres, mis rozados pezones se erizaron por el cambio de clima sin embargo la sonrisa que adornaba mi angelical rostro siguió ahí.-Eso lo sé...te querrás colar entre mis piernas más noches como esta... lo veo en tus ojos y en tu entrepierna.-Romina Di Lorenzo no se andaba con rodeos, ah no, eso no era para mi, decía las cosas tal cual las pensaba mucho más en momentos así donde el calor de mi cuerpo aumentaba y pedía a gritos saciar mi sed de lujuria.
Sus manos en mis pechos hicieron que se erizara mi piel por completo, eso precisamente quería, que me tocaran, que acariciaran mi cuerpo, que saciaran su sed con la mía.-Romina...soy Romina... .-murmuré mordiéndome el labio inferior, una de mis manos se acercaron a su torso desnudo y acariciaron su abdomen hasta llegar a su entrepierna y tomar su miembro con ella, acerqué mi rostro a él y pasé mis labios por su cuello recorriéndole lentamente hasta llegar a su oído.-Recuéstate, quiero que te endurezcas más para mi.-susurré mordiendo su lóbulo suavemente y me levanté haciendo que mis pechos rozaran con su piel.
-Gracias, pero seguro las hay, lo que no aseguro es que te hagan disfrutar tanto como yo...te digo ahora que volverás por más... - musité quitándome el corset completamente dejando que solamente una fina tela cubriera la parte inferior de mi cuerpo pero ahora mis pechos eran libres, mis rozados pezones se erizaron por el cambio de clima sin embargo la sonrisa que adornaba mi angelical rostro siguió ahí.-Eso lo sé...te querrás colar entre mis piernas más noches como esta... lo veo en tus ojos y en tu entrepierna.-Romina Di Lorenzo no se andaba con rodeos, ah no, eso no era para mi, decía las cosas tal cual las pensaba mucho más en momentos así donde el calor de mi cuerpo aumentaba y pedía a gritos saciar mi sed de lujuria.
Sus manos en mis pechos hicieron que se erizara mi piel por completo, eso precisamente quería, que me tocaran, que acariciaran mi cuerpo, que saciaran su sed con la mía.-Romina...soy Romina... .-murmuré mordiéndome el labio inferior, una de mis manos se acercaron a su torso desnudo y acariciaron su abdomen hasta llegar a su entrepierna y tomar su miembro con ella, acerqué mi rostro a él y pasé mis labios por su cuello recorriéndole lentamente hasta llegar a su oído.-Recuéstate, quiero que te endurezcas más para mi.-susurré mordiendo su lóbulo suavemente y me levanté haciendo que mis pechos rozaran con su piel.
Romina Di Lorenzo- Prostituta Clase Media
- Mensajes : 53
Fecha de inscripción : 18/04/2016
Re: A Night Between Heaven and Hell [Romina Di Lorenzo][+18]
Todo ocurrió demasiado rápido. Esa mujer era increíble, su figura voluptuosa la hacía también bien deseable y sus pechos remarcaban que experiencia no era lo que faltaba. Es más, se podía decir que con esa mujer no faltaba nada y no hacía falta que me agarrase el miembro como lo hizo pues ya estaba bien duro, pero el tacto suave de su mano hizo que se endureciera aún más para mi sorpresa.
La miré con lujuria y mordiéndome los labios. Era demasiado excitante la expectativa. Asentí cuando me ordenó y me recosté a un lado de ella.-De eso se trata esta noche Romina. Brice te dará lo que quieras-. Dije sin poder evitar admirar su rostro hermoso y angelical cuando una de mis manos recorría suavemente su muslo y la otra se preocupaba de su espalda. Parecía un crío apunto de ser violado por tanta mujer que ni me lo creía.
Mis píes poco a poco fueron corriendo las sabanas hacía atrás. Frío era lo que menos iba a sentir ese invierno pues la promesa de tener más noches con ella me hacía latir el corazón con fuerza. Mi mano que se movía por su espalda lentamente se movió hacía su mejilla, acariciándola con suavidad. Mi respiración ya estaba algo agotada pues sabía lo que venía.
Con algo de fuerza atraje su rostro hacía el mío y rozando mi frente con la suya bese sus labios con pasión. Sabía que a algunas prostitutas no les gustaba tanto contacto pero a veces simplemente no podía aguantarme las ganas. Mas así era como me gustaba. Ambos eramos libres de ataduras. Yo un mujeriego cualquiera y ella una prostituta con profesión y experiencia. No, definitivamente no había amor en ese acto, era solo sexo y del bueno. Sexo del que no se pilla en otra parte pensaba mientras mis labios se rozaban con los de ella y mi lengua entraba algo tímida a la boca ajena para jugar con la otra lengua, casi como pidiéndole permiso para conocerla. Mis ojos se cerraron en ese instante, aún quedaba mucha noche por delante y no. Definitivamente no pensaba contenerme un solo segundo con esa mujer.
Había que darle lo que pedía, complacerla como se merecía y olvidar que solo era su cliente. Hacerla saber quien mandaba en la cama era mi misión esa noche y claro, ella era quien mandaba. No hacía falta discutir nada.
La miré con lujuria y mordiéndome los labios. Era demasiado excitante la expectativa. Asentí cuando me ordenó y me recosté a un lado de ella.-De eso se trata esta noche Romina. Brice te dará lo que quieras-. Dije sin poder evitar admirar su rostro hermoso y angelical cuando una de mis manos recorría suavemente su muslo y la otra se preocupaba de su espalda. Parecía un crío apunto de ser violado por tanta mujer que ni me lo creía.
Mis píes poco a poco fueron corriendo las sabanas hacía atrás. Frío era lo que menos iba a sentir ese invierno pues la promesa de tener más noches con ella me hacía latir el corazón con fuerza. Mi mano que se movía por su espalda lentamente se movió hacía su mejilla, acariciándola con suavidad. Mi respiración ya estaba algo agotada pues sabía lo que venía.
Con algo de fuerza atraje su rostro hacía el mío y rozando mi frente con la suya bese sus labios con pasión. Sabía que a algunas prostitutas no les gustaba tanto contacto pero a veces simplemente no podía aguantarme las ganas. Mas así era como me gustaba. Ambos eramos libres de ataduras. Yo un mujeriego cualquiera y ella una prostituta con profesión y experiencia. No, definitivamente no había amor en ese acto, era solo sexo y del bueno. Sexo del que no se pilla en otra parte pensaba mientras mis labios se rozaban con los de ella y mi lengua entraba algo tímida a la boca ajena para jugar con la otra lengua, casi como pidiéndole permiso para conocerla. Mis ojos se cerraron en ese instante, aún quedaba mucha noche por delante y no. Definitivamente no pensaba contenerme un solo segundo con esa mujer.
Había que darle lo que pedía, complacerla como se merecía y olvidar que solo era su cliente. Hacerla saber quien mandaba en la cama era mi misión esa noche y claro, ella era quien mandaba. No hacía falta discutir nada.
Brice Briand- Esclavo de Sangre/Clase Baja
- Mensajes : 33
Fecha de inscripción : 15/04/2016
Re: A Night Between Heaven and Hell [Romina Di Lorenzo][+18]
Las miradas que intercambiábamos no escondían nada, se podía ver claramente lo que estaba a punto de ocurrir, el ambiente e incluso ambos cuerpos elevaban su temperatura considerablemente, podía sentir mi respiración cambiar drástica-mente, volverse más acelerada debido a la excitación que iba subiendo cada vez más. Mi mano palpó la hombría de Brice y sonreí al escuchar su voz, estaba segura de eso y lo deseaba cada vez más, sentir su cuerpo tomar el mío y fundirse en mi cama sin embargo me encantaban los juegos previos, cuando sacaba todos los gemidos posibles antes de dejarle meterse en mi interior; dejé que me acariciara libremente, hoy era suya, su prostituta, podía hacer de mi lo que quisiera y no podía pedir menos, aquella maldición que había en mi cuerpo de hacerme desear cada noche un cuerpo junto al mío, que mi entrepierna pidiera ser tocada crecía cada vez más aquella noche.
Sentí la fuerza que usó para atraerme hacia su rostro, dejé que me besara y respondí aquel beso con intensidad, me coloqué mejor sobre él sintiendo su hombría chocar con mi entrepierna -que aún continuaba cubierta por esa fina tela- y moví un poco mi cuerpo para hacerlo desearme más, que sintiera la calidez salir de mi interior y la humedad crecer en mi con cada caricia. Dejé que conociera mi boca pues yo también tenía deseos de conocer la suya; mi lengua jugueteó deseosa con la suya mientras mi cuerpo se amoldaba firme encima suyo.
Me separé de él después de satisfacer mi curiosidad sobre el sabor de su boca y bajé mis labios por su cuello dejando cortos y suaves besos sobre este, luego me encaminé hacia su entrepierna dejando un camino de mordidas, besos y humedad al paso de mi boca; luego pasé la punta de mi lengua por su miembro desde la punta hasta el final, una, dos y tres veces antes de meterlo a mi boca y estimularlo con ayuda de mi lengua; quería oírlo gemir y pedirme a gritos más porque ese solo era el inicio de nuestra noche. Una de mis manos acarició sus testículos sutilmente mientras mi boca continuaba subiendo y bajando sobre su falo sintiendo como su miembro se endurecía aún más, en definitiva aquella noche se había creado para disfrutar.
Sentí la fuerza que usó para atraerme hacia su rostro, dejé que me besara y respondí aquel beso con intensidad, me coloqué mejor sobre él sintiendo su hombría chocar con mi entrepierna -que aún continuaba cubierta por esa fina tela- y moví un poco mi cuerpo para hacerlo desearme más, que sintiera la calidez salir de mi interior y la humedad crecer en mi con cada caricia. Dejé que conociera mi boca pues yo también tenía deseos de conocer la suya; mi lengua jugueteó deseosa con la suya mientras mi cuerpo se amoldaba firme encima suyo.
Me separé de él después de satisfacer mi curiosidad sobre el sabor de su boca y bajé mis labios por su cuello dejando cortos y suaves besos sobre este, luego me encaminé hacia su entrepierna dejando un camino de mordidas, besos y humedad al paso de mi boca; luego pasé la punta de mi lengua por su miembro desde la punta hasta el final, una, dos y tres veces antes de meterlo a mi boca y estimularlo con ayuda de mi lengua; quería oírlo gemir y pedirme a gritos más porque ese solo era el inicio de nuestra noche. Una de mis manos acarició sus testículos sutilmente mientras mi boca continuaba subiendo y bajando sobre su falo sintiendo como su miembro se endurecía aún más, en definitiva aquella noche se había creado para disfrutar.
Romina Di Lorenzo- Prostituta Clase Media
- Mensajes : 53
Fecha de inscripción : 18/04/2016
Re: A Night Between Heaven and Hell [Romina Di Lorenzo][+18]
Cerré mis ojos al separarse nuestros labios. Si era falta de respeto no seguir apreciando su rostro en aquel jugueteo pero el placer continuaba emanando en su cama. Estaba atrapado y mientras sus labios bajaban lo tenía claro. Ambos estábamos bajo la misma maldición. ¿Familia, esposa e hijos? Eso no era para mi y ¿cómo podía serlo con tanto placer que una prostituta podía brindarme siempre que tuviese el dinero? Si, aquello era precisamente la razón por la que seguía siendo pobre. Cuando no tenía donde dormir simplemente mataba a sueldo y conseguía refugio entre las piernas de cualquier mujer que me cautivase y aquella noche lo había conseguido. Aquella era la mejor recompensa para mi duro trabajo.
-¡Hay, Romina!-.Exclamé sumergido en la lujuria por su acto. ¿Qué fría y obscura noche no mejoraba con una buena mamada?-De eso se trata preciosa, sacia tus ganas de mi y déjame con más ganas de ti para que mi dinero tenga tu nombre-.Entre jadeos no bromeaba y no solía dar muchos halagos, pero si esta vez estaba siendo honesto. La experiencia de aquella mujer hacía que todo valiese la pena.
Podía entender que esperar para volver acostarme con ella valdría la pena, ser su cliente habitual y amante de mi dinero. Quizás hasta podría ocupar algún hueco en mi frío corazón que claro, justo en esos momentos bombeaba sangre más que nunca. Fuera del campo de batalla, era lo mejor para aclarar mis pensamientos o simplemente nublarlos hasta que quedase inconsciente entre las piernas de aquella mujer.
Sus manos se sentían suaves y su boca tan fría pero humedad, totalmente distinto a la probadita que me dio anteriormente de su intimidad. Mis manos se movieron hacía sus cabellos, posándose sobre su cabeza mas dejándola libre de decidir sobre mi virilidad. Sentía como mi miembro podía crecer aún un poco más entre sus labios. Aquel carmesí solo hacía que el cuero se moviese con más suavidad y goce para mi. Era algo increíble, en verdad me sorprendía el hecho de poder describirlo.
Tenía esa teoría que solo una de cada diez mujeres sabían dar buenas mamadas y esta mujer se encontraba definitivamente sobre todas esas mujeres.-Se ve que tomas tu trabajo en serio. Tus compañeras deben estar celosas-. Dije mientras mi cabeza se mantenía sobre la almohada y comenzaba nuevamente a gemir y respirar profundamente. Podía acabar dentro de esos finos labios y sentirme bien, pero entendía que ella no estaría conforme con eso y mucho menos yo. Debía aguantarme las ganas y complacerla. Estaba hablando con una profesional después de todo.
Solo una cosa podía ser mejor que eso y no, negué con la cabeza. Era tan bueno que llegaba a ser chistoso el imaginarlo. Aquello era solo sexo bastante cariñoso y como ya dije, libre de ataduras. Esa noche y hasta que la volviese a ver solo necesitaba entender eso y disfrutar cada segundo junto a ella, casi como si fuese el último.
-¡Hay, Romina!-.Exclamé sumergido en la lujuria por su acto. ¿Qué fría y obscura noche no mejoraba con una buena mamada?-De eso se trata preciosa, sacia tus ganas de mi y déjame con más ganas de ti para que mi dinero tenga tu nombre-.Entre jadeos no bromeaba y no solía dar muchos halagos, pero si esta vez estaba siendo honesto. La experiencia de aquella mujer hacía que todo valiese la pena.
Podía entender que esperar para volver acostarme con ella valdría la pena, ser su cliente habitual y amante de mi dinero. Quizás hasta podría ocupar algún hueco en mi frío corazón que claro, justo en esos momentos bombeaba sangre más que nunca. Fuera del campo de batalla, era lo mejor para aclarar mis pensamientos o simplemente nublarlos hasta que quedase inconsciente entre las piernas de aquella mujer.
Sus manos se sentían suaves y su boca tan fría pero humedad, totalmente distinto a la probadita que me dio anteriormente de su intimidad. Mis manos se movieron hacía sus cabellos, posándose sobre su cabeza mas dejándola libre de decidir sobre mi virilidad. Sentía como mi miembro podía crecer aún un poco más entre sus labios. Aquel carmesí solo hacía que el cuero se moviese con más suavidad y goce para mi. Era algo increíble, en verdad me sorprendía el hecho de poder describirlo.
Tenía esa teoría que solo una de cada diez mujeres sabían dar buenas mamadas y esta mujer se encontraba definitivamente sobre todas esas mujeres.-Se ve que tomas tu trabajo en serio. Tus compañeras deben estar celosas-. Dije mientras mi cabeza se mantenía sobre la almohada y comenzaba nuevamente a gemir y respirar profundamente. Podía acabar dentro de esos finos labios y sentirme bien, pero entendía que ella no estaría conforme con eso y mucho menos yo. Debía aguantarme las ganas y complacerla. Estaba hablando con una profesional después de todo.
Solo una cosa podía ser mejor que eso y no, negué con la cabeza. Era tan bueno que llegaba a ser chistoso el imaginarlo. Aquello era solo sexo bastante cariñoso y como ya dije, libre de ataduras. Esa noche y hasta que la volviese a ver solo necesitaba entender eso y disfrutar cada segundo junto a ella, casi como si fuese el último.
Brice Briand- Esclavo de Sangre/Clase Baja
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Fecha de inscripción : 15/04/2016
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