Casual fun (Romina)

La vuelta de Romina a París solo aseguraba una cosa, que había acabado con la amenaza de aquel sacerdote que ponía en peligro no solamente su vida sino su integridad, a pesar de cargar con la desaparición de aquel hombre de Dios no se arrepentía, deseaba en lo más profundo jamás volverse a topar con alguien así, alguien que solamente utilizaba la religión como un medio para maldecir a alguien más y es que desde aquella noche donde la rubia se hizo mujer había despertado en ella un fuego que rara vez podía saciar.  Amaba París y en poco tiempo se transformó en su hogar, no podía quejarse, tenía techo, alimento y varios hombres que distraían a la chica de la monotonía, sin duda no le iba mal siento la puta de aquel burdel pero a pesar de lo que disfrutaba no conseguía mantener la paz en su interior; aquel fuego tan pronto culminaba en un caliente orgasmo su cuerpo diariamente pedía más, ¿sería cierto que aquel cura le maldijo con eso?, ella siempre lo pensó así y cada noche buscaba consuelo en algún hombre que pudiera calmar su hambre carnal.

Aquella noche no era distinta a las demás, pintaba a tener bastante trabajo, el burdel estaba casi repleto de hombres, sus compañeras ya hacían lo que les correspondía al embriagarlos y sacarles plata, sin embargo Ro demoró más en arreglarse; llevaba un vestido muy pegado a su cuerpo dejando ver sus atributos, sus curvas se mostraban sin piedad alguna dejando sin aliento a más de uno; si bien no era la chica más hermosa del sitio sí destacaba al menos, robaba miradas y uno que otro golpeteo en el trasero; algo que lejos de molestarle le ponía mucho más. Cuando su rubia cabellera estuvo lista salió de aquel sitio que llamaba habitación no sin antes dejar un poco de perfume en el sitio, lo mantenía tan limpio como podía, era muy pudorosa en ese aspecto, cuidaba cada detalle para que ninguno de los que se colaba entre sus piernas se sintiera uno más, les hacía sentirse especiales porque siempre deseaba volverlos a ver.

El espectáculo a penas daba inicio y la música en conjunto con las luces alumbraba el sitio; la rubia caminó por la orilla del sitio hasta llegar a la barra, no podía empezar su trabajo sin algún incentivo por lo que ordenó un poco de bourbon antes de percatarse de un joven de clase alta que bebía lo mejor de la casa, mentiría si dijera que lo adinerado no llamó su atención como primera instancia.-¿Brinda por algo en especial, monsieur?.-preguntó elevando un poco la voz para llamar la atención del joven, cuando recibió su copa a penas si se acercó tanteando el terreno que pisaba y sonriendo tan ladinamente como estaba acostumbrada.-¿Le molesta si compartimos el primer brindis de la noche?.-añadió acomodando uno de los mechones de cabello que caían por sus hombros.

La atención de Romina por el chico no desistió, si bien normalmente dejaba que los hombres fueran los que se acercaran a ella por el simple hecho que adoraba los halagos que se les ocurría a todos y cada uno esta vez dar la delantera era más gratificante que nada, el hombre además de ser notoriamente de clase alta también era bastante atractivo, olía bien, no a alcohol como la mayoría ya de aquel sitio y bien podía disfrutar de su compañía sin ningún problema; clientes como él eran de los intereses más preciados no solo para la rubia sino para otras chicas, algunas ya tenían cierto cariño con sus clientes pero Ro, al ser tan nueva en la ciudad aún no desarrollaba ese tipo de afecto con nadie; no tendría problema en que el presente fuera alguien recurrente entre sus piernas pues sentía que además de todo lo que podría disfrutar, tendría la oportunidad de aprender todo lo que le hacía falta para intentar cultivarse mejor.

Las palabras del joven no le sorprendieron demasiado sin embargo su sonrisa se hizo más ancha y mordió ligeramente su labio inferior; el aroma y la superioridad del hombre le atraían bastante, podría decirse que perderse entre los chicos de ese tipo era de los pasatiempos favoritos de la chica, jugar a seducirlos incluso aunque fueran los más pedantes del mundo (que en este caso no era así); se acercó a él para sentarse lo suficientemente cerca para no sufrir por el ruido que había alrededor de ellos y chocó suavemente su copa antes de beber algo del contenido de ella.-Salud entonces...es todo un halago monsieur, lamento todo el ruido ha venido en la hora feliz, el espectáculo está en su punto máximo.-mencionó sin ningún tipo de interés de distraer sus orbes de las contrarias.

Después escuchó su pregunta al mismo tiempo que uno de sus dedos jugaba coquetamente con el borde de su copa.-Romina, puedes decirme Romina.-pidió relamiendo sus labios un poco ante el licor aún en estos y escuchó con atención su nombre que en su vida jamás escuchó pero que al instante supuso que debía de agradecer tener la atención de alguien tan importante como un lord. -Es un placer monsieur Kaarkarogf, espero disfrute de su visita al burdel, supongo que es la primera ya que antes no le había visto y no es alguien que pase desapercibido.-comentó jugando con un mechón de cabello que caía por sus hombros, luego cruzó una de sus piernas para estar más cómoda; ahora tenía mucho más interés en complacerlo, ser amante de alguien como él debía ser lo que las mujeres como ella debían presumir.-¿Desea algo más monsieur?, puedo ofrecerle un recorrido por el burdel o un sitio más tranquilo para que podamos charlar.-propuso, claro estaba que la última parte de la frase venía con un sentido totalmente distinto porque Romina lo que menos quería era charlar, deseaba conocer las destrezas de aquel joven en la cama; quizá por fin había encontrado al hombre que podría aplacar su fuego por más tiempo que otros.

No tardó demasiado en que el Show captara ligeramente la atención de la rubia, aunque ella no era de las chicas que bailaban podría decirse que ciertamente le atraía la idea, bailar y follarse a los clientes seguramente sería algo sumamente divertido y de lo que como siempre, Romina no se arrepentiría. Bebió de su copa un poco más, no es que quisiera tomar valor porque eso ya lo tenía pero lo que sí deseaba era estar más "desenvuelta" más atrevida, no titubear a la hora de estar a solas con él.

Lo mismo digo monsieur.--dijo sincera y mirándole a los ojos, no, no le mentía al decirle que era un placer pues sentía que podrían pasarla bastante bien. Escuchó con atención al hombre y asintió una que otra vez para hacerle ver que estaba atenta a lo que podía decir o contar.--Vaya, una semana, ¿puedo preguntar su procedencia?, no es que yo sea nativa de aquí pero veo que París es un paso obligado para los que quieren conocer mejor Europa.--añadió de su cosecha, eso lo pensaba ya que había de todo tipo de personas, de diferentes tipos de etnias, sitios, creencias, razas...en fin en la ciudad la variedad literalmente era demasiada.

Dejó que aquel chico se acercara a ella, el olor agradable añadía el interés que crecía de la rubia por conocerlo fuera de aquel público y de tanto gentío, un sitio más tranquilo como su habitación los haría ponerse más cómodos y conocerse no solamente personalmente sino también en la cama pues podía darse cuenta que el interés en aquel asunto era mutuo.--Puede ver cuanto usted deseé, para eso estoy precisamente; lo que quiera lo tendrá.--obviamente aquello lo dijo en doble sentido no sin antes morder su labio inferior lentamente; luego bajó de aquella silla y se dirigió a las escaleras detrás de la barra guiando al joven a su sitio. A Romina no le agradaba demasiado vivir en el burdel, de hecho estaba juntando un poco de francos para rentar un sitio donde pudiera sentirlo suyo; de todas formas la recámara olía muy bien, tenía muebles que había retocado con sumo cuidado, incluso al entrar se distinguía el cambio del burdel a un sitio previamente modificado para uso de la rubia.--Bienvenido a mi hogar.--¿porqué sentir vergüenza al decir aquello?, era más que un sitio donde podía refugiarse la chica; el sitio tenía una cama bastante amplia, dos muebles a lado de esta y un tocador con un gran espejo donde se podían ver algunas de las pertenencias de la chica.

Dejó el abrigo en el perchero y se acercó al joven para quitarle el exceso de cosas y que pudiera ponerse cómodo; colocó la botella cerca de la cama y se subió a esta invitándolo con la mirada a acompañarle.--Puede ponerse cómodo, le aseguro que todo está perfectamente limpio.--aseguró la rubia, era algo de lo que caracterizaba a Romina, tener un sitio libre de suciedad a pesar de no tener demasiado dinero cuidaba hasta el más mínimo detalle para que su acompañante o más bien sus acompañantes la pasaran tan bien como ella.

Lo bueno del cuarto de Romina era que estaba justamente del burdel por lo que el ruido de abajo con la puerta cerrada a penas se percibía, además que la concentración de la rubia no era precisamente algo fuera de la habitación, se reducía a la figura masculina que ahora le invitaba una copa, un vino que seguramente jamás en su vida volvería a probar. Tomó la copa sonriendo esperando algún comentario del hombre y acomodándose en la cama, no era de tener lujos, alguien como ella no podía aspirar a demasiado a menos que cada hombre que se colaba entre sus piernas tuviera la misma condición social alta que el chico presente. Suecia, vaya; sonaba lejano y desconocido para ella.--Así que Suecia, excelente, ¿a cuantas horas está de aquí?.--preguntó con interés; bebió de su copa y después una sonrisa ancha se escapó de sus labios al escucharle.--¿Qué?, me está tomando el pelo, no creo que sea más suave de las que frecuenta usted...--dijo de verdad sorprendida y disfrutando de las expresiones del chico con respecto a su cama y escuchó lo demás con suma atención.--Lamento escuchar eso, supongo que puede venir a probarla cuanto guste.--aseguró guiñándole un ojo con coquetería, eso sin titubear porque de verdad, esperaba que volviera una vez más; le agradaba su compañía.

Bebió un poco más observándole curiosa, luego dejó su copa a un lado para prestarle total y completa atención a las palabras del rubio sonriendo por la cercanía y sintiendo como su piel comenzaba a quemarle por la simple caricia que había hecho a su cuerpo; le miró fijamente aspirando su aroma y embriagándose de este, le encantaba y le incitaba al mismo tiempo.--Entonces Casper...es bueno saber tu nombre.--murmuró sobre sus labios acercándose un poco más, al hablar sus labios se tocaban ligeramente.--Así podré gemirlo alto cuando toquemos el cielo.--una de sus manos se colocó en su pecho subiendo lentamente por su cuello y acercándose ligeramente más a él atrapando su labio inferior entre los de la rubia culminando así con la distancia que les separaba y besandolo lentamente disfrutando del sabor del chico combinado con el de licor.