El pasado vuelve a incitar [Romina Di Lorenzo - Privado +18]

Las cosas y las situaciones cada vez tomaban su curso deseado, al igual que los clientes y mi vida pronto empezaba a irme mejor, casi podía decirse que mi vida en Italia había sido monótona hasta ahora, París ofrecía mil y más oportunidades para mi, todas con la esperanza de convertir esta ciudad no solo en un sitio donde pudiera disfrutar de mi trabajo si no también un sitio que pudiera llamar hogar. Al ser nueva en el burdel mil miradas pasaban diario sobre mi, cosa de la que obviamente me aprovechaba, los franceses eran más quisquillosos con las prostitutas puesto que no les gustaba verse involucrados públicamente con ellas pero día a día se les encontraba en el burdel buscando entre las piernas de la chica aquella llave de felicidad que en sus casas no conseguían; y entonces ahí aparecía yo, una cara fresca y una piel nueva por descubrir, no era de extrañarse que me aprovechara un poco de ello, uno que otro cliente además de ser muy guapo también tenía dotes en su entrepierna que hacían que este trabajo fuera aún más gratificante.

Si bien algunas cosas eran distintas de mi natal Florencia no podía quejarme, no me hacía falta comida, ni un techo donde dormir, incluso me podía bañar varias veces al día después de alguno que otro trabajo que tenía, comenzaba a irme bastante bien y al final del día era lo que importaba, tener una moneda en la bolsa con la cual pudiera contar el día de mañana. Aquella noche no era diferente a muchas, el frío se sentía si estabas lejos del barbullo de las personas en el burdel, sin una buena copa de vino seguramente los motores no estarían suficientemente calientes para una faena completa; aquella noche tenía un invitado especial, alguien de clase alta que gustaba de las chicas finas y casi distinguidas que le hicieran compañía mientras jugaba cartas con sus amigos, luego claro estaba cuando no estuviera tan ebrio se colaría en mi infierno personal para gozar de una noche, es por eso que ahí estaba yo fiel a mi cliente y con una sonrisa de oreja a oreja dejando que tocara mi cuerpo como le pareciera mejor, alguna que otra caricia fuera de sitio pero aquel sitio se prestaba para eso y más.

No era de esperarse que me gustara la atención que me dedicaban sus amigos, también los pequeños cariños que el hombre me daba, uno que otro beso se le escapaban por el escote de mi vestido, otros en mis hombros descubiertos o en la boca; yo por mi parte me acomodada mejor en sus piernas sintiendo su hombría crecer sin embargo aquella noche no esperaba encontrarme con él, cuando mis ojos se encontraron con aquel lobo la sonrisa que adornaba mis labios desapareció casi por completo dejando ver la sorpresa de tenerle ahí, un amante que sin duda era de sus favoritos y con el cual algunas veces por no decir muchas pasé varias noches entregada a él sin pedir siquiera un franco a cambio. Murmuré un "disculpa" en el oído de mi cliente y sin titubear me acerqué a aquel licántropo con una sonrisa coqueta en mis labios, a pesar de la sorpresa no podía ocultar lo bien que se veía, también la alegría que me provocaba verle ahí después de tanto tiempo; es más un pequeño escalofrío recorrió mi cuerpo al recordar las noches que pasé enredada en sus sábanas pidiendo desde luego más.

Pero que tenemos aquí, el favorito de todos hace una visita al burdel, a que no se te quitan las viejas mañas, Michelangelo.-musité acercándome lo suficiente para dejar besos en ambas mejillas y deleitarme con el olor que su cuerpo despedía, estaba alegre de verlo y no iba a ocultar aquella emoción.-¿Es que no vas a saludarme como se debe?.-pregunté con coquetería pasando una de mis manos por su mejilla dulcemente, un acto que rara vez se veía en mi, al menos no lo hacía con cualquier persona, aquella Romina tierna y delicada salía solo con aquel chico, esperé su respuesta mientras ordenaba que me sirvieran lo mismo que él, no iba a dejar que una oportunidad así se me escapara de las manos porque aunque no lo dijera extrañaba las caricias que aquel hombre me daba y que me hacían estremecer de pies a cabeza.

Rara vez en la vida mucho más en épocas como esta veías a una mujer como yo, no era una vulgar chica con la que se acostaban los hombres, sí, era una simple cortesana pero me había encargado de parecer lo más refinada posible, no por ellos si no por mi misma, quería llegar alto con ayuda de lo que mejor sabía hacer, es por eso que ver a Michaelangelo ahí me revolvió por completo, él conocía mis deseos, mis sueños y demás, tanto que fui a dar a París precisamente por recordar alguna plática con él sobre la ciudad del pecado, una donde no importaba lo que hicieras había tantas personas que seguramente Florencia sería una brisa en comparación con el huracán que era Francia.

Al sentir la mirada suya recorrer mi cuerpo dejé que viera lo que quisiera, al fin y al cabo muchas veces demasiadas fui suya por completo, si bien me gustaba enrollarme con hombres sin pensarlo dos veces era distinto con los tipos como Mich, raro era el que me hacía llegar a límites que yo misma desconocía, siempre que estaba en compañía de aquel lobo terminaba encantada pidiendo más, sabía como tocarme, como rozar mi piel para llevarme al paraíso, como volverme adicta a sus dedos, a que su miembro entrara en mi reclamando mi cuerpo como suyo es por eso que a pesar estar en horas de trabajo dejaría todo solo por pasar tiempo con él. Sonreí al sentir como tomaba mi cintura y me acomodé mejor en sus piernas moviendo quizás mi trasero sobre su entrepierna a propósito aunque seguro con esa cara angelical que me caracterizaba se vería como una niña traviesa que juega con su juguete favorito.

Escuché atenta sus palabras mirando como sus labios pronunciaban tan bellas y atractivas
palabras, una de mis manos acarició su cuello sutilmente deleitándose con su piel que aún provocaba sensaciones desconocidas en mi.-Por supuesto que no, nuestros saludos siempre son especiales, dammi un po 'di te.-pedí aunque no tenía que hacerlo sus labios atraparon los míos en un beso, devoraba con entusiasmo sus labios como él lo hacía con los míos, incluso olvidé por completo donde estábamos y dejé que recorriera mi boca como le gustaba, su sabor rápidamente inundó mi boca haciéndome desear más de él.

Por suerte bebió un trago justamente cuando me quedaba sin aliento, mis ojos azules lo miraban con picardía y lujuria y de nueva cuenta moví mi cuerpo para sentir su hombría rozarme; lo deseaba como siempre y a pesar del tiempo sabía bien como conseguir lo que quisiera de mi, aquel acto con el hielo provocó que mi piel se erizara; si no fuera porque estábamos a reventar de personas le había rasgado la camisa y le pediría que me desnudara pero ahora en lo único que debía pensar era en sacarle de ahí; lo deseaba con ganas y sabía que él hacía lo mismo conmigo así que no sería un problema convencerle de ir a un sitio más privado.

Cerré los ojos al oírle hablarme al oído y mordí mis rosados labios ligeramente aguantando las ganas de desnudarle justo ahí sin embargo le levanté sutilmente y extendí mi mano a él.-Por supuesto pero no es el lugar adecuado, aunque poco me importaría que me follaras aquí, justo aquí pero necesitamos un espacio privado donde mis gemidos no se oígan demasiado.-murmuré coqueta acercándome a él y dejando un corto beso en los labios haciendo que mi escote rosara su barbilla lentamente al elevarme de nueva cuenta, luego comencé a caminar arriba a una habitación que tenía por suerte en el sitio donde podría disfrutar abiertamente de la pasión y lujuria que crecía en ambos. Una vez ahí dejé la puerta abierta y comencé a desatar mi corset, cuando Mich llegara a la habitación podría ver mi cuerpo sin una prenda que obstruyera mi cuerpo y dejaríamos a un lado ese jugueteo para follarnos tan rico como siempre lo hacíamos.